11. Etzem, fragmento del origen

(10)

Una vez más de vio envuelto en una sueño, solo que está vez sabía perfectamente que lo era.

El desierto, el eterno desierto, dónde no se alcanzaba a ver ninguna presencia de vida por ninguna dirección, sin embargo, está vez sentía que no estaba solo. Se levantó y se sacudió la arena de la ropa, para luego comenzar a avanzar aunque no dio ni diez pasos cuando vio una figura a lo lejos.

Era el anciano que vio hace varios días.

No supo si acercarse o no, después de todo el otro venía a su ritmo y no tardaría en llegar pero al ser un sueño, y estar consciente de él, no tuvo miedo así que decidió alcanzarlo. De pronto escuchó una voz proveniente de ... ¿ todos lados? Al parecer si.

- No es un sueño, aún no lo entiendes.

Miró el cielo. Este seguía oscuro como siempre, con algunas nubes manchadas de amarillo por los últimos rayos del sol. Cuando volvió su atención al frente el anciano estaba más cerca.

- Ya no puedo seguir ocultándome en las sombras.

Afarax se detuvo. Ninguna frase tenía sentido y dudaba que fuera solo un simple sueño. Quizás era una de esas revelaciones que pocas personas dicen haber experimentando pensó.

- El fuego del destino cae sobre todos.

Con esta última frase el anciano había quedado prácticamente al frente. De sus ojos brotaba una luz celeste aunque por momentos se tornaba oscura.

- ¿Finalmente me dirás quien eres? - lo confrontó el joven soldado.- Me tienes harto con los comentarios aleatorios.

- No más sombras para ocultarme. No más disfraces para cubrirme- respondió este apenas moviendo los labios pero escuchándose en cada rincón del lugar.

Ante el asombro de Afarax, el anciano cambió su aspecto para transformarse en un espectro de color inestable que mayormente era celeste. Tenía varias marcas negras que seguían patrones alrededor de su cuerpo, además que su rostro recordaba lejanamente a un humano pues tenía unos ojos grandes y brillantes. Su "cabello" tenía el aspecto del fuego pero de color celeste claro. Tal vez lo más llamativo de este ser era que tenía las manos totalmente oscuras y sin brillo como el resto de su cuerpo, a primera vista podría decirse que se había quemado aunque no tuviera sentido.

- Me presento ante usted, Afarax Lux de Lumicet - dijo de forma fluida y haciendo una reverencia irónica - me llamo Etzem, un fragmento de lo que fue el origen de este universo. Es un honor conocerte al fin. Te esperé durante mucho tiempo.

Afarax se había quedado sin palabras.

- Tú.. Tú causaste todo este desastre - pronunció con dificultad.

- Por supuesto que no. Mi hermanos... creo que ya los has conocido. Al hablar contigo acabo de traicionarlos y perder su confianza para siempre pero poco importa. Antes que haya transcurrido un ciclo del sol, que sería poco más de un mees, nos habremos marchado de este lugar para nunca más volver. Tienes mi palabra,

- ¿"Nos habremos marchado"? ¿A qué te refieres? - respondió Lux muy confundido.

Escuchó algo que parecía ser un cristal rompiéndose pero era la risa de Etzem.

- Tengo que explicarte todo. - respondió muy tranquilo - aún tenemos tiempo.

Luego de estas palabras movió las manos como si espantara a las moscas y el paisaje cambió completamente. El desierto desapareció y antes de que Afarax pudiera dar un paso más se dio cuenta que estaba pisando el piso empedrado de un puerto en Lumicet.

No podía creerlo.

Las personas caminando como de costumbre, algunos hombres llevando paquetes en pequeños transportadores, la brisa del mar y, lo mejor de todo, el cielo completamente despejado. Tal y como lo recordaba, estaba en la ciudad donde creció y conoció a las mejores personas de su vida.

- ¿Cómo hiciste eso? - preguntó el joven. Etzem, que seguía a su lado, no tardó en responder.

- Una pequeña demostración de mis poderes, pero no le des tanta importancia. Con esto deseo que te encuentres cómodo para lo que tengo que decir, y contemplar tu antigua ciudad más de cerca por cierto.

- Solo eres una alucinación...

- Tu ciudad, pero yo no. Siéntate.

Se sentaron en una banquita que estaba cerca a ellos aunque al joven le parecía rarísimo que un ser sin piernas y que flotaba se pudiera sentar. Etzem estuvo a punto de hablar pero Afarax lo hizo primero.

- Es increíble estar en mi ciudad de nuevo. Ahora no existe y creí haberlo superado pero al verla así, tan plena de vida, me hace reflexionar sobre el tiempo y todo lo que aprendí cuando viví en ella. Sea como lo hayas hecho te lo agradezco fantasma, incluso si esto no vuelve a pasar tienes mi gratitud. En esta vida y en la otra.

Se hizo el silencio mientras se escuchaba a lo lejos el sonido de las olas.

- No hay de que. Y quería hablarte justamente de algo que te incumbe. Tus compañeros han abierto galerías en esta luna, llegaron a extraer sus recursos y acabar hasta la última piedra del mineral para su propio beneficio sin saber que mientras más tiempo permanezcan están firmando su sentencia de muerte. Mis hermanos se encargaran de eso.

Afarax le devolvió una mirada con mucha confusión.

- Sin embargo - dijo levantando la mano para que le dejara continuar-. yo no estoy con ellos. Por mi pueden pudrirse por la eternidad en este planeta consumiendo su preciado mineral.

- No entiendo ...

- Deja que lo explique a detalle. El origen de nosotros y por qué defenderán su material de vida, el mismo que ustedes intentan extraer.

A una orden el espacio frente a ellos se distorsionó y dio lugar a varias imágenes: la oscuridad total y después una explosión.

- Cuando este universo inició la materia comenzó a ocupar su lugar. Estrellas, galaxias y cúmulos se formaron con el tiempo. Pero lo más importante, la vida, estaba lejos de prosperar en este caos de energía y materia amorfa. Aún no era tiempo para las civilizaciones como ustedes aunque no puedo decir lo mismo de nosotros.

Las imágenes cambiaron mostrando esta vez a algo parecido a un cometa que dejaba una larga estela de color celeste fosforescente. Al acercarse un poco se podía apreciar que eran varios, demasiados para contar.

- Y así surgimos, seres de energía que cobraron vida sin conocer su propósito y ninguna meta a la cual llegar. No éramos conscientes de los que hacíamos y mucho menos de lo que teníamos que hacer, ni siquiera era posible hablar entre nosotros pues carecíamos de un lenguaje común. Pero a pesar de todo continuamos juntos. Siempre viajando. El universo evolucionaba ante nuestros ojos.

Las imágenes volvieron a cambiar mostrando un fondo distinto pero siguiendo al mismo "cometa" que eran en realidad Etzem y sus hermanos. Esta vez a diferencia de la anterior se notaba un cambio notable: El cometa no resplandecía tanto como antes, había perdido brillo y definitivamente se había hecho más pequeño.

- Con el tiempo - continuó diciendo Etzem - la energía se agotó. El viaje nos había debilitado lo suficiente para que algunos murieran y se desvanecieran en esa infinito vacío. El miedo apareció cuando nos dimos cuenta que habíamos perdido a 15 almas. Era necesario descansar y recargar energías pero ¿dónde?

Una vez más las imágenes mostraron al cometa esta vez más pequeño que la última vez y con el brillo casi extinto pero avanzando a toda velocidad como siempre lo había hecho.

- 80. Creo que fueron 80 a los que perdimos antes de encontrar descanso. Yo me sentía desfallecer por toda la energía que habíamos dejado a nuestro paso y sentía que sería el siguiente en caer de seguir así... - hizo una pausa y Afarax notó cierta tristeza en ese rostro espectral - Aún no estaba listo para rendirme, hice un último esfuerzo y llegamos al único lugar del universo donde podríamos tener la energía necesaria para recuperarnos. La suerte se inclinó hacia nuestro lado.

Ante ambos se mostró la imagen de una luna, una hermosa luna que reflejaba débilmente los rayos del sol debido a la cantidad de mineral que tenía en su superficie. El cometa se desintegró y perdió totalmente su brillo cuando cayó en ese lugar dejando un gigantesco cráter en su superficie.

- El universo nos quería "vivos" por decirlo de alguna forma. Quizás debimos morir antes de llegar a este lugar. Tal vez. Saciamos nuestra hambre, nos alimentamos de la energía que provenía de este mineral por los siguientes siglos, milenios, eones... La verdad no sabría decir cuanto tiempo pasó. Se acabaría algún día claro está pero hasta entonces podríamos decidir que hacer. Y así pasó el tiempo.

Idiotas.

Afarax quedó incluso más sorprendido cuando las siguientes imágenes mostraron a varios seres similares a Etzem que discutían en el mismo cráter en el que cayeron por primera vez. Uno se atrevió a lanzarle energía a otro y comenzó una pelea. Uno de ellos, reconocible fácilmente por su altura, era Etzem que se lanzaba sin miedo a la pelea.

- Las discusiones comenzaron con el tiempo, sobre nuestro nada estaba claro y al igual que el más fuerte de todos nosotros autoproclamado líder llamado Helz los demás no quisieron ni escuchar una palabra sobre marcharse. Según ellos este lugar había aparecido para ser nuestro hogar y vivir para el resto de la eternidad en paz o hasta que se acabe nuestra fuente vital, cosa que me pareció demasiado imprudente.

Tuve la oportunidad de hablar con Helz. Oportunidad infructuosa desde luego y me sigue pareciendo increíble que no acabáramos peleando.- Etzem hizo una pausa en esta parte y sonrió - me hubiera gustado ver el resultado de nuestra pequeña pelea.

-¿A qué te refieres? - preguntó el joven

- Ninguno de nosotros salió herido en esa pelea - respondió Etzem - Es necesario un gran poder para lograrlo y ninguno de nosotros lo usó. Eso pasó mucho después.

- Oye, es interesante todo esto que me cuentas pero hasta ahora no has mencionado lo que quieres. 

Etzem lo pensó un momento, eligió con cuidado sus palabras porque sabía que su futuro dependía de esto.

- Necesito tu cuerpo físico para irme de este lugar. Será como una vía de escape.. 

Afarax no supo que responder intuía que no era el primero al que se le había hecho esta oferta.

- ¿Así que eso le dicen a todos antes de poseerlos? Que necesitan irse de aquí para que una vez en su mente tomen el control y maten a todo el mundo. ¡Yo no aceptaré ningún trato!

Se levantó de la banca en la que había escuchado toda la historia sin intención de seguir con la conversación.

- Ahora estás en posesión de una información muy valiosa, ¿sabes? Estás obligado a aceptar. 

- Yo no pedí esto.

- Por supuesto - respondió Etzem - nadie pide su destino. Nos encuentra. No podemos escapar de lo que estamos destinados a ser. Y nosotros estamos destinados a ser uno.

Afarax volvió a ver a aquel ser que miraba expectante. De le ocurrió una última pregunta antes de irse.

-¿Conociste a Hirkz Sarkos? ¿Él estuvo aquí?

- Si pero no diré una palabras más si no aceptas mis condiciones.

- Vete a la mierda.

Etzem se encogió de hombros al ver a Afarax intentar marcharse. La última arma que había guardado tendría que funcionar. Alzó la voz para que el joven escuchara sus palabras.

- Afarax Lux de Lumicet, planeado para ser un supersoldado con habilidades sin igual. Regeneración acelerada, resistencia física sobrehumana y sobre todo completa obediencia hacia sus superiores. Una vida planeada para ti antes que llegaras al mundo que al ser interrumpida te quitó tus futuras habilidades y te matará en pocos años. ¿Quién lo diría? Tiempo después hablando con una Sarkos, nada más y nada menos que Aurie Sarkos descendiente de un príncipe el cual nunca llegó al trono. Lo mejor será hablar con ella. Ocupar su mente...

- No, ¿cómo sabes eso?

- Revelar lo que no quiere decir.- continuó hablando el fantasma.

Afarax retrocedió y fue con la intención de darle un golpe. Sus puños no llegaron a nada.

- ¿Qué parte de "seres de energía" no entendiste, Afarax? - Etzem rio con fuerza como pocas veces recordaba haberlo hecho.- ¿Necesitas que lo repita?

- Ella no sabe nada.- dijo el otro.- Y ya estoy harto de escuchar lo que estaba destinado a ser. Ahora soy poco más que alguien normal y no pido más. 

Durante un momento se hizo el silencio. Comenzaba el atardecer y al parecer ninguna persona en aquella simulación de Lumicet parecía darse cuenta de la discusión que se estaba desarrollando.

- Un trato. Solo un trato y la dejaré libre a ella así como a todos tus otros amigos. No te preocupes, te permitiré conservar tu consciencia y usar algunos de mis poderes. ¿Feliz? Es mucho más de lo que mis hermanos pueden ofrecer, porque claro, a diferencia de ellos yo pertenezco a ese grupo selecto que es la Primera generación, los primeros en llegar aquí.

Afarax sabía perfectamente que no tenía opción. Había llegado a un punto sin salida donde la única opción era aceptar.

- Todo lo que tienes que hacer es dejarme entrar - Etzem le tendió la mano- Te daré un poder que ningún humano ha conocido ni conocerá. ¡Anda, no tendré que poseerte por la fuerza! Verás que es... divertido. Seremos superiores.

"Suena mucho mejor" pensó Afarax y sabiendo que no lo dejaría irse le dio la mano al ser. Sonriente el ganador asintió para molestia del joven.

- Algún día encontraré la manera de deshacerme de ti - dijo Afarax muy seguro de sus palabras - te sacaré de mi mente.

- De ninguna forma, por el contrario, pedirás que me quede por la eternidad. Y así planeo hacerlo, mi querido portador.

.

.

.

Despertó muy sobresaltado por todo. Echó un vistazo a su habitación y recordó que Aurie se había marchado antes que se quedara dormido. Solo esperaba que estuviera mucho mejor que él y que sus sueños fueran más normales. Procedió a lavarse la cara y luego se miró al espejo.

- Etzem, vaya nombre para un fantasma. Parece que ayer tomé mucho.- se dijo a sí mismo aunque no convencido del todo.

En ese momento vio como un brillo azul aparecía en sus ojos al igual que en los soldados corruptos que tuvo la oportunidad de enfrentar. Se cayó de espaldas por la impresión y se alejó como pudo del espejo.

-"Hicimos un trato, uno que prometo respetar..."

El brillo azul se expandió por sus ojos y sintió como perdía el control de sus acciones. Afarax sentía como otra consciencia tomaba posesión de su mente y de a poco se perdía en la oscuridad.

Un minuto después se había completado el proceso y con dificultad se apoyó en una mesa que estaba a su alcance. Se miró al espejo y examinó con mucho cuidado su rostro tocando cada parte de este con delicadeza. La respiración del joven se redujo y sus movimientos se hicieron más lentos al darse cuenta de su nueva condición: Después de incontables ciclos del sol finalmente lo había logrado, Etzem tenía un cuerpo humano y era libre de hacer lo que quisiera. Pero para irse tendría que ser paciente.

Con una sonrisa victoriosa observó las otras partes de su cuerpo. Desde sus manos hasta el codo el color normal había cambiado para adquirir una apariencia oscura como si la piel hubiera muerto, además como estaba sin polo lograba ver que las líneas presentes en su cuerpo etéreo se habían traspasado aquí aunque no debería ser demasiado problema esconder todo esto. El último problema era el brillo exagerado que tenía en sus ojos. Eso no lo podía ocultar.

Ocultó todo con una sudadera gris, se cubrió las manos hasta los codos con vendas que encontró en uno de los cajones y finalmente se subió la capucha para que no lo reconozcan. Luego, salió de la habitación con tranquilidad a dar unas vueltas como lo haría una persona normal.

Pero no había notado a un niño de poco más de 10 años que pasaba corriendo junto a él. Lo chocó pero Etzem, que no quería que nadie sospechara, ayudó al niño a levantarse.

- Ten cuidado niño. Podrías hacerte daño si no vas con cuidado.- dijo torpemente Etzem.

El niño se disculpó rápidamente.

- Lo siento mucho señor. Estaba buscando a mi madre porque tengo un fuerte dolor de cabeza.

Etzem pudo ver un brillo azul en los ojos del niño y entonces supo los estragos que sus hermanos estaban causando.

- ¿Desde cuando tienes un brillo azul en los ojos? - preguntó el joven.

- Desde ayer en la noche señor.

Etzem meditó sus posibilidades: no podría destruir al niño pues él solo era una víctima más. Uno de sus hermanos estaba en su mente y no tenía demasiadas opciones para quitarlo.

- Puedo intentar algo, pequeño. Esto te podría resultar un poco molesto pero a la larga lo agradecerás.

- ¿Qué es? - respondió el niño muy confundido.

- Siéntate y relájate.

Ambos se sentaron el frío piso de metal. Etzem puso sus manos cubiertas de vendas sobre la cabeza del niño y concentró todo su poder para realizar lo que tenía pensado hacer. De un momento a otro sintió que había encontrado lo que buscaba y retiró su mano con violencia al tiempo que sacaba un energía azul muy brillante de su cabeza.

La admiró por unos segundos. Lo que tenía ante él era nada más y nada menos que unos de sus hermanos, uno con muy poco poder claro pero seguía siendo su familia y como bueno hermano lo único que podía hacer era...

Consumirlo. Y fue precisamente lo que hizo. La energía intentó escapar de su alcance pero no pudo y terminó apagándose del todo. Había completado su traición, ahora lo rastrearían hasta el fin del universo.

Poco importaba pues el niño estaba mucho mejor.

- ¿Estás bien? - preguntó Etzem poniendo su mano en la frente.- Respira hondo.

- Si señor - respondió el niño - No recuerdo... ¿Cómo hizo eso? Me encuentro muy bien. ¡Muchas gracias señor!

Etzem se paró y le tendió la mano al niño.

- Se lo debo a ustedes, no ha sido nada. ¿Cómo te llamas pequeño?

- Kaur. ¿Y usted señor ?

Etzem sonrió antes de contestar.

- Soy Afarax. Ahora ve con tu madre Kaur, se pondrá feliz de ver que has mejorado. Y tengan cuidado con las demás personas, puede que se pongan algo violentas en las próximas horas.

- ¿No podría hacer algo por ella señor?

- Tal vez. En ese caso yo la buscaré y ahora si tienes que irte.

El niño le volvió a dar las gracias y se fue corriendo. Etzem se lo quedó mirando hasta que desapareció de su vista y solo después se fijo si alguien había visto lo que había pasado, aunque el pasillo estaba muy vacío y apenas un par de personas caminaban en dirección contraria a lo lejos.

- Discúlpame por lo que estoy haciendo Afarax, solo aguarda un poco más.

Era una sensación extraña caminar entre todas esas personas sin que lo vena como algo diferente. Había mucha paz, casi ninguna discusión. Vio a un par de personas ayudándose a cargar un pesado paquete, todos trabajando en armonía sin estar angustiados por el futuro próximo.

Etzem, a diferencia de Afarax, no tenía los sentimientos propios de seres vivos y le costaba comprender el amor que se daban unos a otros. Como esa pareja que caminaba muy concentrada en su conversación o como ese joven ayudando a su anciana madre a recorrer L400.

¿Era posible si quiera imaginar que en cualquier momento todo cambiaría para mal? Etzem sabía perfectamente que ellos morirían de una forma sangrienta. No podía soportarlo y más aún cuando recodaba que ellos eran la gente de Hirkz el gran amigo que le enseño tantas cosas. Estaba dispuesto a devolver el favor e intentar todo lo posible para evitar o al menos salvar a la mayor parte de ellos.

Sus pasos lo llevaron hasta la cubierta de la tripulación donde las personas iban a tomar un descanso. Se sentó en una banca sombreado por un gran árbol (parecido al roble) y se dispuso a pensar en su siguiente destino cuando sintió que alguien le tocaba el hombro y se sentaba junto a él.

- ¡Hey! ¡Afarax! Espero no te hayas olvidado de un viejo amigo. -el hombre tenía casi su edad y tenía una gran sonrisa.

Etzem estudió al tipo pero no lo reconoció.

- Soy Chris, ¿lo recuerdas?

- Si claro... Chris. Me preguntaba que fue de ti.- respondió Etzem recordando como contestaría el verdadero Afarax. No deseaba entrar en detalles.

- Pues sinceramente... - Chris comenzó a hablar pero Etzem no escuchaba sus palabras sino mas bien se encontraba admirado. El otro chico por alguna razón emitía un tipo de energía que podría resultar llamativa para seres como él, incluso era más fuerte que la energía producida por su actual portador. Por un momento se vio tentado a cambiar de cuerpo pero desistió rápidamente ya que Afarax tenía muchas más ventajas que el simple Chris.- ... y es todo creo. Solo espero que las cosas vayan bien a partir de ahora.

- Por supuesto que lo harán y espero me disculpes de verdad pero tengo prisa. Hay un par de cosas que debo resolver y quizás podríamos seguir la charla en otro momento.

- Claro - respondió el otro - te paso mi código.

- Díctalo, tengo buena memoria.

Chris le pasó el número.

- Bien, nos vemos amigo. Cuídate.

- Lo mismo digo Afarax, adiós. Que los dioses protejan tu camino.

- Gracias. De igual forma.

Etzem decidió que había pasado suficiente tiempo ocupando la mente del joven. Tenía que regresar a un lugar seguro y hablar sobre el verdadero problema.

.

.

.

No recordaba haberse alejado demasiado pero le costó más de una hora regresar. Sin más se sentó en el escritorio donde habían algunos libros amontonados y luego abandonó la mente del joven para que volviera a ser él mismo.

- Que demonios... - fue lo primero que dijo agarrándose la cabeza para luego preguntar con temor- Etzem, ¿a cuántos mataste? 

- A ninguno Afarax - respondió con mucha tranquilidad el fantasma apareciendo a su lado.- No soy como mis hermanos y lo que es más, te daré cuenta de todas las cosas que hice durante este pequeño paseo. Escucha con atención.

Etzem le contó todo lo que hizo en ese par de horas sin dejar un solo detalle olvidado. Cuando terminó se hizo el silencio de nuevo.

- ¿Estás seguro que no mataste a ese niño? Me parece increíble que no lo hayas hecho además hayas fingido ser yo cuando te encontraste con Chris. 

- Desde luego, no tenía una razón para morir como si mi hermano menor. Ya lo consumí y ahora me provee de energía extra. Y respecto a tu amigo, parece un buen tipo. 

Afarax se levantó y trajo un paquete de galletas para seguir conversando.

- ¿Quieres? - preguntó mirando a Etzem con ironía. Si el fantasma iba a vivir con él tendría que acostumbrarse a más frases así.

- Los humanos y su humor...

- Solo es una broma fantasma, y ya que no puedo sacarte de aquí lo mejor será que te pongas cómodo. Aunque no tengo idea de como duermes y ni loco estoy dispuesto a prestarte la misma cama.

- Tranquilo, yo habito tu cuerpo,¿ no lo ves? - al decir señalo unos hilos finos de energía que conectaban a ambos por más separados que estuviesen.- Nuestras almas estarán unidas hasta la eternidad con todo lo que eso implica.

- Oh

- Y una cosa más. Mi tiempo viviendo como compañero de Hirkz me enseñó bastante respecto al orden y esta habitación es todo lo contrario a lo que solía ser el interior de su nave. Pero eso déjamelo a mí - concluyó con una sonrisa.

Acto seguido las cosas comenzaron a levantarse y cambiar de lugar con suma tranquilidad. Ni una sola cosa se cayó y ni siquiera las hojas tiradas se arrugaron un poco.

- Telekinesis - murmuró el joven

- Telekinesis en efecto. Hirkz solía decir que ni siquiera él era capaz de mover las cosas con tanta precisión como yo. En los desafíos de lanzar piedras siempre gané yo.- concluyó orgulloso.

Afarax pensó en preguntarle sobre el el supuesto poder oculto o tesoro que había dejado Hirkz en esa luna pero al ver a su "compañero" moverse de una lado a otro ordenando las cosas decidió esperar un poco más.

- Así que conociste el "Ojo del vacío", la nave personal de Hirkz. Me da un poco de envidia. - Hizo una pausa.- Mucha envidia a decir verdad.

Etzem detuvo lo que estaba haciendo.

- Era una bonita nave, sin comparación y modificada hasta los rincones para que sea única en todo el universo - replicó el fantasma.- Él solía decir que jamás había salido de su planeta, que su nave era una trozo de la ciudad de Eferos y se sentía en casa estando ahí. Yo dejé mi firma en una pared interior antes que se fuera, no quería que mi amigo me echase de menos en las duras batallas que le tocaría vivir.

- ¿Tu amigo?

Etzem miró con pesar a Afarax.

- Hirkz Sarkos. El que me enseñó tu idioma, tu cultura, el conocimiento del universo y me hizo reflexionar sobre mi existencia. ¿Y me preguntas si fue mi amigo? Fue el mejor que tuve. Mejor que los repugnantes idiotas que viven en este satélite. Los detesto.

Se movió atravesando todas las cosas hasta donde Afarax estaba sentado en el escritorio.

- ¿Qué fue de mi amigo? ¿Tuvo un... buen final? ¿El final digno de una guerrero?

El joven meditó sobre sus palabras, buscaba las adecuadas para narrar una historia que había escuchado tantas veces. 

- Hirkz Sarkos murió en algún lugar del Zórax pero nunca se encontró su tumba. Hasta el día de hoy jamás y a pesar de todo el esfuerzo por encontrarlo jamás de hallo la menor pista, pero desde luego solo fue una medida de seguridad. Él no tenía nada malo que ocultar.

Etzem lo miraba con unos grandes ojos celestes brillantes que se cerraron al escuchar esta respuesta.

- Tuvo un buen final.

- Podría decirse que si Etzem, no te preocupes por él. 

Afarax intentó poner una mano sobre el hombro de su compañero pero solo tocó el aire.

-Tengo una deuda con él y es por eso que haré lo posible para que queden bien. Los siguientes días serán vitales joven, tenemos que mejorar tus armas y entrenarte en las futuras habilidades que te concederé.

- ¿Necesitas algo? Me refiero a alguna material pues la verdad no tengo tantas cosas que ofrecer.

- Necesito hierro, acero o si tuvieras alguno mejor estaría bien, herramientas para soldar, cables muy resistentes a la temperatura, químicos como lo serían el...

- ¡Hey! Espera no tengo todo eso. ¿De dónde quieres que lo saque?

El otro paró de hablar y recordó algún de donde podría conseguir los materiales para mejorar el equipamiento hasta que lo encontró.

- Yo te daré todo esto ya que Hirkz dejó algunas cosas que siguen en buen estado. Respecto a los poderes podemos empezar ahora.

Afarax se levantó del asiento y sus manos comenzaron a emitir un brillo celeste, no tan fuerte. Sabía lo que tenía que hacer. Probó a concentrarse y mover algunas hojas que se encontraban ordenadas en la mesa pero lo hizo tan rápido que las mandó al suelo. Etzem las volvió a su lugar con un simple movimiento.

- Inténtalo de nuevo, tráelas hasta aquí sin que se caigan.

Esta vez movió las manos más despacio y logró traer al menos la mitad de las hojas.

- No te estás concentrando. Necesitas paz en tu interior y determinación en tus acciones.

- Me concentraré mucho más cuando hagas silencio.

- Muy bien.

Lo intentó una y otra vez hasta que en el octavo intento logró traer la pila de hojas sin que una sola se caiga. Hacer esto por primera vez resultaba agotador, pensó Afarax, pero había valido la pena.

- ¡Lo hice! - exclamó mientras se limpiaba el sudor de la frente. Etzem estaba satisfecho de su alumno pero no lo demostró.- El primer objeto que muevo por mi cuenta y sin desordenarlo, ¿Qué le parece maestro Etzem?

El joven tenía una sonrisa de oreja a oreja.

- Será una habilidad que deberás dominar a la perfección pero no es la única. Pronto empezaremos por las otras pero por ahora...

- ¿Qué?

- Ve a relajarte Afarax. Después vendrá lo más difícil. A tu regreso todo estará listo para empezar con nuestro trabajo.

Tras esto el joven dejó su departamento para dirigirse hacia cualquier otro lugar. Para aclarar la mente...

Etzem tenía razón, lo más duro estaba por llegar.

___________________________________

Estoy seguro que muchos se preguntarían el por qué del nombre de la historia en general.

Oh, ¿ya la respondí? xd

Afarax no es el fantasma del espacio. Tampoco Etzem.

Los dos lo son.

PD:

07/02/22

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top