⌛4⌛
Estábamos adentrándonos en el gran Club de lujo "Blood & Business", dónde se encontraban todos aquellos hombres de traje, bebiendo, conversando entre sí y hasta jugando póker o a las cartas. Este era un casino con fachada de club privado en el que los cabezas de familia apostaban los negocios en el juego, obteniendo numerosas ganancias y, a su vez, muchas pérdidas.
El plan de Dante era que fuéramos a aquel club por una única y complicada razón: Secuestrar a el tercer ministro del Ministerio de Justicia y Derecho, Arnold Arterton.
-"Eso no tiene ningún fundamento, ¿sabes? Ni siquiera nos dejarán entrar al lugar" -dije con fastidio al terminar de escuchar su plan, volviendo a sentarme en la silla.
-"¿Crees que conformaría un plan sin tener una idea concreta?"-habló con firmeza, incrédulo porque no le creía-."Lo único que necesito es que cooperes. Ambos tenemos que acabar con ese hombre".
-"Bueno, a todo esto, ¿cuál es tu problema con él?"-decidí atreverme a preguntar, por lo que él me miró con algo de sorpresa-. "Si estás diciendo que ambos tenemos que acabar con él, tienes que tener una razón, ¿no?"
Silencio. Eso fue lo único que hubo por un tiempo. Él soltó un suspiro extenso al revolver un poco su cabello, para luego apoyarse en la mesa, frente a mi.
-"Creo que ya sabes lo que pasó con mi hermana, ¿no?" -asentí, lentamente-."Yo me deshice de los tres chicos que la obligaron a drogarse y la... -apretó los ojos con fuerza- le hicieron eso, de ellos, dos eran hermanos. En ese tiempo supe que sus padres se habían unido para encubrir el caso y que sus hijos no estuvieran involucrados, por eso acabé con su familia lentamente al exponer sus negocios sucios. Pero hay uno que siempre se me escapaba".
Fruncí el ceño, ¿Quién se le escapó?
-"Arterton es el único al que nunca pude atacar. Todo lo hacía con sumo cuidado y no me daba chance de nada. Pero lo curioso es cómo te conocí a ti".
-"Ah... ¿a mí? ¿cómo fue?" -tenía gran curiosidad por saber.
-"Fue ese día en el que tuviste el accidente. Yo estaba cerca en ese momento y vi como tú auto cayó por el acantilado, así que corrí a ayudarte. Estabas inconsciente cuando llegué a tí, pero logré sacarte de ahí a tiempo" -explicó con tranquilidad, mientras yo estaba más que sorprendida con cada cosa que decía.
«"¿Él fue quien me salvó? ¿Era el chico que vi esa noche?"»
-"Al estar en el hospital, vi a esa mujer entrar en tu habitación -continuó-. Pensé que era tu madre así que no la detuve, pero escuché lo que decían y me resultó bastante extraño. Luego me puse a investigar sobre tu familia. Pensé que te estaba prostituyendo o algo así; por alguna razón quería ayudarte" -miró fijamente mis ojos, provocando que la profundidad de los mismos hiciera que me perdiera. Pero solo podía escucharlo con atención sin poder formular alguna palabra aún.
-"Pero cuando descubrí lo que en realidad estaba pasando contigo, creí que nos podíamos ayudar mutuamente" -finalizó.
-"Ah... vale, te agradezco mucho que me hayas ayudado pero.."- a pesar de que lo aclaró, aún tengo una duda-. "¿Por qué dijiste que te desharías de todos los que me dañaron si tú único objetivo era Arnold?"
Y volvió el silencio a abrazarnos, pero esta vez, él se inclinó un poco hacia mí.
-"En el tiempo que estuviste en el hospital, te estuve observando, Danna" -mi ceño se frunció de inmediato.
«"¿De verdad me estaba acosando?"»
-"Por favor, no pienses que te estaba acosando o algo parecido" -era como si hubiese escuchado mis pensamientos, o tal vez soy muy fácil de leer.
-"Muy tarde" -dije con rapidez, él solo suspiró y se recompuso, cruzando sus brazos.
-"El caso es que te conozco muy bien, y sé todo lo que sufriste por culpa de tus padres" -aclaró, haciendo una pausa para mirar el suelo-."Aunque debo aceptar que, me recuerdas mucho a Trinity.... y siento que si te logro proteger.... tal vez calmaría un poco mi conciencia, ya que con ella no pude".
Logré sentir el dolor y el arrepentimiento en sus palabras; de verdad se sentía culpable por lo que sucedió. Y lo comprendo. A pesar de que no conocía nada de él en ese tiempo, al analizar su historia a profundidad, no tuvo muchos momentos de felicidad. Su situación me recordaba al infierno de mi vida. Así que no lo pensé mucho, solo me levanté y lo abracé, sorprendiéndolo bastante.
Pensaba que necesitaba lo que yo tanto anhelaba; alguien que me comprendiera y consolara.
-"¿D-Danna?" -musitó, estático.
-"Ella te quería mucho" -dije contra su pecho-."Y estoy segura de que no te culpa, así que tú tampoco lo hagas".
Me separé de él lentamente, comenzando a deslizar mis manos por sus brazos hasta llegar a las suyas, para luego sonreírle. Sus ojos seguían mostrando un inmenso asombro y confusión.
-"¿Qué carajos es esto?"- preguntó una voz desde la puerta. Jade se encontraba ahí, y la puerta se había abierto de par en par, mostrandola a ella con la confusión y la molestia reflejadas en su rostro.
-"¿Nunca te enseñaron a llamar a la puerta?" -la voz de Dante sonó como antes al verla; grave y desinteresada, algo que la hizo bufar y cruzarse de brazos.
Yo me separé por completo de él.
-"¿Por qué estás aquí, Jade?" -pregunté con suavidad, acercándome un poco a ella.
-"Vine con la intensión de disculparme. Pero si están en alguna mierda amorosa, descuida, no los molestaré" -dijo, mirándonos a ambos con completa neutralidad, para luego intentar salir de la habitación, pero tomé su mano rápidamente, deteniéndola.
-"No te vayas aún" -hice que entrara y cerré la puerta-."Acepto tus disculpas, y también siento haberte hablado así" -dije con sinceridad; ese asunto también estaba rondando en mi mente durante los últimos días. Ella asintió, sin ganas-."Y no estábamos teniendo ningún momento amoroso, ¿ok?"
-"Uff, Mira" -puso las manos en mis hombros-. "Sé que dije que lo odio pero, si a ti llega a gustar alguien como él.... te aconsejo que te alejes de inmediato. No es bueno para nadie acercársele".
Su mirada se desvío hacia a él, mirándolo con completo enojo, y este solo la evitó.
-"Hablas como si realmente hubiera pasado algo malo con él. ¿Segura de que solo lo odias por lo de tu hermano?" -le pregunté con genuina curiosidad. Ella suspiró y palmeó mi hombro.
-"Solo ten en cuenta que nunca me caerá bien" -soltó con despreocupación, alejándose.
Negué con la cabeza lentamente ante su respuesta; ella siempre era así.
-"No tienes remedio. Pero ya que estás aquí, ¿qué te parece ayudarnos?"
-"Danna" -me llamó él, advirtiéndome, así que me volteé a verlo.
-"Tranquilo, podemos confiar en ella" -su mirada me decía que no lo aprobaba, pero de igual manera se sentó en la silla, la cuál yo ocupaba antes.
-"Ya me vas a decir que tramas o tengo que obligarte a decirlo" -habló, con la curiosidad a tope, a lo que le mostré una media sonrisa.
-"Va a ser algo emocionante, te lo aseguro."
La curiosidad de su mirada se convirtió en una de esas que ponía cuando algo le gustaba al escuchar el plan. Ella es una amante del peligro, y por la adrenalina mueve cielo y mar.
Cuando llegó la noche del sábado, en el momento en que muchos de los estudiantes estaban en sus casas con sus familias, nosotros estábamos escapando del internado por la parte trasera.
Debo decir que fue bastante fácil; los profesores estaban reunidos a esa hora, y solo estaban los guardias dando rondas por los pasillos y los alrededores. Era una salida más que segura.
Cuando llegamos al auto que nos esperaba a las afueras de este, nos fuimos rumbo a nuestro destino.
Eso nos lleva al ahora. Los cuatro; sí, July también estaba con nosotros, estábamos vestidos lo más elegantes que podíamos para la ocasión. Habíamos entrado con identidades falsas y buscábamos con la mirada a aquel castaño oscuro que debíamos encontrar.
-¿Dónde está ahora? -pregunté cerca de su oído.
-En la sala VIP, al final de la segunda planta -señaló a unos ventanales de vidrio templado oscuro de una habitación-. Pero ahí hay dos guardias en la entrada, no nos dejarán entrar si no pertenecemos a esa categoría.
-Genial -intervino Jade, con fastidio, mientras todos nos acercamos a la barra-. Apenas empezamos y ya no podemos seguir.
-Nadie ha dicho eso -la cortó Dante, ganándose una mala mira se su parte-. Lo único que necesitamos es una distracción para alejarlos y lograr entrar.
-Aja, ¿y a quién van a tomar de carnada, eh? -Dante la miró de arriba a abajo y la señaló-. ¿Disculpa?
-Eres una buena actriz, ¿no? Demuestra lo que vales.
Ella lo miró con toda la frustración que comenzaba a consumirla, pero luego se relajó y se levantó.
-Te encanta meterte conmigo, Walters. Pero descuida, ahora verás de lo que soy capaz -dijo con confianza para encaminarse hacia la segunda planta.
-Creo que ya descubriste su punto débil -dije, observándola alejarse.
-Bueno -él me miró-, a una persona orgullosa, rétala y te sorprenderá. Vamos -se levantó y comenzó a caminar.
-Les gusta provocarla mucho -dijo Jul, en una leve risa al acercárseme.
-Esa es la única manera en la que colaborará -puse la mano en su hombro-. Tú deberías volver al auto, estoy más que segura de que en su mentira te meterá a ti.
Suspiró, para luego asentir.
-Tengan cuidado, ¿vale?
-Descuida, nos vemos después -me despedí y seguí el camino que recorrió Dante.
Él se mantenía en la esquina de las escaleras, esperando a que los guardias bajaran; yo me coloqué a su lado.
En el caso de Jade, esta estaba dándolo todo para convencer a los dos hombres de traje frente a ella para que la ayudaran. Eso incluía llorar desconsolada y exageradamente ante esos gigantes sin expresión.
-Por favor, necesito que me ayuden a encontrarla. Si mi padre se entera de que vine con mi hermana aquí y que la perdí va a matarme- le suplicaba agarrando su saco-. Por favor se los pido.
-Ya le dijimos que no es nuestro trabajo hacer eso -dijo uno de ellos la tomar su muñeca-. Busque a los de seguridad y deje de hacer una escena.
-Los busqué pero estaban ocupados. Solo será un momento, nadie notará que se fueron, y como seremos tres será más rápido -juntó sus labios elevándolos un poco, dejando que sus lágrimas corrieran por sus mejillas con desesperación-. Por favor.
Se veía que ambos estaban completamente estresados debido a su constante insistencia. Por eso, después de un largo suspiro, aceptaron.
-Espero que sea rápido.
-Lo será, no se preocupe -aseguró, sonriéndole un poco mientras se disponían a bajar.
-Por ahí vienen, disimula -le murmuré, golpeando levemente su hombro un par de veces.
Él se acercó a mí con rapidez, tapando mi cuerpo con el suyo en el acto. Colocó sus manos alrededor de mi cintura y ladeó un poco la cabeza en mi dirección, acercándose a mi rostro. Pretendía esconderme por completo.
Aunque esa repentina cercanía, junto a la sensación que me provocó su agarre, me tomaron totalmente desprevenida. Era extraño tenerlo a esa distancia que era prácticamente nula. La forma en que su mano se aferraba a mi cuerpo y el roce que había entre los mismos, hacían que temblara mínimamente y que me respiración se entrecortara. Podría decir fácilmente que tenía miedo de que me tocaran. Sin embargo, la mirada que me dedicó en ese preciso momento, me hizo sentir tranquila y, segura. Pero a la vez muy nerviosa.
-Creo... creo que ya se fueron -dije en un susurro tembloroso, pegando un poco más mi cuerpo a la pared.
-Lo sé -volvió a acortar nuestra distancia.
-Entonces.... ¿por qué no subimos? -balbuceé con nerviosismo. Él siguió mirándome, detenidamente, provocando aquel silencio eterno entre nosotros.
-¿Estarás bien cuando lo veas? -preguntó finalmente, y noté la preocupación en su voz.
Pero yo no tenía la respuesta a esa pregunta...
Con ese hombre pasé momentos muy desagradables; tuve que dejar que me tocara cuando quisiera para complacer sus sucios deseos sexuales. Viví bajo sus constantes órdenes durante tres meses, humillándome a mí misma solo por cumplir cada pedido que saliera de su boca. Pero no podía decir o hacer nada al respecto, ya que mi castigo sería mucho peor si hablaba o me negaba.
Recordar esas escenas me dio unas ganas inmensas de llorar, no solo por el dolor que él me había provocado, sino también por la impotencia de no lograr defenderme para que parara. Y al parecer, lo hice, ya que Dante estaba secando las que corrían por mis mejillas sin control.
-Creo que será mejor que te quedes aquí -sugirió, como si quisiera prevenir algo.
-Estoy bien -me apresuré a responder, limpiando los restos que quedaban-. Yo puedo hacerlo.
Me miró completamente serio; él no quería.
-Prometo que estaré bien. Pero debemos apresurarnos antes de que los guardias vuelvan. Por favor... -él ante mi insistencia suspiró, derrotado.
-Está bien -se alejó y me tendió la mano-. Vamos a enfrentarlo.
La observé unos segundos, tratando de acumular el valor suficiente para afrontar al mayor creador de mis miedos y pesadillas. Finalmente la tomé. Ahí empezamos a caminar, decididos a cumplir nuestro objetivo con una determinación que hacía pequeños a nuestros temores, hasta adentrarnos a la habitación privada. En esta habían alrededor de 10 hombres con varias mujeres platicando, y no eran sus esposas. Lo primero que noté fue la mirada algo sorprendida de Arnold en mí.
-Caballeros -habló, luego de aclarar su garganta, refiriéndose a los presentes-. ¿Podrían dejarme el lugar por un tiempo? -me miró con una media sonrisa-. Tengo algo importante que resolver.
Todos, hasta las chicas, salieron del lugar con lentitud, dejándonos únicamente a nosotros tres en aquel lujoso espacio. Él tomó su vaso de vidrio, el cual contenía un líquido oscuro que cubría la mitad del transparente recipiente. Bebió un poco, sin apartar la vista de mí, para luego dejarlo en la mesa y acercarse lentamente.
-Tú madre me había dicho que estabas en el hospital -empezó a decir, estando a escasos pasos de mi, mirándome de arriba a abajo con detenimiento-. Pero veo que estás más que bien, y me alegra mucho que vinieras a verme.
Iba a acercar su mano a mi mejilla, con la intención de acariciarla. Pero la de Dante apartó la suya de un golpe preciso, dejándolo confundido y borrando su sonrisa de inmediato.
-¿Quién eres tú? -preguntó con curiosidad y molestia.
-Créeme, no quieres saberlo -dijo con seriedad, provocando que ambos se mantuvieran la mirada por unos segundos. Atravesándose con las mismas, las cuales se mostraban llenas de rabia y enojo contenido.
-Acabemos con esto de una vez -interrumpí el tenso momento sin querer esperar un segundo más. Saqué de mi bolsa un arma de tamaño regular que solía tener escondida en mi cuarto. Solo era por precaución, nunca la había utilizado. Sin pensarlo dos veces lo apunté, haciéndolo retroceder con rapidez.
-Wow, tranquila, ¿por qué estás tan agresiva de repente, cariño? -su tono emanaba algo de burla y sorpresa.
-¡Cierra la maldita boca! -le grité, incapaz de contenerme más-. ¡No tienes idea de lo desagradable que fue pasar cada maldita noche contigo!
-¡No tenías de otra, niña! -se apresuró a decir-. Tus padres supieron aprovechar muy bien la situación, ¿sabes? La comodidad y el crecimiento económico que tienen es todo gracias a mi ayuda -recordó, con una calma inquietante-. Además, no te quejabas tanto como para ahora decir que lo odia...
-¡Me iban a golpear si no te complacía, joder! -lo interrumpí, mi voz temblando de rabia-. ¡Cualquier cosa que hiciera me costaría prácticamente la vida!
Fue entonces cuando disparé. Sin darme cuenta, presioné el gatillo, y la bala impactó en la parte inferior de su abdomen. Si no fuera por el silenciador y las gruesas paredes de la habitación, probablemente estaríamos en serios problemas cuando él gritó.
-¿¡Qué demonios te pasa, niña!? -me gritó, mientras se sentaba en el sofá por la inestabilidad de su cuerpo, presionando su herida con una mano temblorosa.
Estaba en estado de shock. No pretendía dispararle. La adrenalina corría por mis venas y la realidad se sentía distante cuando lo único que podía ver era la sangre que brotaba de su herida. En ese instante, Dante tomó el arma de mis manos y se me acercó con preocupación.
-¿Estás bien? -preguntó, su voz era un susurro tenso que se escuchaba lejano y distorsionado.
Asentí repetidas veces, tratando de recuperar el control de mis extremidades.
-Tenemos que sacarlo antes de que...
El sonido de la puerta abriéndose interrumpió sus palabras.
-¿Cómo están seño...? -entró un pelinegro bastante animado, pero su expresión cambió drásticamente al ver la escena, al verme-. ¿Da-Danna?
Su voz estaba llena de asombro y confusión.
-¿Matthew? -respondí, sintiendo cómo mi corazón se aceleraba al reconocerlo. Este ladeó la cabeza, intentando procesar lo que estaba sucediendo.
-Ay, mierda -murmuró al ver a Arnold sangrar, su rostro pálido como un lienzo.
La incredulidad se apoderó de mí en ese mismo momento.
¿Qué demonios hacía él aquí?
¿Cómo era posible que este insoportable chico estuviera metido en todo esto?
¿Y por qué tenía que ser precisamente él?
¡gracias por leer!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top