Capítulo 5
Invernalia pertenecía a los Stark y al Norte. Nadie que no fuera un Stark o llevara su sangre, podía caminar por los grises pasillos de la fortaleza con calma, con la tranquilidad que quisiera y era algo que Theon Greyjoy había aprendido en su tiempo como "Señor de Invernalia", como invasor de la antigua ciudad y atacante de los verdaderos señores de aquella ciudad grisácea.
Había incomodidad. Había una sensación fría, pero constante que molestaba a los invasores, que los obligaba a mirar sobre sus hombros hacia sus espaldas, listos para ser asesinados en cualquier momento, por cualquier persona incluyendo a sus propios compañeros. ¿Se estaban volviendo locos?
"El Norte recuerda"
La magia se había perdido con la muerte de los dragones. O al menos eso era lo que se decía en Poniente desde la caída de los Targaryen y los últimos dragones, expulsando aquello que era brujería lejos del territorio protegido por los dioses. En lugares más remotos, si creían en las historias, si había magia y si tenían contexto de muchos sucesos en la historia, de muchos "refranes" que acompañaban a los hombres como meras frases, como meras cosas dichas por los mayores, pero que guardaban un significado oculto.
Los hombres de las Islas del Hierro no iban a estar cómodos en Invernalia, no podrían estar cómodos en el norte en su conjunto. Habían atacado el corazón del hogar de los Primeros Hombres, de los Dioses Antiguos que los acompañaban. Aquella fría sensación, si le preguntaban a la persona adecuada, era el aliento de los muertos que vigilaban a los invasores para esperar su momento, para esperar su final bajo las espadas de los norteños.
Theon era reacio a pensar en historias de fantasmas. Sus hombres, eran mucho más reacios que él. ¿Un lugar podía recordar? Las generaciones morían, se convertían en polvo y pocos hombres llevaban su odio eones en el tiempo, pudriendo sus almas hasta que finalmente el agraviado hubiera obtenido la justicia.
"El Norte Recuerda"
Sin embargo, aquellas tres palabras susurradas por el extranjero de cabello dorado, estaban presentes constantemente en la mente del hijo de Balón Greyjoy, como si fueran una lacerante herida que no cerraría, que no sanaría y siempre estaba presente, supurando y sangrando.
"¡A la mierda! Invernalia ha sido tomada. Cuando padre acuda con hombres, la mantendremos en nuestro poder"
Theon podía ser terco como una mula y esa terquedad era empujada con vigor por su orgullo, por su deseo de ser reconocido y por su anhelo de ser un rey, de poder tener el poder que se le fue negado cuando fue separado de su familia. Pero esos sentimientos estaban constantemente en enfrentamiento con su moral, con el cariño que generó hacia Eddard Stark y sus hijos, los cuales una vez fueron hermanos. ¿Pero lo eran realmente, lo fueron en algún momento? La duda siempre estuvo presente y seguía como un puñal clavado en las entrañas, retorciéndose cada vez que tenía un atisbo de aquellos deseos.
"A la mierda Robb. Ya tomé mi decisión. Seguiré con esta hasta el final de mis días. Tomaré lo que es mío por derecho"
El derecho de nacimiento era algo que Balon Greyjoy no veía bien con sus viejos ojos. Si el actual Rey de las Islas y el Norte tuviera que elegir a alguien como un sucesor, Theon no dudaba que esa sería Asha, su hermana, su querida hermana. ¿Desde cuando las mujeres podían ostentar tal poder sin el reconocimiento apropiado? Estaba Cersei Lannister, la Reina Regente, pero el tiempo de las mujeres poderosas, pasó cuando las leyes coloraron a los varones por delante, cuando los ponienties decidieron velar por los derechos de un hijo antes que los de una hija.
Y Theon odiaba que su padre no lo reconociera, que no viera sus logros y lo que había hecho, que no lo viera como un sucesor digno para el reino que estaban construyendo. ¿Realmente abandonó a Robb por aquello? ¿Realmente estaba dispuesto a pelear por el nombre de un hombre que no lo miraba? Theon no iba a retractarse, no lo haría ahora. Estaba plantando las semillas adecuadas, esperando los tiempos apropiados. Obtener Invernalia y el Norte para su padre, solo eran un pequeño tentempié que su padre, Balon, vería con ojos brillantes como los de un niño frente a un juguete nuevo.
Él sería...
―¡Argh!
Un quejido de dolor atrajo la atención del joven Greyjoy y lo hizo levantarse de su asiento y salir al pasillo apresurado, preocupado por cualquier ataque de los hombres de Invernalia.
Debido a la velocidad, Theon no pudo responder. Sintió el golpe y la sangre y poco después el suelo golpeando su espalda. Cuando pudo abrir los ojos, había sido derribado por un cabezazo prominente que destrozó su labio superior y su nariz, desde los cuales había comenzado a emanar una sugerente cantidad de sangre que comenzó a manchar su mentón.
―¡¿Quién ha sido el bas...?!
Una mano cayó sobre Theon y sus palabras quedaron silenciadas. Los ojos anteriormente confusos y enojados, ahora miraban con sorpresa y horror a la persona que lo estaba mirando, con ojos brillosos y divertidos, llenos de burla.
―Theon hermano de Asha―afilada, la voz llegó a los oídos del joven isleño―. Voy a ver al joven Brandon Stark y, si me lo impides, bueno terminarás como ellos.
Usando el pulgar de la mano libre, el extranjero señaló hacia el pasillo. Los desorbitados ojos de Theon se abrieron aun más. Un reguero de sangre y cuerpos avanzaba hacia la puerta de su habitación desde el inicio del pasillo. Ninguno de aquellos parecía estar respirando y estaban tirados sobre charcos de su propia sangre.
―Y gracias por guardarme a Wado Ichimonji, buen señor―la mano palmeó el mango de la katana, una sonrisa divertida presente en los labios de Naruto―. Voy a hablar con el chico que mantienes cautivo.
La mano abandonó la boca del anterior rehén y pupilo de Invernalia. Theon Greyjoy se puso de pie mostrando fuego en sus oscuros ojos, limpiando su mentón con el dorso de la mano derecha. No tardó demasiado en cerrar su mano en el mango de su espada, desenvainándola, picando con ella la espalda de Naruto.
―¿No pensarás que dejaré que te muevas, no bastardo?―masculló, apretando la punta contra el hombro derecho del extranjero―. ¡Habla, idiota!
―No deberías ser grosero, chico. No sabes con quien puedes meterte en estos días. Si quieres morir por tu orgullo, por querer tener Invernalia y reconocimiento, bien. ¡Pero no lleves a los demás a tu aciago final!
Chispas saltaron. El choque solo duró un segundo, muy veloz para que los ojos del isleño pudieran captarlo y trastabilló ante la fuerza del golpe contra su espada, sintiendo que esta estaba a punto de escaparse de sus manos.
Cuando la mirada de Theon finalmente pudo mirar, vio la Wado Ichimonji desenvainada, en la mano diestra de su enemigo, brillando ante el fuego de las antorchas. Y se veía hermosa, como si el acero fuera acero valyrio, pero era claramente distinto, con una tonalidad muy distinta.
―Mierda.
Theon se mordió la lengua. Recuperó el equilibrio y cerró la mano alrededor del mango de su espada, asegurándose de que la tenía sujeta, que podía usarla y no se había ido como si fuera humo, que no hubiera escapado de su agarre.
―Le dije a tu hermana que te mataría si intervenías en esto. Ella debería ser quien liderara esto, y no tu―Theon intentó dar un paso, pero la longitud de la katana impidió que avanzara hacia su enemigo―. Ni siquiera pudiste prever que escaparía.
―Asha. ¿Ella...ella está...?
―Probablemente cubierta por pieles, descansando en el lecho tras acostarnos―los dientes se apretaron y la mandíbula se tensó. Naruto rio divertido, entre dientes―. Ella realmente es fiera y te va a dejar a un lado, muchacho. Ella no morirá intentando proteger una fortaleza que solo con un millar de hombres podrías mantener. ¿Realmente tienes algo dentro de esa cabeza más allá del serrín?
La espada se movió y repelió la katana con un solo movimiento. Después, acortó distancias e intentó cortar la carne, encontrando esto completamente imposible. Wado Ichimonji se movió según las ordenes de su dueño y desvió la hoja del "Hijo del Hierro" con la precisión acertada y la fuerza justa, desestabilizando a Theon.
―¿Quieres bailar, chico? Yo lo encuentro entretenido, si me preguntas. Hace tiempo que no "bailo", como suele decir mi maestro.
Dientes apretados, sudor perlando la frente. Theon Greyjoy dejó que el aliento escapara entre las pequeñas aberturas de su dentadura, que saliera en exceso por los bordes de sus labios apretados. Jamás abandonó los ojos azules de aquel extranjero.
―Hermano―pasos resonaron. Armas desenvainadas, un puñado de isleños aparecieron en el pasillo, observando la escena que los esperaba y que algunos (los leales a Asha) ya sabían que pasaría―. Detente ahora. Le he dado mi palabra de que podría hablar con Brandon, pero no llevárselo.
―¿Y que le has dado a cambio?―Theon se volvió hacia su hermana, mordaz―. ¿Tu coño de...?
El golpe reverberó en las paredes de aquel pasillo. No había sido ni siquiera una fracción de segundo. Fue más veloz. Theon estaba en el suelo y Asha movía la mano, molesta por haber desgastado aquella fuerza en un golpe contra su hermano, aunque lo último que este dijo...era completamente cierto.
―Tienes unos momentos con el tullido, extranjero―los feroces y acerados ojos de Asha no se movieron de la figura de su hermano derribado―. Yo voy a tener una charla con mi hermano. Le voy a enseñar lo bien que pude pelear esta "puta".
Había división entre los "Hombres del Hierro" que lideraban y habían tomado Invernalia. Era algo que incluso un idiota podía sentir en el ambiente, oler, presenciar. Los hombres dirigidos y completamente leales a Asha Greyjoy se habían impuesto a los hombres que seguían el orgullo ciego de Theon Greyjoy. Lo habían hecho tanto en número como en fuerza. Ninguno de ellos quería morir en el norte, separados del mar, de lo que eran.
Theon no podía ver eso, pero su hermana sí.
―Invernalia está destinada a ser del Norte, hermano. Está destinada a ser Stark. Ya has demostrado tu punto, de lo que eres capaz. ¿Por qué no ves que no puedes defenderla? Dame a los chicos de Stark y marchémonos de este lugar, dejando solamente cenizas, solamente destrucción y fuego que será la bienvenida para el Rey en el Norte, el lobo que aullará lastimado cuando vea su hogar y su familia destruidas.
Ella tenía un punto, un punto que Theon se negaba a ver o querer ver. El orgullo y las ganas por ser reconocido, lo hizo mantener el silencio mientras su hermana hablaba, sintiéndose como un niño regañado por su madre o su hermana mayor. ¿Por qué Asha no veía lo que él estaba viendo? ¿Por qué no quería aquella oportunidad servida en bandeja de plata? Si ella no quería ser la señora de aquel lugar, él sería el señor. Tomaría la oportunidad. Pero no dejaría a Bran y Rickon con Asha. Esas eran sus fichas para mover, para controlar el norte bajo la presión de su bota y acero.
Escupió a un lado.
―¡Bien! Si es lo que quieres, hermana―los ojos se nublaron de ira silenciosa―. Dejaré que ese perro de oriente hable con Brandon, pero no te daré a los chicos ni a Invernalia. Has perdido tu oportunidad, hermana. Ahora yo dirigiré el Norte desde Invernalia. Seré su señor.
Allí estaba de nuevo. Asha lo vio en los ojos de su hermano: codicia, deseo, ansias. Todo junto lo estaba alentando a seguir adelante con aquello, a convertirse en el "señor" de un lugar que no lo quería ni lo necesitaba, a ser un mero títere de sus deseos. ¿De verdad su hermano no estaba dándose cuenta de que estaba siendo engullido por una espiral, por un remolino que terminaría llevándolo a su muerte misma?
Asha Greyjoy respiró profundamente. Así era su hermano, así fue como se perdió. Educado por las débiles costumbres de los Stark, su hermano no podría ser jamás el heredero de lo que su padre quería construir, de lo que su padre quería alzar frente a Poniente.
―Lamento esto, hermano―la espada desapareció en su vaina. Los ojos de Asha mostraron tristeza, cierto dolor mezclado con ira. Su hermano había hecho su elección. Ella estaba haciendo la suya, siempre guiada por lo que podía manejar. Invernalia no era algo que ella pudiera manejar, ni aunque tuviera un ejército a su servicio―. Espero que puedas sobrevivir a lo que se avecina. Espero realmente que podamos volver a vernos y seas un hombre enderezado.
El gruñido salió de lo más profundo de la garganta de Theon Greyjoy. Ahí estaba su hermana, rechazándolo, alejándose, huyendo con el rabo entre las piernas, seguramente follada por el extranjero al servicio de Invernalia. ¿Y que importaba eso? Tenía a sus hombres, tenía sus espadas. Iba a seguir luchando y mantener Invernalia para su padre, para sí mismo.
―¡Huye hermana! ¡Se la perra de ese bastardo extranjero!
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