Capítulo 11

Los eventos en Desembarco del Rey se extendían hacia los plebeyos que vivían en la capital. Cada evento, torneo o boda era conocido por sus habitantes y celebrado por ellos mismos extendiendo la celebración hasta semanas después de haber pasado el evento. En esta ocasión, la boda entre Joffrey Baratheon y lady Margaery estaba planeado para que durara unos quince días, siendo el último de los días la gran boda entre el rey y su prometida.

Hombres y mujeres de todos lados del mundo llegaron a Desembarco por la boda del rey Joffrey. Todos ellos buscaban hacer fortuna, poder obtener la gracia de algún señor ponienti y obtener un dinero que les permitiría vivir lo que restaba de año sin preocupaciones.

Debido al aumento de desconocidos, los Capas Dorados habían aumentado en número por orden de lord Kevan Lannister, quien fue el encargado de mantener a Laguardia de Desembarco del Rey lista para la boda del rey y la dama del dominio, sin que nada pusiera en peligro la estabilidad del reino.

Las calles se llegaron de mercaderes, de frutas extrañas y armas que parecían traídas de tierras lejanas. Personas de Braavos, Pentos, Lys o Volantis habían viajado en barco hacia la capital real con intereses divididos. Algunos venían solamente a formar parte del evento, otros venían a vender su espada a los señores del oeste, os más ricos de los Siete Reinos.

Desembarco era un caos.

Sentado en un, con las piernas colgando, Naruto miró a las personas que procedían del puerto, mirando los navíos que atracaban en el puerto de la ciudad y de donde bajaban extraños hombres y mujeres con vestimentas coloridas.

Tras el "encarcelamiento" de Vargo Hoat y la toma de Harrenhal, lord Tywin había llamado a Naruto para que volviera a la ciudad real con la intención de estar presente por si algo se torcía. El "Viejo León" era precavido, astuto, estaba con cien ojos observando todo lo que pasaba bajo sus narices sin que nada se le escapara.

Y mucho menos en un evento como aquel.

Las bodas en tiempos de guerra eran crueles. La "Boda Roja" organizada por los Frey de los Gemelos y apoyada por los Bolton de Fuerte Terror había sido un ejemplo de lo que podría pasar si no se contaba con los aliados necesarios, con las espadas dispuestas a pelear contra los enemigos. ¿Por qué Robb Stark fue tan confiado? Esa pregunta, Naruto jamás podría responderla ni comprenderla. A pesar de que Rickon y Bran estaban vivos, tanto Catelyn como Robb fueron demasiado descuidados en el juego y sus piezas fueron removidas del tablero por otra mucho más astuta que ellos.

"El Honor del Norte es una mierda. Con el honor no se ganan guerras y ya avisé a lady Stark"

Él no estaba con ningún bando. Como espada juramentada y mercenario, vendía sus servicios al mejor postor y actualmente lord Tywin Lannister era el mejor postor con quien podría trabajar mucho más tiempo. Eso por supuesto no quitaba su promesa a Bran y lady Catelyn, pero eran promesas que él cumpliría siguiendo las reglas de sus dioses.

"El norte ahora está en manos de los Bolton como Guardianes del Norte. Un señor norteño que comanda fuerzas norteñas descontentas. ¿Seguro que lord Roose no espera una traición?"

Lord Roose Bolton no era un hombre apreciado en el norte y mucho menos lo sería cuando las noticias de su traición volaran hacia los principales asentamientos de los vasallos de la Casa Stark, los cuales no seguirían al señor de Fuerte Terror de buena gana y era algo que incluso Tywin había visto a la legua.

"Necesita a lady Sansa como llave del norte, como puente para controlar Invernalia. Sin embargo, su nieto no soltará su juguete roto ni queriendo"

Había cientos de historias que los señores murmuraban entre ellos. Historias que las sirvientas contaban a sus hermanos o maridos, a sus padres o hijos. Historias que los hombres hablaban en las tabernas cuando el vino e hidromiel bajaba por la garganta. Joffrey Baratheon no había sido un buen rey y no había tratado a una joven dama del norte como se merecía. Usándola como un juguete, Sansa Stark se convirtió en un pequeño cervatillo asustado, acorralado contra las rocas mientras el mar la golpeaba constantemente sin dejarla un respiro. ¿De verdad alguien podría tratar a una dama de semejante manera? ¿La Reina Regente no pudo detener los delirios de su hijo?

Naruto era consciente de la poca importancia que algunos ponientis daban a las mujeres. Lugares como Dorne, eran una excepción a la regla impuesta en los Siete Reinos. ¿Pero tan mal estaba la situación como para denigrar a una nocente? El joven extranjero no podía concebir el hecho de dañar a una mujer. Si él lo hubiera hecho en su tierra, donde la emperatriz mandaba, habría visto su hombría ser cortada de un tajo de espada, sin miramiento alguno.

En su tierra las mujeres eran importantes tanto o más que los hombres. Las mujeres daban la vida y habían gobernado su país desde hacía dos siglos sin revueltas, sin rebeliones que no hubieran podido detener. Por supuesto, no todas fueron excelentes gobernantes, pero hasta la fecha, el único suceso que había marcado su país había sido la "Guerra de los Trece", la cual terminó por asolar el sur del país convirtiéndolo en un páramo completamente inhabitable.

―¡Ah, aquí estas extranjero!

Dejó a un lado los pensamientos sobre su país y la familia imperial y giró la cabeza para ver al hombre que lo había llamado. Aquel hombre era ciertamente apuesto, con cejas finas, rostro afilado y nariz aguileña. Su cabello de color negro lustroso, contaba con algunas vetas de plata que lo hacían mucho más vistoso a los ojos de cualquier persona.

―Príncipe Oberyn.

Oberyn Nymeros Martell detuvo su caminata cuando finalmente estaba a dos pasos del rubio, mostrando una sonrisa ligeramente burlesca, divertida ante la visión del extranjero sentado, mirando a los transeúntes del puerto de la ciudad.

―Ese enano se ha encargado de darnos unos aposentos que bien podrían haber sido dados a cualquier otro señor―cruzó los brazos sobre su pecho, dejando que el cabello azotara su rostro mientras observaba las mismas vistas que Naruto―. ¿Qué es lo que haces, buen amigo?

La relación entre Naruto y Oberyn no se extendía más allá de hace unos días, cuando el extranjero conoció al príncipe en lo que parecía ser un burdel con algunas mujeres exóticas traídas del otro lado del Mar Angosto, de las Ciudades Libres. En ese instante y tras cuatro botellas de vino de Dorne, extranjero y príncipe fueron como hermanos, riendo a carcajadas acompañados de otros clientes del burdel y de las mismas prostitutas.

―Solo estaba observando―admitió el chico, lanzando el corazón de la manzana hacia el río―. Estaba interesado por si alguien de mi tierra aparecía por la capital real. Pero me temo que no ha sido así.

No había añoranza en aquellas palabras. Oberyn no sintió la tristeza que debería haber acompañado al tono de voz. Fue como si aquellas palabras salieran sin vida, sin energía y fueran dichas sobre algo de lo que carecía realmente de interés para el chico, como si estuviera comentando sobre cualquier tema trivial que pudiera estar entre sus manos.

―Lord Tywin y el trono no me han dado lo que pedí y estoy mostrándome un poco nervioso últimamente. Los hombres del dominio no ayudan a que mi comitiva y yo mismo nos mostremos amables. Por supuesto, esto es cosa de los padres y la abuela de la próxima reina. El futuro señor de Altojardin, Willas, es muy distinto a su padre. Podría decir que lamento haberlo dejado tullido.

El príncipe de Lanza del Sol decidió cambiar de tema. La justicia que se le había prometido cuando Tyrion fue la Mano del Rey en ausencia de lord Tywin. Por supuesto, Oberyn sentía la ofensa lanzada por la cabeza de los Lannister, una ofensa que fue directamente dirigida hacia los Martell, quienes no eran del agrado de los leones ni de las rosas. Aunque no era algo que le preocupara demasiado. Si no obtenía la justicia prometida, él solamente la tomaría con cualquier oportunidad que se le presentara.

―No debes temer por ello, príncipe. Tywin Lannister es un león demasiado viejo y astuto como ara desperdiciar los servicios de la "Montaña", quien ahora está en Harrenhal, asegurando la fortaleza para su nuevo señor. Incluso yo veo la inutilidad de desperdiciar a un hombre como Clegane―el brillo se intensificó en los orbes azules. Haber visto en acción a la "Montaña" le traía recuerdos de su tiempo en su hogar, cuando aún servía al culto de los "Nueve"―. Pero todo cae por su propio peso, incluso los hombres inamovibles como Clegane o los taimados como Lannister. "Un Lannister siempre paga sus deudas". Menuda paparruchada, ¿no crees, Oberyn Martell? Si ellos realmente pagaran sus deudas, tendrían que hacerlo con su propia sangre.

La Gran Casa de los Lannister había creado un legado construido sobre la sangre de sus enemigos, sobre el sacrificio de sus miembros y la muerte de sus aliados. Cersei Lannister había movido los hilos para colocar a su progenie sobre el Trono de Hierro, algo que Naruto comprendió cuando conoció a Joffrey y a su madre: ojos verdes, pelo rubio y un orgullo demasiado elevado, un ego que hinchaba sus almas. ¿Dónde estaban los ojos azules y el cabello negro? Naruto dudaba que los hijos de Cersei fueran del anterior rey y eso que no lo había conocido. Pero los Baratheon tenían el cabello negro y los ojos azules como los de una tormenta. Eso era algo que estaba impreso en los libros.

―Servís a un Lannister.

―Sirvo a muchos hombres y mujeres a lo largo de un año. Mi espada está hecha para servir, para ser usada por una causa y un motivo legítimo. Sirvo a lord Tywin porque es el caballo que ganará esta guerra. Solo debes ver el tablero.

Ojos azules miraron los oscuros del príncipe. Oberyn juró ver el fuego de un dragón brillando detrás de una tormenta, detrás de un mar embravecido por la ira. ¿A caso estaba conteniendo su ira al estar en la capital real? Sin la confirmación del muchacho, Oberyn no podría lanzar sospechas sin fundamentos. Pero lo que si diría el príncipe de Lanza del Sol, era que le gustó aquella mirada: intensa, ardiente y llena de poder. Le recordó a los ojos del marido de su hermana, del desdichado Rhaegar. ¿Podría ser un bastardo de Targaryen el muchacho que estaba frente a él?

"Incluso Rhaegar era un demente empujado por las profecías. Eso era lo que se decía cuando empuñó por primera vez una espada, siendo observado por guardias y sirvientes. Este chico no tiene demencia en su mirada, no tiene la negrura del dragón revoloteando detrás de su mirada"

Oberyn pensó en algunos hombres que había conocido, buscando aquella mirada que el chico extranjero le estaba dando. De entre los cientos de hombres y mujeres que había conocido, ninguno estaba a la par con aquellos ojos tormentosos envueltos en las llamas de un dragón Targaryen, de un verdadero dragón.

―La "Guerra de los Cinco Reyes". Robb Stark ha sido asesinado en la boda de su tío y los señores del norte cayeron prisioneros, muertos o desaparecidos. Lord Stannis Baratheon está escondido en Rocadragón con el rabo entre las piernas tras su derrota. Balón Greyjoy está demasiado centrado en su guerra con los norteños. Y, por supuesto, Joffrey es el ganador indiscutible, contando con el sur, el este y el oeste y, recientemente, las tierras de los ríos gracias a los Frey y los Bolton―el viento agitó la cabellera del príncipe meciendo los mechones de una forma que dieron cierto tono salvaje al hombre―. Supongo que tus elecciones han sido las más acertadas, incluso cuando no has conocido los resultados de antemano. Has hecho los mejores movimientos a tu favor. ¿Riqueza? ¿Fama? ¿Terrenos? Supongo que Tywin te dará algo por sus esfuerzos reconocidos. La derrota de Glover y Tallhart y la toma de Harrenhal. También hay que añadir el rescate de Ser Jaime Lannister de la Guardia Real, el heredero del "Viejo León". No has hecho algo realmente relevante para que el león te deba algo.

―No ha casado a lady Stark con su hijo de mediana estatura.

El Norte era lo que había pedido por el rescate de Ser Jaime. Había pedido a Sansa Stark en matrimonio por mero capricho, interpretando las palabras de lady Catelyn de una forma completamente distintas. Por supuesto, el único modo de sacar a Sansa de Desembarco era muerta o con un casamiento. Y él era el mejor partido en todo aquel nido de víboras. O al menos era mejor que un Lannister.

"Se acerca el invierno"

"El norte recuerda"

Meneó la cabeza y miró nuevamente hacia el puerto.

Un millón de personas vivían afinadas en Desembarco del Rey, entre nobles, septones, soldados y plebeyos, todos compartiendo el espacio al mismo tiempo que creaban una convivencia entre ellos. Dicho número de personas, solo aumentó con la boda del nuevo rey y el olor a mierda había aumentado considerablemente.

―¿Tu interés es el norte, el hogar de los Stark? La joven muchacha se ve demasiado buena para un lugar como Desembarco del Rey. Si las historias son ciertas...

―Lo son, príncipe Oberyn. He constatado las palabras referentes a los hechos con sirvientas, nobles y caballeros. Pero quienes me dieron la información final...fueron unos pajaritos.

―¿Pajaritos? ¿Unos pájaros? ¿Tal vez la información por parte de unos cuervos, buen amigo?

―Tal vez―suspiró, poniéndose de pie. La armadura había empezado a pesar, a ser molesta―. No importa. Tengo una cena con lady Sansa. Si gustan unirse...

―No, no. Si bien no nos importaría, el primer movimiento debe ser tuyo―el brazo de Oberyn golpeó la espalda del rubio, haciendo que este alzara una ceja―. Ellaria y yo buscaremos otra compañía eta noche. No es necesario que frentes tus...planes. Solo espero que mañana estes listo. El torneo por la boda del rey va a dar inicio.

―Ja. No me lo perdería, príncipe. Quiero ver de lo que es capaz la Víbora Roja de Dorne.

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