5. Evelyn
Han pasado tres semanas desde que entré a mi nueva escuela y que hice tres amigos (sí, Alicia, Ezequiel y Omar). Al terminar las clases, me dirijo a la salida y me subo en el taxi que pedí hace diez minutos. Marcos ha estado un poco enfermo y Vanesa fue a casa de unos gemelos que son sus compañeros de clase para elaborar un trabajo, les encargan muchos y siempre se reúnen en casa de ellos para hacerlos... a mí también me dan mucha tarea pero me vale madres. Al bajar del taxi, veo a lo lejos a un chico que me mira con seriedad. Al principio lo ignoro, hago como que no lo veo y me dirijo al portón de mi casa, pero su voz me detiene.
—Evelyn —oigo que me llama.
Me doy la media vuelta con extrañeza y casi me caigo del susto al ver que se encuentra a unos cuantos pasos de mí.
—¿Quién eres? —Alcanzo a preguntar.
—¿No me recuerdas? —Me mira fijamente y yo siento vergüenza porque no tengo idea de quién rayos es.
—Oh, sí, eres... Un amigo de la infancia —digo lo primero que se me ocurre y él empieza a reír.
—No.
—No tengo idea de quién eres —acepto.
—Soy el chico que ayudaste hace tres semanas —sonríe.
De pronto lo recuerdo, oh, sí, el extraño chico bajo el árbol que estaba herido. Parece mucho mejor.
—Oh, ya te recuerdo... —Hay un incómodo momento de silencio—. ¡Qué raro que te hayas acordado de mí!
—Yo siempre recuerdo a las personas que me ayudan... siempre —recalca esa palabra.
—Ah, okeeey —digo riendo nerviosamente.
Lo veo detenidamente. Si hay que describirlo físicamente no se puede referirse a él como a los demás chicos, con los términos guapo o feo, sino él más bien luce... extraño. ¿Era tan guapo que lucía desagradable, o era tan feo que resultaba atractivo? No estoy segura. Además de extraño, se ve que en su forma de ser lo es aún más. Parece que es de esa gente con gustos excéntricos.
—¿Qué andabas haciendo ahí? —Le pregunto.
—Andaba metido en problemas menores, pero no te preocupes —me responde—. Ya todo está solucionado. Por cierto, ¿qué andabas haciendo tú ahí?
Creo que pongo cara de espanto porque empieza a reír mientras titubeo palabras tontas.
—Emm... es que... yo... sólo iba pasando.
—Está bien, está bien —me dice—. Soy Esteban. — Me extiende la mano.
—Mucho gusto —le digo mientras correspondo su gesto—. Yo soy Evelyn.
—Ya sé... Me gusta tu nombre, es inusual y único.
—Gra... cias —me limito a responderle.
Nos ponemos a platicar de otras cosas y conforme pasa el tema de conversación me entero que tiene mi misma edad, aunque parece que es un poquitín más grande (aunque de hecho, la mayoría de mis compañeros parece de más edad que yo, ya que, por mi estatura y que estoy poco desarrollada, me suelen confundir con una niña), y que va a empezar a asistir a clases en el Instituto Águilas Doradas en el salón de cuarto semestre grupo "B". Justo en el que estoy yo.
—Es genial —le digo—, yo voy a esa escuela y en ese mismo salón
—Genial —me responde—, sí que es genial, nos estaremos viendo en la escuela... ¿Esta es tu casa? —De repente me cambia el tema de conversación—. Yo vivo en la residencia de allá —dice mientras señalaba una enorme mansión, a la cual no había prestado mucha atención con anterioridad... De veras que soy despistada—. Supongo que aquí vives tú.
—Sí —le contesto—, ¿quieres pasar? —Lo invito.
Entrando a casa, llamo a mamá. Esteban se presenta muy amable, al parecer a mi mamá también le cae bien porque le invita un vaso de limonada. Vamos a la cocina a servirnos la bebida y seguimos platicando cosas sin sentido mientras hago unos sándwiches, pues después de clases llego con mucha hambre. Hoy papá no llegará a comer por el trabajo, así que cenaremos más temprano de lo normal, por eso preparo esos aperitivos, para no quedarme con hambre en lo que llega esa hora. No tengo idea si Esteban ya comió o no, pero acepta gustoso el bocadillo que le ofrezco.
Después de comer, volvemos a la sala de estar. No aguanto mi curiosidad, así que le vuelvo a preguntar:
—Por fin, ¿me vas a decir qué andabas haciendo ahí, todo golpeado y ensangrentado?
—Está bien, te diré la verdad —me dice. Yo sinceramente espero una respuesta más coherente de la que me da.
—Soy un vampiro que anda huyendo del clan de los "Vandijuelas", ellos me quieren asesinar ya que poseo el diamante de ajo al que soy inmune por mi tipo de sangre y creen que los quiero exterminar...
—Para... —Le digo bruscamente, recargando mi mano izquierda en mi barbilla mientras que con la derecha me hago el cabello hacia atrás. No puedo seguir oyendo tanta pendejada—. Seguramente estabas todo drogado porque tenías los ojos más rojos que mi cojín de corazón, sí, ese que ves ahí —digo señalando el almohadón que me dio mi hermana en mi cumpleaños número catorce; él voltea a verlo con curiosidad—, y saliste corriendo tan rápido porque todavía tenías droga en tu cuerpo y no querías que te llevara al hospital, pues tus padres se iban a dar cuenta de tu estado.
Él se queda serio y luego sonríe lentamente... Hay un incómodo silencio de aproximadamente cinco segundos, hasta que se pone la mano en la nuca y exclama:
—Vaya, sí que eres adivina. Y yo que quería que no te dieras cuenta, por eso me inventé lo de los vampiros.
—¡¿Qué?! —Le grito enojada, mientras él sonríe con nerviosismo—. ¡Yo sólo lo dije de juego!
—¿Evelyn? —Escucho la voz de mi madre—. ¿Qué ocurre?
—Nada, mamá —le digo—. Estamos inventando historias tontas de vampiros para la clase de literatura que vamos a tomar juntos, pero mis ideas no son tan buenas y Esteban ya las quiere tomar para el proyecto.
—Ok, bebita...
Ni siquiera escucho lo que dice después de llamarme "bebita", de verdad odio ese apodo, pero en este momento no tiene importancia. Esteban se me queda viendo con una mezcla de diversión y sorpresa.
—¡¿Qué?! —Le digo en tono hostil.
—Tu vida debe ser muy emocionante —me responde riendo.
—Oh, cierra la boca, drogadicto —le reclamo.
—¿En serio crees que estaba drogado?
—Pues tú que no me quieres decir la verdad —le respondo hostilmente.
—Es que me da vergüenza. —Se pone rojo nuevamente.
—¿Tan malo era lo que estabas haciendo?
—No —se pone las manos atrás de la cabeza—, te voy a decir la verdad. Pero no te rías.
—No puedo prometer nada —le digo.
—Está bien, lo que pasa es que encontré un pajarito en el suelo, y lo subí a su nido, pero me caí cuando intenté bajarme del árbol —dice con sinceridad y yo me empiezo a reír como hiena con gripe—. ¿Ves? —Me reclama—. Por eso no te quería decir.
—¡Oh, qué divertido!
—¿Reírte de mí?
—Pues sí.
Al parecer no se molesta, pues empieza a reír conmigo. En ese momento llega mi hermana a la casa, ha regresado de la casa de los gemelos. De seguro la invitaron a comer, siempre que se queda en su casa lo hacen, por eso no me preocupa que no vaya directo a la cocina.
—Hermana, mami, ya estoy en casa. —En seguida posa su mirada en nosotros. —Hola, mucho gusto —se dirige a Esteban.
—Es mi hermana menor —le digo.
Él, muy cordial, se levanta y la saluda.
—Hola, me llamo Esteban —le dice, mientras le extiende la mano.
—Ay, hola —responde mi hermana con una sonrisa y el mismo tono de voz que siempre usa cuando conoce a alguien—. Me alegra que Evelyn traiga amigos a la casa...
—¿Cómo te fue? —La interrumpo.
—Excelente —sonríe—. Bueno, debo hacer más tarea, luego los veo —se despide y sube las escaleras para ir a su habitación.
En el momento en que nos quedamos solos, Esteban voltea a verme con una mirada que no entiendo.
—¿Qué? —Pregunto extrañada.
—Tu hermana —sonríe con lentitud.
Ruedo los ojos al escuchar eso, es típico, la mayoría de los chicos se sienten atraídos hacia ella.
—Sí, es muy guapa —comento con un tono con el que le resto importancia. La verdad no me hace gracia que los chicos la vean sólo como una niña bonita, ella tiene mucho más que ofrecer... Además Vanesa no necesita novio en este momento, y no, no estoy en modo de "hermana celosa posesiva".
—No solamente es guapa —pausa un momento—. También es una María Susana.
—¿Una qué? —Creo que hago una cara de sorpresa graciosa, porque él comienza a reír con fuerza.
—Una María Susana —repite sin parar de reír. Posteriormente se calma y como nota que yo sigo sin tener idea de lo que dice, continúa hablando—. Una Mary Sue... ¿No?, ¿ni idea de qué es eso?
—No tengo idea de lo que me hablas —respondo mientras frunzo el ceño.
—Una Mary Sue es un personaje que es perfecto en todos los sentidos.
Oírle decir eso me molesta.
—Mi hermana no es un personaje de nada.
—Eso es lo que crees —levanta una ceja divertido.
—Ok, creo que eres más raro de lo que pensé en un principio... y más tarado —agrego. Él sólo ríe por mi comentario—. Será mejor que te vayas —le digo, siento que quiere ofender a mi Vanesa.
—No intentaba insultar a tu hermana, quiero decir que ser una Mary Sue es algo muy bueno. Todo el mundo ama a las Maries Sues, son bonitas, inteligentes, populares y no tienen enemigos, además de que nunca sufren en la vida.
Levanto una ceja y mi actitud cambia. La verdad me alegra escuchar eso, quiero mucho a mi hermana y tal vez sí tiene razón; perfecta, inteligente, popular y querida por todos.
—Oh, bueno. En ese caso te puedes quedar otro rato —le comento en un tono más relajado.
Él sonríe y seguimos charlando, pero cada vez hace comentarios más raros y fuera de lugar; me doy cuenta de que ya es tarde y que mi madre puede salir en cualquier momento e invitarlo a cenar.
—Ya es un poco tarde —digo para que entienda la indirecta de que debe irse.
Él mira su reloj.
—No es tan tarde.
Al parecer no toda la gente entiende las indirectas.
—Sí es tarde, casi es hora de cenar...
—¿Apoco cenas tan temprano?
—Sí... Amm... Tal vez, no sé... deberías ir a tu casa... para que no se te haga más oscuro —agrego para no sonar grosera.
—Nah, vivo a unas casas, no creo que me pase nada.
Y antes de que diga algo más, el momento que más temía ha llegado: mi madre aparece y lo invita a cenar. Papá llega unos minutos después y nos saluda a todos, aunque se le queda viendo con extrañeza a Esteban, pues nosotras no acostumbramos a invitar amigos a la casa.
El resto de la noche estuvo súper extraña. Se nota a simple vista que a mi padre no le agrada Esteban, pero a mamá y a Vanesa les cae muy bien. Lo bueno es que él no hace ningún comentario estrafalario, se porta muy normal y decente.
—¿Y cómo conoces a mi hija, Esteban? —Pregunta mi padre de repente.
—Soy vecino de ustedes, esta misma tarde me presenté porque vi que acaban de mudarse... Además, mañana mismo ingresaré a la escuela de Evelyn.
—¡Oh! —Exclama sorprendido.
—Sí —sonrío con gesto exagerado.
—¡Qué bien! —Dice Vanesa—. Igual yo voy en esa escuela, y sé que va a encantarte, los profesores son muy responsables y enseñan muy bien.
—Me imagino. —Él sigue con su gesto encantador.
—¿Y por qué entrarás hasta ahorita? —Pregunta papá justo cuando creí que ya no iban a seguir hablando de eso.
—Porque mi anterior escuela no valoraba mi talento —responde con naturalidad, pero como ya he platicado antes con él y sé la clase de persona que es (o sea, súper raro), me imagino que tal vez, sólo tal vez, lo expulsaron de su anterior colegio. Papá se limita a asentir, pero estoy muy segura de que se imagina lo mismo que yo.
Como a las nueve con diez minutos, Esteban se va y yo subo a mi habitación rápidamente para evitar escuchar la opinión que mis padres tienen de él a pesar de que ya sé cuál es.
***
Al siguiente día, al llegar al salón de clases, encuentro a Alicia con los ojos rojos, parece que ha estado llorando.
—¿Qué te paso? —Me acerco a ella con preocupación—. ¿Qué te hicieron las desgraciadas? —Digo mientras intento consolarla.
—No es nada —trata de sonreír—, yo de por sí soy muy chillona —quiere excusarlas.
—¿Qué te hicieron? —Repito.
—Bueno, es que...
—¡Dime!
—Tania se robó mi tarea de matemáticas... —acepta finalmente—. Quitó la hoja de presentación que yo le había puesto y puso otra hoja con su nombre... Sabes que estuve batallando mucho en hacer esa tarea, ¡no se vale!
Parece a punto de llorar nuevamente, así que no me aguanto. Me dirijo rápidamente a Tania y le arrebato el trabajo que mueve de un lado a otro mientras imita el llanto de mi amiga con su típica voz chillona y burlona.
—¡Hey! ¿Qué te pasa?
—¡¿Qué te pasa a ti?! ¡Este trabajo es de Alicia, no tuyo! —Reclamo.
—¿Y tú qué te metes?
—Me meto porque es mi amiga —resoplo. Tal vez no conozco lo suficiente a Alicia, pero me basta haberla tratado este poco tiempo para descubrir que es una excelente persona y que, sin duda, está en mi lista de amigos. Volteo a ver de reojo a Alicia y puedo ver que sonríe levemente. Con esa acción de seguro me voy a ganar el cielo.
—¡Aishh, está bien! —Mueve su cabello de un lado a otro como si con esas greñas teñidas pueda hacerme algún daño—. ¡Ni quien quisiera ese horrible trabajo! De seguro va a sacar como un seis.
En ese momento me acerco a Alicia y ella me abraza.
—Evelyn, ¡eres genial...! Tania te tiene miedo —agrega en un susurro.
—¿A mí? ¿Cómo sabes? —Contesto en un tono más natural.
—Porque si hubieras sido otra persona, te hubiera vuelto a arrebatar el trabajo, pero a ti no te hizo nada —sonríe ampliamente—. ¡Eres mi heroína!
Cuando creo que ese día va a ser completamente genial, sucede la parte que no recordaba hasta ahorita: llega Esteban y, el muy inútil, se tropieza con el bote de basura. Todos lo volteamos a ver y algunos sueltan unas risitas. Escucho a Tania hablar mal de él con sus amigas, y lo peor es cuando el muy tonto levanta su mano y empieza a gritar:
—Evelyn, Evelyn, ¡hola, amiga! —Se acerca a Alicia y a mí—. ¿Qué tal?, ¿cómo andas?, ¿algún bicho nuevo te picó?
En ese momento todos me miran fijamente. Es terrible. Me muero de vergüenza.
—Esteban... Deja de decir estupideces —suplico—, o mínimo baja la voz.
—¡Ay, amiguísima, es más, amiguisisisisima, siempre siendo tan directa! Por eso me agradas.
Los demás compañeros no han dejado de verme y seguirían con cara de sorprendidos, de no ser por la risotada que suelta Tania.
—Tenía que ser —se burla—, los nuevos son mega raros y aparte amigos. —Sus amigas robots sueltan un coro de risas.
Estoy a punto de enseñarle el dedo medio pero me detengo al notar que Esteban se acerca a ella, para asombro (aún más) de todos los presentes, incluyéndome.
—Ay, pues ya ves, manita, Evelyn y yo somos súper amigos.
Alicia me voltea a ver en ese momento con expresión anonadada.
—Apenas lo conocí ayer —mascullo.
—¿Es neta?
—Sí, es mi vecino y... pues está todo imbécil, creo que ya lo notaste. Además, sólo es un conocido. Ni somos tan amigos...
—¿Entonces no me vas a mandar a la friendzone, muñeca? —Vaya, yo creí que no me había escuchado.
—No somos amigos —repito.
—Pero si siempre me invitas a tu casa. —"Trágame tierra" pienso. Todos los inútiles voltean a verme. —Además si no estoy en la friendzone...
—Está bien, sí somos amigos —digo apresuradamente antes de que diga otra idiotez.
—¡Dijo que sí somos amigos! —Exclama alzando los brazos con aire de triunfador, acercándose a Tania—. ¿Escuchaste? No mentí.
—Oye, oye, no te me acerques...
—¿Por qué no? —Pregunta Esteban con inocencia fingida.
—Pues porque no, invades mi espacio vital —chilla.
—Ay, amigui, no seas fresa. —Esteban pone su brazo alrededor de Tania.
— Hey, te he dicho que no me toques, bicho raro.
Él quita su brazo de la pelirroja y la mira fijamente con una sonrisa. Tania se pone súper incómoda, así que se limita a bufar y alejarse de él con rapidez, acción que sus amigas imitan. Esteban se acerca a Alicia y a mí rápidamente.
—¡Es tan simpática! —Señala a Tania y no sé si es sarcasmo o no.
—Ammm... Lo que digas...
—¿Quién es tu amiga? —Me pregunta de repente.
—Ella es Alicia.
—Mucho gusto. —Mi amiga rápidamente le tiende la mano y él la acepta gustosamente.
—El gusto es mío, señorita del país de las maravillas.
Alicia vuelve a mirarme con cara de no entender nada y le respondo con la misma expresión de niña idiota. Ese día, al parecer, va a ser muy interesante. Y con interesante quiero decir súper inaudito y un tanto incómodo.
***
En las clases Esteban se presenta con los profesores. Por un momento creo que va a actuar de manera normal, como se portó con mis padres, pero no, al parecer no es así con todos los adultos. Incluso un profesor está a punto de sacarlo del salón porque interrumpe su clase sólo para decir una estupidez. Esteban reclama alegando que su comentario tiene que ver con la clase aunque obviamente está fuera de lugar. Lo curioso es que cuando él les recuerda su apellido, Lortia, los maestros se limitan a fruncir el entrecejo y seguir con la clase.
Me percato de que mis compañeros también muestran su sorpresa al saber quién es y trato de escuchar los cuchicheos de dos compañeras que se sientan cerca de mí.
—Él es el hijo del empresario Lortia...
—Sí, es dueño de la empresa papelera "Lorpaper"...
—¡Es igual de estrafalario que su padre!
—¡Y es multimillonario!
—Ya sé... Además de que... —trato de escucharlas pero empiezan a murmurar más bajo, así que dejo de intentarlo.
¡Pero ahora entiendo toda la situación! De seguro Esteban había sido expulsado de su anterior escuela por sus tonterías y aquí su padre pagó una gran cantidad de dinero para que lo aceptaran... Pero eso no tiene sentido, si su padre es multimillonario, entonces bien pudo pagar dinero a su anterior escuela para que no lo echaran. Una nueva idea surge en mi mente: de seguro Esteban se aburrió de su anterior escuela y quiso pasarse a la nuestra, parece de esas personas que cambian constantemente de gustos.
Ezequiel y Omar, como el resto de la clase, lucen interesados en el chico nuevo, incluso llego a escuchar que dicen: "Este año nos la hemos rifado con los compañeros más extravagantes". Son unos tontos, aunque igual me caen súper. En el receso les presento a mi "amiguísimo de tiempo". Ellos creen que somos amigos de la infancia porque preguntan cuánto tiempo llevamos conociéndonos.
—Apenas ayer —acepto y hago que una sonrisa floja se coloque en mi cara.
—¡¿En serio?! —Ambos exclaman al mismo tiempo.
—No es cierto —se entromete Esteban—, nos conocemos desde hace un mes. Evelyn me ayudó en una ocasión pero apenas ayer pude presentarme formalmente.
—Bueno, sí, en teoría nos conocemos desde hace un mes... En la práctica, apenas ayer. Y no fue hace un mes, fueron tres semanas.
—No valoras nuestra amistad... —En ese momento se queda callado, viendo fijamente hacia otro punto.
Mi curiosidad me gana y volteo hacia donde su mirada está clavada. Veo a mi hermana, de seguro le parece más bonita que cuando la conoció la primera vez. Al notar que no deja de ver hacia allí, volteo nuevamente y noto que su vista no está en Vanesa, sino en los chicos que la acompañan. Son los gemelos que siempre hacen equipo con ella, unos jóvenes callados, atractivos y de mirada fría, delgados, de nariz recta, pómulos sobresalientes y cabello castaño; el de la chica es largo y se ve suave.
—¿Los conoces? —Pregunto curiosa. Mis tres amigos, instintivamente, voltean hacia donde están ellos sin discreción.
—Vaya que los conozco... Iban en mi anterior escuela.
—Ah, ¿y son tus amigos?
—Algo así —sonríe. Por ese gesto sé que no es cierto.
—Claro que no, de seguro les caes mal —lo contradigo.
—Tal vez —Se encoge de hombros al decir eso.
Mis amigos lo miran con extrañeza, pero en el fondo sé que en serio les agradada ese loco excéntrico.
¡Este es de mis capítulos favoritos! ¡Esteban oficialmente se ha presentado! Ya quiero que vean más cosas de él.
Ya saben que si les gustó el capítulo, sus comentarios me ayudan muchísimo.
Y quiero saber: ¿Qué impresión les ha dado mi querido Esteban?
¡Nos vemos muy pronto!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top