18. Helena


Después de que Esteban se va del salón y pasa la primera clase, las cosas se vuelven más insoportables. Trato de concentrarme en las materias pero me es casi imposible, siento que mis compañeros me juzgan sin saber bien la historia, sin conocer mi punto de vista.

Y para colmo, la molestia llega a mí cuando en el receso noto que Pamela va directo hacia la mesa donde está sentado Esteban junto con sus amigos. Lo peor es que se sienta junto a él y empieza a hacerle plática. Me enoja la situación por el simple hecho de saber que lo hace para fastidiarme. No soy celosa, en realidad Esteban puede hablar con quien desee, pero las intenciones de Pamela no son lo más noble que digamos.

En un momento mi mirada se cruza con la de Evelyn; se da cuenta de mi molestia pero termina ignorándome y regresa a la conversación con sus amigos. Es obvio que no le agrado pero si supiera los designios de la rubia, tampoco la querría cerca de su amigo. Suspiro y trato de no darle importancia.

El fin de semana tomo la decisión de hablar bien con Esteban. Tengo que ver si, después de que le grité imbécil enfrente de mis compañeros, tiene ganas de estar conmigo. Existe la posibilidad de que ya no quiera nada, para ser sinceros esa decisión me dolería, pero pienso que sería lo mejor para ambos. De cualquier forma, si todavía quiere seguir con nuestra relación, esta vez no la ocultaré. Por una vez dejaré mi orgullo de lado.

El día martes, a pesar de regañarme interiormente por esto, estoy muy nerviosa. Después de clases voy a hablar con Esteban para aclarar todo. Las manos me sudan ligeramente y no me concentro en las clases. Estoy ansiosa porque llegue la hora del receso y me permita relajarme un poco.

En el almuerzo, me siento en la banca de siempre junto con Vane y mi hermano. Estamos conversando de un tema trivial, cuando noto, con enojo, que Pamela vuelve a acercarse al grupo de Esteban y se sienta junto a ellos. Respiro profundamente para que mi molestia se baje, pero en un momento él dice algo y mi odiosa compañera suelta una risotada indecente. Aprieto los puños cuando noto que se centra en la rubia. Conversan, ríen y, hasta cierto punto, coquetean. Pamela juega con su cabello mientras hablan y Esteban se inclina hacia ella, poniendo su atención en lo que le dice. Siento una opresión en el pecho.

—Helena... Helena... —dice Antonio—. ¿Qué pasa?

—¿Estás bien? —Me pregunta Vanesa.

Despego mi vista de la escena que tengo frente a mí y me concentro en ellos.

—Sí —sonrío forzadamente.

Tanto Antonio como Vanesa voltean, sin discreción, hacia donde estaba dirigida mi mirada. Mi hermano alza una ceja con confusión y Vanesa me ve con lástima; es lo que menos necesito. Me levanto de la banca con rapidez.

—Ahora vuelvo.

Sin esperar a que contesten, me dirijo hacia el baño para echarme agua en la cara. Necesito despejarme. Pensaba ver a Esteban después de clases pero ya no iré. La está pasando muy bien sin mí, ya me quedó claro. No regreso al comedor, espero a que suene el timbre indicando que las clases comienzan otra vez. Asimismo, trato de evitar tener contacto visual con Vanesa y con Antonio. Con mi amiga hablaré cuando esté lista, a mi hermano no le incumbe.

Al finalizar la escuela, salgo junto con mi mellizo.

—¿No te quedas al curso de francés? —Pregunta con indiferencia.

—No, ya no me quedaré —respondo.

Él bufa y no dice nada. Vanesa, que camina a nuestro lado, está callada. Se despide de mi hermano y luego de mí.

—¿Segura que estás bien? —Me susurra.

—Sí, Vane —le sonrío—. Lamento lo de hace rato pero no quería hablar de ello —digo en voz baja.

—No te preocupes, estoy para ti. —Hace un corazoncito con las manos. Es tan tierna.

—Gracias. —Le doy un abrazo.

Me dirijo con mi hermano hacia el auto para ir a casa. El camino es silencioso y el ambiente se siente pesado. En un momento en que está un alto, voltea a verme de reojo.

—¿Todo bien?

—Sí.

—Mmm...

Al llegar a casa, pienso en acostarme y dormir. No quiero hacer nada. Pero para mi mala suerte, al dirigirme a mi habitación, noto que Antonio me sigue. Entro y volteo hacia él.

—¿Qué quieres?

—¿"Que enfrente de todos no, imbécil"? Había escuchado la frase en boca de nuestros compañeros, pero no creí que viniera de ti. —Me ve con frialdad—. Apenas hoy me enteré que tú eras la autora de esa gran frase —dice con ironía.

—¿Y a ti qué?

Se queda callado unos segundos mientras entrecierra sus ojos.

—Eres una estúpida. —Se limita a decir. Genial, me está describiendo justo como me siento.

Le enseño el dedo medio, así que se da la media vuelta, pero antes de salir por completo vuelve a mirarme.

—Y además una mentirosa...

Estupendo, ahora sí me siento fatal.


***


Al día siguiente, al levantarme para desayunar, me encuentro a mi hermano en el comedor. Está callado y serio. Yo me comporto de la misma manera, ni siquiera le doy los buenos días. Con Juanita me muestro cortés, pues la última vez que no lo fui me gané otra regañiza, para no variar.

Para ir al instituto tengo que ir con Antonio. Cuando cumplimos quince nuestros padres le regalaron un auto a mi hermano y a mí un viaje a Europa. Ahora me arrepiento de no haber pedido un vehículo, supongo que lo solicitaré para mis dieciséis. En el transcurso del camino se siente un ambiente tenso, ninguno de los dos dice nada.

Al llegar a la escuela, me bajo con rapidez del auto. Espero que Vanesa ya se encuentre dentro, pues quiero comentarle la decisión que tomé.

Antes de ir al salón, paso por un libro a mi casillero. Estoy a punto de dirigirme a mi destino cuando siento que alguien me toma por la muñeca. Volteo a la defensiva y no me sorprendo de ver a Esteban a mi lado.

—¿Qué quieres? —Le arrebato mi mano.

—¿Podemos hablar?

—No. —Me cruzo de brazos.

En el pasillo se encuentran algunos compañeros que voltean a vernos con discreción. Al menos son pocos.

—Helena...

—No tengo nada que hablar contigo.

—Pero...

—No quiero verte más. Vete.

Noto su mirada afligida. Me duele pero es la decisión que tomé y no voy a cambiarla.

—Helena, ¿en serio te vas a poner así?

—No tengo nada que hablar contigo —repito.

Antes de que le diga algo, alguien responde por mí.

—Ya la oíste, Lortia, no tiene nada que hablar contigo.

Ambos volteamos hacia Antonio. Viene acompañado de Vanesa, que luce muy incómoda.

—No estoy hablando contigo —le dice Esteban con tono duro.

—Tampoco con ella. —Se acerca y pone su mano en mi hombro.

Esteban rueda los ojos y suspira. Al final decide irse. Volteo hacia Antonio y le agradezco con la mirada que esta vez sí se haya entrometido, después de todo es mi hermano.

—Vamos —me dice—. Se hace tarde para ir a clases.

—Está bien, pero antes voy por mi libro.

Vanesa se coloca a un lado de mí.

—¿Todo bien?

—Sí —le sonrío—. Ya tomé una decisión y creo que es la mejor.

—¿Segura? —Me ve con duda.

—Sí —respondo. Ya no seguimos hablando más, pues Antonio está a no más de un metro y escucha todo. Pienso en contarle el motivo más adelante, cuando nos encontremos las dos solas.



Aww, qué tierna la relación de hermanitos que tienen Helena y Antonio xD

Y bueno, siempre he repetido que Helena es muy duda y la mayoría de las veces no tiene tacto pero al menos sí tiene dignidad, creo jaja 

Espero que les haya gustado el capítulo, ya saben que sus comentarios me animan mucho, me gustaría saber qué piensan, si les está gustando, lo que gusten.

¡Nos vemos pronto!




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