12. Helena


Después de la pequeña conversación que tuve con Esteban, él no ha vuelto a buscarme. A veces cruzamos miradas en la cafetería, pero en seguida volteo hacia otro lado y no hace el intento de buscarme con la vista. Queda claro que entre nosotros no puede haber nada después de lo que sucedió en nuestra antigua escuela.

Para distraerme y pensar en otras cosas, además de concentrarme aún más en mis estudios y en consentir a mi preciado Rey, retomo las clases de danza contemporánea, pues no sólo me relajan sino que también me ayudan a hacer ejercicio y no pasar todo el tiempo sentada. Trato de convencer a Vanesa para que ingrese a las clases conmigo, pero ella se niega cortésmente, pues ya se ejercita mucho en el gimnasio de su madre durante las noches.

En las clases también pongo mi empeño para ser una de las mejores. Antonio, Vanesa y yo llevamos las mejores notas. Con mis demás compañeros llevo una relación cordial, pero hasta ahí. No he hecho ninguna amistad más que con Vanesa, y es obvio, después de mi enfrentamiento con Pamela, ella se ha encargado de decirles a todos que soy una mala persona, y como es amiga de todos por su personalidad despreocupada y "divertida", le creen. Gracias a eso Vanesa tampoco ha hecho mucho amigos, la admiran y son amables y aduladores con ella, pero no tiene una amistad real con nuestros compañeros porque prefiere juntarse conmigo, algo que le agradezco de corazón, pues nunca había tenido una amiga tan sincera como ella.

En cuanto a este último hecho, a veces Antonio quiere acaparar toda la atención de Vanesa. Entiendo que le guste, pero es mi mejor amiga, aunque alega diciendo que también es la suya. Mi hermano y yo, a pesar de estar siempre juntos y compartir todo, no somos muy unidos, en los recesos estamos juntos sólo porque Vanesa convive con ambos. Últimamente siento que somos dos desconocidos viviendo en la misma casa, sin embargo no me molesta. Él tampoco tiene muchos amigos, no obstante sí se lleva bien con algunos chicos del salón y charla con ellos.

En la clase de educación física que toca los jueves, antes del receso, la profesora nos pone a jugar volibol. Vamos a los vestidores para ponerlos el uniforme deportivo y posteriormente nos dirigimos a la cancha, donde nos indican la actividad que toca. Los deportes con balones no son mi fuerte pero tampoco soy tan mala como otros compañeros, lo malo es que en mi equipo tocan todos los que son pésimos en ese juego, y para rematar mi mala suerte, me toca contra el de Pamela. La he visto jugar, es muy buena, demasiado diría yo... sólo espero que no me dé un pelotazo.

La rubia me ve de mala manera mientras acomoda sus lentes y luego dirige la mirada al resto de mis compañeros; suspira e inicia el juego. Sabe que no somos buenos, así que ella y su equipo se controlan y no son bruscos a la hora de lanzar la pelota.

Unos minutos antes de que termine la clase, la profesora Marina me pide ayuda para guardar los balones en lo que ella revisa la lista. No son muchos y tampoco están tan pesados, así que no tengo ningún problema.

Una vez que dejo los balones en la bodega, cierro la puerta con seguro y me dirijo a la cancha, donde sigue la maestra Marina, para darle la llave. Mis compañeros ya no están ahí, de seguro se encuentran en los vestidores para después ir a la cafetería, pues muy pronto será la hora del receso. Me dirijo ahí con rapidez y me pongo nuevamente el uniforme normal. Odio el color, es negro con amarillo pollo, como las abejas, aunque agradezco que no sea café como las águilas. Por este simple hecho pensé que sería mejor entrar al Instituto Los Cuatro Diamantes, ya que el uniforme de ellos es blanco y azul, pero al final me decidí por las águilas y Antonio apoyó mi decisión.

Como Vanesa terminó de cambiarse antes que yo, pienso que debe encontrarse en la cafetería junto con mi hermano. Camino hacia allá, pero antes de llegar, noto que Esteban se encuentra acomodando unas libretas en su casillero. Trago grueso y decido no voltear a verlo, pero antes de pasar junto a él, se me queda mirando con fijeza. Pienso que va a ignorarme justo como los días anteriores, pero desdichadamente habla y su voz detiene mis pasos.

—Hola —dice en voz baja.

Aprieto los labios, pienso seguir mi camino pero antes de dar un paso, vuelve a hablar.

—Lo siento.

Me detengo y veo su expresión detenidamente. Luce arrepentido, cansado y apagado. Va a decir algo más pero lo interrumpo.

—No vamos a hablar aquí —digo con tono sereno. El pasillo no está lleno, pero hay algunos compañeros rondando por ahí, si escuchan algo que no deben probablemente surgirán nuevos chismes, y lo que menos quiero es que haya habladurías de mí en esta escuela—. Después de clases.

—¿En dónde?

—En el salón de música —propongo. Los jueves nadie practica ahí, así que es perfecto para hablar sin que nadie nos oiga. Asiente con la cabeza y me alejo, no sin antes pensar que me he vuelto loca por aceptar charlar con él.


***


Me dirijo rápidamente a la cafetería, donde veo que Vanesa está hablando con mi hermano. Camino hacia ellos y me coloco enfrente, a lo cual dejan de hablar y me ven con curiosidad.

—¿Estás usando a Vanesa? —Pregunto.

Antonio alza una ceja y ella me ve con impresión. Creo que es por la expresión que usé.

—¡Ella no es un objeto! —Me reclama mi mellizo.

Ruedo los ojos y la tomo de la muñeca.

—Préstamela —digo, jalándola con rapidez y no dando pauta a que alguno de los dos se niegue, en verdad necesito hablar con alguien y quién mejor que mi mejor amiga. No planeaba decir nada pero tengo que desahogarme, si no siento que explotaré. Vanesa es muy discreta, así que es perfecta para que le cuente todo.

—Hey, ¿qué pasa, Helena? —Dice cuando ya nos alejamos de todos. La suelto y le pido que me siga al patio. Una vez allí, me vuelve a preguntar—. ¿Me puedes decir qué sucede? —Dice con voz dura. No se encuentra molesta, pero está sorprendida.

Respiro hondo y decido contarle absolutamente toda mi historia con Esteban. Me escucha con atención, sin interrumpirme.

—Así que quedaste de hablar con él después de clases —dice cuando termino de platicarle todo.

—Sí —acepto. Me siento estúpida por haberlo hecho.

—He notado que ustedes tienen algo, sin embargo no había dicho nada porque no quería incomodarte.

—¿Crees que soy una idiota? —Pregunto finalmente.

—Claro que no, pienso que está bien hablarlo para que ambos puedan sanar y seguir adelante.

—¿Entonces crees que hice bien?

—Por supuesto. —Me regala una de sus dulces sonrisas.

—Gracias... Por cierto, Antonio no debe enterarse de esto.

—¿Por qué?

—No lo entendería, me juzgaría.

—Pero es tu hermano... —Me ve con duda. Ella es muy apegada a su hermana, así que no concibe la idea de que no confíe en Antonio.

—¿Y qué?

—Amm, como quieras —dice luego de unos segundos—. No diré nada, tienes mi palabra.

—Gracias —repito.

—¿Y qué le dirás a Antonio?

—¿De qué?

—De que no regresarás con él a casa.

—Ah, sí es cierto —recuerdo. Me quedo pensando—. Le diré que me quedaré al taller de francés para practicarlo. —Estoy segura que no me va a creer, pero sé que no me preguntará nada.

—Mmm... Okey —acepta mi amiga.


***


Al terminar las clases, me pongo enfrente del escritorio de Antonio, que está guardando un libro en su mochila.

—¿Qué? —Pregunta.

—Antonio, no me iré contigo, me quedaré al taller de francés.

Él alza la cabeza y me ve con duda.

—¿Y eso?

—Quiero practicarlo, ya estoy muy oxidada en él.

Se me queda viendo con atención, como si así pudiera leer mi mente y revelar mi secreto. Le sonrío falsamente al notar que sigue escrutándome con la mirada, es obvio que no me cree.

—¿Y cómo regresarás a casa? —Pregunta finalmente. Desiste de la idea de adivinar qué escondo.

—No sé, ahí veo —me encojo de hombros. No pensé en eso, pero me preocuparé después, ahora lo único que quiero es hablar con Esteban para poder quitármelo de la cabeza.

—Está bien, cualquier cosa me hablas.

—Sí.

En seguida mi mirada se posa en Vanesa, que está oyendo todo pero no dice nada. Creo que está más preocupada que yo, tiene la idea de que Antonio se dará cuenta de todo y se enojará conmigo, pero yo lo conozco más tiempo, sé que no se entromete donde no lo llaman. Me despido de mi mellizo y mi amiga y me doy la media vuelta, dispuesta a dirigirme al salón de música. Trago grueso, siento un nudo en el estómago, pero me armo de valor y me dirijo a mi destino.


***


Al entrar al salón de música, noto que Esteban ya se encuentra allí. Quién diría que es tan puntual. Está sentado encima del piano de cola. Los demás instrumentos están guardados en el armario que se encuentra colocado en la esquina del aula.

—Hola —saluda con supuesta indiferencia.

—Hey —digo con el mismo tonito—. ¿Qué quieres hablar? —Pregunto. No me gusta irme con rodeos.

—Quiero disculparme bien por todo. La última vez no salió como esperaba.

Recuerdo que llevó a la loca con él, ¿quién lleva a esa mujer en su sano juicio? Aunque dudo que esté en su sano juicio para tenerla de amiga.

—Bien. Acepto tus disculpas —digo con tono duro.

—No, no lo haces, lo dices por compromiso —Me ve directamente a los ojos.

—Claro que sí —contesto tajante, no me gusta que me contradiga.

—Lo dices sólo para que me olvide de ti.

—Pues obviamente —acepto, rechinando mis dientes—. ¿O qué esperas? ¿Que seamos amigos después de todo lo que pasó?

—En realidad nunca quise ser tu amigo... —Da un salto para colocar sus pies en el suelo y camina hacia mí. Yo, por mi parte, me indigno al escuchar eso.

—¿Ah, no? ¿Y por qué me hablaste en primer lugar? —Reclamo.

Se coloca justo enfrente de mí y coloca sus manos en mi cintura, acto que me pone nerviosa.

—Oye, ¿qué...? —No me deja continuar, interrumpe mi pregunta.

—Yo quería... quiero —se corrige a sí mismo— que seas algo más que mi amiga.

—E-eso es im-imposible —balbuceo.

—¿Por qué tartamudeas? —Se burla el idiota. Lo fulmino con la mirada.

—¡Cállate! —Trato de empujarlo en un vano intento, pues me sostiene con más fuerza—. ¡Quítate!

—No quiero.

—¿Cómo que no quieres?

Lo veo a los ojos, ¡se ven tan brillantes! Noto que relame sus labios y posa su vista en los míos. Quiere besarme, y lo peor es que soy tan débil y estúpida que no lo aparto. Me abraza más hacia él; sin saber bien lo que hago, coloco mis brazos alrededor de su cuello. Y, a pesar de que una parte no quiere, sucede lo inevitable. Posa sus labios sobre los míos, uniéndolos en un casto beso que, segundos después, comienza a ser más apasionado.

Me dejo llevar, hay tanta tensión acumulada entre ambos que pienso que es bueno sacarla. No creo que este intercambio de saliva me ayude a sacarlo de mi mente pero ya no importa, no quiero parar, quise hacer esto durante mucho tiempo y, ahora que está pasando, no soy capaz de detenerme. Dejo que me coma la boca, que succione mis labios, que me pegue más a su cuerpo, incluso le correspondo de la misma manera. Él tiene más experiencia que yo besando, ya que a pesar de no haber tenido novio formalmente, sí había besado un chico antes que él, pero no se siente igual. Esteban es arrollador, intenso, y aunque no lo quiero admitir, me encanta.

Después de un rato de estar besándonos, el celular de Esteban, que está en su bolsillo derecho, comienza a sonar. Lo ignora y sigue con su tarea de meter su lengua en mi boca, cosa que permito. Me siento una gran idiota por dejarme llevar por mis hormonas, pero soy humana, también tengo defectos. Su celular vuelve a sonar, así que me separo de él.

—¿Por qué no contestas?

—Es más importante estar contigo —dice, haciendo que mi estúpido corazón lata más fuerte.

—Esteban... esto... está mal —digo, separándome de él. Empiezo a sentir algo similar a la culpa.

—¿Por qué?

—No somos nada. —Me cruzo de brazos.

—Porque no quieres —responde. Frunzo el ceño.

—No puedo simplemente olvidar todo y empezar a salir contigo.

—¿Por qué no? —Ve hacia abajo.

—Porque aparte de "zorra", quedaré como estúpida —digo con molestia—. Además Antonio no lo aprobaría.

—¿Te importa mucho su opinión?

No, la verdad no, pero es una buena excusa. En realidad lo que me importa es mi dignidad.

—Déjame en paz —murmuro.

Él se aleja de mí y se dirige a la puerta. Se va. Me siento decepcionada y a la vez aliviada, pero para mi sorpresa, se da la media vuelta y se dirige hacia mí nuevamente.

—No, Helena, no voy a permitir esto. —Me señala con su dedo índice—. Yo te quiero y tú me quieres, no dejaré que tu orgullo nos aleje nuevamente.

—Mi orgullo me importa más. —Me cruzo de brazos.

—Eso es lo que quieres hacerme creer, pero sé que no es cierto.

—Claro que sí. —Volteo mi perfil en una pose distinguida.

Él entrecierra los ojos.

—¿Y el beso qué? ¿No significó nada para ti?

—No. —Niego con la cabeza.

—Si no significa nada, entonces no te molestará esto. —Me toma de la barbilla y se inclina para volver a besarme, acto que termina desarmándome. Esta vez es un beso suave y delicado. Al separarse de mí, acaricia mi mejilla con ternura.

—E-Esteban —vuelvo a tartamudear y me insulto mentalmente por ello.

—Vamos, dame una oportunidad para demostrarte que no soy tan malo.

Aprieto los puños y frunzo las cejas mientras lo veo de pies a cabeza. Es tan guapo, divertido y amable. En realidad no creo que sea malo, pero a veces puede decir cosas sin pensar, cosas que lastiman. Sin embargo, el hecho de insistirme tanto me hace pensar que tal vez sí valga la pena, pues ha dejado su dignidad de lado para rogarme por un chance.

—Está bien, tienes una — recalco— oportunidad. Pero los demás no se tienen que enterar, en especial Antonio —digo. A pesar de que no hablamos mucho entre nosotros, no quiero que me juzgue por mi decisión. Siempre hemos competido secretamente por ver cuál de los dos es más inteligente, si se entera de esto me va a alardear comentando que ya me ha superado por mucho—. Por lo menos hasta que se vuelva algo formal.

—¿Como un romance secreto?

—Si lo quieres ver así, está bien. Es eso o nada, tú decide.

—Mmm... —se queda pensando—. Acepto si tú estás bien con ello.

—Lo estoy.

—Perfecto.

—Pues perfecto —repito a la defensiva, haciéndolo reír un poco.

En seguida me rodea la cintura y de nuevo comienza a besarme.



Uy, esto está intenso. ¿Cómo creen que saldrá todo? ¿Creen que un romance secreto es una buena idea?

Ya saben, si les gustó dejen su votito y comentarios, esos me encantan :D me gusta mucho ver sus opiniones y teorías.

Nos vemos la próxima semana :D



Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top