[Jessica]
Jordan.
No se tardaron ni medio minuto en llegar a los baños de mujeres, más que todo porque en horario de clase, los pasillos estaban desiertos. Jordan dudó un poco, no quería adentrarse allí, podría traerle problemas si algún docente lo descubría.
—No esperarás que yo misma llene los seis tubos sola, me imagino —cuestionó Jessica, al tiempo que negaba con la cabeza ligeramente—. Acabo de hacerme las uñas, y lamentablemente, no pienso sacrificarlas por el estúpido proyecto de química. O entras conmigo, o volvemos con las manos vacías.
El joven dio un paso hacia atrás, descolocado. Intentar razonar con aquella singular castaña era una misión imposible y todos en el instituto lo sabían, pues resultaba ser alguien demasiado obstinada.
Buscando otra solución, ellos bien pudieron haber caminado hacia el baño de hombres, cada cual con tres tubos y reencontrarse después en el pasillo, pero ya se estaban demorando demasiado en volver. Otro poco más y seguramente mandarían a alguien a buscarlos.
Jordan suspiró con resignación —aunque detrás de la máscara nadie lo notó—, y se adentró en el oscuro baño. Grave error... Había caído con creces en la trampa de Jessica.
Para la sorpresa de ambos, el lugar olía bastante bien. Una mezcla de canela y vainilla poco común en un sitio al cual todos tienen acceso.
—No eres como el típico protagonista de novela, ¿me equivoco? —Jessica ya se había dado la vuelta hacia los lavabos para llenar el primer tubo y hablaba por encima del hombro—. Al menos, los que he tenido la oportunidad de leer, son avispados y previenen el peligro cuando está cerca. Supongo que pedir algo así de ti, es demasiado...
Jordan se había quedado estático en su lugar, meditando lo que acababa de oír. ¿A qué se refería exactamente con peligro? Ella era solo una chica y encima más baja que él. ¿Qué podía hacerle?
Aún con ese pensamiento, un nudo de intriga crecía en su pecho.
Irónicamente, más se demoró en suponer aquello que en conocer la respuesta, pues Jessica, tomándolo completamente por sorpresa, le aventó con rapidez el tubo lleno de agua directo hacia su pecho.
Este último impactó con éxito a su objetivo antes de caer al suelo y rodar por él, mojando todo a su paso, incluida la ropa de Jordan.
—¡Ey! tú... —Se quejó el joven echando una mirada hacia su chaleco, completamente empapado. ¿Acaso se trataba de una maldita broma?
—¡Ahora chicos, salgan! —Gritó Jessica a los cuatro vientos.
Sin darle tiempo a reaccionar, Jordan fue testigo de cómo tres estudiantes más: Dos hombres y una mujer, salían de los cubículos más alejados del baño, cuál película barata de zombies, y comenzaban a caminar en su dirección.
Intentó correr, vaya si lo hizo, pero el agua desperdigada por el suelo se lo impidió haciéndolo caer hacia atrás, donde sus captores lo sujetaron por los hombros.
Jessica observaba la escena con una sonrisa de satisfacción. Además de obstinada, ella era prepotente y muy egoísta. En aquel momento se sentía como una malvada reina en potencia.
—Gracias muchachos, no tardaré mucho —exclamó la joven hacia un punto detrás de Jordan, sus captores. Estos últimos no hacían más que reír y sujetar con firmeza sus hombros para mantenerlo fijo en un mismo lado.
Jessica se acercó con mucho cuidado hacia Jordan y se agachó para quedar a su altura. Desde ahí, la fragancia de su desagradable perfume podía percibirse con mucha más intensidad.
—Oh, vamos. No pongas esa cara, me vas a hacer llorar.
—¿Cómo sabes la cara que está haciendo, Jessica?, lleva puesta esta máscara y...
—Ese era el chiste. —Ella puso los ojos en blanco y se dirigió únicamente a Jordan esta vez—: Escucha, no te lo tomes a mal, pero siendo la mano derecha del director es mi deber encargarme personalmente de cualquier ridículo individuo que amenace con la integridad de los estudiantes. Sobra decir que durante la última semana he tenido que soportar constantes quejas que llevan el nombre del mismo culpable: Jordan Rowell.
—Exacto, Jessica —confirmó la otra chica, con menos convicción—. Me he fijado que a menudo la gente evita estar cerca de él, ni siquiera mirarlo. Consideran que esa sonriente expresión de su máscara contorsiona la realidad, de un modo algo siniestro. Ellos temen por su seguridad.
El enmascarado pasó saliva con fuerza, pero no por eso iba a dejarse burlar tan fácil.
—Estoy consciente de lo que se dice a mis espaldas. Pese a ello, montar semejante espectáculo me parece algo innecesario. Además, ¿No pudiste actuar tú sola y necesitabas usar a tus amigos para enfrentarme? Ja, ¿y se supone que el ridículo soy yo? —Un golpe bien dado, Jessica cambió su expresión de seguridad por medio segundo—. Entonces qué, ¿piensas quitármela?, ¿acaso crees que le tengo miedo a eso?
Otra sonrisa maliciosa más y ahora Jessica recuperó su habitual actitud altanera.
—¿Yo? ¿Quitarte la máscara a la que tanto te aferras? —Se llevó una mano al pecho, fingiendo estar ofendida—. Tampoco te confundas. No pienso ensuciarme demasiado las manos hoy. Simplemente planeo que lleguemos a un acuerdo, y digamos que poseo ciertos métodos..., no muy agradables para asegurarme de que así sea.
Ella y sus acompañantes intercambiaron una mirada cómplice.
—Tal vez podríamos hacer que tu máscara tenga un mejor aspecto, mucho menos inquietante. Todos salimos ganando, ¿verdad? Además, si no quedas conforme con el resultado, ¡eres libre de quitártela cuando quieras!
Vale, ahora Jordan estaba todavía más confundido. ¿Por qué demonios permitiría algo así?
Desgraciadamente, sus captores no planeaban precisamente tomar en cuenta su opinión.
—No te preocupes. Entre nosotros decidimos que era una buena idea —avisó Jessica, antes de dirigirse a su otra amiga. Ambas irradiaban cierta emoción—. Lola, pásame tu pintalabios, por favor.
(...)
Media hora después, los muchachos liberaron finalmente a Jordan de los hombros y dieron un paso hacia atrás. De esta forma, podrían admirar mejor su obra maestra.
No pudieron evitarlo, acto seguido, todos se echaron a reír.
Usando el pintalabios de Lola, Jessica se había tomado la libertad de escribir bastantes mensajes despectivos y groseros hacia los docentes y alumnos en general, sobre la superficie blanca de la máscara de Jordan. Aunque estuvieran juntos, cada uno de estos diálogos eran claros y muy fáciles de leer.
—¿Te gusta? Ya quiero ver cómo sobrevives el resto del día con todo eso en tu falso rostro inexpresivo —anunció la castaña mientras jugaba con uno de sus largos mechones. Estaba orgullosa de su creación.
Por más que Jordan había intentado escapar o llamar la atención, todo fue en vano. Jessica —quien conocía los horarios mejor que nadie—, había escogido el momento adecuado para actuar, consciente de que, en mitad de las clases, nadie hubiese acudido a su llamado.
Sin embargo, el poco orgullo que aún le quedaba y le oprimía el corazón, salió a la luz cuando Jordan encaró a sus agresores nuevamente.
—Sigues ladrando más de lo que muerdes —espetó Jordan, intentando ver alguna reacción por su parte, pero ésta no perdía la sonrisa—. ¿Acaso piensas tener alguna autoridad? Simplemente puedo lavar las marcas con agua o de paso esconderme aquí hasta que todos se vayan. ¿Qué puedes hacer tú al respecto?
Jessica miró por encima de su hombro, en dirección a su compañera Lola, la cual temblaba de emoción como un perrito chihuahua.
—Oye, ¿y si le avisamos al director que el estudiante nuevo se escapó de una clase de química y ahora se encuentra escondido en los baños de mujeres?, estoy segura que él te sacará a rastras de aquí. No necesito demasiado para jugar con la credibilidad a mi favor, además, somos cuatro.
Jordan apretó los dientes. Vaya zorra se había encontrado.
—Como mencioné antes, eres libre de quitarte la máscara en cualquier momento. Pero te recomiendo hacerlo pronto, o el tiempo se te acabará —comentó Jessica, antes de salir de los baños con rapidez mientras sus tres compañeros le pisaban los talones.
Casi como al inicio de esta novela, Jordan volvía a estar solo.
→←
La reputación de Jordan está en peligro. ¿Cuál será su siguiente movimiento?
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