[Escape]

Alisson.

Por delante de su nariz, un pasillo casi interminable decorado con blanquecinas baldosas de mármol se extendía en todo su esplendor, produciendo una sensación por demás solitaria, vacía. Era verdaderamente extraño, teniendo en cuenta el carácter despreocupado de Alisson —ella, que recorría ese baño con frecuencia cada día, con el fin de escapar de las responsabilidades de asistir a clase—, se sorprendió a si misma dudosa de avanzar, como si eso le supusiera un problema.

Tal vez se debía a la expectativa, tal vez no.

Una cosa estaba clara en su difusa mente, aquella interacción con cierto estudiante, ahora desenmascarado, había conseguido despertar algo en ella. Un sentimiento primitivo que hace muchísimo no experimentaba de primera mano, ¿Agradecimiento? ¿Empatía? ¿Que alguien finalmente apreciara alguno sus gestos? Ni siquiera ella lo sabía.

Entre sus mejillas sonrojadas, su ceño fruncido, y el tramo de pasillo que aún le faltaba por recorrer, se forzó a si misma por sacudir la cabeza y alejar cualquier pensamiento "innecesario" que la desconcentrara. Además de esconderse, ella también había aprendido a ignorar y dejar pasar todo lo que lograra oprimirle el pecho.

Sopló hacia arriba, alejando así un mechón rebelde que le caía por la frente, y detuvo sus pasos. No más pasillo, se encontró frente a frente con el lavamanos.

El fugaz recuerdo de un sudoroso Jordan agachado le abordó la mente, y nuevamente su rostro obtuvo cierto color. Negó con la cabeza y comenzó a mirar en todas direcciones, intentando dar con el objeto de su búsqueda.

<<No puede ser muy difícil>>—consideró.

Hablando de una máscara con llamativas manchas de pintalabios, eso sí o sí tenía que saltar a su campo de visión nada más entrar en la habitación..., sin embargo, se chocó con una realidad diferente.

Tuvo que dar otro par de pasos y revisar en su totalidad una segunda vez —lavamanos y espejos incluidos—, únicamente para confirmar sus sospechas: La máscara no estaba por ningún lugar.

Enarcó una ceja y parpadeó, escéptica. Algo como eso era imposible.

Teniendo al 80% del instituto dentro de sus aulas, en clase, se encontró sin opciones al instante. Incluso llegó a considerar por medio segundo que el objeto hubiese sido arrastrado por una corriente de aire, pero terminó descartando tan disparatada afirmación enseguida.

<<Estamos dentro de un baño, ¿viento de dónde? Además, la máscara no es precisamente un pañuelo. >>

Suspiró, pero no aliviada, sino desconcertada. En un espacio tan reducido como aquel, pensar en un posible robo era lo que para ella resultaba más lógico. Pero, ¿quién tomaría algo así, y con qué fin? No tenía sentido.

Cabizbaja, metió las manos en sus bolsillos y retrocedió, quedando así de espaldas contra la helada pared. Por su mente no dejaba de rondar el mismo recuerdo: Jordan con una frondosa bufanda gris sentado en el cubículo, solo esperando a verla aparecer con su pintorreada máscara en una mano. Siendo ese el caso, se esforzó por no soltar media sonrisa ante la imagen tan divertida del muchacho, y sintió una pizca de culpa por haber fracasado en su "misión".

En otras circunstancias, simplemente lo hubiese ignorado todo. Sentimiento va, sentimiento viene. Pero en ese preciso instante..., le fue imposible. Había una emoción de responsabilidad que la tenía atada a esa situación. Rowell confiaba en ella..., y esto, a su vez, la hacía creerse en la necesidad de no defraudarlo.

Sí, puede que ellos no eran amigos, o algo por el estilo, pero aún así no quería ser la responsable de conducirlo a la decepción con sus acciones.

<<Decepción>>—Una palabra tan básica, pero que Alisson, a su corta edad de 17 años, ya había podido saborear en muchas ocasiones durante toda la vida. Podía incluso agradecer a su "encantadora" familia por eso.

Volvió a levantar el mentón y observó su postura en el espejo. Si ella hubiese tenido una taza de café en ese justo momento, seguramente hubiera bebido un sorbo antes de caminar con paso seguro y vaciar el resto de su contenido en el lavamanos.

El primer sorbo era para estar alerta y recordar.

El segundo para desahogarte.

El tercero y cuarto, para olvidar.

(Ese era un dicho que también había aprendido, de forma indirecta, de su hermana. Salvo que aquella mujer no lo practicaba con café, sino con cervezas).

Ahí, recostada contra la pared del baño, Alisson reconoció que no quería olvidar pues, por el contrario, recordar le daba vida, y estar alerta le ayudaba perfectamente en esa situación.

Destensó el cuello con desgana.

Ella permanecía con su mirada fija sobre el reflejo que le regalaba el espejo, cuando la luz que provenía del pasillo fue interrumpida. Una prominente sobra humana se posaba delante de la puerta del baño, evitando que los rayos de sol se filtraran a través de ella.

Curiosa, Alisson giró la cabeza hasta quedar viéndola directamente. No demoró mucho tiempo en saber de quién provenía; El director.

Como si se tratase de un ladrón recién descubierto, la joven pegó un brinco de sorpresa y se enderezó lo mejor que pudo, quedando así como un maniquí en exhibición. De haberla visto Jordan, se habría reído de seguro.

Ella tenía el corazón en la boca. Con todo lo que había ocurrido, se le consiguió pasar por alto un pequeño detalle: La amenaza de Jessica con llamar al director, todo con el fin de hacer quedar mal a Jordan.

Sin quererlo, la chica se mordió la lengua.

A pesar de siempre saltarse las normas académicas, las clases —y con eso prácticamente faltarle al respeto a todos los superiores en esa institución—, deber afrontar de cara al director resultaba un cuento aparte. Solo bastaba con presenciar de reojo su postura de seguridad para saber que ese hombre desbordaba respeto a donde sea que fuera.

—¿Señorita Lonely? —Preguntó entonces con la misma euforia que emplearía alguien que acaba de encontrar un pelo en su arroz, y enseguida utilizó una mano para reacomodar unos cristales de vidrio templado que él adoraba llamar lentes—. Tengo entendido que estamos en mitad de una lección ahora mismo. ¿Se puede saber qué hace usted aquí?

Su voz era grave. Varios años dando anuncios por el altavoz sin duda habían dejado sus frutos.

Por su parte, Alisson pasó saliva con fuerza antes de abrir la boca para contestar, pero enseguida volvió a cerrarla. No sabía cómo responder a esa afirmación, además, mentir no era lo suyo. No obstante, tenía que actuar y rápido.

<<Vamos Alisson, debes permanecer despreocupada. Recuerda, "nada te preocupa..., ni siquiera un chico de pelo negro escondido en uno de los cubículos del fondo... ¡Ni siquiera eso!">>

—Pedí permiso al profesor para salir un momento al aseo, ocupé los cubículos —excusó. No era del todo mentira. Ella SÍ había pedido permiso, solo que jamás regresó nuevamente al aula—. ¿Por qué? ¿Hay algún problema? —Se aventuró a preguntar. Su lado impulsivo se dejó ver, tal vez en un momento no muy indicado.

El director cambió de expresión, incómodo. En su mente se cruzaba un interesante debate entre si debía o no ingresar al baño de mujeres. Por un lado quería hacerlo, más que todo para no entablar esa conversación desde tal distancia, pues él lo consideraba de mala educación, pero tampoco podía arriesgarse a que alguien pasara y lo viera ahí dentro. Aquello no haría más que desencadenar malentendidos, sin dudarlo.

Entonces, decidió quedarse ahí quieto, enfrente de la puerta. Una charla maleducada, pero él mantendría su reputación intacta.

—La profesora del aula anexa me informó, con aires bastante irritados, sobre un supuesto escándalo que se estaba produciendo justo aquí. "El ruidoso forcejeo de estudiantes peleando" fueron sus palabras exactas. Decidí venir a confirmarlo yo mismo, pero... —Se explicó de forma vaga antes de guardar silencio. Los fríos ojos del director recorrieron a Alisson con cierto desdén, y luego al pasillo junto a ella—. Por lo visto, todo fue una falsa alarma. Haya ocurrido o no algo aquí, es evidente que ya tuvo lugar.

Luego de eso, no hizo ningún ademán por ocultar su ceño fruncido. Aquel hombre solía atribuirse el título de alguien muy ocupado, por ende, aborrecía enormemente cualquier actividad o conversación que lo hiciera perder el tiempo.

Y pues, ahora mismo, esa era una de ellas.

El silencio reinó con orgullo en ese baño. Miradas iban y venían, haciendo que su ambiente se cargara de más tensión todavía.

Al mismo tiempo, Alisson se separó finalmente de su helada compañera pared —asegurándose de golpearla con la planta de su zapato dos veces, disimuladamente—, y avanzó hacia el frente, dispuesta a marcharse de ahí con un plan a medio completar en la cabeza. Ya había utilizado "la señal", solo quedaba esperar que él la hubiese captado. Tenía pensado ayudar a Jordán de alguna otra forma, pero desde el exterior. Sentía que si permanecía un solo momento más ahí dentro, explotaría de seguro.

No obstante, la situación se tornó más tosca para ella en un abrir y cerrar de ojos.

El director la observo acercarse hacia la puerta de salida en silencio y, cuando estuvieron lo suficientemente cerca el uno del otro, aprovechó la oportunidad para ponerse en medio y bloquearle el paso, ahora en su totalidad, empleando una de sus piernas.

La joven, que luchó por mantener la vista al frente en todo momento, se vio obligada a detener sus pies de golpe. Con la mirada, fue subiendo por la corbata del director hasta detenerse en sus oscuros ojos, los cuales no expresaban sentimientos agradables, solamente serios.

<<Un policía observando fijamente al hombre que asaltó a su hija. >>—Fue la comparación más acertada que pudo encontrar ella.

—Vuelvo a decir, con toda seguridad, que posiblemente aquí haya ocurrido un desafortunado malentendido, como puede que no. Llegué tarde a la escena, así que no podría afirmarlo con claridad..., sin embargo, basándome en todo lo que usted me comentó, puedo suponer que ya estaba aquí desde mucho antes que yo, Señorita Lonely —inquirió el hombre, con un tono de voz neutral, pero no por ello menos expectante. Sus frases no ayudaron a aliviar lo tenso del ambiente—. ¿Acaso usted sabe algo que yo no? —Concluyó.

Para ese punto, la balanza emocional de Alisson ya estaba inclinándose peligrosamente hacia el lado del estrés. Ella claramente no tenía porqué estarse comiendo semejante acusación en sus narices, aunque fuese cierta. La culpa de todo aquello no era suya, sino de una tercera que ahora mismo estaría saltando de alegría y cuyos rasgos asiáticos le darían un aspecto por demás encantador.

Se forzó por no esbozar una mueca de asco ante esta idea.

Pensando así, no tuvo pelos en la lengua para mantener su semblante apacible, y dedicarle al director una mirada sumisa, pero cargada de hipocresía.

—Ya tardé demasiado. Debo volver a clase. —Sin darse cuenta, Alisson apretaba los puños por dentro de sus bolsillos con fuerza. A pesar de todo, actuaba con determinación.

El director, ahora un poco más descolocado, dejó caer ambas cejas lentamente, una por una, para luego terminar frunciendo sus labios y retirando la pierna que bloqueaba la puerta.

No lo demostró, pero la joven sintió alivio al instante.

—Supongo que tiene usted razón. Me disculpo por mantenerla entretenida tanto rato —exclamó, esbozando una sonrisa de suficiencia, completamente contradictoria con su anterior actitud acusadora—. Que tenga buen día, y asegúrese de culminar con esta hora de estudio de la mejor manera, poniéndose al corriente en todo una vez regrese al aula de... ¿En qué clase estaba?

Alisson no vaciló con la respuesta, pero se aseguró de murmurarla una vez se encontrara fuera de ese claustrofóbico lugar. La suave brisa que se filtraba por las ventanas del exterior jamás le había parecido tan dulce.

—Historia —culminó sin entrar en detalles, y empleando una buena agilidad, empezó a caminar hacia las escaleras que conducían al tercer piso. El roce de sus zapatos contra el suelo al andar producía un indiscreto rechinar—. Le deseo un bien día también, señor director.

Esas palabras salieron acompañadas de una furtiva mirada por encima del hombro, hacia donde el llamativo hombre permanecía inmóvil, esperando. Él aún no había hecho ningún ademán de pretender irse. En su aura se podía leer "Créeme, no pienso moverme de aquí hasta que desaparezcas de mi campo de visión".

Para personas autoritarias, resultaba inefable que ahí mismo tenían un ejemplo.

Contrariada, Alisson regresó su vista al frente antes de limitarse a doblar una esquina, con el rabo entre las patas, y detenerse en seco; claramente su intensión no era volver a clase. En su lugar, permaneció ahí escondida y comenzó a contar generosamente hasta 50, saboreando cada uno de los números, en un intento por hacer tiempo.

Afuera del instituto el panorama tampoco se mostraba demasiado prometedor. Sí, corría fresca brisa, pero solo era el atisbo momentáneo del clima antes de una tormenta mayor. Esto último se encargaba de apagar poco a poco la ilusión de algunos estudiantes por tener que emprender el camino hacia sus hogares bajo la lluvia torrencial.

Para estos jóvenes, mientras más pudiesen alargar la clase, mejor —lo cual resultaba ser una gran oportunidad para Jordán—, quién acabó saliendo finalmente del baño unos segundos después, agitado, mirando hacia todos los lados de forma frenética.

Como era de esperarse, la bufanda le cubría gran parte del rostro, volviéndolo prácticamente irreconocible ante la mirada de alguien..., aunque esto tampoco fue tan necesario porque, para su suerte; el pasillo estaba desierto. Ningún director estricto se encontraba ahí presente intentando observar su escapada triunfal.

La única que sí se logró percatar de aquella singular huida fue Alisson, quien se inclinaba hacia adelante para seguirlo con la mirada desde cierta distancia, con sus dedos acariciando pausadamente el borde de ladrillo, y asegurándose de solo asomar media cara por la esquina.

Ella bien pudo haber levantado la voz desde su escondite, haciendo que esta se alzara como rugido en el eco de los casilleros, y con ello llamar la atención del muchacho, el cual se habría girado sin dudar..., pero decidió permanecer en silencio, al menos de momento.

Estaba consiente de que tanto ella como Jordan tendrían muchas cosas que hablar en un futuro, pero aún con eso, el día estaba casi llegando a su fin, y Rowell necesitaba esos precisados minutos que le quedaban para continuar avanzando y abandonar el instituto en su totalidad, sin ser visto por nadie más.

Siendo así, esa conversación aún debía esperar un poco.

→←

Tenemos una máscara extraviada.

Una joven escondida.

Un muchacho corriendo a toda prisa hacia la "seguridad" de su hogar, sin mirar atrás.

Una asiática llena de felicidad y cinismo.

Y un director autoritario encerrado en su oficina, simplemente meditando.

El futuro los volverá a reunir a todos... Solo resta esperar.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top