Prólogo.

N/a: He vuelto gente, un besito y abracito a todas las que leyeron El hijo de un abogado, y las que no y empezaron a leer, uno también (Recuerden que es una novela si bien segunda temporada, es quasi independiente así que queda a su disposición leer la otra o no). Espero que os guste la novela, sin más, Amnesia fuera.

Psdt: Hola Kushina-san, ¿cómo la has pasado-ttebayo? 

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"No todo es color de rosas en una familia, hay problemas, muchos de ellos. La cuestión está en ser una familia, a pesar de los problemas. Naruto lo sabía bien, por eso cada vez que miraba a Sasuke y a sus hijos, sonreía. Ellos eran su familia, y ellos se enfrentarían a todos los problemas."

Prólogo de El esposo de un Abogado.

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Su nombre es Naruto Uchiha. Naruto es un doncel de 44 años. Naruto está casado con el famoso abogado Sasuke Uchiha desde hace 26 años, una relación que ha pasado por altos y bajos por igual, pero que sin duda han sabido llevar. Durante todo este tiempo, Naruto ha madurado y crecido junto a su esposo. Recuerda bien que hace 19 años estaba teniendo a su primer hijo, Sora. 

Ese día había llegado en un par de semanas antes de lo previsto, justamente un 22 de septiembre, en plena celebración del cumpleaños de su buen amigo, Shikamaru Nara.

—Psst, Shika-chan. Creo que... creo que me hice pis-ttebayo —Naruto había tomado la mano de su amigo y le había dicho algo al oído, y el pelinegro se había levantado como resorte, y con los ojos bien abiertos para variar.

—¡Que tu qué! —Naruto había vuelto a susurrar lo mismo un poco más alto para su compañero, haciendo que el otro le mirara hacia donde señalaba, se veía una pequeña mancha de algún liquído, pero en el estado de Naruto no era para más saber que era aquello—. ¡NARUTO! ¡Eso no es pis, idiota, has roto fuente! —había exclamado.

En ese momento su padre Minato se había desmayado así que todos atendieron a ambos rubios, y al rato su madre como su hermano mayor estaban hablando con el rubio -quien estaba rojo y respirando entrecortadamente mientras maldecía por lo bajo-, y el pelilargo ayudó a Minato incorporarse para subir a la camioneta. Llegaron al hospital en menos de lo que canta un gallo y tanto Tsunade como Mikoto estaban ahí, listas para entrar a la acción, pues Naruto las había llamado gritando que iba a tener a su bebé y que no se dejaría atender por alguien más (Tampoco fue como si ellas le fueran a dejar que eso pasara).

—¡Maldita sea, como duele esto! —lloriqueaba, apretando la mandíbula mientras de sus ojos salían varios lagrimones por el dolor de las contracciones—. ¡OYE! ¿Qué crees que haces?

—No piensas entrar con esto, ¿o sí? —el pelinegro había levantado la ceja, señalando el títere de felpa de Sasuke (su esposo, ex esposo en aquel tiempo, larga historia), que él había sostenido entre sus manos durante todo el trayecto y claro, se negaba a dejar a un lado, pues era lo más cerca de tener a Sasuke en aquel momento crucial.

Maldijo a todos los Akatsuki, a su esposo Sasuke, y a todos los que apoyaron esa estúpida idea de separarse por un tiempo. Se suponía que Sasuke debía estar ahí acompañándolo, y que él pudiera cortarle los huevos después de eso... Bueno, algo así, no tan cruel. 

—Por supuesto que sí-ttebayo, es su padre —se había cruzado de brazos, mientras miraba al mayor y luego a Minato—. ¡Dile-tteba! —le indicó a su padre, quien solo se encontraba bastante confundido. Naruto entonces apretó la mandíbula cuando sintió otra contracción. 

No podía llamar a Sasuke porque todo se arruinaría y no estaba en condiciones de proteger a su pequeño bebé, así que se cruzó de dedos y miró a su madre.  

—¡Sólo entren! —había gritado Kushina, y ambos decidieron no hacer más escándalo, entrando. Y sí, Naruto había tenido a Sora mientras estrangulaba al muñeco de Sasuke por el dolor. Shikamaru se había quedado en silencio mientras Naruto hablaba con Tsunade.

—¿Quieres calmarte? No podré extraer al bebé si sigues cerrando las piernas de esa forma —le regañó la rubia platinada.

—Lo siento-ttebayo. Estoy muy nervioso, y Sasuke no está aquí y me siento enojado, triste y... Joder, cómo duele —chilló de nuevo. Tsunade suspiró y miró a Shikamaru—. Maldición, ¿qué Sakura no había podido escoger un tiempo más adecuado? Pero no, a la señorita pelos de chicle se le tenía que dar por ir justo cuando quedo finalmente embarazado-ttebayo —Naruto seguía parloteando—. Es decir, ya sabíamos que vendría, pero madre mía. ¿Está con Sarada o algo? ¿Shika, sabes dónde está Sasuke?

—Está durmiendo, Naruto —Shikamaru suspiró—, te lo he dicho las últimas cuatro veces que me lo has preguntado. 

—Cierto —Naruto gruñó por lo bajo—. Maldito Uchiha, yo aquí pariendo y él durmiendo bien tranquilo. Es que esperáte nomás lo que lo voy a hacer sufrir. ¿Me oyes? Tsunade-sama.

—Ya te oí —profirió ella, mientras veía asomar la cabeza del pequeño Uchiha—. Puja, Naruto. 

—¡Agh! —Naruto pujó con fuerza—. Lo voy... a ahorcar... cuando lo vea-tteba...

Naruto se quedó en silencio cuando oyó el llanto de un bebé, paró incluso de insultar a Sasuke y se concentró en aquel dulce borboteo que le pertenecía a su hijo, joder, su hijo finalmente había nacido. Tsunade sonrió extenuada, había sido un parto díficil y agitado. Cortó el cordón umbilical y le pasó el bebé a Mikoto para que ésta le vistiera, la Uchiha estaba complacida con la belleza de aquel pequeño bebé.

—Muy bien, Naruto, ahora vas a expulsar la placenta. Cuando yo te diga... ¡Puja! —Naruto chilló. 

Minato y Kushina le observaron por un rato con una sonrisa cuando Naruto había despertado. Éste miró al pequeño cuando lo tuvo en brazos, con tanto amor y paciencia. Era su pequeño Sora, su pequeño bebé. Él no podía estar más feliz, aunque estaba seguro que Sasuke hubiera amado estar ahí, su misión ahora comprendía en no dejar que nadie se enterará de la existencia del nuevo Uchiha... Especialmente Sakura.

—Hola Sora. Bebé, yo soy tu papi —miraba aquel bultito—. ¿Sabes lo que dolió traerte al mundo-tteba?

—¿Cómo se va a llamar el niño? —preguntó la enfermera mientras rellenaba la ficha del niño.

Ellos inmediatamente miraron a Naruto que los ignoraba mientras veía a su pequeño.

—Sora —respondió—. Sora Uchiha Namikaze-ttebayo.

Alzó la mirada y sonrió.

Naruto se casó algo joven con el abogado Sasuke Uchiha, aunque considerando que se conocen desde que él tenía cinco años no habría nada de raro, ahora después de 39 años de conocer al amor de su vida, la vida de ambos parece estar en la mejor etapa. Fuera de las complicaciones cotidianas, su vida peligrosa acechaba lejos pero así mismo, lo suficiente para que pudieran respirar con tranquilidad.

—Naruto Uchiha —lo llamó Sasuke, su esposo, desde la puerta al otro lado de la casa. Naruto levantó la mirada de su libro para ver al azabache.

—¿Sí, Sasuke Uchiha? —preguntó con una sonrisa, viendo al dueño de su corazón. 

Naruto tiene siete hermosos hijos y un esposo fantástico, a su parecer, son la familia perfecta a pesar de sus claras diferencias, de los problemas y claro, todos los temas referentes a los años antes del nacimiento de los gemelos. Sus hijos entre los cuales se encuentran Sarada (28 años), Boruto (26 años), Sora (19 años), los gemelos Akihiko y Daiki (12 años), y sus dos maravillosas hijas, Ayame (10 años) y Hikari (7 años) son su más grande adoración. Siete maravillosos hijos a los que amaba más que a nada en el mundo y mataría por ellos, de ser necesario.

—Adivine quien viene conmigo —mencionó. Entonces se apartó de la puerta y dejó ver a la joven mujer pelinegra, y a un joven doncel rubio que venían detrás de él con una enorme sonrisa.

La mayor, Sarada Uchiha, fue adoptada por ellos cuando tenía quince años, tras una línea de sucesos que Naruto prefería no recordar en los cuales estaba implicada la madre de la pelinegra. Ahora era una gran profesional recién graduada de Administración de empresas e Idiomas en la universidad, con sus veintiocho años era una mujer muy hermosa de cabellos largos negros y ojos ónix, bastante expresivos.

—Hola papa —Sarada le sonrió al rubio, que dejó sus gafas y el libro a un lado para poder ir hacia su hijastra. Ambos se fundieron en un abrazo y pronto el doncel se acercó hacia ella.

—Yo también quiero-ttebasa —refunfuñó, haciendo reír a todos, y Naruto se acercó para besar su mejilla. Desde que sus dos hijos mayores se habían mudado, los extrañaba mucho, especialmente porque controlar al resto de sus hijos era toda una odisea que ahora afrontaba solo.

El que seguía Boruto Uzumaki, había nacido del seno de su familia real, osea Sasuke y Naruto, aunque no precisamente en su vientre, pues una mujer llamada Hinata Hyuuga había robado un óvulo fecundado, se lo había insertado a sí misma por medio de inseminación artificial y tuvo como resultado a Boruto. Cuando Boruto tenía 13 años lo descubrieron y pasó a ser parte de su núcleo familiar, además era como su copia física, siendo rubio y de ojos azules. Un bonus.

—¡Boru, Sara-chan! —el entusiasta pelinegro, de 19 años, salió corriendo al ver a sus hermanos mayores. Los mayores se separaron de Naruto para fundirse en un abrazo los tres, junto al ojiazul menor. 

—Pasad —Naruto les sonrió para luego acercarse hacia su esposo y darle un beso, el azabache correspondió gustoso mientras bajaba la maleta. Estaba cansado, había sido uno de esos días que lo hacía pensar seriamente en saltar de aquella ventana en su oficina.

—Padre —Sora besó en la mejilla al mayor y luego fue con sus hermanos.

Sora Uchiha Namikaze nació en la época díficil del matrimonio Uchiha-Namikaze, pues gracias a dos mujeres locas, confabuladas además con un hombre que quería deshacerse de sus familias, Sasuke y Naruto habían ideado un plan que los había terminado por separar. Cuando volvieron a estar juntos, Sora tenía seis años, y ahora era un joven pelinegro de ojos azules con 19 años muy apuesto y atlético, con un gran carisma y una seriedad innata.

—¿Cómo has estado? —preguntó Sasuke, siguiendo a su esposo doncel hacia el interior de la casa. Le encantaba ver aquel sueter azul y al rubio usando sus gafas, era como su versión de casa favorita.

—Yo bien —sonrió. Aquella sonrisa que podía iluminar toda la vida de Sasuke en un segundo—, ¿qué hay de ti? ¿Cómo estuvo tu día?

—Agotador —suspiró, viendo entonces como su hijo doncel bajaba entusiasmado las escaleras a tres saltos—. ¿No estás grande ya para caerte de esa manera, Dai? —preguntó con tono burlón, alzando una ceja cuando su gemelo menor se cayó justo frente a él. Akihiko, que iba bajando como una persona normal, se empezó a reír y Sasuke lo miró—. Hola, Aki.

—Hazte a un lado —Akihiko pasó por encima de su hermano—. Hola padre —saludó con gracia el varón, besando la mejilla de su padre y luego caminando hacia la cocina para ayudar a su papi con los preparativos de la comida. Sasuke miró al doncel en el suelo.

En cuanto a los gemelos, se podía decir con certeza que Akihiko era un apuesto príncipe de cabellos rubios y ojos negros, iguales a los de su padre, mientras que su pequeño Daiki era un lindo doncel de 12 años con ojos azules y el cabello azabache un poco largo. Ambos tenían dos personalidades completamente distintas, eran como el agua y el aceite, el sol y la luna, el ying y el yang, el Naruto y el Sasuke... ah, no. Akihiko, el varón, era como ver a Sasuke de pequeño en cuanto a ello, mientras Daiki era idéntico a él.

—Ven acá —Sasuke ayudó a Daiki a levantarse, y éste lo abrazó—. ¿Qué tal la escuela?

—Aburrido —comentó el doncel, haciendo un puchero, y luego suspiró, moviendo sus manos para enfatizar lo dicho a continuación—: No entiendo las matemáticas normales... con números, mucho menos con letras-tteba. 

Sasuke soltó una carcajada y se acercó para besar la frente de su hijo, en eso su princesa apareció, gritando Katsu para asustar a su hermano doncel, quien saltó enseguida. 

Helloooo —Ayame sonrió y luego miró a su papá—. Hola, tochan. ¿Cómo estuvieron los casos?

—Fueron todo un caso —bromeó el mayor, haciendo reír a la rubia, la versión femenina de su único y gran amor.

Ayame, su hija de 10 años tenía los cabellos dorados más suaves y los ojos azules más claros que él pudiese haber visto. Era una chica muy inteligente, estudiosa y alegre, siempre encontraba una forma de gastarles una broma -influencia de Haru y Deidara-, y era el pegamento de sus hermanos mayores.

—Jamás entenderé su humor —comentó apareciendo la última Uchiha, con una sonrisa de medio lado y alzando sus manos hacia el azabache—. Cárgame, papi —exigió.

Hikari, su hija de 7 años, la pelinegra de ojos azules era la luz de toda la familia. Era tan inocente como sabia, siempre tenía algo inteligente que decir y sus ocurrencias eran siempre las mejores. Era muy dada a encontrar la paz entre todos y siempre convencía a todos de hacer lo que quisiera cuando lo quisiera, quizá su único defecto. Sasuke tenía cierta debilidad ante la pequeña Uchiha.

—Mi luz —la cargó y se encaminó hacia la cocina para ayudar a su esposo con la comida. 

Su vida no podía ser más perfecta.

Habían hallado la paz finalmente después de tanto tiempo, y aquello había sido gracias a Naruto. El rubio era un gran estratega, y junto a Sasuke, eran el dúo dinámico más potente jamás visto. Separados eran fantásticos, juntos eran invencibles.

—Vaya, vaya —Naruto se acercó a ellos, con las manos cruzadas sobre su pecho y una sonrisa de medio lado. Sasuke alzó la vista y se levantó, cargando todavía a Hikari en brazos.

Sasuke vivía feliz y contento, y es que pese a que Sarada no fuera su hija realmente había aprendido a quererla como una. Boruto, aunque fuera un error su existencia, seguía siendo el hijo de Naruto y suyo, y el rastro de la mala infancia que tuvo a un lado de los Akatsuki y de Hinata se habían encargado de borrarlo poco a poco. Sora, por otro lado, había encontrado finalmente al padre de la semilla que siempre había anhelado y le había disfrutado como una familia de verdad desde que tenía siete años.

Luego de eso, pudo finalmente apreciar el parto de su hermoso doncel cuando tuvieron a los gemelos Akihiko y Daiki. Aún puede recordar la tensión que sintieron todos cuando un nuevo llanto de bebé se escuchó. Si era cierto que él había esperado estar en el nacimiento de sus hijos, de ambos gemelos, la realidad era que cuando Akihiko nació estuvo ahí, se desmayó y luego volvió a estar consciente. Su presencia en el parto comenzó a volverse una molestia cuando Naruto comenzó a insultarlo por no haber traído a su muñeco -una extraña cosa que hizo cuando nació Sora-, y Tsunade le había regañado por ser así de molesto. A él, no a Naruto, Naruto debía concentrarse en lo suyo. Por eso, habían preferido que esperara afuera y sus nervios estaban absolutamente crispados.

Había sido toda una experiencia, debe admitir.

Pudo también apreciar lo lindo que se veía Naruto con su barriguita, con sus hormonas alteradas, los pies hinchados y la piel suave... Era perfecto. Luego de aquello, cuando tuvieron a Ayame, se habían sentido más preparados para la ocasión. Naruto había tenido el apoyo entero de Sasuke y cuando la pequeña rubia de ojos azules había nacido, fue como dar a luz. Un sol.

Es muy mona-ttebayo —mencionó Naruto apenas tuvieron a la pequeña en brazos. Sasuke le observó con una sonrisa y asintió, besándolo. 

Te amo, Naruto —murmuró y luego miró a la bebé que estiró una mano—, a ti también, Ayame.

Por último, el nacimiento de Hikari, había sido un parto en casa realizado nuevamente por Tsunade, Mikoto y Sasuke (éste solo había dicho palabras de aliento). La niña era una linda pelinegra de ojos azules con una ternura impresionante que de inmediato se había robado el corazón de su padre varón. Ella era más como una linda y tierna estrella.


—Estoy celoso-tteba.

—No te pongas celoso de una niña —dijo Sasuke, mirando a su esposo con una sonrisa. Sasuke dejó a Hikari en el suelo y abrazó al rubio—. Sólo piensa que cuando ellos se vayan... Seremos tú y yo, sólos, de nuevo.

—Sasuke-baka. 

—Vamos a comer, mi vida —afirmó y caminó hacia la cocina de nuevo, Naruto soltó una risa y asintió, siguiéndolo—. Eh, Sara. ¿Cómo ha estado Takeshi?

La pelinegra que estaba sirviendo la comida levantó la mirada hacia su padre y sonrió.

—Está muy bien, estudiando como siempre —sonrió, acomodándose las gafas—, ya sabes cómo es la medicina. Nunca se deja de aprender. 

—Eso es verdad —corroboró. 

—Por eso no estudiaré medicina-datte —comentó Sora con una sonrisa burlona, mientras se robaba un Menma (Bambú) del ramen.

—¡Oi! —se quejó Daiki, mientras golpeaba la pierna de su hermano mayor—. No comas todavía. ¡Papá, Sora comió primero!

—Oh-oh —Sora sonrió.

—Parece que serás tú quien haga la oración hoy, hijo —comentó Sasuke con una risa, mientras acariciaba la cabeza de Sora. 

—¡Papá! Ya no soy un niño, deja de hacer eso-datte.

—¿Qué dices? Es obvio que todavía eres un niño, estúpido hermano menor —Sarada le dio un poke en la frente a Sora, quien infló los cachetes.

Sasuke y Naruto se miraron. 

—Bah, eso dices tú. Tonta hermana mayor, pero que ya no vivas aquí no quiere decir que seas mejor que yo-tteba —Sora le sacó la lengua.

Y se sonrieron. 

Definitivamente estamos en casa.



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