Epílogo; El esposo de un abogado.
—Sasu, despierta.
—¿Hm? ¿Gaa-chan? —Sasuke parpadeó brevemente, pero sin abrir del todo los ojos—. Oh, Gaa-chan, tuve una terrible pesadilla donde estabamos casados con otras personas con las que teníamos hijos y me decías que habían secuestrado al hijo que ten-. Bah... ¿No es una locura?
—Sasuke...
—¿Hm? Tengo sueño, por favor cierra la luz —un azabache adormilado se dio la vuelta en son de ignorar lo que sucedía. Por otro lado, el pelirrojo que intentaba despertarlo inspiró fuertemente antes de contar hasta diez para no botarlo de la camilla.
—Sasuke —insistió.
Gaara no obtuvo respuesta y lo pellizcó fuertemente, consiguiendo que el azabache soltara un quejido y se levantara por instinto. Aun así, el Uchiha no abrió los ojos hasta un rato después de bostezar, y lo miró adormecido y claramente confundido, al punto en que puso su mano sobre la mejilla del pelirrojo. Al cabo de un rato abrió grande los ojos.
—¡Hiro! ¿Dónde está? —volteó a mirar a todas partes—. ¡Mi hijo! —chilló aterrado al notar que no había sido una pesadilla. Gaara lo sostuvo entonces de los hombros, antes de golpearlo en la cabeza con la palma—. ¡Ah! ¿Estás loco? ¿Por qué me golpeas?
—Eres un idiota —se quejó Gaara.
Suigetsu rió, haciéndose finalmente presente en el despacho de la oficina de Sasuke.
—Serás idiotas —comentó el albino con una sonrisa—, descuida Sasuke, lo encontraremos, estará bien. Kaguya no se atreverá a dañar a tu bebé. Lo necesita con vida.
—¿Debería darme consuelo eso? —Arqueó una ceja, mientras aceptaba el hielo que le extendía el albino, le dolía la cabeza así que se la puso en la zona que le dolía—. ¿Me dejaron caer, no?
—Claro, ¿esperabas que estos cuarenta kilos pudieran con tus ochenta? —se quejó Gaara—. Apura a pensar en un plan para traer a Hiro de regreso que no involucre que las personas se den cuenta de su existencia o nos jalarán las pelotas.
Sasuke lo miró en silencio.
—Más a ti que a mí —alzó los hombros y miró a Suigetsu—. ¿Dónde está Juugo?
—Está encargándose de limpiar el desastre que dejó Sasuke con su renuncia a la firma —comentó, mientras le daba una mirada de reproche a su mejor amigo, quien solo fingió no saber de qué hablaba.
Gaara lo miró.
—¿Renunciaste?
—Sí.
—Creí que ser abogado era lo que amabas.
—Amo mucho más a mi familia —aclaró, mientras suspiraba—, es necesario hacer esto, además no es como si hubiera dejado mi trabajo del todo. Solo que ya no ejerceré como abogado, la firma sigue siendo mi patrimonio.
Gaara rodó los ojos.
—¿Qué hay de las empresas de tu padre y la tuya?
—Son autosustentables por el momento, no tengo problema con ello —comentó con una sonrisa torcida y luego miró a Suigetsu—. Llama a Naruto e ínformale que no iré a cenar. Gaara y yo tenemos una cena de negocios esta noche —miró a Gaara—. Hablaremos del tema ahí.
El pelirrojo no dijo nada más y asintió, mientras se retiraba. Suigetsu lo observó marcharse y se giró a ver a Sasuke con los brazos cruzados. Lo conocía desde que eran muy jóvenes y sabía que algo andaba mal, aunque no le gustaba inmiscuirse pues generalmente los problemas Uchiha involucraban mucho dolor de cabeza y a veces hasta muertes violentas, aun así, era su mejor amigo y su intención siempre fue ayudarlo, así como se mantuvo leal a pesar de todo.
—¿Estás bien? —preguntó, mientras le daba un sorbo a su bebida.
Sasuke asintió y dejó el hielo sobre su cabeza de nuevo.
—Las autoridades no van a molestarse en ayudarme, debo conseguir traerlo a casa solo.
—Ey, no digas eso —el albino se acercó y puso su mano sobre el hombro del Uchiha—, sabes que Juugo y yo estaremos ahí para ayudarte a patear a traseros siempre. Incluso Karin te apoyará.
—No quiero involucrarlos más —confesó Sasuke—, además... Naruto.
—Bro, deberías hablar con él. Es tu esposo, va a entenderlo.
—¿Tú crees? —lo miró en silencio—. ¿Qué diría Karin si fueras tú en mi caso?
—Me echaría de la casa —sonrió—, pero Naruto no es como Karin. Ahora imagina que hubiera sido Itachi, uh, a ese sí que lo castraban.
Sasuke rió al imaginarse a su cuñado endemoniado y luego sacudió la cabeza.
Aterrador.
—Tienes razón.
Suigetsu asintió.
—Ya ves, así que... ¿A dónde, capitán?
Sasuke bajó la cabeza.
—Kaguya querrá que vaya solo, solo los necesitaré si algo sale mal y por favor, cuida de mis hijos.
—¿Estás loco? ¡Son demasiados! —Se quejó, ganándose una mirada gélida de su mejor amigo, sonrió—. Por supuesto que los cuidaremos, Sasuke. No solo yo, sabes que todo Hebi/Taka y los Sabaku No darían su vida por nuestra familia.
Sasuke asintió con una pequeña sonrisa.
Es que solo habían ganado batallas, pero era hora de ganar la guerra.
—¿No es demasiado arriesgado, Kaguya-sama?
—Es sólo Sasuke —la peliblanca miró en silencio el jardín—. No vendrá con nadie si sabe que puedo poner en peligro a su hijo, especialmente porque su esposo no le alegrará saber de él. Lo tengo justo donde lo quiero, por fin.
—¿Cómo puede estar tan segura? —Hanzo la miró confundido.
—Sasuke Uchiha es un ser bastante predecible si lo piensas —le miró de reojo—, se rige por el principio de la familia.
—¿Qué hay de Sora Uchiha? Era su crío y aun así —arqueó una ceja.
—Es diferente, Sora nunca estuvo realmente en nuestro poder —comentó, chasqueando la lengua. Aquel había sido un gran desperdicio de tiempo—, por eso, el Uchiha no arriesgaría al resto de su familia para atacarnos... Y ahí es donde entras tú —lo señaló con una sonrisa malévola.
Él sonrió de lado.
—¿Quiere que me encargue de su familia, Kaguya-sama?
—No —negó—, quiero al esposo del abogado. Sólo a su esposo. ¿Entendido?
El hombre salamandra asintió y ambos volvieron la vista al jardín de la Otsutsuki con una pequeña sonrisa de satisfacción. Sabían que se avecinaba una tormenta pero esta vez la sortearían con éxito.
Pronto, la verdadera guerra por el poder comenzaría.
—¿Estás bien? —Kakashi se sentó a un lado de su esposo, tendiéndole un vaso con agua. El castaño de cabello largo asintió y le recibió el vaso antes de darle un sorbo—. Mi ahijado no es muy bueno dando noticias, eh.
—¿Cuándo lo ha sido? —rió un poco el castaño y luego suspiró, mirando al peliplata—. ¿Crees que realmente podamos protegerlos?
Kakashi sonrió y acarició el cabello de su esposo.
—Claro que sí, son nuestra familia, haremos lo que sea por protegerlos. ¿O estas cicatrices en nuestras caras dicen lo contrario? —le expresó con un tono juguetón. Era cierto, así como Iruka se había hecho aquella cicatriz cuidando de Naruto, Kakashi había obtenido la suya en una misión con Sasuke—. Estaremos bien, amor.
—Vendrán por él —susurró.
Kakashi asintió y lo abrazó.
—Estaremos preparados.
—¿Y si Sasuke no lo logra, Kakashi? Habrá arriesgado todo por nada.
—Hiro es su hijo y lo ama a pesar de las circunstancias. No puedes desestimar el amor de un padre —dibujó círculos imaginarios sobre su espalda con la yema de sus dedos—, lo sabes bien.
Iruka suspiró.
—Si lastiman a Naruto, no se lo perdonaré jamás.
—Sé que no —lo besó sobre la frente y cerró los ojos, manteniéndolos presionados—. Y yo tampoco. No te preocupes, Sasuke sabe lo que perderá, así que no lo hará. Confío en él.
Iruka asintió y se dejó mimar del mayor.
—Parece que ha comenzado —Kushina se sentó en el comedor luego de poner los platos en la mesa, y se volteó a ver a su marido algo confundido—. Sasuke quería hablar el otro día, ¿lo recuerdas? Ha abandonado la firma oficialmente, ha cedido su gerencia a nuestro querido Natsuki.
—Vaya, debo llamar a felicitarle entonces —fingió una sonrisa, sentándose en el lugar donde almorzarían y miró de reojo a su esposo, este no apartaba la mirada de su periódico—. ¿Ha dicho algo más?
—Va a irse de viaje de negocios —Minato alzó las cejas, fingiendo haber leído algo que le interesó en el papel grisáceo—, claro que tú y yo sabemos que significa eso muy bien. Será peligroso.
—No vamos a entrometernos —le recordó Kushina—, las cosas que suceden entre pareja se arreglan en pareja-ttebane. ¿Acaso Jiraiya-san y Tsuna se metían en nuestras cosas?
—En realidad, sí —respondió con gracia.
Kushina sonrió.
—Tienes razón, esos dos no nos dejaban tomar una sola decisión solos —se rió y ambos sonrieron con nostalgia. Los extrañaban, a ambos—, pero éramos solo dos jóvenes jugando a la casa. Los comprendo ahora, sólo quisieron lo mejor para nosotros —Minato estaba de acuerdo—, ellos habrían querido que dejáramos que todo este asunto los resolvieran solos.
—¿Y si no lo hacen?
—Bueno... Naruto y los niños se mudarán con nosotros. ¡Hmp! —Afirmó segura.
Minato sonrió.
No le llevaría la contraria a su esposa.
Sólo esperaba que Sasuke jugara bien sus cartas.
—Nee, pásame la sal-ttebayo.
—Por favor.
—Gracias —le respondió el rubio al reproche de su hijo menor, quien suspiró y le entregó el salero. Sarada, que estaba a un lado del rubio, cargando a su pequeña hija Reiko, miró a su papá con una sonrisa. Era agradable estar en casa, aunque sentía que algo no andaba bien.
—Es muy díficil-ttebayo —se quejó el rubio al cabo de un rato cuando todos terminaron de comer y los niños se retiraron, se giró para ver a su hija mayor y su nieta con una sonrisa—. Menos mal no te casaste con un abogado-ttebayo.
—Es médico, papá.
—Cierto, es peor —se quejó, haciendo un puchero que hizo reír a la pelinegra—. Ah, como me gustaría volver al tiempo en que tu padre no era un abogad- No, creo que mejor no.
—¿Hm?
—Pasaron muchas cosas en ese tiempo de las que no me gusta acordarme-ttebayo, pero amaría que su trabajo fuera un poco más... tranquilo —Naruto suspiró—, bueno, siendo un Uchiha aunque hubiera elegido ser solo un hotelero como tu tío... Sería demasiado peligroso-tteba.
—Es verdad —sonrió de lado—, tienen tantos enemigos.
—Sí.
Hubo un silencio tenso hasta que Naruto suspiró y negó con la cabeza.
—No siempre fue así nuestra vida, cuando éramos pequeños vivíamos tranquilos, cuando Fugaku estaba vivo, él... él mantenía a raya a todos —sonrió triste—. Lo extraño mucho, sé que tu padre también y papá, y Mikoto, y... todos —se rascó la mejilla. Sarada asintió.
—Era un gran abuelo —dijo—, aun cuando dudaran que yo era una Uchiha siempre me apoyó y me quiso mucho. Yo lo quise mucho también —bajó su mirada cristalizada hacia Reiko—. Me hubiera gustado que viera a su bisnieta.
—Habría llorado —rió Naruto.
—Así que sí, es extraño.
—¿El qué? —Naruto la miró intrigado.
—No solemos hablar de él o de tus abuelos...
Naruto sonrió con melancolía al recordar al viejo pervertido y a la vieja borracha.
—Es verdad-ttebayo, supongo que... cuando se fueron, decidimos mutuamente tu padre y yo que no tocaríamos el tema hasta que sanáramos del todo —sus ojos se aguaron—, supongo que nunca te recuperas de la muerte de un ser querido.
—Recordé a Shisui-san —sonrió de lado—, él me salvó muchas veces de Sakura. Es una época que... mantuve todo este tiempo recluida en mí, hasta que Takeshi me apoyó para dejarla ir. A veces, papá, la mejor forma de sanar algo es dejándolo ser.
Naruto la miró en silencio un rato y asintió con una sonrisa, secándose las lágrimas con los dedos.
—Tienes razón-ttebayo.
Tocaron a la puerta y ambos se separaron del abrazo que se dieron. Claramente, Naruto decidió que él abriría, y así mismo se apartó para ir a hacerlo. Aunque no quisiera, tenía miedo cada vez que lo hacía. Nunca sabía que lo recibiría al otro lado de la puerta.
—Kurama —Naruto abrió los ojos sorprendido al abrir la puerta.
El pelirrojo solo meneó la cabeza.
—¿Quieres ir a cenar? Oí de algo interesante que te gustara ver, un... espectáculo —dijo rápidamente—, supongo que hoy sí podrás acompañarme —arqueó la ceja—. Tengo... temas que tratar contigo que involucran a tu familia directamente. Quizá te convenga escucharme.
—¿Qué sucede? —Naruto frunció el ceño.
—Alístate, pasaré por ti en media hora —afirmó.
Naruto parpadeó pero luego endureció la mirada. Si involucraba a su familia era algo serio.
Había que dejarlo ser para sanar.
—Te ves tenso.
—¿Sí? —Shikadai miró a Sora y luego volvió la vista al cielo, estaban en su lugar secreto no tan secreto, viendo las nubes y simplemente disfrutando de la compañía. O intentando, de parte de Shikadai, pues los problemas seguían apareciendo una y otra vez en su cabeza.
—¿Es por la mudanza?
—No.
—Oh —Sora lo miró—, ¿entonces?
Shikadai cerró los ojos.
—Tengo sueño —comentó con tono flojo. No era raro de él, después de todo era un Nara, ¿no? Así como Shikamaru tenía sus lapsos de genio pero los desperdiciaba durmiendo o cosas así, él también había adoptado esa manía muy poco propia para alguien con el linaje que llevaba también.
—Hm... ¿seguro que no es nada más? En serio te ves tenso, incluso tu tono de voz de pereza se escucha como si me estuvieras mintiendo —mencionó Sora. Sí, era muy observador, lo había aprendido cuando estaba con Haku. Oh... Haku, pensó con tristeza y suspiró, captando la atención de su novio y mejor amigo—. Estaba embarazado —recordó con una pequeña sonrisa.
Shikadai ladeó la cabeza y se levantó para quedar frente a frente ya que el Uchiha menor estaba sentado en posición mariposa a su lado mientras él estaba recostado de lleno sobre el suelo.
—¿Quieres hablar de eso ahora? —preguntó, no sabiendo como tantear el terreno inestable.
Sora solo asintió.
—¿Hablas de... Haku, no?
Volvió a asentir.
—Supongo que... en el cielo, él y su pareja están felices con sus hijos —afirmó, mientras le acariciaba la espalda—. Sólo imagina que... estarán juntos para siempre, ya ni la muerte va a poder separarlos.
—Sí —trató de sonreír—, me hubiera gustado que él me dijera te lo dije cuando me volví tu novio. Él sabía que tú —se sonrojó al recordar las millones de veces en que Haku había repetido aquello y él había negado lo innegable—, y yo... bueno, esto —se señaló y luego a su novio.
Shikadai sonrió.
—Bueno, tenía razón y supongo que está feliz porque finalmente vinieras a mí —lo besó levemente—, como yo. Estuve esperando por ti mucho tiempo.
—Lamento haberte hecho esperar-datte.
—Valió la pena cada detestable segundo —aseguró, volviéndolo a besar.
Porque por ti esperaría mil años más.
—Se siente pesado el día...
—Parece que se avecina una tormenta —comentó Gin, mientras caminaba de la mano de su novio por las calles de Japón. El rubio lo miró de reojo, confundido, el sol estaba en pleno apogeo y no parecía siquiera que pudiera ocurecerse pronto—. Hoy se cumple un año desde que perdí a mi esposo —soltó entonces, mientras suspiraba.
Bolt lo miró sorprendido.
—Gin...
—Descuida —sonrió brevemente—, es... difícil, pero estoy bien. Te tengo a mi lado, es lo que importa.
Bolt tomó su mano fuerte y asintió.
—Puedes contar conmigo-ttebasa. No voy a dejarte —aseguró con una pequeña sonrisa.
Gin quiso creerle, de verdad, pero no podía.Muy en el fondo de sí, aunque supiera lo que conllevaba, esperaba que su hermano menor Sasuke y el padre de su actual novio diera la vida por ellos. Sabía que estaba mal, que a su novio le dolería perderlo e incluso a él podría dolerle, pero una parte de él sabía bien que nada de eso hubiera pasado si Sasuke no hubiera nacido.
Apretó la mandíbula. Aún recordaba el suceso que desató su existencia.
—¿Crees que vendan pan en la otra esquina? No sé que sea pero se me ha antojado —murmuró Gin entonces, tratando de desviar la atención de su novio a algo más, y la suya misma. No podía evitar pensar en aquellas cosas que habían tenido que sufrir en su familia por culpa de la existencia del menor... Aun así, si miraba a Bolt, podía soportar un poco más su presencia.
Aunque muy en el fondo, si pensaba en Takahiro o incluso en Gaara, le hervía la sangre.
—Bueno, ¿por qué no lo averiguamos? —Bolt sonrió.
Con esa sonrisa que desaparecía todos sus males.
—Nee, Bolt.
—¿Sí? —El rubio se detuvo a media caminata y Gin lo miró un momento en silencio, con una pequeña sonrisa.
—¿Me amas? —le tembló la voz, aunque quiso que no fuera así. Sus ojos se cristalizaron.
Bolt observó con sorpresa a su pareja y entonces sonrió, mientras acunaba su rostro entre sus manos. ¿Qué si lo amaba? ¡Por Dios, eso era poco para lo que sentía para él! Era su mundo.
—Te amo-ttebasa.
—¡Gin!
Al ser llamado, Gin se volteó a ver, dejando caer suelta la mano de su novio mientras su rostro se tornaba más pálido de lo que ya resultaba ser y un vacío se instalaba en su estomágo.
—Shi....
Bolt volteó a ver el rubio con asombro.
—Vaya, es un restaurante lujoso-ttebayo.
Kurama miró de reojo a su acompañante. Naruto lucía indudablemente despampanante, quizá era la primera vez que lucía como el esposo de un abogado, un lindo esmoquin de satín azul claro y brillante, justo para la ocasión. Sonrió, sería la sensación del bloque con aquel rubio de su lado.
—¿Qué? ¿Acaso tu aburrido esposo no te trae a restaurantes como este? —Arqueó una ceja.
—Siempre aprovechas lo que digo para burlarte de él —Naruto le dedicó una mirada rápida, estaba asombrado por la arquitectura del lugar, todo era tan pulcro y lujoso—. Y sí lo hace-ttebayo, aunque no suele durar mucho.
—¿Por qué? —Le extendió el brazo a su acompañante cuando ingresaron y éste lo tomó.
—A Sasuke le gusta comprar los restaurantes cuando le gustan demasiado —dijo—, este es suyo. Ha mejorado muchisimo, debo admitir que desde que lo compró... Ha cambiado.
Kurama casi se ahogó cuando lo oyó decir eso y lo miró aterrorizado. Naruto sonrió.
—Deberías haberlo visto en un principio —comentó, admirando la decoración tan tipíca del gusto de su esposo. Para ser un abogado, era un fanático de los restaurantes clásicos—. Oh, mira, es Gaara-ttebayo —anunció, cuando reconoció la cabellera roja de su amigo.
—Oh, vaya —Kurama fingió estar sorprendido—. ¿Quién diría que él vendría a un lugar así?
—No subestimes la fortuna de Gaara-ttebayo, en realidad, es muy rico —afirmó Naruto, con una sonrisa tranquila—. Muy bien, dijiste que teníamos una reservación, vamos.
—Como el lindo desee —afirmó Kurama, y ambos se acercaron a la recepción—. Uzumaki.
—Adelante, señor —el mesero les entregó la carta y los guió hacia la mesa, casualmente, cerca de donde se encontraba Gaara, al menos lo suficiente para que pudiera verlo a él y a su acompañante pero no como para escucharlos—. ¿Desean ordenar algo?
—Yo quiero fetuccini alfredo y vino blanco, Chardonnay de preferencia —replicó Naruto inmediatamente, sin necesidad de ver la carta. Claro, su esposo era dueño. ¿Por qué tendría que hacerlo? Amaba ese restaurante tanto como el abogado y su hijo Sora los había obligado a ir ahí casi todos sus cumpleaños hasta el punto en que Sasuke había decidido comprarlo, aun así, habían dejado de ir y casi no podía reconocerlo, la carta no había cambiado. El mesero apuntó.
—¿El señor desea algo diferente?
—No —Kurama estaba perplejo—, lo mismo que el señorito, por favor.
El mesero asintió y se alejó de ellos.
—Pareces nervioso —Naruto apuntó a Kurama.
—¿Sí? Es que... vi algo y no quiero decirte —comentó entonces.
—¿Ah? ¿Qué viste-ttebayo?
—Bueno... A tu esposo —Kurama carraspeó y le señaló hacia la mesa donde se podía ver al gran Sasuke Uchiha sentado frente a Gaara Sabaku No teniendo una cena que se veía muy amigable. Naruto abandonó la sonrisa que tenía y giró la vista hacia donde el pelirrojo que le acompañaba le señalaba hacia el lugar donde estaba Gaara, corroborando entonces lo que decía.
Justo cuando Sasuke acariciaba la mejilla del menor, Naruto frunció el ceño.
—Parece que aún se llevan muy bien —comentó con cizaña.
Naruto lo miró.
—¿A quién elegirás, Naruto? —Kurama miró a Sasuke de reojo—. ¿Al Uchiha?
Naruto miró a su esposo y luego al pelirrojo.
Confundido.
—¿Sabes qué no tienes que hacer eso siempre, no? —Gaara apartó malhumorado la mano del Uchiha mientras el mayor asentía y suspiraba—. Ya estoy grande, Sasuke, no me veas como un niño.
—No puedo evitar sentir empatía si veo un doncel sufriendo, lo sabes.
—No pensaste lo mismo cuando me dejaste ir —comentó, viéndole fríamente, mientras se terminaba de limpiar las lágrimas, cosa que el Uchiha había intentado hacer anteriormente. ¿Por qué lloraba? Era díficil para él todo lo que estaba sucediendo, especialmente luego de que Sasuke le explicara lo que quería hacer. Le había dolido el corazón.
—Gaara, hablamos de esto.
—¿Lo dejarás ir a él también?
—He vivido una buena vida —afirmó Sasuke, con una sonrisa triste—. Y Naruto... se ha encargado muy bien de ser reconocido como algo más que un simple esposo de un abogado. ¿Sabes?
—No eres cualquier abogado y lo sabes.
Sasuke sonrió de lado.
—Ni con todo mi dinero pude proteger a mi familia, Gaara. ¿Qué esperas de mí?
—Que luches por él, como no luchaste por nadie más —respondió con seriedad—. Es mi amigo, Sasuke. Lo quiero mucho aunque las cosas... sabes a que me refiero.
Sasuke asintió.
—Estaré bien —afirmó el Uchiha—, volveré a casa.
—¿Y si no lo haces?
—Deberás prometer que recuperarán a mi hijo y lo llevaréis con su madre.
Sasuke sonrió con tristeza y Gaara rompió en un llanto silencioso, de nuevo.
Y es que... no creía volver con vida.
—Parece que ya se van —comentó Kurama, al notar como Sasuke apartaba la silla y arropaba al pelirrojo con su chaqueta—. Wow, el señor Uchiha realmente es un hombre caballeroso. ¿Abrazarlo luego de ponerle su chaqueta también cuenta? —comentó, mirando de reojo a Naruto—. Por otro lado...
Naruto parpadeó y lo miró.
—Naru, Naru, Naru —Kurama chasqueó la lengua y negó con la cabeza—. ¿Me engañas también?
—¿De qué hablas-ttebayo? No engaño a nadie —frunció el ceño.
Kurama rió y le mostró la carpeta con las fotografías.
—Shikamaru Nara, 46 años, policía del FBI —comentó, lanzando otra fotografía—, casado con Temari Nara y con dos hijos, Shikadai y Meiko Nara. ¿Querías completar la familia? Siete no son suficiente, ¿por qué no nueve?
—No es...
—No pretendas engañarme —comentó Kurama—, lo sé todo, incluyendo que tu querido Sora lo ve como su padre. ¿Podrías asegurarme que no es suyo? ¿Sabías que Shikadai tiene sangre Uchiha? Yo no lo sabía hasta que un pajarito me lo contó —agregó—. ¿No es muy sospechoso? Ambos estabais separados para la fecha. ¿O me equívoco? Y ahora... Shikamaru no pasa mucho tiempo en casa, tú has decidido trabajar fuera de casa por primera vez en años.
—No podía por los niñ-
—No vengas con cuentos, Naruto —Kurama le vio fijamente—. Tienes una sola oportunidad. No soy yo quien tomó estas fotos, pero puedo asegurarme de que la persona que las tiene en su poder las desaparezca.
Naruto rechinó los dientes.
—Dime un nombre.
—Isaka Uzumaki —comentó.
Naruto le vio impresionado.
Era que el karma realmente lo detestaba.
—Ey —Lee saludó con una sonrisa—. ¿Cómo ha estado todo?
—Ha salido mal —Sasuke se disculpó mientras le miraba—, Gaara está un poco sensible, por favor, cuídalo mucho. Lamento no poder quedarme a hablar contigo un rato pero creo que lo mejor es que lo lleves a casa.
Rock Lee volteó a ver a su esposo y asintió.
—¿Es tu saco?
—Deja que lo conserve, y dile a la próxima que use un traje más caliente —afirmó Sasuke con una sonrisa made in Uchiha, que hizo que Rock Lee negara con la cabeza—. Adiós, Lee.
—Adiós, Uchiha —se despidió luego de dejar a su esposo en el puesto de copiloto de su auto y rodearlo para ingresar también. Arrancó entonces el motor en silencio y miró de reojo a su esposo—. ¿Estás bien?
—Lee, ¿tú me dejarías?
—¿Qu-?
—Si tuvieras que elegir entre nuestros hijos y yo, ¿tú me dejarías? —preguntó, con la voz rota.
Lee abrió los ojos y le miró sorprendido. ¿Qué? ¿Estaba loco?
—¿Qué? —balbuceó—, ¿Estás loco?
—Sé que es una estupi-
—¡No! No es eso a lo que me refiero, lo siento —se disculpó enseguida. Sasuke se lo había advertido, que su esposo estaba sensible, pero era tan extraño verle así que no podía pensar bien y lo suficientemente rápido—, es sólo que... Cariño, si me pusieran a elegir alguna vez entre nuestros hijos y tú... Preferiría morir yo antes de dejarlos.
La respuesta que no quería oír, Gaara comenzó a llorar y se cubrió la boca con las manos, dejando más confundido a su esposo de lo normal. ¿No le había gustado su respuesta? ¿Qué quería que le dijera? ¿Qué lo elegiría a él sobre sus hijos? Inhumano. ¿Qué elegiría a sus hijos sobre él? Impensable. No podría vivir sin ellos, preferiría morir primero.
—¿Cariño? —Lee no supo qué decir al verlo llorar—. ¿Es-estás bien? ¿Por qué lloras?
—¿No podías haber dicho algo más tú?
—¿Más yo?
—Sí, algo como, yo los escogería a los tres o algo así —balbuceó entre llantos.
Lee recordó entonces la primera vez que él habló con Gaara al respecto a un tema parecido. Gaara había cuestionado su amor diciéndole que si tuviera que elegir entre sus futuros hijos y él, claramente su respuesta había sido: Yo no permitiría que nadie los dañara, si estuvieran pendiendo de un puente, los salvaría a todos sin pensar en nada más. Supo entonces que su esposo habría querido su respuesta de nuevo y quiso golpearse la cara.
—Los salvaría a todos sin pensar en nada más —aseguró.
Gaara levantó sus ojos lacrimosos.
—¿Te sacrificarías?
—Por supuesto que sí, así como tú lo harías por tus hijos, cerecita —afirmó—. Es lo que significa ser padre.
Si era así, Sasuke había sido un excelente padre.
—He vuelto —Sasuke entró en la habitación matrimonial con una pequeña sonrisa mientras se quitaba la corbata. Naruto se volteó a verlo entonces con una mirada vacía y pensativo—. ¿Qué pasa? ¿No estás feliz de verme, solecito?
—Sasuke, hay algo que tengo que decirte —Sasuke se tensó enseguida ante su tono de voz.
—Um, no suena bien. Dime, ¿qué sucede? —se acercó a su esposo y se sentó a un lado de él en la cama de ambos, mientras le miraba fijamente a aquellos hermosos ojos azules—. Dime, Naruto.
—¿Recuerdas cuando me dijiste que... Temari y tú...?
Sasuke frunció el ceño.
—Bueno, Shikamaru y y-
—Basta —lo detuvo, mientras ponía su mano en el rostro del rubio—. ¿Dónde estuviste hoy? Te ves muy tenso. ¿Quieres que te haga un masaje? Ven aquí, mi amor, no pienses en estupideces —susurró, dándole un beso suave en los labios y luego mirándolo a los ojos—. Anda, ven conmigo.
—¿A dónde me llevas, Sasuke?
—¿A dónde más me llevaría al lindo esposo de un ex abogado? —preguntó con una sonrisa, mientras se levantaba y cargaba al rubio como si fuera una princesa—. Vamos a la tina un rato.
—Sasuke, en serio tengo que habla-
—Cállate —pidió Sasuke, mientras entraba en el baño con él en brazos. Naruto cerró los ojos y se dejó hacer, su esposo lo dejó sobre la tapa del inodoro mientras comenzó a preparar la tina y Naruto se dedicaba a mirarlo en silencio—. ¿No es gracioso? —comentó entre risas—. Podría ser la última vez que hagamos esto, Naru, y tú quieres hablar de Shikamaru.
Naruto se tensó.
—Sasuke... No lo entiendes, yo-
—Claro que no lo entiendo, porque al parecer yo nunca entiendo nada —comentó—. La tina está lista, entra conmigo.
Sasuke se sacó la ropa y prosiguió a ayudarlo con la suya antes de cargarlo. Su piel se volvió de gallina cuando entró en contacto con la piel desnuda de Sasuke, incrementando cuando ambos entraron en el agua de la tina.
—Ya tuvimos esta conversación antes —Naruto estaba tenso—, justo aquí en la tina, donde te parece justo hablar de nuestros problemas matrimoniales antes de joderme con t-
—No pienso tocarte.
Naruto soltó un bufido.
Una sonrisa de molestia se instaló en el rostro del azabache y apegó la espalda desnuda del rubio hacia su pecho, mientras mordía su oreja, haciendo que el rubio respingara ante el dolor.
—Mentiste.
—Sí, lo hice.
—Dijiste que no lo harías —murmuró Naruto.
—Es verdad.
—¿Por qué, Sasuke? —Naruto se rompió.
Sasuke soltó un gruñido y lo apegó más cuando vio que intentó moverse para girarse.
—¿Por qué crees? Naruto, yo te amo. Mucho más que a nada en mi vida, mucho más que a mi propia vida. Amo a nuestros hijos el doble de lo que te amo y debo proteger a mi familia.
Naruto se tensó en sus brazos.
—A toda tu familia-ttebayo.
—Así es —afirmó Sasuke.
Naruto bajó las orbes azules al agua transparente donde podía ver las piernas de Sasuke rodeando su cuerpo desnudo. ¿Era verdad lo que le estaba diciendo?
—Naruto —Sasuke descendió su tono de voz y luego movió sus labios de la oreja al cuello del rubio, con lentitud y dejando leves roces hasta sus hombros, justo como aquella vez—. Te amo. Te amo. Te amo —se detuvo en el borde de su hombro izquierdo y recorrió el mismo camino que hizo hacia su nuca, igual que la ocasión anterior—, te amo —suspiró, inhalando en silencio el olor de su cabello—, te amo —volvió a bajar por su cuello y a su hombro derecho—. ¿Cuántas pruebas más quieres? ¿No son suficientes mis cicatrices para ti?
Naruto cerró los ojos, como lo detestaba.
—Dime, Naru.
—Sasuke, yo...
Sasuke se tensó, temeroso de que él volviera a responder como aquella vez, pero Naruto no se movió, solo se quedó ahí... y se rompió, justo como quería, en sus brazos. Comenzó a llorar desconsolado mientras él lo abrazaba con fuerza y le repetía lo mucho que lo amaba, lo mucho que lo adoraba, lo mucho que quería protegerlo hasta el final de sus días.
Incluso si ese día estaba a la vuelta de la esquina.
—Te amo-ttebayo —Naruto rodó sobre la cama y se abrazó al torso todavía desnudo de su esposo, mientras sonreía brevemente. El Uchiha, exhausto, le miró de reojo con una pequeña sonrisa, la cual besó enseguida el rubio, haciendo gruñir al más grande.
—Naruto —advirtió.
El rubio soltó una risita y besó el mentón de su esposo juguetón.
—Nee, Sasuke.
—¿Hm?
—Te vi hoy en la cena.
—¿Ah? —Sasuke le vio confundido y entonces un breve recuerdo de donde cenó, lo hizo mirar al rubio—. ¿La cena de negocios con Gaara? —Naruto asintió—. ¿Cómo me viste?
De repente, Naruto se removió incómodo y suspiró.
—Kurama me pidió que lo acompañara.
—Naruto...
—Sé que no te agrada y lo entiendo, siempre ha buscado separarme de ti, pero estoy aquí.
—Dobe.
—¡Teme! Es verdad —rodó los ojos—, ¿qué pasa con Gaara-ttebayo?
Sasuke suspiró.
—Se enteró de mi renuncia a la firma de abogados Uchiha y quiso que discutiéramos ciertos puntos al respecto de los negocios en los que invertimos —comentó con seriedad—, también hablamos de otras cosas como nuestras familias y eso.
—Siento que me ocultas algo —murmuró el rubio, haciendo un puchero.
Sasuke acarició las hebras doradas del menor.
—No te preocupes por estas cosas, Naru —le dijo—. No te oculto mucho.
—Eso no ayuda-ttebayo.
Sasuke asintió.
—Lo sé —lo besó levemente—, sólo piensa que cuando vuelva del viaje que haré, te lo diré todo.
Aunque tenía miedo si no volvía.
.
.
.
-Una semana más tarde-
—Kaguya-samma.
—¿Sí? —La peliblanca se giró a ver a Roseone con curiosidad.
—El señor Uchiha desea verla —comentó con una sonrisa de medio lado—. ¿Le digo que pase?
—Por supuesto que sí, cariño —afirmó ella, con una gran sonrisa.
Al parecer, finalmente su plan había funcionado y el Uchiha finalmente había vuelto a ella. Roseone enseguida dio una señal y el azabache entró en el lugar con una mirada tranquila, un gran traje de abogado y las manos en los bolsillos de su gabán.
—Uchiha, querido.
—Kaguya.
—Finalmente te tengo frente a mí —la peliblanca sonrió—. ¿Vas a rogarme por tu hijo?
Sasuke solo la miró en silencio.
—Naruto Namikaze... Un placer verte por fin.
—Uchiha —murmuró el rubio, mientras miraba con molestia al hombre—, soy Naruto Uchiha, el esposo de un abogado y el orgulloso padre de siete niños-ttebayo. Tenme más respeto.
Hanzo sonrió de lado.
—Una lástima que el abogado no este aquí para defenderte —se burló el hombre salamandra.
Naruto solo lo observó con cautela.
Así era como una etapa terminaba.
—Bienvenido a casa.
—Bienvenido a casa —Sora sonrió, mientras ingresaron en el departamento por primera vez.
Pero una nueva estaba apenas por comenzar.
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