Capítulo final; Juntos y viejos.

—Buenas noches —respondió ella, complacida—. ¿Puedo sentarme? —señaló el lado de la banca que no estaba ocupado y Takahiro, sin prever sus intenciones, asintió y le dejó hacerlo—. Hace mucho frío aquí. ¿No deberías estar en casa?

—No —No tengo casa.

—Luces muy triste, cariño. ¿Cómo te llamas? —preguntó con una sonrisa dulce.

—Takahiro. ¿Y usted? —Inquirió, con una pequeña sonrisa.

—Hinata —le respondió la de ojos perla y sonrisa angelical—. Hinata Hyuuga

Takahiro le sonrió.


—Sasuke. Esto es serio —Temari apretó la mandíbula—, no puedes decidir por nuestros hijos así como así. ¿Qué estabas pensando? Maldita sea.

—Oh, vamos, Temari —Sasuke dio un sorbo a su bebida mientras miraba a Shikadai y Sora hablar emocionados sobre el viaje que harían pronto—. Están felices y estarán bien, me he encargado de todo. 

—¿Cómo puedes estar seguro de eso?

Sasuke bajó la mirada.

—Voy a dejar mi trabajo —la miró de reojo—, y voy a cazar a Kaguya hasta que ni ella ni nadie con su maldita estirpe quede con vida. No volverán a tocar a nuestra familia jamás.

Temari se tensó. Reconocía la sed de venganza en aquellos ojos onix, ya había pasado por eso una vez y ciertamente no planeaba volver a hacerlo.

—Sasuke...

Ambos se giraron sorprendidos hacia la puerta que daba el patio donde ellos estaban con la casa. El vaso de plástico cayó de las manos de Sasuke enseguida, virtiendo todo su contenido sobre el pasto y Temari solo agachó la cabeza y la mirada. No era quien para meterse ahí.

—Naruto.

—¿Qué significa esto? —balbuceó, mientras sus ojos se cristalizaban. 

—Puedo explicarlo, Naruto, te lo juro —dio dos pasos hacia adelante pero Naruto levantó su mano en señal de que no quería que se acercara más y luego miró a Temari, quien entendió que quería tener espacio a solas con su esposo. 

—¿Es verdad? —el rubio tenía lágrimas en sus ojos.

Sasuke asintió y Naruto se cubrió la boca con las manos.

¿Realmente pensaba renunciar a todo por venganza... de nuevo?

.

.

.

Sasuke está consciente de la tormenta que es Naruto recién luego de ver a su tercer hijo irse de casa, y es por eso que trata de despejarlo. Porque lo único que tiene claro en la vida es que siempre ha sido Naruto y siempre lo será, envejecer juntos es su mayor deseo.

.

.

.

Shikadai se tensó y miró a su mamá entrar en el lugar. Una parte de él realmente estaba nervioso, sabía que Kousuke y el bebé estarían en perfectas condiciones y muy bien cuidados con su tío Kankuro y Shinki pero aun así no paraba de pensar en él y en la seguridad de ambos. Por Dios, Sasuke lo mataría si algo les pasaba a esos dos. No, no lo mataría, probablemente lo torturaría hasta que él le rogara que lo matara. 

Una gotita de sudor cruzó su cabeza. 

¿Por qué tenía un padre como él?

—¿Sucede algo? —Haru puso su mano sobre el hombro del pelinegro.

—Vaya, creí que estabas muy ocupada —le miró de reojo—. Hola Haru, ¿cómo vas?

La rubia de ojos azules le sonrió.

—Todo bien, tú luces preocupado aunque es el cumpleaños de tu queridisimo novio. ¿Hay alguna razón? —Haru le echó un vistazo a la pantalla del celular de Shikadai—. ¿Quiénes son? —inquirió entonces, viendo como tenía una foto donde Shikadai sonreía abiertamente abrazando a un doncel pelinegro de ojos azules que cargaba a un bebé recién nacido—. Oh, Sora, pobre niño.

—¿Qué pasa? —casualmente el aludido pasaba por ahí y al escucharla se detuvo, mientras la miraba. Su prima era alguien con la que había perdido el contacto, si bien es cierto que la quería, la hija de Itachi y Deidara era un poco... difícil de tratar. Le sonrió levemente. 

—¿Sabías que el fondo de pantalla de tu novio es un doncel con un bebé que podría apostar es suyo? Hmp —le miró con una sonrisa y se cruzó de brazos. Sora pareció levemente sorprendido—. Oh, no lo sabías. 

—Sora, no es lo que piensas.

—Eso traduce algo diferente en el idioma de los hombres —Haru rió y miró a Shikadai. 

Sora la miró confundido.

—¿Realmente creíste que me fijaría en ti? ¡Míralo! Es un doncel hermoso, es mucho mejor que tú.

Sora se tensó.

—¿A qué te refieres-datte?

—Lo prefiero a él, y él sí podrá darme hijos —insistió Haru, meneando la cabeza—. Vamos Sora, sé que puedes entender a qué me refiero. ¿O no?

Sora miró a Shikadai un momento y luego a su prima antes de decidir que lo mejor era apartarse. Sabía bien de qué doncel hablaba su prima con tanta cizaña, por supusto que él también se sentía ciertamente confundido al respecto, especialmente porque Shikadai no había negado o admitido nada al respecto a él. Siempre que intentaba tocar el tema lo evadía y eso lo molestaba. 

—¿Te han dicho antes que eres una verdadera molestia? —preguntó Shikadai entonces. 

—Wow, hermano, tranquilo —Daisuke entró en acción al ir llegando a la sala donde se encontraban—. ¿Qué pasa?

—¡Tu querida hermana acababa de hacer sentir inferior a mi novio! Eso es lo que pasa —Shikadai, molesto, se apartó de su amigo y caminó detrás de Sora. Maldición, tenía que hablar con él, pero no había una forma de explicar las cosas. Sora no lo entendería. Lo odiaría si le decía la verdad.

Era increíble que se hubiera convertido en lo que juró destruir, siempre había odiado a las personas que preferían callar las cosas en vez de decir la verdad antes de que pudiera hacer daño, entonces se enteró que era un Uchiha y lamentablemente... aquella familia tenía demasiados secretos como para estar seguros de que era verdad y que no.

Suspiró.


Sora entró en la cocina y suspiró. Bien, todo tenía una explicación, debía mantener la cabeza fría y pensar bien en como abordar el tema con Shikadai. Él estaba en una relación con el menor porque lo amaba, y confiaba en ello. Sí, se pasó una mano por la cabeza. Algún día comprendería quien era aquel doncel y por qué era tan importante para ellos.

—Sora.

El mayor dio un respingo y se giró al notar que Daiki entró en la habitación, mirándolo con preocupación. Por un momento había creído que Shikadai fue quien le habló y su corazón casi había saltado.

—Demonios, Dai, casi me matas de un susto —suspiró.

Sora levantó entonces la mirada a su hermano y éste tenía los ojos cristalizados.

—¿Estás bien? —preguntó. 

Daiki no dijo nada y se fue de ahí apenas lo escuchó decir aquello, haciendo que el varón parpadeara. ¿Qué había pasado? Corrió detrás de su hermano, entrando a la otra sala, donde el resto de su familia se encontraba. 

—Ey, ¿qué pasa-tteba? —lo alcanzó finalmente, atajando su muñeca entre sus manos. 

Daiki soltó un leve sollozo que lo alarmó todavía más y activó ese instinto sobreprotector de hermano mayor.

—¿Dai, estás bien-datte? —se acercó a él y con su mano libre le levantó la mirada.

—¿Te vas a mudar? —balbuceó Daiki, haciendo un puchero, con los ojos cristalizados.

—Sí —Sonrió con melancolía cuando el doncel lo abrazó fuerte—. Descuida, vendré para las fiestas y te llamaré.

—¡No tienes que irte, Sora! Puedes ser feliz aquí en Japón-ttebane —Daiki lloró.

Sora solo miró a su familia en silencio.

No, él tenía que irse. 

.

.

.

-A la mañana siguiente-

—Buenos días. 

—Hola-ttebayo —Naruto suspiró, mientras miraba el patio en silencio.

—¿Estás bien? —Sasuke se sentó a su lado en el columpio para dos personas que habían instalado en una parte del patio, dejando la bandeja que había preparado para su esposo sobre el regazo del mismo—. Supuse que no habías desayunado así que te preparé algo.

—¿Dos jugos? —Naruto lo miró con la ceja arqueada y Sasuke sonrió. 

—Pensé que sería buena idea desayunar a solas con mi esposo hoy —agregó, estirando su mano para rozar la del rubio hasta conseguir tenerla completa entre la suya y entrelazó sus manos—. ¿Sabes? Siempre que te haces aquí recuerdo cuando eras pequeño. 

Naruto lo miró confundido. 

—Solías hacerte en aquel solitario columpio todas las tardes frente a la academia —comentó, recordando aquel tiempo con una sonrisa nostálgica. Naruto se sorprendió de que recordara algo que solía hacer en sus primeros días de vida, y frunció el ceño—, lo sé, no nos conocíamos realmente en ese entonces pero supongo que ya te observaba. 

El rubio arqueó una ceja mientras lo veía intrigado. 

—Verás Naru, has sido la luz en la oscuridad que habita dentro de mí desde mucho antes de que pudieramos haberlo pensado —murmuró, dejando que uno de sus ojos fuera cubierto por un mechón de su cabello, el cual comenzaba a estar largo de nuevo. Naruto sonrió y llevó su mano hacia el mechón.

—Te ves como un emo-ttebayo —Sasuke sonrió.

Tuvieron una época en la que ese era su peinado recurrente, Naruto solía molestarlo de esa forma, a veces incluso le ponía clips en el mechón para que no tapara sus ojos. Él se dejaba. Haría lo que fuera con tal de ver esa sonrisa en su rostro.

—¿Desayunamos ahora? —preguntó entonces, mientras el rubio asentía—.  Muy bien. 

Ambos comenzaron a disfrutar del desayuno que el mayor preparó entre risas y besos tiernos, hasta que terminaron y dejaron la bandeja a un lado, Sasuke puso a su esposo sobre su regazo y procedió a hacer un camino de besos por sus mejillas, orejas y cuello.  Naruto suspiraba, amaba sentir los cariños de su esposo. El último año no había sido precisamente muy agradable. 

—¿Ya se te pasó? —preguntó Sasuke, al cabo de un rato.

Naruto paró de reír y lo miró confundido.

—Sé que estás triste por lo de Sora, no intentes negarlo —lo interrumpió antes de que pudiera reprocharle que no era cierto—. Naru... parte de la vida es crecer, ¿lo sabes?

—Lo sé-ttebayo, pero... es mi bebé —hizo un puchero, mientras se apoyaba en el pecho del azabache. El mayor acarició su cabello con sus manos. 

—Sí, pero tú bebé, nuestro bebé —corrigió enseguida—, ya tiene veinte años y es justo que viva su vida. 

—Todavía no es mayor de edad-ttebayo —infló las mejillas y Sasuke sonrió.

—Tú y yo nos casamos a los veinte, Naru, y nos fuimos a vivir solos —agregó.

—Pero casados-ttebayo. 

—Ellos no se pueden casar —Naruto se tensó. Era cierto, los matrimonios gays todavían no eran muy bien recibidos en Japón—, al menos no aquí. Quizá en un tiempo decidan hacerlo en USA y ahí estaremos para ellos, te lo aseguro.

—Sora es muy indeciso-ttebayo. 

—Shikadai no, estarán bien —aseguró besándolo—, ¿no estamos bien nosotros? Mira que nuestra vida no ha sido fácil, cariño y aun así, hemos superado todos los obstáculos de ella.

Naruto se quedó callado en el pecho de su esposo por un rato hasta que asintió.

—Odio que tengas razón —murmuró con un puchero que hizo sonreír a Sasuke—. Nee, Sasuke.

—¿Hm? —El Uchiha simplemente enterró su nariz en las hebras doradas, haciéndole cosquillas al menor quien soltó una risita. Sasuke sonrió complacido.

—¿Estarás aquí?

Sasuke se tensó y lo apartó brevemente con una sonrisa.

—Siempre —prometió. 

El rubio lo miró a los ojos con una sonrisa. 

—Naruto...

—¿Qué-ttebayo?

—Fuiste, eres y serás siempre mi único y verdadero amor.

Si Naruto todavía respiraba para aquel momento, dejó de hacerlo. Sus ojos azules no se apartaron ni por un segundo de los ojos onix que le veían con tanta devoción. Sasuke rodeó con su mano, la izquierda de Naruto, donde yacía el anillo de bodas del menor.

—Naruto, eres un Uchiha y más importante aún, mi esposo. No voy a dejarte ir y todos fueron y serán testigos del inmenso amor que te tengo —Naruto sintió sus ojos aguarse al escucharlo—. No habrá poder en la tierra que consiga separarme de ti, eres parte de mi alma. La razón de mi existencia es para estar junto a ti. Te prometo que, sin en un momento te fallé, corregiré mis errores y si en algún momento me fallaste, perdonaré tus fallas porque seguimos siendo humanos.

Naruto exhaló un poco ante aquello, y sonrió, con los ojos acuosos.

—Estaré contigo en la eternidad, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, en cada momento te acompañaré... porque te amo, Naruto —susurró finalmente, llevando su mano hacia sus labios para besarlo. Naruto se sorbió la nariz antes de besarlo profundamente—. Es tu turno, usuratonkashi —susurró entre el beso haciendo reír al rubio.

Naruto se apartó levemente y acunó el rostro de su esposo entre sus manos.

—Tú, Sasuke, eres la persona con la que quiero caminar por el resto de mi camino. Bajo el sol, la lluvia, entre las sombras y la luz, por siempre y para siempre —Sasuke sonrió complacido al ver que su tonto rubio todavía recordara sus votos matrimoniales—. Acepté el compromiso de ser aquello que has soñado toda la vida, y de permanecer a tu lado por el resto de mi existencia.

Sasuke apretó su sonrisa.

—Llegar a este día, luego de tantos años, no fue nada fácil dattebayo, pero ha valido la pena cada segundo que puso a prueba nuestra vida como pareja y como padres, hemos crecido juntos, tanto física como espiritual y mentalmente, y eso nos hizo la pareja que somos —Naruto bajó la mirada, sonrojado—. Con... con esta promesa de amor yo, Naruto, te demue-demuestro que estoy completamente seguro de pasar el resto de mis días amándote, alegrándote, apoyándote, haciéndote feliz y siendo feliz contigo.

Sasuke sonrió y lo besó fuertemente de nuevo.


—¿Qué están haciendo? —Sarada bostezó.

—Vemos como papá se come a besos a papá —respondió Akihiko, bostezando también.

—Ellos lo hacen, yo sí respeto su privacidad —apuntó Daiki, mientras se cruzaba de brazos y señalaba a las dos niñas y a su gemelo. Sarada se rió levemente y asintió mientras se asomaba a ver a las niñas. 

—Son tan monos —Hikari suspiraba como enamorada. 

—¿Crees que se asusten si hago explotar un corazón para demostrarles que su amor es fuerte como la pólvora? Hmp —esa era Ayame, ganándose una mirada de reproche de sus hermanos—. ¿No? Bueno, al cabo que no quería gastar mi preciado arte en esta familia que no lo valora. Hmp.

A Daiki le cayó una gotita de sudor sobre la cabeza, Hikari siguió concentrada en ver a sus papás reír y mimarse mientras que Sarada y Akihiko solo suspiraron. Por otro lado, Sora estaba sentado en la mesa de la cocina junto a su novio y su hermano mayor, Bolt, y su tío Gin.

—Así que se mudarán juntos —comentó Gin con una sonrisa. 

Sora asintió nervioso.

—¿No se sienten muy incómodos al respecto? Tengo entendido que no llevan mucho tiempo saliendo —Bolt los miró un momento—, y ya saben que vivir con otra persona a su... familia es algo... diferente-ttebasa.

—Estamos listos para afrontar lo que sea —aseguró Sora, inflando su pecho con orgullo.

Shikadai, que lo tenía abrazado de la cintura solo bostezó con pereza y asintió, de acuerdo. 

—Estoy seguro que sí —Gin sonrió—, ambos sois muy inteligentes y os pareceis a vuestros padres.

Shikadai se tensó de repente e intercambió una mirada con Gin, quien chasqueó la lengua y volvió la vista a su pareja, sonriéndole como si nada ocurriera aunque sabía que el menor había sospechado algo, Sora ni siquiera se había dado cuenta por estar devorando el beacon que preparó su novio para él. A veces, cada día se volvía más díficil ocultarlo todo.

—¿Y cómo harán con la universidad?

—Bueno —Sora miró a Shikadai algo confundido—, no estoy muy seguro-tteba. 

—Busque un apartamento que quedara cerca a la universidad donde tu padre nos inscribió —dijo el Nara, con una sonrisa tranquila mientras miraba a Bolt—. ¿Ustedes no han pensado en subir de nivel? —Arqueó una ceja sugerente que hizo enrojecer al rubio.

—Bue-bueno, no es como que no hayamos hablado de eso pero... 

—Creemos que es demasiado pronto —Afirmó Gin, mientras ponía su mano sobre la de su novio. El doncel era realmente el tipo de persona que creía fielmente que vivir junto a alguien debía ser algo muy bien planeado, fuera de ser un paso muy importante, lo veía como la perdida de todas sus barreras. Si vivían juntos, se conocerían en verdad y el rubio entendía que no estaba listo.

Sora asintió y le dio un sorbo a su café.

—Ya llegará el día. 

—Sí-ttebasa. 

Más pronto que tarde.


—Buenos días-ttebane. 

—Ohayo —Minato sonrió mientras bajaba las escaleras con su esposa a un costado. Kushina todavía no se terminaba de recuperar del todo pero al menos ya podía sostenerse por su cuenta de vez en cuando, aun así, su consentidor esposo iba con ella para todo lados para estarla cuidando. 

—Abuelos —Hikari fue la primera en acercarse a ellos con una gran sonrisa mientras Minato dejaba a Kushina recargada sobre un pilar para cargar a la niña de ya casi ocho años. 

—Uf, como estás de grande y pesada —Hikari le frunció el ceño, causando una risa entre los mayores—. Eso significa que estás creciendo sana y fuerte —le pellizcó el puente de la nariz y la bajó, extendiéndole la mano a su esposa—. Andando, cariño, vamos a saludar a nuestra familia.

—Sí-ttebane. 

—Minato.

—¿Huh? —El rubio giró la cabeza, encontrándose con Sasuke y Naruto—. Oh, hola —les sonrió. 

—Sígueme al despacho luego de desayunar, me gustaría hablar contigo sobre algo —le dijo Sasuke, y luego de eso miró a Kushina—. Buenos días, Kushina.

—Hola, Sasuke querido —le sonrió de vuelta y luego masajeó la mano de su esposo—. Minato irá en unos minutos. 

Sasuke asintió y luego miró a su esposo con una sonrisa coqueta. 

—No —Naruto se negó enseguida. 

—Tengo un par de minutos —le agregó con una mirada sugerente. 

—Baka —se sonrojó mientras sonreía. 

—Papis —Hikari lo salvó.

Sasuke sonrió y la cargó mientras abrazaba al doncel por la cintura.

—No te vas a ninguna parte, ven aquí —le dijo. 

—Ya sé-ttebayo —infló los cachetes.

Sasuke sonrió, mientras su teléfono comenzaba a sonar. 

No podía estar más feliz.


 —Maldición Sasuke, contesta —Kousuke suspiró mientras miraba a su pequeño en silencio. La noche anterior habían tenido que pasarla en la casa de los Sabaku No, y el pequeño Hiro había adquirido fiebre en la mañana cuando Kankuro había ido al mercado. Necesitaba a Sasuke.

—¿Hola? —por fin. 

—¡Sasuke! —Del otro lado de la línea Sasuke se puso rígido y miró a su esposo a un lado antes de carraspear. 

—Es del trabajo, vuelvo enseguida —se excusó, mientras veía a su esposo asentir y sonreírle tranquilo. Luego continuó por el pasillo hasta la estancia—. ¿Kousuke? ¿Qué sucede? ¿Estás bien? ¿Le pasó algo a Hiro? 

—¡Oh, dios, Sasuke! —Kousuke comenzó a llorar—. Hiro tiene fiebre, Kankuro fue al mercado y necesito que vengas. Necesita realmente un doctor, no quiere comer y no para de llorar y...

—Wow, wow, calma.... Habla más lento —pidió, aunque comenzó a preocuparse—. ¿Puedes esperar? Tengo que solucionar unas cos-

—¡Es una emergencia! El maldito linaje Uchiha depende de tu capacidad como padre de ocuparte de esto —le gruñó el doncel. Sasuke hizo una mueca, al parecer estaba enojado—. ¿Entiendes? Tu hijo te necesita, maldita sea. 

—Bien, sí, entiendo —Sasuke suspiró—. Bien, déjame tomar mis cosas y voy para allá. Tranquilo. Dale un poco de leche tibia y cambia su pañal. ¿Tienes lista la pañalera?

—¿Nos llevarás al médico? 

—Por supuesto, tú lo dijiste, es mi deber como padre ocuparme de mi hijo —Sasuke suspiró y se giró, encontrándose con su suegro—. No tardaré, no te preocupes. 

—Bien —accedió y colgó, nervioso mientras caminaba hacia su bebé para volverlo a cargar. 

No lloraba y solo se dedicaba a mirar como su papá doncel se preocupaba. 


—Pareces ocupado —comentó Minato al verlo buscando como loco las llaves del auto. 

—Lo lamento, Minato-san, creo que tendremos que posponer la charla que quería tener con usted —le dijo enseguida, mientras destendía los cojines en busca de las llaves—. Debo atender un problema. 

—... ¿Del trabajo?

Sasuke se tensó y asintió.

—¿Sabes, Sasuke? Siempre me has agradado porque eres muy sincero, incluso cuando tu apellido ocupa un gran y oscuro pasado que los obliga a ser recelosos y ocultar todo —comentó el rubio de ojos azules mientras le miraba fijamente, haciendo que Sasuke se enderezara—. ¿Por qué de repente siento que estás ocultando algo?

—¿Sí?

—Desde hace un año que te veo muy... esquivo —comentó Minato—, espero que no sea lo que podría estar pensando. 

—¿Qué podría estar pensando? —frunció el ceño. 

—¿No serías capaz de vengarte de mi hijo? Supongo que le eres fiel. 

—Siempre —afirmó con seguridad.

Minato, por supuesto, mantuvo su mirada con duda. 

—Señor, con todo el respeto que se merece no solo por ser el padre de mi esposo sino también el mejor amigo de mi padre, debo recordarle que mi esposo, su hijo Naruto, es el ser humano más hermoso, deseable e inteligente que ha existido sobre la faz de la tierra —afirmó, acercándose a él con seguridad—, y no haría jamás nada que pudiera perjudicarlo a él o a mis hijos. He pasado toda mi vida amándolo y le juro que pasaré todo lo que me queda de ella haciéndolo.

Minato parpadeó. 

—Escuche, no voy a dejar a Naruto jamás. ¿Me oye? Vamos a estar juntos, juntos y viejos, para siempre. 

—Eso no me dice nada —se cruzó de brazos.

Sasuke suspiró. 

—Lo siento pero realmente no puedo mantener más tiempo esta conversación, mi hijo me necesita —le dijo, mientras se hacía a un lado y tomaba su abrigo. Minato parpadeó y luego frunció el ceño. 

Pero si todos sus hijos estaban en casa.


—¿A dónde va papá? —preguntó Akihiko, entrando a la habitación de su hermana donde se encontraban Naruto, Sarada, Ayame, Daiki y Hikari. 

—Tuvo problemas en el trabajo —respondió Naruto con tranquilidad mientras peinaba a la niña de siete años con una sonrisa—. ¿Estás bien?

—Sí —respondió el rubio aunque algo confundido, miró a Daiki—. Ey Dai, te vino a buscar tu novio.

—¡Que no es mi novio-ttebane! —El rubio solo rió mientras el resto de mujeres miraron con curiosidad al pelinegro, quien se cubrió la cara sonrojado—. Larga historia —replicó, mientras se apartaba y caminaba con tranquilidad detrás de su hermano. 

—Te ves callado —le comentó, mientras caminaban por el pasillo hacia la puerta principal de la casa.

—Nadie planea un asesinato en voz alta-ttebane. 

Akihiko sintió sus vellos de los brazos erizarse y carraspeó antes de abrir la puerta a su hermanito. Ahí, el joven de cabellos castaños y ojos grises le sonrió abochornado al doncel, tendiéndole un ramo de rosas azules, que lo hicieron abrir grande los ojos.

—¡Koi!

—Hola, Daiki —murmuró el varón con una pequeña sonrisa—. ¿Te gustaría dar un paseo conmigo?

—¿Tan temprano? —Daiki ladeó la cabeza, y Akihiko se palmeó la cara.

—Oh, sí, bueno... ¿Quieres? —insistió, sin saber como explicarle que era una sorpresa. 

—Oh... bueno, verás yo... es que... ¡tengo que pedir permiso-ttebane! —mencionó. 

—Yo te doy permiso —Naruto, que como el resto de mujeres, estaba detrás del doncel y de su gemelo, pasando casualmente por ahí, habló con una gran sonrisa—. Hola, Koi.

—Señor Uchiha —lo saludó con una sonrisa alentada y miró a Daiki, con la mano aun extendiendo las flores—. Entonces, ¿qué dices?

—Parece que sí —sonrió—. ¿Quieres esperar que me cambie? 

—Claro —afirmó. 

Daiki asintió y corrió hacia arriba de las escaleras, mientras todos le daban una sonrisa al joven que acababa de ingresar al hall con timidez. Si bien Koi había pedido que el doncel fuera su novio hacía un par de semanas, entendía que el doncel buscaba ser independiente y trataba de ir al paso que éste aceptara. 

Total... tenía toda la vida para decidirse. 


—Está bien, sólo es un virus, con los medicamentos que le receté y las vitaminas adecuadas pronto estará mejor —aseguró la doctora con una sonrisa, mientras acariciaba al bebé de ojos azules—. Por otro lado, Sasuke, considero que no está bien dejar que Kousuke se altere tanto. Puede ser perjudicable para el bebé, son muy sensibles a sus padres.

—Entiendo —Sasuke miró al doncel de reojo—. ¿Algo más, doc?

—Dime mamá, cariño —le concedió con una sonrisa y luego miró a Kousuke—. ¿No quieres que te revise también? Te veo muy delgado, ya deberías estar recuperando tus energías. 

—Sólo he... pasado malas noches —sonrió levemente. Mikoto asintió, comprendiendo que se debía a las pocas horas de sueño que tenía una madre cuando los pequeños eran bebés, especialmente cuando no tenía un esposo o una pareja que le colaborase cien por ciento. 

—Sasuke, deberías considerar ayudarlos mejor. 

—No —Kousuke se negó enseguida—, Sasuke es un señor muy ocupado, Miko-san. Tiene una familia a la cual cuidar y proteg-

—Ustedes dos también son su familia —le aclaró Mikoto—, y Sasuke debe hacerse responsable.

—Mamá —Sasuke suspiró—, ya hemos hablado de esto. 

—No se preocupe, Mikoto-san —afirmó—, Hiro y yo estamos protegidos en la casa de los Nara. Si no fuera por el cumpleaños de Sora-kun, Shikadai y Temari-san estarían al corriente de nosotros. 

—Bueno —Mikoto suspiró y sonrió—, ¿qué se le hace? Igualmente te enviaré también un par de vitaminas que Sasuke hará el favor de comprarte y tú no le dirás que no a ello. Órdenes del doctor.

—Sí —Sasuke sonrió y cargó al bebé, mientras le veía con adoración—, es tan hermoso. Eres muy hermoso, como tu papi. 

—Gracioso —se rió Kousuke. 

Sasuke le guiñó un ojo que lo hizo bajar la mirada sonrojado y Mikoto sonrió.

—Oh, Sasuke, querido, antes de irte —Mikoto buscó algo entre los cajones—, debes entregarte esto a Naru-chan, me lo pidió hace un par de semanas pero olvidé llevárselo ayer. ¿Está bien?

—Sí, mamá —se acercó con el bebé en brazos y la besó, sosteniendo su cabeza con una de sus manos—. Anda, Hiro, despídete de la abuela. 

—Qué cosas —Mikoto sostuvo con una sonrisa al bebé y le dio un beso en la frente—. No me digas así, me haces sentir vieja. 

—Madre...

—No me interesa —acotó enseguida—, adiós Hiro-chan, espero verte pronto... pero no en el hospital, así que recúperate rápido y deja de preocupar a tu papi. ¿Está bien? —le dio otro beso y lo entregó al doncel—. Cuídate, cariño, siempre es un placer verte —le besó la mejilla—. Vayan por la puerta trasera por donde entraron, yo cuidaré todo por aquí —afirmó. 

—Gracias, Mikoto-san, por todo —el doncel le sonrió.

—De nada, cariño —también se despidió de su hijo—. Dale mis saludos a tu lindo esposo, y cuida bien de estos retoñitos, Sasuke. Pronto... Kaguya estará tras las rejas y la verdad finalmente será revelada. 

Sasuke le sonrió y asintió.

Pronto... podría ver a su familia completa.


—Es lindo que hayas aceptado —comentó Koi con una sonrisa mientras caminaban lentamente por el parque. No habían ido solos precisamente, pues los hermanos de su doncel habían decidido que irían al mismo parque. Él lo entendía. 

Sabía bien que la familia a la que pertenecía el doncel era... especial. Gracias a que se había vuelto casi su mejor amigo desde que conoció al doncel se enteró del ataque que tuvo que presenciar de primera mano el doncel, aquel que aunque no parecía había dejado una marca imborrable en él, arrebatándole parte de la confianza que había logrado obtener con el tiempo. Aun así, a Koi le parecía que jamás había visto un doncel tan hermoso como Daiki Uchiha.

—Koi, yo...

—Lo sé, no significa que estés aceptando mi propuesta de noviazgo, lo entiendo —Koi se apresuró en sonreírle—, no te sientes presionado. Prometo que esperaré hasta que te sientas listo para dar una respuesta, sea igual o diferente. 

Daiki lo observó boquiabierto por unos minutos y luego sonrió enternecido. Koi era un chico realmente muy lindo, no solo fisícamente, también era de corazón noble y muy atento. Se podría decir que de cierta forma le gustaba, pero... en el fondo, Shikadai Nara seguía robando su atención, aunque fuera el novio de su hermano mayor. Aunque se fueran a mudar juntos como se había enterado apenas unas horas atrás...

—Pareces triste —comentó entonces el de ojos grises, metiéndose las manos a los bolsillos. 

Daiki hizo una mueca y agachó la cabeza, haciendo que se detuvieran, Koi se acercó y levantó el mentón del pelinegro con su mano, viéndole con curiosidad y reproche. 

—No bajes tu mirada —le dijo—. Tienes unos hermosos ojos, no prives al mundo de ver su belleza.

Las mejillas del doncel se colorearon y sonrió levemente, haciendo al castaño sonreír también.

—Así está mejor —concedió el varón—. Ahora, dime, ¿qué es lo que apena tu corazón?

—No lo entenderías-ttebane. 

—¿Prúebame?

Daiki arqueó una ceja y le indicó con la cabeza que continuaran caminando, mientras se armaba de valor y suspiraba. 

—Hay alguien... que me gusta.

Para Koi, eso fue un golpe bajo. 

—Oh... ¿Y... él...? ¿Tú le...?

—No —tajó enseguida el doncel y luego bajó levemente la mirada, antes de mirar los ojos grises de su compañero con tristeza—. Yo... él está fuera de mi liga-ttebane.  

—No digas eso, no hay nadie que está fuera de tu liga. Maldición, Daiki, eres perfecto... Podrías tener a cualquier hombre del mund-

—Es novio de mi hermano —se apresuró a decir, y Koi cerró la boca, mirándole confundido—. Es que yo... hm, él me rechazó porque en realidad lo amaba a él y... Suena peor de lo que pensé. 

—Vaya, eso es... no sé que decir al respecto —Koi carraspeó y miró al doncel—, pero... las cosas se dan por algo, y las que no... también. Así que olvídate de él, déjame conquistar tu corazón. 

Daiki lo observó sorprendido y luego sonrió enternecido. 

—Gracias-ttebane.


—Ya volviste, no tardaste tanto —Naruto se empinó para besar los labios del Uchiha, quien lo abrazó de la cintura y le sonrió—. Ven, vamos adentro-ttebayo. ¿Quieres saber algo?

—¿Hm? —Sasuke entró detrás de su esposo y se sorprendió de no ver a nadie cerca—. ¿Y los chicos? 

—Están en el parque con todos —respondió, mientras lo guiaba de la muñeca hacia la estancia con una sonrisa traviesa que Sasuke no tardó en devolverle.

—¿A dónde me llevas, Naru?

—Quería que viéramos las estrellas-ttebayo. 

—¿Ah, sí? —Sasuke medió una sonrisa—. Me parece un plan bastante interesante. ¿Y cómo vamos a conseguir eso, hm?

—Así —Naruto se volteó y lo abrazó, besándolo lentamente. 

Sasuke gruñó y lo abrazó de vuelta.

—Mira —Naruto se separó de él con una sonrisa y estiró sus brazos—. ¡Nos compré un telescopio!

—Naruto —Sasuke se quedó en silencio viendo el artefacto en medio de la estancia con una gota de sudor cayendo en su cabeza. 

El rubio le miró con una gran sonrisa que lo hizo suspirar y negar con la cabeza, antes de agarrarlo de las caderas, sorprendiendo al menor.

—Ven Naru, quiero que miremos las estrellas —lo besó levemente. 

—Pero todavía no anochece-ttebayo. ¿No sabes que Galileo Galilei quedó ciego por estar viendo el so-? ¡Hm! 

Sasuke solo apretó más sus labios contra los suyos, mientras acariciaba la espalda del doncel, sonriendo al sentirlo tiritar de placer.

Al final... No importaba nada más que estar juntos.... y viejos.   


Aunque claro... no todo puede ser tan perfecto.

Dos días más tarde, mansión Sabaku No.


—¡Takahiro!

El aludido levantó la cabeza sorprendido ante la interrupción, especialmente cuando se dio cuenta de que el peliplateado estaba en su lugar de residencia actual. No le sorprendía que estuviera ahí, supuso que su papá o Sasuke habían enviado a alguien para cuidarlos debido a la ausencia de personas. Si bien Kankuro y él podían defenderse, con Kousuke y el bebé sería realmente difícil en caso de un ataque directo.

—Oh, Kakashi-san —sonrió al ver al viejo frente suyo.

—¿Dónde está Hiro?

—En la habitación —respondió, confundido—. ¿Por qué?

—¿Puedes guiarme a él? —preguntó.

Takahiro se puso frente a la puerta y lo miró fijamente.

—No —dijo.

Su contraparte solo sonrió de lado.

—Así que lo notaste —de repente el hombre se sacó la cara, sí, una mascára con la cara de Kakashi y el cabello peliplata, dando paso a un hombre de cabellos negros y sonrisa torcida—. Bien, eso lo hace más fácil todavía. Entrégame al niño y no los lastimaré.

—Sobre mi cádaver —gruñó, mientras lo pisaba y lo golpeaba con la rodilla en las partes nobles. El hombre soltó un quejido de dolor y se agachó levemente, lo suficiente como para sentir como su cara era golpeada con la puerta que Takahiro cerró—. ¡Kankuro! ¡Shinki! 

Kousuke se asomó asustado. 

—¿Por qué gritas? —preguntó.

—¡Nos atacan! —gritó, subiendo las escaleras hacia el pasillo de donde había salido el doncel—. Rápido ve a la habitación de Hiro y quédate con él. ¡Kankuro! ¡Shinki!

El doncel hizo lo que dijo y él se encargó de mirar el perímetro. Bien, aparte del hombre al que había golpeado, nadie más se encontraba a la vista, lo que lo hizo tensarse lejos de relajarse. Sin saber cuantos eran, no sabría si podría con ellos. Kankuro al escucharlo salió de su cuarto con la toalla medio puesta y el cabello mojado. 

—¿Qué sucede?

—Están aquí —balbuceó.

Kankuro se tensó.

—Voy a decirte que haré, justo ahora —dijo y procedió a explicarle lo que haría. 

—¡Imposible! —Kankuro se atrasó—. ¡No voy a dejarte!

—Oh, sí que lo vas a hacer y es una orden directa —dijo Takahiro con voz seria.


Sasuke entró en la oficina que vería por última vez esa tarde y notó una cabellera roja en el lugar, haciendo que abriera los ojos sorprendido. Suigetsu no le había dicho nada al respecto.

—¿Gaara? —preguntó, llamando la atención del chico que no tardó mucho en darse la vuelta y mirarlo preocupado.

—Sasu —soltó enseguida.

El corazón de Sasuke vibró y crujió cuando reconoció el tono de voz que tenía.

—Gaara. ¿Qué sucedió? ¿Por qué estás llorando? —el azabache corrió hacia el pelirrojo y acunó su rostro entre sus manos, preocupado. Aunque quisiera negarlo, seguía queriendo mucho al mapache frente a él. Lo miró preocupado. 

—¡Se lo llevaron, Sasuke! Nuestro niño...

Sasuke se paralizó y todo oscureció de pronto.

—Maldición, Sasuke —Gaara parpadeó sorprendido, entre las lágrimas, al verlo caer—. ¿No estás muy grande para hacerme esto? Joder, tendré que llamar a Juugo.


—Lo tenemos, Kaguya-sama. 

La peliblanca sonrió complacida. 

—El hijo de Sasuke Uchiha —sonrió de lado—. Al fin.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top