Capítulo 9; El asesino de princesas.

Ayame lo había visto muchas veces ya, llevaba sintiendo aquello desde hacía al menos un par de meses. Una presencia, habían estado siguiéndola por meses enteros y ella solo esperaba el momento en que la enfrentaran, pero simplemente no llegaba. Sólo era en el colegio, porque mientras estaba en su clase de Karate jamás sentía nada así, ni cuando se encontraba con sus padres o hermanos mayores. Pero cada vez que se quedaba sola aquella sensación volvía, al principio creyó que era simplemente su propia paranoia, pero entonces había ocurrido. 

Esa persona la había enfrentado finalmente en la salida de su colegio, cuando se dirigía hacia donde sus hermanos. No medía más de metro ochenta, su cara estaba tapada por una mascarilla negra y usaba gafas amarillas, su cabello negro cubría el resto de su cara y le llegaba casi hasta los hombros. Su vestimenta era negra y no era una persona que le pasaría muy desapercibida. Se había ella puesto en posición de defensa, temiendo entonces porque algo sucediera. Aun faltaba mucho para llegar hasta donde sus hermanos la esperaban diariamente.

—Así que esta es la princesita Uchiha —dijo, con voz rasposa, Ayame no la reconoció para nada pero no por eso bajó la guardia—. Te he estado observando, eres muy sigilosa, más no muy callada. Si gritas, te mataré —dijo él, abriendo su chaqueta y enseñándole que traía un arma.

—¿Qué es lo que quieres? —Ayame frunció el ceño. Ese hombre la estaba subestimando.

—De ti, nada por el momento —dijo—. Solo me ha sorprendido que hayas conseguido notarme, eres una chica interesante. No esperaba menos de un Uchiha. 

Ayame apretó la mandíbula.

—Ya ves —el hombre se giró sobre sus talones—. Hasta luego, Uchiha-hime.

La rubia decidió apurarse entonces y caminar hacia sus hermanos.

—Oigan —los saludó entonces, los gemelos se giraron para verla—. ¡Katsu! —les tiró una arcilla, haciendo que los dos se erizarán cuando esta pequeña estatuilla de pólvora explotó inocentemente. Tenía miedo y sus bromas eran lo único que le hacían sentirse poderosa, eso era justo lo que necesitaba. Apenas sus hermanos se acercaron lo suficiente a ella Ayame dejó entonces de sentir aquella mirada y sonrió inocentemente al ver la mirada seria de Akihiko. Daiki estaba más concentrado en apagar el fuego de su camisa.

—¿Pasa algo? —preguntó el rubio, haciendo que ella parpadeara, confundida. ¿Lo notó?

—N-no, e... estoy bien. ¡Hmp! —se cruzó de brazos y sonrió, mientras agitaba sus dos coletas rubias con ahínco—. ¿Qué hay de ustedes, ah? ¿Cómo les fue? —optó por usar un compartamiento propiamente hosco para evitar un interrogatorio de su hermano mayor.

—Bien —Akihiko, por supuesto, no le creyó y siguió observándola en silencio, hasta el punto en que la incomodó, aunque se sentía segura, mientras ellos no apartaran la vista de ella se sentía protegida, pues el hombre extraño no le miraría para no levantar sospecha. Daiki siguió hablando y Ayame se hizo a un lado del pelinegro mientras lo oía monologar. Más Akihiko no se movió y contrario a eso, dirigió su vista hacia atrás.

Esa persona... Akihiko detuvo su vista en aquel hombre de ropa negra que enseguida miró para otro lugar. Era sospechoso ver una persona así hoy en día merodeando el colegio y su vista estaba en Ayame, frunció el ceño. ¿Será acaso un acosador...o algo más?

—¡Atención a todos los residentes de el colegio —la voz de Iruka-sensei se escuchó por los parlantes de toda la escuela, sonaba aterrado pese a que trataba de mantener la calma en su voz—, el día de mañana no habrá clases debido a un accidente en el laboratorio de química! Por favor, evacúen el edificio rápido y compartan la información a los faltantes. ¡Sayonara!

Akihiko volvió su vista a sus hermanos, quienes estaban estupefactos pero emocionados por no tener clases. Algo olía mal, el rubio decidió llamar y esperar a Sora en su punto de encuentro. La voz de Iruka-sensei se oía distorsionada por algo que parecía ser miedo, un accidente en un laboratorio... no tendría esa misma reacción. ¿O sí?

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Ayame es una mujercita muy inteligente y alegre, pero oculta un terror inimaginable por una persona que ha estado acechándola por varios meses. No ha dicho nada a nadie, pero sabe que no está bien ocultarlo. Su padre le ha dicho que no haga nada si no puede contarselo a él o a su papá, pero aun así... ¿Qué se hace cuando te enfrentas a un asesino a sueldo?

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—En las noticias —dijo Yuki, preocupada. Sora frunció el ceño al oírla de esa forma, su respiración agitada y pausada, se oía como cuando lloraban—, Sora-kun. Alguien murió en el colegio de tus hermanos esta tarde. Lo... lo pasaron en las noticias hace como cinco minutos.

Sora sintió los muscúlos de su espalda tensionarse. ¿Qué? ¿Por qué nadie lo había mencionado?

—Dicen que fue el asesino de princesas. ¿Habías oído de eso? —Sora miró de reojo a sus hermanos y se pasó una mano por el cabello con frustración—. Yo... Um, ¿ya recogiste a Ayame?

—Sí... Sí, no te preocupes, estamos bien. Vamos... vamos camino a casa, gra-gracias por informármelo, veré más cuando llegue. Yo... voy a colgar. Adiós, amor —no esperó que ella contestara más y cortó la llamada. Aún estaba en shock, tenía naúseas. Apoyó su cabeza contra el volante, mientras se debatía entre si decirles o no. ¿Lo sabrían? No, la forma en la que se comportaban era rara pero si algo así hubiera sido informado a ellos habría un gran pánico colectivo.

Pero... ¿por qué lo habían llamado entonces? Bah, demasiadas preguntas le hacían doler la cabeza.

Ninguno dijo nada, ¿qué dirían? Había tres personas en sus mundos y una durmiendo como la bella durmiente -Daiki-, pero había algo en el ambiente... Se avecinaban los problemas, podían anticiparlo. Luego de unos minutos, Sora decidió retomar el trayecto a casa y esperar hablar con sus padres lo más pronto posible. Observó su teléfono de reojo, era un mensaje. 

Ya había llegado así que estacionó la camioneta a un lado del auto de su papá y de la motocicleta de su padre, que estaban aparcadas sobre la calle, en señal de que acababan de llegar. Bien, miró su móvil y notó que era un mensaje de Shikadai. Más bien tres de ellos.

Shika: ¿Te has enterado?  14:00 pm.

Shika: Es mejor que no dejen salir a Ayame y Hikari 14:00pm. 

Shika: Parece que fue una chica de un grado superior. De la familia Inuzuka 14:01 pm.

Shika: ¿Puedes venir? Meiko necesita alguien que la cuide, y estoy ocupado con mi tesis 14:01 pm. 

Ese idiota...¡¿Lo quería usar de niñera?! Y mira que en esa situación. Maldita sea. Frunció el ceño y lo dejó en Seen mientras ingresaba con sus hermanos al interior de la casa. Allí, fueron recibidos por Tsunade y su hermano doncel mayor, Hawarama. 

—Oh, niños. Que bueno que estén bien, nos tenían sumamente preocupados —Hawarama se lanzó a besarlos y abrazarlos a todos, lo cual era raro ya que se mantenía al margen casi siempre, y muy pocas veces los veían, a él y a Itama—. Os demorasteis mucho, ¿qué no sois conscientes del estado de sus padres? Ellos están realmente al borde de un colapso. 

—Vayan a ver a Naruto —dijo Tsunade mirando a su hermano con algo de molestia—. Ayame, quiero hablar contigo luego, te llamaré si es necesario. Recuerden ser cuidadosos, aún se encuentran algo lastimados. 

Sora entornó la mirada, mientras veía a sus hermanos seguir a Hawarama hacia la segnda planta. Miró a Tsunade en silencio. De sus hermanos, sólo él sabía lo que había sucedido la noche anterior, incluso luego de que Sasuke tuviera ya una herida de la que si sabían, ignoraban lo que había sucedido con Naruto, pues tanto los gemelos como las niñas ignoraban realmente el peligro que se cernía sobre ellos. Así que... Akatsuki habían lastimado a sus padres.

—¿Vas a contarme eso de que hubo una muerte? No soy un niño como ellos, Baachan. 

Tsunade sonrió de medio lado. 

—Eres un mocoso inteligente, como tu papá —dijo ella, con un tono socarrón—. Pero no voy a decirte nada aún, primero ve a verlos. Tu padre te explicará todo si es del caso. Yo debo volver al hospital, luego hablaré con Ayame respecto a algo.

—¿Cómo están ellos? —la detuvo una vez más, sosteniendo su brazo. La mujer de ojos miel sonrió y puso su mano sobre la mejilla del menor.

—Ellos están bien, los revisé y les hice curación varias veces, no te preocupes Sora. Escucha, sé que para ti es muy díficil todo esto porque apenas eras un niño cuando pasó todo —el azabache cerró los ojos, odiaba recordarlo pero era imposible no hacerlo—, pero ahora que eres mayor, debes velar por la seguridad de tus hermanos. ¿Sí? Tus padres son fuertes, como tus hermanos y todos nosotros... pero ellos apenas están empezando sus caminos. 

—Ha-hai, Baachan. Cuídate mucho —sonrió, cuando recibió el beso de su bisabuela sobre la frente.

—Lo haré, procura que Naruto se tome sus medicinas, es tan terco como una mula —suspiró ella, negando con la cabeza—. Voy a necesitar un sake con todo esto que está pasando, demonios

Sora sonrió mientras oía los demás pequeños insultos que profería Tsunade hasta que terminó de subir las escaleras y posicionarse frente al cuarto de sus padres, tomó un respiro antes de abrir la puerta. Todos se quedaron en silencio y voltearon a verlo. 

—Ohayo —saludó con una sonrisa. 

—Okairi, Sora —Naruto le recibió con una de sus mejores sonrisas, pese a estar vendado en el cuello y hombro izquierdo, donde había resultado herido en el enfrentamiento anterior. Claro, una vez más, sólo fueron ataques de advertencia. La guerra había comenzado y ellos ya habían perdido dos batallas—. ¿Cómo te fue hoy, hijo?

—Hola papi —se acercó hacia la cama y luego miró hacia los lados, rascándose la mejilla algo confundido—. ¿Ah? Creí que mi padre estaba aquí también. 

—Lo estoy —Sora saltó a un lado cuando vio a su padre salir de la nada -el baño-, detrás suyo, con una sonrisa de medio lado al verlo—. Te ves algo tenso, Sora, deberías tomarte un Soka. 

—¿Un Soka? —todos lo miraron confundidos.

—Es una bebida extranjera —comentó con una sonrisa, haciendo un ademán y todos lo observaran con los ojos entrecerrados. Sasuke y sus manías extranjeras, tsk—. En fin, niños, ¿por qué no van abajo y calientan la cena mientras su papá y yo tenemos una conversación muy seria con Sora. ¿Quieren?

Akihiko fue el único que salió del cuarto sin abuchear y decir cosas como uy, ahora qué hiciste Sora, te van a pegar como el resto de sus hermanos y hermanas, y se dirigieron abajo a hacerle caso a Sasuke, pues este daba miedo cuando lo desobedecían. Una vez estuvieron solos, Sora se sentó en el borde de la cama de sus padres y miró en silencio los vendajes de éste.

—¿Estás bien?

—Sí, me duele un poco pero fueron heridas superficiales. No te preocupes, cariño, sobreviví a parir cinco niños... puedo aguantar este dolor —sonrió, haciendo que Sora hiciera una mueca y riera. Entonces suspiró—. Estamos más preocupados por tus hermanos y hermanas que por nosotros, ¿sabes? No podemos protegerlos cuando trabajamos o estudian. 

—Sí, lo sé —Sora se pasó la mano por el cabello—. ¿Tienen idea de qué ha sucedido o por qué?

—El asesino de princesas está suelto —dijo Sasuke, con su típica seriedad, al menos la que usaba cuando sus hijos menores no se encontraban cerca—. Esta vez está atacando en Kyoto. Cuando estaba en Hokkaido y Tokio, sus bajas fueron de 15 princesas, una por cada familia prestigiosa de cada estado.

Sora abrió grande los ojos. 

—No puede ser. 

—Seguramente irá tras Hikari por ser la menor, es por eso que le hemos estado protegiendo mucho —continuó. Así que ellos ya lo sabían, frunció el ceño, ¿cómo habían podido ocultarle tal información? Pensó también en Shikadai, parecía al tanto incluso antes que él. Maldita sea—. Ayame siempre está protegida por ustedes, así que no hemos reforzado su seguridad o sospecharían. 

—Pero...

—Nos preocupa —dijo Naruto, mientras se incorporaba, haciendo una mueca por el dolor de sus brazos resentidos, el ataque la noche anterior definitivamente lo había dejado fuera de combate—. Ayame... nos dijo algo justo ahora —afirmó, haciendo que Sora le observara más preocupado, Naruto miró a Sasuke—, que ciertamente nos preocupó.


-Minutos antes-  


—Algo sucedió —el primero en romper el silencio al entrar en el cuarto de sus padres, luego de saludarlos a ambos y a Hikari, fue Akihiko, dirigiendo su mirada hacia Ayame, la cual solo frunció el ceño al sentirse acusada—. Allá en la escuela. 

—¿No les informaron? —preguntó Naruto, algo confundido. 

—¿Sobre el accidente en el laboratorio de química? Mañana no tendremos clases por ese motivo —Daiki se puso la mano en el mentón, pensativo—. Seguramente alguna persona hizo un proceso indebido y causó una reacción peligrosa. Es sabido que es peligroso manipular ciertos elementos debido a sus reacciones químicas, y por eso no suelen permitir tal contacto a menos que sea supervisado.

Ayame, sin embargo, bajó la mirada al suelo. 

—Debe haber algo más —refutó Akihiko, y miró entonces a Hikari—. ¿Por qué no ha ido hoy tampoco a estudiar? 

—Está un poco indispuesta para ir, quiso quedarse conmigo y se lo concedí —respondió Naruto, evadiendo el doble significado de la pregunta y enfocó su mirada en la pelinegra de ojos azules, su hija menor de siete años—. Hika-chan, bebé, por favor ve con Hawarama para que preparen galletas. Tengo hambre-ttebayo. 

—Está bien, papi —Hikari sonrió tiernamente y miró a sus hermanos, antes de mirar al doncel que le esperaba afuera—. Hay que contentar a papi, es que está malito y le duele mucho el hombrito. 

Todos le dedicaron una sonrisa y la niña salió del cuarto, aunque notando claro que sus sonrisas no habían sido reales. Hikari se dirigió a las escaleras y apretó sus manitas, debía preparar unas ricas galletitas para su papi y hermanos, todos se veían tan malitos. Hawarama le tomó de la mano para ir hacia la cocina.

—Hay un hombre —dijo Ayame, rompiendo nuevamente el silencio y atrayendo las miradas de todos en el cuarto. Evadió sus miradas, agachando la cabeza y apretando los puños—. Creo que me ha estado persiguiendo, es que... no lo sé bien, pero sabe quien soy. 

—¿De qué hablas? —preguntó Naruto, preocupado.

—¿Cómo es el hombre? ¿Puedes describirlo? —preguntó esta vez Sasuke, consternado. 

Ayame negó con la cabeza y alzó la mirada. 

—Es inteligente. Llevaba ropa negra y una mascára, también gafas amarillas, de esas que reflectan alrededor y no dejan ver tus ojos —apuntó—. Su voz era rasposa, pero extrañamente cansina. Como si realmente no le importara que lo oyeran, y... tenía un arma. Una... calibre 22.

Ayame bajó la cabeza de nuevo. 

—Yo... me he sentido perseguida por meses, pero —soltó un breve sollozo, haciendo que todos se tensaran—, creí que quizá era la paranoia. Ustedes fueron lastimados y quizá solo... irían por mí también. Pero... ¿el laboratorio... realmente fue un accidente? Ese hombre estaba en el colegio hoy. 

Sasuke apretó la mandíbula y caminó a pasos agigantados hasta la rubia versión femenina de su adorado ángel y esposo. La apresó entre sus brazos y ella comenzó a llorar en su hombro, antes de sonarse la nariz con el pañuelo que él mismo le había entregado.

—Hey, está bien —dijo Sasuke, mientras la apartaba brevemente—. Está bien, ¿sí? Ninguno de nosotros dejará que algo te pase. Vamos a protegerlos a toda costa.

—¿Lo prometes? —preguntó con un puchero y los ojos a punto de llorar.

Sasuke no pudo evitar pensar que era igual que Naruto, fuerte pero también vulnerable y aunque no necesitara protección... le gustaba saberse apoyada y protegida. Sonrió, antes de besarle con fuerza la frente y asentir. 

—Ah... Niños —Naruto carraspeó, más callaron todos cuando escucharon que la puerta se abría. Sasuke ayudó a Ayame a levantarse y la hizo colocarse a un lado de sus hermanos mayores. 

—Ohayo —saludó Sora, con una sonrisa.

Sasuke suspiró, mientras Sora tuviera fuerzas para sonreír, todos podrían salir adelante.


Orochimaru se inclinó hacia un lado al ver a su hijo Mitsuki se sentaba a un lado de la estantería donde su doncel Kabuto hacía una revisión a su mascota Aoda. Mitsuki últimamente se comportaba muy extraño y su padre no sabía si se debía al rubio doncel Boruto o al hecho de que su mejor amigo Takeshi se fuera a casar con la hermanastra mayor de este. Personalmente a él no le molestaba que su hijo estuviera enamorado de Boruto, después de todo, las relaciones entre parientes eran comunes en la familia Uchiha, todo cuestión de linaje, muchos de amor. 

Bah, no era tan complicado.

—¿Oíste eso? —preguntó Kabuto entonces, haciendo que él parpadeara, mirándolo de vuelta.

—No, lo siento. ¿Qué estaba diciendo? —miró a Mitsuki de reojo.

—No, Aoda —dijo, explicando—, el siseo fue diferente. Creo que está embarazada. 

—Espera... ¿Aoda no es macho? —Orochimaru frunció el ceño. 

—No parece ser eso —dijo Mitsuki con una mueca—. ¿Alguien ha oído algo más sobre Kira No Hime? Me preocupa mucho. 

Así que eso era lo que le preocupaba. 

—Bueno, no estamos seguros pero de igual forma hemos reforzado ciertamente la seguridad.

Mitsuki levantó la mirada hacia Orochimaru. 

—¿Alguna vez ha asesinado donceles? —preguntó timidamente, haciendo que el pelinegro se pusiera la mano sobre su hombro. 

—No te preocupes, Boruto estará bien —dijo, recibiendo entonces la mirada fría de Kabuto. Suspiró—. ¿Por qué no vas con él? Yo ayudaré a tu madre aquí. 

—¿Sí? —sus ojos brillaron esperanzados. 

—Sí. 

Kabuto sonrió.


—Kasumi-san, qué alegría verte por aquí —el pelinegro de ojos verdes le sonrió a la mujer y luego admiró a las dos niñas—. Karui, Kamui, es fantástico verlas por aquí hoy —les sonrió a las gemelas, estas le devolvieron la sonrisa—. Hanna —saludó, por último a la pelinegra de ojos azules que le observaba en silencio. 

—Lamento haberte hecho esperar, Taka-chan. Estuvimos algo ocupadas con compras de último minuto —se explicó la pelinegra luego de abrazar al menor—. Mi esposo fue al estacionamiento. No tarda en venir. ¿Y Naruto? —dijo entonces a su hija mientras le pedía que lo buscara, se giró al menor—. Hanna, lleva a tus hermanas, vayan adentro, comienza a hacer frío. 

Las pelinegras de cuatro años asintieron y fueron llevadas por su hermanastra mayor hacia el interior del establecimiento donde se llevaría a cabo una pasarela de Red Habanero

—¿Estás bien? —preguntó la pelinegra, acercándose al joven. Éste asintió. 

—Kushina-san confirmó que no vendrá —afirmó—, y espero a mi compañero para iniciar. 

—Entiendo —Kasumi sonrió—, espero que te vaya súper bien. Iré a buscar a mis niñas, nos vemos dentro. 

—Sí, nos vemos —la pelinegra se quedó mirándolo un segundo hasta que éste le sonrió y luego fue a hacer lo que dijo. 

Encontró a sus hijas con su esposo, y luego de saludarse, se sentaron. 

—Así que Naruto no vendrá —dijo apenas le informaron—. ¿No dijeron por qué?

Setsuna negó y se acercó. 

—Al parecer Akatsuki volvió a hacer sus jugadas —le dijo su esposo en voz baja. 

La pelinegra se tensó e intentó sonreír para que sus hijas no se preocuparan. Pero ella sí lo estaba. ¿Qué habían hecho esta vez? ¿Los habrían atacado? ¿O a los niños? ¿Quizá les enviaron una advertencia? Se tensó todavía más al recordar la advertencia que les habían dado muchos años atrás cuando explotaron parte de la casa de Itachi y Deidara. Joder. 

Parece que Kaguya ya estaba moviendo sus fichas.



Sarada se sentó en la isleta de su nuevo departamento. Su, todavía prometido, se sentó a su lado con expresión preocupada, algo raro en él.

—Entonces estará bien. ¿No te parece? Sora está con ellos —dijo el peliplata, con un mohín—. Sé que encontrará una forma de que se sientan mejor a pesar de todo. 

—Sí, pero eso sigue resultándome inquietante —Sarada frunció los labios, mientras miraba en silencio su taza de té—. A mí no me escogieron, aunque todos los demás aparte de nosotros ignoran el hecho que no soy una Uchiha.

—Será porque eres mayor —apuntó Takeshi. 

—No —Sarada se acomodó las gafas—, tiene que haber algo más. Hay alguien más detrás de esto. No fue solo el asesino... 

Cuando Sarada levantó la cara Takeshi tragó fuerte, no veía aquella mirada fría en su prometida desde hacía mucho tiempo. 


—Ren. 

El de cabellos largos se giró hacia la peliblanca que acababa de entrar en el lugar. 

—Cuánto tiempo —la peliblanca sonrió de medio lado.

—Shion —la reverenció levemente mientras guardaba un papel bajo la pila de su escritorio y le miraba tras las gafas de estudio—. Desde que estás aquí algo debe haber involucrado a Sasu.

La peliblanca sonrió de lado. 


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Chan chan chaaan. 

Ahí lo que alcancé jajaja.

Para los que preguntaron, me fue bien en el médico.. Aunque me mandaron un tratamiento y unas terapias :c Espero que eso no afecte mi posibilidad de escribir. Mientras tanto, un saludo a todo.

¡Echénle ganas a la vida-ttebayo! 

♡♡♡

 


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