Capítulo 7; La flor de loto II.
Entonces lo conocí a él. Aquella noche alguien le había dicho algo a Konan, no estaba seguro si Sakura o alguna persona más, algo que la había hecho enfurecer. Ella había arremetido contra mí en un callejón, y Yahiko por más que trataba de detenerla no lo conseguía. Dijo que eran órdenes y se quitó de encima a Yahiko... casi.
—¡Konan-dattebasa!
—Ya basta, Konan. Tenemos que irnos —trató, inútilmente, de detener a la enfurecida mujer.
Ésta no se dejó convencer y volvió a arremeter contra mí, pero el golpe jamás llegó. Sus ojos azules se abrieron grande al conectar con los míos que se mostraban también sorprendidos de verle. Ese hombre, yo lo conocía de algo, estaba seguro de eso. No lo reconocí para nada, claro. Él cerró los ojos al sentir una patada en su costado y se giró a ver a la peliazul.
—Cuánto tiempo, Konan —profirió con rabia, yo me sorprendí de que la conociera. No era algo fácil reconocer a aquella mujer, menos con la mascára que llevaba puesta. Entonces entendí que a ella tampoco le daba gracia verlo—. ¿Ahora te dedicas a dañar niños también?
—Naruto —pronunció con furia—. Mírate nada más, la zorra protegiendo a su cría.
Me sentí confundido, no lo iba a negar, tenía 13 años para entonces y lo único que conocía era la rabia, la tristeza y el dolor. Que aquel hombre me mirara y se pusiera en posición de pelea, que me hubiera protegido sin conocerme era algo que no me dejaba neuronas para pensar. Nadie antes había hecho eso por mí. Sus ojos... eran iguales que los de Sora, aquel niño...y los míos.
—Pareces muy seguro de poder con nosotros —comentó Tanuki con diversión, mientras le miraba con los brazos cruzados. El rubio sonrió de lado—. ¿Quieres dejarnos? Tenemos una misión pendiente, niñito.
—No voy a apartarme-ttebayo/No voy a apartarme-ttebasa —ambos nos miramos, más confundidos. ¿A quién se refería Yahiko? Todos nos quedamos en silencio.
—Son asquerosamente iguales —escupió Konan, y luego sonrió de medio lado, mirando a Naruto altivamente—. Así que... ¿Pelearás por tu hijo o morirás con él? Escoge rápido, se me acaba la paciencia.
—Mi hijo —lo miré incrédulo. ¿¡Ese era mi padre?! Estaba muerto, sí era un doncel. Esperen, ¿cómo iba a ser un doncel? Fruncí el ceño, no parecía como me pintaban los donceles exactamente, parecía un hombre de televisión, como Capitán América—. Ah, sí-tteba, mi hijo y yo pelearemos contra ustedes dos. Ninguno morirá aquí. ¿No es así —me miró interrogante y luego achicó los ojos—, como dices que te llamas? —susurró quedito.
—Boruto —Llamó Konan, y le miré enseguida—. Andando.
—¿Qué?
—Nuestras órdenes decían que te castigasemos, pero ha llegado este —miró a Naruto de arriba abajo—, y su presencia es demasiado desesperante para mí, así que vámonos.
—¡¿HEE?!
—Bocaza —Yahiko se bajó del carro donde se había subido y sacó una navaja, poniéndola en el cuello de Naruto. Mi corazón había sufrido un paro, casi puedo sentirlo todavía—. A ver, ya no te ves tan fuerte. ¿Eh? —se burló.
Parpadeé. Naruto lo miró de reojo y luego de eso mandó su mano hacia la de Yahiko tan rápido, doblándola y provocando que soltara no solo la navaja sino también un estruendoso grito que hizo que Konan, que me había comenzado a arrastrar, se detuviera. Eso fue bastante heroíco, o bastante estúpido, nadie podría definirlo bien.
—Ups —El rubio agitó la navaja ahora en su mano, mientras miraba a Yahiko, quien yacía en el suelo con el pie de Naruto ejerciendo presión sobre el pecho. Konan vio esto entre furiosa y sorprendida. Yo estaba flipando.
—Cuando yo te diga, corres, Bolt —dijo Naruto, mirándome a los ojos, yo no entendía lo que sucedía. Pero tampoco el por qué me sentía de alguna forma conectado con aquel ser que estaba arriesgando su vida por protegerme, aun sin conocernos, sin saber quien era yo, quien era él para mí—. ¡Ahora! —me vi entonces haciéndole caso, corriendo en dirección al parque.
No supe nada más hasta que el rubio me alcanzó, y cuando lo miré, detrás de nosotros venían los otros dos. El rubio solo chifló y un taxi paró, me tiró dentro de ese y se metió también. Había un pelinegro ahí también que nos veía sorprendido. Yo aun estaba en shock, por lo que no oí lo que decían, al menos hasta que vi sus ojos sobre mí y parpadeé.
Él me llevó a su casa, ahí me interrogó con cosas como mi nombre, edad, y mis padres. El otro hombre, que se llamaba Shikamaru, solo nos veía con actitud de mafioso, como si estuviera acostumbrado a esto. Luego me enteré que era policía, así que en efecto estaba acostumbrado a cosas como esa.
—Bien —Naruto se pasó la mano por el cabello—. ¿Quiénes son tus padres-tteba?
—Naruto Uzumaki —achicó los ojos—, y Hinata Hyuga.
—Ya veo —Se mantuvo pensativo, y puso los dedos en su mentón—. Hinata...
—¿La conoces? ¿Es cierto lo que decían ellos? ¿Tú eres mi padre-ttebasa?
—Bueno, tu parecido es innegable pero... yo soy un doncel y ella una mujer, dattebayo.
—Ya, pero existe algo llamado inseminación artificial —dije. Konan me lo había explicado una vez y por alguna razón mencionó que nosotros teníamos un par de pergaminos ahí, de mi madre que explicaban mejor aquel proceso—, pudiste haberos hecho eso. Ella me tuvo, así que...
—No eres mi hijo —aseguró, tanto que rompió mi corazón. Yo era un niño, mi madre no me quería lo suficiente para cuidarme por ella misma, y no conocía a nadie más que aquellas personas de las que él me había salvado. Estaba solo en el mundo...
De ahí en adelante los sucesos para mí se tornan algo borrosos. Sólo recuerdo que entre esa guerra de bandos, Hinata y Neji hablaron con mi padre Naruto y convencieron a papá de pasar tiempo con Hinata para que les pudiera demostrar que era una buena madre. Por supuesto, se comportó como la madre más cariñosa, amorosa y tierna del mundo. También pasó tiempo junto con Naruto y conmigo, y se sintió como una familia real.
Aunque la burbuja se acabó aquel día en el aeropuerto cuando mi padre le dijo que volvería por mí en algún caso, me dijo que estuviera con ellas y volvería después de que arreglara ciertas cosas en su casa. Me sentí abandonado por un momento. Entonces Hinata se fue y Sarada me secuestró, aunque ellos dicen que me rescataron y fue así sin duda alguna, ahí conocí a Nagato, el tío de Naruto al cual le encargaron a Sarada (Naruto literalmente lo obligó a ser su niñera mientras se ejecutaba "el plan"), y a la pareja Shimura Yamanaka, que agradables y raras personas.
Cuando desperté la señora Mikoto, la madre del abogado, me había sonreído y me había dicho que mi padre estaba en el hospital y que estaría a salvo con ella. Que todo estaría bien, con un tono tan lindo que me sentí en casa de repente.
—¿Hospital? Bien... ¿Qué está pasando? ¿Por qué me secuestraron ustedes dos? ¿Y qué hago aquí-ttebasa? —Mikoto miró a Sarada.
—Definitivamente es su hijo —aseguró y ambas se rieron.
Yo no entendía nada.
Luego de eso había ido de vuelta con mi padre, al hospital, había visto de nuevo a Sora, nos habían dicho que éramos hermanos y en realidad había cierta rivalidad entre Sarada, él y yo. Fue un día gracioso que le dio paso a un nuevo comienzo en la familia Uchiha Namikaze.
—¿Hace cuanto me estás siendo infiel, Naruto? —preguntó entonces el abogado. Yo lo miré, era como una de esas telenovelas mexicanas. Ni pregunten por qué veo telenovelas mexicanas.
—¿Perdón?
—Ese niño es tu hijo —se giró a verme—. ¿Cuántos años tienes?
—Trece-ttebasa. ¿Y tú quién eres? —me crucé de brazos. Ese hombre ahí creía que podía ir y hablarle a papá como quisiera, pues ah ah. No conmigo ahí, estaba cansado de que me apartaran y me lastimaran. Defendería a uñas y dientes lo que el cielo me había otorgado como mi segunda oportunidad. A...
—Naruto...
—Me ofende muchisimo —dijo—. Y para que lo sepas, también es tu hijo... genéticamente hablando.
—¿Me ocultaste otro hijo?
Sarada miró a Naruto. Naruto miró a Sora. Sora me miró y yo a Sarada.
—¡Ya paren con eso! —gritó. Todos ahí respingamos, incluyendo a papá. El abogado se serenó un poco—. Tienes cinco minutos para explicarme esto Naruto, porque tomo a mis hijos y me largo.
—¡Atrévete, bastardo!
—Sabes que lo haré, usuratonkashi.
—Pues te veo, estúpido teme.
—Maldito dobe...
Sarada carraspeó.
—Creí que eran adultos —comentó la pelinegra, acomodándose las gafas. Ambos la miraron con incredulidad—. ¿Pueden simplemente hablar como dos adultos civilizados?
—No —respondieron ambos y siguieron con su pelea verbal.
Al menos así fue hasta que Sora, ya cansado de tanto parloteo, se acercó a Sasuke.
—Papá, papi. ¿Por qué no me explican-tteba? —preguntó, jalando el pantalón de su padre.
Naruto suspiró y le indicó a Sora que se subiera, luego miró a Boruto y a Sarada pidiéndoles que se acercaran. Sasuke se mantuvo parado, frente a él. Lo habían dicho entonces, que yo era su hijo, aunque claro al abogado no lo creyó hasta que en el ADN que me practicó dio positivo. Ese día fue muy raro porque Sarada comenzó a llorar y tuve que consolarla, pues se había dado cuenta que había vivido todos esos años engañada y Sasuke en realidad no era su padre.
La aceptación de nuestra disfuncional familia, el cumpleaños de papá, el de Sasuke -en realidad este lo celebraron solo Naruto y Sora-, y nuestras diferencias que nos hacían chocar seguido no fue una etapa exactamente fácil. Sarada tenía problemas emocionales gracias a que no sabía quién era su verdadero padre, y así como yo, sabía que aunque Naruto y Sasuke le dieran una nueva familia, el pasado estaría siempre ahí. No se apartaría jamás, es por esto que Sarada y yo comenzamos a hablar más seguido, como verdaderos hermanos, me refiero.
—Me siento raro —comenté mientras me sentaba a un lado de Sarada en la cama, ella me miró.
—¿Por qué lo dices? —arrugó la nariz.
—Bueno, es que a veces me daría gusto saber cómo es que existo —miré hacia el bowl de palomitas que tenía en la mano y luego mordí mi labio—. Sé que papá nos dijo cómo, pero... ¿Por qué ella haría eso? ¿Puede una mujer estar tan loca para dar vida a un niño en su vientre y luego abandonarlo a su suerte porque no puede protegerlo?
Sarada me miró comprensiva.
—A mí también me gustaría saber quién es mi verdadero padre —se acomodó las gafas y suspiró, encogiéndose de hombros. Me golpeó el hombre entonces y sonrió—. Pero si fuera así, no estaríamos aquí. Y mira que le sacamos buena, tenemos amor, una familia y buena economía ahora. No hay mucho por qué preocuparnos excepto quizá que Sora no incendie la casa y que papá no le de de comer ramen a Daiki —ambos reímos.
Hacíamos pijamadas, veíamos televisión, leíamos juntos, a veces solo hablábamos de cómo nos sentíamos, llorábamos con botes de helado y nos sentíamos más afines entre ambos, o incluso con papá. En cuanto a Sasuke por más que este intentara ser el padre ejemplar, yo no terminaba de tragármelo por completo, por lo que le decía el abogado siempre. Claro, la primera vez que admití que Sasuke era mi padre fue en una situación distinta y con mi papá, lo dije conciso.
Naruto me había sonreído y me había dicho que era así, ellos eran mi familia.
Y Sasuke era mi papá aunque yo no solía decírselo mucho.
Él no se quejaba... o eso creía yo.
—Cálmate Sasuke-ttebayo —Yo había ido por unos bocadillos de medianoche para nuestra pijamada con Sarada, pero el cuarto de papá tenía la luz encendida y parecía estar consolando al abogado—. Algún día te dirá papá. Sólo... es que ha sufrido mucho, y aun no se acostumbra.
—Sarada me dice papá.
—Sasuke, Sarada ha vivido todos estos años creyéndote su padre —contradijo mi padre.
—Sí, pero... ¿Qué hay de Sora?
—Sora también sabía que eras su padre —refutó.
Aquello sin embargo me había lastimado, porque no era mi intención lastimar al hombre que de alguna manera había interferido para darme vida, y ahora me daba una casa, una familia y amor. Intenté muchas veces decírselo pero nada resultaba, siempre la palabra se me atascaba, así que él solo seguía siendo un buen papá y yo me esmeraba por ser un buen hijo y no darle problemas. Al menos hasta que Kuro apareció en mi vida, cuando tenía 14, Sarada había comenzado a salir con Takeshi y kami, Sasuke se había vuelto el dios de los celos sobre protectores.
—Ey —me senté a un lado del abogado mientras observábamos a los demás jugando fútbol, especialmente Naruto y Sora se lo tomaban muy a pecho. Sasuke alzó la mirada hacia mí.
—¿Pasa algo, Bolt? —preguntó. Él no me decía Boruto, decía que no le gustaba ese nombre porque fue como mi madre me bautizó, había algo sobre ella que no me decían y eso no me gustaba. Hikari se cayó y ambos miramos a todo nuestro escuadrón ir a ayudarla.
—Yo... quería decirte algo —tenía diecisiete, era un doncel adolescente confundido, hormonal y muy sentimental con un pasado casi incompleto, una familia cariñosa y unos padres que darían lo que fuera por verme sonreír. Sasuke me miró en silencio, dándome cabida a que hablara todo lo que quisiera—. Ah... Es que... yo... y... él...ah...
—No entiendo —Sasuke miró entonces sus manos entrelazadas—, te pareces a ella —me dijo. Aquella confesión me había dejado pasmado, completamente absorto—. Tenía esa cosa que haces con los dedos a veces cuando estás nervioso, es un tic. Y se ponía roja, tartamudeaba mucho, no alcanzabamos a entender casi nada.
—¿De...? —De quién hablas, quise preguntar.
—De Hinata —respondió mirándome a los ojos, los míos se abrieron grandes—. Mira, yo sé que esto ha sido confuso para ti, Bolt. Sé que... de alguna forma la querías, es quien te trajo al mundo y...
—Yo no la quiero —negué, él me observó sorprendido pero lo ocultó muy bien—. No como a ti o a Naruto, son mis papás... Mis verdaderos papás. No solo biológicamente —afiancé entonces, mirándolo—. Gracias a ustedes volví a nacer, y yo... quería agradecerte por eso... padre.
Los ojos se Sasuke se ensancharon como una sonrisa surcando por su rostro al momento de abrazarme, había apreciado como nunca aquel abrazo, y luego nos habíamos unido a nuestros hermanos Con los gemelos, y luego las niñas nuestras vidas se habían vuelto más alegres y unidas, y yo amo a mi familia... jamás me quedará duda en reparar para salvar a alguno de ellos, incluso a Sarada o a Sora los quiero demasiado.
Pero siempre hubo algo, algo que no me permitió disfrutar del todo sus cariños, de los niños que vinieron, del cariño de Sasuke y el calor que su familia, mi familia, nuestra familia me proporcionaba. Odiaba la sensación. Ese era el odio... ese que le tenía a Hinata, ese que me hacia preguntar... ¿Por qué nací? No odiaba mi vida ahora mismo, me gustaba, me sentía a gusto con ella y definitivamente no cambiaría nada de los últimos doce años, pero... Aun dolía aquel vacío en mi corazón.
—Eres un chico lindo —decían—. Adorable.
—Amigable.
—Buen chico.
Si supieran que... El odio había corrompido mi corazón tiempo atrás no dirían lo mismo, cada vez que me miraba al espejo la veía a ella y lo odiaba, cada vez que alguien la mencionaba, cada vez que me preguntaban por como me sentía respecto a ser "adoptado" yo cerraba los ojos y deseaba que me partiera un rayo. Porque no quería parecerme a ella, menos después de lo que había descubierto recientemente.
—Ese muchacho no me agrada para ti, Bolt —había dicho Sasuke cuando conocieron a mi primer novio, Kuro—. Hay algo en él que te ha cambiado —Pero no, no era Kuro, era solo yo. Lo que pasaba es que aquel chico, el pelinegro de ojos cafés del que hablaban era como un espejo de todo lo malo que había en mí... Quizá por eso me gustaba—. Y no debes quedarte con alguien que te cambie —aseguró él, mirando a la nada—, podrías arrepentirte.
A Sora tampoco le agradaba Kuro, pero cuando conocieron a Mitsuki, ah. Sólo por ser el hijo de Orochimaru y Kabuto lo habían amado como a nadie. No me sorprendía, Mitsuki era un gran chico y muy guapo, tranquilo y buena persona. A Kuro, mi novio desde los 16, no le agradaba pero él mantenía viajando en su motocicleta a todas partes, era modelo y tenía fama de ser un chico malo que se fue acrecentando, casi logra arrastrame con él, pero Mitsuki y Sarada se mantuvieron firmes conmigo y no lo dejaron.
—Si lo prefieres a él, bien. No me importa, después de todo, eres un mojigato —Kuro me había terminado alrededor de unos seis meses atrás, sin embargo, éramos compañeros de facultad y muy buenos amigos. A pesar de todo, seguíamos haciendo casi todo juntos. Fue un cambio.
Un buen cambio, porque ambos nos estabamos lastimando el uno al otro. Kuro tenía muchos problemas, su madre tenía cáncer, él aguantó por mucho tiempo un padrastro abusivo y al cuidado de sus hermanas menores no tenía mucho tiempo para nada. Yo tenía la vida perfecta y me sentía incompleto por no conocer del todo mi razón de existir, fue una incompabitilidad que intentamos sobrellevar pero al final... el alcohol le pasó factura y terminó en un centro de rehab.
La última vez que habíamos hablado fue una semana antes del día en que Sarada nos dio la gran noticia de que sería mamá. Genial, ella estaba con Takeshi desde hacía años, se comprometieron, se mudaban juntos, se casarían en un par de meses y también serían papás. Yo vivía solo, y a veces la soledad era tal que salía corriendo de mi casa a la casa de mis padres, donde Naruto vivía tan ocupado y Sasuke con su trabajo de abogado no tenía mucho tiempo tampoco. A pesar de eso, siempre me recibían con los brazos abiertos.
—Estás lleno de odio —mencionó Mitsuki mientras ponía su mano en mi mejilla—, sólo dime qué tengo que hacer para que ya no sea así. Vamos, haría lo que fuera para que mi sol sea feliz.
—No hay forma de que yo pueda hacer eso. No hasta que lo entienda —agaché la mirada—. No hasta que entienda... porque...
—Debe haber una forma de que puedas entenderlo —dijo Mitsuki entonces. Negué, al menos hasta que alcé la mirada, fue como una revelación. Los pergaminos.
Por eso... estabamos ahí ahora, en aquel lugar.
Buscando los dichosos pergaminos que me dirián... por qué existo.
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-Actualidad-
Boruto se quedó en silencio mientras Mitsuki terminaba de leer en voz alta lo que aquel viejo pergamino decía, el rubio se sentía tenso y el ojiambar solamene rehuía la mirada del menor. No era quien para argumentar nada a favor ni en contra de lo que decía aquel pergamino, miró entonces a Boruto. Así como él, también había sido creado a partir de inseminación in vitro. No había problema con sus padres, pero cuando les dijeron que había una posibilidad de que desarrollara una enfermedad degenerativa, sus padres decidieron aplicar sus conocimientos sobre el genoma humano en el varón de la edad de su sol.
—¿Te sientes bien? —se atrevió a preguntar.
Boruto alzó la mirada acuosa hacia él y negó con la cabeza.
—Ella... Ella es un mounstruo y...
Su mirada decayó, Mitsuki vio con horror como aquellos ojos azules de su sol se vaciaban de emoción alguna, ensombreciéndose y así como se veía parecía un muñeco. Le miró en silencio.
—Boruto...
—Me llamo Bolt —intervino, mirándole con firmeza—. Bolt Uchiha.
Mitsuki tragó con fuerza, era la primera vez en trece años que mencionaba el apellido de la persona a la que él se refería como el abogado, de... su padre. Eso era raro, sus ojos azules pronto habían sido llenados por un sentimiento que Mitsuki no podía describir para nada.
—Boruto me preocupa —comentó Naruto mientras se miraba en el espejo, Sasuke que estaba acostado en la cama leyendo un libro, lo miró—. No sé por qué, pero siento que hay algo que se está guardando, algo que no nos quiere decir y... lo está lastimando. Hace mucho lo veo así.
—¿Ya intentaste hablar con él? —Sasuke volvió su vista al libro.
—Deberías hacerlo tú —dijo Naruto, dándose vuelta para encarar al azabache. Éste alzó la mirada confundido, no estaba muy seguro de que Boruto accedería a hablar con él tan fácilmente, después de todo solo le había tratado como su padre alrededor de unas dos o tres veces durante los trece años que llevaba en sus vidas.
—Contigo tiene más confianza —le indicó.
—Por eso mismo no me dirá —refutó Naruto, haciendo que Sasuke frunciera el ceño. Eso no tenía nada de lógica para Sasuke, Naruto se giró a verlo, mientras se terminaba de peinar—. Escucha, Bolt es un libro abierto si deseas, sólo que tú tampoco haces el esfuerzo por romper la barrera entre ustedes dos. Siempre respetas mucho su espacio.
—Creí que eso era bueno —Sasuke no entendía nada.
—Lo es... de vez en cuando. En casos como este no hay que dejar que los niños se ahoguen solos, ahí que darles algo de espacio pero son como las cometas-ttebayo —Naruto le sonrió.
—Bolt ya no es un niño —le recordó entonces, volviendo la vista a su libro—, y en todo caso. ¿Qué tienen que ver las cometas con esto? No entiendo.
—Baka —Naruto le lanzó un zapato, nuevamente Sasuke lo atrapó y el rubio maldijo los estúpidos y muy buenos reflejos de su esposo—. Pues te explico —suspiró—. Los niños son como volar una cometa-tteba, bueno se aplica para muchas cosas esta pero...
—Naruto, ve al grano —lo miró fijamente. Naruto asintió con una sonrisa y se sentó en el borde de la cama.
—Es como volar una cometa —prosiguió—, no vuelan alto si tiras mucho, pero si le aflojas demasiado... se caen. Y si tiras muy fuerte de una cometa que ya vuela alto, el hilo se romperá y no volverá jamás.
Sasuke parpadeó.
—Cuidado —dijo.
—¿Eh? —Naruto miró a todas partes, hasta que sintió como se lanzó sobre él—. ¡EHHH!
—No uses tanto el cerebro, dobe —Sasuke lo abrazó y el rubio solo pujó algo molesto por su comentario, el azabache puso su cabeza en el cuello de su esposo—. ¿Quieres decir que mi agarre es muy flojo? —susurró en el cuello del rubio, que se erizó enseguida, haciendo sonreír al pelinegro.
—Ah...
—Hablaré con Bolt —aseguró, dando un beso en la clavícula del rubio—, en un rato...
—Teme —ahogó un jadeo.
Boruto se quedó en silencio hasta que le llegó un mensaje a su celular, frunció el ceño. Mitsuki, que estaba a su lado, reacomodando el resto de cajas que reblujaron en su búsqueda, lo miró de reojo cuando se puso de pie. Aún algo consternado, dejó el teléfono de lado y miró la foto otra vez.
El abogado♥: Te veo en el parque de cerezos en media hora, no tardes. 6:00 pm.
¿Por qué querría verlo? No es que se le hiciera extraño, era su padre de todas formas, pero sí, se le hacía demasiado extraño. Aunque no tuvieran una mala relación, no solían hablar mucho a menos que hubiera reunión familiar o estuvieran en la casa, no había nada de eso de llamarse cuando estaban lejos o chatear solo porque sí, ni citarse de la nada. Sí, el abogado seguía siendo seco y no muy apegado a las redes. ¿Habría pasado algo?
—¿Pasa algo?
—Debo irme —anunció a Mitsuki, mientras se ponía la chaqueta por encima de los hombros—, ¡vendré luego para ayudarte!
Mitsuki suspiró, era obvio que ni el rubio se creía eso. Boruto no tardó mucho tiempo en llegar hasta el lugar indicado por su padre, y lo vio sentado con tranquilidad en una banca, hostigado por las miradas de las mujeres y donceles que pasaban por ahí, tenía la cabeza levemente inclinada hacia atrás y los ojos cerrados. Rodó los ojos mientras se metía las manos a los bolsillos del pantalón y caminaba hacia él, cuando estuvo frente a él, se acercó a verlo más de cerca. Ni siquiera abrió los ojos, pero sabía que estaba ahí, era escalofriante.
—Hola Bolt —dijo, y abrió los ojos, haciendo que el rubio trastabillara hacia atrás. Boruto carraspeó y miró hacia otra parte—. Siéntate, quiero hablar contigo.
—Antes que nada... ¡Yo no hice nada! —lo apuntó con el dedo índice, justo en la nariz. Sasuke hizo un bizco mientras miraba su dedo y luego, con aburrimiento, lo miró a los ojos, consiguiendo que se abochornara—. Na... na... Ya me siento-ttebasa.
Sasuke asintió y esperó pacientemente que fuera así. Una vez estuvieron uno al lado del otro, Sasuke descubrió su mano izquierda y le enseñó a Bolt una bella flor de loto. Éste parpadeó.
—Nelumbo nucifera —mencionó Sasuke, haciendo que el rubio frunciera el ceño—. O como todos le conocen, loto sagrado. Tiene muchos significados, entre ellos la pureza espiritual, del alma y el espiritú. Representa la elegancia, la belleza, la perfección, la pureza y la gracia, y está a menudo asociada con los atributos ideales.
El rubio le observó entonces en silencio, la forma en la que el abogado veía la flor le traía armonía y paz al ambiente, pero no entendía el por qué le estaba enseñando sobre una flor.
—Cuando nos conocimos —Sasuke desvió la mirada hacia él—, eras un niño asustado, débil, triste.
—¡Oi! ¡Qué grosero, viejo! —Frunció el ceño, Sasuke sonrió y volvió su vista a la flor.
—Conforme fuiste acoplándote a nosotros y nosotros a ti, mi visión sobre ti se fue ampliando. La primera vez que me llamaste padre —lo vio sorprenderse por el rabillo de su ojo—, pensé que todo estaría bien ahora. Comencé entonces a compararte con una flor de loto, tan puro, tan elegante y bello —lo miró fijamente esta vez—, eres la copia de tu papá. Me recordaste a él, tampoco solía ser muy afeminado como deberían ser los donceles, pero... un día se pusieron una yukata, se arreglaron el pelo y comenzaron a verse como la perfección en persona.
Boruto le miró en silencio. ¿Qué le iba a decir? Tenía un nudo en la garganta.
—Bolt, no sé que te esté pasando. También sé que ya no eres un niño, vives solo y haces tu propia vida bajo tus propias capacidades —bajó la voz—, pero quiero que sepas, que lo que sea que sea, puedes contarme y a tu papá y hermanos si no es a mí, nosotros vamos a apoyarte siempre. No dejes... que nada corrompa a mi linda flor de loto —se acercó, depositando un casto beso sobre su frente y poniendo la flor en su oreja, recogiendo un par de mechones de su cabello con ella.
Boruto sintió sus ojos acuarse y, como un niño pequeño que busca consuelo, se lanzó a los brazos de su padre, mientras éste le recibía con tranquilidad y acariciaba su espalda. Naruto sonrió al ver esto y le agradeció a Sasuke, mientras seguía caminando con Sarada. La pelinegra se acomodó las gafas al verlos pero se hizo la de la vista gorda y siguió hablando con su papá de los preparativos para la boda.
—Dime ya... ¿Qué pasa, cariño? —preguntó Sasuke una vez que se separaron.
Boruto se limpió las lágrimas restantes y sonrió como pudo.
—¿Por qué nunca me lo dijeron?
—¿El qué?
—Que Hinata... era Hannya —apretó los labios—, ella... era una asesina desalmada, tenía un registro perfecto, nadie sobrevivía a ella y...
Sasuke lo abrazó de nuevo y dejó que se desahogara, aun cuando no entendía ninguna de sus palabras pues se escuchaban distorsionadas por la ropa y el llanto.
—Oh, Bolt, lo siento, yo... estaba más ocupado en protegerlos que en explicarles de qué los protegía —Sasuke se rascó la nuca—, yo tampoco lo sabía hasta que... bueno, hasta que Kisame en la morgue nos dijo. Y... no quisimos decirte que tu madre era lo que era porque creímos que afectaría tu pensamiento sobre ella.
—¿Creyeron que dejaría de odiarla o algo así? —Boruto ensombreció el rostro.
—No tienes que odiarla, Bolt —dijo Sasuke, suspirando—. Ella sigue siendo tu madre, fue quien te trajo al mundo, te cargó en su vientre y te dio a luz.
—Pero...
—Lo que hizo, todo, estuvo mal —esclareció—, no estoy librándola de sus errores para nada, merece arder en el infierno y pagar todos sus pecados. Cometió muchos, entre ellos hacerte sufrir, y no se lo voy a perdonar jamás, pero... No estarías aqui si no fuera por ella.
Boruto se sorbió la nariz.
—En los pergaminos de ella decía que... que Mei Haruno la ayudó a robar el recipiente en el que guardaban el óvulo fecundado que me dio vida —susurró, sorprendiendo a Sasuke—, y habla sobre Akatsuki. Yo creo que... debes leerlos, hay muchas cosas ahí que... que son importantes.
Sasuke asintió. No pensaba en eso antes, no exactamente, por él hubiera quemado cualquier cosa que mencionara a quella demonio, pero daba gracias a Kami que Naruto le hubiera pedido que no botaran nada de Hinata pues podría ser de ayuda o solo porque Bolt algún día sentiría curiosidad de algo que ellos no podrían responderse.
—Y... también dice que ella tenía celos de ti, porque siempre tuviste a Naruto —miró al suelo—, por eso, cuando Sakura le dijo de Sarada, ideó un plan para separarlos y quedarse con Naruto. Sakura se negó al principio —miró al azabache—. Yo...
En el pergamino decía que Hinata mantuvo contacto siempre con la Haruno, por ello mismo cuando Sakura había mencionado que su hija tenía cierto parecido se creó un plan para separar a Naruto y Sasuke, pero la pelirosa dijo que no, no tenía ganas de entrometerse por ahora. Cuando esto sucedió, Hinata no vio una salida más efectiva, hasta que conoció a Mei Haruno.
—¿Quién eres? —había preguntado, con el ceño fruncido.
—Me llamo Mei Haruno —se presentó la castaña de ojos verdes—. Y tengo las respuestas a todos tus planes. ¿Habías hablado alguna vez de las pruebas de fertilidad? —sonrió.
La respuesta fue aquella, si Sakura no colaboraba, ella lo haría. Se sometió entonces a unas cuantas pruebas, y Mei le ayudó a robar el óvulo fecundado que permanecía congelado con el ADN de Sasuke Uchiha y Naruto Namikaze. Llevó a su hijo en su vientre durante nueve meses enteros, se sometió a todos los chequeos de rutina, a la dieta, los vómitos y mareos que un embarazo conlleva y dio a luz al hijo de los dos. Cuando tenía menos de un año ella volvió a la acción, y siempre se cambiaba de casa con su hijo, hasta que tuvo que dejarlo bajo el cuidado permanente de Yahiko y Konan.
Se sintió muy mal por haber traído un niño así al mundo, pero no se arrepentía de nada pues ese niño era su todo. También cuando Sarada cumplió nueve años, Sakura estaba lo suficientemente resentida para no solo volver a la acción, sino acabar con la paz del matrimonio Uchiha-Namikaze.
Mitsuki dejó a un lado el pergamino que Boruto había leído antes y se masajeó la sien algo confundido. Eso era más complicado de lo que sus padres habían hecho para evitar que sufriera de un síndrome degenerativo, pero vaya. La puerta se abrió y el rubio le sonrió.
—Sí viniste —sonrió.
—Te dije que te ayudaría-ttebasa, fue palabra —se sentó a su lado. El ojos ámbar lo miró silenciosamente, apreciando su belleza.
Su sol le sonrió nuevamente y él se contagió de la energía renovada de él.
—Linda flor —halagó la flor que llevaba en el cabello.
El rubio estaba sonrojado.
—Gracias-ttebasa.
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