Capítulo 60; El corazón de Naruto.

El desayuno pasó entre risas y anécdotas entre la familia, aunque faltaban Sarada y Boruto, pues ellos se unirían para la hora de la almuerzo con sus parejas, la familia se sentía feliz y completa. Al menos por todos, excepto Naruto, quien no paraba de ver a Sasuke como si fuera un completo extraño. Por primera vez, al verlo sin su velo de abogado y solo siendo un padre con sus hijos se sintió intrigado.

Miró entonces a su hijo menor y sonrió.

Había crecido mucho, y es cierto, se dijo a sí mismo...

Sora tiene 20.

Ya no quedaba mucho rastro de aquel niño juguetón y travieso que solía ser catorce años atrás, entonces un recuerdo inundó la mente de Naruto, que lo hizo perderse en el tiempo. 

¿Ves? —Sasuke había sonreído y Naruto le había mirado con ganas de querer golpearlo, entonces el azabache carraspeó y cruzando sus brazos sobre su pecho, miró a Naruto con seriedad, haciéndolo encogerse igual que Sora—. Así que... ¿Cuándo exactamente pensabas decirme que teníamos un hijo, Naru? preguntó con toda la seriedad posible.

Naruto le miró con una sonrisa nerviosa enseguida.

—¿Te diste cuenta-ttebayo? murmuró.

—Tu hijo carraspeó, nuestro hijo me dijo que estabas muerto. Se escapó para conocerme, y quien sabe qué más locuras hizo —le comentó entonces, viendo las expresiones de Naruto variar entre enojo y sorpresa—. También... tuvo problemas con Sarada y... con Shikadai.

Naruto se quedó quieto enseguida, absorto entre sus pensamientos. ¿Shikadai? ¿El... hijo de Temari? ¿Esa... Temari? Tragó fuerte. Había sido mucha casualidad que Shikamaru hubiera terminado casado justamente con ella, después de todo, el mundo era realmente pequeño.

—¿Con titubeó—, Shikadai, dices?

—Sí —los ojos de Sasuke quemaban sobre su frente, ansioso por decirle aquellas palabras que había guardado en sí con tanta resignación. Anhelaba ver como se le caía la cara de la vergüenza a Naruto por lo que iba a decirle—, le dijo a Temari que era la otra concluyó.

Naruto abrió grande la boca. ¡Oh por dios, qué verguenza! No era como que creyera que su pequeño hijo de seis años se hubiera podido enterar de la relación de Sasuke con Temari mucho tiempo atrás, menos que Sasuke pudiera haber comentado algo al respecto sabiendo lo mucho que odiaba el tema, así que solo le quedaba una opción viable. Le había dicho algo sobre su extraña relación con Shikamaru. Podría morir.

—Pero yo te veo muy vivo —mencionó entonces, mirándolo—. En una camilla de hospital, pero vivo. A todo esto, ¿dónde está Hidan?

Naruto entonces recordó al peliplata que los había ayudado a salir y frunció el ceño.

—¿Y eso como por qué te importa? —se cruzó de brazos también y le miró ceñudo.

Sasuke sonrió. Naruto no había cambiado nada.

—No te pongas celoso —pronunció—. Sólo es curiosidad, esperaba verlo regresar con ustedes o algo. No se ha pronunciado desde el accidente.

—No estoy celoso-ttebayo.

—Oh, por supuesto que lo estás.

—Claro que no.

—Claro que sí.

—No, y punto, Sasuke, no caeré de nuevo en tus tontas trampas —bufó, desviando la mirada.

Sasuke no mencionó nada hasta que vio a Naruto girar la cara de vuelta a él.

—¿Qu-?

—Aún no me respondes por qué te interesa —dijo Naruto.

Sasuke sonrió.

—Fui yo quien lo trajo, Naruto —dijo—, de hecho... me acosté con él.

El rubio se sintió sumamente ofendido por la forma tan tranquila en la que decía aquello, es que era cabezota.

—¿Ah, sí? Pues yo me acosté con Shikamaru y no te lo ando restregando-ttebayo.

Sasuke se tensó. Entonces mis sospechas eran ciertas.

—Bueno —Sasuke le sonrió—, Shikamaru tiene una esposa y un hijo hermosos. Como yo también, a pesar de que ambos nos hayan sido infieles, no importa, Temari y yo sabemos perdonar aseguró, lo último con cierta sorna que Naruto sabía bien a qué se debía. Le molestaba.

Naruto le miró con la ceja arqueada.

—Tú y yo estamos divorciados, Sasuke, yo podía hacer lo que me viniera en gana.

Sasuke alzó una ceja.

—No lo firmaste. ¿Verdad?

—¿Olvidaste nuestra promesa, Naruto? —preguntó, fingiendo estar ofendido, y luego miró a Naruto en silencio—. Porque yo nunca lo hice. Iba en serio, cuando te dije que aun cuando firmaras yo no lo haría.

Sasuke se giró a ver a Naruto al notar su intensa mirada, y éste al percatarse salió de sus pensamientos para parpadear y suspirar. Era difícil aceptar que era verdad, su hijo había crecido mucho, las cosas habían cambiado mucho. El timbre sonó, disipando sus dudas por completo.

—Perdón —Naruto apartó su silla y se levantó—, yo abriré-ttebayo, no se preocupen.

Sora y Sasuke le vieron de reojo antes de seguir conversando al respecto de su película favorita y el balón de fútbol que aparentemente el abogado había conseguido para Akihiko a petición del menor, mientras los gemelos molestaban a Ayame y Hikari se dedicaba a jugar con la comida en silencio. Estaba armando un castillo de waffles.

—Kuu-chan.

—Naru, bebé, lindo. ¿Cómo estás? —El pelirrojo se lanzó a saludarlo con un beso y una sonrisa.

El menor se puso rigído.

—Mi familia está en casa-ttebayo. ¿Qué haces aquí? Creí que tenías asuntos que atender en Minnesota —ladeó la cabeza, ya que no esperaba verlo regresar para la fecha—. ¿Has acabado?

—No podía con la separación y he decidido que era hora de volver a verte —le dijo—, y también tenía que venir por problemas familiares. Mi hermano debería estar en la cárcel. 

—¿Tu hermano-ttebayo?

—Sí, pero eso lo dejamos para otro día —le restó importancia—, tengo una boda. Ven conmigo.

—¿Qué?

—Oh, vamos, ya sabes, acompañame —le pidió y entonces chasqueó los dedos—, ¿quieres que te compre un vestido para ir? Puedo hacerlo, no hay problema. 

—N-no es eso —Naruto rió nervioso—, es el cumpleaños de mi hijo y lo pasaremos en familia, ya sabes. M-mi esposo y mis hijos. 

—Oh —Kurama chasqueó la lengua y se metió las manos al bolsillo—, creí que pensabas apartarte de él... de nuevo. 

Naruto lo miró conmocionado. 

—No soy tan fácil de apartar —la tercera voz los tensó a ambos—, como ya ves. Los Uchihas no somos huesos fáciles de roer. 

Los ojos rojos del pelirrojo se posaron en el Uchiha que estaba atrás de Naruto y asintió. 

—Tienes razón, sois de lo peor —se mofó y miró a Naruto—, bien, Naru lindo, creo que me iré por ahora. Tampoco es como si pudiera hacerme gran cosa en su —miró a Sasuke de arriba abajo—, peculiar condición pero aun así, lo dejaré pasar porque es el cumpleaños de tu hijo.

—Gracias por entender-ttebayo. 

Sasuke arqueó una ceja y vio como el pelirrojo se iba, se cruzó de brazos mirando a Naruto. Sin embargo, el rubio lo ignoró y prefirió volver a la cocina junto a los niños haciendo que el Uchiha chasqueara la lengua y le siguiera muy de cerca.

—Oh, volvieron —Sora sonrió—. Llegó un paquete. 

—¿Un paquete? —Naruto se puso nervioso—. ¿Cómo que un paquete?

Sasuke, por otro lado, solo miró a su hijo con una pequeña sonrisa cuando éste enseñó una caja.

—Ábrelo. 

—¡Sasuke! —Naruto se volvió a verlo. 

—Naruto —respondió, bostezando y viéndole fijamente a los ojos. Estaba molesto.

—Podría ser un envío de Kaguya —le susurró, acercándose para que los niños no pudieran oírlo, estaba al borde de un colapso nervioso pero el estúpido con cabellos de cacatúa solo le miraba aburrido—. ¿Por qué le dices que lo abra con tanta tranquilidad? ¿Y si es una bomba-ttebayo? 

—¡No puede ser!

El grito de Sora alertó a Naruto, haciéndolo sobresaltar. 

—¡Es una camisa de los Yankees autografiada! —Sora miró a Sasuke—. ¡La envió Sarada-datteba!

Sasuke le sonrió a su hijo mayor y luego miró a su esposo de reojo. No lo culpaba por ser tan paranoico, pero de vez en cuando, parecía ser que Naruto olvidaba quien era él, quienes eran ellos. Naruto estaba en shock.

—¿Cómo dices que dijiste-ttebayo?

—Sarada me envió de regalo una camisa de los yankees autografiada —repitió Sora con una sonrisa—. Aw, en serio que los amo. 

Todos sonrieron, porque su luz, su cielo había vuelto a brillar tanto como esa sonrisa que portaba en su rostro. Y la luz de la familia Uchiha estaba de nuevo en casa. Sasuke rozó con su dedo la mano de Naruto, y al notar que este estaba demasiado absorto en sus pensamientos, tomó su mano y entrelazó sus dedos.

Porque ellos dos eran uno.


—¿Ya te vas, hijo? 

—Sí, mamá —Shikadai besó la frente de su madre—, debo ir a ver a mi novio y darle la noticia.

—Es una sorpresa, Shika, Sasuke dijo que lo anunciarán en la noche cuando todos estemos ahí —le dijo con una sonrisa—, esperaré a que me den el alta y tu padre me recogerá así que no te preocupes —agregó al ver el rostro confundido de su hijo. Shikadai asintió. 

—Bien, entonces nos vemos en la noche —le sonrió—, pasaré por Kousuke y el bebé en la moto.

—No vas a llevarlos. ¿O sí? —de repente, Temari se puso nerviosa. 

Shikadai la miró confundido. 

—¿Planeas que los dejemos solos en la casa? 

—No es eso, cariño, pensé que lo mejor sería que estuviera en la finca Sabaku No con Kankuro, Takahiro y Shinki —comentó ella—, hay muchas razones por las que no deberías llevarlo hoy. 

—¿Cuál es una de esas?

—Tu novio le tiene celos porque cree que el bebé es tuyo —arqueó una ceja, y Shikadai chasqueó la lengua—. El favor que le estás haciendo a Sasuke es admirable pero por lo mismo debes mantener a los chicos lejos de Kousuke.

—Bien, entonces lo llevaré a la finca —dijo Shikadai y suspiró—, nos vemos.

—Adiós, cariño —Temari observó a su hijo irse y sonrió. Esperaba que todo mejorara pronto.


—Kousuke-neechan. 

—Oh, Shinki —el doncel de ojos azules levantó la mirada y sonrió—, ¿pasa algo?

El pelinegro de ojos castaños negó y entró en la habitación, mientras sus ojos se desviaban a la cuna donde aguardaba el pequeño bebé copia de aquel doncel frente a él. Aún le llamaba la atención, era muy extraño todo para él. Su familia aparte de su padre siempre había constado de su tía Temari, sus primos Shikadai y Meiko, su tío Gaara y sus primos Metal y Akasuna, no había nada sobre Takahiro y no entendía porque insistían tanto en cuidar a Kousuke y el bebé. Aun así, era consciente de que serían capaces de dar la vida por ellos, lo había corroborado. 

Entonces, ¿quiénes eran ellos para que importaran tanto?

—Es un bebé muy lindo —comentó. 

—¿Verdad que sí? —Kousuke lucía cansado, tenía ojeras y siempre bostezaba. No sabía si era por su costumbre de vivir con los Nara y ser algo de Shikadai, no estaba seguro qué era, o simplemente se debía a las noches de desvelo que le causaba el tema de conversación: el bebé.

—¿Sabes? Me da curiosidad pero su cabello negro no se ve tan negro como el suyo —comentó. 

Kousuke despabiló un poco y le miró, ladeando la cabeza.

—¿Hm? ¿A qué te refieres?

—Nada, es sólo que se ve diferente —sacudió la cabeza y lo miró a los ojos, azules—. Ya casi estará el almuerzo, ¿quieres bajar a comer con nosotros? Estoy seguro que mi padre estaría complacido.             

—Seguro —Kou le sonrió aunque su sonrisa no fuera la más grande, Shinki asintió y se dio vuelta entonces para salir de la habitación pero se detuvo cuando escuchó su llamado—. Eh, Shinki.  

—¿Sí? —lo miró por encima del hombro.

—¿Gaara-sama sigue aquí? 

—No, al parecer tuvo unos inconvenientes y tuvo que salir —lo miró perspicaz—. ¿Por qué?

—Oh, solo quería hablar con él de algo —negó con la cabeza—, pero no importa, podré hacerlo en otra ocasión. Bajaré a comer en unos minutos, ¿está bien?

Shinki asintió y salió al pasillo, chocando contra alguien a quien alzó la mirada, sorprendido.

—Vaya, cuánto has crecido —Shikadai le sonrió—, es bueno verte de nuevo, Shinki. 

—¡Shikadai! —Abrió los ojos sorprendido y luego los achicó—. ¿A dónde vas?

—A ver a mi familia —le sacó la lengua y entonces lo dejó sin saber a qué se refería para ingresar al cuarto del que el menor acababa de salir, haciendo que sintiera curiosidad—. Kou-chan. 

—¡Shika-chan! —Kousuke gritó levemente y se lanzó a los brazos del pelilargo con una sonrisa.

Shinki se quedó viendo esto con incredulidad escondido tras el marco de la puerta. No sabía que el doncel tuviera una sonrisa tan bonita, pues en la tarde cuando había llegado se veía muy tranquilo y simplemente quizá hasta aburrido, aparte que Shikamaru solo lo había dejado ahí y se había ido a trabajar. No sabía mucho de él excepto que era muy bien bienvenido en su casa.

—Ey, ¿me extrañaste? 

—Por supuesto que sí-ttebana. ¿Ya podemos volver a casa? Oh, espera, vamos a comer aquí —agregó rápidamente con una sonrisa—. Kankuro-san nos invitó a almorzar. ¿Qué te pasa?

Shikadai parpadeó y se apartó, negando.

—Estoy bien, solo sigo algo molesto con Sora, es todo —le restó importancia y se acercó hacia la cuna, mirando como el bebé dormía plácidamente—. Hola, campeón —susurró al verlo moverse y sonrió—, ya volví a casa.

El bebé al reconocer su voz comenzó a soltar leves sollozos haciendo que Shikadai estirara los brazos y lo abrazara mientras le daba un beso en la frente. Kousuke lo observó con una sonrisa. 

—Anda ya, vamos. ¿Irás a la fiesta de tu novio entonces?

—Sabes que sí —lo miró—, no te preocupes. Puedes quedarte esta noche aquí, vendré por ti en la mañana. A mi madre le darán de alta así que todos volveremos a casa mañana. ¿Está bien?

—Bien —accedió con una pequeña sonrisa. 

—Por cierto, ¿dónde está Takahiro? —Shikadai salió al pasillo con el bebé en manos y fingió no haber visto como Shinki se escondía en otra habitación, mientras Kousuke lo seguía desde atrás.

—No lo sé-ttebana. Cuando llegué él se fue, al parecer se peleó con Gaara-san —agregó el Uchiha—. No estoy muy seguro qué sucedió pero es una lástima, quería saludarlo. 

—Lo sé, yo igual —suspiró—. Bueno, en ese caso, vamos a comer. 

—Hai. 


Para la hora del almuerzo la familia Uchiha Namikaze estaba completa, pues Sarada había llegado junto a su esposa e hija, y su hermano Boruto junto a su pareja Gin. Todos habían decidido hacer el almuerzo en el jardín, por lo que habían tendido un par de cobijas grandes y delgadas sobre el pasto y habían hecho todo a forma de picnic. Sora estaba realmente feliz.

—Naruto. ¿Podemos hablar, por favor? —Sasuke entró a la cocina cuando Naruto, Sarada y Boruto estaban terminando de acomodar la comida para ser llevada a la mesa. El rubio lo miró.

Naruto carraspeó.

—¿Pueden llevar eso mientras su padre y yo hablamos-ttebayo? —preguntó y le hizo una seña a su esposo para que lo siguiera, mientras él buscaba una toalla con la que secarse las manos. Sasuke se la tendió—. Gracias. 

—Creo que sabes de qué quiero hablar, Naruto.

—No creo que sea el momento para hablar de esto-ttebayo. 

—No tardaremos mucho —dijo Sasuke, acorralándolo en una esquina con su mano bueno acariciando el cuello del menor antes de besarlo con fiereza, gruñó bajo. Había estado esperando un buen de tiempo para hacer eso y vaya que había valido la pena, Naruto trató de zafarse pero Sasuke pegó su pelvis hacia él y lo obligó a mantenerse contra la pared, se apartó del beso para ver como Naruto cerraba los ojos y estiraba brevemente su cuello.

Sasuke sonrió.


—Entonces Sora hizo que ellos volarán hacia el horizonte —terminó de relatar Hikari con una sonrisa, mientras todos sonreían al escucharla. Sora estaba en la mitad de donde se suponía iban sus dos padres pero estos seguían sin aparecer de su charla, por otro lado, Sarada y Takeshi estaban a un lado de los gemelos, de los cuales Akihiko estaba viendo a su hermano y su hermano estaba concentrado en cargar correctamente a la pequeña Reiko. 

—Es un ambiente agradable —comentó Gin con una pequeña sonrisa, haciendo que su novio lo mirara—. Cuando cumplí veinte años me mudé solo a USA y no volví aquí sino contadas veces, vivía solo y luego vivía con mi esposo... 

Bolt lo miró con tristeza. Era claro que Gin no había superado del todo a su difunto esposo, lo abrazó y besó su mejilla con una sonrisa. Gin se sentía feliz de tener a alguien tan bueno como él, estaba seguro que si Shi pudiera verlos le daría por completo su bendición desde el cielo.

—No sería tan incómodo si mi novio estuviera aquí —bufó Sora. Sarada dejó de besar a Takeshi para sonreírle y Akihiko vio como el rostro de Daiki se descompuso levemente—. Por cierto, Daiki, me enteré que alguien se te declaró —alzó las cejas sugerente. 

Daiki lo miró sorprendido.

—¿Quién? 

—No sé, ¿quién se te declaró? No estuve ahí-datteba —Sora ladeó la cabeza. 

—Baka, ¿quién te dijo eso?

—Ah, un pajarito musulmán de por ahí —le guiñó el ojo. 

—¡Ayame!

—¡Sora!

—¡Ambos! —Bolt sonrió y recibió un fusilamiento de miradas—. Ya, ya, relájense-ttebasa.

Gin sonrió cuando Bolt se abrazó más a él y observó a los hijos de su hermano menor. ¿Quién diría que Sasuke Uchiha podría conformar una familia tan hermosa como la que presenciaba? No era como que dijera que no le tuviera esperanzas, pero no le tenía esperanzas para nada.

—Es muy linda —Daiki seguía embelesado con Reiko. Sarada le sonrió. 

—Es verdad, igual que su madre —Agregó Akihiko y miró a Takeshi—, tú no. Tú eres feo. 

Takeshi solo se rió y negó con la cabeza, mientras abrazaba a su esposa.

—Por cierto, ¿dónde está Takeru? —Daiki levantó la mirada y miró a Takeshi interrogativo.

—Oh, está en un viaje escolar —respondió el aprendiz de doctor—, al parecer quería pasar algo de tiempo de calidad con sus compañeros por ser su último año. Casualmente coincidió con el cumpleaños de Sora, es una pena, debió haber estado devastado. 

—Ya lo creo —Daiki sabía que Takeru probablemente estaba devastado, pero no precisamente por no poder asistir al cumpleaños de Sora, quizá había tomado el viaje como excusa para no ir. Así como su enamoramiento con Shikadai, Takeru había estado enamorado de Sora durante años, debía ser difícil para él también—, bueno, espero que se divierta-ttebane —Sonrió y volvió su vista a Reiko. 

Akihiko le vio de reojo, sabiendo bien qué pasaba por la mente de su gemelo pero negándose a comentar algo al respecto. En cambio, se giró a ver como su padre volvía con una jarra en la mano, el cabello despeinado y una sonrisa made in Uchiha en el rostro. Más atrás vio a su mamá con el rostro sonrojado y su cabello suelto para variar, lo tenía un poco más largo de lo usual pero siempre lo usaba recogido porque se negaba a que le cortara el cabello alguien más y su peluquera habitual estaba de viaje. 

—Bueno, creo que es hora de almorzar, chicos —Sasuke sonrió y se sentó a un lado de su hijo, luego de dejar la jarra en el medio junto al resto de comida—. ¿Qué tal va tu cumpleaños?  

—Se siente increíble, papá —le sonrió. 

Sasuke despeinó su cabello con una sonrisa antes de darle un poke en la frente. Naruto se sentó al otro lado de Sora con la mirada agachada, odiaba con toda su alma al estúpido playboy que tenía por esposo, era un patán de primera. Se creía que por ser tan endemoniadamente sexy lo podía simplemente raptar y besar de la nada y luego entretenerlo tanto tiempo en plena fiesta. 

Pues sí, ¡pero no debería ser así!

—Muy bien. Sarada, haz los honores —pidió Sasuke con una sonrisa y la mayor de sus hijas asintió.

—En este día tan especial le damos gracias a los dioses por las comidas, la compañía de nuestros seres queridos y lo más importante, el cumpleaños de Sora, por muchos años más para ti —todos asintieron y sonrieron—. Me alegra que hayas vuelto, por cierto. Todos te extrañamos.

—Lo sé, soy extrañable al cien por ciento —Sora rió. 

Y todos rieron con él. 

Sí, la luz de esa familia había regresado.


—No puedo creer que sigues esperando el corazón de Naruto —Isaka se sentó a un lado de su hermano—, mira que estás muy viejo y él muy... usado. 

—Vuelve a hablar de Naruto así otra vez y voy a matarte —le advirtió Kurama, mientras daba un trago a su whiskey, y lo fulminaba con la mirada—. ¿Vas a explicarme ya que haces en mi casa?

—Quise venir a ver a mi hermanito. ¿Te molesta mucho?

—Demasiado, tu presencia me da naúseas —le respondió tranquilamente. 

—Auch, eso duele, hermano —Isaka sonrió sardónicamente—. En todo caso, deberías ver lo que ha hecho las Otsutsuki, esas mujeres son temerarias. Realmente no sé que esperar de ellas.

Kurama le miró sin interés y con aburrimiento, aunque por dentro le llamaba la atención el tema. Isaka le tiró a la mano un celular, lo que hizo que frunciera el ceño y mirara ahí. Eran fotografías de Naruto, frunció el ceño aun más, junto a un hombre que definitivamente no era su esposo.

—¿De cuándo es esto?

—Eso no importa, es una bomba —agregó Isaka rápidamente con una sonrisa—, y las Otsutsuki planean usarlas en contra de tu rubiecito. Imagina ponerlos en contra entre ellos. 

—Así que Ren no pudo tentar al Uchiha —se burló—, y recurrieron a emanar los celos del Uchiha.

—Puedes decir eso —apuntó Isaka con una sonrisa—, como sea, parece que no solo compites con un pelinegro. Deberías tinturarte ese asqueroso color pelirrojo y quizá él te preste atención.

Kurama rodó los ojos y devolvió su vista a las imágenes. 

¿Quién era ese pelinegro?


—¡Yo voy! —Sora abrió la puerta con una gran sonrisa. 

Shikadai se quedó en silencio mirándolo. 

—¿Eh? ¿Por qué te quedas ahí-datte? —Sora se cruzó de brazos al ver como su novio no hacía más que escrutarlo en silencio—. ¿No supone que deberías besarme o algo así? 

Estaba guapo, no, estaba hermoso. Jamás lo había visto tan hermoso en su vida y eso que llevaban prácticamente casi toda juntos. Shikadai estaba estupefacto, su cerebro había dejado de funcionar en cuanto lo vio. Había planeado decirle feliz cumpleaños, besarlo y luego entregarle las flores que traía ocultas en su espalda pero en el momento en que lo vio quedó en shock. 

—Okay, creo que murieron tus últimas tres neuronas —Sora rodó los ojos—. ¿Quieres pasar-ttebayo? Llegas justo a tiempo para que veamos el regalo que Ayame me hizo, es una bomba... Literalmente. 

Shikadai parpadeó y lo miró.

—Wow.

—Vale... al menos ya reaccionaste. ¿Wow, qué? —le miró como si un bicho lo hubiera picado.

—Te ves realmente guapo —susurró. 

—¿Ah? —Sora enrojeció enseguida. 

Shikadai no lo aguantó más y lo jaló con una mano hacia él para besarlo sin dañar las flores. Su novio era realmente hermoso y su belleza resaltaba todavía con aquella ropa que usaba, un pantalón ajustado negro con cadenas plateadas rodeando cada lado de sus caderas, una camisa fondo blanca semi transparente y encima nada más que el collar que Sasuke le regaló a los ocho años con el símbolo Uchiha y Namikaze.

—Maldición, te ves hermoso —se quejó el perezoso mientras lo abrazaba y dejaba caer su cabeza sobre el hombro del menor. 

—¿Ya te dormiste-tteba?

—Tengo sueño —se quejó—, no he dormido bien. 

—Eres un idiota —A Sora le cayó una gota de sudor en la cabeza. 

—Oh, Shikadai, veo que ya llegaste —Sasuke, que casualmente estaba pasando por ahí, interrumpió la cercanía de sus hijos y le sonrió al mayor—. ¿Cómo estás?

—Bien, señor —Shikadai se apartó, carraspeando y lo miró—. ¿Y usted? ¿Se siente mejor?

—Por supuesto —sonrió—. Cuidado con las flores, si las apretas tan duro se rompen —dijo.

Sora parpadeó y Shikadai chasqueó la lengua al ver a su suegro alejarse. 

—Cierto —Shikadai le tendió las flores—. Omedeto Danjobi, Sora.

—¡Teme! —se lanzó encima para volver a besarlo.

—Dobe.

Shikadai sonrió entre el beso. 


—Incómodo —se quejó Akihiko al entrar a la sala y ver hacia donde veía su gemelo, en la puerta Sora estaba besándose con Shikadai. Daiki parpadeó y apartó la vista para ver a su hermano y sonreír con tristeza.

—Me alegra que sean felices-ttebane.

—¿A cuestas de tu felicidad?

—Las cosas tenían que ser así —se encogió de hombros y soltó un suspiro—. Es duro.

—Supongo. 

Daiki se giró a ver a su hermano, recordando que este en realidad no sabía lo que era el amor.

—Algún día lo sentirás —aseguró.

—Supongo —volvió a decir, alzando los hombros. No lo mataba la idea pero en el fondo anhelaba conocer a alguien que hiciera que su corazón vibrara. Miró a su hermano—. Por ahora, mi prioridad es que tú y las chicas estén bien. 

—Ahora serás el mayor-ttebane. 

—No me pongas tanta presión —se quejó el Uchiha mientras suspiraba. Era flojo como Uzumaki.

—Muy bien, chicos. ¡Déjense de besar y vamos a ver mi regalo, hmp! —Gritó Ayame, mientras jalaba a Sora lejos de Shikadai. Ambos sonrieron y asintieron para seguir a Hikari, cosa que también hicieron después los gemelos. 

De nuevo en el patio, Ayame fue autorizada de mostrar su arte, mientras el resto se mantuvo a una distancia prudente. Por más inofensiva que parecía ser la pequeña estatuilla de Ayame, todos sacaron sus celular para grabar y ella se acercó a Sora con una gran sonrisa. Pronto, la mecha de fuego que ella había encendido hizo explotar la pequeña estatuilla y varios fuegos artificiales salieron al cielo que comenzaba a oscurecer, mostrando así mismo un mensaje. 

Feliz cumpleaños, Sora.

 —Es hermosa-tteba, gracias Ayame-chan —Sora la abrazó y le dio un beso en la frente, sonriendo. Seguido de eso, todos procedieron a ingresar en la casa donde se llevaría a cabo una pequeña fiesta-reunión para el celebrado.

Las personas no tardaron en ir apareciendo una por una, comenzando con sus abuelas Mikoto y Kushina y el abuelo Minato, quienes le saludaron enérgicamente y con grandes sonrisas. Seguido de ellos, llegaron sus tíos Itachi, Deidara junto a Daisuke y Haru, así como Suigetsu y Karin con Kai y Keit, el último luego de saludarlo fue con los gemelos enseguida. Kakashi e Iruka llegaron al rato, viniendo atrás la familia Nara junto a los Lee y los Shimura, de los cuales, Ino sonrió alegremente a Shikadai y a Sora, sentía que les debía mucho a su familia.

—Es una gran fiesta-ttebayo. 

—Ya lo creo —Sasuke le dio un sorbo a su bebida—. Bien, creo que es hora de que Sora abra mi regalo. 

—¿Uh? Creí que tu regalo era el desayuno-ttebayo —Naruto lo miró confundido y Sasuke negó. 

Luego de reunir a todos, le pidió a Sora que sacara el regalo más grande que había en la esquina que dispusieron para ello. Shikadai se sentó a un lado de su novio para ayudarlo a destapar, a petición del menor. Todos miraban expectantes el regalo que Sasuke le había dado a su hijo. 

—¿Una maleta? 

—Es una maleta de viajes —agregó Shikadai, especificando. Sora lo miró confuso.

—¿Por qué querría yo una maleta de viajes si no tengo ni siquiera forma de viajar-datte?

Sasuke carraspeó y Naruto lo comprendió. 

—Om, ¿Sora?

—¿Sí? —Sora lo miró curioso.

—Deberías mirar ahora mi regalo-ttebayo...

—Oh, sí —Sora le sonrió y Shikadai acercó el que tenía papel de regalo con estampado de ramen. Naruto era un poco obvio, tanto que pudo haberse ahorrado la tarjeta de presentación del regalo—. Veamos... Es una... ¿qué es esto? 

—Es una cartera para viajes —le agregó Shikadai—, mira qué tiene dentro. 

Sora miró a su novio con duda pero asintió y la abrió. 

—Bo...le...tos... ¿Boletos? —Leyó completamente y levantó la mirada a su papá—. ¿Boletos de avión?

Naruto solo se rió levemente, y le señaló a Shikadai. 

Sora miró al pelinegro. 

—¿Y bien? —Shikadai alzó la mirada a la gorra—. ¿Cómo me queda?

—Eso es mío-tteba. 

—Lo mío es tuyo —le guiñó un ojo y sonrió—. Abre el mío ahora. 

—Bien...

Sora estaba confundido. 

—Oh, son... llaves. ¿Me regalaste unas llaves y una gorra-datteba? —Lo miró.

—Vienen con un llavero —le indicó, Sora miró en silencio las llaves y le vio con incredulidad—. Que mires el llavero, idiota. 

—Claro. 

Sora bajó la mirada al llavero, tenía una foto de cuando ambos vivían en Seattle de pequeños.

—Aw, qué sentimental te has puesto de repent-

—Voltéalo —Shikadai bostezó, no tenía mucha paciencia.

Todos, especialmente sus padres, rieron.

—Oh —Sora leyó la inscripción—, departamento 6B. ¿Qué diablos significa eso-tteba?

Shikadai se pasó una mano por la cara, Daiki ahogó un grito y todos voltearon a verlo, especialmente Sora. 

—¿Estás bien? —preguntó, preocupado. 

Daiki sonrió nervioso y asintió. 

—Creo que... te está dando un departamento, Sora —miró a Shikadai de reojo, y éste se tensó—. O te está pidiendo que te mudes con él. 

—Oh, eso explicaría porque le puso un departamento y me regaló unas llaves —Sonrió y miró a Shikadai—. ¿Tienes algo para decir al respecto?

—Bueno, una vez te dije que te seguiría hasta el fin del mundo —Afirmó el pelilargo—, así que decidí que sería buena idea que tú me siguieras esta vez. ¿Quieres mudarte a Seattle conmigo?

Todos sonrieron. 

—Vaya... Eso es... 

Naruto miró a Sasuke y éste lo abrazó por la cintura. 

—¡Es genial-datte! Muchas gracias —Sora sonrió y luego le robó un leve beso a su novio, antes de seguir mirando los regalos.

Casualmente casi todos tenían cosas que le servirían en su nueva vida de independientes, lo cual le hizo creer que Shikadai había estado planeando eso desde hace tiempo, así que cuando estuvieron todos en la fiesta bien y los regalos habían sido guardados bajo llave en su cuarto, se recostó en la cama con su novio. Se habían escabullido un rato de la fiesta allá abajo.

—Nee, teme. 

—¿Sí, dobe?

—¿Hace cuánto qué piensas en mudarnos-tteba? 

Shikadai no respondió.

—No te duermas —lo golpeó—, flojo. 

—Mendokusei —se quejó, mientras lo abrazaba y le daba un beso en el cuello, recostándose ahí. Sora se erizó ante su cercanía—. Bueno, la respuesta es muy fácil... Cuando te fuiste...

—¿Cuando me fui? 

—Cuando te fuiste hablé con tu padre, él me apoyó en todo este tiempo y me dejó buscarte —explicó, omitiendo otros detalles que no tenían que ver en el cuento pero no por ellos eran menos importantes, simplemente lo dejaría para otra conversación—, así que comencé a pensar que si te recuperaba, no me iba a seguir ocultando. Te conquistaría, te seguiría hasta el fin del mundo si era necesario. 

—¿Por qué escogiste Seattle?

—Porque fue donde todo comenzó —respondió.

—¿Y...?

—Tengo una beca en la universidad de Seattle, también conseguí una para ti —susurró, adormilado. Sora se giró a verlo y sonrió al verlo dormitar, así que lo dejó recostar su cabeza sobre su pecho y comenzó a acariciar sus cabellos. 

—¡Oi! Pero nos vamos a mudar sin casarnos-tteba. ¡Eso está mal!

No obtuvo respuesta, aunque claro, Shikadai lo escuchó y sonrió, abrazándolo más fuerte.

Una vida junto a él.


 —Mudarse.

—Sí. 

—Se va a mudar. 

—Sí. 

—¡A mudar!

—¡Sí, Naruto! Felicidades, pensaste —respondió Sasuke con hastío, mientras lo miraba fijamente.

—¿Y cuándo pensabas decirme esto-ttebayo? ¿Cuando estuvieras subiéndolo al avión? —lo miró enojado—. ¡Es mi bebé!

—Tiene veinte, Naruto.

—¡Lo vendiste!

—No lo estoy obligando a ir. 

—¡Pero tampoco se lo impides-ttebayo!

—¿Debería interrumpir su felicidad? —Arqueó una ceja. 

—Te odio —Naruto salió de la cocina y dejó al Uchiha sentado con aburrimiento. 

Sasuke suspiró. 

¿Qué demonios le sucedía a Naruto?


—Vaya, vaya, vaya. 

Takahiro levantó la mirada, encontrándose a una linda chica de cabellos negros  y ojos perla.

—¿Qué hace un chico tan guapo como tú a estas horas? —preguntó ella, sonriendo. 

—Disculpe, señorita, no la había visto —carraspeó—, buenas noches. 

—Buenas noches —respondió ella, complacida—. ¿Puedo sentarme? —señaló el lado de la banca que no estaba ocupado y Takahiro, sin prever sus intenciones, asintió y le dejó hacerlo—. Hace mucho frío aquí. ¿No deberías estar en casa?

—No —No tengo casa.

—Luces muy triste, cariño. ¿Cómo te llamas? —preguntó con una sonrisa dulce. 

—Takahiro. ¿Y usted? —Inquirió, con una pequeña sonrisa.

—Hinata —le respondió la de ojos perla y sonrisa angelical. 

Takahiro le sonrió.





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