Capítulo 58; La princesa Namikaze.
Karin Uzumaki siempre ha sido una mujer levemente menospreciada, al menos en otros ámbitos fuera de su familia, porque en ellos siempre fue considerada la primera princesa Namikaze, pese a que su hermano mayor Deidara fuese también un doncel (uno que odiaba ser llamado princesa), y su hermano menor que siempre fue un poco varonil para gusto de todos. Ella era... bueno, era especial en muchos aspectos. Al principio era demasiado femenina, aunque con el tiempo supo encontrar un punto intermedio.
—¡Tienes que ser más femenina, Karin! —Deidara se burló de ella con una sonrisa—. Es broma.
—Shannaro. Un día de estos voy a golpearte —se cruzó de brazos.
—Yo no dudo que puedas hacerlo-ttebayo —la alentó Naruto con su pulgar en alto y una gran sonrisa, que hizo a ambos hermanos sudar una gotita en la frente. Su hermano menor tenía una gran energía.
Recordaba con ansias su infancia, fue una realmente fantástica aunque tuvieron problemas y pasaron diferentes cosas que marcaron sus vidas, tanto la de ella como la de sus hermanos, personas fueron y vinieron, al menos hasta que se integró a Taka, el grupo de amigos de su cuñado Sasuke, de quien en aquel entonces estaba enamorada, y conoció al que hoy en día era su esposo, Suigetsu Hozuki, y su mejor amigo Juugo.
—Karin —Sasuke la llamó y ella le miró confundida—. Ellos son Juugo y Suigetsu.
Ambos se mantuvieron callados, bueno al menos Juugo, pues Suigetsu hacía ruido mientras bebía agua en pitillo. A Karin le saltó una vena al escuchar aquel molesto ruido.
—Muchachos, ella es Karin —la presentó también—. Desde ahora será parte de Taka.
—¡Ah! Así que tú eres la pelirroja chillona que va detrás de Sasuke siempre —Suigetsu paró de beber agua y la apuntó con una sonrisa—. ¡Sabía que te había visto en alguna parte antes!
—No sea-
—No lo golpees, Karin, lo necesitamos con vida —aclaró Sasuke, al ver las intenciones de su amiga y luego soltó una inspiración—. Bueno, ya que todos se conocen, es hora de comenzar.
Como Taka eran un grupo de muchachos jóvenes, inteligentes y algo vándalos de vez en cuando, debía admitir. Sasuke era la cabeza del equipo, Suigetsu su fiel compañero, ella era la tipíca chica que siempre iba atrás, tratando de algún día alcanzarlos, mientras que Juugo era el chico calmado que equilibraba al equipo.
—No puedo creer que hayan pasado tantos años y todavía no entiendas... ¡QUE NO DEBES ROMPER LA MALDITA FORMACIÓN! —Karin, diecisiete años, pelirroja de ojos rojos, gritándole a Suigetsu, varón albino, diecisiete años, ligeramente suicida—. ¡Sasuke-kun!
—Tranquila Karin —Sasuke, varón, diciesiete años, aspecto neutro. Se removió en el suelo donde había caído y sacudió el polvo de sus pantalones, antes de aceptar la mano que Juugo le tendía y ponerse en posición de ataque—. Estoy bien. Sigamos, esta misión todavía no termina.
—Estoy molesto —comentó Suigetsu, mientras volvía a la formación—. No puedo creer que nos vayas a abandonar.
—No es momento para hablar de eso —balbuceó Karin, mientras veía el aprieto donde estaban.
—Karin tiene razón —dijo Sasuke—, y no es como si fuera a cambiar de opinión al respecto.
—Juugo, dile algo.
—Sasuke es lo suficientemente grande para decidir qué hará por el resto de su vida, Suigetsu —objetó el pelinaranja—. Si quiere ir a la universidad y ser un aburrido abogado, es su decisión y la respetaré.
—Gracias por el apoyo —masculló el Uchiha, mientras Karin sonrió. Aunque sabía que Taka se disolvería en cuanto lo dicho sucediera, su amistad perdudaría por toda la eternidad, y llegado el caso de que tuvieran que volver a sus andanzas... lo harían. No importaba qué.
Taka siempre existiría en sus corazones.
Karin recuerda bien que en esos tiempos, las cosas entre Sasuke y su hermano menor eran complejas. Ella había decidido renunciar a su primer amor solo porque conocía los sentimientos de Naruto hacia Sasuke y creía que el contrario sentía lo mismo, aunque claro, a diferencia de Naruto, ella conocía bien a Sasuke... y a Gaara también.
Siempre esperó que el Uchiha supiera escoger, y así fue, gracias a Kami.
—No vas a parar de repetir esa estupidez —el susodicho pelirrojo estaba sentado frente a ella y su hermano mayor a esas horas tan altas de la noche solo por un capricho de su hermano Deidara, el cual ella en medio de su sueño todavía no lograba comprender—. Y yo te digo que no sé nada.
—Yo le creo —Karin bostezó, y Deidara solo le vio incrédulo, haciendo que ella encogiera sus hombros—. Dei, no tiene caso pelear por algo como esto. Mira la hora que es, deberíamos estar durmiendo-ttebane.
—¿No lo entiendes? Itachi está con un Sasuke borracho y una Sarada muy preocupada. Sé que este mapache engreído tiene algo que ver en el asunto —afirmó, cruzándose de brazos y viendo acusadoramente al pelirrojo frente a ellos. Karin solo suspiró, conociendo lo testarudo que era su hermano mayor y miró a Gaara.
Gaara, vaya, cuánto tiempo había pasado. Ella realmente se sentía vieja viéndolo ahí, el pelirrojo no había cambiado mucho, excepto quizá evitando aquel extraño corte de cabello que traía ahora, para nada comparado con el que llevaba cuando Sasuke y él eran... Se frenó mentalmente y suspiró. La situación era más complicada de lo que recordaba.
—¿Por qué insistes en que es mi culpa? —preguntó Gaara, con un tic en el ojo. Conocía a Deidara y su manía por exagerar las cosas, pero de ahí a que lo arrastrara a medianoche por casi toda la ciudad solo por una especulación, era demasiado—. ¿Siquiera sabes qué ocurrió? —bostezó.
—Sasuke dejó el alcohol por Naruto —Gaara rodó los ojos ante el comentario.
Sasuke comenzó a beber por ti, casi podía escuchar al Deidara de aquel tiempo.
—Todos sabemos que no fui yo quien lo incitó en un primer lugar a tomar —agregó el pelirrojo. Esa había sido Shion y juraba que la odió con toda su alma, aún lo hacía, en realidad.
—Deidara cree que es tu culpa que Sasuke haya vuelto a sus andanzas —mencionó Karin, mientras se pasaba una mano por el cuello, tratando de relajar la tensión que tenía en el momento—. Supongo que el hecho de que últimamente hayáis estado juntos por tanto tiempo le ha rayado la cabeza a mi hermano, Gaara-san. Por favor, sé paciente.
El pelirrojo posó sus ojos aguamarina sobre los de ella con seriedad.
—No sé nada de él ni de su hijo —agregó Gaara, tratando de concluir el tema.
—¿Hm? ¿Entonces ya no son tu más grande adoración? —Deidara aprovechó el bug para sacarle información a Gaara, aunque claro, Gaara no era tan fácil. Le miró—. Creí que darías tu vida por el-
Karin se tensó ante el tema, y decidió carraspear mientras miraba el suelo. ¿Gaara no los había abandonado del todo, no? Ni siquiera Sasuke había dejado a un lado a aquellos pequeños Uchiha, incluyendo a Shikadai, pese a todo lo que eso significara mantenerse en contacto con ellos. Los hijos de aquel personaje Sabaku No eran la única conexión al Uchiha que amenazaba con la integridad de su familia. Es decir, a pesar de que Shikamaru crió al último, Sasuke siempre había ayudado secretamente a Temari. Ni siquiera un reparto legal sería así de efectivo.
—Naruto no es un estúpido —agregó Gaara y los miró—. No creo que ignorara este tema durante tantos años como para ahora venir a molestar por aquello. ¿Realmente Sasuke no le ha dicho nada? ¿Realmente creen que todo esto es culpa mía? Sasuke también está involucrado en el asunto pero a él no parecen recriminarle. Soy madre de dos hijos con Lee, ¿sí? Son mi vida, pero sé bien que si Hiro o incluso Shikadai me pidieran algo, no los abandonaría. Son parte de mí.
—No tienes por qué defender a Sasuke, él pagará igualmente —interrumpió Deidara—, pero en su condición dudo que pueda hacer algo más que vomitar como un adolescente. Quiero que tú me expliques.
—¿Y Temari? ¿Por qué no le preguntas a ella? —replicó con veneno—. Ella es más cercana a Sasuke que yo, todo este tiempo ha estado ahí y no parecéis estar interesado en ella, Deidara.
Karin estaba al borde de un colapso.
—No creo que deban interrumpir en una casa a estas horas de la vida solo para intentar entrometerse en las vidas ajenas —los dos donceles y la mujer dieron un respingo leve y voltearon a ver al varón de la casa. Suigetsu se mantenía apoyado en el borde de la puerta con los brazos cruzados y oscuras ojeras bajo sus ojos—, y Karin, ¿qué hacen estos dos en nuestra casa?
—Uh...
—Para serte sincero, no estoy muy seguro —respondió Gaara, interrumpiéndola—. Hola, Suigetsu. Es bueno verte, lamentablemente en estas ocasiones y no en otras.
—Gaara —Suigetsu bostezó.
—Siempre tan seco —bufó el pelirrojo y el albino le volteó a ver.
—¿Esperabas que me emocionara de verte luego de tantos años pasadas la medianoche? Estás loco, quiero dormir —se quejó, mientras bebía un poco de agua con su sorbete. Dios sabe cuanto le encantaba molestar a los demás con el sonido de aquel pitillo—. En todo caso, oí que Taka llegará pronto, me gustaría saludarlo así que si lo ves cuando vuelvan, por favor avísame.
Gaara asintió.
—Claro —afirmó con una sonrisa tranquila—. Estará feliz de verte.
—Ya lo creo —hizo una mueca y suspiró, volteando a ver a Deidara—. Cuñado.
—Suigetsu, anda a dormir —lo echó.
—Esta es mi casa, no puedes echarme cuando te plazca —le dijo en un gruñido, y luego suspiró, mirando a su esposa—, en fin, iré a dormir. No hagan mucho ruido, Keit tiene una competencia de nado y debemos madrugar para ir a ella.
Karin suspiró y volteó a ver a los dos infiltrados en su casa con aburrimiento.
Sería una noche larga.
—Parece que es muy grave —comentó la enfermera mientras revisaba al hijo de su jefa—. No ha consumido una bebida alcohólica normal, seguramente estaba adulterada o tragó alguna pastilla. Estará inconsciente por un par de horas cuando menos.
Itachi y Sarada se miraron.
—Le recetaré de igual manera un par de medicamentos que le serán dados vía intravenosa y lo mantendremos en observación. La señora Mikoto vendrá a verlo más tarde —agregó—. ¿Desean algo más?
—No, muchas gracias por todo, realmente eres eficiente —le agradeció Itachi con una sonrisa—, puedes retirarte a descansar, nosotros nos quedaremos con mi hermano.
—Con su permiso —hizo una pequeña reverencia y se retiró. Enseguida Sarada se giró en silencio a ver a su tío. No entendían exactamente que había sucedido, en un momento estaba hablando con su padre, él se había ausentado y luego tras una hora y media de haber estado perdido de su visión, lo había encontrado en un callejón, llorando sentando con las piernas recogidas y tuvo que llamar a su tío.
—Fue bueno que llegaras a tiempo —comentó ella, mirando al Uchiha postrado en aquella cama de hospital, durmiendo pacíficamente, sin ningún rastro de la histeria que se había adueñado de sí horas antes. Se abrazó a sí misma—, cuando se desmayó, entré en pánico.
—No lo veía así desde hacía mucho tiempo —confesó Itachi, con los ojos fijos en el Uchiha menor. Su tonto hermano menor.
—¿Hm? Yo no recuerdo que alguna vez hubiera estado tan mal —lo miró de reojo.
Itachi negó.
—Tú ni siquiera estabas en los planes cuando... Sasuke quedó en coma por unas semanas, un coma etílico —comentó—, ni siquiera tu padre lo sabe. Naruto estaba en un viaje de trabajo.
Sarada se quedó en silencio mientras miraba aquella mirada adolorida de su tío, preguntándose que había sucedido aquella vez. Tenía demasiadas preguntas. ¿Por qué su padre había quedado en aquel estado? ¿Por qué su papá no lo sabía? ¿Y qué significaba la mirada meláncolica de su tío? Itachi, por otro lado, se encontraba sumido en recuerdos tormentosos.
Lo siento, ototo. Nuevamente te fallé.
—Lo pusiste a dormir.
—Ren quería que lo drogara —se sentó en silencio mientras bostezaba—. ¿Por qué Ren no está contento? Tobi drogó al Uchiha.
—¡Que lo drogaras! No que lo durmieras. Ahora está en el maldito hospital, gracias a que tus contactos no pudieron alejar a esa bazofia con gafas del lugar el suficiente tiempo para que yo me encargara del Uchiha —gruñó, con el ceño fruncido, dejándose caer en el sillón y poniendo sus dedos sobre el puente de su nariz—. Sois unos pedazos de inútiles completos.
—Eso no tiene mucho sentido, Ren.
—Cállate, estúpido —El Hyuuga se giró a verlo con molestia—. ¡Es tu culpa todo esto!
—¿Qué es culpa de Tobi? Tobi no hizo nada malo, Tobi sólo quería ser tu amigo —Obito estaba que se partía de la risa por dentro, mientras levantaba los brazos tratando de verse intimidado por el Hyuuga que parecía sacar chispitas.
—A veces realmente no entiendo por qué te conservan —chasqueó la lengua, y volteó la mirada hacia otra parte, escupiendo el chicle a alguna parte del suelo—. Yo me desharía de ti si pudiera.
—Pero no puedes —el Uchiha entró en la habitación, ayudado de un bastón, haciendo que Tobi se levantara enseguida y lo reverenciara—. Tobi, ¿qué te he dicho de estar molestando a otros Akatsukis? Tú trabajas conmigo, no te quiero revoloteando con otros.
—¿Qué pasa, anciano? ¿Estás celoso de que tu esbirro se paseara conmigo?
—Eres una deshonra como doncel —comentó Madara—, pero no. Oí que enviaste a mi esbirro a atacar a mi nieto.
—Así es, y déjame decirte que lo hizo fatal —replicó Ren, bostezando y mirándolo fijamente.
Madara solo chasqueó la lengua.
—Me alegra saber que frustró tus planes, le daré una galleta por su excelente servicio. Ahora, escúchame bien, jovencito... Si vuelves a tocar a mi familia sin ninguna orden de Kaguya de por medio, voy a matarte y disfrutaré cada segundo como no tienes idea —afirmó el anciano, mientras se daba la vuelta—. Yo de ti mantendría mi trasero lejos de Sasuke Uchiha. Total, a él no le van los pelinegros insípidos.
Ren lo miró furioso pero dejó que ambos pelinegros se fueran, tanto el anciano Uchiha como aquel estúpido enmascarado al que le llamaban Tobi. Estaba realmente molesto, no solo porque no había conseguido su cometido, sino por la forma en que el Uchiha mayor lo trataba.
Al parecer, se habían olvidado quien era Ren Aizawa.
—Naru —Karin carraspeó—, ¿qué haces despierto a esta hora?
—Gomen, Karin-oneechan, ¿te desperté? —Naruto se mordió el labio del otro lado de la línea. Estaba pasando una noche fatal, desde lo sucedido en casa de los Nara, había ido al parque y hablado con Kurama para que luego este lo dejara en su casa, junto a sus hijos donde se enteró que Sasuke no pasaría la noche con ellos por medio de Sora. Ahora, estaba preocupado por el paradero de su estúpido esposo—. Yo lo siento, llamaré lueg-
—No, no te preocupes, estaba despierta —Karin miró de reojo a los dos instrusos en su casa y suspiró—. ¿Qué sucede, Naru? —Deidara se levantó al escuchar la mención del doncel menor, pero Karin lo apartó e hizo una seña de que se mantuviera en silencio. El mayor chasqueó la lengua.
—Estaba... pensando, no sé en qué estaba pensando para llamarte a estas horas —Naruto se deprimió—. Creo que es mejor qu-
—¿Estás bien? —se aventuró a preguntar.
Entonces se preocupó cuando escuchó a su hermano menor romper en llanto, Deidara -quien también estaba escuchando-, apretó la mandíbula con fuerza y se prometió que le rompería los huesos al Uchiha. Karin se preguntó entonces que había sucedido, pues no había escuchado llorar a su hermano en mucho tiempo. Instintivamente sus ojos regresaron a los de Gaara en el sillón, mirándolos a la expectativa.
—Yo... Sí..., no, no lo sé —Naruto intentó autoregularse y luego de dar tres inspiraciones profundas, suspiró—. Sasuke... ¿Suigetsu sabe donde está? Él... tuvo un problema, y se fue. Yo... no sé dónde está.
—Naruto —Karin se tensó—. ¿Con quién tuvo un problema Sasuke? Dime.
—Eso no es importante ahora, Karin —de repente, la voz de Naruto sonó seca y todo rastro de haber estado quebrada en algún momento desapareció—. ¿Sabes si Suigetsu sabe donde está?
Deidara mordió su labio al escucharlo.
—No, no habla con Sasuke desde el trabajo —respondió Karin—. ¿Estás seguro que todo está bien? Sabes que puedes contar conmigo si necesitas algo.
—Sí.
—Bien. Hm... Te llamaré mañana para avisarte si sé algo nuevo —comentó—. Hasta lue-
Colgó.
Karin abrió grande los ojos, Naruto jamás le había cortado y menos a la mitad de una conversación. Se giró a ver a su hermano mayor. Algo andaba realmente muy mal.
—Demonios, ahora creerá que estoy enojado con ella —se quejó Naruto, mientras veía como la llamada se cortaba por otra que estaba llegando, suspiró al ver el nombre de contacto—. Hola, papá.
—Naruto —la voz quebrada de Minato le dio un gran vuelco al corazón del menor.
De pronto tuvo un nudo en la garganta.
—¿Pa...pá? ¿Está —titubeó—, está todo bien?
—Naruto, quiero que hagas justamente lo que voy a pedirte que hagas y no preguntes nada al respecto. ¿Sí? —Naruto parpadeó y asintió, como si su padre pudiera verlo a través de la pantalla—. Primero, dile a Sasuk-
—Sasuke no está aquí —lo interrumpió—, no sé donde está. Tuvimos una pelea, no preguntes.
Minato se quedó estático del otro lado de la línea, su hijo hablaba con cierta molestia al pronunciar aquellas palabras, aunque debería enojarse por escuchar así a su hijo, era normal que la pareja se peleara cada cierto tiempo y decidió que la desaparición de su esposa era mucho más importante que el estúpido con cabello de cacatúa.
—Bien —carraspeó—, entonces llama a Temari.
Naruto se tensó. No quería ver a Temari en ese momento.
—Dile que la necesito, si es posible para ella que traiga a Gaara consigo —continuó Minato. Naruto tampoco quería saber nada de Gaara en aquel momento—, ahora toma asiento porque lo que voy a decirte no es fácil. ¿Ya estás sentado?
—Sí —frunció el ceño, mientras esperaba en silencio que su padre hablara. Tomó un cojín del sillón donde estaba sentado y lo puso entre su pecho, apretujándolo. Tenía nervios. ¿Qué podía decirle su padre? ¿Los había descubierto? ¿Lo sabía todo? ¿Por eso quería reunir a los Sabaku No y a Sasuke? Palideció. ¿Le quitaría a Sasuke?
¿Siquiera había forma de que alguien apartara a Sasuke de él? No, él no lo permitiría.
—Naruto —Minato tomó una gran inspiración, y Naruto sintió que su corazón se detuvo ante las miles de posibilidades—. Tu madre fue secuestrada por Kaguya.
Bien...
Naruto parpadeó dos veces.
Qué mal...
¡Eso estaba mucho peor que amenazaran con quitar a Sasuke de su lado!
—¿Naruto? —Minato se preocupó al no oír respuesta—. ¿Naruto... estás ahí? ¿Estás bien, hijo?
—Yo... no, como... ¿cómo voy a estarlo? Di-dijiste que ellos tienen a... mamá —le tembló la voz y sintió sus ojos cristalizarse enseguida—. ¿Cómo..., cómo pasó eso? ¿Cuándo..? No entiendo nada-ttebayo.
—Hijo, llama a Temari, reúne a Gaara y busca a tus hermanos. Los quiero a primera hora en el hotel Rinnegan, te enviaré la habitación por internet codificada. No confíes en nadie y deja alguien al cuidado de los niños —dijo rápidamente—. Por último, busca a Sasuke. Vamos a recuperar a tu madre.
Dicho esto, Minato colgó.
—Yo voy —Sarada se interpuso entre su abuelo e Itachi, haciendo que ambos se giraran a verla.
Minato había ido en busca de Mikoto, ya que debía tener un apoyo médico cuando rescataran a su esposa pues, según las fotografías, no estaría muy bien que digamos, cuando se encontró a mitad del pasillo a Itachi. Enseguida le explicó lo que estaba sucediendo y le pidió que le acompañara también, cosa que Itachi insistió en que debían informar a Deidara primero. Claro que a Deidara le informaría Naruto, en todo caso, mientras más apoyo tuvieran sería mejor.
—Debes cuidar a tu padre —le interrumpió Itachi, haciendo que Minato le viera confundido.
—¿Sasuke? —miró a Sarada—. ¿Sasuke está aquí? ¿Por qué debes cuidarlo?
Sarada e Itachi se miraron en silencio.
—Es una larga historia —respondió la Uchiha—, y no tenemos tiempo para eso. Yo voy con ustedes, necesitan alguien que sea capaz de infiltrarse en las redes para facilitarles el acceso.
—Karin se encargará de eso —dijo Minato, seguro.
—De eso puedes estar seguros —los tres respingaron al oír aquella voz y se giraron a ver, encontrándose con el Uchiha menor sin la mascarilla de oxígeno y con las intravenosas llenas de sangre, mal puestas en el carrito de sueros—, Karin es la persona adecuada para ese trabajo. Hola, Minato-san.
—Sasuke, ¿qué demonios te ocurre? Vuelve a la cama —Itachi fue el primero en reaccionar y acercarse a su hermano menor, a su estúpido y tonto hermano menor—. ¿Qué no sabes que corres riesgo de morir en tu posición? Imagínate si alguien más se entera. Un Akatsuki, por ejemplo.
—¿Quién crees que hizo esto? —se mofó, mientras apartaba la bata para mostrarle la puñalada que tenía. Itachi abrió grande los ojos, la enfermera no había dicho nada al respecto—. Yo iré. No me quedaré aquí sabiendo que Kushina-sama corre peligro.
—Ni loco dejaré que te muevas de aquí, Uchiha —Minato lo interrumpió, luego de salir del shock que le causaba verlo en aquel estado tan deplorable—. Aprecio tu intención, pero lo mejor es que termines de recuperarte, ya después hablaremos de como terminaste aquí.
—No hay mucho que decir al respecto —le restó importancia y miró a Sarada—, tú no irás.
—Sabes que ya soy mayor de edad y puedo tomar mis propias decisiones, ¿verdad?
—Sí, y también sé que debes pensar por tu familia, no te recomiendo que los dejes y te aventures a un mar peligroso que podría lastimarte a ti y a ellos —agregó Sasuke, con una mirada frívola.
—Suena como tú.
—Sé que tú eres más parecida a Naruto de lo que crees, por eso no lo harás.
—Me quedaré solo si tú vuelves a la cama y dejas que te curen como es debido —replicó, cruzándose de brazos, mientras Minato e Itachi veían todo expectantes. Sasuke lo pensó un momento y asintió—. Bien —se giró a su tío y abuelo—, por favor, regresen con vida y con Kushina-baachan.
Minato asintió con la cabeza e Itachi le dio un poke en la frente antes de abandonar el pasillo rumbo a la monarca Uchiha. Mientras tanto, Sarada se giró y ayudó a su padre a volver a la cama.
—Descuida, confío en Karin y en su potencial —susurró Sasuke, adolorido, cuando volvió a recostarse. Sarada lo miró y él sonrió—. ¿Quién lo diría, eh? Déjalo a la familia Namikaze, ellos deben cuidarse entre sí.
—¿Qué sucedió contigo?
—O... secretos del pasado, nada que importe —hizo una mueca.
Sarada le vio con intriga pero el mayor se quejó de dolor y tuvo que llamar a la enfermera, luego de regañarlo por haberse hecho daño al intentar salir de la habitación anteriormente.
Algún día desenterraría aquellos secretos.
—¡Karin!
—Naruto —Ambos hermanos se abrazaron con fuerza—. Oto-san.
—Mi princesa —Minato besó la frente de su hija mayor y sonrió antes de mirar hacia atrás—. ¡Dei!
—¡Ita! —Deidara se lanzó sobre su esposo, haciendo que los demás les saliera una gotita en la cabeza. Luego de casi matar a besos a su esposo, se giró con una sonrisa culpable—. Papá, hermano. A ti no te saludo, veníamos juntos —comentó al ver a Karin extender los brazos como los dos rubios y luego hacer una mueca—. ¿Y bien? ¿Cuál es el plan?
Minato miró a Karin.
—¿Cuál es el plan? —repitió lo de su hijo.
—Ah —Karin parpadeó y luego hizo su pose pensativa por un momento—. Según lo que averigüé tienen a mamá en la torre A del edificio Norte en una de las centrales de los Otsutsuki que usa Kaguya cuando viene a la ciudad. Si no estoy mal Kaguya y su familia se hospedan en ese mismo edificio, por lo que tendrá la seguridad a tope.
—Seguro espera que vayamos por ella —agregó Deidara—, genial. Voy a hacerlos explotar.
—No puedes hacerlos explotar si mamá está dentro-ttebayo. Bakaara —le gruñó Naruto.
—Bien, entonces sacan a mamá y yo los hago explotar a todos —apuntó Deidara, sacándole la lengua a su hermano menor—. ¿Qué tal? Ya tenemos un plan —sonrió. Itachi, Minato y Karin lo miraron con una gota de sudor en la frente. Naruto solo se palmeó la cara.
—Creo que debemos avanzar por tierra y aire, esperarán un ataque por uno de los dos, pero no por ambos —agregó Itachi—. Posiblemente Roseone y Ren estén cubriendo por aire. Sus ataques son a larga distancia.
—Kimimaru y Yahiko tienen ataques cercanos, ellos estarán protegiendo tierra —balbuceó Karin—. Tenemos que atacar por ambos, mientras Naruto se escabulle por mamá.
—Necesitamos más personas, no dejaré que Naru vaya solo, podría ser una trampa —negó Minato.
—Oí que necesitaban refuerzos.
Todos se voltearon a ver.
Ni siquiera había tenido tiempo de saludarlos, en el momento en que pisaron el suelo de la finca Sabaku No, Temari y Gaara habían jalado a Kankuro lejos de ellos, haciendo que Takahiro y Shinki se quedarán solos con las amas de llaves. Por si acaso, Sai había sido llamado por Sasuke y pedido como refuerzo. Se habían encontrado poco tiempo después en la carretera y habían llegado al punto de encuentro, justo cuando estaban armando un plan.
—Vaya, justo a tiempo —Karin sonrió de lado cuando los vio.
—¡Sai! —Naruto se sorprendió de verlo ahí. No veía a Sasuke por ninguna parte.
—Hola Naruto —Sai movió su mano y miró a los demás, antes de hacer una reverencia—. Sasuke me ha pedido que los apoye. También le pidió ayuda a Shikamaru y a Choji, no tardan en llegar.
—Bueno, mi hermanito siempre es muy precavido, no sé por que nos estabamos preocupando —comentó Itachi mientras miraba a su esposo y suegro, quienes asintieron—. Esperemos a los otros dos y armemos algo con lo que ya sabemos. Dei-chan, explícales.
—¡Los voy a explotar!
—Esa parte no —Itachi se rascó la mejilla.
—Ah.
—Hannya es un punto difícil —Shikamaru bostezó y todos se voltearon a verlo—. Estará posicionada en la mitad del camino, ya que puede mantener un combate a cuerpo pero también es buena con las armas. Probablemente la proteja Shion.
—Creí que estaban heridas.
Temari volteó a ver a Naruto.
—Sasuke pelea herido también —le dijo—, no debemos bajar la guardia. Por cierto, ¿y Sasuke?
Gaara se percató de su ausencia y miró a todas partes, haciendo que todos se tensaran. Naruto comenzaba a impacientarse, ¿por qué nadie sabía nada de su esposo? ¿Y si le había pasado algo? Itachi carraspeó al ver su rostro lleno de preocupación.
—Lo siento, había olvidado decirlo pero... Sasuke está en el hospital —miró de reojo a Naruto—, y no se encuentra en condiciones de pelear, es por eso que ha enviado a Shikamaru, Chouji y Sai en su reemplazo. Por cierto, Kankuro, es bueno verte.
—Te percataste —Kankuro sonrió de lado.
Naruto lo miró en silencio. Él no lo había visto.
—¿Cómo que Sasuke está en el hospital-ttebayo? ¿Por qué no me habías dicho?
Gaara carraspeó.
—No creo que eso sea importante justo ahora, Kushina-sama está en peligro cada minuto que gastamos pensando y hablando —lo interrumpió—. La prioridad justo ahora es salvarla.
Naruto lo miró.
Podría insultarlo por decirle que Sasuke no era importante, pero tenía razón. Maldito mapache.
—Tsk, qué problemáticos —Shikamaru miró a Chouji—. ¿Tienes algo?
—Podremos entrar cuando Kaguya esté movilizándose hacia el jardín donde toma el té.
Shikamaru procedió a explicar lo que había pensado en el auto luego de que Sasuke lo llamara, haciendo que todos se sorprendieran, en realidad, él solo estaba diciendo lo que Sasuke le había dicho pero hecho estrategia por él. Al parecer Sasuke había estado planeando una posible infiltración hacia mucho tiempo pues tenía todos los puntos débiles de la fortaleza Otsutsuki.
Quizá había previsto que algo así podría ocurrir.
O quizá solo estaba siendo paranoico.
Naruto se quedó viendo a Shikamaru, él reconocía aquel modus operandi.
Sasuke.
—¿Le diste las indicaciones a Shikamaru-san?
Sasuke asintió.
—De ahora en adelante, debemos limitarnos a esperar —dijo el Uchiha, mientras hacía una mueca—. Espero que nuestras plegarias sean suficientes.
—Lo serán —Sarada apretó su mano entre las suyas—. Ellos estarán bien, todos ellos.
—Tu papá... me preocupa —susurró. Le pesaban los ojos—. Le dije cosas muy fuertes hoy, sinceramente no creo que me vuelva a dirigir la palabra. Tiene un enojo muy pesado a veces.
Sarada sonrió.
—Ustedes podrán contra esta tormenta, papá... Siempre pueden con ellas —aseguró la pelinegra.
Sasuke la miró.
—Desearía que eso fuera verdad —dijo Sasuke—, pero no debes creer que todo dura para siempre, Sarada. Simplemente debes luchar porque lo sea en todo momento y rogar al cielo.
La Uchiha no entendió a que se refería su padre pero tampoco pudo preguntarle ya que éste se había quedado dormida gracias a la efectividad del medicamento que le estaban inyectando. Simplemente se reclinó en el sillón a un lado de la camilla y observó el rostro pálido de su padre, mientras trataba de encontrar una respuesta a aquella mirada meláncolica en su rostro.
No debes creer que todo dura para siempre. ¿A qué se refería?
Suspiró.
Lo mejor era dormir un poco más, mañana sería un nuevo día y el sol brillaría de nuevo.
Estaba lloviendo a la mañana siguiente, no había una sola pizca de luz solar, solo nubes y oscuridad. La neblina hacía que ver fuera un poco dificultoso. Shikamaru había previsto esto y había cambiado ciertos asuntos en cuanto a la escabullida que llevarían a cabo, Naruto estaba preocupado y parecía molesto, lo notaba más cuando Temari o Gaara andaban cerca, lo cual impacientaba a todos.
¿Qué le sucedía al rubio?
—Es tu turno —comentó Shikamaru—, lo dejo en tus manos.
—Hai —la princesa Namikaze asintió, acomodándose las gafas y sonriendo, mientras ingresaba a la base de datos de los Otsutsuki. Gracias a la implantación de un chip de rastreo que Kankuro y Shikamaru habían hecho en la sede a pleno anochecer, ahora ella podría verlo todo—. Muy bien, vamos a rescatar a mi madre.
Minato, Itachi, Deidara, Shikamaru, los hermanos Sabaku No, Chouji y Sai asintieron.
—Muy bien —Minato miró a Chouji—, te encargo a mi hija.
—No se preocupe, Minato-sama. Ella está bien protegida —aseguró Shikamaru y miró a su esposa—. Vamos.
Los Sabaku No avanzaron junto al pelinegro. Minato e Itachi siguieron la señal por otro lado.
—Vamos Naru, hmp.
—¡Sí-ttebayo! —Naruto asintió y siguió a Deidara, mientras suspiraba.
Karin comenzó a contactar con todos, mientras observaba en silencio el mapa con el que los monitoreaba, había nueve fichas moviéndose en el tablero, incluyendo a Sai que ya se encontraba en camino desde la madrugada. Este último se movilizaba más rápido en la lluvia.
—Muy bien, princesa Namikaze, muéstranos de qué eres capaz —Chouji le alentó con una sonrisa.
Karin asintió.
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