Capítulo 56; Azul es mi color.
Shikadai Nara, el hijo mayor de la familia Nara, Shikamaru y Temari. Un chico de cabello lacio negro y largo, ojos aguamarina y piel lechosa, la última siendo viva herencia familiar. Tiene 20 años y estaba en tercer semestre de Arquitectura en la Universidad. Como el primogénito de esta pareja no tuvo una infancia muy fácil, empezando por el aparente desinterés que su padre tuvo con él los primeros años de su vida, es por eso que se crió más apegado a su madre, e incluso sus abuelos.
Lo sucedido era que su padre tenía una aventura con un doncel llamado Naruto Namikaze, quien resultaba ser el esposo de Sasuke Uchiha, el abogado más famoso de Seattle e hijo de una de las familias más prestigiosas de Japón. Este doncel tenía un hijo, al que por desgracia, tuvo la casualidad de conocer cuando eran muy jóvenes, seis y siete años para ser más exactos.
—Am, él es Takeru Hatake y él e-
—¡Sora U...Uzumaki-ttebane! Un placer —El niño era de piel lechosa y cabellos negros como él, la única diferencia aparente entre ellos era la estatura, aquellas curiosas marcas de marcador que usaba el niño en sus mejillas y sus brillantes ojos azules, los cuales llamaron de inmediato su atención—. Tiene un lindo nombre, señorita Temari —vio a su madre sonreír.
—Muchas gracias, y el placer es mío, Sora-kun. Él es mi hijo —introdujo al pelinegro con coleta detrás de ella, y éste solo masticaba un chicle con actitud desinteresada. No quería que el chico supiera que le había interesado, especialmente porque no sabía como reaccionaría, él mismo sabía bien que no era un doncel aquel pequeñajo de ojos azules—. Shikadai Nara.
—¡¿NARA-TTEBANE?!
—Sí, no seas gritón. Tsk —se quejó el pelinegro, mientras se cubría un oído. No soportaba a las personas ruidosas, bastante tenía con su madre cuando le gritaba que dejara de ser un flojo como su padre—. ¿Qué nunca te enseñaron que gritar así es de mala educación?
—¿Lo es? —miró a su tío Gaara, quien suspiró y lo miró a él, con un actitud extrañamente pasiva.
—En su familia se crían así —le explicó.
—Pues que familia tan fastidiosa —chasqueó la lengua. ¿Aguantarse toda una familia así de gritona? No, no, Shikadia Nara no tenía tímpanos muy fuertes.
—¡Shikadai! —regañaron su tío y su madre.
Sí, bueno, en realidad si se pone a recordar eso se da cuenta que... No fueron precisamente los mejores amigos enseguida, de hecho, podía jurar que cuando lo conoció no existía ser humano en la tierra que odiara tanto como a ese tonto, molesto y ruidoso niño. Y vaya que Shikadai consideraba así a muchas personas, pero eso no era todo, realmente lo detestaba con su alma.
—Tsk, qué fastidioso eres —se había cruzado de brazos mientras miraba al niño de ojos lindos.
—He, sonó igual a mi Oto-san-ttebane —lo oyó susurrarlo al niño de cabellos castaños, haciendo un gesto pensativo con las manos mientras lo miraba en silencio, haciendo que le viera confundido por unos segundos—. En realidad te pareces mucho a él. Señorita Temari —la susodicha se volteó a verle con una expresión interrogante—. Oh, esperen —vio a su tío silbar y al niño de ojos negros taparse los oídos, como expectantes a algo—. ¡Usted es la otra mujer de mi papá! —gritó, simulando verse sorprendido.
Cosa que Shikadai no toleró, como decía, su infancia no fue precisamente la mejor, casi no veía a su padre y cuando lo hacía, él y su madre siempre estaban peleando, al final del día era su madre quien le leía algún cuento o le cantaba canciones de cuna, era a quien protegería sin titubear. La vio fruncir el ceño, y no lo pensó mucho antes de golpear a Sora en la mejilla.
—¿Estás loco? —le preguntó, al ver los ojos de su mamá en conflicto, no sabía lo que pensaba, no en aquel tiempo y no hasta que cumplió veinte años, pero en definitiva creía que tenía algo que ver con eso—. Eso es imposible.
—¿Tu papá no se llama Shikamaru Nara —preguntó y bajó la voz hacia él, que lo sostenía del cuello de la camiseta mientras lo miraba con rabia—, O si-ttebane? —susurró quedito. Shikadai abrió grande los ojos y lo soltó, antes de mirar al suelo. En aquel entonces no sabía la otra relación de su padre.
Creía firmemente que su padre no pasaba mucho tiempo con él y su madre debido a su trabajo en la agencia, ser un policía no era nada fácil y por eso... ¿Era por eso? ¿Su padre engañaba a su madre? ¿Dejaba que otro niño lo llamara papá? ¿...Por qué? Al mirar a su madre y no verla decir nada, vio a su tío y éste apartó la mirada. Y lo entendió, que era en serio.
—Imposible... ¡Es imposible! Mamá dile —Temari lo miró y Shikadai pudo ver sus ojos cristalizados, sintiendo como sus emociones bullían por dentro de su cuerpo. La había hecho llorar y eso no se lo perdonaría a nadie jamás—. ¿Mamá? —miró a Sora enojado, furioso, realmente molesto—. ¡Vete de aquí! Lastimaste a mi mamá. Idiota.
Antes de que Sora pudiera responder, el niño de cabellos castaños ya lo estaba arrastrando de la oreja hacia otro lugar. Gaara suspiró y se giró para abrazar a la mamá de Shikadai. Mientras el menor bullía de rabia, y pensaba que eso no se quedaría así. No escuchó mucho de la conversación que manejó su madre con su tío, al menos hasta cierta parte, que le hizo devolver la mirada a su familia.
—No es hijo de... de... ¿Cierto? —le miró aun con la mirada acuosa.
—No, su padre es Sasuke —dijo—, pero no debes decirle a nadie.
—¡Pero ha dicho qu-!
—Basta —su madre lo cortó, haciendo que retrocediera. ¿Qué no le dolía? ¿Por qué lloraba así entonces?
—¿Qué?
—No tiene importancia, si Gaara dice que es así, entonces es así —tajó la rubia mayor, y miró a su hermano quien enseguida le dedicó una sonrisa y acarició su cabello—. ¿Por qué...?
—Sora no conoce a Sasuke, y como Shikamaru es quien más pasa tiempo con su padre, ya sabes es su guardaespaldas —dijo su tío. No entendió porque el rostro de su madre se descompuso todavía más, pero sabía que quien fuera que fuere ese tal Sasuke debía ser alguien importante para que con solo mencionarlo, su madre supiera quien fuera—, Sora lo ve como su padre, de alguna manera aunque supiera de ustedes él..., no lo entiende, cree que Shikamaru es su padre y bueno, supongo que es nuestra culpa por no explicarselo..
—Entiendo —Temari asintió—. ¿Ese chico..., el rubio, es de quien Shika estaba enamorado, verdad? —Gaara asintió, bajando la cabeza—. Creo que.... debemos irnos —Temari se levantó y miró a Shikadai, haciéndole una seña—. Nos vemos después, Gaara. Lamento haberte caído de sorpresa al hotel, no volverá a pasar.
—Los llevo —intervino su tío—, y no aceptaré un no por respuesta. Shikamaru me pidió que los protegiera lo mejor que pueda y bueno, sois mi familia —sonrió. Temari no dijo nada y simplemente comenzó a caminar, haciendo al pelirrojo suspirar, pero Shikadai no quería dejar las cosas así, no, tenía que ver otra vez ese niño de ojos hermosos y golpearlo por hacer que su madre se sintiera mal.
—¡No, esto no se va a quedar así! —gritó Shikadai.
Sí..., definitivamente no empezaron el pie derecho.
Luego de que ambos arreglarán el embrollo (aclarar que Temari no es la otra mujer y que su papá tiene otra mujer, pero su papi sale con Shikamaru pero no son nada o algo así), se podría decir que ambos habían llegado a la misma conclusión: Sus padres, en efecto, eran unos completos idiotas.
—Tú eres lindo —comentó Sora, mientras le miraba de cerca con los ojos entrecerrados. Shikadia ni siquiera entendía porque su corazón había comenzado a latir tan fuerte cuando éste había acercado sus preciosos ojos azules a su rostro, eran tan hermosos que se sentía hechizado y nervioso—. Te pareces mucho a Shika-san, eso te hace lindo-ttebasa.
—Tú eres como rarito —mencionó, al ver como el otro varón se acercaba tanto a él, mientras intentaba recobrar su normal templanza. Ese chico lo sacaba de sus cabales—. ¿Verdad?
—Nah, si fuera te hubiera besado —le sacó la lengua y se apartó mirando a Sarada—. O a ella.
Aun así, conforme más decidió meterse en la alocada vida de aquel niño, más atrapado quedaba. Primero con su madre, luego con Sarada, luego el mismisimo Sasuke Uchiha, y así, uno por uno, cada personaje que se iba agregando a la lista en su loca travesía, fue haciendo mella imposible de ignorar en su vida. Mientras más se acercaba al chico, más se alejaba de la posibilidad de no volverlo a ver.
—Hey —El doncel se sentó a su lado, haciendo que se volteara a verlo. Aquellos ojos azules no se comparaban en nada a los que amaba—. Te veo distraído-na. ¿Pasa algo?
Shikadia sonrió y le miró en silencio un segundo, antes de negar con la cabeza y acercarse para recostar su cabeza sobre el hombro del doncel, quien enseguida alzó su mano para acariciar sus cabellos extrañamente sueltos para variar. Era un día de descanso, al menos para la casa Nara. Sasuke, Sora y Naruto-san estaban dando sus más sentidos pésames a Neji y Tenten, mientras velaban a Haku. Era algo furtivo y solo los que lo conocían se habían presentado.
—Sólo veía esto —le enseñó un viejo albúm que tenían en casa—, es el albúm familiar. Hay muchas fotos con Sora, y... estaba pensando en ese tiempo. Siento que... no debí decirle.
El doncel hizo una pequeña mueca y siguió acariciando su cabello.
—Yo creo que ya era hora-ttebana —afirmó el de ojos azules con una pequeña sonrisa—. Shika, no está bien ocultar lo que sentimos —Shikadai levantó la mirada a sus ojos azules y el llanto de un bebé hizo que ambos sonrieran—. Es tu turno —se burló el menor—. Anda, seguro es el pañal.
—Eres un aprovechado —susurró cerca a su rostro.
—Tal vez —se alzó de hombros mientras seguía sonriendo, Shikadai dejó su comodidad y le puso el albúm en las piernas para levantarse hacia la cuna que había conseguido para el niño. Como ni él ni su madre estaban seguros de por cuanto tiempo los tendrían en la casa, habían optado por comprar cosas que les ayudara a tener más comodidad—. ¿Este eres tú? —se burló, luego de ver una tierna foto de un niño de siete años sin un diente mientras lo sostenía con la mano y sonreía grande.
—Eso creo —rió, asomándose en la cuna para ver al pequeño—. Hola, campeón, ¿ya estás listo para que te cambie el pañal? Dime que es del uno, por favor.
—Eres un tonto —El doncel se rió a fuertes carcajadas, mientras negaba con la cabeza y volvía la vista al albúm. Pasó las yemas de sus dedos por una fotografía donde se podía apreciar a Shikadai junto a Sora Uchiha. ¿Le debía parecer bizarra la situación? Quizá, pero bueno, Uchiha y Uchiha. ¿Qué más daba? El amor era amor, al fin y al cabo—. Eran muy monos.
—Tú lo eres también —le sonrió, mientras volvía con el niño en brazos—, era del uno —le sacó la lengua.
—Suertudo —le sacó la lengua devuelta y sonrió, cuando le entregó a su bebé—. Hola, mi pequeño campeón, ¿cómo está el bebé más lindo? ¡Si eres tú, eres tú el más lindo del mundo!
Shikadai sonrió viéndole.
—Es una lástima que yo tenga que adoptar, todo hubiera sido más fácil si Sora fuera doncel.
—O tú —bromeó y Shikadai le vio indignado, ambos se rieron—, no lo imagino.
—Ni yo —negó con la cabeza. Ambos se acomodaron de nuevo en el sillón, el de ojos aguamarina poniendo sus brazos sobre los hombros del doncel que cargaba a su hijo—. ¿Has hablado con Sasuke respecto al niño y qué van a hacer? —bostezó, y le miró de reojo, notando como se tensaba—. Ey, no tienes que preocuparte, sé que nos lo va a abandonar.
—¿Tú crees? He visto la forma en que lo mira a él y a sus hijos, jamás podrá vernos así —miró al bebé en sus brazos—, aunque la sangre Uchiha corra por nuestras venas. Sasuke nunca estuvo de acuerdo en este tipo de situaciones, odiaba lo que nos hicieron a Takahiro y a mí, no quería que yo tuviera un hijo si su destino podría ser parecido.
—Era inevitable, no puedes pretender no quedar embarazado, menos si fue por un error —le dijo, mientras hacía un mohín—, solo debes pensar en que no te arrepientes de haber tenido al niño y en que yo estaré contigo, si Sasuke no decide apoyarte.
—No quiero interrumpir en tu vida más de lo que ya lo he hecho —se tensó y apartó de él para verlo fijamente—, si él decide que no va... a apoyarnos, tomaré a mi hijo y nos iremos donde nadie pueda encontr-
—No lo permitiré —una voz los interrumpió, haciendo que se tensaran.
—Sasuke...
Minutos antes.
—Señora Aye, lo mejor que puede hacer en este momento es comunicar todas las vías del abogado Neji a Sai, y a mí, nosotros podemos encargarnos —Sasuke hablaba por el teléfono con una de sus empleadas—. Neji se ausentará un par de días por su calamidad doméstica. Sí... sí, está bien, muchas gracias —miró a su esposo un segundo y al verlo ocupado, suspiró, se acercó—. Entraré primero, quiero asegurarme que todo esté bien.
—Vale —le sonrió y siguió en lo suyo.
Sasuke suspiró, por fuera se acomodaba la gabardina, acelerando el paso para llegar a la casa de los Nara y mientras tocaba la puerta, miraba hacia atrás, donde su hijo jugaba videojuegos para distraerse del dolor y su esposo trataba de arreglar unos asuntos con el padre de un chico al que le ofreció una beca en su editorial.
—Sasuke —Temari lo recibió con una mini sonrisa—, nuestros pequeñajos están en la sala. Escuché a Shikadai decir que el bebé estaba llorando, así que puedes entrar. ¿Y los demás?
—Vienen detrás, necesitaba hablar primero con Shikadai y Kou.
—Claro, sé por qué —bromeó con una sonrisa mientras le dejaba entrar—, si necesitas algo, estaré en la cocina, esperaremos que lleguen y nos sentaremos a cenar antes de hablar.
—Bien-sur, mon chérie —hizo una leve venia antes de ingresar a la sala. Iba de muy buen humor, finalmente podría volver a ver al adorable Kousuke, pero no le fue posible mantenerse de esa manera cuando escuchó lo que planeaba hacer.
«Tomaré a mi hijo y nos iremos donde nadie pueda encontr-»
—No lo permitiré —dijo en voz alta, mientras les veía con furia. Cree que... hasta ahí llegó su buen humor—. No te irás a ninguna parte, y mucho menos solo con ese bebé, Kousuke.
—Sasuke...
Por otro lado, Sora al notar que ya comenzaban a acercarse, parpadeó y salió de su consola.
—El caso es que ustedes deben velar por la seguridad del niño —Naruto estaba hablando por teléfono—, claro. Escuche, señor Kubiki, no siento que usted realmente esté muy comprometido con el caso. Lamento informarle que sin su autorización el niño no podrá viajar y firmar el contrato. Sí, lo comprendo totalmente, para mí también es difícil —Naruto hizo una pausa—, yo también soy papá y comprendo su temor, pero... El futuro de su hijo resplandece y usted debe dejarlo ir hacia él.
—¿Por qué papá entró tan apurado? —Sora miró a Naruto confundido. El mayor, que tenía la mente en otra parte, parpadeó para mirarlo en silencio antes de responder.
—Quiere hablar con Temari y Shikamaru respecto al incidente —dijo, apartando el teléfono de su boca mientras le respondía—, pero... No lo sé. ¿Por qué no vas y hablas con Shikadai?
—Um... Papá —lo llamó, y éste lo miró un momento haciéndole una seña que esperara mientras terminaba la llamada, cuando lo hizo, se giró a verlo.
—¿Sí, cariño? —Le dedicó una sonrisa que sólo un Uzumaki podría brindar. Una contagiosa.
—Bueno, verás, resulta que... y luego... y entonces pasa que... Um, ¡Sh-Shikadai se me confesó!
Naruto parpadeó dos minutos antes de procesar la información y pensar si desmayarse o boquear. Al final terminó boqueando por un rato antes de marearse, cosa que Sora tuvo que ayudarlo a sostenerse, hasta que por fin estuvo de nuevo en su sitio sin ayuda. Parpadeó varias veces.
—Vaya, eso es... impresionante, hijo, ¿y esto... cuándo sucedió? —preguntó.
—Oh, hace como un día, cuando estabámos... um, hablando y tú nos llamaste para lo... de Haku —agachó la cabeza un poco y luego sacudió la cabeza, mirándolo a los ojos—. ¿Qu-Qué debo hacer? No sé como mirarlo a la cara sin morirme de la vergüenza.
—Oh, cariño —Naruto sonrió—, me recuerdas como me sentía cuando tu papá se me confes- Oh, espera, ese fui yo.
—¡Papá!
Naruto rió.
—Lo siento-ttebayo, fue hace mucho tiempo —se encogió de hombros y sonrió—. Pero sinceramente, lo recuerdo casi todo perfectamente, como si nada más hubiera sido ayer.
—¿No podrías ahorrarnos el momento en que te pones a recordar todo-tteba? Ahorrar el relle-
—No vas a saltarte toda la historia por perezoso. Ni Boruto hace eso —lo regañó.
Sora hizo una mueca, mientras escuchaba a su papá hablarle acerca de lo que era confesarse.
—Cuéntame, cuéntame. ¿Cómo pasó todo-ttebayo?
—Bueno...
—Muy bien, ¿todo está listo? —Kaguya ladeó la cabeza mientras miraba en silencio como Hanzo y su ejército de salamandras. A su lado, Natsu y Ren se mantenían en silencio—. Bueno, supongo que no me queda más que decir que espero que todo salga... perfecto.
—No podría decepcionarla, mi señora —Hanzo hizo una reverencia y sonrió al levantarse—. Kushina Uzumaki no saldrá bien de esta.
—Envíala al hospital... pero no la mates, será una buena carnada para los Namikaze —afirmó.
—Como usted ordene, mi señora —Hanzo dio media vuelta e hizo una seña para que todos los que lo acompañarían aquella noche, poco más de ocho hombres, le siguieran hacia la minivan.
La peliblanca levantó el mentón y les vio alejarse con un gesto de aburrimiento, antes de girarse y volver a ingresar en la mansión Otsutsuki, con sus dos lacayos detrás de ella cual perros falderos.
—Asegúrate de tenerlos monitoreados —le ordenó a Natsu—, tú, trata de encontrar a Sasuke-kun, con suerte no tendrá cerca al doncel Sabaku.
—Con suerte —carraspeó Ren y asintió, mientras se retiraba.
Una vez que Kaguya se encontró sola, volvió a su despacho y su mirada se fijó únicamente en aquella mascára rota que conservaría hasta ver el día en que su venganza fuese completada.
—Sí —Sasuke le vio en silencio—, soy yo, soy Sasuke. Su padre.
Shikadai se puso en frente del niño y el doncel.
—Sasuke, cálmate, por favor, no vaya-
—Sal de aquí, Shikadai —lo miró de reojo tratando de contener su ira—, no quiero hacer un escándalo. Tú —señaló al doncel—, vendrás conmigo y el niño. Ahora.
—Sasuke —Shikadai insistió, más no obtuvo respuesta y vio con incredulidad como el doncel se acercaba al mayor.
—Descuida, Shika-chan, sé que él no sería capaz de hacernos daño —le dijo con una sonrisa timída—, vamos, Sasuke-san, hablemos al respecto en mi habitación. Le daré de comer al niño.
Sasuke le vio de reojo y asintió, mientras se disculpaba con la mirada de Shikadai, subía detrás del doncel las escaleras. No quería estar furioso, de verdad intentaba recordarse que aquel doncel estaba asustado y pasaba por una situación difícil, que cargara a su sangre en brazos y le viera con tanta tranquilidad pese a haber dicho que planeaba largarse.... No, Sasuke.
—Estoy seguro que todo esto es un malentendido —dijo Sasuke, suspirando—, ven, hablemos.
—Sí-ttebana.
Sasuke se tensó y lo miró a los ojos.
No puedo olvidarme de Naruto si solo me lo recuerdas cada vez.
—Sora —Shikadai se levantó del asiento luego de verlo ingresar, limpiando sus manos en el jean pues le habían comenzado a sudar tras la interrupción abrupta del Uchiha mayor. El menor se sonrojó.
—Hola, Shikadai. ¿Quieres... caminar conmigo-tteba? —preguntó, mientras señalaba con su mentón la salida—. No tengo muchas ganas de... ¿Ese soy yo? —murmuró, distrayéndose al ver el albúm en la mesa de centro de la sala, y sonrió—. Recuerdo bien esa foto.
—Ese fue un gran día —Shikadai se rascó la mejilla.
—Ese día me besaste.
—¡Fue un accidente! —intervino el mayor.
—Comienzo a dudar si lo fue, ahora que sé... bueno, eso —se volvió a sonrojar y pasó de largo para ver más de cerca la fotografía, en ella ambos estaban con poses desafiantes y ceños fruncidos, fue el primer año que se vieron obligados a convivir pues los Nara habían hecho que Shikadai fuera a estudiar en su misma escuela. Ese día en especial tuvieron un accidente con otro compañero que empujó a Sora cuando estaban peleándose y terminó besando a Shikadai.
—Técnicamente fuiste tú el que cayó sobre mis labios —contratactó.
—No seas teme.
—Tú no seas dobe, mendokusei —suspiró y sonrió—. ¿Quieres verlas y luego el paseo?
—Hai —Sora sonrió—. Bolt va a recoger a mis hermanos, así que... podemos recoger a Meiko juntos y hablar.
Shikadai asintió mientras se sentaba a su lado y comenzaban a pasar las hojas con aquellas fotografías. A veces reían cuando veían una que otra que ponían en vergüenza a alguno de los dos o se lamentaban porque alguna vez dejaron de hacer algo sin saber que sería la última vez que lo hicieron, también habían ciertos momentos incómodos cuando en algunas anécdotas eran mencionadas otras personas.
—Se ven muy alegres —Naruto se sentó en el mesón de la cocina, haciendo que Temari le mirara de reojo y asintiera con una sonrisa—. Creí que Sasuke estaría metido aquí contigo-ttebayo.
—No, está arriba hablando con K- Shikamaru —carraspeó y volvió la vista a la sopa de miso que estaba preparando—. Shikadai me comentó que habló con Sora, supongo que era imposible evitarlo más tiempo, estoy feliz de que por fin lo hiciera.
Naruto sonrió y asintió, Temari sonrió, gracias a los dioses Naruto era muy denso.
—Sí, ya era hora-ttebayo.
Temari le vio sorprendida y Naruto se rió bajo.
—Es imposible no darse cuenta, Temari-san. Creo que el único que no se había enterado era mi pequeño Sora —Naruto se rascó la mejilla—. Es que se parece mucho a mi de joven-ttebayo.
—No lo dudo —Temari sonrió—, Shikadai es muy parecido a Sasu- Perdón.
—No te disculpes —Naruto negó—, no tienes por qué hacerlo... Y dime, ¿cómo era él? Es decir, conozco a Sasuke de toda la vida, pero creo que... de alguna forma, no lo conozco completamente.
Temari comprendió aquel sentimiento y sonrió, mientras revolvía la sopa y hacía un gesto para que el rubio se adentrara en la cocina y pudieran charlar con más ánimo. Naruto no perdió el tiempo, por supuesto.
—Era muy frío y seco, pensaba mucho, analizaba absolutamente hasta el último detalle, no se dejaba llevar por las apariencias y siempre tenía una respuesta a todo —comentó—, así como Shikadai, era muy reservado en cuanto a sus emociones pero las tenía muy claras. Le disgustaba mucho ser el centro de atención.
—No hay cambiado mucho entonces —rió el rubio y Temari sonrió, negando.
—Solía ser como es actualmente, pero... más oscuro, siempre era blanco o negro, no había escalas de grises, era todo un abogado. Luchaba por lo que sí o por lo que no, pero no hacía excepciones a nada —hizo una breve pausa y miró al de ojos azules—, entonces te conoció y abriste su panorama. Ya no era solo blanco, negro y escala de grises... No, era todo una paleta de colores.
Naruto sonrió enternecido.
—Oh, este día —Sora sonrió enternecido.
—Sí —Shikadai se quedó mirando en silencio la fotografía, una de las últimas que veían, pues había sido algunos meses atrás, antes de que Sora escapara, cuando todo estaba tranquilo y normal entre ellos. Justo como en ese momento, solo dos amigos recordando viejos tiempos—. Ese día no querías aceptar verme. Te rogué mucho.
—¡Bah! Si solo me enviaste dos mensajes, y al tercero asumiste que te haría caso-tteba.
—¿No estaba en lo cierto? —Shikadai se giró a verlo y ambos se sonrojaron debido a la cercanía que mantenían sus rostros, desviando sus miradas al libro entre sus piernas de nuevo—. Te escapaste de tu casa solo para verme.
—¡Tú me lo pediste-tteba!
—¿Lo hice? —lo miró fijamente con una pequeña sonrisa, que hizo a Sora parpadear. ¿Desde cuando Shikadai Nara sonreía estilo Uchiha? Aquella sonrisa de lado cargada de prepotencia... debía ser parte de su imaginación. Volvió a parpadear y le sacó la lengua—. Venga, no seas infantil y acepta que te morías por verme aquel día.
—Jamás.
Pero Sora, muy en lo profundo sabía que Shikadai tenía razón.
Luego de que los gemelos se presentaran, lo hizo Keit, quien había presentado el profundo monólogo del pájaro, y mientras se alistaban las niñas dar por terminada las funciones, Sora estaba pegado a su teléfono como un tonto poseído. No hablaba con Yuki pues era tarde y ella dormía temprano, pero sí mantenía una conversación muy poco interesante con Shikadai respecto a los aliens que querían sacarle sus bellísimos ojos azules.
Eso ni siquiera tiene sentido. 23:04 pm.
Bueno, no tiene que tener sentido, Sora. 23:04 pm.
¡Claro que sí! 23:04 pm.
Como sea, ¿nos vemos en el tejado a las 2? 23:05 pm.
Si es que estás tan aburrido como dices, y me quieres 23:05 pm.
Eso ni siquiera tiene sentido x2 23:05 pm.
NO. No iré a ninguna parte contigo, sigo molesto por lo de los aliens-tteba 23:05 pm.
Lo tomaré como un sí. 23:05 pm.
—¿Hablas por que Aka y Hika están arreglándose para entrar a acción? —arrugó la nariz. Daiki se palmeó la cara irritado y se fue de ahí, él no supo exactamente a qué se refería entonces, así que se encogió de hombros y escuchó sonar su teléfono, claro, era un mensaje—. Niños, cada día son más raros. ¡Oh, llegó un mensaje! —se percató entonces y sonrió como todo un tonto enamorado, claro sin percatarse de aquello, apenas vio ese nombre.
Shika♥: Nos vemos a las 2 en el tejado, no faltes♡. 23:05 pm.
Había tenido que esperar casi tres horas enteras para poder escabullirse de su casa, correr hacia la de Shikamaru -bueno, ir en su motocicleta-, escabullirse dentro por el árbol que colindaba en la habitación del susodicho y luego subir al tejado como todo un delincuente. Todo eso solo para obtener paz al ver a aquel tonto perezoso sentado en la cornisa del tejado con la mirada perdida en el horizonte (un cielo oscuro lleno de estrellas), mientras la brisa le alborotaba su cabello lacio negro y suelto, para acelerar aun más su corazón.
—¿No es peligroso que estés aquí-datteba? Mira que citarme a las dos de la mañana en un tejado —Sora se asomó con una pequeña sonrisa, mientras Shikadai se daba vuelta al escucharlo con una sonrisa en su rostro también—. Estás muy loquito. ¿Sabes?
—Como tú estás loquito por mí —bromeó Shikadai. Sostuvo la mano del menor mientras este se sentaba a su lado y luego lo jaló hacia él—. ¿O acaso querrás negarlo? —susurró casi en sus labios. Sora sentía su corazón enloquecer al sentir aquella respiración con olor a menta tan cerca de sí.
—¿Qu-Qué dices-datte? Por supuesto que no —desvió la mirada y sintió sus orejas calentarse.
—Oh, entonces no lo niegas —Shikadai se apartó y sonrió—, qué bien. Dobe.
—¡¿A quién le dices dobe, teme?! No tienes derecho a llamarme así —Se cruzó de brazos y frunció el ceño. Le aterraba admitir a sí mismo que cada vez que Shikadai lo llamaba de aquella forma sentía un terremoto dentro de su estomágo, y le daba nervios—. Baka.
Shikadai sonrió y lo miró de vuelta, dejando a un lado el albúm, con sus rostros a tan poco... tan poco que casi podrían rozarse si Sora se moviera un poco hacia adelante. Sora veía los labios de su compañero surcados en una sonrisa, una de esas que hacían que su corazón se detuviera y comenzara a latir con más fuerza, antes de encontrarse con sus ojos aguamarina.
—¿Sería una locura? —murmuró Shikadai.
Sora se estremeció, su respiración había golpeado de lleno en su rostro y le había causado cosquillas. Parpadeó lentamente y le vio confundido.
—¿El qué? —susurró de vuelta, mientras se relamía los labios.
—Esto —Sora entreabrió sus labios, cuando por fin, el pelilargo acortó la última distancia entre ambos.
Y así, Sora sintió su corazón estallar.
Maldición.
Quizás...
El azul es mi color.
—Meiko-chan, hasta luego.
—¡Adiós, Tenji, gracias por traerme! —Se despidió de su compañero con una sonrisa mientras éste se iba de nuevo en su bicicleta. Otra vez, su hermano había olvidado que ella sí estudiaba y debía recogerla. Valga la redundancia, su compañero y amigo, Tenji Uzumaki, le había llevado—. Tsk, mendokusei, ya verá como no le ayudaré con So-
Lo veía y no lo creía.
Finalmente, luego de tantos años, había pasado lo que ella siempre había esperado que pensara y lo peor, ella no tenía la más mínima idea de como fue que sucedió o por qué. Abrió grande su boca al notar aquel momento intímo, la forma en la que su hermano y su mejor amigo se estaban besando. Un labio unido al otro con suavidad y sus ojos presionados para evitar ver, las mejillas y orejas encendidas, la forma en la que el mayor acunaba el rostro del ojiazul. Joder.
—¡Es que no lo entiendes! —un grito hizo que ambos se separaran asustados, así como que Meiko respingara.
¿Qué acababa de pasar? Sin más, las tres miradas fueron hacia el doncel de ojos azules que cargaba a un bebé desesperado, mientras Sasuke trataba de hacerlo entrar en razón, por su rostro se podía deducir que estaba asustado y eso era algo impresionante viniendo de un Uchiha como él.
—¿Qué sucede? —susurró Sora, mientras miraba como Shikadai se ponía de pie, éste solo le miró de reojo y se acercó al doncel de ojos azules. Sora bajó la mirada. Claro, él era... un varón, a diferencia de aquel doncel que podía darle hijos, como el niño que llevaba en brazos y al que tanto parecía proteger. Quiso moverse pero halló a Meiko, viéndole con tristeza—. ¡Meiko-chan!
—Sora-kun —sonrió triste.
—¿Qué pasa? —Shikadai enfrentó a Sasuke, luego de ponerse en la mitad de ellos, enfrente del doncel—. ¿Por qué está gritando? ¿Qué no sabes que aún se está recuperando de dar a luz? No puedes... no puedes hacer que se altere.
—Esto es entre él y yo, Shikadai, no te metas —advirtió Sasuke, mirándolo a los ojos fijamente.
—No. Esta es la casa de mis padres y mía, y este doncel está bajo mi cuidado —dijo—. Si tienes un problema con eso.
Sasuke apretó la mandíbula.
—Kousuke, empaca tus cosas, vendrás conmigo —volvió a decir el Uchiha, harto de la situación.
—¿Qué? —Sora balbuceó y Sasuke se tensó, volviendo su vista hacia él.
—Sora... Meiko —Sasuke hizo un ademán con la cabeza a modo de saludo y volvió su vista al ojiazul—. Kou, tú y él se irán conmigo. Vivirás en mi departamento y...
—No, Sasuke —Kousuke parpadeó.
—Hey, hey. ¿Qué es todo este escándalo? —Temari salió de la cocina, con Naruto tras de él.
—No se irá a ninguna parte —Shikadai la ignoró.
—No te estoy preguntando —Sasuke también.
Naruto, Sora y Meiko miraron a ambos lados del problema sin comprender que estaba sucediendo. Temari entonces frunció el ceño y se puso frente a Sasuke, quien no dejaba de mirar a Shikadai con ojos de furia.
—Sasuke, ven conmigo. Vamos a hablar de esto afuera, con calma —dijo Temari, y se volteó a ver a Naruto—. Por favor, revisa la sopa, no tardaremos.
—Cla-claro —Naruto parpadeó.
Kousuke suspiró y miró a su bebé.
—No estás obligado a irte con él, ¿lo sabes? —Shikadai susurró, mientras lo abrazaba. El doncel asintió.
Sora suspiró.
—Debo ir... al baño —murmuró, bajo la atenta mirada de Meiko, quien frunció el ceño.
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Para Sora no es fácil admitir que se ha enamorado de un hombre, y no solo un hombre, sino de Shikadai Nara, con el cual la mayor parte de su vida tuvo una loca enemistad, y pasó muchas cosas a lo largo de su joven vida... pero las señales son imposibles de ignorar y más aun cuando el Nara interfiere en sus planes de vivir una vida tranquila y para nada gay.
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Era un tonto.
Mira que pensar que podría solucionarlo todo, solo porque un beso le hizo sentir eso que toda su vida -inconscientemente- estuvo esperando sentir. ¡Y con su mejor amigo! Debía ser realmente un tonto para haberse enamorado de él. ¿Enamorado? ¿Desde cuándo? No lo sabía, no estaba seguro cuando fue que comenzó a sentirse así, pero sabía, muy en el interior, que no era nada nuevo.
Se encerró en el baño en el primer momento y suspiró, mientras trataba de calmar su corazón.
¿Era en serio? ¿Qué esperaba conseguir compitiendo con un chico que se veía mucho más joven que él, su piel lechosa y brillante, su liso cabello negro semilargo y aquellos ojos azules... que aparte era su versión doncel? Es que no podría competir, sin duda, Shikadai lo preferiría a él. No había que ser muy tonto para saber eso.
—Sora.
Escuchó la voz de Meiko detrás de la puerta y suspiró, antes de quitar el seguro y abrirle. La niña de ojos negros le miró fijamente con las manos metidas en los bolsillos de su pantaloncito de estudio, mientras éste le veía con los ojos cristalizados.
—¿Tan rápido pelean? Demonios, chico, solo han pasado como cinco minutos desde que se besa-
—¿Nos viste? —balbuceó, enrojeciendo de nuevo.
—Ya no puedes negarlo —Meiko sonrió y se acercó a él—. Vamos, ¿por qué no me cuentas que sucede? Quizá yo pueda ayudarte. Sé más de mi hermano que tú —le sacó la lengua al final.
Sora rió levemente y asintió, mientras le contaba lo que sentía.
—Vaya... nunca creí que pudieras ser tan denso —A Sora le cayó una gota de sudor en la frente—. Pero descuida, estoy segura de que él te ama tal y como eres. Ahora, dime... ¿Por qué no vas con tu hombre?
—¿Mi hombre? ¿Qué no ves a ese doncel? Es mil veces mejor que yo... ¡Y puede parir!
Meiko lo miró sonriendo.
—Sí —ambos se asustaron y se giraron a verlo. Shikadai se apoyó en el marco de la puerta del baño que Meiko había olvidado cerrar, con una sonrisa de lado—, Kousuke es perfecto.
—Eres un idiota —gruñeron ambos jóvenes.
Shikadai rió, y se acercó a Sora, quien estaba sentado sobre la tapa del inodoro, este le negó la vista y el mayor tuvo que tomar su rostro entre sus manos para obligar a que lo viera de vuelta.
—¿Sabes? Kousuke es hermoso, inteligente, muy tierno y tiene unos ojos espectacularmente azules, justo como me gustan —comentó, haciendo que Sora frunciera todavía más el ceño—. Pero hay un problema con él...
—¿Un problema? —ladeó la cabeza, aunque no apartó la mirada del aguamarina.
—Sí.
—¿Qué problema-datte?
—Es que él no eres tú —susurró Shikadai.
Meiko, de repente, sintió que estaba estorbando en aquel intímo e incómodo momento en el baño, así que optó por irse del lugar lentamente. Los otros no parecieron notar su ausencia pues se veían muy ocupados mirándose el uno al otro atentamente.
—¿Eh?
—Sora....
—¿Sí-tteba?
—¿Qué no te había dicho ya que eres todo un dobe? —preguntó, acercándose lentamente al rostro del menor, quien enrojeció enseguida.
—Teme —susurró.
Otra vez aquella cercanía mortífera, donde chocaban sus respiraciones y sus ojos parecían concentrados en no perderse ni un solo movimiento de el del otro. Shikadai sonrió.
—Me gusta el azul... pero solo el azul de tus ojos es verdaderamente mi color favorito.
—¿Azul?
—Sí —sonrió aun más.
Sora cerró los ojos, sus labios estaban a centímetros de rozarse.
—Azul... es mi color-tteba. Me gustas.
Shikadai sonrió mientras acortaba los pocos centímetros de distancia entre ambos labios.
Había esperado tanto por eso.
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