Capítulo 55; Un valiente compañero II.

Haku Hyuuga era un doncel muy guapo, de apariencia andrógina y un carácter bastante serio, herencia de su padre Neji, aunque de Tenten había desarrollado su gran interés por las armas. Desde muy pequeño entrenó como cualquier Hyuuga, aunque al principio vivieran fuera de la familia, cuando conoció a Zabuza no era más que un niño pequeño que se había perdido en un centro comercial y había terminado pegándose a la primera persona que creyó confiable. Un hombre de unos veintitantos años con un abrigo enorme y un peinado extraño, quien se había girado a verle apenas sintió su pequeña mano jalar su pantalón con el entusiasmo propio de alguien con ansiedad por encontrar a alguien.

Mira que tenemos por aquí —había dicho, mientras sonreía de medio lado y se cruzaba de brazos—. Una pequeña niña asustada, ¿no es así? ¿Se te perdieron tus padres, ni-ñi-ta?

Soy... Haku, señor, perdí a mi mamá —dijo, en parte aterrado por la imponencia del hombre y por otra atraído por la misma—. ¿U-usted podría ayudarme a encontrarla, po-por favor? 

Así que Haku, eh —el hombre se agachó para verlo más de cerca, haciéndole tensar al notar sus profundos ojos negros y vacíos—. Dime Haku, ¿nunca te dijeron tus padres que no era correcto hablarle a los desconocidos? 

S-sí. 

Oh, bueno, ¿entonces por qué me hablaste? Ni siquiera sabes mi nombre. 

¿S-su nombre?

Sí, mi nombre.

Haku tartamudeó un poco entonces, y retrocedió hasta que tropezó y cayó al suelo de sentón. 

Mi nombre es Zabuza, Zabuza Momochi, ese soy yo —dijo el mayor, tendiendo su mano hacia el doncel que acababa de caer al suelo—. Dime ya, Haku, ¿dónde fue la última vez que viste a tu mamá? Yo puedo llevarte con ella. Una vez al año no hace daño, si ayudo a una niña linda quizá los dioses perdonen mis pecados —agregó lo último, ignorando el gesto confundido de la "niña".

Entonces Haku lo vio a los ojos y decidió que confiaría en él plenamente, aceptó la mano que le tendía y se dejó llevar mientras el mayor le contaba que hacía en aquel centro comercial y por qué no debía acercarse a hombres como él. Haku le comentó del arma que quería conseguir, una espada grande y larga, rompehuesos, con  un hueco en la parte de arriba que le daría más movimiento. A Zabuza le agradó que supiera de armas, y estuvieron hablando del por qué todo el camino.

Cuando tenga esa espada en mi mano... la llamaré kubikiribocho.

¿Kukibiriocho? —ladeó la cabeza y el mayor, al que había comenzado a tomarle la mano hacia media hora sin que se diera cuenta, bajó la mirada con incredulidad y una pequeña sonrisa de lado.

Kubikiribocho,... cuchillo decapitador —aclaró. 

Ah.

Cuando llegaron con Tenten, quien lloraba y gritaba y amenazaba a las personas del centro comercial que si era necesario los torturaría con las armas que vendía hasta dar con el paradero de su hijo, lo haría. Zabuza llevó al niño hasta ella y ésta le agradeció, aunque claro, el doncel no quería dejar de ver al mayor y encontró la forma de atarlo a él, diciéndole que debía ir a la tienda de su madre, asegurando que le encantaría lo que encontraría ahí. 

Señor, debe aceptar esta invitación —aseguró Tenten, mientras cargaba al niño en sus brazos, con una sonrisa—. Es para agradecerle lo que ha hecho, no cualquiera haría lo que usted hizo.

Confío en que hay más personas buenas ahí fuera —agregó Zabuza. 

Por favor, acepte y visítenos un día —le dijo Tenten, a lo que el pelinegro suspiró y asintió.

Desde que aceptó, Haku iba todos los días con su madre y le pedía que lo arreglara, quizá pensaría que era un capricho de niño pequeño y uno de esos enamoramientos que pasaban. Había días en los que no podía acompañar a su madre a la tienda y se enojaba por ello, pues quería volver a ver al hombre, sin embargo y tuvo suerte, este fue un día en que sí estaba ahí.

Zabuza-san, sí vino.

Haku, Tenten-san —el hombre hizo un ademán con la mano en forma de saludo y sonrió—. Mi compañero ha tenido un accidente, me ha pedido que compre algunas cosas y he decidido que era buena idea venir aquí. 

Ha tomado una buena decisión —dijo la mujer, pero Haku no se veía tan feliz. Al escuchar que no había ido a verlo a él, como el doncel esperaba que dijera, sin hacer berrinches y solo con un gesto de aburrimiento, se alejó para sentarse en una silla mientras su madre le enseñaba las armas al hombre. Zabuza, por otro lado, optó por no comentar nada al respecto de la actitud del menor y lo miraba de reojo de vez en cuando, al menos hasta que lo vio levantarse enojado y salir del establecimiento—. Ha ido a entrenar —le informó—. No debe preocuparse, hace eso siempre.

¿Entrenar, dice? 

Le gusta aprender a usar las armas —dijo—, su favorita es esa de allá —dijo. 

Zabuza volteó y encontró una espada negra que parecía llena de plumas, era enorme, casi como la suya propia, pero más gruesa. ¿Ese niño pequeño y escuálido levantaba aquella monstruosidad? Imposible. Luego de girarse, terminó de comprar las cosas e informó que entraría al patio de armas a despedirse del niño que entrenaba. Cuando lo vio, se quedó maravillado por la forma en la que se movía. 

Eres ágil. 

Creí que no tenías intenciones de verme —susurró el niño, mientras seguía esquivando pelotas que eran lanzadas por una máquina especial para eso—. Zabuza-san. ¿Alguna vez ha blandido una espada como la de afuera, la negra con plumas?

No. 

¿Le gustaría intentarlo? Yo todavía no puedo manejarla bien —agregó, y se giró a verlo luego de apagar la máquina manualmente—. ¿Le gustaría aceptar entrenarme? Le podemos pagar.

Zabuza le vio en silencio. El chico tenía ambición y sería, de alguna forma, un gran, interesante y muy valiente compañero. No pasó mucho tiempo antes de decidirse a entrenarlo, y le fue fácil ganarse la confianza de Tenten para ello. Comenzó a entrenar al chico, al punto en que, en algún momento entre sus entreno y su vida privada, se perdió en aquellos ojos chocolate y aquella curva que se hacía cada vez que el andrógino doncel sonreía. Su apariencia, su forma de ser...

Todo él.

Había quedado prendado de él, como él de ella.

.

.

.

Sasuke agachó la cabeza al escuchar los desgarradores gritos de Neji. Él, mejor que nadie, comprendía su dolor, o bueno, al menos una cuarta parte pues él había vuelto a encontrar a su hijo, Neji sabía que... Haku jamás regresaría.

—Estoy contigo —le dijo, poniendo su mano suavemente sobre su hombro. Neji levantó su cabeza y lo vio con incredulidad, Sasuke sonrió triste—. No tengas miedo de descargar tu dolor.

No pudo decir mucho más porque enseguida tuvo a un pelinegro de cabello largo abrazado con sus lágrimas empapando las camisas de sus hombros. Sasuke se quedó quieto un momento, tratando de pensar en como reaccionar, pero solo atinó a darle unas palmadas en la espalda y sostenerlo mientras intentaba no mirar los ojos de su esposo, quien los veía con tristeza.

—Sasuke ha crecido mucho —suspiró Kakashi, haciendo que Naruto le viera de reojo y asintiera.

La mirada de Naruto fue a Neji, y se sintió terrible. Cuando Tenten se enterara que su hijo había muerto, seguramente sufriría como nadie en la vida, miró a Sasuke, él mejor que nadie entendía que se sentía algo así. Era realmente espantoso perder un hijo. Entonces Kakashi volvió a mirar a la pareja que yacía inerte en aquel suelo. Sentía realmente el dolor de su pérdida, pues aunque en algún momento fueron rivales, la amistad que Haku y Sora mantuvieron había hecho que les tomaran aprecio a ambos personajes. Además, como plus, nadie merecía morir de aquella forma cuando estaba intentando comenzar una nueva vida. 

Esperaba que... en una próxima fuesen realmente felices.


Sora suspiró y recostó su cabeza sobre sus brazos cruzados que reposaban en la grava, mientras Shikadai tenía los ojos cerrados a su lado con una pose de relajación y tranquilidad que había extrañado ver en el semblante del mayor. Para Sora, Shikadai había sido una de las personas que más había extrañado, fuera de su familia. Vivir con la eterna pregunta de qué estaba haciendo, si había comido o dormido bien, si se había olvidado de él o lo esperaba con los brazos abiertos lo mortificó cada día durante su pequeña etapa de rebeldía, aun cuando la razón principal de su deserción fuera él. 

—Nunca dejé de buscarte —escuchó a Shikadai, y se sobresaltó, incorporándose para quedar sentado, apartando la mirada de sus facciones varoniles y atractivas. Alto, ¿había admitido que Shikadai era atractivo? Es decir, no es como si no lo supiera, pero jamás se lo había propuesto a admitir ni siquiera a él mismo. Frunció el ceño, el perezoso del Nara ni siquiera se había movido o abierto los ojos para hablarle—. En el fondo, sentía que no podía dejarte ir. 

Sora sintió un gran nudo en la boca del estomágo y se dignó en volver la vista.

—Yo... lo siento —le escuchó decir, consiguiendo tensarse—. No te lo dije, debí haberlo hecho cuando... bueno, cuando decidí que enfrentaría lo que era. Pero... tenía miedo de perderte, si lo hacía. 

Entonces el Uchiha volteó la cara y le miró como si fuera un bicho, aunque mucho antes de que siquiera se le ocurriera refutar lo dicho por el mayor, éste se incorporó poniendo su peso sobre sus manos y mirándole fijamente con aquellos hipnotizantes ojos aguamarina que tenía.

—Sora, sé que no tienes nada en contra de las personas como yo, sé que no eres así. Siempre lo he sabido —admitió entonces, robándole las palabras de la boca, dejándole boquiabierto—. Es sólo que tenía miedo de que si te confesaba que era gay y me aceptabas... Algún día te confesaría que me enamoré de ti. 

Sora se tensó.

—¿Qué... cosa? —tragó fuerte y sus ojos azules fueron a parar fijos en los aguamarinas del Nara.

—Que te amo, Sora.

Era una broma. ¿No?

—Y siempre lo he hecho —Shikadai intentó sonreír. 

Por desgracia, no pudo dar una respuesta certera, no solo porque no tenía palabras para expresar lo confundido que se sentía en ese momento y el shock había sido enorme, sino porque escuchó su celular sonar. Enseguida se levantó y Shikadai al ver esto, lo hizo también, sosteniendo enseguida su muñeca, mientras sentía sus manos temblar.

—No te vayas. Si te vas... que sea de mi vida, Sora, pero por favor, no vuelvas a escapar —pidió Shikadai, y si Sora hubiera girado su rostro al menos para verlo por encima del hombro se hubiera dado cuenta que sus ojos se habían cristalizados enseguida al notar su distanciamiento, no solo fisíco.

Sora apartó suavemente su muñeca y él la dejó ir.

—No me iré a ninguna parte —aseguró y tomó el celular de la mesa que había en la terraza donde estaban, sin girarse, o mirar el número, presionó la pantalla hacia el botón verde—. ¿Moshi, moshi?

—Sora... Tienes que venir —era Sasuke, su padre—. Lamento decirte esto, pero Haku... falleció.

Tenía... que estar bromeando.


—Hijo —Temari entró en la habitación, encontrándose con el doncel alimentando al bebé, y sonrió tiernamente. Ella se sentía algo nostálgica de tener un bebé de nuevo en casa, parpadeó y recordó a qué iba—. Hola, K. ¿Dónde está Shikadai, sabes?

—Temari-san, Shika-chan está arriba con Sora-kun —informó el doncel con una pequeña sonrisa mientras acariciaba la cabeza de su pequeño—. ¿Cómo está? Creí que se encontraba con Sasuke-san. 

—Sí, pero ya... um, terminamos nuestros asuntos —Temari fingió una sonrisa, y se acercó al doncel de ojos azules—. Dime, Kousuke, ¿cómo te sientes, cariño? —se sentó a su lado en la cama y acarició el cabello corto del doncel. 

—Mejor —afirmó con una pequeña sonrisa—. Algo cansado por las pocas horas del sueño, pero me siento mucho mejor. Gracias por aceptarme en tu casa, Temari-san, realmente no sabía qué hacer luego de todo lo que ha pasado.  

—No hay de qué agradecer, cariño. Tú eres mi familia —le puso un mechón rebelde tras la oreja y le sonrió—. Haría lo que fuera por ti y por tus hermanos también, ten eso siempre por seguro. Además, anhelaba poder conocer al pequeño Hiro-chan. 

Kousuke sonrió agradecido y sonrojado. 

—Sabes que siempre podrás contar conmigo y con Sasuke, por supuesto —reiteró Temari—. Nosotros no vamos a abandonarte. Nunca más. 

Los ojos azules brillaron intensamente ante aquellas palabras y su sonrisa más bella afloró, enterneciendo el sentido maternal que tenía Temari, causando que esta le abrazara, claro que con cuidado de no ir a aplastar al pequeño bebé de apenas un par de semanas de nacido. Al menos así fue hasta que alguien abrió apresuradamente la puerta, sobresaltándolos a los tres.

—Lo siento —susurró Shikadai cuando escuchó al bebé llorar y carraspeó—. Vengo por el casco, surgió una emergencia y Sasuke ha pedido que Sora vaya así que lo llevaré en la moto. No me esperen despiertos, no sé que tan grave sea el asunto. 

Temari vio a Sora por detrás de su hijo y confirmó lo dicho, el Uchiha parecía tener los ojos más ópacos y sin vida, además de la extraña palidez en su rostro. Algo andaba mal y era seguro que solo por eso Shikadai había decidido llevarlo, Sora no se encontraba en aparente estado para conducir. 

—Intentaré no tardarme pero sé que madre te cuidará bien —Aseguró Shikadai, besando la frente del doncel y seguido de eso, la del pequeño bebé de ojos onix en los brazos del mismo—. Madre —la besó también y luego de toma los cascos, jaló a Sora del brazo hacia afuera. 

Por un momento no hubo ni un solo comentario al respecto, al menos hasta que Temari carraspeó y se giró a ver al doncel, quien permanecía con un gesto preocupado en su rostro.

—Mi niño, no te preocupes. Todo estará bien —le sonrió tranquilizadoramente. 

—¿Puedo... puedo decirte mamá? 

Temari abrió grande los ojos y entonces sonrió.

—Claro, cariño. No tengo ningún problema, porque para mi, eres mi hijo —lo abrazó y susurró un par de palabras más al respecto para tratar de calmar al doncel. Tiempo atrás y como su hermano Takahiro, Kousuke había perdido a sus padres y jamás logró recuperarlos del todo. 

Lamento todo lo que los Uchiha te han hecho pasar.


—Takahiro. 

El susodicho levantó la mirada del libro que leía en el avión para ver a su acompañante mayor. 

—¿Sí? —se sacó los auriculares que traía para oírlo bien. Kankuro, que estaba sentado a su lado izquierdo, mientras en el derecho se encontraba Shinki durmiendo como un cerdo, le miró con una pequeña sonrisa. 

—Quería que tuvieras esto —le entregó una caja de tamaño mediano cubierta en papel regalo, que hizo que el azabache de ojos aguamarina ladeara la cabeza—. Cuando lleguemos a Japón, te será muy útil. 

—¿Es este el momento en que nos ponemos sentimentales y admitimos que convivir el uno con el otro no fue tan malo como esperabamos que fuera y nos volvemos los más cercanos amigos de la familia? —cuestionó Takahiro con una sonrisa made in Uchiha y un tono ligeramente burlón pero dulce—. Porque la verdad es que no estoy seguro de estar listo para vivir ese momento justo ahora, a mitad de la parte más importante del libro. 

—Sólo ábrelo —lo golpeó en la cabeza mientras reía—. Uchiha tenías que ser. 

—Jaja sí —sonrió, mientras bajaba la mirada hacia el paquete en sus manos. No tardó mucho por decidirse en sacarle el papel de regalo con matices negras y muchos simbolos Uchiha, solo para revelar una caja con una imagen de un teléfono inteligente justo debajo. Gaspeó enseguida lo vio—. ¡No! ¿En serio? Oh, Kankuro-san, realmente es muy considerado de tu parte haber comprado un teléfono para mí luego de haber destruido el que tenía —chilló al final con una sonrisa. 

Kankuro, que ya estaba acostumbrado al humor negro del muchacho, sonrió.

—Ha sido una grata experiencia convivir contigo.

—Lo ha sido, es verdad —afirmó.

Takahiro miró a su tío adoptivo con una sonrisa y asintió, cerrando los ojos. 


—Eso fue muy tonto de su parte —Kaguya se quedó en silencio mientras los miraba de arriba abajo a cada uno—. Pudieron haber perdido. No... perdieron, pues aunque exterminaron a los traidores, murió Tayuya y Roseone ahora está en el hospital. ¿Qué piensan decir al respecto? 

Ren y Natsu se miraron de reojo. 

—No contabamos con la presencia de Kakashi Hatake, Kaguya-sama. 

—Es mentira, le advertí a Ren —replicó Kaguya a lo dicho por la peliverde, quien miró a su compañero con molestia—. Solo diré esto una vez y espero que les quede realmente claro a ambos —se levantó y con el pecho inflado se posicionó cerca al doncel Hyuuga, mientras lo miraba a los ojos. Incluso Natsu tragó fuerte ante la imponente presencia de la mayor—. Un solo error más... y las cabezas que rodarán serán las suyas. 

Ren se tensó.

—¿Enten-dido?

—¡Sí, mi señora!

—Muy bien —los miró a ambos y se dio vuelta—. ¡Retírense!

Apenas el par de inútiles salieron de su despacho, Kaguya se hizo a un lado de la ventana e inspiró fuertemente, mientras mantenía su rostro molesto. Su plan no estaba saliendo a la perfección como debía hacerlo, como al principio había sido. Los Uchiha y los Uzumaki de nuevo estaban haciendo flaquear su plan y no podía acelerar el proceso o perdería todavía más gente.

Frunció los labios. 

—Hanzo.

El susodicho que acababa de entrar en la habitación esperó pacientemente en la puerta de esta.

—Es tu turno —dijo. 

Hanzo sonrió de medio lado.

Ahora... los Uchiha tendrían que sufrir.


Sora no escuchaba nada de lo que decía Shikadai, o lo que le respondió Temari, o cuando el azabache le guiaba hacia la motocicleta. Su mente se había quedado en blanco al recibir aquella llamada. «Haku está muerto». Se negaba a procesarlo. ¿Por qué Haku? ¿Por qué justo ahora?

Moshi, moshi. 

Toc, toc. ¡Adivina quién es! 

Haku... tengo tu número —le recordó el Uchiha con una sonrisa, mientras se apartaba de Takeru y se hacía en el pórtico—. Dime, es un milagro que me llames. ¿Cómo has estado-tteba?

No hacía más de dos noches que el doncel Hyuuga lo había llamado entusiasmado para comentarle que Zabuza finalmente había dicho que lo amaba, que por fin habían iniciado una relación y que, para colmo de bienes, había quedado embarazado. La felicidad en su voz, la alegría con la que le contaba las cosas... No. 

Bueno, un poco nauseabundo, me he desmayado tres veces en los últimos tres meses pero estoy muy feliz —comentó el doncel con un tono entusiasmado que confundió al Uchiha.

¡¿Qué dices?! ¿Ya fuiste al médico? —recibió una respuesta positiva—. ¿Y bien? ¿Cuánto te queda de vida? No mueras pronto, aun quiero escucharte decirme que finalmente Zabuza te dijo que te ama-ttebayo —escuchó la risita del andrógino doncel, sintiéndose todavía más confundido.

Bueno, tengo... un parásito y um, tengo nueve meses para dormir y comer correctamente. Y... ya me lo dijo —comentó también, chillando al final—. ¿Sora?

... ¡¿Lo dices en serio?! 

¿Eran lágrimas lo que bajaba por sus mejillas? Probablemente. 

Yep. 

¿Cómo le dolía la cabeza? Como le dolía el corazón. 

¡Eso es fantástico! Bueno, no lo del parásito, eso es horrible, debes cuidarte mucho-datte —hizo una pequeña mueca—. ¡Pero creí que ese anciano te tendría esperando durante un siglo! Me alegro mucho por ti, Haku-chan.

¿Cuántos tomates para pasar la depresión? Diez docenas, por favor, y tres leches de chocolate frías.

Sora —Haku explotó de la risa entonces, haciendo que él se confundiera de nuevo—. ¡Eres un baka realmente!

Agachó la mirada con el casco aún sobre su frente.

¡Por qué me dices eso! Haku-baka.

Estoy embarazado, idiota —Haku soltó una nueva risita. 

¡Embarazado! —Sora carraspeó enseguida cuando Takeru se giró a verlo confundido, mientras él saltaba de la emoción, sacudió la cabeza—. Eso es... fantástico, Haku. ¡Estoy muy feliz-datteba! —Takeru había fruncido el ceño al escucharlo—. Es la noticia más genial que podrías haberme dado. Espero que no sea mío —bromeó al final—. Jaja es broma, dile al viejo Zabu que le deseo mis felicitaciones más grandes. 

Sí, tengo que dejarte, las naúseas me dejan todo el tiempo en la cama de lo incómodo que es —confesó el doncel—. Te seguiré hablando. Ah, Sora, no sabes lo feliz que estoy... Por fin podré estar con el hombre que amo para siempre, y estamos formando una familia —chilló, haciendo sonreír realmente a Sora. 

Haku merecía ser feliz. 

Estoy muy feliz por ti, Haku, realmente espero que seas muy feliz. 

Ya verás, tú serás nuestro padrino de bodas... ¡Y del niño también! —aseguró Haku riendo—. ¿Así que dime? ¿Tu chico especial y tú ya están juntos? 

¡Qué dices! —Sora se sonrojó, por alguna razón—. Por supuesto que no, ya te he dicho que Shikadai es solo mi mejor amigo-tteba, no somos nada de nada. Tsk, Haku, no seas tan así. No soy gay como él y él no está enamorado de mí, puedo asegurartelo.

¿Hm, y cómo estás tan seguro? —Hubo un pequeño silencio—. Sé que en el fondo tú también lo sabes, Sora, que no cualquier recorrería el mundo solo para encontrarte como hizo ese chico. Ser o no ser gay... Sora, eso no importa, el amor no escoge roles o bandos —Haku sonrió—. Ya llegó Zabuza, te dejo. ¡Suerte! —Canturreó finalmente, antes de colgar la llamada. 

Sora parpadeó y salió de sus recuerdos cuando sintió las manos cálidas de Shikadai apartando el casco de su cabeza con delicadeza, al chocar sus miradas, ignorando que veía borrroso gracias a las lágrimas que todavía resbalaban desde sus ojos por todas sus mejillas, se sonrojó al recordar que Haku había tenido razón. 

«Me enamoré de ti. Que te amo, Sora, siempre lo he hecho. »

—¿Estás bien? —Shikadai lo miró unos segundos antes de decidirse a borrar sus lágrimas con las yemas de los pulgares. El mayor se encontraba realmente preocupado, odiaba ver llorar a Sora y odiaba todo lo que podía hacerlo llorar, como a las cebollas, los pingüinos y que él todavía no se aprendiera los trece dinosaurios favoritos del Uchiha

Como era de esperarse, Sora no respondió y solo pretendió negar con la cabeza, mientras soltaba hipidos.

—Ven acá —Shikadai lo abrazó. 

Sora no pudo hacer más que agradecer el hecho de que su mejor amigo estuviera ahí con él y para él en aquel momento. Se había sentido tan solo antes cuando no lo tuvo a su lado y solo Haku le había tendido la mano, ahora... era bueno tener a Shikadai tras perder a Haku. Le dolía el corazón y le partía el alma saber que su valiente y excéntrico compañero hubiera fallecido. 


—Oh, Sasuke, debe estar destrozado —Naruto suspiró mientras veía a Shikadai abrazar con fuerza a su hijo, en la entrada de donde Sasuke lo había citado. Sasuke abrazaba a Naruto y miraba la escena también, en silencio, tratando de procesar que hacía Shikadai ahí—. Era su amigo.

—Lo sé, cariño —Sasuke besó su cuello tiernamente, tratando de no pensar en aquello que sus ojos veían. Es decir, muy en el fondo, siempre lo supo e incluso había hablado con Shikadai al respecto, pero... ¿Sora? Él no lo sabía y había sido explícito cuando le dijo al Nara que no quería que se enterara hasta que todo se calmara. 

Sora era muy vólatil, y siempre tomaba decisiones muy extremas, como huir solo porque se enteró de una parte de la realidad en la que vivían Shikadai y él. Y eso que... no se había enterado del resto, no sabía nada de Kousuke o del pequeño bebé, ni de lo que sucedía en la tristemente muy retorcida familia Uchiha. 

—Naruto...

—Lo sé, Sasuke —Naruto suspiró, a veces su esposo era realmente predecible, se giró a verlo—. No te preocupes, todo estará bien, las cosas encontrarán la forma en la que deben ser.

—Jé, tú sí que me conoces, mi pequeño dobe —volvió a besar su cuello mientras sonreía y apretujaba la espalda del más bajo contra su pecho todavía más.

—Lo hago muy bien, teme —afirmó el rubio, mientras suspiraba e inclinaba más el cuello. 

—¿Hm? Eso deberías demostrarmelo, ven, vamos a otra parte —murmuró, mordiendo la oreja del menor, quien soltó un suspiro todavía más sonoro y entonces se apartó y lo miró molesto. Sasuke se puso serio—. Era una broma, Naruto.

—No bromees en momentos como éste —lo regañó, y escucharon pasos, así que se giraron a ver. Shikadai había conseguido de alguna forma que Sora bajara de la moto y caminara con él—. Oh, mi bebé, ven aquí —apenas lo tuvo cerca lo abrazó. 

Sora, al igual que aquel pequeño de ojos azules que solía hablar de dinosaurios e insistía en conocer a su padre de la semillita que era cuando tenía seis años, se apretó en el pecho de su papá doncel y dejó que su calidez aliviara un poco sus penas. Aunque claro, a medida que crecía, las penas se fueron volviendo más dolorosas que antes.

—Shikadai —Sasuke lo llamó entonces.

El susodicho, que se había mantenido apartado, levantó la mirada como alguien que acaba de ser regañado por su padre y se acercó, luego de que Naruto le diera una pequeña sonrisa de disculpa por lo que seguramente se confirmaban sus sospechas. Sasuke le indicó con un gesto que se retiraran para hablar un momento apartados.

—Sasuke.

—Explícame. 

—Fue a mi casa...

—¿Lo vio? —Sasuke tensó la mandíbula y Shikadai asintió—. ¿Qué le dijiste?

—Nada, cree que es mío, como todos —lo miró a los ojos—, como dijiste que debe ser. ¿O no?

—Bien —hizo un pequeño mohín—, gracias. Recuerda que nadie debe saber quienes son. 

—No puedes engañarlos a todos para siempre —le miró en silencio—. ¿No?

—Lo sé —Sasuke miró como su esposo acicalaba a su hijo—, pero debe ser así y mientras más tiempo sea posible, mejor.

—Mamá dijo que terminarás hiriéndonos a todos si sigues con esto —replicó, mientras fingía bostezar, y Sasuke al ver esto sonrió de medio lado. Aunque quisiera ser un Nara, la sangre Uchiha que corría por sus venas jalaban mucho más. Entonces Sasuke asintió.

—Házle caso a tu madre, siempre tiene la razón —Afirmó. 

Shikadai sonrió de medio lado.

Sasuke Uchiha es una caja de sorpresas.


—¿Has oído las noticias? —Un rubio de ojos verdes se sentó en el lugar mientras miraba al que había hablado. El pelinegro de ojos castaños se veía preocupado—. Mataron al hijo de Neji-san. 

El rubio, que en ese momento estaba tomando agua, escupió todo al escucharlo hablar y lo vio con incredulidad. Especialmente porque las dos personas que venían entrando en el mismo recinto eran conocidos, un Uchiha tomado de la mano de un rubio no es algo que pase desapercibido en un lugar como ese. 

—¿Qué dijiste? —balbuceó, de nuevo.

—Akatsuki... asesinó al hijo de Neji Hyuuga —replicó de nuevo el pelinegro, sin entender la actitud de su compañero. Aunque miró por el rabillo del ojo hacia donde su compañero lo hacía, dando con las personas que venían ahí. Se preguntó si había hablado muy fuerte, pero vio palidecer al rubio.

Boruto se frenó y miró a Gin de reojo, mientras tragaba fuerte y temblaba bajo el contacto de su pareja. 

—¿Es-cuchaste? —Gin, sosteniendo su mirada impasiva, asintió y acercó más su mano hacia la del rubio para darle a entender que estaba con él—. Gin, no quiero estar aquí, vamos a casa-ttebasa.

—¡Gin-tan, Bolt! —los interrumpió una tercera voz, muy animada, a lo que se giraron a verlo. El pelirrojo de ojos azulados traía un vaso rojo con alguna bebida alcohólica x y una mirada alegre que denotaba lo ebrio que se encontraba ya—. ¡Qué alegría que hayan venido! Como se demoraban, empezaba a creer que no vendrían. 

—Hola —Gin hizo un mohín de incomodidad al ver a su anfitrión. Isaki era el hermano menor de Isaka y Kurama, tenía la edad de su hermano Itachi, por lo que no solían llevarse muy bien, sin embargo, el menor era un genio computacional que lo había ayudado en muchas situaciones anteriores y hoy celebraba su cumpleaños.

—Isaki-san, feliz cumpleaños —Boruto intentó sonreír y le tendió la mano donde llevaban el regalo destinado a su anfitrión, entonces escuchó sonar su teléfono y se tensó—. Di-disculpame un momento, por favor —sacó su celular para contestar—. ¿Sí? 

—Boruto —Sarada contestó enseguida. 

—Sara-chan. ¿Su-sucede algo? —intentó no escucharse muy nervioso, claro que bien sabía, su hermana lo notaría de todas formas. No había manera que no lo hiciera, era muy obvio. Nunca fue bueno ocultando lo que sentía. 

—Quería que Gin y tú fueran con la familia de Neji-san —explicó la pelinegra—, papá me pidió el favor pero nuestra pequeña Rei enfermó y Takeshi y yo iremos al hospital. ¿Pueden hacernos el favor?

—¿A la casa de Neji-san?

—Debes informarle a Tenten-san... que su hijo ha fallecido —Boruto gaspeó enseguida. 

Así que entonces era verdad, miró a Gin, quien a su vez le miraba realmente preocupado. 

—No-nosotros lo haremos, no te preocupes —afirmó y miró con gesto culpable al pelirrojo luego de despedirse y cortar la llamada—. Lo siento, Isaki-san, Gin y yo debemos retirarnos. Ha surgido un problema que debemos atender ya mismo —explicó, mientras hacía un puchero. 

Isaki parpadeó y lo miró con ternura.

—Oh, Gin, te conseguiste un doncel muy expresivo y tierno. Me agrada, no lo dejes ir —le dijo con tono juguetón al Uchiha y luego miró al rubio—. Adelante, rubito, no me enojaré. Les agradezco que hicieran el esfuerzo, espero que no sea nada grave y les vaya bien. 

—Lo cuidaré —aseguró Gin—, tú también cuídate, Isaki, nos veremos después. Te compenso.

—Sé que sí —le guiñó un ojo y rió al ver la cara de Boruto—. Hasta luego, rubito. 

—A-adiós —sonrió y fue jalado de la muñeca por el mayor—. ¡Gin, chottomatte

Gin se encontraba en un apuro, realmente su corazón le decía que... Algo andaba muy mal, y esperaba sinceramente que solo fuera un presentimiento estúpido. Algo que no pasaría así. 

.

.

.

Hola gente. 

No sé si sepan pero hoy hubo paro nacional en Colombia. 

Está de miedo la situation pero bueh, ahí vamos.

La buena noticia es que tienen cap nuevo. 

La mala noticia es que faltan pocos para terminar. 

¿Qué creen que pase?

Deséenme suerte-ttebayo, ojalá que las cosas mejoren aquí. 

¡Un saludo a todos desde Colombia!

Y a los de Colombia también, ¡mucha fuerza!

Amnesia, fuera.


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