Capítulo 54; Un valiente compañero.

Mon chérie —Sasuke Uchiha, 15 años, paseaba a un lado de Temari Sabaku No. La robusta chica solo lo volteó a ver por un minuto, mientras arrugaba la nariz, recordándole a Sasuke a cierto varón (doncel) que lo traía sumamente confundido—. Pronto volveré a Japón —afirmó.

La rubia volvió su vista al frente y asintió, mientras tamborileaba sus dedos sobre los costados de sus anchas caderas. Para ser tan joven, tenía un cuerpo espectacular, pero una actitud bastante... explosiva. A decir verdad, también le recordaba a Deidara.

—Puedo cuidarme sola, Sasuke.

—Cuida también a...

—Sí —lo interrumpió antes de que pudiera completar la oración entera, meneando la cabeza—, no te preocupes. Estaremos bien, viaja tranquilo y salúdame a tus padres.

—Lo haré —le dijo con una sonrisa incómoda. Las cosas entre ellos siempre fueron así. Incómodas—. Deséale a Gaara un buen año, no podré verlo y quis-

—Me despediré de él por ti, tranquilo —se paró frente a la puerta de aquella pequeña casa perteneciente al Uchiha en su viaje—, ¿ya comenzaste a empacar, Sasuke-kun?

—No, comenzaré pronto —le dedicó una pequeña sonrisa y la miró—. ¿Estás segura de que no quieres ayuda? Puedo quedarme un par de meses más, las vacaciones todavía no terminan y-

—No. Gaara se enojará si se entera —bromeó. 

Sasuke suspiró. 

—Además, seguramente tienes cosas que hacer en Japón —afirmó ella, mientras esperaba que él abriera la puerta, sus ojos aguamarina pasaron por todo el lugar—. ¿Qué me dices de tu amigo? El rubio.

—Debe estar extrañándome —sonrió—. ¿Sabes? Debo encontrar los pergaminos de los Uchiha. Quizá puedas ayudarme con eso, sé que los dejé por aquí en algún lugar.

—Claro —Temari entró en el lugar como ella. 

—Sasuke —Naruto suspiró y llevó su cabeza hacia atrás mientras negaba—. ¿Qué haré ahora?

Su mente, la mente del esposo de un abogado, era todo un lío en aquel instante. Estaba mareado y su cabeza no paraba de doler, no tenía hambre pero también quería comer, y la ansiedad de no saber como manejarlo todo a esa edad lo carcomía fuertemente. La noche anterior mientras dormía sobre el pecho de su esposo una pregunta asaltó su cabeza y se instaló en ella cual puntilla, lacerando su cordura poco a poco. 

Presentía que algo malo iba a pasar entre toda esa supuesta calma que venían teniendo en casa. Al menos Kaguya no daba indicios de querer atacarlos por el momento, seguramente se debía a que había perdido dos de sus peones más fuertes, su detestable hermana Shion y su hijo Hamura, en un margen de quince días. No importaba por qué fuera pero si que su distancia no significaba nada bueno. 

Ya una vez se había alejado y regresado con todo, no quería pensar como sería esta vez. 

—Hn —apretó su mandíbula, ahogando las rebeldes lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos sin ninguna razón aparente. Era uno de esos días en los que despertabas más sensible que de costumbre, y se sentía realmente confundido al respecto. Seguro eran las hormonas.

Meneó la cabeza y volvió a suspirar mientras abrazaba la almohada que Sasuke usaba, impregnada del olor de su esposo, apretándole entre sus manos y piernas, como si fuera el azabache en lugar de aquella fría almohada. ¿Sería que aquel juego algún día terminaría?

¿Cuándo podrían vivir en paz realmente? Sin pensar en que algún día alguien volverá para arruinar sus vidas. Al menos, se dijo a sí mismo, Sasuke no había tenido hijos que quisieran venir a reclamar sus derechos y apartar a los suyos del camino como otros casos conocidos en su familia. No sabía como podría reaccionar él. 

¿Y Shikadai?, se preguntó a sí mismo. 

No, no era así. 

—Takahiro.

—Kankuro —el de ojos aguamarina levantó la mirada con curiosidad de su comida, algo con ensalada y pastas, ni siquiera estaba saboreando pero tenía hambre en demasía. Ni siquiera se tomó el tiempo de digerir antes de responder—. ¿Sucede algo?

—No —el castaño negó con la cabeza. Todavía sin creer que el pelinegro se hubiera recompuesto y estuviera fuera de su cuarto, bañado y comiendo—. En realidad, tengo muy buenas noticias. Por lo que veo, su padre solicita que vuelva a Japón, dice que ya es seguro.

—¿Uh? —Takahiro le vio con incredulidad unos minutos—. Sorprendente.

Volvió a bajar la mirada a su comida, ahora nervioso. ¿Su padre queriendo que vuelva a Japón? ¿"Ya es seguro", dice? Era extraño pero se sentía como si no quisiera regresar. Sabiendo que encontraría a su padre, quizá hasta su madre, y hermano con su nuevo bebé... Su hermano con su nuevo bebé, vaya, qué fácil era decirlo pero cuanto le había tomado comprender que era así. Cerró los ojos. Ahí estaba de nuevo esa maldita migraña.

—¿Qué dijeron Sasuke y Temari-san?

—Están de acuerdo, ambos, en que puedes regresar —afirmó Kankuro, mientras lo miraba a los ojos. Kankuro no lo entendería nunca, dificilmente alguien lo haría. Sólo Takahiro y Kousuke podrían entender lo que habían tenido que pasar juntos—. Quieren que conozcas a alguien.

—Sí, puedo imaginarlo —chasqueó la lengua y revolvió con su tenedor la ensalada—. ¿Shinki?

—Está ansioso empacando sus maletas para irnos —dijo, mientras se cruzaba de brazos—. Deberías comenzar tu también, no estaremos aquí por mucho tiempo. Partiremos en el primer avión posible.

—Entiendo —asintió—, empacaré luego de terminar de comer. Quizá Shinki pueda ayudarme.

—Tampoco es como si tuviera opción —bromeó el aludido, entrando en el recinto con una sonrisa tranquila—. Ya he empacado mis cosas, come rápido para que partamos cuanto antes. Quiero ver a mis tíos ya. 

—Eres realmente un chico problemático —bufó Takahiro. 

Shinki y Kankuro sonrieron de medio lado.

El abogado, Sasuke Uchiha, de 46 años estaba sentado en su despacho como le era habitual estar todos los días a esa hora de la mañana. Sus manos se movían nerviosamente por encima de su escritorio y su mirada iba de un lado al otro tratando, fallidamente, de encontrar ciertos papeles importantes que había olvidado guardar con seguro. Mientras tanto, en ese mismo despacho, una mujer con un vestido verde menta y el cabello rubio suelto le miraba en silencio, atenta a sus acciones.

—Sasuke, no seas paranoico, no harán nada —la mujer rubia estaba tratando de tranquilizarlo, al verlo en aquel estado frenético. Sasuke no estaba bien, necesitaba ayuda y ella no estaba muy bien capacitada pero al menos hacía su intento—. No han hecho nada en diez días...

—¿Paranoico? —Sasuke detuvo su accionar y levantó la mirada enseguida, sus manos y cuerpo se pusieron rectos enseguida, y sus facciones se endurecieron—. Esa mujer esperó casi veinte años para conseguir su supuesta venganza, Temari. No soy paranoico, soy precavido. ¿No deberías serlo tú también? ¿La presencia de estos niños en tu casa no te quita el sueño? ¿Shikamaru no se siente extraño? —la miró gélidamente, la rubia se cruzó de brazos.

—Esos niños, como les dices, son tu familia, Sasuke —gruñó la rubia, frunciendo el ceño.

—Lo sé —la miró fijamente, y soltó un suspiro. Sabía que aquel comentario le había molestado en demasía, a él mismo también lo molestó—, por eso no puedo permitirme ponerlos en riesgo.

—¿Y qué quieres hacer con ellos, uh? ¿Enviarlos a una muerte lenta como a Takahiro? ¿Apartar al niño de su madre como hicieron con Kousuke? —se puso frente a él con el ceño fruncido, y los labios en una línea recta—. No sé que pasa por tu mente, Uchiha, pero con ellos no vas a meterte. Shikadai ama a este doncel y ese niño más que a su propia vida —agregó al final, haciendo que Sasuke bajara la mirada y suspirara. 

—También lo hago —objetó, sintiéndose ofendido por el tono en que le habló—. Sólo quiero lo mejor para nuestra familia, Temari, para todos ellos. Shikadai es mi familia también, en su sangre corre sangre Uchiha, como en la mía. 

—Sí —entonces una sonrisa sarcástica se formó en su rostro—, pero tu prioridad se convirtió en aquel Namikaze y tus hijos con él —lo miró fijamente—. Shikadai, Sasuke, todavía no puede perdonarte por todo lo que ha vivido, por la gran mentira en que todos nuestros hijos viven, y la mentira ha seguido creciendo. Gaara tampoco ha podido perdonarte por preferirlo a él que a tu familia, Sasuke.

—¿Y qué me dices de ti? —Sasuke la miró—. ¿También me odias, mon chérie

—Lastimaste muchas personas cuando tomaste tu decisión —dijo ella, mirándole con tristeza y dándose la vuelta—. Heriste a tus hijos, y a los míos, heriste a mi hermano, a tu pareja y a la mía, a nuestra familia, Sasuke. Has herido tantos corazones que... ya no sé que pensar de ti. Un abogado que no defiende los derechos... no es más que un farsante —con esto, hizo un ademán y salió del despacho. 

Sasuke tragó fuerte y desvió la mirada. 

A veces una sola frase bastaba para hacer sufrir hasta al hombre más fuerte. 

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Las cosas han cambiado, Hamura está en la cárcel, Shion en el hospital, un doncel de sangre Uchiha y su bebé se han mudado con los Nara, Naruto confía en su esposo de nuevo y Sasuke ha conseguido que su familia permanezca intacta por más de una semana, lo cual es ciertamente un gran avance para él. 

Pero no para todos la vida es color de rosas, y algunos hechos podrían repercutir en la vida del esposo de un abogado como lo es Naruto Namikaze.

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—Papá —Shikadai vio entrar a Shikamaru por la puerta y le sonrió—. Buenos días.

—Buenos días, Shikadai —Shikamaru bostezó, e ingresó en el lugar. ¿Quién diría que tendría sueño a las once de la mañana luego de haber dormido toda la noche seguida? Era su día de descanso luego de una agotadora semana de turno nocturno—. Buenos días, chicos —saludó también al doncel de ojos azules y al bebé en sus brazos a quien estaba amamantando. El joven le saludó con la mirada sonrojada.

—Estaba revisando el cronograma de la universidad y creo que Sora y yo podremos entrar la próxima semana en la promoción del siguiente semestre. Hablaré con él hoy en la tarde al respecto y seguiremos nuestros estudios —comentó Shikadai, entregándole una taza de café, la que su padre agradeció enseguida y le dio un sorbo—. No sé como haré para... esto.

Shikamaru entendió la mirada disimulada que le dio su hijo. 

—Bueno —miró al doncel—, si nos disculpas, mi hijo y yo tenemos que discutir ciertos temas en el despacho. Ven, Shikadai, hablemos un momento a solas —le dijo entonces, mientras se iba. 

Shikadai asintió y se acercó al doncel para darle un beso en la frente y acariciar la frente del bebé, antes de seguir a su padre al despacho.

—¿Qué piensas hacer? —fue directo.

—No voy a dejarlo solo —respondió enseguida.

Shikamaru sonrió de lado. 

Qué problemático.

—Te ves bien tras las rejas —admitió la mujer con una sonrisa de lado y los brazos cruzados.

Hamura solo la miró de reojo con su barba de tres días y su cinismo natural, al menos antes de darse vuelta y mirarla fijamente a los ojos perlas, con la intriga de verla en un lugar como aquel. Los pliegues amarillos de su vestido contrastaban con su pálida piel haciéndole resaltar en aquel cuarto semi oscuro, llamando la atención no solo de Hamura sino de todos los guardias y presos del pasillo más cercano. 

—Princesa Hyuuga, no esperaba verla por aquí —comentó el Otsutsuki, haciendo una pequeña reverencia sin dejar perder su tono sarcástico—. ¿Le ha enviado mi madre?

—Lamentablemente —hizo un pequeño mohín de asco al ver pasar una rata cerca, a lo cual el peliblanco rió, haciendo que ella volviera su mirada a él—. No podremos sacarte de aquí, algo está haciendo colapsar las cuentas de tu familia y la mía, bueno, no es de gran ayuda desde que Neji se volvió el líder de la familia —chasqueó la lengua y miró de reojo hacia atrás—. Por otro lado, Ren está enloqueciendo al Uchiha. 

—¿Segura? —la miró incrédulo y luego se rió—. Ten en cuenta que se ve con el Uzumaki todos los días, no es fácil para Ren luchar contra un doncel de tan buena estirpe y que está tan bueno.

—¿Sabaku No? Bah, no es rival —le restó importancia y miró al pasillo de nuevo—. En todo caso, quería informarte que a partir de ahora estarás solo por tu cuenta aquí. Kaguya-sama no podrá llevar a cabo el plan si debe preocuparse por su hijo enjaulado y su hermana en el hospital. 

—Siempre tan campante y de negocios. Qué bella es mi madre —bufó el peliblanco.

La princesa Hyuuga asintió.

—No te descuides —dijo—. Quizá yo consiga sacarte. Por ahora, hasta pronto, Hamura.

—Princesa —volvió a reverenciarla y la observó irse lejos. 

Apenas estuvo seguro que se había ido volteó y viendo hacia la pared de su cama, suspiró.

Tal vez no seas Hinata, pero sin duda alguna tu rostro grita Hannya.

—¿No ves que eso está muy mal? 

Sora parpadeó. 

—Es que es idiota. 

—Y miope —agregó la rubia.

—Cállate, musulmana.

—No querrás que te explote ese pantalón, Aros Ahihcu —Le advirtió la musulmana, con los ojos entrecerrados, a su hermano mayor, quien solo rodó los ojos y miró de vuelta a su hermano. El pelinegro al no entender que dijo solo rodó los ojos.

 —¿Por qué dices que está mal? Técnicamente Takeru y yo no somos familia de sangre —se cruzó de brazos—, no está mal que nos hayamos besa-

—¡Sh! No lo digas frente a los niños —Le regañó Takeru, abochornado hasta las orejas, mientras le daba un manotazo en la frente al pelinegro de ojos azules mayor. Sora solo se quedó mirándolo incrédulo mientras Akihiko, Daiki y Ayame reían—. Por favor, qué vergüenza.

—Oh, entonces ahora te da vergüenza pero cuando me chocaste contra la par-

—¡Cállate! Hmp —Ayame lo interrumpió, y se puso las manos en las caderas en forma de jarra, viéndolo con el ceño fruncido. Sora la miró confundido—. ¿Qué no ves que avergüenzas a Taku?

—No es eso —Takeru lo defendió enseguida.

—¿Ves? Él no cree que sea así —se defendió también.

—Cuando Takeru dice que no es eso, es porque sí es eso —aclaró la rubia, de nuevo, con una mirada profundamente fastidiada—. Sólo le da vergüenza admitirlo. 

—¿Podemos, por favor, dejar de decir vergüenza cada cinco minutos? Comienzo a sentirme avergonzado hasta yo —Daiki suspiró, algo mareado por toda la información que había recibido. Akihiko lo miró de reojo y se quedó en silencio como era de costumbre. Su papá acababa de salir para encontrarse con su padre y un viejo amigo pero nada más allí abajo, en el primer piso de su casa, era un caos el solo hecho de respirar. Y eso que Hikari estaba con Sarada y Ryu. 

Ojalá estuvieras aquí.

—Vaya, vaya. Había pensado en ir primero por mi querido Sasuke-kun pero cuando me dijeron que estabas por el vecindario, no vi el momento de como negarme a hacerte una pequeña visita —comentó el de ojos perlas con una sonrisa burlona—. Lamentablemente, sé que pronto Kakashi Hatake y sus dos molestos discipulos, incluyendo mi lindo Sasuke, vendrán a tu respuesta. Dime, ¿qué te trae por aquí? Zabuza-san...

El espadachín de la niebla levantó la mirada con hastío hacia el Hyuuga.

—¿Qué es lo que quieres? —preguntó—. No tengo tiempo para estupideces, doncel.

—¿Hn? ¿Qué me dices del doncel que ocultas en la cabaña? —Ren alzó una ceja, pero Zabuza no se movió ni un centímetro—. Oh, así que no piensas ocultarlo, fantástico. Un hombre de honor. 

—No tengo nada que ocultar —respondió con gesto aburrido, y se cargó la espada al hombro—. Te lo advierto, lo mejor sería que desaparezcas. No tendré piedad de ti.

—¿En serio? Me encantaría ver eso —Ren sonrió—, pero no tengo tiempo. Creo que lo mejor será terminar con esto rápida, Zabuza-san. He oído que tu adorado compañero está muriendo, tengo buenas fuentes así que te haré una propuesta que no podrás rechazar y te ayudaré a acelerar el proceso. 

Zabuza se tensó y apretó la mandíbula, mientras su mano iba inconscientemente hacia el mango de la espada, sus ojos no se apartaron ni un segundo del pelinegro en ese instante. Esperaba que Sasuke llegará pronto.

—Tenías que tardarte como siempre, ¿no? —recriminó el rubio, cruzándose de brazos cuando vio al peliplata llegar con su mascára y una mano tras su nuca, inventándose cada excusa tonta que le pasaba por la cabeza—. Tsk, Kakashi-sensei, no ha cambiado para nada. 

—Gomen-ne, Naruto, Iruka quería que me quedara un poco más —se sinceró el peliplata mientras suspiraba y miraba a todas partes, en busca de su otro joven pupilo—. Por lo visto no soy el único que llega tarde. ¿Dónde está Sasuke?

—Oh, tenía una reunión con Temari-san —respondió Naruto, mientras recogía una de sus mangas para lograr ver la hora en su reloj de mano y fruncir el ceño—. Se supone que ya debería haber terminado. ¿Crees que se haya alargado s-? No me mire así-ttebayo.

—Admiro la paciencia que tienes al respecto —Kakashi le vio con su ojito feliz—. Iruka mataría a cualquiera que se atreviera a respirar cerca mío, especialmente alguien con el historial de Temari.

—Solo son amigos-ttebayo, yo confío en el teme —se dio media vuelta y buscó con la mirada un asiento donde podrían sentarse mientras esperaban a su impuntual y estúpido esposo. Kakashi le observó con una sonrisa burlona—. ¿Qué-ttebayo? No me mire así, es en serio. 

—Claro, Naruto, y los peces vuelan —afirmó el peliplata con una sonrisa tranquila—. Está bien sentir celos, no deberías sentirte mal por ello. Sasuke no ha tenido precisamente el mejor currículum amoroso. Y... dado lo sucedido con Shikamaru, es normal que veas a Temari como una posible amenaza a tu relaci-

—Usted no sabe nada-ttebayo —Naruto respingó al notar su forma de contestar pero solo se dedicó a mirar hacia otra parte, mientras que Kakashi suspiraba. 

No puedes negar lo que está a simple vista para siempre, Naruto.

—Ren —Sasuke abrió grande los ojos. 

—Sasuke-kun, me alegra que hayas llegado —sonrió el pelinegro—. ¿Qué no venías acompañado? Habría jurado que debías encontrarte con Kakashi y Naruto-kun. Kukuku.

Sasuke frunció el ceño y se acercó hacia el de ojos perlas para agarrarlo del cuello de su camisa.

—Si le tocas un solo cabello a mi esposo, juro que te asesinaré y con mis propias manos, Aizawa —aseguró el Uchiha, mientras acercaba su rostro amenazantemente hacia el contrario. Ren, por otro lado, sólo levantaba sus manos en posición de defensa y sonreía con burla. 

—Descuida, yo no le haré nada, te lo prometo —sus ojos viraron hacia la pelirosa que estaba escondida tras los arbustos y asintió antes de ver a Sasuke a los ojos de nuevo—. ¿Esta es tu forma de saludar a un viejo amigo, Sasuke-kun? Que yo sepa, fui tu novio después de tu terrible decepción amorosa, todo por culpa de tu famil-

—Cállate, no tendré piedad de ti —afirmó Sasuke, mientras lo apretaba con más fuerza.

—Sasuke —Zabuza lo llamó, consiguiendo que el azabache apartara la mirada de aquel insignificante y fastidioso doncel—. Por favor, no podemos perder más tiempo. Deja al Hyuuga en paz y ven conmigo.

Sasuke tuvo que hacer al menos cuatro inspiraciones profundas antes de asentir, optando por dejar inconsciente al "Aizawa" en el suelo, para ir junto a Zabuza, y con cuidado de que nadie los viera, para recoger a un Haku en problemas serios.

 —Esto es totalmente ridículo —Sora frunció el ceño—. Déjame entrar, teme. ¿Qué escondes?

Shikadai suspiró.

—No vas a entrar a casa —advirtió Shikadai, mientras se recostaba sobre el marco de la puerta y alzaba una ceja, cruzándose de brazos mientras veía a los ojos azules de su mejor amigo—. ¿Por qué tienes tanto interés en entrar? Creí que estabas muy ocupado jugando a ser novios con Takeru.

—¿Qué pasa? ¿Estás celoso? —se burló Sora, pero enseguida recordó aquellas palabras. Soy gay. Su rostro enrojeció enseguida y Shikadai pareció notarlo porque sus ojos brillaron por alguna razón, el mayor no aguantó y se inclinó hacia adelante, paralizando a Sora enseguida. 

—¿Qué si fuera así? ¿Qué piensas hacer al respecto? —Alzó una ceja, respirando a escasos diez centímetros del rostro del ojiazul menor—. ¿Hm? 

Sora tragó fuerte, pero sostuvo su mirada en los ojos aguamarina de Shikadai. 

—¿Por qué no me dejas entrar y arreglamos cuentas? Tú y yo tenemos mucho de que hablar, hace mucho tiempo que n-

Un estruendo sonó en la casa haciendo que Shikadai se apartase enseguida de él, fue la primera vez que Sora se sintió dejado a un lado. Parpadeó y vio como Shikadai corría hacia la cocina, frunció el ceño y decidió entrar en la casa, aprovechando que quien le impedía hacerlo había dejado abierta la puerta. 

—¿Estás bien? —escuchó a Shikadai hablar, y arrugó la nariz mientras aceleraba el paso hacia la cocina. No era que quedara muy lejos pero su confusión era suficiente para hacerlo ver enorme. No oyó ninguna respuesta pero creyó que la tuvo porque lo oyó hablar de nuevo—. Descuida, no es nada. Yo lo limpio, ven, déjame ayudarte. 

Sora por fin alcanzó a llegar al lugar y se asomó por la ventana, notando entonces que había un doncel de cabellos negros siendo abrazado por Shikadai con tanta familiaridad que -por alguna confusa razón- le causó agriera en la boca del estomágo. Ladeó la cabeza y notó detrás que había una olla en el suelo con algo que parecía ser... ¿Leche? Frunció el ceño. Entonces oyó el llanto de un bebé y respingó al notar que Shikadai levantó la mirada, y lo vio sorprendido. 

—¿Le pasa algo a M?

—Descuida, yo iré por él —Shikadai ayudó al doncel a sentarse en una de las sillas del comedor y le dio un beso en la frente, sin apartar la mirada de los ojos de Sora ni un solo minuto—. ¿Qué haces aquí? Te dije que no quería que entraras, Sora.

Sora notó como el doncel giró su cabeza para verlo apenas escuchó su nombre y se sorprendió al notar su extraño parecido con él mismo. Cabellos negros, ojos azules, piel lechosa y aquella nariz respingada que gritaba fuertemente Genes Uchiha, básicamente faltaba que sonriera para confirmarlo. Su corazón se sintió confundido. 

—Ey, ey, campeón —volvió su vista a Shikadai, quien cargaba en sus manos a un bebé y frunció el ceño aunque la imagen le removió el corazón -y las tripas también-, ¿qué estaba sucediendo? Porque no entendía nada de nada—. Sh, tranquilo. Papá está aquí, ven acá —lo abrazó con ternura mientras caminaba hacia el doncel—. Creo que tiene hambre, no tenía nada en su pañal, o a lo mejor solo lo despertó el estruendo. 

—Sí —el doncel le sonrió—. Creo que... estás ocupado. Puedes dejar la leche para más rato, voy a amamantarlo, pero... Um, atiende a tu visita tranquilo. 

—Yo-

—Ya oíste al príncipe, Uchiha, ven acá y hablemos —Lo cortó Shikadai, haciendo que se tensara.

—Roseone. 

—Naruto Namikaze —la pelirosa se cruzó de brazos mientras lo observaba tras la mascára—. No es un placer verte por aquí, me temo. 

—Lo mismo digo —Naruto rodó los ojos—. Dime, ¿qué te trae por aquí? Cuando todos te daban por muerta, pudiste haber tenido una vida normal, esa que siempre has querido. Y la desperdiciaste, decidiste volver a la mala vida. Uh, ¿no te importó tu hija?

Fubuki frunció el ceño tras la mascára, aquello se había sentido bastante personal pero no debía olvidar que en ese momento, no era Fubuki, era Roseone, era Sakura Haruno. Aquella que odiaba con todo su corazón y no podía evitarlo, apretó su mandíbula y se impulsó a levantar con presunción el mentón.

—Ni que decirte, es preferible ver muerto a la mosquita muerta que eres... Que tener una vida con Sarada —afirmó, mientras sonreía triunfante por dentro. Había sonado igual de hija de puta que solía ser Sakura en la vida real—. No tengo permitido dejar que paséis de esta raya, así que trata de no cruzarlo. De lo contrario, disfrutaré derramar tu sangre.

Naruto miró a Kakashi de reojo y éste suspiró. 

—Escucha, un amigo nos necesita, así que acabemos con esto rápido. ¿Quieres? 

Roseone suspiró. No era su intención matar al rubio, le caía hasta bien, pero trabajo era trabajo y haría lo que fuera por que su hija tuviera una vida lo más normal posible, alejada de todo, viva y feliz, así que desenvainó su katana y le miró fijamente.

—Que así sea, rubito.

—Haku.

El doncel se tensó apenas oyó aquella voz y como pudo, levantó la mirada, solo para encontrar la mirada triste, preocupada y confundida de su padre. Como pudo, se incorporó en la cama y le miró en silencio. ¿Cómo lo habían encontrado? Se suponía que Zabuza lo había escondido bien.

—Papá —balbuceó, incrédulo. ¿Ese era un sueño antes de morir o realmente estaba ahí?

Los ojos perlas de Neji Hyuuga se cubrieron de lágrimas enseguida.

—Realmente eres tú —soltó un sollozo al ver a su hijo. A un lado de la camilla donde se encontraba recostado se podía apreciar la vestimenta usual y la mascára de Haku, el asesino de Akatsuki, el arma de Zabuza Momochi. Era imposible ahora negar lo que veía—. Mi... hijo.

—Padre —Haku sintió sus ojos aguarse—, lo lamento tanto. Todo... 

—¿Por... por qué lo hiciste? —susurró Neji, en shock. 

—Cuando Hanabi-chan enfermó antes de partir a Kazajistán... Ellos vinieron a mí, dijeron que me darían un buen sueldo y protección para todos nosotros si me unía a ellos. Habían oído del niño prodigio que fue entrenado por Zabuza, el asesino de la niebla, y me querían en el equipo —hizo una pausa para toser, su garganta estaba hecha un lío de lo quemada que se encontraba gracias al constante vómito—. Dijeron que... me ayudarían a sacar a Zabuza de la cárcel y acepté.

Neji frunció el ceño y Haku bajó la mirada. 

—Lo amo, no puedo decirte desde qué momento comencé a sentir esto tan grande por él pero así es —sin querer, notó que diminutas gotas saladas hacían pequeños regueros sobre las sábanas que cubrían de su abdomen para abajo—. Y yo... lo seguiría hasta el fin de mis días. 

—¡HAKU! 

Zabuza corrió más rápido todavía, cuando entendió la indirecta que Ren había lanzado para Sasuke, no pudo evitar tener tanto miedo que su corazón se sentía al borde de un precipicio. Él no permitiría que Haku se fuera sin él, jamás. Se había jurado que ambos morirían juntos, o no lo harían. No permitiría aquello. 

—Eres un maldito desgraciado —Sasuke escupió sangre debido al esfuerzo que conllevaba haber peleado con aquella herida en su abdomen, mientras le propinaba otro golpe en la mandíbula al Hyuuga—. Maldito hijo de perra, si algo le sucede a ese doncel, te partiré la cara o lo que te queda de ella. 

Ren no hacía más que reír, pero Naruto -que acababa de unirse-, lo golpeó de nuevo por atrás con el vidrio de una botella rota, haciendo que su esposo levantara la mirada asustado. Antes de suavizar su rostro al notar que era él, y permitirse darle la mano cuando se la tendió para levantarse. Zabuza le había encargado a Kubikiribocho (su espada) por lo que la señaló con el dedo apenas se levantó.

—Es mejor que nos apresuremos. Neji morirá junto con Haku, no podemos permitir que nada malo les suceda —dijo, mientras cargaba la pesada arma y miraba a Naruto—, ¿Y Kakashi?

—Está arreglándose de cuentas con Roseone-ttebayo. Tú no te preocupes, vamos por los demás.

—Hai.

—Entonces...

—¡HAKU! ¡Sal de esa casa rápido! Hay una bomba dentro —Se oyó la voz de Zabuza, lejos y algo distorsionada, pero lo suficientemente clara para que el mensaje alertara a los dos personajes dentro de aquella vieja cabaña. Especialmente del mayor, que dirijo su vista a su hijo mayor. 

—Ya... lo oíste —Haku volvió a toser mientras intentaba levantarse—, debemos salir de aquí. Papá.

Neji parpadeó tres veces antes de asentir, y correr a cargar a su delgado hijo. ¿Se estaría alimentando correctamente? En su estado debía comer mucho más, pero no tenían tiempo para recriminar, debía salir de ahí en cuanto antes mejor. Por lo que dejó que le señalara la única cosa que pensaba salvar aparte de él, un collar con un dije de reloj. Se lo colgó al cuello de su hijo y salió corriendo. A la distancia pudo distinguir a aquel al que llamaban el asesino de la niebla corriendo hacia ellos.

—¡HAKU! 

—¡Tranquilo! Es Neji —Sasuke lo detuvo cuando vio que seguía cegado por la frustración, y lo agarró del brazo—. ¡Voy por ellos! Buscad un lugar seguro para pasar la explosión. 

—¡No te vayas-ttebayo! —Naruto le vio, presa del miedo, y lo sostuvo de la manga. 

Sasuke miró su mano temblorosa y sonrió, mientras acunuba con sus manos la mejilla del rubio.

—Volveré... Siempre lo hago. ¿No? —Prometió, con una sonrisa made in Uchiha, antes de soltarse y correr hacia su viejo nemésis. Apenas lo localizó y estuvo lo suficientemente cerca, sostuvo a Haku entre sus brazos y comenzaron la marcha enseguida. 

—Eres un perro.

—Bah, eso dicen todos —Shikadai bostezó—. Mendokusei, no tienen más palabras.

Sora se cruzó de brazos e hizo un puchero.

—Pues lo siento por no ser un único y detergente, ¿sí? Pero es que no puedo creerlo. Es demasiada información y ni siquiera me has explicado bien quién es el chico en tu casa, con un bebé al que... Estoy realmente confundido-datte —Sora bufó—. Dime ya, ¿es tu novio?

—Si así quieres llamarlo para que no suene tan descabellado, que así sea —Shikadai alzó los hombros y bostezó por segunda vez—. ¿Sabes que los bebés realmente lloran mucho? Son demasiado problemáticos, no sé como mi padre pasó por esto dos veces, no quiero imaginar Sasuke-san. 

Sora le vio raro pero suspiró y siguió tomando su juguito de caja. 

—¿Y bien? 

—Bueno, es normal que estés confundido, pero no quiero hablar de todo esto al respecto. ¿Sí? Mejor hablemos de... la universidad —apuntó Shikadai con una pequeña sonrisa de medio lado.

El de ojos azules le vio en silencio antes de asentir, sin convencerse del todo.

La explosión había sido aturdidora pero, por suerte, habían estado en un rango suficientemente lejos para no ser rostizados por ella. Sin embargo, las cosas no eran tan fáciles como simplemente escapar de dos Akatsukis y una explosión. Neji estaba frenético y Naruto intentaba calmarlo, mientras Zabuza abrazaba protectoramente  a Haku y Sasuke intentaba contactar a alguien que los sacara de ahí.

—Son buenos —Tayuya se asomó entonces con una sonrisa de medio lado. Sasuke la miró.

Naruto abrió grande los ojos al reconocer aquella bruja que en el pasado le había causado tanta migraña tanto a él como a su esposo. Sus miradas se encontraron enseguida y negaron con la cabeza. Definitivamente eso no acababa todavía y qué molesto era.

—Pero no lo suficiente —Tengu apareció por atrás, con su cabello verde corto y la mascára, mientras incrustaba un kunai en el hombro de Zabuza. Un kunai que iba en búsqueda de Haku. El demonio de la niebla alzó la mirada y la fijó en aquella mujer, ella pagaría por su intento fallido—. Zabuza Momochi, el demonio asesino de la niebla. Un placer finalmente conocerlo, soy Tengu y Akatsuki me ha enviado por la cabeza de este traidor —aclaró, señalando a Haku.

—Sobre mi cádaver —gruñó Zabuza, apretando todavía más a Haku contra sí. 

Tengu miró a Tayuya y ambas se encogieron de hombros para comenzar una pequeña guerra desigual. Zabuza y Sasuke desenvainaron sus respectivas espadas, Naruto sacó dos cuchillas y se puso frente a Neji en un intento de protegerlo mientras que Haku estaba sufriendo en el suelo. Le dolían los pies hinchados, aun así, tenía fuerzas suficientes para pelear de ser necesario.

—Es importante no tocar al Uchiha —dijo Tengu a Tayuya—, Kaguya lo quiere vivo. 

—Bien —la peliroja chasqueó la lengua y pasó de largo, yendo en dirección a Zabuza, pero sintió entonces su pierna siendo inmovilizada—. ¿Qué demoni-? —No tardó mucho en mirar hacia abajo, notando tres agujas sobre su pierna, y cayendo al suelo sin gravedad alguna. Tengu se distrajo lo suficiente para que Sasuke pusiera a Kusanagi en su cuello.

El sonido de un disparo hizo que Zabuza se sorprendiera y dejara de acechar a Tengu también para girarse hacia donde estaba Haku, viendo con sorpresa a Hannya apuntarle sin rencor, directo a la cabeza. No tardó mucho en meterse y recibir el impacto en su abdomen, antes de golpear a aquella mujer con tanta fuerza en el estomágo que la hizo doblegarse y caer al suelo.

—Za-Zabuza...

—¡Haku! —Zabuza se agachó frente al doncel, y lo revisó, notando la herida en su hombro. Al parecer, Hannya había fallado el primer tiro o simplemente quería asegurarse de que cayera al suelo—. Haku, descuida, te llevaremos al hospital y estaremos bien, estaremos junto-

Todo pasó tan rápido que ni Zabuza, ni Sasuke o Naruto, incluso Neji, pudieron entender que había ocurrido en el momento exacto en que Tayuya despertó, tomó la espada de Zabuza y la envió hacia el azabache, pero dando contra la espada y enterrándose en el escuálido cuerpo del doncel menor. No fue sino hasta que su sangre salpicó el rostro de Zabuza que no lo comprendió.

Ahora... sí lo había perdido.

—Debemos irnos de aquí —Natsu subió al auto junto a Hannya, mientras Ren conducía. 

—¿Dónde está Tayuya? 

Cuando aquella pregunta fue hecha, ambas se giraron para ver como Zabuza cortaba su cuello de un solo golpe con su espada, y cerraron los ojos. Ren quiso vomitar pero se negó a hacerlo y, habiendo obtenido la respuesta a su pregunta, presionó el acelerador. 

Zabuza no tardó mucho tiempo en notar que aquella bruja había usado dos de las agujas de Haku en él cuando se acercó para matarla, y un kunai incrustado en su pelvis. Vio la mancha de sangre en su camiseta azul y luego miró a Sasuke, quien parpadeó y le miró preocupado. 

—Kaka...shi, ac... acerquenme a Haku —suspiró—, por... favor.

Sasuke y Kakashi reaccionaron, corriendo hacia el tambaleante hombre, y llevándolo hacia el cuerpo prácticamente inerte del doncel. Lo dejaron caer a su lado, y éste dejó escapar un aliento de tristeza que conmovió incluso a Neji.

—Haku, ¿estás llorando? —Zabuza miró en silencio al doncel, su rostro permanecía con aquella belleza especial intacta pero, de alguna forma, había perdido vitalidad y algo muy importante, aquella sonrisa—. Siempre estuviste a mi lado, lo menos que puedo hacer es estar junto a ti hasta el final —tosió, el veneno comenzaba a hacer efecto en él.

Por su mente pasó todo lo que habían vivido juntos, y se maldijo a sí mismo por no haber podido proteger al doncel al que juró amar con su vida. Su pequeña arma, su pequeño amor.

—Sé que no puede ser, pero me gustaría poder ir a donde has ido. Como me gustaría reencontrarme contigo allí, Haku —Zabuza acarició el androgino rostro del doncel con mucho esfuerzo—. Te amo, Haku, desde hace mucho... y con mis últimas palabras, quiero que sepas que... Me hubiera encantado poder vivir más a tu lado, y cuidar de ese pequeño que crecía dentro de ti.

Naruto cubrió su boca y Neji cerró sus ojos mientras intentaba aguantar las lágrimas que el dolor de perder a su hijo le ocasionaba.

—Fuiste... un valiente compañero, y... un gran amor.

Sasuke, por otro lado, se permitió agachar la cabeza y enterrar a Kusanagi en el suelo mientras soltaba una que otra lágrima. Kakashi observó en silencio a Zabuza dar sus últimas palabras, sus últimos alientos.

—Hubiera amado vernos envejecer juntos, y verlo a él crecer. Espero... que puedas perdonarme, por no poder protegerlos —susurró finalmente, antes de fallecer.

Naruto comenzó a llorar. 

Neji gritó, mientras apretaba aquel collar con el reloj en su mano. 

Las fotografías de su familia Tenten, Neji, Haku y Hanabi a un lado de una fotografía de Zabuza.

Las palabras de Zabuza.

Todo estaba muy claro. 

—Acaba de perder a su amor —dijo Kakashi, quitándose la mascára y poniéndose la mano en el pecho—. Y su vida. Esperemos que... en otra vida, puedan reencontrarse y ser felices. 

—Amén —balbuceó Sasuke.

Neji gritó en seco.

Su hijo, su doncel, su príncipe, había muerto y entonces se había enterado que esperaba una nueva vida dentro.  Entererarse no había sido doloroso. No, era algo más que eso.

Aquello... había sido devastador.  

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.

.

Volví y me puse re sentimental.

No puedo. 

Nos vemos hasta la próxima vez que se pueda. 

Un saludo kuku.

Amnesia, fuera.

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