Capítulo 52; Todos contra ellos.


N/A: Genteeeeeee apenas y empecé la carrera y ya andan lloviendo madrazos. No había podido escribir absolutamente nada porque estaba haciendo cuatro ensayos y dos talleres. Estoy casi segura que eso es explotación, apenas es la primera semana y no mamen, mis neuronas no pueden con tanto jajaja. Pero en fin, me alegra por fin poder volver a escribir.

De antemano un gran saludito a todos, mil besos y espero que tengan una gran semana.

¡Espero que disfruten el cap!

Gracias por la paciencia.

Uwu.

Amnesia fuera.

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—Mami, ¿por qué mi hermano no tiene el cabello como nosotros? —preguntaba un pequeño niño de tres años, en medio de su tierna inocencia, mientras veía a su hermano mayor. El pelinegro solo alzó la mirada, dejando de comer y se giró a ver a su madre, atento.

—Bueno, él sacó el cabello de tu padre, cariño —respondió su madre con una sonrisa. El pequeño miró a su hermano.

—Oh. ¿Y cómo era mi papi? —le miró de nuevo. Takahiro se giró a verle también.

—Bueno —los ojos aguamarina corrieron del menor al mayor y viceversa—, es apuesto y muy inteligente, como ustedes dos. Es... um, de cabellos negros más o menos largos, piel blanca y ojos negros. Um, todo un Uchiha.

—¿Ojos negros?

—Sí, como la abuela y el abuelo —dijo su madre

—Oh —el menor se giró a verlo—. ¿Takahiro-nii se parece mucho?

—Sí —asintió—, así como tú te pareces a mí, cariño.

Como Takahiro fue raptado sin haber cumplido el año y encontrado poco antes de cumplir los cinco, su hermano y él no fueron exactamente muy unidos al comienzo. Sus padres tuvieron otro bebé en el cuarto año que él estaba desaparecido, así que mientras se acostumbraba a una nueva vida, su madre se ocupaba en atender al bebé.

—¡Takahiro-nii! Te quiero mucho —el niño de cinco años sonrió al mayor. Aunque al principio no fueron muy cercanos, a medida en que pasó el tiempo se convirtieron en sus únicas compañías mutuamente, especialmente cuando su padre los abandonó.

Posteriormente, el niño de cinco años fue adoptado por otra familia que podía protegerlo y él se quedó con su madre, aunque con un tiempo se fue quedando solo progresivamente en aquella mansión, hasta que lo enviaron lejos en medio de un ataque. 

Takahiro-nii —el menor se le acercó, ahora con un bebé en manos—. Es hora de... despertar.

Pronto la imagen cambió y le mostró nuevamente aquellas aterradoras imágenes, su infancia, haciéndole despertar con el corazón acelerado y la mirada pérdida. Se puso la mano en el pecho y trató de relajarse al notar que era simplemente una pesadilla.

Suspiró, pasándose una mano por el cabello y tomó la respuesta a su carta. Luego de ser interceptado, tuvo que comenzar a comunicarse con Sasuke de esa forma. 

No te preocupes, pronto(...)  

Apretó la carta contra su cara y le rezó a todos los dioses que sus plegarias fueran escuchadas.

Él sólo quería una vida, y no simplemente estar vivo.


—Inojin, Chou-kun.

—¿Sí, señora Temari? —ambos se sorprendieron de ver a la rubia en la taberna donde solían encontrarse los tres InoShikaChou—. Es sorprendente verla por aquí, je.

—Oh, es que tengo un mal presentimiento. Um, ¿pueden decirme dónde está Shikadai? 

—¿Shikadai? Creo que había dicho que iba a ir al hospital —comentó Inojin, pensativo—, aunque no estamos muy seguros de por qué fue qué dijo eso. ¿Tú sabes, Chou?

—No —negó el doncel. 

—Um, al hospital, eh —se pasó una mano por el mentón y los miró—. ¿Podrían acompañarme? Creo que algo va a salir mal. 

—Um, claro —ambos asintieron, aunque muy confundidos. 

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Pareciera que todos están en su contra, y es que nadie puede culparlos de nada, pero lo hacen. Primero fueron los Akatsuki, Konan, Sakura, Hinata... Sasuke podría hacer toda una lista de cuantas personas han atacado a sus familias, pero es momento de llevar a cabo su venganza.

Si bien las personas no estaban muy claras sobre lo que hacen mejor los Uchiha...

Definitivamente es vengarse.

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—No te mato... sólo porque Nagato tiene piedad de ti —terminó Sasuke de decir, luego de sacar la espada de la pierna del pelinaranja, donde se aseguraba que no intentara salir a pedir ayuda, lo vio fijamente y luego a su hombre sangrante por la anterior herida—, y si es que no mueres desangrado con esas heridas. Pero te prometo que algún día te buscaré y te haré pagar.

Se dio la vuelta y miró al pelirrojo casi peliblanco ya, quien parpadeó y se giró a verlo.

—Vamos, Nagato-sama. Es hora de que volvamos a casa —le dijo—. Karin, las puertas.

—Te copio —respondió la Namikaze desde el auricular.

Sasuke le hizo señas a Juugo para que ambos salieran del lugar, el pelinaranja asintió. Las perdidas realmente habían sido... casi nulas, si te ponías a pensar que a nadie le haría daño que tres criminales como los del sonido hubieran muerto. Juugo y Sasuke ayudaron a Nagato a caminar hasta la parte donde se encontraba la camioneta, sólo para encontrar a Hamura Otsutsuki frente a ellos con Karin frente a él y una pistola en sus manos apuntando a la cabeza de la pelirroja.

Where's Suigetsu? —Inquirió Sasuke, frunciendo el ceño y Karin le respondió con un ademán. Sasuke viró y apenas divisó al albino, asintió, sacando la kusanagi levemente. Sería algo rápido, el Otsutsuki les serviría de mucho y él no tenía qué perder—. Suéltala.

—Suelta el arma, Uchiha, tengo todo bajo control —le dijo Hamura, con una sonrisa de medio lado. Sasuke alzó una ceja, aguantando las ganas de decirle que no tenía nada bajo control.

—¿Tú crees? —Suigetsu puso una pistola apuntando directo a su cabeza, haciendo que el peliblanco le mirara de reojo, sorprendido y con una gota de sudor bajando por su cuello al verse en una encrucijada—. A mí no me parece que sea así. Ahora... Suéltala, o tiro del gatillo —masculló Suigetsu, sonando serio como rara vez lo hacía.

Sasuke desenfundó kusanagi por completo de un solo tirón y su punta rozó el otro lado del cuello de Hamura, aprovechando su momento de despiste, haciendo que éste volteara a verlo.

—Ya ves —Juugo lo apuñaló por la espalda, literalmente—. No tienes nada controlado.

Al sentir el puñal intentó disparar pero para entonces su agarre en la pelirroja había menguado y ésta se había deshecho de él, tomando el arma en sus manos y apuntándolo en la sien también. Así que, Hamura suspiró, tenía una herida en su cintura, la punta de una katana rozando su cuello, y dos pistolas apuntando a su cabeza. Parecía... una encrucijada bastante difícil de salir de ella.

—Parece que... me tienen—murmuró, riendo como un desquiciado.

Suigetsu miró a Karin.

—¿Estás bien? —Ella asintió. El albino volvió la vista al peliblanco y se quedó en silencio, mirándolo como si estuviera loco, que en efecto claro que lo está—. No había visto un hombre tan cucú desde Sasuke —comentó, a modo de broma.

—Sigo aquí —anunció el Uchiha y todos sonrieron levemente—. Ayúdenme a esposarlo y duérmanlo. A mi hermano le agradará saber que tenemos nuestro primer Otsutsuki tras las rejas.

—Deberíamos matarlo —Juugo se acercó con un trapo mojado en cloroformo y los brazos cruzados. Hamura dejó de reír y volteó a verlo con cara de pocos amigos.

—No —lo miró de reojo—, hay peores destinos que la muerte y definitivamente se los merecen.


Shikadai se puso en frente del doncel enseguida, cubriéndolo, por instinto, a él y su bebé. 

—El asesino de princesas —murmuró al verlo. El pelirrojo sonrió de medio lado, haciendo que lo mirara fijamente—. ¿Por qué está él aquí? ¿Por qué te atreviste a traerlo? Creí que amabas a este doncel, eres su familia —gruñó, sabiendo que si él se sentía traicionado, el doncel en aquella camilla se estaba sintiendo devastada. Su propia familia lo estaba traicionando, de nuevo. 

—Ya no más —sonrió de lado, y se dio vuelta, dirigiéndose ahora a su nuevo socio—. Buena suerte con ellos —se retiró enseguida, en cuanto el asesino asintió. Shikadai no supo qué hacer pero no le quitó la mirada de encima ni un segundo.

Se sentía tenso, miró al doncel de reojo, éste había ocultado al bebé en los pliegues de sus cobijas y no se podía ver a menos que se acercara bien. Y él no le permitiría acercarse, debía buscar una solución rápida. Le hizo una seña con una mano echada atrás de su espalda y miró fijamente al desconocido.

—No sé quien seas en realidad, pero no vas a tocarlos —advirtió el Nara

El doncel al comprender su señal escondió el teléfono de Shika y marcó la llamada rápida: Sasuke. El Uchiha iba en la camioneta en camino a la comisaría cuando le entró la llamada y contestó. Por suerte, el doncel de ojos azules supo quitarle el sonido antes de llamar para que no fuera a quitarles ventaja.

—¿Hola?

—Shi-Shika —le llamó el doncel, para que el medio Uchiha supiera que ya había sido hecho. 

Sasuke se tensó al oír aquella voz a través de la línea, reconociéndola como cierto doncel Uchiha. El asesino de princesas dio dos pasos y Shikadai frunció el ceño, mirando hacia todas partes. Bien, estaba en desventaja considerando que no tenía ni siquiera un arma. Oh, como se maldecía no hacerle caso a su madre cuando se le daba por decirle que llevara su navaja siempre.

—Voy a repetirtelo, Kira no hime —Sasuke ahogó un jadeo al escuchar la voz de Shikadai—. No vas a tocarlo. No vas... a tocarlos —se corrigió, dirigiéndole una gélida mirada—. Aunque tenga que dar mi vida por ellos. No me importa que Isaka te haya traído y nos haya traicionado. ¿Me entiendes? 

La llamada se cortó, haciendo que Sasuke frunciera el ceño, preocupado. ¿Isaka? ¿Qué tenía que ver Isaka Uzumaki en todo eso? ¿Que lo trajo y los traicionó? No... Eso quería decir que él era uno de los traidores en la familia. Maldijo mentalmente ser tan ciego entonces. 

—Den vuelta al auto, iremos al hospital —dijo Sasuke con voz trémula, mientras sus ojos se perfilaban. Aunque todos se quedaron viéndolo confundido, ninguno se atrevió a contradecirlo y Karin le comunicó a su madre que irían allá. También le pidió que enviara a Itachi con su escuadrón de la comisaría. Mientras tanto, Suigetsu y Juugo veían como Sasuke parecía preocupado en extremo.

—Oye, ¿qué sucedió?

—Lo encontraron —susurró, haciendo que todos ladearan la cabeza, y Sasuke levantó la mirada furibundo—. El asesino de princesas está en el hospital —replicó.

—¡¿Qué?!


—Pareces perdido —Boruto se sentó a un lado de Sora, en el patio de la casa Uchiha Namikaze (2). El menor se volteó a verle y le sonrió algo nervioso, no esperaba tener que hablar con nadie en ese momento, tenía la cabeza hecha mella y no podía pensar concretamente—. ¿Qué pasa? 

—¿Tú crees que Shikadai me odie-tteba? —preguntó, devolviendo la vista a la grava bajo sus pies, Bolt abrió los ojos sorprendidos y cuando iba a responder, Sora lo miró—. Es que cuando nos vimos, él... no quiso hablar conmigo, me dijo que hablaríamos luego y me trató tan... frío.

—Oh —Bolt lo pensó un momento, sorprendido por lo que preocupaba a su hermano menor y por lo que le comentaba también—, quizá sí esté muy ocupado. ¿Sabes? Pero él no te odia, lo sé.

—¿Por qué estás tan seguro? —lo miró, visiblemente confundido.

—¿Por qué crees que debería odiarte? —preguntó, ahora él también confundido. Sora apartó la mirada y Bolt alzó la ceja—. Son mejores amigos. ¿No? Los mejores amigos no se odian-ttebasa.

—Es que... el día en que desaparecí, yo... él me confesó algo —comentó, nervioso, mientras miraba sus manos, recordando como lo había tratado y lo mal que seguramente se había sentido Shikadai por culpa de su inmaduez—,   y yo me lo tomé muy mal —afirmó, bajando la mirada al suelo. 

—Oh por dios —Boruto carraspeó luego de soltar un mini grito que hizo que Sora le viera confundido. ¿Finalmente se le declaró? Omitió sus gritos fundashi, y fingió ser un adulto responsable, serio y para nada fundashi. Había que tantear terreno, no quería asustar a su hermanito—. Um, ¿y fue muy... malo lo que te dijo?

—No —Bolt abrió los ojos sorprendido al recibir la respuesta negativa tan rápido. Su corazón y mente estaban revoloteando entre las millones de posibilidades—, es decir sí. 

Y luego desilusionado. 

—No lo sé —confesó Sora, dándole esperanza de nuevo—, en un principio me molestó mucho, demasiado, pero... a medida que pasó el tiempo me di cuenta que quizá él tenía esta clase de sentimientos hacia mí por miedo a un rechazo de mi parte, ¡yo nunca lo rechazaría! Sólo me dio rabia que... ¿Por qué me miras así?

No era que Boruto estuviera literalmente echando florecitas, con un sangrado nasal, y todo a su alrededor se hubiera vuelto rosado, pero parecido. Su mirada en él parecía sacado de un anime. Sora estaba realmente confundido. 

—¿Uh? Lo siento, no recuerdo qué decías —le sonrió nervioso—. ¿Y... qué te dijo?

—¡Es gay!

—¡Sí! —Bolt había escuchado se me declaró—. Espera... ¿Qué?

—¿Lo sabías? —ladeó la cabeza, confundido. 

—¿Y no te dijo algo más? —preguntó, acercándosele un poco más, mientras Sora arqueaba la ceja—. Es decir, no es como si no fuera obvio, um... Tampoco lo ocultó, creí que lo sabías, es decir, él siempre estaba como —alzó la ceja sugerentemente—, y bueno, no lo sé. Es... raro. 

Sora lo miró confundido. 

—¿Qué? No-tteba —ambos lucieron deprimidos, claramente por distintas razones, pues mientras Sora recordaba lo mal que había tratado a su amigo por algo que al parecer todos habían notado menos él, Bolt quería que su ship fuera canon y ya—. Yo... um, le grité y le dije cosas horrendas, que realmente no estaba sintiendo, y... por eso, por eso creo que quizá me odie. No lo culparía s-

—Oh, Sora —Boruto lo abrazó y se rió levemente, enternecido por lo que atormentaba al de ojos azules—. No creo que él te odie, ha estado buscándote desde que te fuiste, incluso pasó tiempo con el abogado —se rió, mientras lo codeaba y lo miró a los ojos, apartando unos mechones negros que los tapaban—. Shikadai te adora, eres su mejor amigo, quizá sólo está nervioso y ocupado. Hay cosas que debes sab... um, han pasado muchas cosas estos días —se interrumpió a sí mismo—, y él... seguro no sabe como procesar que hayas vuelto. ¿Sabes?

Sora lo miró un momento y luego sonrió.

—Tienes razón, yo todavía no lo proceso bien —rió brevemente y abrazó a su hermano mayor—. Gracias, Bolt.

—No hay de qué —le dijo sonriendo—. Ahora... ¿Qué te parece si vamos con los chicos? ¿Sí? Papá salió, dijo que tenía un asunto pendiente con un amigo, y los chicos son... ya sabes, aunque Sarada los controle, necesita ayuda. Más ahora con Rei-chan.

—Sí —Sora sonrió. 


—Aquí estoy —Naruto hizo una mueca, mientras ingresaba en aquel apartamento—. ¿Kuu-chan?

Él tenía copia de las llaves y por eso solo había abierto la puerta e ingresado, pero ciertamente era incómodo para él entrar de esa forma. Se sentía como cuando era... joven y tonto. Hizo una mueca, y trató de no pasar mucho la vista por la decoración del interior, no quería entretenerse.

—¡Oh, Naru! Lindo bebé —Kurama se acercó al rubio con una sonrisa, mientras se limpiaba las manos en una toalla—. Mi hermoso —le dio un beso enseguida, tomando desprevenido al rubio, quien dio un respingo—. Por fin viniste, pasa, pasa. Preparé ramen —agregó, mientras el rubio ingresaba a la casa, luego de sacarse los zapatos en el hall anteriormente. 

—¡¿En serio-ttebayo?!

—Sé cuánto te gusta el ramen así que decidí preparar un poco sabiendo que venías —asintió, sonriendo. El pelirrojo de ojos rojos le vio en silencio mientras caminaba detrás de él, literalmente sabroseando en su mente al Narutomaki—. Por cierto, ¿cómo estás?

—Estoy bien, gracias —le sonrió el rubio, olvidándose de todo lo demás enseguida, mientras caminaba detrás de él—. ¿Qué hay de ti? Te ves más acoplado a Japón-ttebayo. 

—Sí, bueno —lo miró a los ojos fijamente, consiguiendo intimidarlo y Naruto desvió la mirada, su rostro coloreándose completamente de rojo—, planeo asentarme aquí otra vez —agregó. 

—¿Eh? ¿En serio? —el de cabellos rojos asintió, y Naruto le vio emocionado entonces, dedicándole una gran sonrisa—. ¡Whoa! Eso es fantástico, Kuu-chan —lo abrazó. 

Kurama se quedó en silencio un momento y sonrió, devolviéndole el abrazo, mientras el blondo y él se encaminaban al comedor donde ya tenía servido el ramen. Le apetecía algo más que un simple ramen, pero el rubio parecía demasiado embelasado para hacerle caso a su necesidad.

—Um, huele muy bien-ttebayo.

—Hacía un tiempo que no me llamabas así —Sonrió, mientras apartaba la silla para que el rubio pudiera sentarse. Éste agradeció su gesto y se sentó, separando los palillos inmediatamente. El pelirrojo se sentó y sonrió—. Disfrutemos. 

—Hai. Itadakimasu —agradeció por la comida. 


—Tienes agallas, muchacho —habló por primera vez el hombre frente a él, haciendo que ambos se tensaran—. No sé por qué no lo vi venir, he oído que eres el hijo de ciertos personajes. Dime, ¿qué hace un Uchiha con otro Uchiha? Y mira que es muy lindo. ¿Es tu novio?

Shikadai entrecerró los ojos. 

—Me resultas extrañamente familiar, tu forma de hablar.

El asesino pareció dar un respingo y luego se recompuso rápidamente, acercándose y tomando del cuello al Nara, acercando su rostro al menor con la intención plena de insultarlo hasta morir.

—No te atrevas a tocarlo —la voz de su madre hizo que Shikadai abriera los ojos -que había cerrado inconscientemente en la espera del golpe-, y ambos voltearan a ver. Allí, Temari Nara sostenía un arma apuntando al hombre enmascarado y su rostro daba a entender perfectamente que no dudaría ni un segundo en apretar el gatillo—. Suéltalo —ordenó. 

—¿Por qué debería hacerte cas-?

—Haz lo que dice —Kusanagi rozó el cuello del hombre desde sus espaldas. 

Al verse acorralado, el hombre alzó las manos y Shikadai se fue de inmediato hacia atrás, aunque sin salir de su estupor, se acercó al doncel y confirmó que ambos estuvieran bien. El de ojos azules tampoco podía salir de la sorpresa que era ver a los dos padres del Uchiha justo ahí.

—Bien —carraspeó y se dio vuelta para ver a la persona que le apuntaba con la katana—. Sasuke Uchiha y Temar-

—Cállate —apretó levemente la katana, consiguiendo un ligero roce en el cuello del hombre—. Dime una sola razón para no acabar con tu vida justo ahora, y lo consideraré.

—No iba a tocar a tu hijo, si eso es lo que te asusta —le dijo el hombre, Sasuke frunció el ceño—. Vine por el hijo de dos Uchihas, no por un bastardo.

Temari rechinó los dientes y Sasuke tuvo que sostener su mano para que no apretara el gatillo.

—¿Qué relación tiene Isaka Uzumaki en todo esto? 

—Él nos trajo al bebé —dijo el hombre—, ¿puedes, por favor, decirle a tu mujer que aparte su arma? Me pone de los nervios, siento que disparará en cualquier momento.

—Y lo hará —aseguró Sasuke, viéndole fijamente—, no la bajará ni aunque se lo pida, ahora te diré que es lo que sucederá a continuación. Ella, tú y yo saldremos de aquí y tendremos una charla... civilazada —miró a Temari de reojo—, y de ti dependerá si sobrevives o mueres. 

—No me suena bien tu trato.

—No es un trato —Temari gruñó—, es una orden.

Shikadai volteó a ver a su madre luego de conseguir calmar al doncel y de revisar que el bebé siguiera durmiendo, ausente de todo lo sucedido. La rubia no paraba de apuntar con el arma y por la mirada en sus ojos se denotaba furiosa. El ambiente era tenso, y realmente ardía en llamas.

—Bien —Kira no hime miró de reojo al doncel, pero Shikadai se interpuso con un rostro de pocos amigos, así que chasqueó molesto la lengua. Él sabía que era una mala idea, siempre trabajaba solo, por cosas como esas no aceptaba ayudas u órdenes de tontos como lo era la mafia o Isaka Uzumaki—. Bien —accedió, caminando detrás de Sasuke y con Temari a sus espaldas. 

Cuando iban de salida, Inojin y Chou vieron esto realmente sorprendidos, pero al ver como la madre de Shikadai les pedía que entraran con él, asintieron e ingresaron inmediatamente. El rubio sonrió levemente mientras que Chou chilló al ver aquella escena, Shikadai cargaba al bebé de aquel joven chico en la camilla, quien los volteó a ver confundido. Claro, era de esperar para el Uchiha que estuviera algo incómodo con más gente entrando luego de lo sucedido y que aún no terminaba de digerir seguramente.

—¿Tienes un hijo? 

—Sí. 

—¡No puedo creerlo! —Chou se acercó con una sonrisa—. ¡Es tan lindo! 

El menor solo sonrió y asintió, con los ojos semiabiertos por el cansancio. 

—Descansa si quieres, yo llevaré al niño a la cuna —le dijo Shikadai, al verlo cabecear. 

—Gracias, Shika —le sonrió, asintiendo y recostando su cabeza. Antes de cerrar los ojos por completo miró a los donceles—. Es bueno conocerlos al fin, espero tener más tiempo para hacerlo, pero deben disculparme. Estoy muy cansado. 

—¡No te preocupes! —Chou chilló de nuevo, y el bebé se removió—. Uy, lo siento. 

—Cállate —Shika chasqueó la lengua mientras mecía al bebé—, sí que eres fastidioso, tsk.

—Hmp, quién lo oyera diría que es cierto —Se cruzó de brazos. 

Inojin solo negó con la cabeza, sonriendo levemente.


—Mira —Temari fijó su vista en Sasuke—. ¿Ves? ¿Dónde demonios estabas? Te tardaste demasiado.

—Estaba en la misión con Kushina-san, no hagas como si no lo supieras ya. Vine en cuánto me llamó —se quejó Sasuke—, en fin. ¿Qué haremos con él? —ambos se voltearon a ver al hombre atado a aquella camilla del hospital con una camisa de fuerza.

—¿Pueden resolver sus problemas matrimoniales en otro lado? Comienzo a aburrirme.

—No es tú problema donde resolvamos nuestros problemas —lo acusó Temari. Estaba furiosa. 

—Ni siquiera estamos casados —Sasuke bufó.

—Si estuviera casada contigo, envenenaría tu maldito café de la mañana, Sasuke —gruñó.

—Si estuviera casado contigo, ¡me bebería ese maldito café! —La enfrentó, con el ceño fruncido.

El enmascarado suspiró. 

Esto tardará una eternidad.


—Naruto. 

—No, Kuu-chan, debo irme —Se negó el rubio—, mis hijos están solos en casa y tengo que esta-

Kurama apretó al rubio entre sus brazos hasta que éste dejó de luchar contra él y soltó sus brazos a cada lado. El pelirrojo soltó al notarlo sumiso ante sí de nuevo y prosiguió con su deseo, haciendo temblar al menor. ¿En qué estaba pensando cuando creyó que Kurama había cambiado? Sacudió la cabeza y se apartó cuando su teléfono sonó.

—¿Hola? —contestó enseguida, algo confundido.

—Mi amor —Naruto se tensó—. ¿Cómo estás, cariño? ¿Y los niños? ¿Todos están bien?

—Sí, mamá —miró de reojo a Kurama, el rostro del hombre zorro solo le veía con su pecho inflado y una gran sonrisa—. Todos... estamos bien. ¿Cómo estás tú? ¿Y papá?

—Oh, estamos de maravilla, cariño —Kushina sonrió, del otro lado de la línea, mientras miraba de reojo a su esposo hablar con Itachi para procesar a Hamura Otsutsuki—. Quería saber si Sasuke-kun ya llegó a casa. Él salió más temprano de nuestro... encuentro, y fue al hospital. 

—¿Hospital? —Naruto carraspeó, su corazón había dado un vuelco—. ¿Por qué fue al hospital-ttebayo? ¿Está bien? ¿Lo lastimaron?

—No, cariño, bueno eso no fue lo que dijo Karin —titubeó, tocando sus labios—. Creo que tenía pistas sobre el asesino de princesas. Creí que quizá ya había vuelto a casa, como Sui, Karin y Juugo-kun. 

—Oh —Naruto miró al suelo—, bueno, no estoy seguro, mamá. Salí al... combini. 

—Ah, entiendo, cariño —Kushina escuchó a su esposo llamarla—, bueno, en ese caso, avísame cuando se vean e informame como están. 

—Sí, está bien-ttebayo. Te llamo al rato —le envió un beso y colgó, antes de girarse a ver a Kurama—. Lo lamento, Kura-chan, pero debo volver a casa urgentemente. Sucedió algo. 

—Oh, entiendo —Kurama fingió una sonrisa—, nos vemos mañana, zorrito.

—Sí —Naruto apretó los labios y se despidió, saliendo enseguida.

Joder, Sasuke. ¿Y ahora qué?


—No es necesario que te quedes a dormir-dattebana.

Shikadai se volteó a ver al doncel y sonrió de lado. 

—Sabía que no podías vivir tanto tiempo con los Uzumaki sin que sonarás como uno de ellos, eh, cariño —Shikadai comentó con una sonrisa, haciendo sonrojar al pelinegro de ojos azules frente suyo—. No pasa nada, me quedaré. Mañana te dan de alta y podrás ir a casa conmigo. 

—¿Ah? —El doncel se sonrojó—. ¡Qué vergüenza! No voy a ir con tus padres y hermana allí.

—Bien, entonces deberé buscar un apartamento como para mañana —le miró con sarcasmo. 

—Uy, en serio, no tienes que preocu-.

—Eres mi responsabilidad —le cortó enseguida y se acercó a él, mientras acariciaba la mejilla del doncel—, por supuesto que debo preocuparme por tu seguridad y la de nuestro pequeño bebé.

—Gracias Shika, la verdad no sabía qué pasaría si no te hubiera conocido a ti-dattebana. Estoy muy feliz de que ....... Y yo te tenemos —le agradeció con los ojos cristalizados. Shikadai lo abrazó, sabiendo por qué se sentía tan exageradamente vulnerable, además de su desajuste hormonal debido al embarazo, la lactancia y su nueva maternidad—. Nunca esperé de Isaka algo como esto. 

—Lo sé —le sonrió levemente—. Es como si Meiko me traicionará, sería incómodo y doloroso.

El doncel le vio con tristeza.

—Isaka siempre fue un ejemplo a seguir para mí, un gran hermano mayor, y él... él solo se aprovechó de mi inocencia para hacerme algo como esto después —se sorbió la nariz—. Nee, Shika, ¿por qué no puedo ser feliz-dattebana? Incluso tú podrás seguir tu vida adelante. 

—No digas eso —le recriminó entonces, apartándose del abrazo y viéndole con el ceño fruncido.

El joven solo apretó sus labios temblorosos.

—No voy a obligarte a cuidar de él conmigo, y sería muy cruel de mi parte atarte a mí de por vida sólo por él —le dijo, con sus ojos azules sumidos en lágrimas. Shikadai sintió como el mundo se iba abajo—. Shika, tienes que dejar de buscar el amor que sientes por él en otras personas. ¿Lo sabes, verdad?

—K-

—Aceptaré tu protección mientras las cosas se calman —agregó y le sonrió—, no tenemos que separarnos por completo ttebana. Seguiremos siendo muy buenos amigos, y serás parte de la vida de nuestro pequeño. 

—¿Qué harás luego?

—Ey, estaré bien —sonrió—. No tengo quince años exactamente. Ya casi tengo dieciséis —bromeó.

Shikadai sonrió, preocupado, mientras su corazón se rompía por dentro.

Todo por culpa de aquel Uzumaki.


—Isaka-san. Su hermano está aquí para verlo —le informó un doncel vestido de mucama apenas entró en su casa. Se volteó a ver al joven solo para asentir, y luego voltear de nuevo a la ventana. Al menos hasta que sintió una nueva presencia—. Pase, por favor —le escuchó decir, y se giró. 

—Oh, Kurama —Isaka hizo una sonrisa—. ¿Cómo estás? No te esperaba por aquí. No has vuelto a Japón desde la muerte de nuestros padres, comenzaba a adueñarme por completo de la herencia. ¿Vienes por tu parte?

El pelirrojo de ojos rojos solo le vio en silencio un rato, con el ceño fruncido y la mandíbula tensa, cosa que hizo que ladeara la cabeza, pretendiendo ser totalmente inocente.

—¿A qué se debe tu amabilidad actual, Isaka?

—¿Qué dices? Si yo siempre he sido un hermano ejemplar —se puso una mano en el pecho actuando ofendido—. Me ofende que me digas eso como si no fuera así. Pero ven, siéntate conmigo y hablemos. ¿Quieres?

—¿Qué es lo que has hecho? —Inquirió Kurama, apretando la mirada. 

—¿Hm? —Isaka se acercó a su escritorio y se acercó a la bandeja con el té—. ¿Quieres té?

—¿Dónde está, Isaka? —Insistió. 

—¿Dónde está... Quién? —le miró persuasivamente con la ceja alzada.


—Kaguya-sama. 

—¿Cómo están? —preguntó la peliblanca de ojos perlas, mientras miraba el jardín desde la ventana. Todo estaba como siempre, aparentemente, sin embargo, el ambiente era tenso en la habitación, lo suficiente como para no poder pasarlo desapercibido.

—Hannya está bien, Yahiko y Tayuya resultaron gravemente heridos. Sakon, Ukon y Jirobo están muertos —informó Natsu, con la cabeza baja. No era que esperara que la peliblanca estuviera de buen humor con las noticias, por lo que prefirió mantener la distancia lo más posible—. También... sabemos que tienen a Hamura-sama. 

Al parecer... Sasuke Uchiha había comenzado por fin la guerra, estaba vengándose. Ella lo sabía muy bien y Kaguya también. Miró hacia adelante y asintió, mientras hacía una gran mueca.  

—Muy bien, puedes retirarte —le dijo. Natsu asintió y se retiró.

Una vez la peliverde salió, Kaguya se giró con fuerza hacia el altar donde tenía la mascára rota de Hinata/Hannya. Apretó su mandíbula y sus ojos blancos se tiñeron de un destello rojo de rabia.

Su mirada volteó entonces hacia la imagen de aquel doncel rubio. El hijo de Sasuke Uchiha. 

Y su próxima victíma. 

Aunque claro, respetaría la petición de su amada, y no lo mataría. Al contrario, sería buena con él, se dijo, afilando la mirada, pero con Sasuke jamás lo sería. A ese le daría justamente donde más le dolía. 

Siempre. 

Porque nadie, nadie se metía con Kaguya Otsutsuki y salía con vida de ello. 

—Kaguya-sama. ¿Me mando a llamar? —preguntó Ren, asomándose por la puerta, con timidez. 

—Ren —le sonrió—. Hace mucho tiempo que no te ves con Sasuke-kun. ¿No es así? Será una buena idea que... dos ex amantes se encuentren de nuevo. ¿Qué dices? ¿Cómo está tu sed de Uchiha?

El pelinegro sonrió de medio lado enseguida y la miró a los ojos, con los ojos brillando. 

—Kaguya-sama, mi sed por los Uchiha nunca será saciada. Dígame qué desee qué haga y estaré a su completo servicio, como siempre —hizo una reverencia y sonrió—. Ciertamente esperaba una oportunidad como esta, kuluku.

—Muy bien —Kaguya asintió—. Retírate ahora. 

—Sí, Kaguya-sama. 

Apenas se retiró, Kaguya chasqueó la lengua y puso en sus manos la fotografía de aquel doncel rubio de ojos azules al que el Uchiha llamaba hijo, aunque técnicamente fuera un bastardo. ¿No? Después de todo... Su supuestamente querido esposo no lo había tenido en su vientre. 

Sus ojos se iluminaron y una sonrisa surcó por sus labios. Ahora sí, serían todos contra todos.

Me lo vas a pagar con creces, Uchiha.

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