Capítulo 51; La mirada maldita.

Kuu-chan. 

¿Sí, mi Naru lindo?

Te amo mucho —le había dicho con una enorme sonrisa y aquellos ojos rebosantes de amor que derretirían incluso al témpano de hielo más frío en el mundo. Ni siquiera el iceberg que hundió al titanic podría ser fuerte con aquel rubio de ojos azules y hermosas marquitas.

¿Mucho, mucho? 

Sí, Kuu-chan —había dicho—. Mucho, mucho. 

¿Más que a nadie ni nada en el mundo? —fue soberbio y egoísta con aquella pregunta. 

Más que a nadie... no, no te puedo amar más que a mi mami-ttebayo —le vio con inocencia. El pelirrojo se sintió a morir en aquel instante y le vio con una sonrisa de medio lado.

¿Y tú papá? —quiso probar su suerte.

Tampoco-ttebayo —Frunció el ceño, fingiendo estar molesto, pero parecía aun así un tierno malvavisco. 

Mmm. ¿Y luego de tu familia... me amas más que a nadie? —le preguntó entonces, a lo que el rubio hizo un gesto pensativo y luego le vio con una sonrisa perspicaz. 

Sí, Kuu-chan —aceptó—. Te amo, mucho, mucho. 

Mi lindo Naru —le acarició el rostro sonrojado—, bebé. Yo también te amo, mucho, demasiado.

Kurama se levantó cuando el frío atacó sus pies y, aún en la oscuridad, buscó a tientas su cobija hasta que la halló y se la colocó encima, maldiciendo en voz baja que sus sueños hubieran sido interrumpidos pero con una sonrisa arrogante en su rostro al recordar que ese sueño era sólo un recuerdo lejano que pronto volvería a hacerse realidad. 

Porque ese pequeño será mío de nuevo. 


El día había comenzado con una madrugada fría debido a las primeras lluvias de los comienzos del otoño, a finales de agosto, pero todos los involucrados en el presunto ataque se encontraban reunidos en una cafetería calentándose con chaquetas, y tazas de chocolate caliente.

—Parece pesado —comentó Suigetsu, suspirando y echando la cabeza para atrás—. Ah, parece como si fuera apenas ayer que hacíamos esto cuando teníamos diecisiete.

—Sí —prosiguió Karin con una sonrisa burlona—, sólo que ahora tenemos treinta años de experiencia, hijos y mucho trabajo.

—En conclusión, ya no estamos de diecisiete —continuó Juugo. 

Sasuke se mantuvo fuera de la conversación pero sostuvo su sonrisa ante los comentarios de sus compañeros. Había de admitir que extrañaba a sus amigos, solo no sabía cuánto. A su mente vino entonces aquella excursión de egresados que habían hecho una vez, para su mala suerte, Sakura había entrado en el grupo con Kakashi, Naruto y él... Y habían tenido un encuentro con Zabuza. Sakura, en realidad, había sido totalmente inútil aquella vez y Naruto había mostrado su fuerza. 

—¿Estás bien, viejo? —preguntó Suigetsu, mirándolo de reojo.

¿Por qué estoy pensando en esto ahora? Negó con la cabeza.

—Ya sonaste como Shikamaru —Sasuke rió, y Suigetsu fingió que su comentario lo había herido, de forma dramática—. En fin. ¿Cómo van todos los preparativos para esta tarde? —miró a Juugo.

—Correcto —afirmó el pelinaranja.

—Muy bien, serpientes, vamos allá —dijo sonriente, mientras bebía su chocolate.

Si las personas de aquella cafetería supieran lo que estaban planeando, realmente no se lo creerían, considerando la tranquilidad, la armonía y las risas entre ellos. Parecían adolescentes de nuevo. 

Algunas cosas no cambiaban.

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No había nada peor que enfrentarse a una mujer como Kaguya, de eso no había duda, pero ¿hasta dónde era capaz de llegar esa mujer? No estaban seguros, pero tampoco esperarían a que le diera motivos para estarlo.

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—Llegaste temprano —Temari estaba tomando café cuando su hijo pasó por la entrada. Shikadai levantó la mirada al verla sentada en la barra de la cocina con una pierna sobre la otra y miró a todas partes—. Meiko está en el colegio, y tu padre ya se fue a trabajar. ¿Cómo estás?

—Exhausto —confesó, mientras se masajeaba el cuello. Había dormido en un sillón bastante incómodo la noche anterior, es que dormir en un hospital no era muy cómodo, en realidad—. ¿Tienen alguna noticia?

—A excepción del presunto regreso del asesino de princesas —Temari chasqueó la lengua—, no. Parece que Kushina-san no ha comenzado aún, es temprano, no me sorprende mucho tampoco.

—¿El asesino de princesas ha vuelto? —Shikadai frunció el ceño—. Creí que nunca volví-

—Lo hizo, parece que olvidó a alguien —hizo comillas con los dedos y su mirada le dio a entender a Shikadai que no creía nada lo que se decía—, no hay vinculo aparente entre los Otsutsuki y él pero... eso podría cambiar, no es algo conveniente.

—La base aquí en Kyoto fue destruida y no hubo sobrevivientes —comentó el pelinegro, sentándose a un lado de su madre—, ¿qué sabes que pueda servir de ayuda?

—Es bien sabido que sólo ataca mujeres, pero... ¿Si sabe de un doncel de sangre pura qu-?

—Imposible.

—Cariño —Temari puso su mano sobre su hombro—, cualquier cosa es posible en este mundo.

Demonios, tiene razón.


Por parte de Naruto, la casa estaba calmada y los chicos se encontraban de vuelta en el colegio. Sora estaba en casa, junto a Bolt, Gin y Sarada con Reiko. Todos ellos estaban hablando con grandes sonrisas y una tranquilidad que no parecía haber venido tras la tormenta, pero Naruto se hallaba ansioso. Ansioso por entrar a la batalla, sabía bien la promesa que le había hecho a Sasuke muchos años atrás de no inmiscuirse a menos que se viera obligado a ello, pero joder, qué dificil le resultaba.

Además aquella promesa había sido hecha cuando Shion salió de la casa y hasta el momento... Lo único que había pensado era en acabar con ellas. Aun cuando supiera que su madre no tendría piedad de ellos podía evitar sentirse ansioso de volver a la pelea. Ni siquiera el siguiente proyecto para una nueva película que le habían propuesto parecía tan interesante para él.

—Luces cansado —Sarada se sentó a su lado con una sonrisa, Reiko en sus brazos estaba jugando con el cabello negro de su madre—. ¿Por qué no tomas una siesta?

Naruto se giró a verla y negó.

—No es necesario, estoy bien —dijo, dando un suspiro largo. 

—Te conozco —Sarada arqueó la ceja—. No deberías preocuparte por mucho, ellos estarán bien.

—No me preocupa eso —sacudió su cabeza y apretó sus labios mientras se miraba las manos—. Toda la vida tu padre ha peleado por mí, al menos desde aquel incidente en el cumpleaños de Karin-ttebayo. Estoy harto de eso. 

—Papá solo quiere protegerte —Naruto la miró—. Eres lo más valioso que tiene, tú y nosotros. 

—Lo sé —intentó sonreír, pero falló en el intento—, pero a veces en serio creo que sin mí, él no podrí-

—Si tú lo acompañases él no trabajaría bien, estaría tan pendiente de ti que no podría hacer nada —Sarada lo interrumpió, mientras miraba a Reiko jugar con su cabello en silencio—. Te ama demasiado como para permitir que te lastimen. Si estuvieras a su lado, su debilidad más grande estaría a solo unos pasos de él, tentándolo.

—Lo sé también —suspiró y echó la cabeza para atrás—, en parte es por eso que no le recrimino pero no creo que esto termine si seguimos de esta forma. Es una guerra que lleva siglos-ttebayo.

Sarada meneó la cabeza. 

—Kaguya es la persona que deben buscar ausentar, mientras ella sea la fuente de poder de los Akatsuki y Otutsuki, no podremos hacer nada contra ellos —miró al rubio—, ¿no conoces alguna debilidad?

—Ni siquiera sus hijos son debilidades para ella-ttebayo. Una vez intentó sacrificar a uno de ellos —se estremeció ante el recuerdo—, no tiene corazón. ¿Cómo una persona así tiene una debilidad? Dinero no es tampoco, no lo sé.

—Sería bueno averiguar eso —comentó ella, mientras ponía un dedo en su mentón—. Debe tener una debilidad, nadie es perfecto. 

Por otro lado, Sora estaba sentado entre Akihiko y Daiki mientras los oía comentar a todos sus hermanos lo que hacían en sus tiempos libres. Pronto se dio cuenta lo mucho que había cambiado la vida de sus hermanitos, incluso la de Bolt, quien no tuvo reparos en admitir que estaba saliendo con el hombre que aparentemente era algo así como su tío. Había cosas que él no comprendía pero trataba de seguirles el paso. 

—¿El asesino de princesas? —dio un sorbo a su bebida. Todos se tensaron y voltearon a ver hacia donde él miraba, la televisión mostraba las noticias de última hora—. Súbele volumen. 

Ayame miró en silencio a aquel personaje del que casi se había olvidado. 

El asesino de princesas ha vuelto a aparecer por la ciudad de Kyoto, aparentemente olvidó a una persona con vida y se han oído por fuentes confiables que busca la revancha —decía la presentadora—. Las autoridades están alertas a cualquier situación. Si ve a este hombre enmascarado, por favor comuníquese con las autoridades inmediatament-

—¿Qué pasa? —todos voltearon a ver a Ayame, quien apagó el televisor y salió corriendo hacia su cuarto. Sora se viró a sus hermanos—. ¿Por qu-?

—Yo iré a hablar con ella —Daiki se levantó y miró a Hikari—. Hika-chan, ¿por qué no le muestras a Sora y Aki tu colección nueva de muñecas?

La pequeña asintió y Sora se tensó. 

¿Qué quería aquel hombre?


—Kushina —Iruka miró de reojo a la pelirroja, quien le sonrió apenas entró en el lugar, vistiendo un lindo vestido de flores blanco con rojo—. Te ves hermosa, como siempre —le halagó el doncel.

—Gracias, Iru-bebé. Tú también te ves muy lindo —le besó la mejilla y se paró frente a él, así como ella, iba en ropa casual que constaba de un pantalón café y una camiseta que decía Not Free—. ¿Kakashi está en su posición? —preguntó, dándole un vistazo al hotel donde se encontraban sus próximas victímas.

—Así es —respondió el castaño, viendo en silencio la edificación—. Sabemos que Shion no está sola, Kimimaru y dos del sonido están con ella. Se dice que está haciendo negociaciones. 

—¿Negociaciones-ttebane? Vaya, será una lástima irrumpir —sonrió de forma macabra—. Oí que la señora Terumi está en este lugar. Será interesante ver que podríamos encontrar aquí. 

—¿La Mizukage? —Iruka se sorprendió y Kushina asintió—. Parece que veremos muchas cosas.

—Así es —Kushina afirmó, y luego de girarse, sus ojos tapados por aquellas lentes de sol dieron con una cabellera amarilla que le observababa desde la terraza del edificio de en frente—. No nos meteremos en problemas con ella a menos que nos ataquen, venimos por Shion. ¿Claro?

—Como el agua, Kushina-san.

—Joe.

El pelinegro alzó la mirada hacia la persona que acababa de entrar en el lugar. 

—Señor Isaka —se mostró sorprendido al ver a aquel pelirrojo frente a él—, no esperaba verlo por aquí. ¿Qué lo trae a la humilde morada de este cartel tan simple? A usted, un respetable señor.

El hombre de cabellos rojos sonrió de medio lado. 

—Me sorprende verte aquí, debo admitir que creí que tu padre le había dejado el cartel a tu hermanita Yuki —afirmó el pelirrojo, sacándose el abrigo y mirándole desafiante—, pero al parecer sigues aquí. 

—Bueno, con Amnesia fuera del rango, no veo mucho problema —le restó importancia, haciendo un ademán con las manos—, sólo vengo de paso, de vez en cuando es bueno informarse al respecto del... negocio familiar. Usted sabrá eso, señor Uzumaki. 

—Por favor, llámeme Isaka —le dedicó una sonrisa falsa—. Y eso es cierto, yo también estoy aquí por cuestiones de negocio. Me alegro que sea usted quien me vaya a atender, no me veo tocando esta clase de temas con una señorita. 

El doncel alzó una ceja y le invitó a sentarse amablemente frente a su escritorio, o bueno, el escritorio de su padre, viéndole intrigado. El pelirrojo solo se sentó y le vio en silencio. 

—He oído muchas cosas —comentó Isaka—, al respecto del asesino de princesas y una posible vinculación con los Akatsuki, sé que es solo un rumor que ha sido esparcido pero... Me interesa. 

—¿Un espía Uzumaki interesado en este tema? —Joe sonrió de lado—. No veo por qué.

—Oí que Kaguya está reclutando personas —dijo el de cabellos cobrizos, mientras se erguía en el asiento—, un hombre como el Kira no Hime es un aliado poderoso, como lo es también el hombre salamandra, y la mafia extranjera que usted trae aquí. 

—Parece un hombre muy bien informado —Joe le vio interesado. 

—Bueno, tengo mis contactos —sonrió de lado—, conozco una debilidad de los Uchiha, de un Uchiha en especial, que nadie podría haber previsto antes. Especialmente Kaguya. 

—¿Y qué podría ser?

El hombre sonrió de medio lado y se hizo hacia adelante.

Un doncel, para ser más especificos.


—Son Jirobo y Tayuya —informó Karin a través del auricular, haciendo que Suigetsu le diera una mirada de reojo a Sasuke, burlona por demás—. Aparentemente Sakon y Ukon se encuentran con Shion. 

—Ya veo —Sasuke se quedó en silendio—, bueno. ¿Alguien más, Karin?

—Puedo ver a Yahiko protegiendo una celda —comentó. Ella era la médico y hacker del equipo, su misión básicamente no era pelear aunque entraría en acción de ser necesario, pero su función real era dar apoyo. Se mantenía en una camioneta de comunicaciones vigilando todo desde sus computadoras—, averiguaré quién está ahí. 

—Sí —Sasuke le echó un vistazo a la residencia—, al menos tienen buen gusto.

—Tayuya —volvió a burlarse Suigetsu, y Sasuke le vio de reojo. 

—Por un demonio, Sui, cállate —rodó los ojos, y miró en silencio el resto de la edificación. No sería muy difícil para ellos entrar, claramente—. ¿Tienen las capas?

—Sasuke, ¿me repites por qué es una buena opción infiltrarnos en los Akatsuki? —repitió Karin, mientras soltaba un suspiro—. Sí, ya están las capas.

—Es la única forma en que podemos entrar —comentó—, bueno, sin lastimar tantas personas. 

—Tu cuñado literalmente mandó a volar toda una residencia Otsutsuki. ¿Por qué no hacemos eso con el resto y ya? —Suigetsu propuso, ganándose una mirada aburrida de Sasuke—. Es broma, viejo. 

—Cállate —chasqueó la lengua—, la respuesta es bastante sencilla. Se llama sentido común.

—Acabas de decir que mi hermano está loco —se burló Karin desde el otro lado de la línea.

Sasuke se giró a ver al pelinaranja que se mantenía atento y callado, como siempre. 

—Juugo —lo llamó, y éste se giró a verlo—, por favor, quítame estos tontos de encima y dime qué tienes un plan para esto. 

Juugo asintió. 

Bien, al menos alguien todavía servía. 

—Señora Terumi, solo creo que la solución aquí es bastante obvia —la peliblanca sonrió de medio lado—. La única solución viable es extinguir a los Uchiha. Piénselo bien. 

—¿Extinguir a los Uchiha? —Nono le miró como si no pudiera creerlo—. Eso es imposible. 

—No lo es —Shion sonrió—. Sé que los Uchiha parecen ser invencibles, pero hay que tener en cuenta que ya no son tan poderosos como lo eran muchisimos años atrás. Especialmente desde que Sasuke Uchiha se volvió a casar con ese doncel Namikaze. 

La castaña alzó una ceja. 

—¿Qué tiene que ver su segundo matrimonio en el juego? Tengo entendido que renovaron votos solamente —la castaña se encogió de hombros—, no le veo realmente mucho problema. En todo caso, estoy consciente que ustedes tienen a Nagato Uzumaki secuestrado. 

—Y nadie sabe ello —comentó Nono, acomodándose las gafas—. ¿Cuánto tiempo cree que podrán ocultarlo? A este momento de la vida, Kushina Uzumaki ya debe haber intentado tomar revancha por su hermano. 

—Kushina es una anciana, casi como ustedes, señoras —la mujer sonrió de lado—. No dudo de vuestro poder, pero mi gente está más que capacitada para hacerle frente a la pobre mujer. 

—De pobre no tengo nada, Shion. 

Las mujeres abrieron los ojos y se giraron a ver a la mujer pelirroja que estaba parada detrás de ellas con los ojos brillando. El vestido de lentejuelas rojas con destellos blancos que llevaba puesto solo desviaba la atención de aquella katana en su mano. 

—¿Ku...Kushina? 

—Oh, tú también estás aquí —vio con el ceño fruncido a Mei, fingiendo no saber de su presencia y luego sus ojos fueron hacia la Yakushi, sorprendiéndose de verla pero dejándolo pasar—. ¿Y bien? Me siento como Maléfica, llegando sin ser invitada-ttebane.

—¿Cómo es que...? —Shion frunció el ceño y tomó su teléfono, marcando enseguida a los inútiles del sonido. 

—No trates de persuadirlos de venir-ttebane, están ocupados —sonrió—. Ahora, señoras. ¿Qué les parezco si me uno a la fiesta? —desenfundó su katana y les dedicó una mirada tierna.

Parecía que lo correcto sería huir del habanero rojo.


—Ukon —Sakon vio con sorpresa como aquel hombre hería a su hermano gemelo, tras una pelea casi igualada de al menos quince minutos. Kimimaru estaba peleando con un doncel de cabellos castaños que no parecía rendirse.

—Uh, no te acerques —Kakashi se puso frente a su gemelo y le colocó un cuchillo en el cuello—. Contigo no seré tan paciente. 

Sakon le vio de reojo. 

—¿Recuerdas a mi querido estudiante? —le dijo el peliplata con cinismo—. ¿Te suena Sasuke Uchiha?

Sakon abrió grande los ojos. 

—Veo que lo recuerdas —sus ojos negros se giraron hacia donde su esposo acababa de ser lanzado al suelo, con la moña que recogía su cabello en el suelo destrozada, frunció el ceño.

El de cabellos grises aprovechó esta distracción para golpearlo y empujarlo lejos de su cuello, Kakashi entonces fue regañado por la mirada de Iruka y miró a Sakon en silencio, poniéndose en posición de defensa, mientras tanto, Iruka se levantó y sin recoger su cabello, arremetió contra el peliblanco. 

—Eres ágil —comentó Kimimaru. 

—Gracias —sonrió falsamente antes de acertar un golpe en su rostro—. Ups. ¿Te dolió? 

—Maldito —gruñó el peliblanco y le devolvió el golpe—, ¿sabes por qué me dicen el doctor de los huesos

—Porque estás esquelético —Iruka se alzó de hombros, inocentemente, mientras lo golpeaba en el mentón. Kimimaru frunció el ceño y alcanzó su pierna con sus manos—. ¿Qué? ¿Acaso herí las susceptibilidades de un anoréxico?

Recibió un golpe en la pierna que hizo que soltara un quejido y le mirara fijamente. 

—¿Nunca te han dicho que está mal golpear a un doncel? ¡Yo te enseñaré modales! Hmp.


—Es Nagato —dijo Karin, sorprendida, mientras se encontraba con los demás en el callejón donde se cambiarían—. Yahiko está protegiendo una celda donde tienen a nuestro tío. 

—Un giro inesperado —comentó Suigetsu, haciendo una mueca—. ¿Cuántos más hay ahí?

—Sé que Hannya está en el recinto —agregó, y miró en silencio a Sasuke mientras le entregaba su capa—. ¿Qué haremos?

Sasuke miró en silencio la capa de los Akatsuki

—No queda otra manera —los miró en silencio un momento, mientras se colocaba la capa—. Debemos luchar, sacar a Nagato y desaparecer las evidencias. 

—¡Sasuke-kun! Acaso —Karin se acomodó las gafas—. ¿Acaso dices que los matem-?

—No les pediré nada —Sasuke se giró y buscó a kusanagi con la mirada en el callejón, tomándola en silencio. Hacía mucho tiempo que no la usaba—, pero si eso es necesario, sí, mataré a quien sea con tal de proteger a mi familia y mientras esa plaga siga existiendo, jamás tendremos paz. 

Juugo se acercó a Sasuke. 

—Cuenta conmigo —le dijo—, como en los viejos tiempos. 

Sasuke le sonrió y asintió, mientras escondía a kusanagi bajo la capa. Suigetsu y Karin se miraron de reojo antes de suspirar, y asentir. 

Harían lo que fuera por su familia.


—No sé que estés haciendo, pero lo que sea, debes parar de hacerlo —dijo Neji, parándose firme frente a aquel doncel de cabellos negros y mascára—. ¿Me oyes? 

Haku miró en silencio a su padre, con sorpresa de verlo frente a él. 

—No tengo intenciones de luchar —prosiguió Neji—, sólo quiero... hablar. 

—Lo lamento —dijo Haku y volteando a mirar a otra parte, lanzó una aguja contra el Hyuuga.

No vio, por ende, la cara de dolor que se reflejó en su rostro y cómo cayó al suelo en el momento en que el veneno intoxicó su cuerpo. Sólo se giró hacia él luego de un rato y suspirando, extrajo de su bolso el antídoto, poniéndolo en las manos de su padre. Besó su frente y tomó su teléfono, llamando al número de emergencias. 

Usted se ha comunicado con el centro de comunicaciones de las autoridades. ¿Cuál es su emergencia? 

—Uh... Hola, hace un momento un hombre atacó a un señor en la calle —dio las indicaciones y miró, el callejón no tenía cámaras y no había nadie que pudiera ser testigo además de los dos implicados—, y luego huyó. Parece que está herido, por favor, vengan pronto.

—Muy bien, enseguida una patrulla se acercará. Por favor, espere pacientemente —colgaron. 

Haku hizo una mueca y luego desapareció por el lado contrario del callejón. 

Lo siento, papá.


—Parece que tus aliadas son muy cobardes —comentó Kushina, escupiendo sangre mientras miraba a Shion fijamente y sonreía de lado—. Al menos, tu sí te quedaste a pelear.

—Me honra su cumplido, señora Uzumaki, pero no tengo más tiempo que perder —comentó, mientras tomaba la katana de la pelirroja. Para ser una anciana le había dado pelea a tres de las mejores y más adiestradas asesinas, incluyéndose, y aún así no parecía muy lastimada—. Voy a acabar con esto tan pronto que no sentirás dolor, nunca más, Kushina-san.

Kushina solo rió. 

—Suenas tan... compasiva. Casi puedo recordar tu rostro de joven, y aquella mirada de maldad que sólo Sakura lograba mostrar —la miró a los ojos, mientras se ponía de pie—. ¿Sasuke será detector de locas como tú?

—Su hijo también está loco. 

—Te equivocas —Kushina sonrió, lamiéndose el labio roto—. Mi hijo fue el único de todos los personajes cercanos a Sasuke que consiguió lo que tú más anhelabas, su amor y devoción. Y lo lamento, Shion, jamás podrás ver eso.

—No esté tan segura —escupió a un lado, sin dejar de apuntarla con la katana—, un día Sasuke Uchiha correrá a mis pies a rogarme que le perdone la vida a ese estúpido doncel que tiene por hijo y aceptará todo lo que yo le exija —aseguró la peliblanca con sus ojos violetas decididos.

—Qué así sea entonces —Kushina cerró los ojos. 

Para Shion esto fue una especie de rendición que le tomó por sorpresa pero aun así sonrió, levantando la espada para lograr cortar su cabeza de una vez por todas y acabar la vida de la única mujer que le robaba el título a la más peligrosa de Japón.


—Parece que estás bastante mal entrenada —Iruka ingresó en el salón, y miró en silencio a Shion, ésta volteó a ver y entonces sintió como una bala rozaba su hombro y la otra atinaba justo bajo sus pechos—. No queremos matarte.

—¿Qué? —Shion se tocó enseguida el lugar donde comenzó a brotar sangre y soltó la katana.

—Lástima que sea así, hubiera disfrutado llenar mis manos de tu asquerosa y sucia sangre —Kushina tomó la katana y miró en silencio a Shion—. En serio-ttebane, consíguete una muerte más digna, Shion. A este paso... acabarás en un río por ahí. 

Kakashi observó en silencio aquella habitación, la mesa del té destruida como la vajilla y lo demás regado por el suelo, las muestras de pelea por todo el lugar e incluso uno que otros rasguños en los brazos de Kushina.

—Muy bien —hizo una mueca mientras veía a Kakashi prender un cigarrillo y botarlo sobre el suelo aún encendido—, disfruta saliendo de aquí, Shion.

—Un pent-house es una muy mala elección si lo que quieres es huir por una ventana —agregó Iruka, antes de salir junto a su esposo y su madre adoptiva. En el pasillo lograron ver a Kimimaru malherido, y los cádaveres de Sakon y Ukon—. Una lástima —Kakashi chasqueó la lengua. 

—Karin, cariño, ya puedes activar de nuevo las cámaras —dijo Kushina, por el auricular. 

—Está bien —aceptó la otra pelirroja, del otro lado, haciendo un par de clic en algunas cosas. Hizo una mueca cuando la imagen se descongeló y pudo ver aquella escena—. ¿Sasuke-kun?


—¿Sí?

—Juugo y Jirobo se encontraron, a unos metros de ti —informó. Apenas habían logrado intervenir en aquella residencia, ella y Suigetsu se habían separado de los otros dos para encontrar un lugar donde ella pudiera hacer de las suyas, y Suigetsu estaba afuera haciendo de guardia—. Ten cuidado, no logro encontrar a Tayuya. 

—No hará falta —Sasuke chasqueó la lengua cuando la vio frente a él—, ya la encontré.

—Vaya, vaya, vaya. Sasuke Uchiha —Tayuya se quedó en silencio mirando al hombre frente a ella, luego de pasear su lengua descaradamente por su labio y mirarle divertida. Su cabello rosado y aquellos ojos negros le dieron a Sasuke una idea de que tendría que pelear, especialmente cuando la mujer sacó su flauta—. Cuánto tiempo. 

—Tayuya —hizo un semi asentimiento con el mentón.

—Recuerdas mi nombre —chilló ella, fingiendo estar emocionada—. Sorprendente para alguien con tan mala memoria como tú, chico. Dime, dime, ¿cómo está Orochimaru-sama, eh?

—Mejor desde que conoció mejores personas —agregó Sasuke, mientras desenfundaba a kusanagi—. Hagamos esto rápido. ¿Quieres? No estoy de humor para mujeres. 

—Te escuché —dijeron Karin y Kushina al mismo tiempo. 

Sasuke sonrió de medio lado mientras la pelirosa frente a él hacía una mueca. 

—¿Seguro que no quieres jugar un rato más... antes de pasar a la verdadera acción? Me decepcionas, la última vez no me pude divertir contigo —un brillo picarón relució en sus ojos.

Sasuke hizo uso de aquella distracción de su parte para acercarse y atajarla con la katana a un lado. Tayuya se paralizó ante la sorpresa.

—Mi esposo espera en casa —anunció—, no tengo intenciones de divertirme de más.

Tayuya apretó la mandíbula.

Eso ya lo veremos.


—¿Fue Konan? —Yahiko apretó un puño. 

Nagato bajó la mirada enseguida. 

—Sí. Ella ha estado... vendiéndome. 

Yahiko asintió mientras mordía su lengua para evitar decir algo que pudiera ponerlo en evidencia. Sabía que su esposa había cambiado mucho, se había vuelto fría y por un momento creyó que había vuelto a ser ella cuando ocurrió lo de Boruto, pero no. Luego de que Hinata muriera y quedaran desolados de nuevo, sirviendo a un amo que no les importaba su vida.

—Bien —no quería insultarla—, es una hija de perra —en serio no quería. 

Nagato levantó la mirada. 

—Pero ya está siendo castigada por otros problemas que ha causado —agregó—, así que no diré nada. Sé que no me corresponde decir esto pero lamento que ella te haya hecho eso. 

—Como si pudiera creerte algo —se burló el pelirrojo.

—Oh, vamos, abuelo. 

—Tú estás igual de anciano, imbécil —pujó Nagato, frunciendo el ceño. 

Ambos escucharon un golpe entonces que hizo que voltearan a ver. Jirobo había sido derrotado por Juugo cuando lo tiró escaleras abajo en un pozo sin fin como lo eran aquellos calabozos. Yahiko de inmediato se puso a la defensiva, sintiéndose confundido ante las capas de Akatsuki. Aun así, no dudó en intentar sacar su arma. 

—Quieto, imbécil —Una katana se puso en su cuello, haciendo que levantara las manos y mirara por encima de su hombro al hombre que le había hablado con tanta familiaridad. Sasuke Uchiha.

El Uchiha le miró fríamente. 

—Por fin te tengo cara a cara, podría matarte —mencionó, abrazando la tentación. 

—Sasuke —Nagato lo llamó, saliendo de su estupor—. Las llaves, él tiene las llaves. 

—Oh, parece que aún sirves —Sasuke apartó levemente su katana—. Ábrele, ahora.

—¿Por qué crees que te haré caso?

Sasuke hincó la katana sobre el hombro de Yahiko sin miramientos, haciendo que éste se retorciera del dolor mientras lo miraba fijamente  alos ojos. Aquel hombre fue el que tocó a su Naruto, a su esposo, y nunca se lo perdonaría.

 —Porque aunque ellos me detengan —los ojos de Sasuke brillaron—, te mataré.

Yahiko retrocedió.

Algo le decía que lo decía muy en serio.


—Has vuelto pronto —el doncel de ojos azules vio con sorpresa a Shikadai. 

—He venido apenas me he entereado. Lo lamento, cariño pero tengo razones suficientes para creer que alguien intentará matarte —comentó, y el doncel se tensó enseguida mirándolo con temor—. Ya saben de nuestra conexión, y del bebé.

—Imposible —soltó un chillido—. ¿Quién podría haberles dicho algo? 

Un pelirrojo entró en el lugar con una sonrisa de medio lado.

—Yo, por supuesto. 

Shikadai se giró enseguida y ambos vieron con sorpresa al hombre frente a ellos. 



—Princesa —Natsu se acercó a Hannya.

—Natsu. ¿Qué pasa? —se giró a verle, haciendo que la peliverde suspirara ante aquel vendaje.

—Le traje un té para que se sienta mejor —le dijo la Hyuuga mayor con una sonrisa—. ¿Le duele?

—No —negó—, un poco a veces, pero va y viene. Fue un golpe a distancia, tuve suerte.

—Sí, así es —asintió Natsu, sentándose a su lado—. ¿Segura que se encuentra bien, princesa?

—Ese chico... Boruto, dijo algo realmente feo de Hinata Hyuuga —comentó la pelinegra, mirando en silencio a ningún sitio en especial, haciendo que Natsu abriera la boca, aunque antes de poder responder, su mirada fue interceptada por los ojos perlas—. ¿Qué le hizo Hinata para que fuera de esa forma?

—Ella... es su madre biológica... técnicamente hablando —comentó—, no estoy muy segura pero creo que su obsesión llegó a tal punto que robó un óvulo fecundado de ambos personajes y se lo implantó. Dio a luz a ese chico, por eso Kaguya lo quiere de vuelta.

—Sí, entiendo.

Natsu miró en silencio a la mujer. 

—¿Segura que se encuentra bien, princesa-sama?

—Sí —afirmó—, puedes retirarte, Natsu. Quiero estar a solas un rato. 

—Muy bien —Natsu hizo una reverencia y se apartó del lugar, para salir del cuarto de Hannya, chocando entonces con un rostro burlón y unos ojos perla—. ¿Qué es lo que quieres ahora, Ren?

—¿Yo? —se hizo el desentendido, poniendo una mano sobre su pecho—, me ofendes, Natsu. Sólo venía pasando, vengo de casa de Roseone. 

—¿Has averiguado algo?

—Aparentemente todo está bajo control, pero Boruto no ha vuelto a su casa —murmuró, y miró hacia el pasillo—. ¿Cómo se encuentra Hannya? Vi que su herida es bastante fea. ¿Sabes? Quizá sea para mejor. 

—Se ha estado exponiendo mucho —murmuró—. ¿Qué has oído?

—Oí que Neji Hyuuga está buscando a Haku. 

—¿En serio? —lo miró sorprendida—. ¿Y a qué se deberá este arrebato del líder de los Hyuuga?

—Creí que tú podríamos decirlo, después de todo eras muy cercano a los tres —sonrió de medio lado—, claro que no se pasa que eras la doncella de Hanabi-san, no de Hinata o Neji. 

—Así es —afirmó, pensativa—, veré que puedo averiguar. 

—Perfecto —Ren sonrió.

Será la carnada perfecta.

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