Capítulo 5; Akatsuki I.
—Ya deberías saberlo —la rubia decidió entonces dejarse caer suavemente en el piso y cerrar los ojos. Maldición, estaba cansada de haber tenido que ayudar a Sasuke y además... con una herida de bala. Joder.
Naruto entró en pánico.
.
.
.
La organización que yace desmantelada, sus líderes muertos o encerrados tras la cárcel, contaba con un par de personas que lastimosamente no fueron capturadas y ahora, buscan ayudar a reconstruir su fundación a base de sangre y sudor, pero sobre todo sangre.
.
.
El origen de los Akatsuki fue bastante sencillo. Principalmente en sus comienzos eran una organización que buscaba acabar con la tiranía y la opresión a través de medios pacíficos, pero que pronto cambiaría sus métodos hasta volverse una organización criminal constituida por varios asesinos a sangre fría, torturadores con experiencia, y por supuesto, una líder sádica.
Fundada por Robert Shimura bajo sus propios ideales, esta organización era temida por todo el mundo debido a sus tremendos poderes monetarios y a la naturaleza despiadada de sus integrantes.
—Akatsuki —miró a los otros siete con una sonrisa de medio lado—, parece que hay una banda criminal causando terror a familias inocentes en una aldea próxima al país del fuego.
—¿Qué es lo que quieres que hagamos, Alpha? —Inquirió Zabuza, blandiendo su espada con una sonrisa tétrica. De todos los participantes originales, él era el único que había nacido en la yakuza, no conocía nada más que ésto, y gracias a Robert ahora iba por un bien común.
—Atacarán a las 4 cuando pasen por el puente Hua Li, los emboscarán y torturarán como ellos le hicieron a las aldeas vecinas al paso y entonces, tiraréis los cádaveres y el auto directo al mar. Zabuza, Zetsu y Dabutsu pueden con esto solos —miró al resto—, ustedes vendrán conmigo. Tengo un asunto pendiente con Danzo Shimura.
Robert Shimura era un líder revolucionario de la yakuza, estuvo durante mucho tiempo dentro. Su equipo liderado por él consistía de siete personas, ocho contándose, a las que les hacía llamarse Akatsuki, y ellos buscaban reformar el mundo de la forma que fuera, literalmente. Entre esas personas estaban personas como Zabuza, Kyusuke, Zetsu, Shin, Daibutsu, Kie y alguien que no quería ni siquiera mencionar en su memoria, esta persona se llamaba Kaguya Otsusuki, su ex novia de aquel tiempo.
—Kaguya, por favor, debes parar —decía él. Cuando Robert decidió que era hora de sentar cabeza junto a Mebuki Haruno, la mujer de la que se había enamorado durante una de sus misiones, la peliblanca no estuvo de acuerdo—. No puedes simplemente intentar matarla.
—¿Y quién me lo va a impedir? —pregunto la ojiperla, mirándole ceñuda—. ¿Tú?
—Maldición, Kaguya, no me hagas esto —Robert se jaló los cabellos mientras le miraba—. ¿Qué me dices de Tenji? Tú tienes hijos a los que debes proteger.
La peliblanca solo se había ido sin dar marcha atrás, para no volver jamás, pero aquello solo había hecho el Shimura temiera más. Desde entonces estuvo bastante renuente a cada misión que se presentaba, trataba de nunca dejar sola a su esposa y luego a sus dos pequeñas hijas.
Al menos hasta que aquella noche fue inevitable dejarlas, pero ya estaba cansado, creyó entonces que si le daban por muerto, Kaguya dejaría en paz a su familia y todos podrían vivir una vida tranquila. Danzo, su padre, se encargaría de su esposa y nietas... Después de todo, fue él quien insistió a última cuenta que ella era la mujer para él. No supo cual de las dos era más loca, quizá Kaguya por el peligro que acarreaba. Mebuki, cuando la conoció y hasta donde sabía cuando murió al menos tenía piedad.
—Danzo-sama.
—Mebuki —el anciano sonrió complacido a la mujer hermosa que tenía por nuera, la cual se mantuvo en una reverencia—. ¿Qué te trae por aquí? Creí que estabas con mis nietas, Mei y Sakura.
La mujer le miró con hastío mal disimulado y se incorporó, parándose y mirando a la ventana.
—Me temo que tengo malas noticias —dijo—, Hizashi se ha estado comportando muy mal últimamente. Mei me causa problemas y he tenido que encerrarla, además... Sakura ha quedado embarazada, y me temo que ya no nos servirá más.
El anciano alzó las cejas sorprendido.
—¿Roseone?
—Sí, señor.
—Vaya, pues es una pena. ¿Sabes de quién es la cría? —Mebuki negó—. Supongo que le has echado de vuestra casa. ¿Quieres que la acobije o...?
—No es eso —negó, oscureciendo la mirada—. Disuelva mi matrimonio con Hizashi Haruno.
—La única forma de disolver un contrato como ese, mi querida Mebuki —se asió a la silla y sacó de un cajón un frasco con una sustancia verde—. Será que lo hagas con vuestras propias manos.
Mebuki sonrió de medio lado.
—Maestro..., no esperaba menos de usted.
Durante su revuelta, Akatsuki fue retomada por Yahiko y Konan, dos esposos que pasaron por muchas cosas, junto a sus compañeros Zabuza y Zetsu, quienes buscaban encontrar la paz sin llegar a utilizar la violencia y llegando a acuerdos pacíficos con los invasores. Nuevamente Danzo había hecho de las suyas y les había dado falsas esperanzas de que eso era lo que harían.
—Te ves mal —comentó cuando conoció a Yahiko—, creí que tu mentor estaría con ustedes toda la vida y eso. Mírate, Konan, vienes como perro arrastrándote hacia mí —miró a Yahiko—. Y tú, ¿acaso no habías afirmado que la familia Namikaze te protegía? ¿Qué cambió?
Konan tensó la mandíbula y miró a su novio. Lo ocurrido, cuando entró a aquel cuarto donde le daba clases a Naruto Namikaze, y al ver a su novio acorralándolo... El dolor de saberse traicionada, la amargura de ver a aquel doncel lleno de temor y sorpresa al verla, era culpable también de haber provocado a Yahiko, y ella no se había contenido en intentar matarlo con lo que encontrara. Sin embargo, y como era de esperarse, Iruka Umino se había entrometido. Al final, Iruka había terminado con una fea cicatriz en su cara y ella con una orden de restricción, y una herida en sus costillas de la que aún se estaba recuperando.
La había salvado, quizá, actuar bajo la ira y no tener un solo reporte anterior en su expediente.
—Yahiko perdió la confianza de nuestro mentor, Jiraiya ya no nos permite su cariño —dijo, y entonces bajó la mirada—, ni siquiera nuestro ex compañero Nagato se atreve a vernos a los ojos ahora. Para ellos... estamos muertos ahora.
La mención del doncel Uzumaki le hizo tensar, Yahiko apretó los labios.
—¿Es por eso que habéis venido? —inquirió. Konan asintió mirando al diablo.
—Oímos que estás recolectando personas para Akatsuki —comentó ella entonces, con una sonrisa de medio lado mientras veía a Yahiko—. Estamos dispuestos a ayudar.
La aldea donde operaba Akatsuki era frecuentemente atacada por varios policías debido a que se encontraba localizada entre tres de las cinco ciudades más importantes del país del fuego. Así mismo, Akatsuki fue formada con la intención de apoyar el pensamiento que poseía Alpha, líder absoluto de Akatsuki, acerca de un mundo lleno de armonía.
—Hola, equipo —Yahiko se paró en frente de las caras que veía, luego de unos cuantos años de ejercer su liderazgo. Había nuevos rostros que ciertamente eran interesantes.
Zabuza, el espadachín de la niebla, se había retirado con el deceso de Robert Shimura, como lo habían hecho Kie, Daibutsu, Zetsu que comenzó a trabajar para Madara Uchiha y Shin Uchiha quien después de que las cosas se tornarán en contra de su familia gracias al odio de Kaguya por los Namikaze decidió perderse del mapa de los Akatsuki. Kyusuke siguió fiel a sus principios.
—Tanuki —respondió Itachi Uchiha mirándolo en silencio, mientras giraba el anillo que los reconocía como parte de Akatsuki. Un hombre soberbio para los otros, no cabía duda.
—Dos Uchiha en un mismo grupo —comentó Konan, mientras miraba a Shisui con una sonrisa sádica—. Parecéis bastante tranquilos aunque podrías ser considerados... infieles.
—Pruébeme —murmuró Itachi sin una pizca de remordimiento. La peliazul le miró en silencio.
Yahiko sonrió de medio lado.
—Mátalo —Konan señaló a un joven doncel que también iba a entrar, Itachi le miró con aburrimiento antes de acercar lentamente su mano hacia la pistola que había en la mesa, justo a un lado donde él estaba recostado en la silla—. Ahora.
Se escucharon entonces tres disparos que pusieron a todos alerta, incluso a Shisui, e hicieron que miraran al joven doncel. Dos en el pecho y uno a la cabeza, Yahiko se acercó al Uchiha.
—Veo en tus ojos que matar no es nuevo para ti —susurró, mirándolo directamente a los ojos. Las fosas negras del Uchiha y aquellas ojeras le daban un aspecto tétrico, su capa cubría todo su cuello y tenía el cabello recogido en una coleta baja que le daba un tono más serio todavía—, pero percibo una debilidad en tus ojos... que no me gusta para nada.
—¿Quieres un duelo? Podría matarte en menos de un minuto, ni siquiera alcanzarías a parpadear —le retó Itachi. Éste cuando fue entrenado en su división le enseñaron perfectamente como debía pasar desapercibido en los Akatsuki, y claro si no cumplía con ello, sabía que si era descubierto... éstos matarían no solo a su familia, sino también a su doncel y jamás se lo perdonaría. Además... sabía bien quien y qué había hecho aquel criminal, no desaprovecharía la oportunidad que le tendían en bandeja de plata.
Nadie lastimaba a su familia.
—Me agrada —admitió Yahiko luego de un minuto mirándose ferozmente y sonrió—. Tú serás el compañero de Kakuzu, ambos son muy soberbios, estoy seguro de que os llevaréis bien.
Ahora que un nuevo Alpha se regía en las marañas de Akatsuki, y pocos de los originales se habían quedado tras el deceso del anterior Alpha -confirmados solo Kyusuke-. Minato le informó a Robert también de Kisame y su ahora muerto doncel, cosa que le sorprendió. Le habló de una tal mujer con la mascára Hannya, de Okame (Konan) y Tanuki (Yahiko), quienes eran los favoritos tanto de Haruno y Alpha.
—Los traidores no son bienvenidos aquí —dijo Yahiko, mirando tras la mascára a Itachi. Éste lo miró con aburrimiento nuevamente—. Pero eso no te importa, ¿verdad? Veremos si ahora sí.
Cuando le enseñaron las fotografías de Deidara... Oh, acababan de desatar la furia de Itachi.
—Oh, y aquel antro era de los Akatsuki, lo que me recuerda —sacó la carpeta que Sakura no paraba de ver y la lanzó contra la cama. Sakura la tomó con mucho cuidado y la abrió, lo primero que apareció fue una fotografía vieja de su madre junto a lo que parecía ser una copia de un expediente—. Mebuki Haruno, o debo decir, Mebuki Fujimoto... Ex esposa de Robert Shimura, yakuza y ex alpha de Akatsuki.
Sakura levantó la mirada sorprendida.
—Tu madre asesinó a Hizashi Haruno, eso... es uno de sus veinte delitos —aclaró. La pelirosa cambió de página y él, que había memorizado el orden, sonrió—. Robert Shimura, ex alpha de la división de la yakuza Akatsuki, y ahora...
El nombre del grupo es Akatsuki, son una banda de asesinos y torturadores a sueldo, se encargaban al principio de bandidos, ahora... cualquiera que pueda pagarlos se vuelve su jefe temporal. Se convirtieron en mercernarios. Les dicen qué hacer, cómo hacerlo y ellos cumplen la orden a como dé lugar.
—Pareces muy segura de que puedes con esa misión sola, Okame, pero... Yo tengo a alguien —dijo Danzo, mientras estiraba su mano para que apareciera por ella una mujer de cabellos negros largos con una máscara Hannya—. Ella es mi favorita, Hannya, di hola.
La pelinegra solo afirmó con la cabeza a modo de saludo.
—Así que tú eres ella —dijo Konan.
La mujer de cabellos azules y mascára de Okame, Konan, el ángel protector. Ella dirigía la organización junto a su esposo Yahiko, el huérfano de la lluvia, tiene el cabello naranja y su mascára es la del Tanuki, un tejón marrón.
—Hannya es una mujer de pocas palabras —comentó Danzo entonces—, va más a la acción. Por eso es mi favorita, asegurate de que no les pase nada y que completen la misión completamente. Y Konan...
—¿Sí? —se detuvo a unos pasos de salir.
—No quiero errores —concluyó, viendo como ellas hacían una reverencia para luego salir.
A parte de ellos casi nunca usaban el mismo equipo para sus ataques, siempre son de a dos personas o tres cuando Konan decidía aparecer. Después de todo, la ocupación de Konan, y la razón de su mascára Okame, es que ella se mantenía como observadora, sin intervenir.
—Así que sigues viva —Sakura miró de arriba abajo a Mei, con desagrado. La castaña solo sonrió de lado—. No me lo esperaba, a decir verdad creí que morirías pero mírate... Una pobre alma.
—Por desgracia, Sakura, tú sigues viva —comentó su hermana menor—, pero descuida, he oído que no será por mucho. ¿Te gusta mucho esa peluca rosada? Recuerdo cuando solíamos ser gemelas, pero ya casi no tienes cabello. ¿Verdad?
Sakura se acercó para golpearla pero la chica no se veía para nada asustada de ella.
—Tu final y el de todos ustedes, Sakura, llegará cuando el último cabello rosado caiga —comentó, mientras le tocaba la peluca. La ojiverde le observó con furia—. ¿Debo volver a tinturarmelo antes de ver a Sasuke?
—Ni se te ocurra acercarte a mi prometido —escupió Sakura, antes de caminar lejos de ahí. Mei solo sonrió de medio lado. Ni quien la viera.
Mei le habló a Sasuke sobre los Akatsuki, su origen y la razón por la que nunca pudieran dar con ellos pese a tener infiltrados entre ellos, sobre Sakura y el por qué de su odio por Naruto, los ataques a ambas familias -tanto Namikaze como Uchihas y sus cercanos-, el dolor, la vida, el odio que había cargado todo ese tiempo, su adicción por el alcohol, el por qué se había vuelto alcohólico realmente... y finalmente, de lo que estuvo esperando desde que ingresó en aquella sala. La razón de su aparente muy cercano deceso. Mei lo dijo todo, develó finalmente la verdad y apenas terminó, hizo clic en la grabadora para finalizar la grabación y mirar a Sasuke con una pequeña mueca de disculpas.
Al parecer la Haruno se le había adelantado, le había jugado sucio al mandar a la propia Hannya a su encuentro, para asesinarla. Ahí estaba aquella mujer pelinegra con la mascára mirándola.
—¿Así me vas a pagar, Hina-chan? Si no fuera por mí, tú no tendrías a Boruto —le dijo Mei, con tranquilidad. Había sido su as bajo la manga, con ello había perpetuado su vida todos esos años. Esperaba que si algún día Naruto se enterara de su colaboración, supiera entenderla, porque ella no había pensado en nada malo.
—Voy a perdonarte la vida —susurró la chica, acercándose a ella—, parcialmente. Tarde o temprano morirás —la miró con aquellos ojos perla perdidos en la demencia—. Y entonces rogaré a Kami que sea bueno contigo —le sonrió con toda la inocencia que Hinata podría tener.
—Algún día, tu alter ego, Hannya, no podrá. Y se descubrirá quien eres en realidad —susurró, cuando sintió el peor dolor que jamás había sentido.
Aunque... quizá no contó con que ésta le debía un gran favor que le pagó con sus últimos minutos de vida en un hospital donde harían lo posible.
—Está enferma, da igual... Es broma, no es eso lo que quiero —denegó al momento—, necesito que hables con ella. ¿Estás dispuesto a volver a Akatsuki, Shikamaru?
—¿Lo estás tú? —preguntó Shikamaru, frunciendo el ceño. Cuando había participado en Akatsuki, cuando Shisui estuvo fuera de combate, se había ganado la confianza de Danzo, pero una vez que se descubrió que era un policía, había estado de suerte por evadir la muerte.
—Yo tengo a Dei con vida, a Daisuke y a Haru... no puedo simplemente arriesgarlo todo porque sí. Sasuke me descubriría enseguida y... Tú sabes —Shikamaru miró al cielo, como le gustaría ser una nube en ese momento—. No te estoy pidiendo lo imposible, Shikamaru. Si no quieres, yo...
Los Akatsuki, como habían descubierto personalmente, iban detrás de familias en común. Entre ellas los Uchiha, los Namikaze y los Uzumaki. Quien fuera que estaba detrás de aquello, los odiaba. Esto era claramente culpa de Kaguya, aunque esta manejaba a diestra y siniestra a Danzo cual marioneta, y éste a Yahiko, era toda una cadena.
—Así que Kaguya —susurró mirando en silencio a Minato—. Tanto tiempo...
Robert miró aquella carpeta en silencio, era la carpeta en la que supuestamente estaban todas las pruebas que podrían deshacerse de Akatsuki de una vez por todas. Él no entendía mucho todo lo que estaba sucediendo pero no podía creer que lo que alguna vez fue su salvación, se había convertido en el martirio de tres familias como la Senju, la Uchiha y los Namikaze.
—¿Sabes dónde está ella?
—Ella es un rompecabezas... Uno peor del que Akatsuki resultaba ser.
Por suerte, había terminado aquella pesadilla, relativamente hablando, se había acabado cuando Danzo y Hinata murieron junto con Sakura. También se habían capturado a Hoshigaki Kisame, Shimura Tomura, Tenshi Konan, Yahiko, Kyusuke, y... Haruno Mebuki. En este momento estaban buscando al resto de Akatsukis.
—Sai.
—Tomura —replicó éste viéndolo en silencio—. ¿Cómo se siente la cárcel ahora?
—Es aburrida —comentó el joven con una sonrisa de lado—, me ha sorprendido que vengas a verme, hermanito. ¿No estabas muy enojado por el sufrimiento que les hice pasar a tus queridos amigos? Al bastardo Uchiha y la princesa Namikaze.
Sai apretó la mandíbula.
—Quiero respuestas, y las quiero ahora —refutó.
Por desgracia también se habían abierto nuevas puertas, ahora Kaguya se sentaba en aquel escritorio que le pertenecía a Danzo y a su ex amante Robert, chasqueó entonces la lengua, cuando miró a la nueva Akatsuki. Sus ojos repararon en Zetsu y en Madara Uchiha.
—Te habías tardado en venir —comentó la peliblanca viendo a Madara, éste dirigió su vista hacia el que ahora poseía la mascára naranja de Danzo, "Tobi".
—Zetsu y yo teníamos cosas qué hacer, Kaguya.
Ella alzó una ceja.
—¿Durante tantos años?
Madara simplemente se encogió de hombros.
—Hiciste que mi pequeño Tobi estuviera en cama durante un tiempo, es mi mejor carta —dijo, mirando a Kaguya—, si él no hubiera sobrevivido a su ataque, mi señora. Yo no estaría vivo.
Kaguya sonrió de lado.
—Ha sido tanto tiempo... Madara-chan.
Mitsuki Uchiha se encaminó hacia la casa de los Sannin mientras caminaba con Boruto y hablaban de lo mucho que todo había cambiado desde que habían llegado a las vidas del otro. Boruto, en efecto, se había amistado con el extraño varón Mitsuki. El peliblanco de ojos ámbar había heredado la extrañeza de su padre Orochimaru y la sutileza de su madre doncel Kabuto.
—¿Estás seguro de hacer esto, Boruto? —preguntó cuando entraron a la casa de su familia por parte de Kabuto, el lugar era sumamente tétrico para el doncel pero asintió varias veces.
—Encuentra el pergamino rápido-ttebasa —Frunció el ceño cuando vio una sección más tétrica todavía, una vez que Mitsuki y él entraron en lo que para Boruto era una casa embrujada. Un montón de frascos con cosas viscosas, un esqueleto de Serpiente -¿Las serpientes tenían esqueleto-ttebasa?-, toda una sección con pergaminos, libros y papeles. Oh, esa estaba más linda que el otro lado de la habitación.
No le gustaba para nada la decoración del señor Orochimaru.
Mitsuki le sonrió.
Gaara se hincó a ver a su pequeña Akasuna, quien estaba enseñándole las flores que había recogido del jardín de la casa de los Sabaku No. No había tenido ni una sola llamada de Sasuke o Naruto en un tiempo, pero sabía que su hermano Kankuro se encontraba en Hokkaido averiguando sobre lo que era, aparentemente, el resurgir de los Akatsuki. Aquel tema lo tenía frenético.
—Mami.
—¿Sí, cariño? —le dedicó una sonrisa a la pequeña.
—Hoy conocí a una chica con un nombre muy interesante —comentó la pelirroja de ojos negros—. ¿Quieres saber cuál es?
—¿Cual es, cariño?
—Amaru... Um, Amaru no me dijo su apellido —Gaara le miró en silencio antes de sonreírle.
—Se lo preguntarás la próxima vez que lo veas —le dijo—. ¿Por qué vamos adentro por bocadillos? ¿Quieres?
La pelirroja asintió.
—Amaru... Es un lindo nombre —murmuró entonces, mientras le extendía la mano a su hija y caminaban hacia el interior de la casa que algún día lo vio crecer—. ¿Y has hecho amigos, mi vida?
La pelirroja asintió.
—Soy amiga de Hikari-chan, de Kyoka y de Mei. ¿Sabes que el papá de Kyoka se llama Setsuna Uchiha? —Gaara se detuvo y la miró—. ¿Eh? ¿Qué pasa?
—¿Uchiha? —frunció el ceño.
—Sí, como el tío Sasuke —sonrió—. ¿No es raro eso? Él viene del extranjero, se casó hace poco con Kasumi.
—¿La amiga de Naruto?
—Sí.
Gaara se quedó en silencio, analizando la información y luego se encogió de hombros cuando ingresaron a la residencia. Pidió a las mucamas que preparasen comida y se acercó a Temari.
—¿Y Sasuke?
—Está hablando por teléfono —respondió ella sin mirarle—. En unos minutos iremos a casa. ¿Necesitas algo?
—La verdad me sorprendió que estuvieran aquí —dijo el pelirrojo, desviando la mirada incómodo—. Creí que habíamos dicho que enterraríamos el pasado.
—Takahiro sigue sin conectar con alguno de nosotros —ella posó sus ojos sobre los aguamarina de su hermano menor, haciendo que éste suspirara y bajara la cabeza—. Entiendo que te sientes incómodo con la presencia de ambos aquí, no pensamos que vendrías... Después de todo, no te gusta estar aquí. Es por eso que escogimos este lugar para platicar en secreto.
Gaara le dio un vistazo a la sala de aquel lugar.
—Me trae muchos recuerdos —se tocó la frente, donde tenía aquel tatuaje que se hizo en su tiempo de adolescencia—. En su mayoría malos, ¿cómo están los muchachos?
—Muy bien —afirmó ella, volviendo la vista a su laptop—. ¿Tienes algo más que decir?
—Oí que Kasumi se casó con un Uchiha...
Temari lo miró de reojo.
.
.
.
No sé que tan raro se les está haciendo esto, pero ahí vamos más o menos jaja. ¿Tienen alguna idea de qué está pasando? ¿O ya les explotó la cabeza? Los leo al rato.
Amnesia, fuera.
Un beso.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top