Capítulo 49; Disfraces de hada.
—Kurama.
—¿Sí, Naru, bebé lindo?
—Escucha —Naruto tomó una breve inspiración—, tendrás que quedarte solo en el hotel. Hoy es el cumpleaños de mis gemelos y estaremos celebrándolo, así que no puedo quedarme contigo otra tarde como ayer. ¿Entiendes?
—Sí —hizo un gesto aburrido—. Como ahora prefieres al Uchiha que a tú más grande amor.
—¡Cállate-ttebayo! —Se sonrojó violentamente—. Realmente eres molesto.
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Las niñas nuevamente en acción deciden que en la fiesta de disfraces de los gemelos todas las mujeres y donceles de su familia usarán disfraces de hadas, mientras los hombres se vestirán de príncipes. Un hecho ilusorio esto de vivir en un cuento de hadas.
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La tarde del sábado había sido todo un sueño para Daiki. Primero su hermano perdido había regresado a casa, segundo era tío, tercero salió con su crush, y no solo salieron como normalmente hacían, sino que tuvieron una cita.
Fue el regalo adelantado de cumpleaños que Shikadai le tuvo al doncel, fueron al cine, luego a comer y a la feria donde le regaló un lindo recuerdo. Fue una lástima no poder pasar más tiempo y que Shikadai viera a su hermano pues había tenido que ir al hospital a visitar a alguien, pero al menos se verían esa tarde de lunes.
Ya que el domingo había sido algo extraño, su padre no había vuelto a aparecerse por la casa, Naruto los había dejado en casa de la abuela Kushina y no había vuelto hasta el anochecer, su hermano Sora parecía en otro planeta y la mayoría de ellos estaba realmente en sus propios asuntos, incluso él.
—Entonces...
—¡FELIZ CUMPLEAÑOS, CHICOS! —Gritaron los otros cinco personajes, apenas los gemelos -que estuvieron toda la mañana en piscina con su tío Suigetsu e hijos-, entraron en el lugar. Daiki fue el más emocionado, cabe mencionar que Akihiko era mucho más reservado a la hora de expresarse -o terminaba sonando como un villano barato-, sonriendo.
Sus hermanos desde Sarada hasta Hikari le veían sonriente. Sus abuelos por otro lado estaban a los lados más apartados, mientras que Minato era curado por Kushina como solían hacer.
—Gracias-ttebane.
—Arigato gozaimasu —Akihiko hizo un leve asentimiento con la cabeza y miró a su hermano.
—Nee, Aki, Dai, ya tenemos los disfraces —dijo Hikari mientras sonreía grande—. ¿Quieren ver?
Ambos se miraron entre sí y asintieron.
—Llegaste.
—Tadaima —dijo, mientras miraba al rubio de ojos azules sentado en el hall con una mirada expectante—. Hola, dobe. ¿Me estuviste esperando? —dijo, sacándose la chaqueta y el gabán. Afuera hacía frío aquella tarde lluviosa. El rubio arqueó una ceja.
—¿Sólo eso vas a decir?
—¿Quieres que comente algo respecto a verte besar a otro hombre en el aeropuerto? —Naruto abrió grande los ojos, y Sasuke se encogió de hombros—. No tengo nada de que hablar al respecto, Naruto. ¿Dónde están los niños? ¿Ya fueron a la mansión?
—Sí, estaba esperándote para ir —dijo el rubio, mirándolo nervioso—. ¿Cómo fue qu-?
—Estoy exhausto —dijo secamente, evitando el tema de inmediato, pasándolo de largo y caminando hacia las escaleras—. Voy a darme una ducha. ¿Vas a venir o no?
Naruto, que mantenía la cabeza agachada, la levantó enseguida y vio al pelinegro viéndole con seriedad. Asintió y caminó detrás de él, oyendo como Sasuke chasqueaba la lengua. Ambos se encaminaron rumbo al cuarto en silencio, Sasuke comenzó a desnudarse apenas cruzó la puerta, así que Naruto cerró la misma y lo imitó.
¿Es que no le importaba que él se hubiera besado con otro hombre? ¿Tanto así su matrimonio le valía tan poco? ¿Era acaso ese el fin? ¿Ahora qué? Se preguntaba Naruto. ¿Se irá con Temari? Cerró los ojos, no había muchos donceles en la vida de Sasuke. Sólo cuatro, él por supuesto, Hidan, Ren y una persona de la que no recordaba bien. Sólo sabía que era de cabellos rojos, y que había sido muy preciado para Sasuke, tanto así que cuando lo perdió, jamás volvió a hablar de él, y eso había sido cuando tenía alrededor de dieciséis años.
—La información de tu flirteo llegó a manos de Shion —informó Sasuke, mientras se metía al baño de la habitación principal. Naruto se tensó y se sacó los bóxers antes de seguirlo adentro, vio como Sasuke abrió el grifo de la tina y lo volteó a ver—. Ella me llamó para informarme lo que supuestamente está haciendo mi lindo esposo cuando no estoy en casa.
Naruto apretó la mandíbula.
—No es lo que crees —dijo.
Sasuke rió entre dientes, mientras se metía a la tina y le hacía un gesto para que entrara con él.
—¿Y qué, según tú, es lo que creo? Na-ru-to.
—No te estoy siendo infiel —masculló, metiéndose dentro de la tina, dándole la espalda. Sasuke vio en silencio su cuerpo desnudo, escaneó cada centímetro de él. Naruto sabía que estaba haciendo, estaba buscando indicios que le dieran la razón a sus palabras—. Sólo soy... tuyo.
Una sonrisa de molestia se instaló en el rostro del azabache y apegó la espalda desnuda del rubio hacia su pecho, mientras mordía su oreja, haciendo que el rubio respingara ante el dolor.
—Eso ya lo sé —dijo fríamente en su oído, y luego se sumieron en tal silencio que lo único que se escuchaba era la tina siendo llenada con ellos dentro. Sasuke soltó un gruñido y lo apegó más cuando vio que intentó moverse—. ¿Por qué crees que dudaría de mi esposo? ¿Hm? ¿Por qué ya has tenido otro error como éste antes? Naruto, yo te amo. Mucho más que a nada en mi vida, mucho más que a mi propia vida.
Naruto se tensó en sus brazos, Sasuke tenía un brazo sobre su pecho y el otro en su cuello hacia su espalda, casi parecía que pretendiera ahogarlo entre ellos.
—A diferencia de ti —aquellas palabras fueron expulsadas con veneno—, yo no dudo de tu palabra. Seguro tendrás una buena excusa para aquellas fotografías, no me interesa oírla, de todas formas confío en ti. Si me lastimas, entonces podré decir que al menos no te lastimé yo a ti con insinuaciones y desconfianza.
Naruto bajó las orbes azules al agua transparente donde podía ver las piernas de Sasuke rodeando su cuerpo desnudo. ¿Era verdad lo que le estaba diciendo? Sasuke estaba tratándolo indiferente pero aun así todo lo decía con tal veracidad que quería llorar ahí mismo, porque él lo había estado agrediendo los últimos trece meses exactamente de aquella forma. Y él, un Uchiha, no quería tomar venganza de la misma forma y era difícil de creer.
—Naruto —Sasuke descendió su tono de voz y luego movió sus labios de la oreja al cuello del rubio, con lentitud y dejando leves roces hasta sus hombros—. Te amo. Te amo. Te amo —se detuvo en el borde de su hombro izquierdo y recorrió el mismo camino que hizo hacia su nuca—, te amo —suspiró, inhalando en silencio el olor de su cabello—, te amo —volvió a bajar por su cuello y a su hombro derecho—. ¿Cuántas pruebas más quieres? ¿No son suficientes mis cicatrices para ti?
Naruto cerró los ojos, y Sasuke usó una de sus manos para obligarlo a mirar hacia atrás, mientras la otra abandonaba su pecho para levantar su cabello y dejar expuesta su frente. Aquella cicatriz en su frente y parte de su ceja que con el tiempo había casi desaparecido -en comparación a la herida cuando fue hecha-, de la ocasión en que le salvó de aquel vidrio, le hizo temblar.
—Dime, Naru, mírame a los ojos y respondeme. ¿No he sufrido ya lo suficiente para que sigas lastimándome de esta forma? ¿Realmente crees que lo que quiero es acostarme con Temari cuando tengo al doncel más hermoso y excitante del maldito mundo desnudo justo frente a mí? ¿Realmente crees que tengo ojos para alguien que no seas tú? —Inquirió, sin apartar la mirada—. Dime.
—Sasuke, yo...
Sasuke dejó caer su cabello hacia atrás y luego también su cabeza, cuando Naruto se encimó sobre él. Naruto se había dado vuelta y se había sentado a horcajadas de él, mientras besaba su cuello. Sasuke soltó un suspiro cuando el rubio acercó sus labios a su oreja y entonces Naruto le susurró algo que él creía ya había olvidado, cerrando los ojos y asintiendo, mientras una lágrima cayó de sus ojos, seguida de muchas otras y se apartaba levemente.
Supuso que esa era su respuesta.
—El hospital no es un lugar al que me guste venir muy recurrente —comentó Daisuke, mientras miraba de reojo a Shikadai, el menor solo se metió las manos en los bolsillos y siguió caminando hacia el pasillo de maternidad—. Bien, esto cada vez se torna más raro-tteba.
—Daisuke, lo que veas aquí hoy, promete que no se lo dirás a nadie —Shikadai se puso frente al varón mayor y le vio fijamente. Shikadia era más alto que el mayor, así que logró intimidarlo.
—E-está bien —le dirijo una mirada confusa enseguida. ¿Qué guardaba con tanto recelo el Nara como para no querer que nadie más supiera de ello? ¿Y por qué en un hospital? Carraspeó, una vez que el varón menor lo jaló de la muñeca hacia adentro.
Lo vio preguntarle a una enfermera una habitación a la que habían transferido a alguien de cuyo nombre solo reconoció el Uchiha -sorprendiéndole en el proceso-, y luego como eran guiados por la mujer castaña hacia una habitación un piso más arriba. El Nara no lo soltó hasta que estuvieron frente a la puerta y la enfermera los dejó solos.
—Shika —Daisuke vio un doncel de ojos azules apenas ingresó al lugar, cargando un bebé de cabellos negros y ojos de igual color—. Qué bueno que hayas venido —dijo con una sonrisa—. Oh, ¿él es tu amigo?
Shikadai asintió y luego de cerrar la puerta se dirijo al doncel antes de saludarlo con un tierno beso, dejando atónito al mayor, quien solo veía aquellas facciones claramente Uchihas en el joven doncel, parecía un niño de al menos unos quince años. ¿Eso era pedofilia, no? Frunció el ceño ligeramente.
—Es un placer conocerte, Daisuke-san. Shika me ha hablado mucho de ti —sonrió—. Dice que eres un buen egresado de la universidad de derecho.
—Ah... Um, mucho gusto —le dijo también, saliendo de su estupor—. Es tu...
—Es mi hijo —respondió el doncel—, dicen que se parece a su padre —miró a Shikadai con una sonrisa y el pelinegro asintió con una gran sonrisa, haciendo que Daisuke abriera la boca, el mismo volteó a ver al doncel a los ojos. Estaba realmente sorprendido.
Sus ojos... son tan azules como mencionaste.
—¿Dónde están sus padres? Se están tardando —Kushina se sentó a un lado de los gemelos, ya vestida de un hada, un traje rojo con alas y destellos azules—. ¿Se habrán quedado dormidos?
—Lo dudo —Akihiko miró en silencio a su hermano.
Como era obvio, los hombres iban de princípes y las mujeres (donceles también) eran hadas. Daiki, a diferencia de él, llevaba un lindo pantalón azul claro y una blusa sencilla del mismo color, unas zapatillas balerinas y una corona de flores. Estaba sonriendo mientras hablaba con Sora, que llevaba puesto un ropaje parecido al suyo, que constaba en un pantalón beige, una camisa blanca y encima un abrigo azul -que en Sora era negro-, botas y una corona en la cabeza.
—Seguramente están en camino —el rubio meneó la cabeza, y volteó a ver a sus otros hermanos.
Sarada llevaba un vestido rojo, sus inconfundibles gafas, unas alas rosadas y en su pecho cargaba a la pequeña Reiko con un vestido rosa. Takeshi estaba sentado a su lado vistiendo un traje de príncipe menos medieval que el suyo y de Sora.
—Sí, quizás tienes razón —comentó la pelirroja. Por el momento sólo habían llegado ellos, pero pronto llegaría la gente invitada y esperaba que su hijo y yerno se apuraran—. Bueno, iré a ver como están tus hermanas.
—Está bien —le dijo con una sonrisa tranquila, mientras observaba a Boruto hablar con Gin. Una curiosa relación la que parecía estar llevando a cabo su hermano mayor pero no era quien para juzgar de quien se enamoraba.
Boruto llevaba un atuendo de hada también, con detalles rojos y negros, mientras que su acompañante usaba una camiseta negra, corbata roja y unos pantalones serios. Se suponía que era un princípe del siglo veintiuno. Ambos sonreían y hablaban tranquilamente.
—¿No es divertido? —Daiki se sentó a su lado—. Todos pusieron su esmero en la ropa.
—No tanto como nosotros —mencionó sonriendo, su vista viajó a Ayame y Hikari que venían de la mano de su abuela Kushina. Ayame usaba un vestido con tutú amarillo, y Hikari uno de color turquesa, del mismo color llevaban puestas sus alitas—. ¿A qué hora crees que llegue Shikadai?
—No lo sé —se mordió el labio—, pero espero que no sea pronto. Estoy muy nervioso-ttebane.
Akihiko fijó su vista en su abuelo Minato, quien realmente parecía de la realeza de por sí, solo se había puesto encima de su ropa usual una capa blanca con letras atrás que se traducían como El cuarto Hokage (que era la forma en que se llamaba a un rey antiguo de una vieja civilización llamada Konoha), y traía unas flamas rojas al final del bordado.
—No seas impaciente, de todos modos, ya veremos que sucede cuando nuestra familia se entere que Sora ha regresado —comentó, pues los únicos que sabían eso eran ellos y sus abuelos, ni siquiera la familia Hatake lo sabía—. Será un día muy cansado, eh.
—Y apenas empieza la semana —suspiró. Al menos era un lunes festivo.
Pronto el timbre hizo que todos levantaran la mirada y luego de dieron cuenta que sólo eran sus padres. Naruto llevaba unos pantalones naranjas, una camiseta blanca que decía en kanji Hada del bosque, su cabello estaba recogido con una pinza en la frente y usaba alas naranjas con destellos rojos en su espalda. Mientras que el azabache traía unos pantalones azules, una camiseta negra con las letras Príncipe encantador en inglés, y una corona dorada sobre su cabeza.
—¡Eso es trampa! —Chilló Hikari, mientras los señalaba con un puchero.
Sasuke sonrió y le acarició la cabeza antes de mirar a Naruto de reojo, el rubio huyó su mirada y Sora, que se había levantado para ir a abrir se quedó en silencio, observándolos. No le pasó desapercibida la tensión entre ellos, y la piel de Sasuke que mostraba que había llorado. ¿Desde cuándo no veía aquella expresión dolida en el rostro de su padre? ¿Qué era lo que había pasado?
Pretendió hablar con ellos... Al menos hasta que vio detrás de ellos como venían los Hatake.
—Ara, ara, ¿qué tenemos aquí? ¿No eres tú, Sora-kun? —Kakashi sonrió con su ojito feliz y lo miró tras aquella extraña mascára que usaba fuera de casa—. Bienvenido de vuelta.
—¿Sora? —Iruka no fue tan tranquilo como su esposo y se acercó al pelinegro, estrechándolo entre sus brazos—. Has vuelto, qué felicidad —miró a Naruto quien sonrió—. Estoy feliz.
Los Hatake fueron al interior para poder saludar a los celebrados y los demás. Takeru iba más atrás de ellos con la mirada agachada y los audífonos a todo volumen, iba siempre perdido de la vida desde que Sora se había marchado. El pelinegro apenas lo vio, esperó a que estuviera más cerca para embestirlo.
—Ey, dulzura —le dio un beso en la mejilla que hizo que el menor alzara la mirada enseguida.
—¡S-s-s-sora! ¿Q-q-qué fue eso? —miró como el pelinegro lo había pegado a la pared y ahora le dedicaba una sonrisa perversa, que lo hizo fruncir el ceño—. Espera... ¡¿Tú qué haces aquí?!
Sora lo besó entonces.
—Hey —y sonrió como Flynn Rider.
—¿Ah? —Takeru se sonrojó hasta las orejas y bajó la mirada. Su mente en aquel momento era una explosión de sensaciones, además le temblaban las piernas al tenerlo tan cerca. ¡Y lo había besado! Por dios, acababa de perder su última neurona—. ¿Qué? ¿Por qué?
—Quería sorprenderte —dijo con una sonrisa, y el castaño no entendió exactamente a que se refería, pero supuso -él- que se refería al beso.
—Bueno, si que me sorprendiste esta vez —aceptó, ocultado su rostro en su cabello que por primera vez estaba suelto, lo cual no le pasó desapercibido al varón de ojos azules.
—Estás muy lindo —le dijo. El doncel llevaba unos leggins verdes, un chaleco más oscuro y una tiara de flores sobre la cabeza—, te ves extrañamente sexy aunque sé que solo pretendías verte lindo. Es un cumplido —aclaró enseguida y sonrió—, tienes lindas piernas. Nunca te había visto así.
—Ah —Takeru Hatake.exe ha dejado de funcionar, por favor, reinicie el sistema.
Sora sonrió.
—Gra-gracias, creo —dijo, mientras era jalado por la mano del mayor adentro.
Luego de los Hatake llegaron Itachi y Karin con sus respectivas familias, exceptuando a Daisuke. Todos quedaban más y más sorprendidos con Sora, aun así, pasaban del tema y hacían sentir felices a los gemelos siendo ellos el centro de atención aquel día. Luego llegaron Mikoto, los hijos de Shisui y Gaara junto a su esposo e hijos.
—Sora —Mikoto se mareó y el susodicho enseguida la detuvo de caer, sonriéndole.
—Mikoto-obaachan —la abrazó y la pelinegra, algo sorprendida todavía, le devolvió el abrazo enseguida. Shiashi y Ki se acercaron con una sonrisa a Sasuke.
Sasuke se tensó al ver al pelirrojo entrar, como lo hizo Gin también al notar su compañía, ambos se miraron y apretaron sus mandíbulas. Boruto se volteó a ver a Gin pero éste enseguida le tomó la mano y la besó para no preocuparlo, captando la mirada aguamarina en el gesto.
—Vamos a saludar a Naruto-kun, Gaara —lo jaló Lee con su extenuante energía, mientras Metal se acercaba junto a Akasuna a los hijos del matrimonio Uchiha Namikaze. El pelirrojo asintió.
Así fueron llegando los demás, como los Yamanaka -de los cuales Inojin fue el primero en saludar a Sora-, y algunos amigos de los dos gemelos Uchiha. Como era de esperarse, Sora estaba entre ansioso y nervioso al saber que la única familia que faltaban eran los Nara. ¿Qué cara haría Shikadai al llegar?
—Oye, ¿y Daisuke? —Daiki se acercó a Haru.
—Dijo que vendría más tarde, al parecer estaba ocupado pero supongo que no tarda en llegar —respondió la rubia con una sonrisa, y se giró a ver a Sora que estaba sentado a su lado bebiendo un poco—. Entonces, Sora-chan, ¿qué piensas hacer ahora?
Sora parpadeó y apartó su vista de la entrada para verla a ella.
—Bueno, la verdad no estoy seguro... Supongo que seguiré con mi carrera en el próximo semestre pues me perdí los finales —alzó los hombros—, ¿cómo has estado tú?
—Todo marcha bien —sonrió—. ¿Y ahora sales con Takeru?
—¿Ah? —Sora la miró confundido, pero antes de que Haru pudiera responder a su pregunta el timbre sonó, haciendo que los ojos azules viraran hacia la entrada.
Su corazón se detuvo apenas lo vio.
Shikadai entró luego de Shikamaru, Temari y Meiko. No entró solo, sino con Daisuke, y ambos se veían muy tranquilos hablando entre risas, tanto que no lo habían notado cuando trastabilló de camino a la puerta en medio de la sala, ¿desde cuándo eran tan cercanos ese par? Meiko fue la primera en acercarse a él y evitarle el contacto con Shikadai.
—Sora-chan, estás de regreso —dijo con una sonrisa, mientras abrazaba al mayor.
Sora bajó la mirada a la monita que se apegaba a su cintura y sonrió, decidiendo que primero saludaría como se debía y luego iría hacia Shikadai, tenían un par de cuentas pendientes con él.
—Meiko-chan, estoy feliz de verte de nuevo —le dijo, abrazándola de vuelta.
Soy gay, recordó y levantó la mirada al verlo sonreír con tanta familiaridad con Daisuke. Habían llegado juntos, y no quería decir que era posible que estuvieran saliendo... pero era posible que estuvieran saliendo. Sacudió la cabeza y observó como Akihiko y Daiki se acercaban a ellos.
—¡Shika-chan! —Daiki fue el primero en correr hacia el príncipe Nara, quien se veía sorprendentemente bien en aquel kimono verde, su cabello estaba suelto pero una parte de él permanecía recogido hacia atrás dándole un aspecto más salvaje, e incluso se había dado a la tarea de usar un bokken—. Ya estás aquí-ttebane.
Sora frunció el ceño. Por alguna razón le incomodaba aquello, ¿eran acaso eso que llamaba celos de hermanos? No que el fuera celoso con sus hermanos -que sí lo era-, así que no estaba seguro, además hacía tiempo que no sentía algo como aquello.
—Así es, príncipe... ¿O debería decir linda hada? —sacudió la cabeza y abrazó a Daiki con una sonrisa—. Feliz cumpleaños —le dijo, separándose y entregándole una bolsa de regalo verde brillante—. Hola Aki —le dijo entonces al rubio, cuando Daiki fue a saludar a Daisuke.
—Hola extra —saludó el rubio con una sonrisa de medio lado.
—Firmaré esto como otro extra —le comentó, entregándole también un regalo pero, a diferencia del de Daiki, éste era de color azul claro—. Como te decía, Dai, y- ¿Sora?
El pelinegro, que había estado frente a ellos esperando a aquel momento, solo se rascó la mejilla al notar la atención sobre él. Daisuke sentía que debía dejarlos solos, así que se alejó lentamente, fingiendo que era un espía.
—Um, hola —saludó Sora.
—Vaya, tú... estás aquí —parpadeó—, eso es... impresionante. Te... te felicito, yo... Voy a ir con Daisuke, nos... nos vemos. Adiós —se fue corriendo hacia el mayor. Sora parpadeó, tratando de procesar.
—¿Qué demonios acaba de pasar? —se quejó.
—No estaba en casa —informó Hannya.
—Búsquenlo y tráiganlo —ordenó la mujer del otro lado de la línea, mientras miraba en silencio el lugar donde Nagato estaba—. No descansen hasta que Boruto Hyuuga esté aquí —concluyó.
—Bien —respondió la de la mascára, colgando el teléfono y mirando a Hanzo, hizo una señal para que volvieran al auto donde iban a buscar al susodicho—. Si lo llevamos antes de que Roseone lo haga, la paga será nuestra.
—Me gusta como piensas —sonrió el hombre salamandra mientras entraba al auto.
Nagato se quedó viendo en silencio a la mujer, sin comprenderlo.
—¿Por qué te importa tanto ese niño? —preguntó—. ¿Desde cuándo te preocupa alguien?
—Kaguya-sama quiere a ese niño en territorio Otsutsuki cuanto antes —respondió ella—, y yo seré quien se lo traiga. Soy quien mejor le conoció, después de todo.
—Ya dime, Konan, ¿qué pasó con la chica linda que tenía metas y era buena persona? —Nagato la miró de arriba abajo—. Incluso cuando éramos pobres y no teníamos donde caer muertos... jamás fuiste capaz de robar o matar.
—No eres quien para cuestionar mi vida cuando fuiste salvado de la tuya propia —escupió la peliazul, mirándole con molestia—. Algún día haré que te maten, pero Kaguya te necesita con vida y solo por eso, no será tan pronto como me gustaría que fuera —pateó la reja que los separaba—. Espero que disfrutes tu compañía —comentó, mientras miraba de reojo a un hombre grotesco que se acercaba.
Nagato frunció el ceño y la maldijo con todas sus fuerzas.
—Naru, lindo —Naruto se tensó cuando sintió a Sasuke abrazarlo por la espalda. Kushina se giró a ver a Minato algo confundida y éste levantó los hombros sin comprender tampoco—. Mi bebé. ¿Te suena? Así te preguntan en la puerta —masculló.
Naruto volteó a ver y encontró allí a Kurama con una mirada seria.
—¿Qué hace él aquí? —preguntó Minato, mirando a Kushina y ésta solo dio un trago a su bebida mientras miraba a Naruto. Sasuke volteó a verlo.
—Ah, lo conocen —murmuró—, entonces supongo que soy el único que no tiene idea de quién e-
—Sasuke —Temari lo interrumpió, haciendo que éste se girara a verla—. Hay algo de lo que tengo que hablar contigo. ¿Puedes venir, por favor? C'est important e urgent —finalizó en francés. Kushina miró a Minato y éste le le tradujo al oído a su esposa, mientras Naruto fruncía el ceño.
Sasuke tomó una inspiración profunda y vio a Naruto a los ojos.
—Sí, voy contigo —le respondió a Temari, a secas—. Si nos disculpan —se disculpó con sus suegros y jaló a la rubia del brazo lejos de ahí—. ¿Qué pasa?
—Es sobre...
—Te gusta mucho ser tan molesto. ¿Verdad-ttebasa? —comentó Boruto, con una sonrisa.
—¿Sí? Yo creí que a ti también te gustaba que lo fuera —murmuró, rozando sus labios con los del menor. No estaba seguro que le pasaba, pero sabía que aquel niño lo había debido embrujar porque lo tenía completamente a sus pies—. Dime, Bolt, ¿qué has hecho conmigo?
—¿Ah? Yo no he hecho nada conti-
—No mientas —le dedicó una sonrisa de medio lado.
—Ah. ¡ERO-BAKA! —Lo golpeó con la mano abierta en el hombro e hizo un puchero—. Sucio Gin.
Gin se rió y luego negó, mientras ponía su mano en el rostro del rubio.
—Me refiero a... Dime, ¿cómo me has hechizado? Te miro y simplemente me olvido de todo, es... es imposible apartar la mirada de una flor tan hermosa como lo eres tú —murmuró, rozando sus labios. A este punto Boruto tenía hasta las orejas rojas.
—Aw, qué tierno —una tercera voz hizo que ambos se tensasen—. ¿Ya estás listo para volver a casa, Boruto? Tienes que saber que es mejor que te aburras ya de esta farsa y vuelvas donde perteneces.
Gin se puso frente al rubio cuando fue capaz de ver la mascára Hannya.
—¿Quién eres? —Bolt frunció el ceño.
—Tu peor pesadilla si no decides volver justo ahora —replicó la mujer de cabellos negros.
Bolt apretó la mandíbula.
—¿Qué pasa? ¿No reconoces la mascára de tu madre? No seas cruel, Boruto.
—Mi madre, como le llamas, está muerta —afirmó el rubio—. Y jamás volvería con esa loca desquiciada, jamá-
La mujer abofeteó al rubio enseguida, y apuntó el arma hacia él, con rabia.
—No te estoy pidiendo que colabores, pero si no lo haces —apuntó a Gin—, me veré obligada a deshacerme del hombre a tu lado. Ya te lo he dicho, eres un Hyuuga y un Otsutsuki, y volverás al palacio enseguida.
—Jamás he estado en tal cosa —replicó, mirándola fijamente. Sus ojos eran color perla, justo como los de aquella mujer a la que ella osaba llamar su madre—. Y no te atrevas a tocarlo, ¿me oyes? —chilló.
—Ya verás quien manda, muchachito —volvió a apuntarlo a él.
Gin se entrometió cuando el gatillo fue jalado por la mujer hacia Bolt.
Naruto volteó a ver a Kurama, y se excusó con sus padres, mientras iba hacia allá.
—¿Qué haces aquí? —masculló, al verlo tan descaradamente en su casa, aún cuando le había dicho claramente que no podrían verse ese día—. Has hecho a Sasuke enojar.
—¿Yo? Pero sí no he hecho nada. ¿Así saludas a tu más grande amor? —le replicó, ofendido.
—Largo de aquí, Kurama —masculló, al ver que todos miraban algo confundidos como Naruto hablaba con aquel pelirrojo, pese a no escuchar lo que decían. Lee ladeó la cabeza, él conocía a ese hombre de algún lado—. Por favor, si me quieres tanto como dices, vas a largarte de aquí. Está haciendo una linda velada y acabas de arruinar el resto de mi noche —le aseguró entre dientes.
El pelirrojo levantó las manos.
—Bien, bien, sé cuando no soy bienvenido en una parte —masculló, y vio como Minato le miraba con furia en los ojos, suspirando—. Me iré, ¿sí? Sólo prometeme que irás al hotel mañana. O no me iré.
—Bien —Naruto frunció el ceño—. Ahora lárgate.
—Sí, sí —aceptó el pelirrojo suspirando—. Ven mañana o ya sabes qué haré —amenazó al final, antes de salir del lugar. No pasó mucho desde que se había ido cuando Naruto escuchó un par de disparos y su corazón se detuvo.
—Sasuke, es en seri-
—¿Qué fue eso? —preguntó al escuchar lo que parecía ser un arma de fuego—. Demonios.
Dejó a Temari ahí y corrió hacia afuera, estando en el patio podía ir con más facilidad, saltó la valla y se escondió. Pudo ver a aquel hombre y más allá a Gin frente a Boruto, abrió grande los ojos al notar que la persona que había disparado era Hannya. Temari llegó a su lado con una ballesta que encontró en la casa.
—Supongo que sabes disparar esa cosa —murmuró, viéndola de reojo, sin poder apartar la vista de su hijo. ¿Cómo acercarse a él sin recibir un disparo o ocasionar que le dieran uno a él?
—Sorta —hizo una mueca, mientras cargaba la ballesta con una flecha—. Minato-sama me enseñó.
—Eso fue hace mucho —susurró, más preocupado, mirándola fijamente esta vez.
La rubia asintió y luego de cargarla, apuntó hacia la mujer de la mascára. Lo que decía Sasuke era cierto, había pasado mucho tiempo, pero al menos sabía que solo debía tomarla del mango, ajustar la dirección hacia la persona que quería atacar y undir la palanca hacia atrás para lanzar. No era la gran cosa. ¿O sí?
—Házlo ya —la presionó, cuando la mujer de cabellos negros volvió a apuntar al hermano de Sasuke. No podía simplemente disparar, tenía que esperar un poco.
—Cállate —masculló, y disparó enseguida. No estuvo segura si apuntar a su cabeza o a su mano, pero decidió que si le mataba no perderían mucho.
Sasuke la sostuvo de la espalda cuando la golpeó la ballesta en el mentón, tirándola hacia atrás por la fuerza con la que la cuerda había sido devuelta, y le ayudó.
—¿Estás bien? Fue un golpe feo —murmuró, mientras apartaba la ballesta y hacía una mueca al ver la herida que se había formado con aquella vieja cuerda que le había saltado directo en la cara—. Creo que esa cosa estaba algo vieja, o realmente te esmeraste en parecer un-
—¿Qué importa? —gruñó, sosteniéndose con las manos en el suelo y suspiró ante el dolor—. ¿Le di?
—Per-
—¡¿LE DI?! —Gruñó, aunque enseguida llevó su mano a su mentón, quejándose por el dolor, sintiendo enseguida la sangre que corría por ahí, masculló una maldición.
—Uy qué genio, no me vuelvo a preocupar —se quejó, y levantó la cabeza, para ver a Bolt levantándole los brazos. Suspiró al verlo bien y asintió—. Ve a buscar a Itachi, necesitaré ayuda.
—Bien —murmuró Temari, ingresando de vuelta a la casa, ganándose claro muchas miradas.
Minato se acercó enseguida a ella y ella le tendió la ballesta.
—Vayan con Sasuke, hirieron a Gin —informó, y se acercó al baño. Shikadai enseguia fue con ella.
—¿Qué fue eso? —murmuró Gin, algo débil.
Boruto parpadeó.
—Le... cayó en la cara una especie de flecha, pero creo que solo la golpeó —murmuró, y luego parpadeó—. ¡Vamos! Tenemos que irnos antes de que despierte —le dijo, y entonces notó que su papá lo estaba viendo, le hizo señas—. Vamos, vamos. ¿Gin?
—Duele —susurró, mientras se sostenía al rubio—. Maldición, es la segunda vez que me disparan.
—Y fue la misma persona, por hacer la misma estupidez —replicó el rubio—. Aguanta, mi papá te va a ayudar y vamos a ir adentro, te van a curar a punta de tequila y algodón, ya verás.
—Suena bien —bromeó levemente, aunque el dolor en su espalda alta no lo dejaba procesar bien las cosas. Pronto acercarse a Shikamaru, Minato e Itachi. Sasuke hizo una mueca mientras se acercaba también. Los dos primeros empuñando armas y a la espera de algún movimiento de los Akatsuki, mientras Itachi y Sasuke ayudaban a cargar al pelinegro de ojos amarillos. Boruto fue escoltado por su abuelo y el Nara.
Kushina, que estaba a un lado de Mikoto y Naruto, ya con las cosas listas en mano para curar al chico, apretó la mandíbula. Habían arruinado un día de celebración, habían herido a uno de los hijos de su mejor amiga, habían atentado contra la vida de Boruto y en definitiva, eso no se iba a quedar así. Pero ya verían.
Parece que el mensaje no queda claro hasta que yo lo de-ttebane.
—Joder —Gin soltó un quejido cuando le extrajeron la primera bala—. ¿Dónde está la anestesia?
—Justo aquí —Temari le tendió un nuevo vaso de tequila, mientras le cosían la herida del mentón. Gin lo aceptó y tomó de un solo trago su contenido, mientras sentía como Kushina le ayudaba a Mikoto con la segunda—. Maldi- ¡Itai!
—¿Qué te he dicho de usar la ballesta de esa forma? —la regañó Minato, mientras le curaba—. Ya te he dicho que no es como un arco, no debes acercarla tanto a la cara o terminarás lastimada. Es como usar una escopeta.
—Bueno, la fuerza de arranque no debió haber sido tan así —se quejó la rubia.
—Dímelo a mí —se quejó el Uchiha.
Mientras tanto, fuera de la habitación Naruto y Sasuke trataban de calmar a Boruto, quien no paraba de llorar y disculparse con sus hermanos por haber arruinado su cumpleaños. Sasuke apretó la mandíbula, y aunque todos intentaban calmarlo, no podían.
—Bolt, ven conmigo —le dijo enseguida y miró a Sora—, quédate con ellos —le pidió, claro, el menor comprendió el mensaje oculto en aquellas palabras. Protégelos, y asintió enseguida.
Naruto se quedó en silencio mientras su hijo mayor caminaba con su padre hacia el patio.
—¿Estás bien? —Sasuke se sentó en el suelo y lo hizo sentarse con él—. Bolt, quiero que sepas que esto no es tu culpa. ¿Está bien? No lo es, Gin estará bien y pronto volverás a verlo y serás consciente de él.
—Era ella, puedo jurarlo —se sorbió la nariz—, incluso me abofeteó cuando la insulté y...
—Ey, Bolt, es imposible que sea ella. ¿Sí? Kisame nos trajo su maldita cabeza —comentó, mientras pasaba las manos por el cabello del rubio—. Escucha, ellos están haciendo esto porque conocen nuestros puntos débiles. Están intentando destruirnos desde adentro, lastimarnos psicológicamente y...
—Maldición Hannya, despierta, no voy a cargar contigo —masculló Hanzo, una vez el perimetro estuvo despejado. Se acercó a la mujer y le quitó la mascára con el pie, notando como tenía una gran herida en su bello y frágil rostro. Era sorprendente—. Uh, esa es una fea herida. Ese es un lindo rostro con una fea herida —mencionó, viéndola desde arriba—. Una lástima que sea así.
—Ya lo creo —Hanzo se volteó a ver y encontró a su secuaz, Mifune—. Anda, la llevaremos a los Otsutsuki. Esto fue una baja difícil, pero seguro estaré bien. La flecha no traspasó la mascára, por suerte.
—Hm —miró por última vez aquella mansión y asintió, viendo como su secuaz cargaba a la mujer de cabellos negros.
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