Capítulo 32; Proteger a la familia.
—Luces preocupada —El castaño se sentó a su lado, mientras ponía su mano sobre la pierna de su pelinegra esposa—. ¿Qué sucede? ¿Sasuke no aceptó ver a Hiro?
—No es eso —Kasumi negó—, creo que algo anda mal con Sora. Oh kami, espero que no sea nada grave. Naruto se veía realmente frenético. No creo que sea un mal chico, pero estoy segura de que algo le sucede.
—Descuida, cariño. Si algo sucede, tomaremos las medidas necesarias para proteger a la familia, a todos en ella. Los Uchiha siempre estamos alertas —aseguró, mientras le daba un beso en la mejilla—. Ahora ven, vamos con las niñas, están preguntando por su beso de buenas noches.
Kasumi asintió e intentó sonreír, pero la angustia seguía ahí.
—Setsuna —Kagen llamó a la puerta y el castaño salió algo confuso al verlo—, debemos aumentar la seguridad del barrio Uchiha. Han secuestrado al hijo de Sasuke y Naruto.
El mayor abrió grande los ojos y miró de reojo a su esposa, quien solo agachó la mirada, preocupada por su amigo. Seguro estaría perdiendo los nervios al saberlo.
Suigetsu estaba que flipaba al ver lo que sus ojos no creían, justo frente a él, un chico alto de cabellos negros y ojos aguamarina con una chaqueta y la capucha puesta sobre los desordenados cabellos, unas gafas de montura negra que seguramente usaba para parecerse a Clark Kent y no llamar la atención -cosa que se le daba fatal a cualquiera con genes como esos-, sonriente mientras hablaba con Kakashi Hatake, el mentor de Sasuke y de la persona frente a él.
—Whoa, los años si que te han sentado bien, Takahiro-chan —Suigetsu vio el ojito feliz de Kakashi y rodó los ojos, mientras le daba un sorbo a su malteada—. ¿Recuerdas a Suigetsu Hozuki? —preguntó, mientras los presentaba. El menor volteó a verlo y sonrió, Suigetsu creyó por un momento que moriría de ternura. Para tener la edad que tenía, era como ver un lindo uke de las novelas raras que su esposa le hacía leer con ella, decía que era para mejorar la relación, a él solo le ayudaba para saber qué hacer con ella -era una romántica empedernida pero no le gustaba aceptarlo y usaba el yaoi como medio de escape, era rara-, ambos ganaban supuso.
—El mejor amigo de Sasuke, como olvidarlo —dijo Takahiro, mientras extendía su mano. El albino sonrió y estrechó su mano con agrado—. ¿Ya habéis averiguado algo? —preguntó.
—Has crecido mucho desde la última vez que te vi —comentó Suigetsu con su sonrisa de tiburón y luego miró a Kakashi, asintiendo—. Pueden venir con nosotros, vamos a ver a Sasuke e Itachi.
—Oh. Itachi-san está aquí también —de repente, el chico se sintió incómodo y miró a Kakashi—. ¿Está bien que vaya con ustedes? Puedo esperar por aquí a que ah, terminen sus asuntos o puedo volver luego. Quizá eso sea mejor...
—¿No verás a Gin tampoco? —Kakashi alzó una ceja, sugerente—. Entiendo que no quieras ver a Itachi, pero Gin estará en el cuarto del hospital. Puedo decirle a Sasuke que te vea después en la entrada.
Takahiro asintió y le sonrió agradecido, mientras los acompañaba, al menos hasta donde le indicaron que era el cuarto de Gin-sama, y donde podría quedarse mientras hablaban con Sasuke. Cuando se fue, Suigetsu volteó a ver a Kakashi interrogante.
—Será incómodo si se encuentran en una situación tan turbulenta —comentó, Kakashi solo suspiró y siguieron adelante—. Entendería que Sasuke no quiera hacerse cargo de lo sucedido con Gin, pero... ¿Está bien que Takahiro lo vea? Su padre y él no se llevan exactamente bien. ¿No?
—No importa, vamos con Sasuke, veremos que tienen y haremos lo posible para proteger a la familia —masculló Kakashi, mientras caminaba al lado del albino, quien solo tomaba su malteada mientras hacía aquel irritante sonido.
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Para Sasuke no existe nada más importante que su familia, es por eso que su misión más importante es protegerla a toda costa, incluso si eso se refiere a sacrificarse a sí mismo, pero Naruto no lo dejaría jamás.
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—Exactamente, ¿en qué estabas pensando? —Gin recibió muy gratamente su visita, sin duda—. ¿No sabes que si tu padre se entera que estás aquí me matará? Dios, él me odia por todo lo que sucedió. Sigue creyendo que fui yo quien convencí al consejo Uchiha para llevar a cabo ese matrimonio. No para de repetírmelo.
—Padre... —Takahiro se rió, negando con la cabeza—. Él no te hará nada y tampoco se enterará. Me veré con Sasuke más tarde y será suficiente coartada con haber estado con Kakashi, Suigetsu también me vio con él.
—Muchacho, no sabes en qué estás metiéndote. ¿Dónde está Kankuro? Creí que él te estaría protegiendo ahora —reprochó, mientras recostaba su cabeza de nuevo en el colchón. El más joven rodó los ojos y se acercó un poco más a la cama del hospital.
—Está viendo a su sobrina —respondió, con sarcasmo—. En fin, mi madre estaba conmigo cuando llamó Karin-san, así que sabe que estoy con Sasuke.
—Estás conmigo, en realidad —profirió con ironía.
—Eso no tiene que saberlo —bufó—, ¿puedes contarme qué fue lo que pasó?
—Claro, siéntate —el pelinegro menor asintió.
Kakashi tenía los hombros tensos y la mandíbula apretada conforme los Uchiha hablaban de la situación por la que estaban pasando. Hombre, en todos sus años de vida jamás esperó estar en una situación como esa, pero ahora no sabía qué decir exactamente.
Había pasado toda su vida protegiendo a personas desconocidas, era el trabajo de su padre, el colmillo blanco de Konoha. Le entrenó a él para hacer el trabajo, y lo perdió por aquel trabajo también, pero jamás había estado tan confuso como el día en que conoció a Minato Namikaze y éste le tendió una mano. Kakashi le juró eterna lealtad a Minato y su familia posteriormente se volvió la suya.
Naruto era casi como un hijo tanto para él como para Iruka, pero cuando fue asignado a proteger a la familia Uchiha, desarrolló un cariño por el temperamental Sasuke, que era como su hijo prodigio, lo había protegido y acompañado siempre, la cicatriz en su ojo lo demostraba así como la de Iruka por Naruto. Ambos harían lo que fuera para proteger a ambos ahijados.
Es por eso que consideraban a sus hijos como sus nietos, o sobrinos en un caso más factible, dado que ambos habían sido adoptados por Minato y Kushina. Y que atacaran a uno de sus hijos o nietos, no les hacía gracia a ninguno de los dos. A ese momento podía imaginar que Iruka se había enterado ya -le había enviado un mensaje de texto aunque sabía que esos días se quedaba hasta tarde en el trabajo- y probablemente estaría a punto de cometer un asesinato, y él mismo lo estaba también.
Sin embargo, no podía dejar que su alumno cometiera un error yéndose a alguna parte como pensaba hacer. Sasuke debía quedarse en casa con Naruto y sus demás hijos, dejando esto a las autoridades y en todo caso, a Iruka y a él, porque era un efecto que no se quedarían con los brazos cruzados.
—Sasuke, es una locura —interfirió, haciendo que ambos Uchiha y el Hozuki le miraran. Kakashi suspiró cansino y negó con la cabeza—, no voy a dejarte hacer eso. No vas a irte y dejarlos, no ahora cuando más te necesitan. Sasuke, tus hijos te necesitan.
El azabache bajó la mirada.
—Él también me necesitaba y yo no estuve ahí para él —le dijo, con amargura.
—Sasuke, no puedes comparar las situaciones —Kakashi se puso de pie y miró a Itachi, quien parecía igualmente tenso—. Sasuke, escúchame. Naruto no te va a dejar hacer esto, no va a dejar que te arriesgues así y yo tampoco.
—Desde que Minato no está han habido alrededor de tres ataques —Sasuke alzó la mirada—. Y yo he estado en todos ellos, menos en el que raptaron a mi hijo, doparon al otro y le dispararon a mi hermano. ¿Lo entiendes, no?
—Sasuke —Itachi intentó tomarlo del brazo pero el menor se soltó—. Sasuke, Kakashi tiene razón, lo que piensas hacer es irracional. No puedes simplemente meterte en la boca del lobo y esperar que todo salga bien.
—Creí que contaba con su apoyo —repuso el azabache.
—Yo sí lo apoyo —dijo Suigetsu, mientras sorbía su malteada con aquel irritante sonido. Itachi y Kakashi miraron al albino como si hubiera dicho algo realmente estúpido, bien, lo había hecho.
Sasuke no aminoró su rabia.
—Quiero recuperar a mi hijo —pujó, molesto, mientras los miraba.
—Nosotros también —dijo Kakashi—, pero si te perdemos a ti... Sasuke, tienes que entenderme, no voy a soportarlo. ¿Sí? Naruto tampoco. ¿Y tu madre? La destruirás si te pierde.
—Yo estoy destruido —Sasuke comenzó a quebrarse—, es mi hijo, es mi pequeño. Maldición, no tiene todavía veinte putos años. ¿Cómo creen que me siento? No sé como está, si está bien, si está vivo siquiera y... No... no quiero pensar que...
El peliplata se acercó hasta él y lo abrazó. Sorprendentemente, no lo hizo a un lado como cuando era joven y lo apartaba porque se sentía avergonzado. Kakashi supo que estaba roto, y sabía bien lo que era ver roto al Uchiha, era devastador. Dirigió su mirada a Itachi y este bajó la mirada.
—Sasuke, vamos a traerlo de vuelta. Lo prometo —susurró—, pero tienes que confiar en nosotros. ¿Entiendes? Tienes que dejar que hagamos nuestro trabajo.
—Okay, okay... Sí, está bien —se sorbió la nariz y alzó el mentón.
—Explícame como es que fallaste —ordenó Kaguya, mientras alzaba la ceja, expectante.
Haku se quedó en silencio y miró a Hannya de reojo.
—Lo lamento, Kaguya-sama, ella se interpuso en mi camino —advirtió, con tono siseante—. Perdí una de mis agujas envenenadas en ella, luego aparecieron Gin Uchiha y Boruto Uchiha, quedaron dos más. Ella le disparó a Gin y a Sora Uchiha. Por el momento, el último está desaparecido, creo que logró escapar.
Kaguya apretó la mandíbula y miró a Hannya.
—¿Es eso cierto? —Inquirió.
La mujer solo agachó la mirada. No recordaba nada, cuando el joven de ojos azules la pateó y disparó, se fue hacia atrás y perdió la conciencia inmediatamente, aparentemente por el veneno del que le había hablado anteriormente.
—Muy bien, como sea, eso no importa —mencionó, rodando los ojos—. La segunda fase en definitiva no va como esperamos, pero va. El señorito Yo puedo aguantar Namikaze sigue sin darme información sobre Kisame y Takahiro así que procederemos a matar al rubio.
Haku se tensó.
—Takahiro —Kankuro apareció por la puerta, y el mencionado alzó la vista—. Tenemos un problema, debemos irnos de aquí rápido y sin que te vean. Naruto, Deidara y Karin están aquí.
El pelinegro asintió y se giró a ver a Gin, justo en el momento en que Sasuke entraba en el cuarto por el otro lado de la puerta. El mayor se quedó mirándolo en silencio, mientras apretaba la mandíbula. El de ojos aguamarina no se lo pensó dos veces antes de ir hacia él y abrazarlo como cuando era más pequeño, Sasuke se tensó. Era como sus hijos, se decía y lo abrazó de vuelta.
—¿Qué haces aquí? Es muy peligroso —le reprochó, mientras acariciaba su espalda y miró a Kankuro—. Quiero que lo lleves a este lugar —le dio un papel con una dirección escrita allí y lo apartó de él, mirándolo a los ojos—. Escúchame bien. A donde vas, estarás protegido, yo iré por ti cuando vea que estarás a salvo. ¿Vale? Si pudieron encontrar a Sora, probablemente irán por ti. Es peligroso. ¿Entiendes?
Luego miró a Gin, este tenía la cabeza agachada y no formulaba ni una palabra.
—Despídete de tu padre y vete con Kankuro —dijo el mayor.
Takahiro asintió y besó la mejilla de Sasuke con una sonrisa, mientras lo abrazaba. También, se dio vuelta y fue hasta la cama donde estaba Gin. Sasuke se giró entonces a ver a Kankuro.
—Lo llevarás ahí y no permitirás que tenga contacto con nadie. ¿Entiendes? Estarás con él ahí, serás mis ojos y oídos. Si ocurre algo, me avisarás de inmediato —agregó—. Por favor, cuídalo.
—¿Con nadie? —Kankuro alzó una ceja—. ¿Ni siquiera con su padre? —preguntó burlón.
Sasuke lo quemó con la mirada, lamentablemente para él, no era literal como le gustaría.
—Ni siquiera conmigo —gruñó. Kankuro silbó, eso era demasiada protección pero asintió—. Como sea, ¿cómo está tu hijo Shinki?
—Muy bien oculto —Sonrió de lado—. Se llevarán bien seguramente, descuida Uchiha, puedes confiar en mí, casi somos familia.
—No bromees así —Sasuke sonrió, y se giró. Takahiro se hizo a su lado y volvió a abrazarlo, al parecer sabía que no se volverían a ver en algún tiempo. Sasuke se permitió acariciar su cabello una última vez antes de empujarlo a Kankuro—. Cuídense —fue lo único que dijo, antes de darles la espalda y ver a Gin.
—Ya se fueron —anunció. Claro, esperó pacientemente pero el puño del Uchiha no se estampó contra su rostro en ningún lugar, supuso que se debía a su condición, de otra forma ya lo hubiera golpeado—. ¿Estás seguro de que quieres dejarlo ir?
—Al menos sé que Kankuro dará su vida por él si es necesario —afirmó.
—Sasuke...
—Cállate —pidió, mientras se sentaba en el sillón de la habitación y se pasaba las manos por el cabello—. Joder. Estoy a punto de cometer una locura.
—Ni creas que voy a dejarte, Uchiha.
Ambos se paralizaron ante el tono de voz y voltearon a ver, Naruto tenía los brazos cruzados.
—¡Naruto! —Sasuke se levantó enseguida y lo abrazó, no sin antes revisarlo de pies a cabeza para corroborar que estuviera ahí realmente y que estuviera bien—. Por dios, Naruto —lo abrazó y hundió su nariz en el cabello olor a vainilla y coco del menor—. Mi amor, mi amor, estás bien.
—Por supuesto que lo estoy-ttebayo, estás haciendo una escena, Sasuke —se quejó bajito, abochornado, porque tanto las enfermeras a su lado como el hermanastro de Sasuke los vieran—. Ahora dime, ¿cómo está nuestro hijo?
—Bolt está bien —dijo, mientras miraba a Gin—, mi madre ya lo curó. Ahora está descansando.
—¿Has sabido algo de Sora? —Sasuke se apartó y vio lo hinchado que estaban los ojos de Naruto, se preguntó si los suyos también se veían de esa forma pero negó levemente. Naruto volvió a sentirse vulnerable—. ¿Crees que esté bien?
—Sí, es fuerte como su papi y muy inteligente —aseguró, mientras abrazaba a su frágil ángel de ojos azules—. Lo encontraremos, lo traeremos a casa de vuelta. Lo prometo.
—¿A qué precio estás apuntando?
Sasuke desvió la mirada. Parece que Kakashi cumplió su amenaza, hizo una mueca.
—No voy a permitir que nos abandones, Uchiha —advirtió el rubio—, tienes que estar con nosotros. Todo el tiempo. Así que házte a la idea de que yo soy el esposo de un abogado, no de un espía japonés-ttebayo.
Sasuke lo miró y al ver la desesperación de la que era presa su ángel, asintió.
—No voy a dejarlos otra vez —prometió.
Naruto pareció satisfecho con su respuesta y le dio un besito, antes de hacerlo a un lado para poder hablar con el herido y que las enfermeras pudieran entrar también. Sasuke suspiró.
¿Cómo voy a proteger a mi familia, si no pude protegerte a ti?
—Chicos, tranquilos —Sarada se quejó, mientras veía a sus hermanos caminar de un lado para el otro. Cuando despertó de su siesta, su padre la llamó para que fuera a casa de ellos a cuidar de sus hermanos mientras ellos iban al hospital, no se dio cuenta de que sucedía hasta que estuvo allí y los gemelos, quienes seguían despiertos, le dijeron—. Me ponen nerviosa y a la bebé también.
—Lo siento tanto, Sara-chan —Daiki fue el primero en detenerse y acercarse, mientras ponía su mano en su poco vientre—. No quiero molestarlos, solo es que estoy muy preocupado por Sora-ttebane.
—Descuida, estarán bien —aseguró, mientras mordía su labio. En ese momento, Takeshi debía estar de turno en urgencias y lo más probable es que no tuviera tiempo para contestar llamadas o informarle si algo sucedía en el hospital con relación a su familia—. Nuestros padres sabrán como encontrarlo. Yo sé que sí.
Akihiko, que era más analitico, solo se quedó viéndola en silencio mientras mordía su pulgar y asentía. Tenía cierto sentido lo que decía. Aún así, no lo terminaba de convencer. Claro, solo tenía doce años, casi trece, pero sabía que había cosas que sus padres y todos en su familia les ocultaban, como el hecho de que su padre siempre llegara herido de alguna forma, o de que Sarada pareciera como si lo que pasaba fuera algo que ya esperara, como si que Minato estuviera desaparecido o que fueran acechados por alguna especie de mal desconocido no fuera tan desconocido para ellos. ¿En qué clase de problemas estaban metidos?
El teléfono de Sarada hizo que sus pensamientos se detuvieran y la mujer contestó enseguida.
—Tío —dijo enseguida—. ¿Cómo está Boruto? ¿Estás con él? ¿Gin-san está herido también?
Akihiko frunció el ceño y ladeó la cabeza.
—Entiendo, está bien. Sí, estoy con ellos y los cuidaré, dormiré en el cuarto con Ayame —agregó, haciendo que los gemelos se miraran—. Claro, doitashimashite.
Cuando colgó, volteó a ver los chicos.
—Nuestros padres se quedaran esta noche en el hospital con Boruto y los demás —anunció—, así que chicos, es hora de ir a dormir. Mañana será un día realmente difícil. ¿Okay?
—Bien —aceptaron, a regañadientes.
—Luces algo cansada —Mikoto se acercó a la mesa donde reposaba Kushina y le tendió un café, que la pelirroja aceptó con un suspiro—. Deberías ir a casa, Kushina, no te hará bien quedarte en el hospital toda la noche. Sasuke y Naruto harán guardia, y yo estoy de turno toda la noche así que estaré rondando por Gin y Boruto también.
—¿Cómo me pides que me vaya-ttebane? Minato no está esperándome en casa y yo simplemente no puedo tolerar la idea de ir allá. Mi casa es Minato —soltó un bufido, al menos hasta que un escalofrío en la espina dorsal le recordó que la mujer a la que le decía aquello era alguien que había perdido a su esposo, para siempre. Levantó la mirada—. Lo siento, Miko-chan, no quis-
—Descuida —Mikoto le dedicó una pequeña sonrisa comprensiva—, sé lo que es perder los nervios cuando la persona que amas no está junto a ti, pero descuida, él volverá. Sora también. Ambos son fuertes y capaces, no se van a dejar vencer tan fácil. Puedo prometerlo.
Kushina asintió, aunque una parte de ella, tenía miedo de perderlos para siempre.
—¿Estás bien? —preguntó Naruto, mientras acariciaba el rostro de su hijo mayor. Boruto asintió con las mejillas rojas por la mirada exaltada de su papá y del coraje que había pasado, cuando despertó en aquel hospital y se dio cuenta que había perdido a su hermano menor.
—Sí-ttebasa, no te preocupes. Estoy bien —afirmó—. ¿Han podido averiguar algo?
Naruto exhaló con fuerza y luego negó con la cabeza.
—Tu padre está comunicándose con todas las personas que pueden ayudarnos —afirmó—, lo encontraremos, solo... tenemos que ser pacientes y esperar un poco. ¿Está bien? Pronto volverá a casa y entonces...
—Naruto —Sasuke apareció por la puerta otra vez y ambos rubios alzaron la mirada para verle. Boruto lo observó en silencio, su padre era de todos el que se veía más demacrado. Sus ojos traían dos bolsas moradas debajo de ellos, se veían ópacos y parecía que no había dormido en semanas enteras, quizás meses. Su piel se veía tan pálida que contrastaba con la pared amarillenta del hospital—. Hay algo que debo hablar contigo, pero primero, déjame a solas con Bolt, por favor.
Naruto se levantó y le dirijo una mirada confusa, antes de mirar a Bolt, quien asintió.
—Bien, estaré afuera-ttebayo —bufó el mayor, saliendo de la habitación. Sasuke ni siquiera lo miró, y sus ojos se posaron sobre Bolt, quien de inmediato se sintió nervioso ante la mirada.
—La persona que los atacó. ¿Viste su mascára? ¿Si te la muestro..., podrías...?
—Era blanca, tenía... uh, franjas rojas y... cuatro rayas en la frente —cerró los ojos ante el inminente dolor de cabeza que no había parado de atosigarlo—, usaba agujas. ¿Fue la persona que te dejó la espalda de esa forma, no?
—¿Cómo es qu-?
—Papá me dijo que fuiste atacado, Sarada y yo investigamos un poco y sabemos que este personaje está confabulado con Zabuza, el espadachín de la niebla —dijo Bolt, haciendo que Sasuke arqueara la ceja, intrigado ante la información que -ya sabía- le sorprendía que sus hijos consiguieran—. ¿Ustedes se habían enfrentado antes o no?
—Tu padre y yo éramos jóvenes, como lo era el chico de la mascára —dijo—, creímos que había muerto aquella vez. Naruto no se contuvo aquella vez.
—¿Crees que... están trabajando independiente o con los Akatsuki? Cuando Hannya apareció, esta perso-
—Haku —dijo Sasuke.
—Haku —repitió Bolt—, interfirió en su intento de matar a Sora.
Sasuke se mostró sorprendido genuinamente. ¿Haku había protegido a su hijo? ¿En dónde estaba ahora entonces? ¿Tenía que ver con lo que dijo Zabuza?
—Ella falló el tiro, bueno, no del todo pero... ¿por qué él no lo mató? Si están juntos, pudo haber usado las agujas con él y a nosotros... Tenía otra arma, es que yo... No puedo entenderlo —Agachó la mirada—. Gin estaba mal, él me protegió y mira como está ahora.
Sasuke mordió su labio antes de acercarse.
—Bolt. Lo que quería saber es... ¿Saliste con Gin, no? —Bolt asintió—. ¿Él... él te gusta?
Bolt alzó la mirada, sonrojado hasta las orejas.
—Somos familia-ttebasa.
—Técnicamente no —puntuó Sasuke. Gin es adoptado y aunque fueran familia, no está mal para su familia, él lo sabe mejor que nadie. Su propia madre fue una de las tantas Uchihas de linaje puro que ha conocido en la vida, también Itachi y él lo eran.
—Aunque me guste... él aún ama a su esposo-ttebasa —Negó Boruto, sonriendo con amargura—. No soy quien para interferir en eso. Es cierto que murió, pero... No sé como explicarlo.
Sasuke sonrió y acarició la mejilla de su hijo mayor.
—Bolt, mi flor de loto, tienes el corazón tan grande como papá —Sonrió—, y eso me hace feliz. Pero si hay algo que te haga feliz, corre por ello, y no dejes que nada ni nadie se interponga en tu felicidad, jamás. Ni siquiera nosotros. ¿Me oyes?
Bolt cerró los ojos y asintió con una sonrisa, mientras apoyaba su mejilla en la mano de su padre.
Naruto sonrió enternecido, y vio a Sasuke salir del cuarto donde Boruto se había quedado dormido. El azabache le dedicó un meneo de cabeza para que lo siguiera, apenas estuvo a su lado, tomó su mano y se dirigieron así camino a la terraza. Todo bajo la mirada de unos ojos aguamarina y unos cortos cabellos rojos.
—Es lindo —dijo, apenas estuvieron arriba, admirando la terraza con puerto de helicóptero—. No venía aquí desde aquella vez en el avión-ttebayo. Ya sabes, cuando el avión fue atacado y... Ah.
—Lo sé, aún recuerdo a tu madre gritándome que estabas en el hospital y yo fingiendo que no sabía que seguías vivo porque Sor-
Naruto se giró a verlo, Sasuke se había cortado a sí mismo al recordar a Sora, y el rubio bajó la mirada a sus manos unidas, apretándolas para darle consuelo. Sabía que Sasuke se culpaba por no poder protegerlos, pero... él no podía procurar estar siempre con ellos.
—Yo no te culpo por lo sucedido —se atrevió a decir. Sasuke se giró a verlo.
—Lo sé —afirmó su esposo, mientras admiraba la bella ciudad de Kyoto desde aquella altura—. Pero yo sí siento que les fallé, que le fallé a él. Quizá no hubiera sido de gran ayuda, pero...
—Sasuke, sigues herido —Naruto lo miró con el ceño fruncido—, Haku es poderoso. No lo olvides, ¿qué no recuerdas aquella vez? Joder, casi nos mata. Casi te mata...
—Creí que me había hecho fuerte —suspiró derrotado.
Naruto le miró y entonces lo entendió todo. Sasuke no sabía qué hacer, quería proteger a su familia, pero sentía que no era lo suficientemente fuerte para serlo. Se recordó también que Sasuke se había roto años atrás, había estado al borde de la locura, y él ingenuamente había creído que esos años habían acabado, cuando Sasuke siempre estuvo roto.
Y ahora lo habían quebrado más.
Sora, su Sora, su pequeño hijo y su rayo de luz en toda la oscuridad que había hecho sucumbir a Sasuke años atrás, el que curó todo el dolor que lo había corrompido y le había dado la felicidad más grande del mundo... se había ido, y no sabrían cuando iba a regresar.
Sasuke, tranquilo, nosotros vamos a proteger nuestra familia.
—Juntos —Naruto apretó más su mano y le sonrió con tristeza.
Sasuke lo abrazó.
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