Capítulo 25; Katsu.
—¿Te sientes bien con esto? —preguntó Naruto, mientras alzaba la ceja.
Sasuke se mordió el labio y sonrió, asintiendo.
—Hace mucho tiempo no teníamos una semana solo para nosotros, Naru. Disfrutemos todo el tiempo que tengamos —Sasuke afirmó al rubio contra él y sonrió—, amo estar contigo. Así, aquí, allá, en todas partes, pero siempre contigo. Sólo contigo.
—Eres un teme romántico-ttebayo —hizo un puchero y luego sonrió—. Me gusta.
Sasuke acarició su cabello rubio y descendió sus manos hacia el cuello del menor, mientras besaba su frente con adoración.
—Eres sólo tú el que ha con... Eres sólo tú el que merece esta faceta de mí, Naru —Sasuke presionó sus labios contra el mentón del menor—. Eres el único al que amo y amaré siempre, a través de las vidas que tengamos, siempre serás tú mi único y verdadero amor.
—¡Oh, Sasuke! Te amo —el azabache sonrió y lo besó.
Yo te amo mucho más, mi vida.
—Muy bien —carraspeó Deidara, bajando las escaleras de la mansión Namikaze. Sus padres salieron muy temprano a trabajar y les dejaron apenas lo necesario para que pasaran la mañana, se arreglarán y volvieran a casa. Por desgracia para el rubio, esta vez debía llevar contigo una pandilla de niños junto a él e Itachi estaría apenas hasta mediodía antes de tener doble turno—. Buenos días, Hmp. Hoy vendrán ah, ustedes con nosotros —Señaló a los hijos de Sasuke y Naruto, quienes se vieron confundidos.
—¡Sí! Pasaremos tiempo con el tío Dei —Ayame estaba muy contenta, era su tío favorito.
Sora frunció el ceño. ¿Era por lo de sus padres?
—Les agradezco que no hagan muchas preguntas —bostezó. Tenía muchisimo sueño y ni una sola gana de responder alguna de las preguntas que intentaran hacer sus sobrinos.
—¡Oh, miren! A tío Dei también lo picó un mosquito —gritó Hikari, señalando la mancha roja en el cuello del rubio. Itachi, quien iba bajando detrás, se asomó algo sonrojado.
—Em. ¿Alguien quiere desayunar? —preguntó entonces, abochornado por lo que su sobrina dijo.
Porque así comenzaba toda una semana con los niños Uchiha-Namikaze, para la pareja.
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-Día 1-
Luego de desayunar, todos subieron al auto dispuesto a ir a casa de Sasuke y Naruto para que los niños pudieran recoger lo que necesitarían. Deidara, por supuesto, le prometió a Sora que sus padres regresarían y que solo debían empacar lo necesario para los siete días restantes -también llamó a Sasuke para decirle que si volvía hacer algo así sin avisar con anticipación se debía ir despidiendo de su amiguito y que tenía una semana para volver o mandaba por él a matarlo-. Por lo que los niños empacaron rápido y volvieron a la 4x4 de los Uchiha Namikaze 1.
Sora no iba muy contento, por alguna razón iba bastante perdido en su teléfono, gruñendo y rodando los ojos cada cinco minutos. Akihiko, a su lado derecho, estaba leyendo un libro mientras en sus piernas descansaba Daiki -otra vez durmiendo-. Ayame y Hikari jugaban a los ponys con los juguetes de la menor. Deidara iba tarareando Explosions de Ellie Goulding, una canción quizá muy profunda para alguien como él. Itachi se preguntaba como sería su día.
Ni siquiera notaron cuando llegaron a la casa de los mayores hasta que aparcaron y Deidara comenzó a gritarles a todos ¡FORMACIÓN! Todos -incluso el adormilado Daiki- se sintieron aturdidos y se formaron, como militares.
—Muy bien —Deidara se puso firme—, esto es como va a funcionar. Sora y Akihiko dormirán en la habitación que antes era de Daisuke, mientras Daiki, Ayame y Hikari dormirán en la de Haru. Los horarios, ahora.
Sora parpadeó.
—Yo entro a la universidad de siete a doce —dijo, y miró a Akihiko.
—Daiki, Ayame y yo estudiamos de siete a una una de la tarde —respondió. Daiki asintió, Ayame ni siquiera estaba prestando atención pues su mirada la atrajo una linda estatuilla de ave que sus tíos tenían en la entrada—. Hikari estudia de doce a cinco, pero no está yendo al colegio.
Miró fijamente a sus tíos, quienes entendieron por qué.
—Bueno —Deidara miró a Hikari con una pequeña sonrisa. La pelinegra de siete años posó sus ojos azules sobre los suyos también—, parece que tú y yo pasaremos tiempo de calidad, pequeña.
Hikari sonrió y asintió efusivamente.
—Muy bien, Itachi esta semana tiene turno de tarde y noche —informó, mirando a su esposo y éste se rascó la nuca—, por lo que si necesitan algo, hagánmelo saber a mí y trataré de ayudarlos lo mejor que pueda. Hasta que sus padres regresen de su... viaje, estarán aquí.
—¿Cuándo viajaron? —preguntó Ayame, mientras sostenía un chanchito rosa que vaya a saber de dónde sacó. Deidara la miró.
—Eh, ayer —miró a Itachi y éste alzó los hombros—. Sí, y no recuerdo a donde así que no pregunten. ¿Algo más? Ah, sí —no los dejó responder—. Quiero que sepáis que soy un desastre en la cocina, Itachi siempre deja comida preparada en las mañanas así que debéis preguntarle a él.
—¿Podemos comer ramen? —preguntó Daiki, con una sonrisa tímida.
—Ah... Sí, claro. Hmp —miró a Ayame—. ¿De dónde sacaste eso?
Ayame alzó los hombros.
—Lo vi por ahí y lo tomé. ¿Creen que papá se enoja si lo adopto? Lo llamaré Peppa, o Pepe, no estoy segura que es —dijo, mientras apretaba contra sí el chanchito. Itachi formó una línea recta con sus labios, bien, se parecía demasiado a Naruto—. ¿Wanna pet him? —le preguntó a Daiki.
En inglés, Deidara miró a Itachi, los condenados hablaban inglés. Genial, claro que él hablaba francés, alemán y ruso... pero reprobó inglés al menos siete veces, toda su vida, pero era culpa de los profesores por no entender el arte.
—Oh my god, it's so fluffy —Daiki empezó a acariciar el chanchito también.
—¡I want it too! Lemme touch him —A este punto Deidara le brincaba una ceja. Hikari, de siete años, hablaba el inglés tan fluido como si fuera japonés. Fantástico. Mataría a Sasuke por ser tan... tan él—. ¡Aw, he's so cute! ¡I want to keep it!
—I think you don't —Una voz desconocida los sorprendió y el chanchito comenzó a chillar y a removerse en los brazos de la chica para intentar irse de ahí hacia los brazos de aquella persona, seguramente su dueño. Un pelinegro con ojos verdes sonrió—. Her name is Shizen. It's my daugther's pet.
—Oh, viejo —Daiki hizo un puchero.
El hombre se mostró sorprendido.
—¿Sois japoneses? —preguntó. Todos asintieron, Deidara ya no sentía la ceja—. Qué grata sorpresa, no conocía jovencitos que hablaran tan bien el inglés desde mi difunta hija, Shizune.
Itachi y Deidara se tensaron, volteando a ver al hombre de al menos unos setenta años.
—Genial —Akihiko miró a Sora y a sus tíos—. ¿Podemos entrar ya? Muero de hambre y mañana entramos de nuevo a estudiar, necesitamos reponer energías.
—Ah... Akihiko tiene razón —Deidara pasó del anciano—. Va-vamos adentro, niños. Nos espera un día realmente largo.
Dicho y hecho, el domingo fue pesado para los niños que tuvieron que acomodar sus cosas, relativamente bien, para la semana que pasarían ahí. Ayame estaba flipando por todas las arcillas explosivas que encontró y entendió eran de Haru, pero ahora eran suyas en realidad.
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-Día 2-
Quien diga que criar niños es fácil, es porque no ha tenido hijos ni sobrinos. Deidara se repetía a sí mismo que todo estaba en el útero y podría con tanto, pero apenas eran las cinco de la mañana y ya escuchaba todo el jaleo que había afuera. ¿La razón? Las duchas, eran tres duchas en la casa, una la del cuarto principal -osea la suya, donde estaba Itachi-, y las dos del pasillo. Cuando él era padre de dos niños-adolescentes, no era problema. La cosa radicaba en que... ahora la ducha era solicitada por cuatro personas, y para más dos de ellas muy ruidosas. Oyó la puerta del baño de su cuarto abrirse y se giró, todavía acostado, a ver a su esposo. Este sonrió.
—Buenos días, cariño.
—Cállate, tengo sueño todavía —Deidara hizo un puchero—. No puedo dormir en una galería.
—Qué raro, porque trabajas en una —se burló el pelinegro, mientras se ponía unos bóxers. Deidara lo miró como si no le pareciera gracioso, porque no lo hizo.
—Mi galería es más callada que esto —puntualizó mientras movía su mano—, Sasori no habla y Naruto apenas y pasea por ahí. Sólo soy yo, paz y... y Hikari. Oh dios.
Itachi hizo una mueca.
—¿Por qué no pides una semana? Tú eres el dueño de todas formas —Deidara lo miró horrorizado. ¿Tomarse una idea? ¿De su arte? Jamás. Bah, podía con una niña de siete años, pudo con Haru, Hikari era mucho más tranquila. No pasaría nada, Hmp, era Deidara Uchiha Namikaze, por amor al dios de las explosiones -ni siquiera existía-, y por Jashin.
—Preparar pastas —informó Itachi, mientras terminaba de ponerse el pantalón. Tocaron a la puerta—. Adelante —dijo y tomó su camisa para ponersela. La puerta se abrió cuando se estaba abotonando la camisa.
—Hola —Hikari sonrió aún dormilada, tenía un peluche de un zorrito con una paleta Uchiha ahogado entre sus brazos, se restregaba la cabeza mientras bostezaba—. Mi papi siempre duerme un rato más conmigo cuando no tiene que trabajar. ¿Puedo quedarme con tío Dei?
Deidara hubiera podido negarse y decirle que en realidad él sí trabajaba desde temprano, pero... No, no pudo.
—Por supuesto que sí, Hika-chan —Itachi lo miró con la boca hecha una gran O, hasta él mismo se había sorprendido, cuando tanteó el colchón a su lado—. Ven aquí, dormiremos un poco más juntos.
Hikari sonrió y pasó, no sin antes darle un beso en la mejilla a su tío Itachi y luego caminó hacia la cama donde estaba Deidara, le dio un beso también y se acostó a su lado. Deidara acarició los cabellos negros de la pequeña y miró a Itachi, éste le dedicó una pequeña sonrisa y se acercó para besarlo levemente.
—¿El mosquito va a picar a tío Dei? —susurró Hikari, haciendo que ambos juntaran sus frentes abochornados y ella abrió un ojito. Ambos esposos se miraron antes de lanzarse a hacerle cosquillas a la niña con una sonrisa al oír las dulces risas de la pequeña que rogaba por piedad.
Sora sonrió del otro lado y esperó pacientemente a que sus hermanos salieran del cuarto, mientras hablaba con Shikadai, Yuki y Takeru por chats diferentes. Algunos hacían que sonriera.
—Te ves feliz —comentó Akihiko cuando salió de la noche. Sora levantó la mirada y negó, mientras le sacaba la lengua—. Me alegra eso... bastardo.
—¿No puedes decirme algo lindo sin insultarme, estúpido hermano menor? —se quejó, mientras se levantaba del suelo para ir al interior del baño. Akihiko lo vio de reojo y sonrió de lado.
—Es para equilibrar el ser, tonto hermano mayor —antes de que pudiera entrar a su cuarto, vio a Itachi entrar al pasillo—. Hola, tío Itachi.
—Akihiko, Sora —los saludó, sonriendo—. Me recuerdan tanto a Sasuke y a mí que me da miedo.
Ninguno de los dos dijo nada y solo sonrieron. Akihiko ingresó al cuarto que compartían para buscar sus zapatillas y cuadernos, mientras Sora ingresó a la ducha para poderse alistar. Ayame, en cambio, se estaba arreglando la ropa mientras Daiki se bañaba, así que prefirió bajar a la cocina. Quizá tenía suerte de pescar algo de comida. Supo que Hikari convencería a Deidara de dormir con ella cuando no los vio pasar.
—Buongiorno —saludó, con una sonrisa al ver a su tío, pero notó que este tenía audífonos y no notó su presencia. Su sonrisa se ensanchó mucho más así que se fue de puntitas hasta estar atrás de él y—. ¡KATSU!
Así fue como Itachi terminó con una sonrisa de boca cerrada, los waffles quemados sobre su cara y un sólo pensamiento.
Es como Deidara pero en mujer.
Y una gotita de sudor en la cabeza. Iba a ser una larga semana.
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-Día 3-
De alguna extraña manera Deidara se las había apañado para aguantar hasta que Hikari decidiera despertarse esa mañana y la anterior, antes de levantarse, asearse y desayunar juntos. Se sintió vitalizada, solía comer con Itachi pero no recordaba lo que era desayunar con una niña y ver a Hikari le recordaba a Daisuke, siempre hacía preguntas raras pero significativas, cosas que nunca resolvías a primera por más simples que parecieran. También se las apañó para trabajar con ella en la galería, descubrió que era fácil entretener a Hikari si se la ponía a un lado a Sasori y la dejaban jugar con intentos de marioneta que nunca llegaron a ser terminadas por el pelirrojo, lo cual era bueno para ambos a decir verdad.
—¿Y no has recibido noticias de Naruto? —preguntó Sasori a su primo y mejor amigo, negó el rubio.
—Ya sabes, están de luna de miel —dijo, mientras sus manos estaban concentradas en la arcilla que estaba moldeando—. Itachi una vez hizo lo que Sasuke, bueno, no me secuestró de esa forma pero sí me llevó de sorpresa a celebrar nuestro aniversario en las Bahamas, sin decirme nada.
—Lo recuerdo... Le pateaste las bolas por olvidarse de que esa semana era la premiación de la galería de arte —ante el comentario de Sasori, Deidara comenzó a reír.
—Ya no recordaba esa parte —siguió riendo, mientras Sasori sonreía y negaba con la cabeza. Hikari alzó la mirada y sonrió, le gustaba ver a su familia sonreír, tanto como les gustaba oírlos reírse como puerquitos.
Itachi cocinaba en las mañanas y se las pasaba hablando con Sora o Akihiko, Ayame se las pasaba atormentándolo con sus explosiones como Haru cuando pequeña o su propio esposo como... siempre. Mientras Daiki hacía tareas o simplemente leía algún libro o manga o veía anime y jugaba videojuegos, era todo un nerd, si se lo preguntaban. En la tarde, Itachi se encargaba de los casos de su trabajo y se mantenía en contacto con Sai Shimura, quien se hacía cargo de la firma de abogados de su hermanito en su ausencia.
Lo único que sabían ahora era que... los Akatsuki no habían atacado, al menos no a ellos directamente. Lo cual les hacía quedarse en silencio. Algo debían estar planeando y debían intentar planear una defensa o un contraataque en su defecto.
—¿Qué hay? —Sora se sentó a un lado de Shikadai. Éste no apartó la mirada de su libro—. Hm, luces ocupado. ¿Es alguna tarea?
Shikadai lo miró de reojo y suspiró, negando con la cabeza.
—No, es... algo que no debo contarte y ya me voy —dijo, levantándose del lugar y alejándose tan rápido que Sora alcanzó a parpadear, confundido. Hacía días que Shikadai se comportaba evasivo con él, y literalmente acababa de aceptar que estaba ocultando algo de él.
Frunció el ceño. ¿Quién entiende a los hom-? Espera, yo soy uno... Se golpeó la cabeza y suspiró. Bien, simplemente estaba cansado y extrañaba a sus padres. Sería una muy larga semana...
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-Día 4-
Es más fácil para ellos comportarse cuando saben el turno de cada uno, por lo que ya no hacen tanto ruido y Deidara espera a Hikari en la cama con una sonrisa mientras se mantiene adormilado. La niña no perdió su costumbre de besar la mejilla a sus tíos antes de arrumarse a su tío Dei en la cama mientras vuelven a dormir por al menos unas dos horas más. Itachi desayuna con los chicos y los lleva a la escuela, exceptuando a Sora que va a la universidad en la moto de su padre, éste último viéndose algo tenso al pasar los días. Piensa que es por sus padres.
Pasa las mañanas admirando a su esposo dormir pegado a su sobrina, como cuando sus hijos eran pequeños, y cocinando para su familia, si le queda mucho tiempo a veces se pone a leer el periódico o a ver algo de televisión. También suele revisar los casos en los que debe trabajar.
—¿Está díficil? —preguntó su esposo, pasando sus brazos por los hombros tensos de su esposo varón. Itachi lo observó sorprendido—. Hikari tenía sed y bajé por un poco de agua. ¿Y bien?
Itachi suspiró y se giró para abrazar a su esposo, mientras besaba su hombro. El corazón de Deidara se detuvo entonces cuando vio la carpeta. Caso Namikaze. Tragó fuerte y se asió a él.
—¿Es...?
—Está desaparecido —dijo Itachi, bajito—. Pero descuida, vamos a encontrarlo. Tenemos todo un equipo investigando el caso. No dejaremos que le suceda algo, estará bien, lo prometo.
Dei observó los ojos ónix de su esposo con los suyos mismos cristalizados y asintió.
—Tío Dei, tardas mucho-tteba. Tengo sed —Hikari se restregó los ojos, y ambos se sonrieron mientras ponían sus frentes la una contra la otra—. Hola tío Ita, ¿tienes sed también? Tío Dei prepara agua para ambos, si quieres.
Itachi sonrió y asintió a la niña.
—Sí, Dei, anda por el agua —se rió cuando el rubio pelilargo le fulminó con la mirada.
Qué lindo es estar en casa, mi amor.
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-Día 5-
Itachi se levantó bastante animoso ese día, había oído de Sasuke finalmente. Aparentemente estaba en las Vegas con Naruto, se alegraba por él, sabía cuanto le hacía falta un cambio de rutina a ambos. Y para qué decirlo, a Deidara y a él también le hacía falta un poco de compañía en casa. Le gustaba oír a Deidara reír con Hikari y explotar cosas con Ayame -cuando él no estaba cerca, claro-, y adoraba hablar con Sora y Akihiko. Daiki casi no estaba con ellos, se la pasaba siendo un niño friki o durmiendo, a veces le preocupaba pero luego oyó -sin querer- una conversación que lo puso a pensar demasiado.
—¿Y bien? Ha pasado varios días y no habíamos tenido tiempo a solas. Dime ya, ¿qué fue lo que sucedió el sábado?
—Am... ¿recuerdas lo que hablamos sobre estar enamorado y eso? —Oyó a Daiki. Itachi iba para la cocina pero se detuvo al oír a Aki y su gemelo en ella. No estaba bien espiar, escuchar conversaciones y demás... pero bueno, tampoco quería interrumpir la conversación. Sí, eso...
—Dai... ¿qué hiciste? —Akihiko se lo previó, por supuesto.
—¿Yo? Nada, nada —negó Daiki, sonrojado hasta las orejas—. Es decir, sí pasó algo, pero yo... y él... es que es tan lindo... y su sonrisa... Ah... cuando me mira así.
Akihiko alzó una ceja.
—Me recuerdas a Aladdin —dijo el rubio con una sonrisa de lado—, igualito. Literalmente podría haberte grabado, creerían que estabamos actuando esa escena. Deberías participar en la obra.
—¡Préstame atención-tteba! —se quejó Daiki y luego se sonrojó más—. Es que...
Itachi frunció el ceño, detrás de la puerta, estaba seguro que había susurrado algo.
—¡¿QUÉ SE BESARON?! ¡¿CUÁNDO?! ¿DÓNDE? ¿POR QUÉ?
Oh... OH. La boca de Itachi -y de Akihiko- estaba tan grande que si sus mandíbulas no estuvieran pegadas, ya estarían por el suelo. ¿Daiki tuvo su primer beso? Estaba sorprendido.
—Voy a matarlo.
—¡Pero Aki, dijiste que guardarías el secreto! —Daiki detuvo a su petulante y grosero hermano gemelo—. No hagas tonterías, además... la otra vez dijiste que dependía si alguien me besaba y...
—¡Pero...! Bien —Akihiko tomó un gran respiro y se pasó una mano por el cabello—. Sí, es cierto. Es sólo que... ¿Cómo?
—Cuando estaba en el patio —Daiki comenzó a narrar—. Y corté mi cabello... Él se me acercó.
Itachi frunció el ceño. ¿Daiki había cortado su cabello? Vaya, qué malo, ni siquiera lo había notado. Y... dijo él, ¿por qué no dijo quién? ¿Acaso sabía que...? Quizá solo estaba siendo precavido.
—Sí —insistió Akihiko.
—Am, hablamos un poco y me pidió que lo acompañara a la parte de atrás, al lado de la campaña —dijo—, y... no sé que pasó o qué estaba pensando, pero me besó. Y... yo también a él. ¿Eso estuvo mal? ¿Se supone que es así como pasa? No sé como sentirme, los libros no hablan de estas cosas. Yo...
—Descuida —Akihiko se acercó a su hermano y lo abrazó, sorprendiéndolo cuando acarició su cabello—. No tienes por qué preocuparte, estará bien todo. Si él... vuelve a besarte, pídele que te diga que siente por ti, porque si ese cabrón está jugando contigo te juro que yo mismo lo haré conocer las siete puertas del inframundo y no de la forma bonita.
—¡Aki!
—Espiar es malo —susurraron tras de Itachi y éste pegó un brinco de muerte, que hizo que su esposo tuviera que contener -muy mal- la risa. Itachi puso una mano sobre su pecho solo para verificar que su corazón siguiera latiendo y lo miró fulminante—. ¿Qué? No seas llorón. ¿A quién espías?
—Creo que Daiki tuvo su primer beso —dijo bajito, solo para su esposo y él.
—¡No puede ser! —Deidara se cubrió la boca cuando gritó y su esposo se palmeó la cara—. ¡Itachi acabas de descubrir que el agua moja y el fuego quema!
Akihiko y Daiki salieron a ver que sucedía con el ceño fruncido. Más el doncel que el rubio.
—¿Qué pasa? —Sora también se asomó, y detrás de él, la pequeña Hikari.
—Ustedes son unos chismosos —acusó Deidara, señalándolos a todos -sí, a todos-, mientras se cruzaba de brazos—. Yo sólo quería unas tostadas, hmp. Nada, nada, parece que su tío Itachi descubrió que me gustan las tostadas tanto como a él los chi-
—Deidara, lenguaje. Estamos en horario familiar, por dios —Itachi tenía una reputación.
El rubio soltó una carcajada y los demás negaron con la cabeza.
—¡KATSU!
Claro, no faltaba la Ayame.
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-Día 6-
—Muy bien, todos arriba —Deidara estaba de mal humor, y si Deidara estaba de mal humor, todo el mundo estaba de mal humor con él. El rubio no solo estaba de mal humor, quería y podría cometer un asesinato aquella mañana del jueves, miró a todos mientras los llamaba. Menos a Hikari, ella estaba durmiendo como un tronco en su cuarto todavía, apenas había pasado una hora.
Apenas todos estuvieron formados en una fila en el pasillo, Deidara los miró acusadoramente a todos. Sora y Daiki ya se habían vestido para sus respectivas clases, mientras Akihiko y Ayame esperaban pacientemente para entrar a la ducha y correr al colegio.
—Muy bien —Carraspeó—. Voy a ser claro y tranquilo, pero si no respondéis por las buenas, aplicaré la muerte. Digo la fuerza.
Incluso Itachi comenzó a sentirse aterrado del estado de su muy lindo y para nada aterrador esposo. Se le veía molesto como pocas veces lo había visto y se preguntó qué había sucedido para ponerlo en ese estado, también si había dejado abierta la puerta del váter o algo que su esposo pudiera ver y detestar.
—Me desperté hoy —comentó, con voz rígida—. Fui por mi helado de chocolate... y sorpresa. Ya no hay, así que voy a decirles esto... No sé como, pero si no tengo mi maldito helado de chocolate sabrán lo que es una verdadera explosión, justo en sus pantalones —amenazó a los varones y luego miró a las niñas -en este caso, niña y doncel-, quienes parpadearon—. Ayame, Daiki. ¿Quién fue? Si no cooperan, voy a hacerles sufrir.
—No lo sé —respondió Daiki, nervioso, odiaba que lo pusieran en ese tipo de situaciones.
—Ni me mires, no sabía que teníamos helado... Seguro me lo hubierado comido —se lamentó.
Deidara suspiró.
—Ve a bañarte —le dijo a Ayame y luego miró a Daiki—, y tú ve a desayunar o lo que sea que hagas mientras esperas a tus hermanos.
El pelinegro no necesitó que lo dijeran dos veces, asintió y salió corriendo lejos del pasillo. Luego se lanzó al sillón y se puso a leer un libro que le compró Shikadai la semana pasada. Ah, Shikadai, negó con la cabeza y se golpeó la misma con el libro. Ni así consiguió sacarlo de su mente ni arrancarse la sonrisa de la cara. Estaba jodida e irremediablemente enamorado.
—Y ustedes —miró fijamente a los varones—, será mejor que confeséis.
—Yo no fui —Sora bostezó.
—¿Por qué tienes tanto sueño? —preguntó Deidara, acercándose acusadoramente—. ¿No será que te levantaste a media noche para robar el helado y comerlo?
—¿Qué? No, estuve hablando con mi n- con Shikadai —carraspeó y sonrió—. A veces nos trasnochamos.
—Eso sonó tan gay, hermano.
—¡No seas raro! —le gritó Sora en respuesta, y avergonzado. Quizá tenía razón, hubiera sido más fácil admitir que tenía novia, pero tampoco era mentira que se había trasnochado jugando fortnite con Shikadai.
—Aquí el único rarito eres tú —bufó el rubio.
Itachi miró a Deidara y ambos suspiraron.
—Miren, aquí no estamos para criticar si eres gay o no, cariño... Estoy cien por ciento seguro que todos te querremos tal y como eres, aunque te gusten los hombres —todos miraron a Deidara algo preocupados por su aparente calma—. ¡ESTAMOS AQUÍ POR EL HELADO, HMP! —Ahí estaba el verdadero. A todos les cayó una gotita.
—Muy bien —Akihiko se acomodó la corbata y lo miró—. Si sospecha de su propio esposo quiere decir que debemos hacer algo al respecto o nos cogerá la tarde para ir a clases. Así que —miró a Itachi—. Fue su culpa —lo incriminó rápidamente y salió del lugar para la cocina. Tenía hambre.
—Itachi...
—Ya que les crees más a ellos que a tu propio esposo. Compraré un bote nuevo sólo para ti, ¿quieres de chocolate o frutos rojos? —Itachi se mostró claramente ofendido pero no quería pelear más.
—Ambos.
Lo miró sorprendido.
—O nada —amenazó el doncel, haciendo que le recorriera un escalofrío en la espina dorsal. Nada era nada de nada, no se arriesgaba, ni bien el rubio fue al cuarto, Itachi salió al mall—. Y saluda a Takeru, está afuera esperando a Sora, como siempre.
—¿No crees que se ven mucho? Es curioso —insinuó Itachi, recibiendo la chancla de su esposo en la cara—. ¡Au! Era más fácil decir que eran tonterías.
—Pero no más divertido —apuntó.
Takeru, el doncel de los Hatake, se iba siempre con Sora y en el mayor de los casos, volvía con él. Mantenían juntos, demasiado la última semana en realidad. A Itachi le parecía que al doncel le gustaba su sobrino pero no sabría decir si sucedía lo mismo en el caso de Sora, pues éste era un libro más díficil que Naruto y Sasuke juntos... ¿Y qué creen? Es muy literal, pues era hijo de ambos.
Tenía lo peor de sus dos mundos, y ugh.
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-Día 7-
Mientras Sasuke y Naruto disfrutaban de su afrodisíaco viaje, sus hermanos tenían una seria situación en casa, más bien en el patio de la casa de la familia Uchiha Namikaze (1). Itachi y Sora Uchiha, alias el duo de genio primogénito observaban en silencio como el resto jugaba a las escondidas, o algo menos eso se suponía que estaban intentando hacer. No estaban seguros.
—Where did she just go? —Ese era Daiki Uchiha Namikaze, hijo de Sasuke Uchiha y Naruto Namikaze, alias el nerd dormilón, quien por primera vez decidió pasar tiempo con todos en familia y se había propuesto a seguirle la broma a sus hermanos.
—Could ya stop talkin like a fuckin cowboy? —Ese Akihiko, su hermano gemelo. Alias el príncipe matón, regañando a su gemelo por usar un acento sureño... mientras usaba uno también. Su hermano solo lo comparaba con Katsuki Bakugo y Vegeta—. ¡Ey, sabandija! —Ahí ven.
—¡You are sach a-!
—¡Well then! Can you two just stay quiet and help? —Ayame Uchiha, alias pegamento explosivo, interrumpió el golpe del dulce doncel a su para nada tierno hermano. Señalando con angustia a un pelilargo rubio que se movía levemente, mientras cargaba a la pequeña Uchiha como si fuera un balón de baloncesto, entre un brazo y la cadera. ¿Eso era legal siquiera?
—La encontré —celebró Deidara con una sonrisa, mientras los miraba con las cejas alzadas.
—Lemme go, lemme go. Gonna call to my parents —Hikari, la estrellita Uchiha, que en ese momento era sostenida por su tío doncel, y se intentaba liberar. Vio a sus hermanos y comenzó a fingir que lloraba, aunque claro, ninguno ahí era su padre para caer en sus malipuladoras lágrimas de cocodrilo—. Maah, aah have an aah-lash on ma ay —gritó entonces. El rubio mayor tenía un tic en la ceja.
Deidara observó en silencio a los dos pelinegros que tomaban gaseosa como si nada ocurriera, mientras observaban la situación en el patio de la casa, y quiso matarlos por ser tan Uchiha. ¿Explicación? Bueno, al darse cuenta que Deidara tenía un grave problema con el Inglés, sus lindos sobrinos quisieron comenzar a hablar en el idioma todo el bendito día. Itachi y Sora se mantuvieron al margen, pero eso solo lo hacía enfurecer más.
—She has a eyelash in her eye —repitió Daiki, al ver a Ayame y Akihiko algo confundidos. Ambos produjeron un ahh. Luego sonrió y miró timídamente a Deidara, parecía un tierno y esponjoso Stitch, luego de tanto correr—. Well. How's it going, uncle Dei?
—I learned a new phrase today —dijo con una sonrisa de lado—: Aprendí una nueva frase hoy.
Todos quedaron sorprendidos al oírlo hablar en inglés, aunque su pronunciación no fue exactamente buena, podía decirse que había practicado un poco. También ciertamente, aunque se le entendió lo que dijo, se notaba que la gramática inglesa no era mucho lo suyo.
—¿Ah? ¿Cuál? —Hikari levantó la mirada, aunque seguía siendo cargada como un paquete por el rubio mayor pudo divisar la terrible sonrisa del mayor.
—I'M GONNA KILL YA EVERYBODY —Gritó—: VOY A MATARLOS A TODOS.
Así fue como, con un simple grito, los chicos comenzaron a correr y Deidara sonrió aún más. Pronto sería hora de cenar, hoy los chicos no habían tenido clases y a eso se debía su estadía. Eran molestos aunque le agradaba estar con ellos... pero tenía algo muy claro.
Nadie, NADIE, se burla de un Uzumaki, hmp.
En la noche, Deidara se quedó dormido en el sofá junto a Itachi, luego de un extenuante día de juegos y risas. Era posible que hubieran olvidado lo que era tener niños en casa, Sora y los chicos apreciaron a sus tíos en silencio y con sonrisas los acobijaron para irse a dormir ellos también. No fue hasta más tarde que Itachi se removió y apreció a su bello esposo dormir.
—Te veo —susurró, Deidara sonrió mientras parpadeaba y abría los ojos—. Vamos al cuarto, me duele el cuello y tengo el hombro lleno de saliva.
—Fue el perro —Deidara lo ignoró y rodó sobre el sillón, apretando las cobijas. Itachi rió.
—No tenemos uno —murmuró el pelinegro mientras lo mecía—. Aunque no estaría mal tener uno.
—Ni lo pienses, Uchiha —masculló el blondo y se levantó, frotando sus ojos con sus nudillos, sonrió al abrazarse al mayor—. ¿No estás cansado?
—Estás hablando con mi fantasma ya, estoy muerto —se quejó. Deidara rió bajito y lo besó—. Quizá pueda revivir con un par más de esos...
—No seas tonto —bufó el rubio y acarició la hermosa piel del rostro de su azabache—. ¿Crees que estemos cuidando bien de ellos? Siento que estoy algo oxidado para esto. Hmp.
—Ey, una madre nunca deja de ser una madre —se burló Itachi y sonrió, besando al rubio—. No te preocupes, ellos nos adoran. Somos buenos sustitutos.
—Espero que Naruto esté bien —suspiró—, a veces siento que todo esto le afecta más a él que a todos los demás.
Itachi asintió.
—Todos hemos sufrido, mi amor, pero pronto el sol brillará sobre nuestras familias —aseguró, y besó el cuello del rubio—. Ahora mismo, sigo esperando que me resuciten tus labios.
—Uchiha tenías que ser —Deidara comenzó a reír mientras su esposo lo besaba.
Lo amaba tanto que daba miedo a veces.
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-Día 8 (Último)-
Nuevamente sábado, dulce y bendito sábado. No estaba feliz porque sus sobrinos finalmente dejarían su nido y se irían al suyo propio junto a sus molestos padres, sino porque... porque sí, sí estaba contento por eso. Aunque debía admitir que fue fantástico para Itachi y para él tenerlos un tiempo, era agotador y le hacía falta algo de descanso, y claro, con niños jamás encontraría eso. Esa mañana todos se levantaron más tarde de lo normal y desayunaron a las 10 de la mañana.
Ninguno hablaba mucho, algunos -como Daiki y Ayame- a duras penas se mantenían despiertos. Luego de desayunar tomaron turnos para darse sus respectivas duchas y vestirse, Itachi se veía tenso para variar y solo hacía llamadas en el patio. Sora se acercó a Deidara entonces.
—Tío Dei. ¿Puedo preguntarte algo? —preguntó, tímidamente. Deidara lo observó y se veía como cuando era un pequeño de seis años, el rubio no estaba seguro en qué momento Sora había cambiado tanto. Asintió y se quitó las gafas de leer para mirarlo. Sora se sentó a su lado.
—¿Qué sucede, cariño? ¿Hay algo que te molesta? —preguntó el rubio.
—Yo... ah, de hecho sí —bajó la mirada y entrelazó sus dedos—. Hay un chico...
—Un doncel —dijo el rubio, mirándole de reojo. Sora se sonrojó y luego sonrió—. ¿Te gusta?
—Eso es... no, es decir sí, pero... lo conozco desde muy jóvenes y... A veces siento que yo le gusto a él —explicó y levantó la mirada, Deidara asintió—. Sólo que... yo tengo novia, y él no lo sabe. Bueno, sí lo sabe pero... supongo que... es que no lo entiendo...
—Cariño —Deidara le levantó el mentón con la mano—, primero... Murmuras mucho, eso es raro.
—Es una costumbre de Boruto-datte.
—Bien —el rubio rodó los ojos y sonrió, mientras acariciaba la mejilla del menor—. ¿Sabes que Ita y yo nos conocemos desde niños? Tus padres también, hmp.
Sora asintió.
—Es cierto que no fue muy fácil admitir nuestros sentimientos, porque solíamos ser amigos al principio, más tus padres que tú tío y yo, pero da igual —se mordió el labio y sonrió—. A veces es difícil aceptar que sentimos algo por alguien que conocemos desde muy pequeños. Dime, ¿tienes miedo de que si te confiesas no será lo mismo entre ustedes?
Sora mordió su labio y asintió, desviando la mirada.
—Mírame —ordenó el ojiazul mayor y el menor lo miró—. No es fácil aceptarlo, pero... cuando no dices lo que sientes, Sora, es mucho peor. No sabes si él también te quiere como tú a él, ¿qué tal si lo hace y por miedo lo dejas ir? ¿Qué harías si luego te enteras que está con alguien más?
Sora sintió algo de rabia al imaginar al de ojos azabaches con otra persona e hizo una mueca.
—No, ¿verdad? —Negó—. No soy un experto en el amor, ya sabes, salí con un par de personas y luego terminé casándome con mi tercer novio. Así que... —alzó los hombros—, no hay mucho que decir acerca de mí. Sé que tuviste una pareja —Sora se tensó—, y no funcionó.
—Me lastimó mucho —Sora fingió una sonrisa que planeaba decir ya lo he superado, aunque dijera totalmente lo contrario. Deidara acarició su mejilla—. Es sólo que... tengo novia, y...
—Debes terminar con ella, cariño, sólo os estáis dañando a ambos —le dijo—. Tú no la amas.
—Pero sí la quiero —afirmó.
—Sí, pero si realmente la amaras no estarías sintiendo estas cosas por otra persona que no fuera ella —apuntó el rubio—. Házme caso, no le hagas daño a ella ni te hagas daño a ti. Sigue tus sueños.
—Tío...
—¿Sí?
—Gracias —Sora abrazó fuertemente al rubio, tomándolo por sorpresa y luego el doncel sonrió, acariciando su cabello.
No hay de qué, cariño.
—Qué hermoso —chilló Naruto, mientras fotografiaba la escena. Deidara alzó la mirada y Sora, dando un respingo, se volteó para ver al doncel—. ¡Ohayo, midna! —Rió con las mejillas rojas.
Deidara sonrió y miró a Sasuke, quien iba detrás junto a una bolsa seguramente llena de regalos que Naruto habría obligado a comprar y traer al azabache.
—¡Papá! —Sora se lanzó a abrazar al rubio—. ¡Volviste!
—Sí, mi cielo, ya volví —sonrió alegre, y miró a su esposo—. Ve a saludar a tu padre también.
Sora asintió, mientras que Naruto iba hacia Deidara y éste le daba un coscorrón en la cabeza.
—Ay, pero al menos salúdame primero-ttebayo.
—No vuelvas a dejar que ese estúpido nos asuste de esa manera, hmp —Deidara lo abrazó entonces y Sasuke sonrió algo enternecido, mientras abrazaba a su hijo mayor.
Qué bueno era volver a casa siempre.
—El hijo de Neji Hyuuga y Tenten Tamura —Ren sonrió de lado—. Parece que tú y yo nos llevaremos muy bien, jovencito.
—Me llamo Haku —apartó la mascára a un lado y observó los ojos perlas del pelinegro—. Tú debes ser Ren Hyuuga, el desertor de la corona.
El azabache sonrió de lado.
—Así que has oído de mí —Ren se hizo hacia adelante—. Qué doncel más interesante, kukuku.
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