Capítulo 23: El ex de Naruto.
Advertencia: Posible recuento de una relación pasada de Naruto Namikaze, con especificaciones y recuerdos.
—Soy su ex.
Si bien podría parecer que Naruto no había tenido otro amor que no fuese Sasuke Uchiha, esto no es del todo cierto. Sí, quizás tuvo otras parejas como Daisuke Fujimoto, su primer novio y Neji Hyuuga, el último antes de Sasuke, pero nadie fue tan importante como Hiro Nakamura, un amor de verano. Aquel verano en que Sasuke estuvo en Francia junto a ciertos personajes Uchiha que no recordaba muy bien, tres meses donde había amado y sido destrozado de la peor forma jamás vista, y ahí frente a él ahora. Ese hijo de puta acababa de decirle a su esposo quién era... en el entierro de su abuela con una maldita y muy pretenciosa sonrisa de lado que hizo a su esposo respirar profundamente y mirarlo con aquellos carbones encendidos. Fijamente.
—¿Alguien quiere café? —preguntó, nervioso.
Fue vilmente ignorado.
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Se ha descubierto finalmente quién es Hiro Nakamura, nada más ni nada menos que el ex de Naruto. ¿Qué tan tenso estará Sasuke con la nueva información respecto al azabache miope?
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Lo conoció cuando tenía quince años, un año después de toda la locura con Shion. La familia Uchiha envió un puñado de su gente a Francia, por alguna razón que él ya no recordaba bien, donde Sasuke también había participado y junto a Itachi se había ido aquel verano. Apenas y habían pasado dos días de su despedida con Sasuke cuando chocó con el increíblemente apuesto Hiro Nakamura, de diecisiete años, la misma de Sasuke -aunque técnicamente este estaba apenas por cumplirlos-. Con sus penetrantes ojos negros y el cabello del mismo color. Largo y sedoso.
—Uh, disculpa —se sonrojó. No por la mirada tranquila del chico ni por la forma en que lo había golpeado, ni porque el chico no tenía camiseta y dejaba expuesto su gran y muy bien formado abdomen... Sino porque iba saliendo de casa de Sakura, luego de una sesión para ser más doncelesco. Traía un kimono con bordados de flores y un par de pinzas en el cabello que lo hacían ver como cualquier doncel de clase, lindo, coqueto y listo para ser rescatado.
—No te preocupes —dijo el joven, dándole un vistazo y sonriéndole—. Soy yo quien debe disculparse. ¿Te he hecho daño? No podría permitirme dañar un doncel tan hermoso.
Naruto se veía como uno de esos jugosos tomates que a Sasuke le gustaban tanto.
—Yo.. um, gracias, creo.
—Sólo digo la verdad —meneó la cabeza y haciendo una reverencia, tomó la mano del doncel sonrojado, y la besó como si fuera un príncipe al cual rendirle pleitesía—. Hiro Nakamura, a sus órdenes.
Naruto apartó la mirada -y la mano- tan pronto como sintió los labios del pelinegro nuevamente en sus nudillos. Intentó calmar su mente, para evitar decir una burrada que lo pusiera en vergüenza, más de la que ya sentía al menos.
—Na-Naruto. Namikaze —replicó entonces, atropelladamente y se sintió a morir, llevando sus manos para cubrir su rostro avergonzado. Esperó incluso una risa cruel o algo, pero jamás llegó, por lo que abrió un poco sus dedos para dejar que uno de sus ojos viera al pelinegro. Este solo sonrió tranquilamente.
—Es un placer conocerte, Na-Naruto —aunque hubiera sido una clara burla a su persona, Naruto no sintió que fuera con mala intención y sonrió, nuevamente avergonzado pero con un poco más de confianza—. Y dígame, ¿qué lo trae por el barrio Setagaya, joven Namikaze?
—Naruto —dijo entonces y sonrió grande—. Vengo de visitar a una amiga. Y, uh, perdone mi ah... intromisión, pero... ¿por qué no está usando camisa-ttebayo?
Genial, el pelinegro ahora sabía que era un estúpido.
—Es muy observador —el pelinegro fingió chasquear la lengua y sonrió—. Me cayó cemento de la construcción en ella, así que he tenido que quitármela antes de que se volviera... Usted sabe.
—Túteame —le permitió—. ¿Trabajas en una construcción?
El pelinegro asintió y cruzó los nudillos para mirar hacia arriba, el sol se posaba fuerte a esas horas, aunque no tanto como horas atrás cuando eran poco más de las doce.
—Mi padre está en el hospital y no puede trabajar, así que he decidido reemplazarlo en su labor, ellos han accedido porque necesitan el personal —afirmó entonces y lo miró de nuevo—. ¿Va...s a tu casa?
—Sí —le sonrió—. Debo... uh, debo irme. Ya es tarde y ya sabe, cosas de horarios, padres estrictos.
—Lo entiendo —y entonces Naruto se mordió el labio cuando vio que éste se apartó, dejándole libre el camino que antes había obstaculizado al chocarse—, espero volverte a ver, Naruto. Has sido una grata...casualidad.
Naruto le miró y asintió.
—Hasta luego.
—Espera —sintió entonces una mano en su muñeca, reteniéndola. Sorprendido, abrió brevemente la boca y le observó confundido—. ¿Tienes, ah, número? Es decir, celular. Bueno, sí tienes celular debes tener número, es...
Naruto se enterneció y sacó de su bolsa -también le obligaban a usarla-, su celular. El chico lo entendió e intercambiaron números, Naruto se fue con una sonrisa del lugar y llegó a su casa feliz. No pasó mucho cuando recibió el primer mensaje.
Por fin ha terminado mi turno, no podía esperar para hablarte. xHirox.
Naruto había quedado prendado como un idiota, que vale, él ya sabía que lo era, pero joder. Los siguientes días, terminaba las sesiones con Sakura más rápido y corría a pasar por la construcción donde el pelinegro le invitaba alguna coca cola o algo por el estilo. Al finalizar la primera semana del verano, Naruto se dio cuenta de que sentía algo por el chico y que no podía evitarlo.
—Tengo que confesarte algo —habían dicho al mismo tiempo. Romántico, claro, y cliché también para ser un amor de verano—. Me gustas.
Habían reído tan fuerte por lo tontos que eran que habían quedado muy cerca el uno del otro. Entonces Naruto había alzado la mirada a los profundos ojos negros, y él otro le había mirado fijamente, con cariño y deseó que lo beseara. Y debió desearlo muy fuerte porque enseguida el otro estuvo cumpliendo aquel sueño. Fue, en definitiva, su primer amor adolescente. Aquel beso significó mucho más que su primer beso -que fue un accidente con Sasuke-, y su segundo primer beso -que también fue un accidente con Sasuke-, e incluso los que se dio con su primer novio Daisuke Fujimoto. Fue mágico.
—Naru. Sé mi novio.
No lo hagas estúpido, le dijo su estomágo, presintiendo el dolor de cabeza que sería después. Ni se te ocurra, dobe, esa era su conciencia -y sí, su conciencia era como un mini Sasuke revoloteando en su cabeza-. Es muy arriesgado, esos la razón y su mente lógica.
—Sí —Y ese fue simplemente Naruto, el estúpido dobe sin razón lógica.
Hiro sonrió grande.
Fue lindo y luego del primer mes Hiro consiguió un cambio de horario, por lo que tenía la tarde entera para él. Fueron a la playa, pasearon de la mano, comieron helado, fueron al cine, se besaron, se acariciaron sin llegar a nada más, tuvieron varios picnics, patinaron sobre hielo, hicieron noches de juegos, bailaron. Todas esas cosas realmente románticas, cursis y muy melosas que hacen un par de enamorados en el verano.
—¿Sabes-ttebayo? Me siento muy feliz cuando estoy contigo —Naruto se abrazó a Hiro.
Éste no respondió. Fue la primera vez que Naruto sintió el pinchazo en el corazón... el primero de muchos. Sus días se comenzaron a volver monotonos a mediados del segundo mes, se la pasaban en la sala de alguno de los dos mientras el mayor leía algún libro o hababla por teléfono, mientras que Naruto se quedaba ahí a su lado.
—¿Crees que el amor dure para siempre-ttebayo? —preguntó una vez, sentado en el suelo a un lado del mayor que estaba recostado en su sillón leyendo un libro. El pelinegro alzó una ceja.
—No lo sé —dijo en tono aburrido, sin siquiera mirarlo—. Supongo que sí, si es de verdad.
Esa fue una buena respuesta, se dijo a sí mismo, porque lo había respondido todo. Naruto y él siguieron saliendo hasta que llegó el tercer mes y comenzaron a verse menos de lo normal -que era cuatro veces a la semana-, y pronto solo se veían los fines de semana. Aunque él sentía a Hiro muy normal cuando estaban juntos, no se llamaban a menos que se vieran. Era duro.
El día que le rompió el corazón era un jueves por la tarde. Karin y él habían salido de compras, y paseaban por el mall cuando lo vieron. Traía la pinta de cualquier bad boy de la época y estaba acompañado por toda una pandilla de jóvenes de su edad, que fumaban y bebían cerveza. Hiro abrazaba a una chica de cabello rubio largo y ojos negros que se notaba algo mayor.
—Fuimos de paseo —dijo Naruto—, y tomamos limonada, ya sabes. Me llevó de la mano y...
Su voz se apagó cuando lo vio.
—¿Naruto? —Karin, que estaba escuchando a su hermanito se giró a ver a quien lo llamó, hallando un pelinegro de ojos negros viéndolo con sorpresa. Hiro soltó a la mujer, quien chasqueó la lengua.
—¿Quién es este doncel, Hiro? —preguntó ella.
—Cállate Yugito —fue seco con ella mientras se acercaba a un petrificado Naruto—. ¿Naru?
—Sí, Hiro. Dinos quién es este lindo pedacito de carne que tenemos por aquí —dijo otro hombre.
—No es nada importante —masculló, mirando a sus amigos y luego sonriendo como todo un galán de película, antes de mirar a Naruto de vuelta, con seriedad. Sin abandonar un deje de preocupación que Naruto prefirió simplemente ignorar.
Naruto no lo miraba a él pero sí a la chica que fumaba con una sonrisa de lado y le miraba con arrogancia. Miró entonces a Hiro, y lo entendió todo. Se sintió entonces como la pobre Sandra Dee en el instante en que se dio cuenta que Danny no era más que un fanfarrón, en la fogata. Claro, Naruto solo sintió sus ojos acuarse y miró a su hermana en busca de ayuda. Esta se tensó.
—Eres un... —lo miró—. Un ser despreciable, ni siquiera mereces que te diga algo más. No quiero volver a verte más en mi vida. ¿Me oyes, no? Porque sé bien la clase de persona que son los de tu clase.
—Uh, el niño rico se reveló —se burló otro de sus amigos.
Hiro solo chasqueó la lengua y le sonrió a los suyos, una sonrisa por demás falsa.
—Naru..
—Mi nombre es Naruto, señor Nakamura. No olvide eso —replicó, mientras le enviaba una gélida mirada y se daba vuelta. Karin, sin más, y aguantándose las ganas de golpear a aquel estúpido, lo siguió a casa donde pronto se derrumbó a llorar—. He sido un tonto —sollozaba. Karin dejó las compras en la sala y se encaminó con él a su cuarto, donde vieron películas mientras él lloraba y ella lo consolaba.
Supuso que siempre dolía así el primer amor, y sabía bien que su historia no sería como Grease, porque él no cambiaría quien era para agradar a nadie.
Claro que, la historia no terminó ahí.
No pasaron más de quince días para que Sasuke volviera y los Namikaze fueran a recibirlos en la residencia Uchiha. Sasuke enseguida lo abrazó y ambos se sintieron en casa.
—No creerás todo lo que me ha pasado —dijo Sasuke, apenas se apartó—. ¿Recuerdas a Ren?
—¿El doncel que te gustaba-ttebayo?
—Sí, ahora es mi novio —Y fue un pinchazo todavía peor, más cuando vio la sonrisa revitalizada de Sasuke. Un Sasuke cuando se había despedido de él había llorado porque ambos sabían porque lo llevaban a Francia y Sasuke se negaba a ser participe de tal atrocidad, que ahora llegaba feliz por haber encontrado un nuevo amor.
Se sintió terriblemente mal por no haberse sentido bien por Sasuke aquel día.
Pero luego de lo sucedido con Ren Aizawa, como se hacía llamar, no pudo culparse más. Aquel doncel nunca mereció a Sasuke Uchiha, estaba seguro que nadie en el mundo podría merecer una persona tan bella como el Uchiha.
Hiro Nakamura reapareció, nueve meses después, en el segundo viaje a Francia de los Uchiha. Cosa curiosa, eh. Se disculpó por ser un hijo de puta y haberlo lastimado, por haber cambiado y luego, volvió a apuñalarlo por la espalda cuando accedió a él.
Sí, fue su primer amor y su primera vez, pero quizá algo más que eso. Fue su primer corazón roto. Y entonces se dio cuenta de la verdadera cara del Nakamura; un espía que trabajaba para los más grandes enemigos del imperio Uchiha, y que buscaban herir al blanco más cercano, los Namikaze.
Y él, tonto, iluso y joven... fue su primera victíma.
—¿Papá? —Sora se acercó, junto a los gemelos Uchiha, a sus padres y el pelinegro que estaba con ellos. Notó -quién no- la mirada asesina que le dedicaba a su padre y éste a él.
—Sora —Naruto se hizo a su lado, apartándose de Hiro y acarició la cara de su hijo mayor.
—Papá. ¿Quién es este estúpido extra? —el rubio chasqueó la lengua.
—Lenguaje —chillaron Naruto y Daiki. Sasuke y Sora le entregaron a Akihiko un billete de diez dólares cada uno por su ingeniosa entrada y Daiki lo miró con reproche—. ¡No puedes ir por la vida llamando extra a todo el mundo sólo porque no los conoces-tteba!
—Cállate, dobe —Akihiko dirigió su mirada hacia el extra y se cruzó de brazos—. Oí lo que dijiste hace un rato, y debo decir que tienes agallas para decir semejante estupidez frente al hombre que lleva casado con mi madre durante veintiseis años y tiene siete hijos con él.
Hiro alzó una ceja.
—Me llamo Hiro —aclaró, acomodando sus gafas en el lugar y miró a Sasuke—. Debo asumir que sois una familia de valores. ¿No?
—No cuestiones los valores de mis hijos —gruñó Sasuke, molesto.
No estaba de humor, maldición, por supuesto que no lo estaba. Era el entierro de Tsunade, jamás en la vida se le ocurriría tener que tratar con el ex de Naruto, del cual no recordaba haber oído nunca. Miró de reojo a su esposo y este solo miraba al suelo. Antes de Akihiko o Sora fueran a decir algo, los paró con la mano extendida y miró fijamente al hombre.
—Escucha, si eres su ex o no, me vale tres hectareas de estiercol fermentada. ¿Me oyes? Es un momento díficil para mis hijos y esposo, y lo último que necesitamos es un payaso que vino a jodernos la vida. No eres más que un grano en el c-
—Sasuke —Naruto regañó, cuando Ayame y Hikari se pararon a un lado.
—¿Qué sucede, papi? —Hikari los miró a ambos.
Sasuke apretó la mandíbula y miró con fuego en los ojos al tipo en cuestión.
—Largo —ordenó en voz demandante. Incluso Naruto se sintió levemente aterrado de aquel tono y como sus hijos, desvió la mirada.
Hiro chasqueó la lengua y luego de mirar por última vez a Naruto, viendo que éste no le dirigió ni una mísera mirada de disculpa, levantó las manos en son de paz y se dio media vuelta para caminar lejos de la furtiva mirada del Uchiha. No era idiota para ser objetivo directo de su ira.
Sus ojos entonces fueron a parar en una mata de cabello rosa que ondeaba lejos.
Apretó la mandíbula.
Akatsuki.
Miró de reojo a Sasuke, necesitaba hablar con Naruto de nuevo sin que ese Uchiha se entrometiera y haría lo que fuera necesario para conseguirlo. No habría duda de ello.
—Muy bien —Naruto carraspeó—. Vamos adentro, todos. Ahora.
Sora y los demás asintieron, entrando al recinto, menos una persona que lo abrazó por detrás con fuerza. Sus latidos se detuvieron por segundos y las manos del mayor se aferraron a su camisa fuertemente, mientras sentía la respiración del mayor detrás de su oreja. Escalofriante.
—Tú eres mío —susurró Sasuke, con la voz quebrada—. Y sólo mío.
—¿Qué dices, teme? Por supuesto que sí —se giró entonces y su mano acarició la pálida mejilla del azabache—. Eres mío también, teme.
—Por supuesto que sí, usuratonkashi.
Naruto dejó salir una risa y acortó el espacio entre sus labios, Sasuke el de sus cuerpos mientras lo abrazaba posesivamente de la cadera. Ambos sonrieron antes de unir sus labios en un dulce y atosigado beso. Sora y los niños observaron esto un poco más calmados.
El sol brillaba sobre ellos aún.
—¿Cómo estás? —Itachi se sentó a un lado de su esposo mientras le entregaba una caja de jugo y le daba un leve masaje en la espalda con la mano con la que lo abrazó. Deidara no respondió y solo miraba en silencio el suelo.
—Supongo que este sabor agridulce —miró la cajita del jugo como si fuera una verdad absoluta a todas sus preguntas existenciales, antes de voltear a sus ojos—. Es todo. ¿No?
—¿A qué te refieres? —Itachi no hablaba idioma Deidaresco o Artístico, no estaba muy seguro cual de los dos estaba usando su -ahora filósofo- esposo rubio.
—Ella estuvo con nosotros todos estos años diciendo que pronto se reuniría con mi abuelo Jiraiya —se explicó, moviendo las manos mientras jugaba con la pajita—. Y supongo que finalmente su sueño de volver a estar con él se cumplió, pero... Duele. Duele perderla, era una gran abuela, hn.
Itachi sonrió y lo abrazó más fuerte mientras lo besaba en la oreja.
—Tranquilo, estoy aquí. No voy a dejar que el dolor te corrompa, sonríe para mí —le susurró. Las mismas palabras que Deidara había susurrado en su oído cuando perdió a Shisui y a su padre.
—¿Te... te atrevas a usar mis hechizos contra mí... Potter Uchiha? —lo miró con los ojos acuosos y una pequeña sonrisa. Quizá estuviera rota, como su corazón, pero aun así se la dedicó a su esposo. Confiaba en que él se encargaría de repararla, a toda costa.
Itachi sonrió y asintió, besando su frente.
Iban a estar bien.
—Estaremos bien —dijo la pelirroja, sorprendentemente calmada para ser ella. Su esposo asintió mientras se dejaba abrazar por la espalda de ella—. Vamos a superar esto-ttebane.
—Es duro —susurró él.
—Nadie dijo que no lo fuera, cariño —Kushina acarició los hombros tensos de su esposo—. Lo sabemos mejor que nadie, hemos perdido muchas personas. Pero está bien, Tsunade-sama murió dignamente, tranquila y ahora está en un mejor lugar junto a tu padre y hermano-ttebane.
Minato le miró con ojos acuosos y sonrió, asintiendo.
No sabría que hice para merecerte, mi amor.
Kaguya podría decir que está contenta, satisfecha con aquella noticia. Ahora que han pasado tres días desde la muerte de Tsunade Senju la familia Senju-Namikaze y sus allegados están profundamente dolidos, ciertamente no esperarán un ataque, no estarán listos.
Y es, claro, la mejor opción para ellos.
—Inicien la fase dos del plan —anunció entonces, mientras sus ojos perla se fijaban en Ren Hyuuga—. Quiero que traigan al rubio aquí. No me importa si está consciente, pero debe estar vivo. También —miró a Shion—, irás con Kimimaru a darle una sorpresa a Temari Nara.
Shion sonrió de lado.
—Natsu —la peliverde le miró—. Vas a encargarte de la Uchiha junto a Roseone. La quiero ver sufrir... No los maten, torturenlos solamente. Que sientan el dolor que sentimos nosotros cuando nos han lastimado tan vilmente —miró de reojo a la máscara de Hannya—. Los mataremos mucho después de verlos tan débiles que nos imploren que los matemos a todos. Como las pulgas que son.
Shikadai se quedó en silencio mientras miraba a Sora. Desde la tarde en que dijo que había una posibilidad de que sus madres estuvieran engañando a sus padres, Sora había permanecido ausente y sin dirigirle la mirada. Él estaba más concentrado en saber que su madre no regresaba de Francia y que ahora Sasuke Uchiha había vuelto a casa, por la muerte de Tsunade Senju, más pensaba volver a viajar cuando todo se calmara. Sora, en cambio, se sentía cohibido a su lado.
No le dirigía la mirada ni la palabra.
—¿Estás bien? —preguntó, mientras lo miraba de reojo. Ambos estaban sentados el uno con el otro en el sillón de la casa Namikaze, donde había una reunión de personas tristes, deprimidas, llorosas, entienden de qué va. ¿No? Suspiró al no obtener respuesta y puso su mano sobre la del ojiazul mayor—. ¿Sabes que puedes contar conmigo, no?
—Lo sé —respondió secamente.
Sora tenía una ininterrumpida maraña de pensamientos. Empezando desde el varón a su lado que hace unos días había hecho que su pensamiento respecto a la relación de sus padres flaqueara, la muerte de Tsunade, los recuerdos de su abuelo Fugaku, y la repentina tregua que parecía tener ahora con Shikadai.
Levantó su mirada cuando alguien se puso frente a ellos. Takeru, el castaño de ojos negros mayor, le miró con timidez. Un brazo cubriendo el otro y los dientes apresando su labio inferior.
—Takeru-chan —exhaló con una voz aunque algo dulce, débil y agrietada.
—Sora —el mayor puso un puchero en los labios y retuvo las lágrimas en sus ojos, haciendo que el mayor diera un brinco y lo enredara en un abrazo, Takeru balbuceó algunas palabras que no llegaron hasta sus oídos pero no le permitió llorar, abrazándolo aun más fuerte mientras besaba sus mejillas y sus orejas, también su frente.
Takeru sonrió un poco.
Se sentía cálido.
Shikadai apartó la mirada algo constipado por la escena, al menos hasta que sus ojos captaron al pequeño doncel de los Uchiha-Namikaze que miraba en silencio un jarrón con brasas en el jardín. Notó entonces un kunai en sus manos y su corazón se detuvo.
Daiki rodeó con el kunai su cuello hasta su nuca y ahí, tomando con fuerza cortó su largo cabello -le llegaba poco más abajo de los hombros-, y lo lanzó al fuego. Mientras se quedaba viéndolo arder.
Era su sacrificio en honor a la anciana.
N/A: Así es como os lo debéis imaginar xd. ¿Habéis visto alguna vez Spiritpact? Me encanta ese anime, lo he visto como cuatro veces y sigo esperando continuación lel. Ya, sigan leyendo, quería hacer un pequeño break para admirar este gif que hice xd.
Shikadai aguantó el aire y exhaló con fuerza, parándose rápidamente. Miró a Sora, quien solo le sonrió brevemente y con tristeza, sin dejar de abrazar a Takeru. Lo miró más interrogante.
—Es la primera muerte que presencia —dijo Sora, solo eso. Shikadai asintió y salió al jardín para ver en silencio al pelinegro de cabello corto ahora.
Daiki lo miró de reojo.
—Me siento como si perdiera un peso de los hombros-tteba.
—Literalmente fue así —intentó bromear, Daiki lo miró y él sonrió nervioso—. Por el cabello, um.
Daiki le sonrió.
—Sí, también es cierto —sonrió—. Creí que estabas con Sora.
Shikadai se rascó la nuca y le señaló hacia la esquina para que caminaran, Daiki entendió y lo siguió.
—Meiko está con Ayame y Hikari —respondió a su pregunta anterior, Daiki asintió comprendiendo y lo miró mientras mantenía una pequeña sonrisa, diminuta realmente—. ¿Estás bien?
Si fuera otra ocasión diferente probablemente Daiki hubiera muerto por oír tantas frases, con tal preocupación viniendo de la boca del perezoso Nara o cuando se acercó y acunó entre sus manos su cara, pero dada la situación decidió hacer caso omiso a su corazón y simplemente aceptar el consuelo de su amor platónico. Apoyó su mejilla sobre la mano que le acariciaba.
—Sí-tteba.
—Estás mintiendo.
—Sí-tteba —exhaló un poco divertido y cerró los ojos.
Shikadai se quedó en silencio, observando aquella piel nívea y aquel cabello corto. ¿Cómo le había quedado tan parejo aunque lo hubiera cortado de tajo y con un kunai? Misterios del universo que jamás podría -sí podría pero le da pereza- entender. Acarició en silencio su mejilla.
Daiki le recordaba a un pequeño gatito de pelaje negro y ojos azules que conocía desde pequeño, se llamaba cielo y era el gatito más lindo que había visto, luego del gato de Boruto, Bambi. El menor se mimó contra su mano y juró que le daría un derrame nasal ante tanta belleza.
Por su mente cruzó una locura.
Una verdadera locura.
Lo matarían por el solo hecho de pensarlo, podía sentirlo en sus labios resecos y en sus huesos.
—Kami —Daiki abrió un ojo y le miró. Shikadai miraba al cielo sin apartar ni un poco sus manos de su cara, sintió su corazón salirse del pecho cuando el mayor bajó la mirada y cerró los suyos propios con temor a que el mayor lo viera espiándolo—. Perdóname por vivir una vida tan loca.
Quiso sonreír, pero algo se lo impedió.
Maldición, son como fuegos artificiales y naranjas ácidas.
Meiko se quedó en silencio mientras veía por la ventana del cuarto de Ayame a su hermano mayor besando a Daiki. En otra circunstancia hubiera chillado y gritado a Ayame para que fangirleara con ella, pero no estaba de humor para ello, nadie en ese cuarto lo estaba realmente. Pero maldijo mentalmente a su hermano, sí, quizá esa zona del jardín no se veía desde el interior del primer piso, pero vaya que ella lo había visto. Y si ella lo había visto... Cualquiera arriba podría haberlo hecho.
—Sora —Takeru se removió tiernamente en su pecho y Sora le sonrió, mientras acariciaba su mejilla—. Te quiero. ¿Sabías?
—Yo también te quiero, Taku —lo besó en la frente mientras ambos se abrazaban más fuerte.
Takeru suspiró mientras se dejaba embriagar por el sentimiento.
Tan cálido.
Naruto estaba en el estacionamiento del mall esperando a su estúpido -y muy teme- esposo mientras compraban hielo y cosas para su familia cuando se sintió ahogado.
Se sintió ahogado cuando lo forzaron desde atrás, no podía ver nada gracias a la tela negra que cubrió toda su cabeza en ese momento. Soltó un gemido de dolor cuando le inyectaron algo en el brazo y minutos después todo a su alrededor se volvió silencio y oscuridad. No pudo ver quién fue, por qué, cuándo o dónde. Naruto tembló los últimos minutos de conciencia.
Lo estaban secuestrando.
—Muy bien —se oyó la voz de un hombre—. Llevénlo ahora al vehículo, nos vamos de aquí.
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Uwu ¿Qué creeis que pasará ahora?
Los leo.
Dos capítulos porque andaba inspirada. Adivinen quién aún no halla solución a sus problemas de salud y ha preferido volver a escribir. Pues sí, en efecto, vuestra adodiada (adorada y odiada xd) Amnesia. También... Me he inscrito en un carrera y tendré un examen este mes, de locos. A ver que pasa.
Deseénme suerte-ttebayo.
Amnesia, fuera.
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