Capítulo 2; Sasuke.

Sasuke Uchiha es un aclamado abogado de 46 años. Nació en la prestigiosa familia Uchiha, vive en Tokio junto a su esposo Naruto Namikaze (44 años), su hija Sarada (28 años), el doncel Boruto (26 años), y su hijo varón Sora (19 años). También los gemelos Akihiko y Daiki (12 años), y sus dos maravillosas hijas, Ayame (10 años) y Hikari (7 años). Siete maravillosos hijos a los que amaba más que a nada en el mundo y mataría por ellos de ser necesario.

—Cuando dijiste que tendrías muchos hijos no esperaba que fuera en serio —Itachi se sentó a su lado con un lata de cerveza y una sonrisa burlona—. No eres de los que esperan a un doncel. Ni obecedes a uno.

—Esperé por él seis años —Sasuke rodó los ojos—, no iba a esperar más para ser felices del todo.

—Respecto a eso...

—No te atrevas a decirlo —suplicó, viendo a su hermano mayor. Sabía bien lo que estaba por preguntar, ciertamente lo entendía pero... no quería tocar el tema. No estaba listo. Quizá nunca lo estuvo.

—Hablando de eso, ¿no has logrado contactar a Takahiro?

—Y si lo dijiste —bufó al final, negando con la cabeza. Itachi supo que lo había estropeado cuando vio aquella preocupación en los ojos de su hermano, y suspiró, listo para sermonear a su hermano menor—. Escucha, no quiero hablar de esto, lo digo en serio. ¿Sí? No estoy de humor para eso. Mi vida ahora es... 

—Sasuke, algún día tendrás que decirlo —Itachi alzó los hombros, Sasuke solo lo miró a punto de balbucear—. Hay quienes piensan que tú te pasaste años enteros solo, sufriendo y sufriendo en soledad absoluta —comentó, tratando entonces de desviar un poco la atención de todo lo que preocupaba a su hermano. Si bien su familia parecía no querer tocar el tema, él sabía que tarde o temprano Sasuke no podría evadirlo más. 

Aunque lo había hecho por muchisimos años. Desde que él, Sasuke, tenía 16 años, en realidad. No lo culpaba, después de todo era sólo un niño indefenso y aterrado, pero aun así ahora era un hombre y lo mejor que podía hacer era rezarcirse. Además, aunque Naruto no ignoraba totalmente este hecho, estaba seguro ya lo habría olvidado con todo lo que habían tenido que atravesar con los años. Después de todo, se sabía que los secretos Uchiha eran bastante bien guardados.

—¿Cómo quienes?

—Como Naruto —apuntó, Sasuke suspiró. Sabía a qué se refería su hermano, pero sencillamente no se veía en la necesidad de arruinar su tranquilidad actual.

—Ahora soy más que feliz que nunca. Itachi, no necesito más, amo a mi familia y a Naruto. No hay nada que quisiera cambiar, excepto quizá que no hubiera necesidad de trabajar para vivir y pasar más tiempo con mis hijos —Sasuke sonrió mientras se cruzaba los brazos tras la nuca, Itachi soltó una carcajada.

—Somos billonarios, Sasuke, podríamos dejar de trabajar si quisiéramos por el resto de nuestras vidas —Itachi y Sasuke sonrieron. Eso sería demasiado fácil para ellos.

Su madre, Mikoto Uchiha, era una valiente mujer que siempre había estado pendiente de sus hijos y ahora era una de las encargadas de una fundación en convenio con el hospital Senju dedicada a personas con cáncer que había salvado alrededor de tres mil personas de sufrir una pérdida en los últimos siete años, también daba tutorías a practicantes como Takeshi. Su hermano mayor, Itachi Uchiha, administraba tres de las cinco empresas familiares y se había retirado del campo en su trabajo como policía, su cuñado llamado Deidara era un famoso expositor de arte y sus sobrinos, Daisuke (28 años) quien era ahora su aprendiz en la firma de abogados Uchiha y Haru (26 años), que estudiaba ciencias modernas eran sus sobrinos consentidos.

—Tío Sasuke —Daisuke se sentó a su lado con una sonrisa—. Adivina quien aprobó su pasantía y está a punto de graduarse finalmente.

—Oh, qué bien. Dale mis felicitaciones a Katsuo —le dijo a modo de broma, ganándose la mirada ofendida del pelinegro, haciendo que riera—. Ya, ya, es broma. Felicitaciones, Daisuke.

—Sí fue Katsuo —bromeó el otro, fingiendo que le salían lágrimas y luego ambos rieron—. Qué va, si tengo al mejor tutor del mundo.

—Lo tienes —afirmó. Daisuke se rió, negando con la cabeza.

En cuanto a la familia de su esposo Naruto, su suegro Minato Namikaze era un ex agente del FBI que se había retirado hacia unos cuantos años y se dedicaba a ser inversionista, su suegra Kushina sigue rockeando en las pasarelas con sus diseños que marcan inigualables tendencias, y tiene ahora un aprendiz al cual desconoce todo excepto sus maravillosos diseños. Su cuñada Karin, casada con su mejor amigo de la infancia, Suigetsu Hozuki, tienen un hijo llamado Kai de 25 que se acababa de graduar de Idiomas y era un excelente nadador, y un doncel llamado Keit de 12 años que estaba en la prepa.

—Por supuesto que te ayudaré con esto. ¿Por quién me tomas? Soy nada más ni nada menos que el mejor amigo de Sasuke Uchiha, el esposo de Karin Namikaze, cuñado de Deidara y Naruto, los mejores suegros que son Minato-sama y la gran Kushina Uzumaki. ¡Soy casi invencible! Por supuesto que te ayudaré con esto, y lo encontraremos —afirmó—. Como que me llamo Suigetsu Hozuki. Hmp.

—¿No crees que exageras? —preguntó, mirando a su mejor amigo tomar un poco de agua con popote, mientras se vanagloriaba de su familia. Él solo se giró a verle con una sonrisa burlona—. Vamos, Sui, sabes que quieres hacerlo.

—Ey, el gran Sasuke Uchiha está proponiéndome algo de gran magnitud —dramatizó Suigetsu—, déjame disfrutarlo.

Sasuke soltó una carcajada. 

—Ha de ser una buena tarde para que tu esposa no esté por aquí —bromeó entonces, mientras el otro reía—. ¿Cómo va todo con Keit?

—Es un doncel díficil —aseguró entonces, haciendo una mueca—, pero me recuerda mucho a Karin cuando nos conocimos. Bien sabes como era conmigo porque era pobre, aún recuerdo su cara cuando se dio cuenta que era de la familia Hozuki. Ah, aquello me supo a victoria...

—Ni siquiera así aceptó salir contigo —se burló Sasuke y luego recibió un golpe amistoso del peliblanco. 

—Pero míranos ahora, hermano —se jactó—, estamos casados desde hace mucho, tenemos dos fabulosos hijos y aún sigue siendo un sueño.

Sasuke sonrió. 

—Totalmente de acuerdo —dijo. 

En cuanto a su propia familia, Sasuke tenía un hermoso esposo de 44 años, dos hijos mayores de edad, uno de 19, dos gemelos de 12 y dos hermosas princesas en su vida. Sarada era sin duda una gran chica, y pese a que no era su sangre, era su familia también. Boruto pese a tener su sangre, no había sido parte de sus vidas hasta los trece pero tanto Naruto como él estaban felices de haber tenido la bendición de un doncel como él. Sora, en cambio, era su favorito sin duda. No que tuviera favoritos entre sus hijos, a todos los amaba por igual, pero había algo en Sora... Su primer hijo, el primer hijo de Naruto y él, que su esposo tuvo en su vientre.

Había algo en Sora que simplemente le recordaba que se podía ser realmente feliz en vida. 

De Sora todavía podía recordar bien la primera vez en la que se vieron, a él hablando con Mei y el niño llamándole, a Kakashi y luego nada. Al menos hasta que un par de días después estaba caminando por el pasillo del hotel Rinnegan en su primer viaje de vuelta a Japón. 

¡Porque mi padre es Sasuke Uchiha-ttebasa!  —Todo había quedado en silencio. Sasuke vio como Sarada se irguió hacia adelante, como el pelinegro (Shikadai Nara) a su lado abría la boca sorprendido  y Takeru apartó los ojos de su libro para ver a aquel niño que él aún no podía divisar bien.

Sasuke parpadeó y carraspeó, consiguiendo que Sarada se girara a verlo. Ella también parecía pálida y muy sorprendida. Aquel espacio que dejó le permitió ver al menor que había visto aquel día, con sus grandes ojos azules mirándolo. El niño se tapó la boca al reaccionar, y él solo pudo mirar de vuelta a Sarada y a los otros.

—¿Padre? ¿Estás bien?

—Ahora no, Sarada —se puso la mano en la cabeza, estaba mareado y sentía que estaba en el limbo. Miró fijamente aquellos ojos azules, eran firmes, ni una gota de duda. La decisión en sus ojos, en su expresión, en aquella forma de pararse tan singular -los pies separados pero bien fijos al suelo-, y esas mejillas sonrojadas sólo le traían a la mente una persona. Imposible, se dijo.

—Eres tú-ttebayo —Le miró, incrédulo todavía. Su cabeza seguía dándole vueltas, y no sabía qué decir, qué hacer, cómo reaccionar. Su corazón latía desbocado pero él sentía que todo en el lugar se ralentizaba.

—Es mi papá —les dijo a los otros dos niños.

Sasuke le vio sonreír. Aquella era una de esas sonrisas de dientes lúcidos, de fuerza y vitalidad, y cerró los ojos por unos segundos que le parecieron eternos. Aquella sonrisa era la sonrisa de un sol, volvió a abrirlos pero el niño sólo le siguió sonriendo, mientras ponía sus brazos detrás de su nuca.

—Hola-ttebayo —Aquello hizo estragos en la cabeza y en el corazón de aquel azabache, para él era como ver a...Naruto. No lo había visto en tres años, lo extrañaba a mares, lo había dado por desaparecido o algo peor, no podía contactar con él y nadie le daba señales de él. Toda una tortura, vivió un infierno para que entonces se encontrara con Sora. 

El niño con su cabello y los ojos de su ángel.

—Hola —Sasuke carraspeó—. ¿Tú...?

Y todo para desmayarse a los dos minutos de verlo. La impresión de verlo casi lo había matado.

—¿Padre? —Sarada le agarró del brazo—. ¡Padre!

—¡Padre! —aquella voz chillona, tierna, firme.

Hizo una mueca ante el recuerdo de la primera impresión que tuvo con su hijo, y es que era sin duda un momento que había hecho mella con él. Claramente no todos los días te enteras de que eres padre y no lo sabes, es decir, no era algo que uno ocultara mucho alguien. También estaba aquel recuerdo molesto de la primera vez que su querido hijo Sora le rompió el corazón.

—¿Por qué no me dices donde está tu padre? —Sasuke se cruzó de brazos.

Se habían encontrado en el pasillo, finalmente solos, y le había encarado por fin. Creyendo que si no estaban Takeshi o Takeru, Sora no se sentiría presionado a decirle, pero el niño en frente suyo parecía a punto de sufrir un colapso nervioso. Le ponía los pelos de punta la posible idea de que... no. No y mil veces no.

—Ah...

Sasuke levantó una ceja.

—Está... está... —Sora solamente estaba pensando en algo que lo ayudara a salir de aquella situación, hacer que parara pero sin llegar a decirle donde estaba realmente y—, porque...está muerto.

Y también cuando se había dado cuenta de que había llorado, ahogado sus penas en alcohol durante meses, para finalmente notar que todo había sido una vil mentira, justo en el momento menos adecuado. Aquel día el cielo se mantuvo oscuro pero extrañamente despejado, y había visto de nuevo a su amado sol. Nada que no pudiera recordar más que sus brazos alrededor de su cuello y su aroma, su dulce aroma. Su desasosiego ese día, la muerte de su padre y todo esto... Estaba mal, demasiado en realidad. Sólo le importaba verlo ahí. Junto a él. Vivo.

—Llevo sin verte todo este tiempo, viene Sora me dice que es nuestro hijo y que estás muerto y... mintió.

—Eso es evidente-ttebayo —bromeó para aligerar la tensión y observó a Sasuke—, descuida, cuando todo se descubra, podremos regañarlo por decir cosas como esas y casi ocasionarte un infarto. ¿Seguro que estás bien? —Sasuke sonrió y le tomó las manos para luego besarlas.

—Por supuesto que sí, estás conmigo ahora —lo miró—, dime que esto está rápido a acabar.

—Lo está, lo prometo. Estamos haciendo lo mejor que podemos, pero mi trabajo tampoco nos ha dejado tanto tiempo —se rascó la mejilla—. Sasuke, te ves hermoso.

—Tú igual, mi dulce kitsune —lo besó fugazmente—, ahora debemos irnos. Recuerda se supone que creo que estás muerto, no te aparezcas cerca porque deberé fingir un soponcio o un escandalo y no es el momento ni el lugar. 

Luego sus gemelos Akihiko y Daiki eran su adoración porque habían sido los primeros que había visto nacer, y Ayame era el rayo de sol de la familia entera, así como Hikari era esa estrella linda que estaba muy contento de tener. Amaba a toda su familia como loco, y moriría por ellos de ser necesario.

—No me digas, Sasuke Uchiha, que olvidaste recoger a nuestros hij-

—Por supuesto que no, tranquilo —puso las manos sobre los hombros—. Están en casa de Ita y Dei, vendrán en un rato. Ahora... Naruto, ¿quieres jugar un rato?

Naruto sonrió sonrojado.

—Sasuke-baka.

—Dobe.

Sasuke besó al rubio con adoración, al menos hasta que escuchó el timbre y bufó rendido. Naruto solo rió sin apartarse y cerró los ojos, mientras besaba a su esposo. No podía estar más feliz. Incluso en ese tiempo Naruto y él habían perdido todas las esperanzas de recuperar lo perdido, pero lo importante era que ahora estaban juntos, y que así mismo enfrentarían lo que fuera que el destino tuviera deparado para ellos.

—¡Estamos en casa! —gritaron desde abajo, haciendo que él suspirara. Ya no se podía tener mucho tiempo a solas en esa casa—. ¡SORA! ¡DAME ESO, MALDITA SEA! —Oyeron a Boruto lloriquear, Naruto soltó una suave risa sin apartarse de su esposo quien solo cerró los ojos—. ¿Por qué tengo que pagar por eso-ttebasa? —volvía a exigir. Sasuke miró a Naruto.

—¡BORUTO! Ven aquí en este instante, maldita sabandija —gritaba Sora. 

—Se aman un montón —comentó Sasuke con una sonrisa, Naruto rió. 

—Me recuerda a cierto teme por ahí —dijo. 

—Cállate, Usuratonkashi —lo volvió a besar y ambos sonrieron, mientras oían a sus hijos gritar—. Hm, te extrañé mucho hoy. 

—Pero si solo nos separamos por unas 12 horas-ttebayo —se rió el rubio. 

—El día tiene 24 horas —repuso Sasuke. 

Ambos se miraron en silencio, a los ojos, aquellos ojos que tanto amaban y que eran solo suyos. La profundidad de aquellas fosas negras, sin fondo en los que Naruto podría perderse por toda la vida, y la intensidad del mar en los ojos azules de su hermoso esposo, los que Sasuke no se cansaba de ver.

—¡Mamá Naru, Boruto le pegó a Sora-kun! —escucharon a Hikari gritando. Sasuke suspiró juntando su frente con la de su esposo—. ¡Sora está pegándole a Akihiko-ttebane! ¡Ayy, Ayame, no me pellizques!

Luego de apartarse se sonrieron, listos para enfrentar un nuevo día siendo padres de un par de pulgas y unas cuantas sabandijas. Naruto abrió la puerta y salió con su mejor actuación de zombie que tuvo, haciendo que todos se paralizaran. Sora estaba siendo agarrado por Boruto del cuello, Ayame y Hikari estaban una al lado de la otra con muecas, y Akihiko estaba en el suelo siendo atendido por Daiki. Sarada acababa de entrar junto a Takeshi y Takeru, todos se quedaron en silencio, al menos hasta que Sasuke salió del cuarto con un aura negra.

—Bueno —Sora se soltó de Boruto y se paró al lado de Sasuke—. Señor abogado.

—Hijo —lo saludó sin siquiera mirarlo, y pasó en medio de todos, que se fueron haciendo a un lado para darle espacio, y bajó las escaleras. Naruto se quedó en silencio viendo esto y luego al notar las miradas de sus hijos maldijo a Sasuke, nuevamente ese estúpido teme había huido de la acción y le había dejado a él entre las hienas. Uy, como lo odio.

—A ver —Naruto suspiró—. ¿Quién comenzó-ttebayo?

La cosa fue así: Sora culpó a Boruto, Boruto y  Akihiko culparon a Sora, Daiki culpó a Boruto, Ayame a Sora y Hikari a Boruto. Naruto la tenía muy díficil así que se quedó en silencio. 

—Bien, Sora, Boruto —los miró y dictaminó—, ambos se irán a quedar en casa de mi madre hoy.

—¡No! —gritó Sora—. ¡Pero mamá, tengo una fiesta justo hoy! 

—¿Fiesta? —Naruto frunció el ceño.

Sora señaló a Takeru y éste se sonrojó, desviando la mirada y dejando de ver hacia el segundo piso. Naruto se quedó en silencio y se puso a mirar a Boruto de vuelta. 

—A mí ni me mires-ttebasa —se quejó—, ya estoy muy grande para ser castigado. 

—¿Tú crees? —Naruto arqueó la ceja.

Sasuke soltó una carcajada que se oyó en toda la casa, mientras miraba a Sarada y le sonreía. Takeshi que estaba a el lado de su futura esposa se quedó en silencio, apreciando el semblante de su suegro, tan calmado y alegre al mismo tiempo que daba miedo. Y es que cuando lo conoció era un hombre bastante cruel, pero supuso que había sido culpa de todo lo que había sufrido, ahora que era feliz tenía una apariencia -todavía dominante y aterradora-, pero suave.

—Papi —Hikari estiró las manos para que su papá la cargara y Naruto la cargó gustoso, mirando al resto de sus hijos con advertencia. Luego su mirada se dirigió a Ayame y le sonrió.

—Vamos abajo, vuestra hermana tiene algo que deciros —comentó entonces, todos asintieron y siguieron al rubio, que bajó primero las escaleras.

Cuando ya todos supieron la razón por la que Sasuke había reído tan descomunalmente se sintieron felices y le brindaron muchas bendiciones a su hermana y su pareja, pues ésta estaba embarazada. Luego de que los niños fueran a dormir y los esposos Uchiha les leyeran un cuento o les cantaran -en caso de los gemelos-, los mayores se sentaron en la mesa del comedor, comiendo pizza y hablando de lo que había sucedido.

Sasuke miró a Takeshi abrazando a Sarada y sonrió, aún recuerda la primera vez que lo vio. 

—Hola-ttebayo.

—Hola, Sora. Me parece que no hemos tenido el tiempo de presentarnos bien. Soy Sasuke Uchiha. Es un placer conocerte.

—Sora Uchiha Namikaze-ttebasa —le sonrió, mientras le tocaba la nariz con una gran sonrisa—. Pero todos me dicen Sora.

Sora ladeó la cabeza.

—¿Te pegaste?

—¿Qué? —Sasuke parpadeó.

—Oh, es cuando una persona se detiene, como en los videojuegos-ttebasa. ¿Se dice así, Takeshi? —se dirigó esta vez al mayor, quien miraba a Sarada -debió sospechar desde ese entonces que terminarían enamorándose-, haciendo que lo mirara.

No, es laguearse, pero... es parecido —apuntó Takeshi con una sonrisa, y Sora asintió.

—Eso-ttebasa —volvió la vista a Sasuke—. ¿Te nalgueaste?

—¡Lagueaste! Es lagueaste, enano —se tapó la cara para evitar que no le vieran sonreír y luego miró al Uchiha—. Disculpe a Sora, a veces se confunde muy a menudo cuando está nervioso. Soy Takeshi Hatake, es un placer finalmente conocerlo, señor Uchiha —hizo una reverencia, y Sasuke se irguió mirándolo. 

Boruto se cruzó de brazos e hizo un puchero mientras Naruto hablaba con él. 

—De haber sabido que me sentiría tan solito, hubiera llamado a Kuro-ttebasa —Sasuke miró a Boruto. Kuro era su ex novio y ahora compañero de trabajo, ese muchacho nunca le cayó bien -como a Sora-, pero no sabía exactamente que era lo que tenía de raro. Después de todo, Boruto era bastante reservado en cuanto a sus sentimientos, siempre había sido así. 

—¿Qué dices? —se quejó Sora, soltándose del empalagoso abrazo de Takeru que estaba a medio dormir, y mirando a Boruto con el ceño fruncido—. Deberías decirle mejor que se vaya a Suiza-datte, en un viaje sin regreso.

—¿Cuál es tu problema con Kuro-ttebasa? —Sora alzó los hombros y le sacó la lengua a Boruto.

—Quizá no es con Kuro que tengo problemas —Boruto frunció el ceño. 

Sasuke negó con la cabeza mientras le daba un sorbo a su cerveza. Boruto y Sora tenían una extraña relación amor-odio, que ni siquiera Itachi y él habían logrado desarrollar, su relación más que nada se debía a que Boruto era el crush de Sora antes de enterarse que eran hermanos biológicamente hablando. Aquel día, el día que se "conocieron" esos dos, fue todo un caso. Naruto estaba en el hospital, y él se sentía sumamente confundido.

Sasuke luego de oír a Naruto pedirle que se retiraran, se había levantado y tomado a Sora en brazos. Sora empezó a refunfuñar y miró mal a Boruto por haberle quitado su tiempo en familia, este último frunció el ceño y le sacó la lengua.

—¡Me sacó la lengua-tteba! —gritó Sora apuntándolo.

—¡Ja, ya quisieras-ttebasa!

—¿Boruto? —no le había visto bien hasta que pasó por su lado y lo oyó hablar—. Espera papá —Sasuke se detuvo y miró con una ceja arqueada hacia el niño rubio de ojos azules. El menor al oír su nombre se giró a ver al niño que se escondía en el pecho del azabache grande y se le descuadró la quijada cuando lo reconoció—. ¡Boruto-tteba!

—¡Sora!

—¿Se conocen-ttebayo? —Naruto se mostró confundido. Sarada suspiró, esto algún día le iba a sacar canas.

—Hai —respondieron los tres niños. Naruto, algo cansado, se masajeó la sien. La mente de una persona normal ya habría explotado con la telenovela que era su vida.

Takeru se quejó en los brazos de Sora y volvió a recostarse, solo así consiguiendo que el pelinegro dejara de mandarse miradas de odio junto al rubio. Naruto miró a Sasuke. 

—¿Estás bien? —preguntó sutilmente. 

Sasuke sonrió, y acarició la mejilla de su esposo. 

—Estoy más que bien, porque estás aquí —susurró, antes de besarlo. 

Los chillidos y chiflidos de los otros en el comedor no tardaron en escucharse, y ellos solo cerraron los ojos mientras sonreían a la mitad del beso.

Sí, definitivamente estaba en casa.

.

.

.

Esto de las imágenes se me da aparentemente bien, ahquesí. Me he tomado un rato libre y me he puesto a escribir. ¿Están listos para todo lo que se viene? Preparad vuestras teorías, os intentaré leer. Espero que hayáis disfrutado el capítulo, un beso. Amnesia, fuera.

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