Capítulo 19; La reina del baile.

—¡Mira quién está aquí! —gritó Suigetsu, codeando a Karin—. Naruto y el amigo de su vida.

Karin se giró a verlos, Naruto iba caminando de un lado de Sasuke mientras salían del colegio. Llevaban alrededor de una semana saliendo pero aún no lo habían hecho oficial, su hermana se había confabulado con el mejor amigo de Sasuke para molestarlos. Eran tan molestos.

—Naruto, ¿como amigo de Sasuke, estarías feliz si... le invito a salir en una cita?

Naruto se giró a ver a su hermana. 

—Nee, Suigetsu, vamos en una cita doble-ttebayo.

El azabache casi bota su jugo de cajita cuando lo escuchó decirte esto y lo miró de reojo, Naruto le dedicó una sonrisa que solo él podría y se giró a ver a los otros. ¿Naruto creía que ellos dos hacían buena pareja? Entonces suspiró y miró a su mejor amigo.

—Sí, Suigetsu, anda.

Karin solo se rió mientras negaba y miraba a su novio, quien asintió y se encogió de hombros.

—Vamos al baile juntos —propuso el rubio con una sonrisa—. Apuesto a que sé quien será la reina del baile.

—Tú no —Karin se burló, su hermano menor solo hizo un puchero—. Aunque es casi seguro que escojan a Sasuke como rey del baile. ¿Qué dices, Sasuke-kun? ¿Te gustaría?

—A mí no me importa, yo voy solo porque el dobe quiere ir —se quejó. 

—Teme.

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El tiempo parece haberse detenido justo cuando Sasuke y su esposo doncel deciden asistir por primera vez al baile de reencuentro de su generación en la preparatoria. No cabría la sorpresa de sus compañeros y de ellos mismos al notar lo mucho y poco que todo ha cambiado para ellos.

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—Así que... Un baile de reencuentro —Sasuke se terminaba de arreglar la corbata. Naruto, que se estaba poniendo su beanie asintió y todo eso fue visto por el azabache a través del espejo—. ¿Tú..., quieres ir? 

Naruto volvió a asentir.

—No hemos visto a muchos de nuestra generación desde hace mucho-ttebayo. Me gustaría, además has estado muy tenso y pensé que podríamos un par de días juntos —agregó, sabiendo que el Uchiha no se negaría si le proponía algo más que ir a un aburrido -a vista de su estreñido esposo- baile.

Sasuke estaba preocupado, ayer ni siquiera se había presentado en la mansión de su madre, había pasado toda la noche junto con Itachi y Shikamaru ideando una forma de hallar al asesino de princesas. Y cuál era su aparente nueva alianza con Kaguya y los Akatsuki.

Naruto también lo sabía, el juego que estaban jugando las Otsusuki era muy sucio. Estaban atacándolos suavemente, no buscaban herirlos realmente... buscaban sacarlos de sus mentes. Cuando el asesino de princesas atacó a Akasuna, Naruto lo entendió todo. Si él hubiera ido por ella por querer hacerlo -es decir, si fuera su idea-, la habría matado sin pensarlo dos veces, pero no. Había dejado que se enteraran que él estaba ahí. Había peleado contra Rock Lee y Metal.

Buscaban encontrar sus debilidades y debilitar el equipo, a su familia. Y oh, eso si que no lo iba a permitir. Se mantendrían a raya pero en algún momento, se juró, sacarían las garras y los destruirían. A todos los que se atrevieron a siquiera pensar en dañar a su familia. A sus amigos. A los que le importaban.

Sasuke se giró a verlo, mientras se terminaba de abotonar la camisa.

—No lo sé, Naru, sabes que estas cosas no son lo mío —Alzó la mirada. Todavía no estaba seguro ni lo suficientemente descansado para ir al trabajo, pero un caso se había puesto a la orden y debía hablar con Neji Hyuuga al respecto, incluso su copia barata iba a estar en aquella reunión, no podía faltar—. Además con todo esto de Roseone, Kira no Hime y los Akatsuki las cosas se han puesto...

—Lo sé —Naruto suspiró—, pero vamos. Nos divertiremos-ttebayo, será una buena excusa para tomarnos un descanso y estar solos. Sé lo mucho que te hace falta.

Sasuke lo miró.

—Podemos tomarnos ese descanso justo aquí. 

Naruto hizo un puchero. 

—Oh, vamos teme. Quisiera ir a este baile-ttebayo —se cruzó de brazos antes de caminar con una sonrisa bobalicona hacia su esposo—. ¿No me cumplirás este capricho-ttebayo? Aunque sea por una noche. Di que sí. 

—Lo pensaré. 

—Lo tomaré como un sí, compraré los boletos —afirmó, besando a su esposo y apartándose para tomar sus abrigos. Sasuke solo sonrió, sacudiendo la cabeza. Así era su esposo.

Naruto... tú eres mi casa.

El télefono de Sasuke comenzó a sonar y éste bufó. 

—Ya voy en camino. 

—Sasuke —Bien, no eran sus compañeros de trabajo. Se detuvo en su camino, Naruto lo miró de reojo—. Quería hablar contigo antes de que vayas a la reunión. ¿Tienes tiempo?

—Ni hablar —negó—, voy a llevar a mi esposo al trabajo e iré hacia la reunión. ¿Qué quieres? Habla rápido. 

—Sasuke, es sobre Sakura —aquello consiguió tensarlo. 

Sasuke masculló un par de cosas inentendibles para Naruto, quien lo esperó, y luego suspiró.

—Bien, dame media hora —dijo, mirando a Naruto antes de colgar—. ¿Vamos? 

—¿Sucede algo?

—Sólo descubrieron algo nuevo sobre el caso —suspiró, cansado y le mostró la mano—. Quizás nos haga bien ese viaje a Seattle para ese baile. ¿Reservas el hotel también? Hoy llego tarde. 

Naruto sonrió con fuerza. 

—Por supuesto que sí-ttebayo —lo besó. Sasuke se dejó hacer, al menos antes de empujar a su adorado rubio contra la pared para profundizar el beso—. Sa-Sasuke. 

Sasuke suspiró y se apartó. 

—Sí, lo sé. Los niños, el trabajo, no es el momento —repitió. Últimamente la monotonía no les dejaba mucho tiempo para nada, intentó sonreír—. De esta noche no te escapas —advirtió. Naruto sonrió sonrojado.

—Estaré esperando la noche entonces. 

—Naruto —advirtió. 

El rubio se rió. 

—Lo sé, lo sé, no te provoco.

Ambos decidieron que antes de pasar a  mayores debían ir a sus respectivos trabajos. Sasuke condujo a Naruto a la editorial, el problema que tenían con los escritores era algo más serio y había requerido de la presencia de Naruto todo el tiempo, incluso Juugo y Suigetsu estaban trabajando para él en aquel momento. Una vez se despidieron, Sasuke fue hasta la casa de los Sabaku No. Ahí vio a los tres hermanos y suspiró, informando que la reunión se aplazaba una hora por motivos personales. Neji entendió. 

Sora salió de la universidad, recogió a sus hermanos y los llevó a casa. Hoy no había ido Shikadai a estudiar o al menos eso les dijeron sus compañeros de facultad cuando fue a preguntar ya que no lo vio en las clases que compartían, por lo que el día había estado relajado. Incluso luego de haber tenido que salir de casa la noche anterior para resolver un problema que tuvo su querida novia, la cual ahora estaba reposando en casa por un mareo que tuvo en clases, sus padres no se habían mostrado molestos, por no decir que Sasuke ni siquiera apareció.

—Te ves tenso —comentó Akihiko, una vez que los demás bajaron del auto. 

—Sí, bueno —se pasó una mano por la nuca—. ¿Cómo no estarlo? Ha sido un mes de locos. 

Akihiko asintió.

—No dejes que todo esto apague tu sonrisa —Akihiko ingresó en la casa, con las manos dentro de los bolsillos delanteros de sus pantalones, dándole un tono bastante rebelde y serio. Justo como su padre—. Mientras tú sonrías, ellos sabrán que todo está bien.

Claro, se dijo Sora a sí mismo, él era el hijo de su padre.

Sonrió.

Como amaba estar en casa.

—Te ves bien —halagó Naruto cuando observó a su esposo, una vez que ambos se vistieron.

—Tú igual. ¿Pero sabes como te verías mejor? —Sasuke se acercó a él con una sonrisa coqueta.

—¿Bajo tus sábanas?

—Totalmente —afirmó, besándolo mientras que el rubio se escabulló y rió—. Me estoy volviendo predecible, al parecer.

—Bastante, Uchiha-bastardo.

—Me dueles —se quejó, dramatizando y entonces suspiró, pasándose una mano por su cabeza. El helicóptero no tardaría en llegar—. Así que... ¿Cuál es el plan? ¿Qué crees que veamos en ese lugar?

—Bueno... La verdad no lo sé —hizo una mueca, y se rascó la mejilla—, pero lo que sea, el plan es divertirnos. Solo eso. 

—Hm, sigo diciendo que nos divertiríamos mucho más aquí —Sasuke no quería ir.

—Y que no-ttebayo. Ya reservé el hotel y los tiquetes de venida —se aclaró la garganta—, además vamos a tomar y a bailar hasta que nos duela el cuerpo. 

—Como decía, nada que no podamos conseguir desde aquí —lo miró con intensidad, al menos hasta que el sonido de su teléfono lo alertó. Miró entonces el mensaje que acababa de llegarle—. Oh, el helicóptero está ya en la azotea. Andando.

Naruto asintió y le dio un último vistazo a su maleta para cerciorarse de que no olvidaba nada. Estaban en el hotel Rinnegan, y una vez que subieron a la azotea de éste pudieron divisar el helicóptero personal del Uchiha. Naruto suspiró, sería un viaje corto pero largo. 

Todo era relativo.

Demasiado. 

Así que ahí estaban sus ex compañeros Kiba, Shino, Karin, Suigetsu, Juugo, Neji, Lee, Tenten, Ino y otros a los que Naruto no reconocía y Sasuke ni siquiera se acordaba de sus existencias. Como era de esperarse el lugar se sentía tenso luego de saberse que Hinata y Sakura habían muerto. Todos iban acompañados de sus respectivas parejas, y a Naruto le pareció apropiado separarse para saludar a todos. Sasuke por supuesto fue a saludar a sus compañeros y familia primero.

—Al final viniste —Karin lo saludó con una sonrisa, mientras bebía un trago rojo—. Creí que no te gustaban estas cosas, Sasuke-kun.

—Bueno, no había muchas opciones con Uzumaki presionando. Ya sabes, yo solo vine  porque él quiso venir —sonrió de lado, mientras recibía una copa de champaña que le entregaba un mesero—. Me sorprende verlos aquí. 

—Qué va, si ya sabías que veníamos —Suigetsu se burló con una sonrisa. 

—¿Terminaste de leer los papeles de Temari? —le preguntó Ino, su secretaria, mientras era abrazada por su socio y copia barata, Sai, quien solo le saludó con un ademán. 

—Por supuesto —afirmó, mirando a Neji—. Neji, Tenten. Tiempo sin verte, mujer.

—Hola, Sasuke —Tenten se sentía incómoda al ver a su ex novio, especialmente por el hecho de que no terminaron en buenas condiciones cuando ella se envolvió con su esposo, Neji. Pero bueno, tiempo pasado, tiempo pisado—. Te ves bien —se atrevió a decir. 

—Gracias, tú igual. 

Naruto entonces salió del baño y en eso se encontró con alguien que ciertamente no esperaba ver. El pelinegro cabeceó mientras lo miraba de arriba abajo y sonreía de lado. 

—Vaya, vaya. Qué casualidad —comentó con una sonrisa de medio lado—. Naruto...

Naruto hizo una mueca. 

—Takano. ¿Qué haces aquí? —miró por encima y localizó a Sasuke con sus amigos.

—¿Viendo al Uchiha? —preguntó el pelinegro con burla—. Se ve bien conservado, admito que sigue siendo todo un rompecorazones. Mira nada más como las solteras y casadas babean por él. Desde la muerte de su ex han estado a la caza pero él se había mantenido completamente ausente —clavó sus ojos en él—. ¿Cómo te ha tratado la vida?

—Perfectamente —respondió, ignorando los demás comentarios y apenas Sasuke lo vio, sonrió.

El Uchiha al ver su indeseable compañía decidió ir hacia él. 

—Señor Namikaze —carraspeó Sasuke—, ¿gusta que le invite una copa? Hace un tiempo que no charlamos amenamente con algo de alcohol a la orden. 

Naruto notó lo que su esposo intentaba hacer y sonrió, mientras se paseaba la lengua por los labios.

—Señor Uchiha, cada día más apuesto —extendió la mano y dejó que el Uchiha besara sus nudillos, justo en frente de todos—. Por supuesto que acepto tomar algo con usted. 

—¿Qué me dice de ir afuera más tarde?

—Lo seguiré donde quiera —aseguró y miró a Takano—, si me disculpas. 

Así su esposo lo tomó de la cintura y lo guió hacia la pista de baile. Naruto se dejó hacer y esperó pacientemente hasta que Sasuke lo acercó para empezar a bailar, no se apartaba de él ni un segundo y solo se miraban. De repente, el resto del mundo dejó de existir para ambos. 

Karin observaba esto con una sonrisa desde la mesa donde todos se habían hecho. Escucharon entonces un silbido. 

—¿Qué no es ese el lindo trasero Uchiha? Tiempo sin deleitar mi mirada con algo tan delicioso.

—Oh, cállate —Karin les miró con hastío—. Nada más mira como baila con ese doncel. A todo esto, ¿quién es? 

—Naruto —Kiba apareció con una sonrisa—, vaya vaya. Él siempre se va por el premio gordo.

—Kiba —Juugo y él se saludaron con un abrazo—. ¿Has venido solo?

—Vengo con Shino —dijo, señalando al varón a unos metros de ellos—. ¿Y el Uchiha y Namikaze? ¿Qué se traen bailando como si fueran colegiales?

—¿Qué no es a eso que todos hemos venido? —Lee se acercó, junto con Gaara—. A sentir la flor de la juventud. ¿Verdad, mi linda cerecita?

—Cállate —Gaara se sonrojó. Él ni siquiera había estado de acuerdo en ir debido a los recientes sucesos, pero su esposo había insistido en querer un tiempo y dado que Naruto estaría ahí también, no se negó... lo suficiente.

Naruto suspiró cuando Sasuke reposó su mentón sobre su cabeza.

—Te amo —susurró el azabache. Naruto sonrió, ocultando su sonrisa en el traje de su esposo.

—Yo también te amo, mucho-ttebayo.

Sasuke sintió como un reflector se puso sobre ellos y apartó a Naruto, le dio dos vueltas y luego lo atrapó, con una de sus manos en su cintura y la otra en su cuello, lo besó como nunca lo había besado. Ahí, en frente de todos, Sasuke Uchiha besó a Naruto Namikaze como si no existiera una persona mejor acoplada para él que el rubio. Muchas mujeres y donceles que habían estado al pendiente de una oportunidad con el Uchiha enfurecieron al ver aquello, y el resto estaba en shock. Menos, claro, los que ya sabían de esto. 

—Parece que los señores Uchiha se divierten —comentó Suigetsu con una sonrisa, meneó la cabeza y miró a Karin—. ¿Qué dice señora Hozuki, gusta bailar con su esposo? 

—Vamos allá —Karin rió, aceptando la propuesta de su esposo. 

Kiba se sentó a un lado de Sai e Ino. 

—Creí que ellos se habían divorciado —comentó, algo confundido. La última vez que había visto al rubio había sido trece años antes y desde entonces no supo más de él, excepto que había ganado un Oscar o algo así.

Ino negó.

—Están absolutamente casados y con hijos para rematar —dijo ella con una sonrisa. 

—Muchos hijos —dijo Sai, haciendo que rieran. 

—Vaya, debo darles mis felicitaciones. Es apasionante el amor que se tienen para haber pasado tanto tiempo y que sigan juntos —Kiba sonrió—. Ojalá yo pudiera decir lo mismo. 

—¿Eh? —Gaara lo miró—. ¿Qué sucedió con Akita?

—Nos divorciamos el año pasado —comentó, con una mueca—. Ya ven, el amor no siempre dura.

—¿Te divorciaste de Akita? —Naruto se acercó—. ¿Qué sucedió? Y hola Kiba.

—Hola Naruto —le sonrió, agitando su bebida—. Sí, me divorcié. Tuvimos un par de problemas.

—Eso es terrible-ttebayo —Naruto abrazó al varón—, ya verás que siempre llega algo mejor. 

—No eres el más indicado para decir eso, Naru —Sasuke lo abrazó por detrás—. Hola Kiba.

—Sasuke —gruñó, casi riendo. 

—Oh, pues es que nadie tiene la suerte de encontrar lo mejor de lo mejor a la primera, como tú y yo-ttebayo —le sacó la lengua—. Así que... ¿Cómo le va a las fans de Sasuke?

—Acaban de darse cuenta que son esposos —dijo Karin, volviendo apenas la canción terminó—. ¿Difundo también que sois padres en abundancia?

Naruto se rió.

—No, no, deja eso para cuando digan quien será la reina del baile-ttebayo. 

—Amaría ver la cara de Hinata-sama si se enterara de todo esto —dijo Neji, y Naruto se tensó.

—Lo bueno es que ahora descansa —dijo con una sonrisa—, y así mismo descansamos todos del tormento que nos hizo sentir. 

—Naruto, no era mi inten-

—No, descuida, lo sé-ttebayo —Naruto le sonrió con gracia—. Así que... ¿Por quién votaron?

Todos le miraron con una sonrisa regañándolo por preguntar algo que era personal y bla, bla, bla. Sasuke ya ni siquiera estaba escuchando, su mente simplemente se nubló cuando pensó en las posibilidades de que ella se apareciera ahí. Pero no tenía ni podía ser, tenía que relajarse. ¿No era acaso eso a lo que habían ido? Simplemente no podían.

—Atención a todos —la voz del megáfono era inconfundible, era Ino—. Llegó la hora que todos nosotros habíamos esperado, los reyes del baile son...

Nuevamente Naruto quedó en shock y Sasuke sintió sus músculos de la espalda -la cual tenía contra su pecho-, tensándose. Al sentir esto Sasuke le preguntó un par de veces si se encontraba bien pero entonces lo notaron. 

—Sasuke Uchiha y.... Redombles de tambor, por favor.

Dirijo entonces su mirada hacia donde veía incrédulo Naruto. 

Shion.

Shion caminó firme en aquel salón, había vuelto a Estados Unidos por dos razones. Primero, Mei Terumi le mandó a llamar y segundo, se rumoreó que habría una fiesta a la que no la invitaron. Como sea, encontró a alguien que le invitó y fue su pasaje hasta aquel lugar. El reencuentro de la generación con la que se hubiera graduado de no ser por unos cuantos inconvenientes que tuvo que afrontar. Iba con Kimimaro, el peliblanco de ojos verdes, que trabajaba como su guardaespaldas ahora y sí se había graduado con ellos. 

—Pero mira que tenemos aquí —se detuvo al notar las miradas de los esposos Uchiha. Sonrió.

—Mi señora —Kimimaro la detuvo de acercarse. Chasqueó la lengua al notar como el azabache apegó su cuerpo al rubio—, recuerde lo que dijo su hermana Kaguya-sama.

—Tranquilo —le sonrió amenamente. El escarmiento que Kaguya le dio luego de la noche anterior cuando había matado tres personas sin su consentimiento -como si ella no fuera ya una adulta y pudiera comportarse por sí misma-, fue suficiente para saber que debía controlarse—, no tienes que preocuparte. No haré nada malo... por ahora.

Sus ojos violeta se fijaron en la mujer que estaba a punto de decir quién era la reina del baile.

—Naruto Namikaze —Shion apretó su copa hasta hacerla reventar.

El rubio salió de su trance y se giró a ver a Sasuke, quien suspiró, sonriéndole, en un vano intento de darle tranquilidad y demostrarle que estaba con él. Naruto sonrió aunque algo flojo, y enseguida todos en su mesa -habían unidos dos para caber-, se pararon a ovacionarlos, chiflarles y aplaudir.

—Muy bien, señores reyes del baile. Si gustáis, podéis venir por vuestras coronas y bailar el típico baile —dijo Ino con un tono juguetón. Naruto subió a la tarima con Sasuke atrás de él—. Muy bien, Sasuke, te coronamos, otra vez —se rió—, como el rey del baile de nuestro colegio. 

—Todavía tengo el toque —todos rieron al oírlo. Sasuke guiñó un ojo que sacó un suspiro colectivo, algo muy Uchiha. Este gesto consiguió que Naruto se olvidara de aquella mujer y riera.

—Naruto Namikaze, hoy te coronamos como la reina del baile. 

—Diganme su majestad-ttebayo —bromeó, cuando le fue puesta la linda corona—. Me sienta. 

—Te siento bien —Sasuke le guiñó el ojo. 

Naruto se sonrojó. 

—Pueden decir unas cuantas palabras —dijo la rubia—. Sasuke... los honores.

Sasuke asintió y todos callaron para oírlo atentamente. Shion arqueó la comisura de sus labios cuando Ino le dejó el puesto en el microfono a Sasuke.

—Bueno, yo solo quiero decir... Ah, hola a todos —todos le respondieron y él suspiró, mirando a Naruto. El rubio parecía metido en su mundo y no lo culpaba dado a la repentina aparición de la peliblanca—. Todo lo que tengo que decir es que estoy feliz. Hace muchisimos años, cuando nos graduamos, esta reina de aquí aceptó casarse conmigo justamente en este gimnasio. Ahora que llevamos 26 años casados y tenemos siete hijos, todo lo que puedo decir es... Gracias Naruto.

Shion frunció el ceño cuando vio como el azabache besaba a aquel maldito zorro. Todos aplaudieron.

—Vaya —Kiba silbó—. No bromeaban ustedes cuando dijeron que tenía muchos hijos.

Las risas de Sai y Karin fueron las más altas.

—Naruto... unas palabras, por favor.

—Creo que Sasuke ya lo dijo todo-ttebayo —bromeó y la mayoría, por no decir todos menos ciertos peliblancos, se rieron—. Bueno, vinimos aquí a vernos, recordar viejos tiempos y definitivamente a divertirnos. Así que... ¡Hagamos eso-ttebayo!

Todos chiflaron todavía más alto. Era hora del baile, y Sasuke hizo una reverencia hacia el rubio, besó sus nudillos y lo apretó contra sí para empezar a bailar el dulce vals del rey y la reina. 

—Shion... 

—Está bien —No, no lo estaba. Quería ir y matar a aquel rubio, pero recordaba el plan y se decía a sí misma, cálmate, todavía no. Pronto obtendría lo que quería.

Pronto...  realmente vas a estar muerto... Naruto.


—Papá —Ayame se desplazó hacia un lado cuando vio al anciano entrar en la residencia, lo abrazó enseguida—. Te extrañé mucho, ¿cómo estuvo el viaje hasta aquí?

—Estuvo muy bien, cariño. Anda, entremos —le pidió. La castaña asintió y ayudó a su padre a caminar, mientras ingresaban en aquel restaurante que ponía las letras Ichiraku Ramen en el letrero de afuera—. Ah, se siente igual que en casa. ¿Tienes algo para mí?

Ayame soltó una suave risa y asintió. El anciano se sentó en la mesa y esperó pacientemente hasta que su adorada hija única le sirvió un tazón de su preciado ramen, luego comenzó a comer apenas ella se sentó a su lado. Y sonrió.

Era lindo estar en casa.

—¿Has sabido algo de Takahiro? —preguntó Teuchi a su hija, ésta pareció pensarlo y luego negó—. Oí que ya no ha vuelto por el ramen. 

—No ha vuelto  —le confirmó entonces y puso un gesto pensativo—. Creo que está muy ocupado. Ahora está trabajando con la señora Kushina en Red Habanero, supongo que no tiene mucho tiempo. ¿Por qué la pregunta?

—Su padre me llamó hace un par de días —le dio un sorbo a la sopa—. Está preocupado por él. 

—Bueno, supongo que si Takahiro deseara hablar con ellos podría contactarlos. Después de todo, no hay nadie de la familia Uchiha que Kushina-san no conozca. ¿Verdad? —Teuchi sonrió. 

—¿Y de Naruto sabes algo?

Ayame negó y puso un gesto triste. 

—Hace mucho tiempo que no viene, aunque sus hijos Boruto y Sarada pasan mucho por aquí a veces —afirmó—. ¿Cómo estás realmente, padre?

Teuchi tosió, sin esperar aquello. 

—Eso no importa —dijo. 

—Por supuesto que sí. Sabes que debes ir a hacerte tu chequeo rutinario, quizá... quizá podamos hacer algo para salvarte —contrarestó ella. 

—Ayame, querida... He vivido mucho —susurró, con una pequeña sonrisa—. Y te tuve a ti, no necesito más. Preocupate por tu esposo e hijos, querida. Este viejo puede apañárselas sólo.

—Padre... 

—El tratamiento es muy costoso, Ayame —le dijo, zanjando el tema y la miró con seriedad—. No vamos a hacer nada y aunque quisiéramos, no podríamos. No con lo que gana el Ichiraku estos días.

Ayame apretó los ojos para evitar llorar. 

—No quiero perderte —susurró. 

Teuchi se levantó y sonriendo abrazó a su hija, dándole un beso en la coronilla de la cabeza. 

—No me he ido a ningún lado aún —dijo. 


—Estos días han sido insoportables sin ti —Tsunade se sentó con tranquilidad en la grava mientras estrujaba las flores que llevaba en las manos—. No hay día en el que no te extrañe. Extraño todo —confesó con una pequeña sonrisa, mientras se limpiaba con el dorso de la mano una lágrima traicionera que caía por su mejilla. 

En frente de ella yacía una lápida con el epitafio de Jiraiya Namikaze, su esposo. 

—Todos los días vengo a verte y le oro a los dioses que me dejen verte de nuevo, pronto, lo más pronto que sea posible —miró al cielo—. Sé que quizá suena un poco egoísta, sé que aún tenemos a nuestros pequeños retoños. Hikari, la menor de nuestros bisnietos, es muy parecida a ti y a Naruto. 

Tomó aire. 

—Siempre que la veo, veo a Minato también. Y siempre que lo veo a él, te veo a ti, mi amor... Te extraño demasiado —susurró—. ¿Por qué tenías que ir sólo a esa misión? ¿Por qué no podías esperar por ellos para ayudarte? Sigo teniéndote rencor por abandonarme de esa manera. Voy a golpearte muy fuerte cuando llegue a tu lado —advirtió y soltó una risa amarga.

Se sorbió la nariz. 

—Te he traído estas flores, porque las anteriores estaban marchitas —dijo, mientras cambiaba las flores viejas por las nuevas—, y este bentou por si te hace falta algo de comida en el más allá.

Una suave brisa acarició su mejilla y ella tocó ésta enseguida mientras seguía llorando. 

—Mi amor, mi amor... Jiraiya, muy pronto nos encontraremos de nuevo. Hmp —asintió, mientras cerraba los ojos castaños y se dejaba acariciar por la fría brisa del cementerio—. Ya verás que allá nadie podrá separarnos. Espero que te estés comportando y no estés siendo un viejo pervertido. 

Sonrió brevemente. 

La realidad es más extraña que la ficción —dijo entonces—. ¿No fuiste tú quien me dijo que un hombre no debería perseguir cosas tales como la felicidad? Pero míranos, llegaron Tanma y Minato, y luego nuestros nietos, y...

Suspiró. 

—Sé que dijiste que no se trata de cómo vive el hombre, sino de como muere. 

La vida de un hombre no se mide por su manera de vivir, sino de lo que hizo antes de su muerte. Cuando la recuerdo, mi vida siempre estuvo llena de fracasos: En mi juventud Tsunade siempre me rechazó, no pude detener a mi amigo y fracasé en proteger tanto a mi hijo como a mi maestro. 

Tsunade casi podía oírlo a su lado y no en sus recuerdos. 

—Fuiste un héroe —dijo entonces tras una breve pausa—. Quizá no pudieras proteger a Tanma ni al maestro Hiruzen... pero ey. No toda tu vida fue un fracaso. Al final nos casamos —se rió brevemente—, Orochimaru volvió a la villa Uchiha y... moriste siendo un héroe, protegiendo a quienes amabas. Jiraiya, mi amor... Donde estés, espérame, no tardaré mucho, lo prometo. 

Se levantó entonces y sonrió a la lápida. 

—No voy a tardar más —susurró—, te prometo que me verás muy pronto. 

Mi reina, si algún día muero... no demores mucho, te estaré esperando...

Del otro lado.

—¿Recuerdas la historia del gran Naruto? —dijo entonces, antes de avanzar—. Ese niño es todo lo que algún día predijiste que sería. Y es el legado del viejo sapo Jiraiya Namikaze, ese niño es nuestro legado, mi amor. 

Sonrió, quería ver a su nieto.

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