Capítulo 14; Traición Uchiha.
—¿Qué es esto, Sasuke? —preguntó Naruto, señalando cierta cosa en su mano. Notó que los ojos de Sasuke ni siquiera se apartaron de los suyos para ver de lo que hablaba, y eso le molestó más.
—Puedo explicarlo, lo juro —dijo Sasuke.
El rubio le miró con el ceño fruncido.
—Mikoto-sama, tenemos una llamada de Gin-sama.
La matriarca Uchiha levantó la mirada de su libro para ver a Meiko, su mucama de confianza, sosteniendo el teléfono móvil. Su ceño se frunció ligeramente y asintió, tomando en sus manos el artefacto y colocándoselo en la oreja luego de agradecer con mímica a la joven.
—¿Gin?
—Madre —respondió el otro—, espero que te encuentres bien. ¿Cómo has estado?
—Oh, cariño, estoy... estamos bien —dijo enseguida, parpadeando—. ¿Y tú? Es raro que llames, me ha sorpredido brevemente. ¿Acaso... sucedió algo?
La boca le sabía mal. Gin era un joven pelinegro de ojos amarillos que Mikoto y Fugaku habían adoptado muchisimos años atrás, cuando Sasuke apenas estaba en proceso de existir. Tenía ya dieciséis cuando lo adoptaron por lo que no duró mucho tiempo con ellos realmente, siempre fue como un hijo más para ambos pero eran demasiado desunidos, especialmente cuando Gin se mudó a Estados Unidos para estudiar allá y terminó casándose y estableciéndose en el país americano. Pese a que su esposo, ella y sus hijos siempre hablaban con Gin, este no había tocado suelo nipón desde que tenía 20 años, así mismo, era raro que llamara pues su trabajo era agotador.
Como lo era el suyo también.
—Madre —la voz del menor se quebró y ella se enderezó, visiblemente preocupada.
—¿Gin, cariño, estás bien? ¿Qué es lo que sucede?
—Madre, mataron a Shi —dijo, hipando. El corazón de Mikoto sufrió una arritmia—. Mataron a mi esposo.
—...¿Qué? —susurró, dejándose caer sobre el sillón nuevamente mientras sentía que el alma se le iba de las manos—. ¿Cómo... ? ¿Quién?
—Fue un... dicen que fue un Uchiha —dijo Gin.
—Un... Uchiha —Mikoto miró a Meiko, estaba pálida.
—Mamá... hay un traidor entre nosotros —dijo el mayor, sorbiéndose la nariz—. Y... y... Akatsuki...
Akatsuki... había lastimado a su tercer hijo.
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La presión en la familia Uchiha se siente a cada respiración, todos saben que hay un traidor pero las preguntas realmente son...
¿Cuál de todos es el traidor?
¿Cuál es el secreto Uchiha?
¿Y qué sucederá si la traición se deja al descubierto?
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-Minutos antes-
—¡No era yo el que estaba coqueteándole a mi maldito hermano! —murmuró enojado, mientras lo miraba molesto.
—Pues yo tampoco —Sintió como Shikadai le empujó con el hombro haciéndolo enfurecer todavía más y cuando quiso devolverle el golpe, Sora resbaló, quedando en una posición todavía más comprometedora que antes, a horcajadas alrededor de su cintura. Esto no es nada varonil ni masculino—. Además el único que está ocultando cosas aquí eres tú, si me gustara Daiki al menos hubiera tenido el descaro de decírtelo —agregó el pelilargo. Es que tenía huevos.
—Eres un —Maldito, desagradecido, desgraciado... Insertando una serie interminable de todo el bendito repertorio de groserías que Sora había escuchado en toda su vida, más no pudo completar la oración cuando sintió dos manos sobre sus muslos y al pelinegro mayor incorporándose. Ahora sí había quedado en una posición incómoda.
—¡SORA!
Sora sintió el verdadero terror en ese instante.
—Genial —Shikadai lo miró fijamente luego de haberle gritado, sin percatarse del cambio en la situación—. ¿Eh? ¿Por qué estás rojo? ¿Qué pasa? Ah... Oh... Bien, entiendo, dame un segundo, es que me enredé con... tu zipper... ¿Quieres...? O...No, está bien. Lo haré yo.
—¡No! —Sora lo detuvo cuando vio la trayectoria de sus manos—. ¡Y sigo molesto! —agregó apenas logró que la cremallera de su pantalón soltara la camiseta de Shikadai, parándose. No estaba molesto, estaba indignado y ofendido. Sobretodo porque cuando quiso alejarse del azabache le había costado bastante, como si su cuerpo se negara a apartarse de él.
¿Qué demonios le pasaba?
—¿Qué demonios te pasa? —pujó Shikadai. Pero ni siquiera él lo sabía, quiso responder, más no lo hizo. Al contrario lo miró con toda la rabia que tenía en ese instante y emprendió su camino hacia el interior de la casa, cruzando la sala y finalmente yendo hasta su cuarto, azotando su puerta para darle más dramatismo.
Shikadai parpadeó y frunció el ceño. Tsk, era tan problemático que le molestaba. Sin más, terminó de ponerse sus zapatos y salió de la casa Uchiha-Namikaze para dirigirse a la suya. Seguramente su madre lo intentaría matar por demorarse tanto.
—¿Escucharon eso? Creo que fue una puerta cerrándose con violencia... Bastante violencia. Eso fue Sora, seguro —dijo Ayame, mirando hacia todas partes.
—Sí, seguro Sora volvió a pelear con Shikadai —comentó Akihiko—, últimamente ha estado muy...
—¿Violento? ¿Estresado? ¿Fastidioso?
—¿Exasperante? ¿Irritante? Como una mujer cuando tiene el per- Ya saben qué, cof cof.
—¿Lleno de mala vibra y muy muy molesto?
Los otros tres se giraron a ver a Hikari quien arqueaba la ceja con una inocencia que los hacía quedar como tontos. Akihiko apretó sus labios en una línea recta.
—Iba a decir molesto... pero supongo que lo resumieron mucho mejor que yo. ¿Alguno sabe que rayos le pasa? —preguntó entonces. Daiki, Ayame y Hikari negaron con la cabeza, por lo que éste se puso la mano en el mentón—. Es demasiado extraño que se comporte así. Suele ser siempre el que se ríe y se mantiene tranquilo, pero últimamente parece estresado y mucho.
—A lo mejor necesite una novia —dijo Ayame. Hikari le miró desaprobadoramente, si supieras.
—Creí que le gustaban los donceles —Daiki frunció el ceño, algo confundido.
—La realidad es que además de... ya sabemos quién, no ha presentado a nadie como su pareja en todos estos años —apuntó Akihiko—. Pero no lo sé, es como si hubiera algo más que lo estuviera molestando. Estoy seguro que él sabe algo que nosotros ignoramos.
—¿Como que los teletubbies miden más de tres metros o que las chicas superpoderosas no tienen dedos? —Hikari sonrió, mientras era mirada raro por sus hermanos mayores, los cuales no entendían a veces ni la mitad de lo que ella hablaba. Ella estaba preocupada por Sora, pero no quería que sus hermanos se entrometieran en su vida, a lo mejor solo necesitaba tiempo.
—Es imposible ignorar cosas como esas —comentó Ayame a Hikari, percatándose enseguida de las miradas incrédulas de los gemelos—. ¿Qué? Es la verdad —se encogió de hombros.
Hikari le sonrió.
—¿Y bien? ¿Cómo piensas explicarlo-ttebayo? —Naruto chasqueó la lengua, hábito que luego de tantos años viviendo con Sasuke se le había pegado, mientras lo miraba—. Habla rápido, Sasuke-teme.
—Bueno —Sasuke inhaló—, para empezar. Dime qué rayos es eso.
Naruto bufó y le entregó de lo que hablaba, así el estúpido de su esposo podía (además de respirar más tranquilo) entender su molestia. Sasuke se quedó en silencio observando aquel pedazo de papel que Naruto le tendía, era una carta de amor por lo que veía, muy vieja, y nada de lo que él considerase un peligro a su integridad. La carta iba dirigida para Sora.
—¿Desde cuándo Sora tiene novia? —preguntó, al leerla.
—NECESITO QUE ME EXPLIQUES COMO ES QUE NO ME LO HABÍAN DICHO ANT-... Espera. ¿Tú... tú no lo sabías dattebayo? —parpadeó. Sasuke levantó la vista y una ceja, negando con la cabeza, entonces pasó su mano por sus cabellos rubios—. Pero... lo encontré en el cesto de tu basura, y yo creí que... y...
Sasuke sonrió enternecido y se acercó a Naruto, enrollándolo en un abrazo mientras depositaba un beso en su cabello dorado. Joder, y él que había creído que le había descubierto algo, pero no. Simplemente estaba preocupado por Sora y su aparente novia de la que no sabían.
—Bueno, ciertamente es una buena forma de esconderla de nosotros. No suelo revisar la basura y tú solo lo haces cuando vas a reunir la basura para llevarla al bote —dijo—. Lo que no entiendo es porque botarla. Además creí que ya no salía con nadie, cuando ya sabemos quién lo dejó... Quedó devastado y desde entonces no volvió a hablar de nadie.
—Sí, tienes razón. Es muy raro —Naruto suspiró y acogió con sus brazos los del Uchiha—. Nee.
—Hm.
—Es hora de comer ttebayo.
—Oh, cierto. Los niños deben estar esperándonos —se apartó del rubio, quien solo hizo un puchero, pero le besó suavemente el labio que estiraba hacia abajo y ambos sonrieron—. Ya hablaremos con Sora.
—Sí.
—Muy bien, vamos allá —lo tomó de la mano para salir del despacho, aun con su mente en aquella carta y en los papeles que debía revisar. Maldijo mentalmente a Temari y Gaara, y a sí mismo por todos sus errores cometidos en el pasado, y suspiró, mientras veía en silencio como su esposo comenzaba a bajar las escaleras para ir a comer con sus hijos.
Roseone iba caminando con total tranquilidad por las calles de Hokkaido, sin la mascára, sus ojos verdes vagaban de un lado para el otro y gracias al viento que hacía esa tarde en particular, su cabello rosado se meneaba con él. Ahora que las cosas se calmaban y los Akatsuki no estaban funcionando -de momento-, al menos hasta que la princesa Kaguya cambiara de opinión, podía darse el lujo de caminar por las calles con tranquilidad.
—Qué raro es verte por aquí —comentó una joven mujer de ojos perlas, como de su edad. Ella posó sus ojos verdes sobre la mujer que llevaba de la mano a una pequeña niña de ojos de igual color que los suyos—. ¿No tienes trabajo hoy? —le preguntó.
Negó con la cabeza.
—¿Cómo se ha portado Amaru? —le preguntó con interés mal disimulado. La pelirosa podía ver como la peliverde observaba bajo sus ojos verdes, las bolsas negras que comenzaban a hacerse notorias producto de sus trabajos nocturnos, claro que le molestaba mucho su mirada.
—Ella se ha portado bien, no tienes por qué preocuparte —dijo, refiriéndose a la niña de cabellos rojos, que miraba en silencio a la mujer que hablaba con su nana—. ¿Vendrás a cenar?
—No, gracias. Tengo que estar pendiente del teléfono —dijo, mirándola nuevamente, y mordiendo su mejilla, apartó la mirada de la niña hacia otro lado con su mano. Amaru hizo un gesto molesto que la hizo exhalar—. ¿Qué has sabido sobre la Uchiha?
—Ella está bien —dijo—. Aparentemente pasa mucho tiempo sola ahora que su esposo está muerto, por lo general siempre está trabajando o con alguno de sus hijos, así que puedes proceder. La mansión en donde acostumbra estar está reforzada, debes ser cuidadosa. Es malo meterse con mujeres como ella.
La pelirosa se rió bajito.
—¿Por quién me tomas? Sólo mírame —se acercó a la peliverde, para poder hablar sin que la niña escuchara—. Sobreviví a la muerte muchas veces, Natsu-san, he hecho muchas cosas malas, incluso estuve con un Uchiha y tuve una hija de él —sonrió de lado, orgullosa.
—No era de él.
—Nimiedades, la aceptó. ¿O no? —le dio una mirada suspicaz y miró a Amaru de nuevo—. En todo caso no es por eso que he venido, Kaguya-sama quiere el apoyo de personas como tú. Envió dos personas por alguien que nos será de ayuda también. ¿Recuerdas a ya sabes quién? —la cara de la peliverde fue todo un poema—. ¿No olvidarás lo que le sucedió a Hanabi-san? Oí que ustedes dos eran muy amigas.
La peliverde frunció el ceño ante la mención de la pelinegra.
—No la menciones.
—¿Por qué no? La sangre Hyuuga es potente, Natsu —miró a la niña y luego a la peliverde—. ¿Cuánto tiempo puedes huirle a tu familia? Ahora que Neji ha tomado el mando... No dejará a nadie, como tú, rondar tranquila por ahí. ¿Qué me dices de Amaru? ¿Quién la cuidará entonces?
—No te metas con la Uchiha, Rose, saldrás mal de esto. Aun si has sobrevivido mucho, ¿qué me dices si sus hijos se enteran de que sigues con vida? ¿Olvidaste lo que le sucedió a Haruno? —La pelirosa chasqueó la lengua—. Está en la cárcel, ese será tu fin si haces esta misión.
—Hablas demasiado, Natsu. Olvidas con quién hablas, soy Roseone. No podrán contra mí —La ojiverde le observó divertida y meneó la cabeza, mientras se agachaba.
—Creí que lo habían hecho ya —se cruzó de brazos.
—Ven, déjame ayudarte con las compras —ofreció, mientras le arrebataba las bolsas de las manos con un poco de violencia, a lo que la otra no opuso resistencia. Inteligente—. Las acompañará hasta la casa, hay ciertas cosas que me encantaría hablar contigo.
La Hyuuga apretó la mandíbula y asintió, mientras emprendían su camino. Atrás de ellas, un castaño les observaba en silencio, mientras tomaba una deliciosa taza de café con una sonrisa.
—Así que Kaguya, eh —la mujer castaña de ropas azules y sonrisa de medio lado les observó en silencio—. Y entonces tú eres su consentida hermana menor, Shion Otsusuki. ¿No es así? He oído hablar mucho de ti, querida.
Shion la miró seria.
—Y tú... eres el hijo de Kaguya —afirmó, desviando la mirada hacia el peliblanco de ojos perla—. Eres apuesto para ser quien eres. ¿Entonces... sus misiones son distintas o me equivoco?
Ambos peliblancos se miraron por encima.
—Sí, así es —contestó Shion, viendo los ojos verdes de la castaña que le observaba con diversión—, yo vine a buscarla a usted, señora Terumi. Hamura vino como mi escolta personal.
—Mi madre quiere su colaboración —agregó Hamura, con aburrimiento. Mientras más rápido terminaran ahí, más pronto empezaría el juego—. He oído que se hace llamar la Quinta Sombra. Señorita Mizukage, es usted una persona bastante curiosa, le he investigado antes de venir.
La mujer no se mostró inmutada, Shion solo miró de reojo a su sobrino, su molesto sobrino.
—Já. ¿Oíste eso, Nono? —la castaña se giró a ver a una mujer de cabello marrón claro y ojos color verde que portaba unas grandes gafas redondas—. Oh, disculpen mis modales. Ella es Nono Yakushi, deben conocerla como la doncella andante.
Ambos peliblancos se mostraron sorprendidos ante la mención de la mujer y la miraron.
—Bueno, pues hola —sonrió apaciblemente. Nadie diría que una mujer tan tierna, consagrada a la orden (monja), pudiera ser unas de las más peligrosas espías de la yakuza japonesa. Pero bueno, así mismo era, el disfraz perfecto—. Oí que trabajan para Kaguya.
—Ten más respeto, serpiente.
La mujer sonrió de lado.
—Tú debes ser Shion. He oído que estuviste mucho tiempo en prisión, ¿qué se siente? Yo he ido de paso, pero jamás me he quedado mucho tiempo —miró al hombre, que parecía divertido—. Y tú debes ser Hamura.
—¿Quién te crees para hablarme así? —espetó Shion—. Podría matarte con un maldito alambre.
—Ah, sí, he oído de tu gran hazaña. ¿Siempre amenazas con eso luego de asesinar a quince personas con un alambre? Escucha, no me das miedo —se acomodó las gafas y el reflejo de la luz de éstas molestó a los otros dos—. Ninguno de ustedes lo hace, de hecho.
—¿De verdad estas son las personas más temidas por los Uchiha? —preguntó Shion, ofendida.
—Eso dijo Madara —Hamura se encogió de hombros.
—Eso es verdad —agregó Ren, quien se había mantenido al margen todo ese tiempo, y bostezó—. Nono Yakushi es la madre de Kabuto Sannin, y Mei Terumi es la pesadilla viva de Kagen Uchiha.
—¿La madre de Kabuto Sannin? —Hamura la miró en silencio—. Jodida víbora.
—¿Crees que hiciste lo correcto enviándolos hacia esas dos víboras? —Obito se quitó la mascára y se sentó al lado de su padre/abuelo. Éste solo le miró de reojo y suspiró—. Hashirama no aprobaría esto.
—Él ya no está.
—Abuelo...
—No importa —Madara se quedó mirando en silencio a las personas que entraban del otro lado de aquella caverna donde se ocultaban los Akatsuki en ese instante—. Esto es lo que hay que hacer.
Obito solo suspiró. Quería ver a su esposa Rin y a sus hijos, y disculparse con Naruto por herirlo, jamás pensó que eso pasaría así. Su mente se quedó en blanco, mientras rebobinaba a aquel día.
-Unas semanas atrás-
Primero habían visto a Boruto y Sasuke hablando, en aquel parque de cerezo donde los habían enviado a hacer reconocimiento. Roseone, como era de esperarse, informó a Kaguya que tanto él como el rubio se encontraban en aquel parque. Kaguya les dio órdenes de herir a Sasuke Uchiha y Naruto Namikaze de Uchiha, solo unas pobres heridas. Advertencias.
—Esto es una locura —susurró, viendo como Boruto y Sarada se iban del lugar. Naruto se había sentado con Sasuke y ahora se dedicaban a hablar con tranquilidad. Luego se giró a ver a la pelirosa igualmente enmascarada—. Se suponía que no los tocaríamos de nuevo. ¿No recuerdas el escarmiento que le dieron a Roseone por herir a Temari Nara y Sasuke Uchiha? Porque Tobi sí.
La pelirosa le miró de reojo.
—¿Te han dicho ya que hablas muy raro?
—Tobi habla muy raro, pero Tobi es un buen amigo —muy en el fondo disfrutaba las miradas molestas de las personas por su forma de hablar, pero era parte de ponerse en escena. Nunca se sabía quien podría descubrir su verdadera personalidad, y eso pondría en problemas a su familia.
—Nos vio —informó Roseone, moviéndose hacia un lado, sin apartar la mirada del rubio que había palidecido al verla.
—¿Qué? ¿Quién? —se fijó entonces como Naruto señalaba hacia allá, y Sasuke giraba—. Oh, a Tobi no le gusta que lo señalen. Tobi no es malo. Tob-
—Cállate —murmuró la pelirosa—. Saca la fukiya y dispara.
—Oh, sí —afirmó, aunque por dentro solo frunció el ceño, mientras se corría brevemente la mascára hacia un lado para liberar su boca lo suficiente para introducir la cerbatana en su boca, apuntando hacia el rubio, listo para disparar.
—Que dispares —lo golpeó en el brazo, y vaya que tenía fuerza.
Entonces Sasuke sacó de alguna parte un kunai, tras empujar a Naruto, y lo empuñó mientras lo miraba a los ojos. En ese momento, solo veía al pequeño niño que era hermano de Itachi y solía jugar con Shisui, aquel que se crió junto a él en el barrio Uchiha. Su amigo y primo. No podía dispararle si le seguía viendo, pero parecía que eso no fue un problema para su compañera.
Vio como Sasuke se escondía del ataque de Roseone, que pese a suponerse ser una franco, últimamente tenía mañas de coger a quemarropa todo lo que se le atravesara y tuviera una flecha roja indicando un objetivo por parte de Kaguya.
Suspiró.
Miró entonces a Naruto y pidió mentalmente que lo perdonase por lo que iba a hacer, pero él trabajaba con agujas y una cerbatana, Roseone lo hacía con una pistola y balas. Así que atacó al rubio sin dudarlo, era fantástico como consiguió hacerlo desmayar gracias a que había estudiado acupunturismo cuando joven.
¿Quién diría que después de todo sí sirvió para algo?
Sonrió satisfecho y bajó la mascára.
—¿Qué demonios acabas de hacer? —Roseone se acercó a él, furiosa.
—Tobi lastimó al rubio. ¿No era eso lo que querían que Tobi hiciera? —mencionó, aunque por dentro se estaba cagando de la risa—. Demonos prisa, la policía viene y a Tobi no le agradan.
—Maldición, ya cállate.
Roseone comenzó a caminar y él la siguió con sigilo.
—¿Sigues aquí conmigo? —preguntó Madara, devolviéndole a la realidad.
Obito parpadeó y asintió, colocándose nuevamente la mascára naranja.
—Supongo que es hora de seguir con nuestro trabajo. ¿No?
—Sí, así es.
Obito suspiró.
—Andando.
—Recuerda que no deben saber que eres un Uchiha.
—Lo sé —lo miró con su ojo izquierdo, el único que le quedaba en realidad—. Sería traición.
Madara asintió.
—Entonces es verdad —Shikadai se pasó la mano por el cabello. Temari, su madre, y su tío Gaara le miraron en silencio.
—Shikadai, escucha, yo —Shikadai no le permitió continuar pues se levantó—. Shikadai.
—¿Qué quieres que diga? —preguntó con la nariz picándole por las lágrimas acumuladas en sus ojos, mientras miraba aquellos ojos aguamarina que bien conocía—. ¿Que los perdono por haberme mentido toda la vida? ¿Que puedo verlos a los ojos sin preguntarme mil y un cosas? ¿Hay algo más que deba saber?
—Shikadai —Temari aseveró su tono de voz al ver como les hablaba—. El que poseas sangre Uchiha no quiere decir que algo en tu vida tenga que cambiar. Escúchame, tú padre y y-
—Mi padre es Shikamaru Nara —dijo, con veneno—. No sé nada más que eso. No soy un Uchiha. Madre. ¿Sigo llamándote así?
Temari se levantó y seguido de eso abofeteó al menor.
—Respetáme muchacho, soy tu madre —gruñó—. Lo que Sasuke y yo te hayamos dicho no es algo para tomarselo a la ligera.
—¡Te acostaste con el Uchiha! —acusó a aquella persona de ojos aguamarinas, quien apretó la mandíbula y bajó la mirada. Temari volvió a abofetear a su hijo—. ¡No defiendas esto! Siempre seré un Nara, jamás... Temari Sabaku No. Jamás aceptaré esa sangre. ¿Oíste?
Shikadai salió de la casa, Temari al sentirse derrotada se dejó caer al suelo. Le había golpeado a su hijo dos veces, le había gritado al menos unas tres, y esa fue la primera vez en toda su vida que sintió que lo perdería. Miró a Gaara.
—Lo lamento, creo que no estaba preparado para saber la verdad —le dijo a Gaara.
El pelirrojo solo apretó los labios y bajó la mirada.
—Es justo por esto que los secretos deben mantenerse como secretos, Tema.
—Shikadai parecía bastante molesto —Naruto se estaba peinando el cabello. Sasuke, que estaba en la cama leyendo un libro, ni siquiera le dirigió la mirada—. ¿No vas a decirme de qué hablaron?
—Le conté la verdad sobre su linaje —dijo escuetamente, mientras seguía con la mirada en su libro—. También le hablé de protección, uno nunca sabe cuando me puede salir con un hijo no deseado.
Naruto lo miró entre sorprendido y divertido.
—Eres un idiota —vociferó entonces, el Uchiha alzó la mirada y la ceja derecha. Naruto abandonó entonces su toque divertido y se sentó en el borde de la cama—. ¿Cómo se lo tomó?
—Nada bien —meneó la cabeza.
—¿Qué esperabas? —bufó.
—No lo sé, que me abrazara y dijera que era lo que siempre había esperado —fue sarcástico, y mucho, Naruto sonrió de medio lado. Sasuke alzó los hombros y dejó a un lado el libro para mirar a su esposo—. Me preocupa mucho, tanto Shikadai como Sora son casi contémporaneos. Si Sora nota algo raro en él... Y si Shikadai le dice, Sora va a sentirse muy traicionado.
—Sasuke, Sora te ama —aseguró Naruto, mirándolo y suspiró—. Hemos superado peores cosas que esto, Shikadai podrá soportarlo. Los Uchihas y sus secretos no es lo que me preocupa —dijo entonces—. Por ahora debemos concentrarnos en quién es el traidor que asesinó a Shi y está colaborando con Akatsuki.
—¿Cómo es que...?
—No se me pasa nada por alto —le guiñó el ojo, antes de menear las caderas para ir al baño—. ¿Te duchas conmigo-ttebayo?
—Ahí voy, sí, señorón.
Kushina meneó la cabeza mientras reía.
—Takahiro-kun, eres todo un genio —le halagó con una sonrisa deslumbrante. El varón sonrió sonrojado—. Jamás se me hubiera ocurrido algo como eso. Ni a mis tres hijos juntos —aseguró.
Takahiro sonrió de lado.
—Sus hijos son muy inteligentes, Kushina-sama, no diga eso.
—Sí, lo son, pero no en cuanto a moda respecta —señaló ella—, en todo caso, tus bocetos serán los que definirán la temporada de verano. Espero que estés arreglando todo para ello.
El pelinegro asintió.
—Bueno —era muy optimista—, yo iré a ver a mis queridos nietos. ¿Te gustaría venir conmigo?
—Oh, no podría —se negó enseguida. ¿Pasar algo de tiempo con Kushina? Le encantaba. ¿Pasar tiempo con niños? Una posibilidad. ¿Uchihas merodeando? Para nada, aterrador. Terrible—. No me gusta interrumpir tanto en su vida, Kushina-sama.
—Pero qué cosas dices, muchacho, si ya eres como un hijo más —sonrió—. Me recuerdas mucho a Iruka.
—¿Al esposo de Kakashi-sama? —Takahiro ladeó la cabeza y Kushina asintió.
—Así como tú, sus padres murieron —una pequeña mentira—, cuando eran pequeños y bueno, por cosas de la vida, los encontré y henos aquí. Una nueva vida, sólo por estar en el momento correcto a la hora correcta. Bien, Kushina —se dijo a sí misma con una sonrisa. Takahiro rió.
La miró en silencio.
—Mis padres... en realidad, ellos —Kushina lo miró perpleja y él agachó la cabeza—, no están muertos. Ellos... simplemente tienen sus propias vidas, y yo...
—Oh, cariño —Kushina le vio con tristeza y lo abrazó—. No te preocupes. Está bien, muchas personas tienen vidas difíciles. ¿Pero sabes qué?
—¿Qué? —le miró con sus acuosos ojos aguamarina.
—Lo que importa es que hagas con tu vida de ahora en adelante —afirmó con una sonrisa.
Takahiro sonrió y cerró los ojos.
Eso se sentía muy cerca a un hogar.
.
.
.
Así que... ¿Qué tal? ¿Cómo les va en la vida?
Jijiji.
El último capítulo hasta que... tenga otro xd. Muy lógico.
Un beso-ttebayo.
Amnesia, fuera.
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