Capítulo 1; Naruto.
Naruto Namikaze es un doncel de 44 años, esposo de un aclamado abogado y CEO de Sharingan Enterprises y Uchiha Corp. ¿Lo que le gusta? Sasuke. ¿Lo que le disgusta? Mm... Sasuke. Ya, es broma. Es un apasionado por el arte, como todos en su familia, si se lo preguntan. Estudió artes y literatura, se graduó con honores de la universidad hace un par de décadas.
Aunque recuerda aquellos tiempos como si hubieran pasado apenas ayer.
—Vaya, vaya, el doncel Namikaze hace aparición —Jiraiya, su difunto abuelo y mentor, se había sentado hacia el frente y le había mirado con una sonrisa de medio lado—. ¿Qué te trae por aquí, mi joven pupilo? Faltan aún dos horas para tus tutorías, ¿no deberías estar con Kakashi?
—Bakakashi está ocupado —le había restado importancia—. Iruka está enfermo y él ha dicho que iría a cuidarle, así que heme aquí, viejo pervertido. Ya dime, ¿qué practicaremos esta vez?
Jiraiya le había sonreído.
—Iremos a tu universidad, quiero que conozcas a alguien. Será de mucha ayuda en un futuro, puedo asegurarte eso —le comentó, y así había sido, ambos se habían encaminado hacia allá. En aquella universidad le había vuelto a ver. El pelinegro solo le había sonreído con sorna y algo de sorpresa bien disimulada. Aquella persona que Jiraiya le presentó ese día había cambiado su vida como nadie nunca lo había hecho.
Apretó la mandíbula, no quería recordar mucho más. No de aquel personaje.
Naruto es un doncel con una gran visión algo atareado, ya que se convirtió en presidente de Editoriales Rasengan, además de que maneja Restaurantes Uzumaki, junto a su hermana Karin, y su tío Nagato,quien se encargaba de administrar todo lo que Karin y Naruto no podían desde sus puestos. Karin era la chef a cargo y Naruto se encargaba de la publicidad de la franquicia.
—Saben bien —halagó a su hermana, mientras miraba a Keit (el doncel menor de la pareja, de 12 años), realizando un dibujo mientras Suigetsu almorzaba con ellos, Naruto volvió su vista hacia Karin—. Pronto abriremos la convocatoria para jóvenes talento en la escuela que dirige Iruka-sensei. Deberías decirle a Keit que se inscriba.
—Lo consideraremos, Sui quiere que entre al equipo de natación —Karin sonrió, mirando a su hijo menor con una sonrisa. Kai, su hijo varón de 25 años sonrió—. Quizá pueda hacer algo.
Naruto podía considerarse a sí mismo un excelente pintor, tenía una galería de arte junto a su hermano Deidara y su primo Sasori. No podía negar que la danza y el teatro eran sus favoritos pero había ciertas prioridades que no le habían dejado afianzar aquello del todo, como sus hijos, a pesar de que de vez en cuando participaba en una que otra película como la que lo volvió un famoso actor, Windman, el doncel heroína. Su próximo proyecto era hacer una extraña película a la que habían titulado Duros de matar.
—Los preparativos para esto están completos, no tienes que preocuparte por eso, Naru —afirmó Deidara mientras sostenía una estatua de Naruto, el rubio modelo arqueó la cejas—. ¡Que no te muevas, hmp!
—Pero sí solo... Agh, ya vale —bufó.
—La segunda versión de L'eamour será todo un éxito —afirmó Deidara con una sonrisa—. Finalmente podremos exponerlos a ustedes dos con su familia. Por cierto, ¿no crees que exageraste? Es decir, vamos Naru, todos sabíamos que querías hijos y eso pero... Uf, siete es un número bastante grande.
Naruto sonrió.
—Iban a ser sólo cinco-ttebayo.
—Vaya cambio, se hubiera notado completamente —afirmó Deidara, algo burlón, mirando de reojo a Sasori. El pelirrojo estaba concentrado en reparar una de sus marionetas favoritas, pero aun así asintió, dando a entender que los oía—, creerán que eres su abuelo.
—¡Oye! Todavía estoy en la flor de mi juventud-dattebayo —se cruzó de brazos, haciendo un puchero. La campana de la puerta sonó enseguida y todos se giraron a ver hacia allá, donde sus amigos entraban.
—¡Así se habla, Naruto! —Gritó Lee, mientras abrazaba a su esposo Gaara. Naru y Dei se rieron.
Por ahora se dedicaba prioritariamente a escribir el libro titulado El amor todo lo puede, el cual la idea original pertenecía a Shisui Uchiha pero le fueron cedidos los derechos tras el deceso del doncel, y ahora se dedicaba a desarrollarla. Se trataba de una pareja de jóvenes que habían tenido que sufrir mucho para poder estar juntos finalmente, con una gran familia y felices.
—Por favor —había pedido Itachi, con los ojos cristalizados. Lo recuerda bien, fue algo tétrico ver a su cuñado de aquella forma. Era la misma sensación que cuando veía a Sasuke llorar, cosa que había hecho pocas veces, al menos frente a él, porque su hermano Deidara solía decir que Sasuke era un llorón—. Sé cuanto quiso escribir esto. No conozco un editor que pueda terminarlo... mejor que tú.
—Pero... Jamás seré ni la mitad de escritor de lo que fue Shisui, Itachi —la voz le temblaba, el azabache de coleta le miró suplicante y él bajó la mirada—. Sé que... que esto es importante, pero es precisamente por eso que prefiero no tomarlo. Quizá..., quizá no soy la persona adecuada.
—No confío en nadie más para que plasme esta historia que tú —Negó con decisión, haciendo que Naruto tragara fuerte—. Por favor, acepta esto...
—Está bien-ttebayo, sólo no me hagas ojos de tlachuache aplastado —bufó.
—Eres el alma gemela de mi ototo-baka, sin duda —suspiró Itachi mientras ambos reían.
Sin contar claro con la muerte de alguno que otro villano en su vida, y la aparición a sí mismo de una nueva villana que continuaría la secuela de la trilogía que tenía planeada Shisui y en los manuscritos que tenía en posesión actualmente. Se encontró entonces pensando en aquello seriamente. La historia parecía bastante a la suya, incluyendo la nueva villana. Paró de teclear enseguida y alzó la mirada hacia las fotografías que adoraban su escritorio.
—Sasuke, debes dejarla ir, te está haciendo daño —Naruto de 14 años estaba mirando seriamente a Sasuke—. Ya no te lo digo solamente porque este celoso de ella o algo así, lo que sea, no es porque me caiga mal... que sí lo hace, es que mírate.
—No importa —bufó Sasuke, mirando mal a Naruto—. ¿Te importa acaso? ¿Qué son dos cajas de cigarrillos y una botella de vodka, Naruto?
—¿Aparte de ser una bomba de tiempo para tu muerte? No lo sé, Sasuke, pero por favor hazme caso o le diré a tus padres —Naruto se cruzó de brazos, mirándolo aterrado. Sasuke parecía un delincuente de la calle, aunque seguía viéndose tan atractivo como siempre. Aquella mirada vacía y ese fanatismo por suicidarse lentamente... Shion, te mataría.
—Diles, no tiene caso que les escondas nada. Tú no eres nada de ellos, después de todo —Aquella mirada había herido a Naruto—. Vete de aquí, Naruto, puedo sólo.
—Sí —una tercera voz los interrumpió—, vete de aquí, Naruto. Sasuke-kun no te necesita, porque para eso estoy yo —la de ojos violetas le sonrió apaciblemente—. ¿Por qué no vas a buscar a Dai--kun mejor? Oh, es cierto... Ese está con Mei.
—¿Qué? —Naruto le miró con tristeza y ella fingió sorprenderse.
—¿Oh, acaso no sabes que te está engañando? Pobre Naru —Shion sonrió de lado—. Ya ves, por estar pensando en lo que no te importa, has dejado ir a tu hombre a los brazos de otra chica.
—Es mentira —gruñó.
—¿Tú crees? —preguntó burlona.
—Sasuke me importa —dijo entonces, haciendo que ambos le miraran confundidos—. Dijiste que estaba pensando en lo que no me importa, pero sí lo hace, Sasuke me importa. Es mi mejor amigo en el mundo y jamás voy a dejar que nadie le haga daño. ¿Me oyes, Shion? Vas a pagar por el daño que le estás haciendo a Sasuke-ttebayo.
—Por un momento... me pensé en tomar en serio tu advertencia barata —comentó ella—. ¿Pero... qué podría hacer un doncel de tu clase?
Aún podía recordarla a la perfección, incluso luego de eso, Naruto convenció a los Uchiha de enviar a Sasuke a un internado de verano donde mejoró notoriamente y finalmente terminó con esa maldita de Shion... y aquella tarde, aún recordaba también la tarde en que aquella insufrible mujer había regresado a sus vidas. Los nervios que sintieron, a sus bebés entre sus brazos llorando mientras él y Shikamaru esperaban que Sasuke y Temari volvieran con ellos. A sí mismo encargando a los niños a sus hijos mayores y corriendo, el gesto de Temari cuando la quitó y la cara de aquella persona.
Shion.
—Así que ustedes fueron quienes mandaron a mi hermosa hermana y tía a la cárcel, desmantelaron Akatsuki y mataron a Hannya —la mujer peliblanca les miró con una sonrisa.
Naruto y Sasuke se tensaron.
¿Qué jamás estarían en paz?
—¿Qué es lo que quieren? —preguntó Naruto, mirando a ambas peliblancas. Estaba confundido, por supuesto que había reconocido a Shion, pero la mujer de ojos perla no era ningún rostro conocido, sin embargo, Sasuke parecía igual de tenso por la otra mujer de kimono rosado—. ¿Creíste que me escondería-ttebayo? —miró a Sasuke, cuando éste le reprochó con la mirada.
Sasuke solo volteó la mirada a las mujeres, cruzándose de brazos. Sacudió la cabeza.
—Así que todavía están juntos —profirió Shion con molestia. Naruto en cambio la observó con burla y una sonrisa.
—¿Te asombra acaso? —preguntó, alzando una ceja. Odiaba a esa mujer con toda su alma, podía asegurar que nunca había odiado a alguien tanto como a esa mujer.
Porque Shion fue aquella mujer en la vida de Sasuke... que destrozó su alma.
Ni siquiera cuando Hidan, Harumi, Natsuki y Ren (otros ex noviazgos del Uchiha) habían aparecido en sus vidas Sasuke se había visto tan afectado como con Shion, ni siquiera se atrevía a mencionar a Tenten porque gracias a ella y a Neji, él había reunido suficiente fuerza para hacer a Sasuke suyo y desde ese día, la única persona que había temido... estaba justo frente a ellos dos. Shion Otsusuki, la primera novia de Sasuke Uchiha, y la mujer que casi lo indujo a la oscuridad del mundo.
—Cuidado con lo que dices, rubio —advirtió Shion, acercándose a él para encararlo. Naruto solo había levantado la ceja un poco más. Ni siquiera se había puesto a la defensiva, no le daría aquel poder de creer que lo atemorizaba, aunque lo hacía muy en el fondo. En el pasado, aquella mujer había conseguido un terrible efecto sobre Sasuke, que él esperaba no fuera capaz de volver a poseer jamás—. Podría cortarte la garganta solo con un alambre.
—Tienes una pésima elección con tus ex novias —susurró Naruto hacia Sasuke, en un intento de hacer que las cosas se calmaran. El azabache se rió por lo bajo. Naruto, como siempre, tenía razón.
—No haremos nada por lo pronto —interfirió Kaguya, retando con la mirada a su hermana menor, mientras ponía su brazo para impedir que se acercara más al rubio—. Sólo queríamos saludar a la feliz pareja —sonrió de lado, mientras posaba la vista en Sasuke—. Y en especial a ti, Sasuke.
Dicho esto se dieron vuelta, incluso Shion tuvo el descaro de lanzar un beso al azabache, y desaparecieron de la misma forma en la que habían aparecido, con el bullicio de la calle y las personas histéricas creyendo que la mayor era alguien famosa. Naruto logró respirar y miró a Sasuke preocupado, aunque muy en el fondo... Le preocupaba, esa mujer tenía algo que no lograba recordar, pero le daba escalofríos con solo mirarla. Como si la conocieran de otra vida.
—¿Qué haremos ahora-ttebayo?
—Vivir —suspiró—, y esperar que cometa otra locura para encerrarla de nuevo. Ven, vamos con los niños, deben estarla pasando mal.
Naruto asintió no muy convencido y ambos ingresaron a la casa de los Nara, sin darse cuenta que unos ojos claros le veían desde lo lejos, donde un cabello rosado ondeaba firme. La mujer se pasó una mano por el cabello mientras negaba, y desaparecía detrás de un camión.
Y bien que habían hecho aquello que dijo Sasuke que harían, habían vivido cada día de los últimos once años esperando que aquella mujer apareciera de nuevo, que Shion cometiera un error para encerrarla de vuelta en la cárcel, pero nada había sucedido. Kaguya, como ahora sabía que se llamaba, y Shion habían desaparecido de sus vidas para siempre, al menos eso esperaba. Vivían en Kyoto con su familia y una tranquilidad abundante que a veces, sólo a veces, parecía demasiado para tener sangre Uzumaki.
—¡Sora! —oyó un grito—. ¡Devuélveme ese sostén, ahora mismo!
Naruto suspiró. Les iba diciendo aquello, a veces parecía demasiada tranquilidad aunque claro, nunca era suficiente. Se pasó una mano por la cabeza cuando escuchó a su hija mayor Sarada discutiendo con su varón Sora, para variar. Aunque la pelinegra actualmente no viviera ahí, había vuelto para un fin de semana donde ella terminaría de empacar sus cosas y poder darles una noticia a los Uchiha-Namikaze. Él también estaba ansioso por saber que era.
—¡Pero qué va! No es como si fuera tuyo —se burlaba el pelinegro del otro lado de la puerta de su despacho, en el pasillo—. ¡Miren todos, soy una mosca!
Ese que se escuchaba de afuera era Sora, su varón de 19 años. Un joven apuesto de cabellos negros, ojos azules y una sonrisa por demás Uchiha, es decir, seductora... Con un comportamiento digno de un Uzumaki, o de un payaso, aún no estaba del todo seguro.
—¡SORA! ¡Te vas a mear de la paliza que te voy a dar! —Amenazó la pelinegra. Naruto casi podía sentir aquella aura maligna que emanaba desde el otro lado de la puerta e hizo una mueca. ¿Debía llamar a la ambulancia antes o después?
—¡Ya! ¡Waaa! Cálmate Sara-chan, estaba bromeando —hubo una pausa que hizo a Naruto suponer que se habían calmado—. Bro-meando. ¿Entiendes?
Naruto no pudo evitar soltar una carcajada mientras negaba con la cabeza y seguía en lo suyo. Aunque él fuera el dueño de la editorial todos los escritores tenían un tiempo límite para entregar el manuscrito y él estaba por sobre el tiempo. Ya sus maduros hijos arreglarían cuentas entre ellos dos.
—¡Eso es todo! ¡Ven aquí, inútil sabandija!
—¡Jamás! Modo flash activado-dattebayo —Gritó Sora, lanzándose por el barandal de las escaleras. Sarada observó en silencio como este terminó rodando las últimas cuatro escaleras, cayendo a los pies de Takeshi, y soltó una gran carcajada.
Sora parpadeó dos veces viendo a los ojos del peliplata, que solo alzó la mirada de su libro para ver al joven que había caído a sus pies, esbozó entonces una sonrisa burlona.
—¿Ahora vas a acosarme a mí? —preguntó Takeshi.
Sora se levantó enseguida y se sacudió la ropa, mirando mal a Sarada, quien seguía riendo.
—Jaja, muy chistoso, Tak —Sora rodó los ojos y miró entonces al castaño que venía detrás de Takeshi—. ¡Takeru-chan! —se lanzó encima del doncel a abrazarlo. Éste enrojeció enseguida ante el contacto del mayor, pues para nadie era un secreto que Sora tenía un cuerpo bastante atlético y que el doncel menor de los Hatake tenía un enamoramiento por el varón Sora.
¿Cómo había pasado? Nadie lo sabía.
En cuanto al atlético cambio de Sora Uchiha, se debía un poco a cuando sus padres se volvieron a casar, ellos le contaron que de jóvenes eran los capitanes y co capitanes de sus respectivos equipos, por lo que Sora se había prometido ser el mejor de todos. Como lo fueron sus padres.
—Hola, chicos —Sarada bajó finalmente las escaleras y besó a su novio, antes de mirar a Sora y Takeru, sonriéndole al menor—. Que bueno verte, Takeru-chan. ¿Cómo has estado?
—Muy bien, Sara-chan. ¿Y tú? ¿Ya terminaste de empacar? —le preguntó amablemente.
Sarada recordó entonces el sostén y miró con seriedad a Sora.
—Sí, tuve un par de inconvenientes pero está bien —sonrió, acomodándose las gafas—. En la noche papá me ayudará a llevar todo al apartamento donde vivimos Takeshi y yo. Parece una locura. ¿No crees, cariño? —se giró a ver al peliplata.
Takeshi sonrió.
—Hemos estado juntos durante años, ya era hora que decidieras mudarte finalmente conmigo —bromeó, y Sarada negó con la cabeza—. En todo caso, la boda será muy pronto y era saludable convivir un par de meses juntos. Aunque dejaste muchas cosas aquí —afirmó finalmente y miró de reojo a Sora, quien ahora tenía el rostro serio.
—¿Qué hay de Boruto? ¿Dónde está? —preguntó Takeru.
—Oh, está con Kuro —respondió Sarada, Sora hizo un gesto de desaprobación. Aún con todo el tiempo que había pasado, había algo en aquel pelinegro de ojos cafés que no se terminaba de tragar, Sarada le vio con una sonrisa—. Bien, Sora. ¿Por qué no van Takeru y tú a dar una vuelta? A mí todavía me falta empacar un par de cosas.
—Sí, claro, ahora le dicen empacar un par de cosas —se burló Sora, mientras se acercaba a Takeru—. Vamos, ellos quieren tener algo de privacidad —le susurró al doncel, quien solo cubrió su boca para evitar reír.
Sarada les miró irse con un tic en el ojo.
—Hola —Takeshi la abrazó por la espalda y besó su cuello—. ¿Cómo está mi futura prometida?
—A dos metros de ti.
Ambos alzaron la mirada, para ver al Uchiha mayor, imponente como siempre, en su traje de abogado, entrando justamente por la puerta por la que acababan de salir Sora y Takeru.
— ¿Cómo están? —sonrió de lado una vez que Takeshi hizo lo que él dijo, apartarse a una distancia prudente de su hija. Sasuke besó la coronilla de Sarada y estrechó la mano del Hatake.
—Muy bien, señor, cansados —comentó Takeshi, rascándose incómodo la nuca. Sasuke supuso que lo decía más por él que por Sarada, aunque claro, su hija trabajaba duro siempre, como todo buen Uchiha—, su madre es una gran tutora pero pocas veces da un descanso.
Sasuke sonrió de medio lado. Mikoto Uchiha se había convertido en la mentora personal de su yerno, y claro, debía estar probándolo a cada cierto tiempo. La medicina no tenía un lado fácil.
—Sí, eso es cierto —miró a Sarada—. Me dijo Sora que ya casi terminas de empacar todo.
—Así es —afirmó con la cabeza.
Sasuke sonrió.
—Cuánto has crecido —suspiró mientras acariciaba su mejilla. La azabache se sonrojó.
—Oye, tengo una reputación. ¿Sabes? —pujó, mordiéndose el interior de la mejilla. Sasuke se rió brevemente y se apartó, mientras miraba hacia todas partes.
— ¿Tú padre? —preguntó entonces.
—En el despacho —comentó Sarada, y se detuvo un momento, pensativa—, iremos al minimarket. ¿Queréis algo?
—Comprad lo de la cena si pensáis quedarte aquí, que espero así sea. Habla con tus hermanos para que se pongan de acuerdo —se quitó la corbata y dejó tanto ésta como el saco en el perchero, miró a Sarada con una cara de cansancio y tranquilidad que le daba un toque muy varonil. Sarada siempre se asombró de lo guapo que era el Uchiha. Incluso Takeshi.
—¿Cuándo han podido ponerse de acuerdo?
Sasuke rió.
—Compra cinco ensaladas de tomate, y cuatro ramen de cerdo. Problema resuelto —dijo entonces, alzando los hombros—. Oh, y una pizza y un par de six pack para los adultos. Nosotros celebraremos con ustedes.
Sarada le sonrió y asintió, luego de tomar la mano de su prometido y salir de la casa. Sasuke subió las escaleras y sonrió cuando entró en el despacho de su casa, viendo a Naruto con aquellas gafas de marco azul y el suéter que usaba para concentrarse mejor cuando escribía.
—Tan hermoso —suspiró como un adolescente hormonal y enamorado, en voz alta—, mi Naruto.
El susodicho levantó la mirada enseguida con el lápiz cayendo de su boca, se paró lo más rápido que pudo para correr hacia su esposo, el cual se quejó apenas lo recibió en sus brazos y lo cargó. El rubio entrelazó sus piernas alrededor de la espalda de su esposo. Como un koala.
—Hola, amor. ¿Estás contento de verme? —saludó, con un tono burlón.
—Sasuke-teme —lo golpeó cariñosamente en el hombro y luego miró hacia los lados desde el cuello de su esposo—. ¿Y los niños-ttebayo? —preguntó, al no oír a sus hijos haciendo bullicio.
—Naruto, ya no son niños —comentó, mientras acariciaba la espalda de su rubio y apreciaba su conocido olor a esencia de vainilla y coco—. Sarada se va a casar y Sora tiene 19. ¿Lo sabes, verdad?
—Ah, sí, pero me refería a los gemelos, Ayame y Hikari. Se supone que los recogerías del colegio —Naruto levantó una ceja y se cruzó de brazos, viendo la cara de confusión de su esposo. Claro, una broma nunca estaba de más, aunque para Naruto era difícil acostumbrarse al Sasuke hogareño, aun después de tantos años—. No me digas, Sasuke Uchiha, que olvidaste recoger a nuestros hij-
—Por supuesto que no, tranquilo —puso las manos sobre la cintura de su esposo y sus labios en la clavícula de este, causándole un suspiro—. Están en casa de Ita y Dei, vendrán en un rato. Ahora... Naruto, ¿quieres jugar un rato?
Naruto sonrió sonrojado.
—Sasuke-baka.
—Mi lindo dobe.
Sasuke besó al rubio con adoración, al menos hasta que escuchó el timbre y bufó rendido. Naruto solo rió sin apartarse y cerró los ojos, mientras besaba a su esposo. No podía estar más feliz.
Es nuestro hogar, mi amor.
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Hola criaturitas. ¿Les gustó la imagen que edité? Porque a mí sí :P. Y sí, ya volví jajaja.
O quizás no....
*se va lentamente*
Ya, es broma. Tenía la mitad de este cap y como ya estoy instalada -relativamente hablando-, decidí terminarlo y subirlo.
Felicidades a Kushina-chan por terminar la otra jajaja Mucho love♥.
Ahora sí, sin más que decir... Nos vemos en un par de días tteba.
Amnesia, fuera.
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