Taemin me estaba volviendo loco, soy muy respetuoso pero también no puedo negar que soy hombre y mi cuerpo comenzó a reaccionar con él.

Trataba de evitar cualquier contacto pero no se me hacía nada fácil. Tae descubrió que mis brazos eran muy acogedores. Se que no lo hace con malas intenciones, jamás siquiera me miró como no debería, actúa como un tierno niño inocente que confía en el adulto que lo salvó de ser violado en su cafetería.

Debí poner toda mi fuerza de voluntad para no defraudar su confianza, pero todo alrededor parecía que estaba en mi contra. Cómo escuché por ahí el universo conspiraba para que perdiera la cordura.
El peor momento fue cuando Tae se resbaló de la escalera y pude sujetar su cintura antes de que fuera tarde, al girar su cuerpo sus labios rozaron los míos, todo sucedió tan rápido que creo no lo notó, o no quiso hacerlo. En cambio yo, no podría describir como quedé después de eso.
Quería golpear mi cabeza contra la pared cuando mi imaginación me hizo ver sus mejillas ruborizarse al despedirse de mi aquella noche. Sí,  llevaba varias noches esperando a que saliera, decidí acompañarlo también cuando debía cerrar, no quería dejarlo sólo. Sabía que no debía estar haciendo todo eso, mucho menos si el tenía su novio, aunque nunca pude verlo, siempre tenía excusas para desaparecer a los horarios que el pequeño lo necesitaba. Ya odiaba a ese sujeto y no lo conocía.

Con el pasar de los días estaba cada vez más enamorado de Taemin, podría apostar que si él me pidiera caminar descalzo y sin agua por el desierto lo haría, no se que más estaría dispuesto a hacer si tan sólo lo mencionaba, el no se daba cuenta de lo que provocaba en mi, jamás me había sentido así por nadie, ni por mi esposa.

Una mañana, después de dos meses de tener asistencia perfecta en la puerta de la cafetería, no fue Tae quien llegó a abrir las puertas. Grande fue mi sorpresa cuando vi a Kibum.

- ¿ Señor Minho? ¿ Que hace usted aquí?- me preguntó sorprendido, pero su sorpresa no duró mucho.- ¿Usted es quien salvó a Taemin?-

Me puse un poco incómodo y lleve una mano a parte trasera de mi cabeza.

- Bueno, si fui yo.- el sonrió.- No sabía que conocías a Tae.- el me miró como si tuviera la cara embarrada con algo.

- Si... conozco a Taemin. Somos compañeros de trabajo.- su voz sonaba algo extraña.- hoy no pudo venir, me habló mucho de ti sabes, cada vez que menciona a su amigo Ming le brillan los ojos.- ¿Tae se refería a mi como Ming? Por Dios ese niño va a matarme.

- Jamás mencionó que su amigo era un hombre mayor, pensé que era un adolescente que estaba tratando de enamorarlo para llevarlo a la cama - Key sonreia con sorna.- pero ahora se que eres tu el hombre que se convirtió en su sombra. Podrías... darle un par de alegrías. Le enseñas lo que es bueno y de ese modo se olvida de ese pseudo novio que tiene, Con un par de veces que le hagas gemir tu nombre.- creo que mi cara no podía ponerse más roja. Imaginar a Tae en esa situación conmigo estaba a punto de derrumbar mi cordura.- Vamos Minho se que lo deseas. Con sólo ver tus expresiones ahora se que prácticamente estas escuchado los gritos de Taemin mientras practicas con él varias hojas del kamasutra en tu mente.

- Ya basta, por favor. No digas esas cosas. El tiene a su novio, y yo soy un hombre mayor, no puedo ni intentar luchar por...- Key me empujó hasta que caí en una silla y se sentó en otra mirándome sorprendido.

- Minho, ¿tu estas enamorado de Taemin?- asenti lentamente. - ¡Rayos! Esto podría ser lo mejor o lo peor que puede pasarle a ambos...-

- ¿Lo peor? ¿Porque?- el no respondió y se fue a preparar el café.

Lo peor seria que Tae no me permitiera estar cerca, que se casara con ese idiota ¿que puede ser peor? Nada.

¿Que estarás haciendo pequeño que no estás aquí?

- Ya deja de suspirar Minho, ¿Acaso no debes ir a trabajar? Tae no vendrá hoy. Pero mañana no te olvides de venir temprano.- Kibum me miraba con una jarra de cafe en las manos. El tenia razón debia irme, salí de ese lugar sin ánimos de nada. Sin darme cuenta mi vida giraba totalmente alrededor de un joven que nunca iba a ser mío, ni en más dulces sueños.

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Gracias por leer!