Capítulo 7

Oigo los pájaros cantar. Observo con un ojo abierto la hermosa mañana que brinda el día cuando las ventas empiezan a moverse por la brisa.

Con energía y ánimos me siento en el colchón estirándome al notar mi cuerpo descansado y relajado. Sin darme cuenta de mi forma de dormí, la cama está completamente desordenada. La sensación de hambre en mi boca me mata.

Me levanto de la cama directo al baño deshaciéndome del camisón y de la ropa interior. 30 minutos después de un esquisto remojón salgo a la habitación envuelta en toalla. Al estar frente a frente, retrocedo enseguida cuando la figura de la persona aparece de la nada.

— ¡No grites! — Dice. Su mirada es firme e intensa

— ¡Dios!

Creo que me he quedado vacía. El susto que me dio es grande que mi cuerpo lo siento enfriarse. No encuentro ni el cerebro ni la voz.

— Las dos nos pegamos un buen susto

— Nana...— Murmuro, porque no puedo hacer otra cosa.

Esboza una sonrisa y niega con la mano.

— Lo siento mucho cariño. La puerta estaba abierta y entre a dejarte estas prendas. Emma guardo unas ropitas. Es preferible que esté contigo, es casi nueva y se puede llenar de polvo. En esa caja morada hay interiores.

— ¿Emma es la hermana de Harry, cierto?

— El cuarto también — Me dice a modo de explicación — Les gustan los espacios acomodados. Así son los hermanos Bell — Se acerca entregando la ropa — Cundo se mudó mi pequeña, no quiso llevárselas. En España la moda es más bonita, dijo. El alemán se la llevo para allá.

Me pregunto por qué Harry no lo mencionó

«Debe tener sus razones »

— Gracias Fernanda. Pero no tenías que molestarte, con la mía es suficiente. — Desvié el tema. No quiero verla triste. Tampoco deseo que el sentimentalismo salga.

— Esa la voy a lavar — Asiento. Antes de que salga por la puerta, retrocede — Me olvidaba. La ropa deportiva es para que salga

— Los pantalones están bien por mí — Sonrió incomoda. No es como si fuera al gym.

— Harry, quiere que vaya con él. Dice que es bueno ejercitar la mente con algo productivo después de una embestida. Lo vio en una película. — Debe hablar de mi accidente. Si él lo dice por algo, debo confiar.

— Estaré en 2 minutos

— De acuerdo

Con ágil movimiento termino de ponerme los zapatos naranjas. Es impresionante que hasta la talla seamos iguales. Debió ser duro cuando ella se fue de la casa, se notó el dolor en Harry. Cuando tus padres se preocupan más en su beneficio propio es bueno tener un apoyo, en especial cuando estás obligado hacer el mayor para no hacer sufrir a los que amas.

Alzo la vista hasta la cajonera que está de lado del ropero. Es linda y tiene un espejo en medio, como si una reina se peinara ahí. Ayer no tuve tiempo de admirarla por la oscuridad. Camino hacia ella y veo abierto el cajón, recojo la foto que está guardada y la acerco para verla mejor. La chica está sentada en sus piernas, es un poco baja, lleva una trenza desordenada y se nota la combinación de colores. Él la sostiene con una sonrisa amplia, se nota más sus hoyuelos al igual que su desordenado cabello bajo el gorro de lana. Se los ven muy felices. Debió ser un lindo día en el campo.

Suspiro porqué es lo único que puedo expresar. Es triste cuando ya es momento de soltar, de ser libre. Debieron ser muy unidos. Puedo comprender porque él es así.

— ¡Hola, buenos días! — Entro saltando a la cocina. Él vuelca su atención hacia mí, luce aturdido pero luego me sonríe y niega.

— Me asustaste — Dice en voz baja. Pero su voz ronca sacando ese filo ansioso da a entender que no está muy conectado con el mundo exterior.

Avanzo hasta la silla y me siento con torpeza frente a él. Los leggins son los únicos que no están a mí medida. Son un poco apretados pero es resistente para que no se dañen. Puedo soportarlo.

Deja su tasa de té a su lado antes de levantarse y servirme un poco. Me toma unos segundos acostumbrarme a su trato, pero lo hago porque se ve raro que lo mire como una loca y no diga nada.

— Sí quieres......

— Gracias — Lo interrumpo — Me conformo con esto — Le sonrío sincera.

Mira rápidamente la cocina, sonríe nervioso cuando nana sale por la puerta con platos llenos de desayuno.

— Sí no quieres no hay problema — Suena avergonzado. Se lo ve tierno. — Supuse que tenías hambre.

— Quiero desayunar — Digo sonriente

— ¿Sí? — Parece sorprendido.

— Demasiado

— Me alegra escuchar eso.

Me extiende el plato. Son tostadas y están cubiertas de queso derretido y jamón cocido. En el vaso, hay jugo de mora y batido de frutilla. Nana nos hacía preguntas como, si dormimos bien y si descansamos mejor que los anteriores días. Obviamente respondimos. Pero mi concentración se perdió en su voz cálida y ronca.

Muevo la cabeza e intento volver del cielo. El corazón golpea frenéticamente el pecho a un ritmo inusual y, por alguna razón, me arde las mejillas y no sé si es por lo que no ha despegado su mirada de mí. Verlo mirarme como un cazador me ha dejado totalmente desconcertada. No es solo guapo, no. Es la masculinidad personalizada.

Dios, eso es maltrato visual.

Carraspeo y desvío la mirada a mi plato. Las tostadas parecen como si se burlaran de mí. Hasta la comida se da cuenta lo que pasa conmigo. Me quiero morir.

                                                                                             

                                                                                            ****

Un ligero fruncimiento estropea las hermosas cejas de Harry. Ok, no es como si el deporte fuera mi enemigo, pero tampoco es mi amigo. Camino por inercia propia y ya porque debo hacerlo. ¿Pero correr? Eso es avaricia.

Empezamos con una caminata suave sin decir palabra alguna a simple viste. No hay mucha gente, pero si unas cuantas que se dan cuenta de todo.

Definitivamente, necesito hacer ejercicio. Ya estoy agitada hasta la mierda. Mi pereza no ha cambiado aún sí estoy en coma.

— No eres de hacer ejercidos — Llega trotando a mi lado. Agitado, detiene su reloj — Ya lo esperaba — Me sobaba la espalda al verme inclinada. Necesito vomitar

— ¿Tanto se nota? — Lo observo cansada.

— Si hacer caras cuenta como competencia mundial, ya estuvieras en los Guinness World Records — Me da unos golpes en la espalda. Sonríe y me da la extraña sensación de que está riéndose de mí.

Me enderezo respirando hondo. No pensaba que ser espíritu también cansa. En un descuido, nuestros dedos se rozan un segundo, y ahí está la maldita corriente, que me recorre hasta el corazón. Lo sé, raro pero lo sentí. Jadeo involuntariamente cuando toca mi cadera y me acerca acomodando un mechón rebelde en mi oreja. Desesperadamente, intento serenarme.

— ¿Podemos sentarnos? — Le pregunto con voz ronca y entrecortada.

— Claro — Sonríe y yo agacho la cabeza para ocultar mi rubor.

Descansamos un rato en las bancas. No hay sol ni nada por el estilo, pero el resplandor que pega en nuestros cuerpos es como si estuviéramos en la playa.

— ¿Quieres saber que se me ocurre ahora? — Dice de repente, con un tono divertido que hace asustar.

— ¿Debo aterrorizarme? — Carcajea antes de negar.

— Iremos corriendo hasta la casa, y él que llegue al último pues, allí vemos cual es la penitencia. — Lo miro incrédula por su tonta propuesta, pero suena tentadora.

La ruta por la cual me trajo es la más corta, será fácil llegar primero. Le ganaré.

— De acuerdo — Asiento, y antes de que me dé cuenta, ya lo veo correr.

— ¡Tarde!

— ¡Espérame!

¡Y adivinen quién perdió!

Pues obvio que yo. Vine por la ruta que raye en mi mente y no salió como lo planee. El pendejo éste desapareció cuando me amarré los zapatos. Cuando me levanté para verlo, ya no estaba.

— Muy lenta, Ele. ¡Perdiste! — Se levanta del portón cuando me ve llegar.

-— ¡Eres un tramposo! — Señalo la calle cansada — Te desviaste del camino. — Me agarro el estómago. Mis pulmones van a explotar si sigo inhalando como lo hago.

— Yo no especifiqué nada, di la idea y empezaste a correr por otro lado — Se justifica

— ¡Aja sí!, y yo soy cenicienta

— Llegaste tarde así que sí.

Un destello de diversión se apodera en su rostro, pero no dice nada, yo tampoco lo hago, sólo me limito a sonreír.

— Bueno, como gané reclamaré mi premio. Dado que preguntaré..... ¿Quieres salir conmigo? — Extrañamente su pregunta la veo más íntima de lo que debería sonar. — Esa mirada no me agrada — Se aleja asustado, aunque sé que lo está fingiendo.

— Con una condición — Juntamos las manos cerrando el acuerdo.

— La escucho.

— Yo decidiré la próximo salida — Sonrío de lado.

Aceptar salir con él es bueno, hace mucho por mí. Es mi turno ahora y así podré conocer su mundo. Tengo muchas interrogantes que quiero que me las responda.

— Hecho, ¿y cómo pagarás?

— Eso es fácil. Tú déjalo en mis manos — Entro a la casa dejando abierta su suposiciones.


*****************


     ¡Hola mis fantasmitas!.

Espero que se encuentren bien y que estén pasando de maravilla este último mes del año.

Disfruten mucho este capítulo tanto como yo. No tiene ese agarre fuerte que uno quiere, pero la amistad que forma los dos les va a encantar.

*Voten

* Y comenten que tal les pareció.

Nos vemos para el siguiente capítulooooooo. ❤❤❤👻👻




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