Capítulo 3

¿Es tan raro estar junto a un espíritu? ¿Acaso apestamos o comemos para que la gente se aparte de nosotros. O nos miren cómo sí fuéramos la pesadilla del mundo?.

Están erróneamente equivocados si piensa de esa forma. Deberían informarse más de vez de estar haciendo suposición, incluso el baboso de Harry que maneja y a la vez que se aparta de mí casi como si quisiera tirarse del carro.

— ¡Qué! — Mi cabeza se inclina y lo desafío hablar.

— ¿Qué de qué? — Me mira de reojo en un gesto curioso. 

— ¿Muerdo? — Pregunto irritada, estoy tratando con todas mis fuerza en no botarlo del auto.

<< Sip, soy demasiada confiada.>>

— ¡Pero poquito, eh!, no quiero que quede marcas. El maquillaje cuesta, y no sé cómo aplicarlo para que cubra manchas. Hace una semana tuve que utilizar pañuelo y, no soy muy amigo de esas cosas. — Creo que sí voy a tirarlo. Lo golpeo por ser idiota.

— ¿¡Cuantos años tienes Harry, 10!?

— ¡Aush! — Junta sus ceño y se soba adolorido. Adefesioso. — 10 para ti, 24 para los demás — Me guiña el ojo mientras se detiene en el semáforo rojo.

— Bipolar — Lo digo para mí misma pero me alcanza a escuchar. La diversión se tiñe en sus labios y carcajea, mira a la venta como si algo importante estuviese afuera.

— Ahora tengo un trastorno — Masculla entre-dientes — ¡Graciassss!

— ¡De nadaaa! — Canturreo

— No soy el único sarcástico 

— Tú lo provocas 

— No suelo divertirme, aprovecho el momento contigo. Es fácil irritarte — Sonríe antes de poner en marcha el auto.

Me quedo callada, respiro hondo con la poca paciencia acompañándome. Sí le contesto de vuelta se armará un problema, y para pelear, mejor me quedo con mi yo interna.

«¿No pudieron mandarme a alguien mejor?

Niego internamente.

— Me dirás a donde iremos. O seguirás ignorándome

— Ya lo sabrás. No te ignoro, pienso que es distinto — Señalo mi cabeza antes de ponerme el cinturón de seguridad. Él mueve sus cejas, muerde su labio y golpetea el volante ante mi acción — La costumbre — Sonrío indefensa al notar a que se refiere.

— De acuerdo....¿y si me secuestras? — Su pregunta me toma de sorpresa — Hombre o mujer debo de ser precavido ya que no te conozco y no sé si planeas matarme y descuartizarme mientras me vendes al mercado negro a un precio muy alto esperando recibir ofertas clandestinas, y sí es así.......¿Te puedo denunciar por eso, sabes? — Habla tan rápido que sólo puedo mirarlo incrédula con la cejas alzadas, estoy  sorprendida por las palabras incoherentes que dice — En estos tiempo uno nunca sabe. Sólo es mi humilde opinión — Se encoge de hombros al notar mi reacción.

— ¿Sí te estás escuchando?. Está bien que pienses de ese modo y es bueno ya que pocos hombres lo hacen pero... — Me señalo de arriba abajo — ¿Ves que soy un espíritu? 

— Pues no conmigo — Me mira, con lógico me toma de la mano para luego soltarla — Y eso es motivo....

«Esa es una gran pregunta»

¿Por qué él puede tocarme?

Lentamente, detiene el auto frente al lugar en donde se encuentra mi cuerpo conectado sin vida. Lo traigo para que entienda que mi presencia a su lado no es una mentira que yo la creé. Es mala idea por una parte porqué no estaba segura cómo lo iba a tomar, y lo sé con perfección. Pero es la única manera, debe verme.

Bajamos del auto cuando éste lo parquea en el estacionamiento. Se nota desconfiado, me mira indeciso esperando un pío de mi parte. Pero opto por quedarme callada. Sin responder nada, le señalo con la cabeza la entrada para que me siga.

Sentí la tensión pesada al momento de entrar a éste lugar, las personas vestidas de blanco rondan nuevamente el lugar.

Es sumamente aterrador examinar lo que pronto pasará. Es horrible éste sentimiento porqué no sólo sientes cansancio y adormecimiento, el estómago se retuerce y ocasiona náusea y mareos fatales que hacen pensar lo difícil también de ser una persona la cual ya no pertenece aquí. ¿Esto es una prueba para ver cuánto duro?.

El reloj que cargo en mi mano empieza a emitir la música de la alarma, ya son pasadas de las 5pm y no creo que dejen entrar.

Harry me toma de la mano cuando el ascensor llega a nuestro piso, nos adentramos antes de que las puertas se cierren y sin querer asustamos a la chica. Dentro del cubo, él se disculpa al ver a una madre con su hija en mano.

La niña se gira frente a nosotros y juega con su caballito morado, lo hace dar vueltas como si estuviera volando. Se lo enseña a Harry y él sonríe ampliamente. Ella al ver que captó su atención, le extiende el caballo para que haga lo mismo, y en vez de jugar como ella lo hizo, le da un beso en su nariz.

En su mundo de fantasía sonríe por la acción que le hace, lo mira divertida mientras aplaude y salta de la emoción. Cuando ya lo quiere, extiende su manita para que se lo devuelva.

En la esquina del elevador donde yo estoy, los observo encantada tratando de no emitir ruido, el momento están lindo que no quiero arruinarlo.

No conozco mucho a éste chico, no sé si es bueno o es malo, pero su comportamiento con la niña es hermoso, tanto que es inevitable llevar mi mano al pecho esbozando un — Oww — por lo lindo que son.

Por el contrario, la mamá sí arruinó el momento. Le coquetea guiñándole el ojo.

«Que vergüenza

Y como todo hombre, él en su faceta seductora se arrima al ascensor, se cruza de brazo y ve de arriba abajo detenidamente a la chica.

Tenía que decirlo, no es fea. Excelente cuerpo, un vestido blanco debajo de sus glúteos y muy hermosos zapatos negro. Con la cabellera rubia, todo encaja a la perfección.

«Es más que hermosa. Nadie puede ganarle a esos atributos. Definitivamente Dios tiene favoritas. A penas las mías se notan y es por el brasier. »

El ascensor abre sus puertas al piso marcado, recepción. La niña se despide de él para luego hacerlo conmigo cuando posa sus lindos ojos cafés en mí. La sorpresa por su despedida es grande que hasta me quedo en shock.

Tal vez me vea puesto a que es pequeña aún, y la historia de que los pequeños del hogar tienen amigos imaginarios no haya sido mentira.

¿Y que hay de su madre? Pues ésta le entrega un papel al chico que va a mi lado mientras le lanza un pequeño beso disimulado que claramente se notó hasta Italia.

<< Que falta de respeto a su hija. >>

— ¡Wow!, para la próxima te dejo solo — Alzo los brazos. Salgo del ascensor sin llevarle la contraria.

— Que sea amable con la chica no significa que me las quiera llevar a la cama — Se justifica, aunque en el fondo se sabe que lo presume.

— Eres un mentiroso y un puerco, ¿Te lo han dicho? — Hablo entre-dientes, golpeo su pecho con mi dedo antes de darle la espalda.

«¿Qué me sucede?. Parezco su enamorada haciéndole reclamos.»

— Eres la primera, pero me gusta — No lo grita pero sí alza la voz. En segundos, ya se encuentra a mi lado de espalda sonriendo. No dice nada y me detiene. Cansada, lo hago esperando que diga algo, pero sólo me analiza. Después de unos segundos, me da el paso en una reverencia — ¿Seguimos?.

— En eso estaba — Susurro lo más bajo, esta vez. Estoy perdiendo la poca paciencia que he estado guardado estos últimos 18 años.

¡Ah!, y por su culpa, me he olvidado que no me ven. Otra cosa para variar.

«Me olvidé por completo ese detalle »

Se detiene, me espera que llegue a su lado y se distrae mientras tanto como si buscara algo. Con una sonrisa, camino deprisa, lo volteo y lo empujo hasta las doctoras que conversan en sus escritorios. Claramente me dices sus cuantas cosas, pero ni bola le paro. Ahora veo a que se refiere. Lamentablemente fue tarde cuando note que, prácticamente lo mandé a la boca del lobo.

«Rayos»

Lo digo ya que lo ven como si fuera la última botella de agua.

«Si no fuera por su hora de trabajo, ya se me lo llevaban al pobre hombre. ¿Tanto así somos las mujeres?

— Muy buenas tardes caballero ¿En que le puedo ayudar? — Juro que pensé que era una niña. Su voz es tan fina que hasta él, se asustó. Parece que no le importa a la chica puesto a que sonríe moviendo su cabello.

¡Y quién no lo haría!. Debo admitirlo porqué también soy mujer. Joven, atractivo, mucho diría yo. Cabello castaño claro rebelde, 1.80 le calculo, ojos brillantes celeste agua tirado a verdosos. Nariz perfilada, unas cejas muy bien formadas y unas muy lindas pestañas que junto a sus pómulos bien marcados lo hace ver imponente. Un excelente pecho gracias a que al parecer 4 de sus botones de la camisa "mágicamente" decidieron desabotonarse dejando al aire su perfecto pero no tan visto tatuaje y bueno.....casi Dios griego.

— Sus pestañas son mejores que las mías. Esos es irrespetuoso.

¡Que cosas no!. Típico como una novela para chicas jóvenes. Todas de ley se mueren por él. Hasta la enfermera que tiene más tiempo aquí se lo queda viendo.

—  ¡Oh Dios mío paz mental por favor!.

En definitiva, allá arriba se burlan de mí.

 Al darme cuenta de lo loca que soné a visualizar al joven, me arden las mejillas. Estoy completamente decepcionada de mi persona.

— ¡Hem...Sí!, necesito saber el número de la habitación de la señorita Elena Hill, por favor.

Al oír mi nombre automáticamente las caras son de angustia, tristeza y preocupación. Se miran entre sí para luego asentir.

— Algo anda mal — Digo intranquila

— Con gusto caballero, pero la hora de visitas ya terminaron por hoy, al menos que sea su familiar para quedarse con ella. — Le explica amablemente la enfermera la cual lleva por nombre en el gafete de Pierina.

— ¿Familiar? —  Se calla un instante y me clava su penetrante mirada. Ok, creo que algo estalló, pero me controlo. Me hace el ademán y me obliga a regresar.

«¿¡Y ahora que dice Elena!? ¡Piensa Piensa piensa!....¡Lo tengo!»

— ¡Primo! — Digo apurada a lo primero que se me viene a la mente.

— ¡Eso mismo! — Me señala alegre. 

Por favor alguien que le diga a este bobo que ya no soy una persona. ¿Por qué carajos me apunta?. Niego varias veces antes de señalar a la doctora que lo ve confundida.

— Señ....

— Perdón — La interrumpe y carraspea. Se incorpora, y estira la espalda para dar más intimidación. Que miedo — Todo esto ha sido muy repentino y la preocupación me mata. No hace mucho salgo de mi oficina y me vengo a enterar de ésta trágica noticia — Se agacha disimulando sufrimiento. ¿Qué demonios?...— De pequeño éramos muy unidos, casi inseparables. Ese lazo de hermandad nadie lo podía separar, ni siquiera la distancia cuando tuve que salir del país. Ahora que somos grandes es más duro que una roca. Cuantas veces quieras romperla, no lo lograras. Así es mi amor por mi prima.

De repente, todas las enfermeras se encuentran llorando, unas aplauden y otras suspiran enamoradas. Ok, no puedo decir que es pésimo actor ¡Convenció a todas con una simple historia!. Hasta yo le compro la labia. Si lo hubiera tenido como amigo, estaría pensando en ir a una fiesta del instituto.

Sin más tiempo que perder, le entregan la información. Él simplemente guiña el ojo y todas parecen haber tenido un encuentro raro celestial por ese gesto. ¿En que siglo nos enconamos?

OK, volvamos a mi estado.

Tan en calma todo que sin apuros nos adentramos en el ascensor nuevamente, me ubico en una esquina y la pregunta aparece. Él dijo que se fue del país, no sé porqué, pero siento que su historia no está del todo inventada. Algo me dice que él lo dijo por algo.

Lo siento, soy muy curiosa.

Sin divagar más en sus cuentos, me cruzo de brazo y espero que Harry presione el botón. Las puertas se cierran y mi corazón late tan fuerte que lo escucho como tambor. Tanto es mi miedo de verme que intento tomar fuerza exhalando como loca. No entiendo que me sucede pero ya no quiero ir, me siento una cobarde porqué me estoy arrepintiendo de estar aquí.

Él no dice nada ante mi ataque interno, pero siento su mirada, sé que me ve de reojo porqué ni siquiera lo disimula. Aún así lo agradezco, no sabría si podré soportar sus preguntas.

Las puertas se abren y lo primero a la vista es el pasillo blanco lleno de máquinas, luego las pastillas, los asientos, los doctores y por último a las familias.

Entonces, ya estoy, o estaba aquí. Tan sólo hay 2 metros de distancia entre la puerta y mi cuerpo. No hay nadie allí, desolado y vacío al igual que mi mundo. Acostada sin mover un hueso, objetos pegados y un tubo enorme en mi boca.

Puedo verme por el vidrio de la habitación y ya quiero salir corriendo. Ni siquiera puedo soportar verme estando acá fuera, no me imagino allá dentro.

Harry me soba la espalda, me da consuelo a pesar de no pedírselo. No puedo creer que esté haciendo esto por mí, nadie hace tal cosas por una simple persona. En mi caso, espíritu.

Su respiración es relajante, sigue en el mismo lugar y me agrada su compañía. Aunque es un chico altanero, sarcástico, y presuntuoso, está claro que no lo conozco. No sé nada de él, no sé si tiene planeado algo conmigo, no sé si es peligroso. Acaba de mentirle a un pocoton de mujeres pasadas de los 30. ¿Cómo puedo discernir eso?.

Tal vez sólo soy yo quién ya no confía en nadie, pero es imposible hacer una excepción. A
estás alturas del partidos donde he vivido cosas que a nadie le deseo a una temprana edad, es difícil dar el salto de fe y volver a empezar de cero. Mi vida a sido un caos por creer que no todos son iguales. No es sencillo cuando uno lo imagina. No es simple cuando todo pasa en la cabeza.

«Siempre hay una excepción, Elena.»

Es un conocido, y a muchos que les ha costado entrar a mi vida, él lo logró con un simple choque. Él no es tan malo.

«Ok, basta, debo concentrarme en lo principal »

Cierro los ojos al tener la perilla en mi mano, inhalo y exhalo despacio antes de entrar y afrontar mi destino.

De alguna manera el miedo como nunca lo habría sentido se ha apoderado de mí. De pronto las piernas comienzan a fallar, la sangre se congela y casi puedo probar el vómito en mi garganta. Todo se vuelve torbellino al recordar mi vida. Aunque fue mala, hubo momentos lindos en ella. Por un momento pensé que caería desplomada, sin embargo, Harry me sostiene, me hace abrazarlo hasta sentir como mi estómago hormiguea frenéticamente. Es increíble lo que él me hace sentir, pensé que estos sentimientos ya no existían. Sin duda he vuelto a sentir que todo lo que hay a mi alrededor es mucho más especial de lo que lo recordaba, y me doy cuenta, que desde este instante, he vuelto a sonreír.

La imagen en mi rostro es lo único que puedo ver. Mi ojos hinchados y amoreteados, mi labio inferior reventado, el brazo roto envuelto de puro yeso, mi cuello con un collarín, mi cabeza con vendas llenas de sangre y un tubo enorme en mi garganta. Toda hecha pedazos.

— ¡Mi Dios! — Chillo cayendo al suelo. No puedo creen en lo que la vida me ha convertido. Ya no soy nada, dejé de ser una persona. Esa definitivamente no soy yo. ¡No lo soy!.

Esto es difícil, arrollador. Arde de una manera indescriptible. Y empecé a llorar, con la verdad palpitando. Estoy desarmada, intento recordar algo de lo que había aprendido en la vida y nada aparece. Busco en mi cabeza algún recuerdo, algo feliz y lo único que encuentro el estúpido accidente. Me siento estafada, como si todos estos años hubiera estado trenzado una honda infinita y me hubiera dado una patada por el daño que me hice. ¿Eso es? ¿Eso e lo que hacen? ¿Me abren los ojos por el daño físico que me hacía? ¿Me pagan de esta manera por el simple hecho de hacerme sentir mejor y no destruirme por completo?.

Siento que estoy fallando en algo, no encuentro la razón  y eso me frustra. Estoy cansada de esperar algo que ni siquiera llegará. Muchos dicen que la paciencia es una virtud, en mi vida esa palabra dejó de tener sentido. Toda mi vida se ha enfrascado en padecer. 

Harry me sostiene de los hombros, me ayuda a sentar en la silla y espera paciente que me calme, pero me rompo más al ver la cobija que mamá me regaló para mis 15 años. La atraigo hacia mi cuerpo y lloro en ella tanto como puedo. Pensé que llorar me ayudaría a relajar, sé que eso es mentira. ¡No funciona!

No quiero llorar frente a él, pero no puedo dejar de hacerlo. Estoy llorando cómo nunca. El escudo que había construido se acaba de romper en mil fragmentos.

— ¿Deseas que te traiga algo?— Dice con la voz temblorosa. Al parecer no soy la única que contiene las emociones. Se acerca para luego acuclillarse con sus rodillas abiertas, pasa uno de sus dedo por mi mejilla y arrebata la lágrima que cae lentamente. Me hace mirarlo y espera con una leve sonrisa a que responda.

— No — Digo de inmediato, su aura me da escalofríos, y no del malo, sólo me pone nerviosa tener a alguien tan cerca como él. No sé, sólo no me siento agusto. Absorbo mi nariz antes hablar — Ya estoy bien — Me limpio las lágrimas con las toallas húmedas que se encuentra en la mesa.

— ¿Segura? — No lo veo cómodo con mi respuesta. No lo culpo, yo tampoco, sólo quiero salir de aquí.

— Sí. — Asiento calmada

— No era broma entonces. — Sus ojos inspeccionan mi cuerpo, gira y busca algo coherente para decir.

— No suelo mentir con mi vida — Sonrío forzada. Vuelvo a psicionarme en el mueble cuando el dolor de cabeza se apodera de mí. La pulsación es tanto que me inclino para reposar mi columna. Mi corazón late con una velocidad impresiónate que golpea mi torso. El malestar invade mi cuerpo más rápido de lo que espero y la habitación empieza a dar vueltas. 

El lugar se sume en un silencio intenso que sólo se interpone el sonido de las máquinas. Es entonces, que lucho para abrir mis ojos y estabilizarme. Las tonalidades rojizas y anaranjadas, me hacen saber que ya mis anoche. Harry se levanta al verme mejor y agradezco infinitamente que no se haya ido. 

— No soy el indicado para hablar de éstas cosas... — La sonrisa torcida es amble y me causa un poco de gracia. Se nota que no es mucho de ser reparador de algo. — Es normal sentirse triste a veces, pero no permitas que los momentos difíciles consuman tu gozo. Si quieres a alguien con quien desahogarte, aquí me tendrás. Sé que llegan días difíciles que te quitan la tranquilidad y te llenan de angustia, pero cuando alguien aparece, es bueno confiar en ella — Se acerca con lentitud, se agacha nuevamente y seca otra lágrimas rebelde.

Ni siquiera me había dado cuenta en qué momento empecé a sollozar. Creo que es la primera vez que una figura masculina me expanden verdadera confianza para tener esta reacción. Desvio la mirada en una sonrisa triste que dibuja mis labios, me siento conmocionada. 

— Gracias — Digo en un susurro tembloroso. Además de ser guapo, es gentil, y su gentileza provoca evaporación de cualquier  argumento. ¿Por qué causa este efecto en mí? . Sólo trago saliva y asiento antes de sentir su abrazo. Lo acepto con gusto porqué lo necesitaba en serio. En verdad necesitaba a alguien de mi lado.

Es bueno tenerlo cerca mío porqué con él no solamente puedo tocar sino que también puedo tener paz a pesar de lo mal que estoy.

«¿Pero por qué con él?. ¿Por qué con las otras personas no puedo hacer lo mismo?. Ni siquiera con mi propia madre la que me dio la vida. ¿Por qué justo él? No lo entiendo»

Me siento desconcertada por la naturalidad con la que ha fluido nuestra unión. Una sonrisa boba se apodera de mis labios y me apresuro alejarlo lentamente de mí. Nuestras miradas conectan y lo que ahora quiero es desvanecerme. Está tan cerca que uno de sus mechones me hace cosquillas en la nariz. Está tan cerca que su aliento fresco golpea mis nervios. Tan cerca que parece que está apunto de pasar al siguiente paso, pero lo detengo cuando alzo la vista y veo a uno de los doctores asomarse por el vidrio, Harry se esconde atrás del sillón y espera a que se vaya. Al notar que  se iba poco a poco de la habitación, me levanto de la silla y le sacudo la mano para que salga. Harry corre y de la mano me lleva a rastras.

Por fin en los vestíbulos sin ser atrapados o mejor dicho, sin ser él atrapado, respiramos con normalidad. Y él, con muchos números celulares, aunque los bota cuando nos encontramos en el estacionamiento. Eso es nuevo. Creo que hice ideas erróneas acerca de su personalidad. 

Me detengo y observo alrededor. Las personas, la naturaleza, los edificios, los pájaros, las plantas. Hice de mi cuerpo la tumba de mi alma y empecé a hundirme sin oponer resistencia alguna. Me doy cuenta de que intentar huir de lo que me atormenta está perpetuando y agravando en problemas y, sobre todo, no me va a permitir seguir con mi camino. Soy un alma que perdió su oportunidad en éste mundo. Sin embargo, a pesar que odie esa palabra, es una veracidad la cual no puedo negar. No tenía idea ahora que pasará conmigo, no puedo dormir, ni comer, ni cambiarme, ni si quiera conversar. ¡Nada!. ¿Por qué mi vida cambió rústicamente justo ahora que iba a la universidad y hacer una vida cómo cualquiera?. No comprendo que hago aquí, mi vida no está inconclusa como para resolver algo pendiente. ¿Por qué no estoy en el cielo?

Comprendo que no puedo engañar y desatender la vida, que si algo duele no se puede decir que todo va bien, que no siempre la sonrisa ayuda, que no todo es color de rosa. Tengo en claro ese punto, pero los golpes que me dan de sorpresa y el desvío que ponen en mi camino no. No quiero creer que no pasa nada y que todo se va a arreglar porqué así no son las cosas. Quiero sólo una vez, una, que la vida me de algo que de verdad deseo, y lo que deseo es desaparecer. Sólo necesito eso, no pido nada mas.

— ¡E-le-na! ¡Tierra llamando a Elena! ¿Me escuchas? —  Me grita del otro lado del estacionamiento. ¿Cómo llegó tan rápido?

— ¡Deja de gritar! — Me tapo un oído. Sí que su voz es un trueno. — Acuérdate que no estás sólo, hay gente — Le señalo a las pocas personas alrededor.

— No me escuchaste — Contesta inexpresivo.

— Que yo sepa, la gente habla cara a cara, no de espaldas o cuando hay distracción. Suelen suceder estos traspiés.

— Te pregunte si deseas estar conmigo — Me dice sin el menor rastro de humor en su sonrisa. Es inevitable no desviar la mirada cuando la sostiene firmemente. ¿Por qué me desconecta? ¿Por qué me siento extraña ante esa propuesta? ¿Por qué iba a decir que sí?. Deberían informarle al niño bonito que pasar su dedo pulgar por el labio inferior, es una acción cruel ante las hormonas femeninas.

— No, Harry —Me tomó mucho decir esas palabras. Cerca de él, todo cuesta. Frunce los labios y me observa extrañado ante mi respuesta rápida — Seré una molestia para ti y ya mucho lo estoy haciendo con mi familia. No te preocupes, estaré bien — Digo honesta.

He visto cómo las personas tratan a los demás cuando ya la han ayudado, y es triste. No quiero ser una de ellos. No quiero ser una carga. Estoy nerviosa puesto a que me tomo de las manos y las muevo como si tuviera una pelota. Pero el perplejo en él me desubica.

Aunque no sería mala idea ir con él

«¡Elena basta!. Cálmate.»

— ¿Por qué piensas que serás molestia? —  Su tono es inquietantemente tranquilo que empiezo a ruborizarme. — Me gusta tener compañía, más si es de una mujer — Eleva las cejas divertido. Lo que me faltaba, otra vez arruinó un momento bonito. Me cruzo de brazos esperando algo concreto, porqué lo que acaba de decir, es una burrada. —  Era broma — Giro los ojos — Escucha, tengo un cuarto desocupado, puedes quedarte ahí los días que quieras. No es de caballero dejar a una dama con el peso del mundo en sus hombros. Yo por lo menos no lo hago.

1.- ¿Ir con él y resolver mi problema a pesar de que esto ya no tiene solución?
.
2.- ¿O quedarme en él hospital a esperar mi muerte?.

Estaba entre la espalda y la pared. Como nunca me sentía en un dilema que no puedo ni yo misma contestar. ¿Era adecuado ir? ¿Tengo que confiar en él? ¿Quién me garantiza que puede ayudarme?. Nadie, nadie lo garantiza. Y la pregunta del millón. ¿Por qué tanto interés en echarme una mano?

— ¿Por qué haces esto Harry? — Debato al ver su tenacidad en apoyarme. Me mira intrigado y me hace recordar que fui yo la que lo obligó en primer lugar — No me conoces, no sabes nada de mí, no tienes idea de mi vida ¿Y aún así quieres ayudarme? ¿Por qué tanto empeño en eso?. Sé que te presioné...literal. Pero ya no es necesario, ya acabó. Todo acabó y más para mí. Puedes irte ahora y volver a tú mundo y disfrutar tu vida. ¿Pero quieres ayudar igualmente?

No resistí la tentación y cuestioné lo más que pude, aunque comprendo que no iba a decir nada dado que ni él sabe lo que pasa.

Lo que le dije al parecer le tomó de sorpresa ya que guarda cada palabra que le proyecté sin pensar lo cruel que puedo ser cuando veo que alguien me extiende la mano. Es duro para mí también estar en esta condición porqué no ha sido fácil lo que me está ocurriendo. Pero creo que de vez en cuando debo hacer un lado mi egoísmo y ponerme en los zapatos de los demás para entender lo que sienten ellos.

Mirando el vacío que hay en sus ojos, supe que soy una idiota por haber dicho esas palabras sin medir la gravedad de la circunstancia. Aún así, sin ver respuesta de su parte, supe que tenía que irme y seguir mi rumbo a donde quiera que sea, porqué el rumbo de él, conmigo, termina aquí.

— Sí — Carraspeo asintiendo mi cabeza, giro del lugar y camino dándole la espalda.

— Te mentiría si te dijera que tengo todas las respuestas a tus dudas ahora. Pero no es así — Irrumpen el silencio. Me detengo y giro atenta a sus palabras. Juega con su llaves, las da vuelta varias veces antes de guardarlas en su bolsillo delantero y arrimarse a la puerta de piloto — También sí dijera que fuiste una molestia cuando te conocí Elena, lo cual tampoco es cierto. — Una pequeña sonrisa se dibuja en mis labios. — Estás pasando momentos difíciles en éste instante pero... ¿Y quién no?. Toda vida es diferente, mundo diferente, cosas diferentes. Pero sí tenemos la oportunidad de dar esa pequeña muestra de apoyo a los demás y darles la mano, ¿Por qué negarla así como si nada? — Coloca sus manos en los bolsillo, mira al cielo buscando inspiración espiritual. O eso creo — A pesar de no saber ese sentimiento de estar así, y créeme... no quiero experimentarlo jamás, con respeto lo digo. Puedo ver en tus ojos el rechazo al mundo entero —  Ahora juega con su mano, gira de un lado al otro su anillo dorado. ¿Estará casado? — Pero un día alguien, o mejor dicho algo porqué la verdad no me acuerdo, dijo "Si no te levantas tú...

— Nadie lo hará —  Término la frase sorprendiéndome que es la misma que digo yo, la misma que papá me decía antes de dormir.

«Debe ser casualidad.»

— ¡Exacto!. Y  mírame ahora, soy un chico que habla con fantasmas y no está loco — Sonríe ampliamente. Debería ser delito aquel que sobrepase de atractivo.

— Y casado. — Recalco y él niega. Juro que toda mi cara está caliente de la vergüenza. Quiero que me trague la tierra y me escupa en el océano.

— Un regalo — Alza su mano y me lo enseña — Ahora si quieres puedes decirme todo lo que tu quieras. Quéjate cuantas veces quieras, pero no te dejare sola como un perro abandonado. No cuando tengo esa oportunidad de ayudar a alguien ¿Me das esa oportunidad de conocerte y ser amigos? — Me dice en tono tranquilo.

Por alguna rara razón, sus palabras cobran sentido e hizo que internamente tenga un poco de serenidad. Dudé en tomar su mano e ir con él obviamente. Ningún hombre me ha impactado tanto como él y no entiendo porqué logró bajar mis defensas.

Sin seguir en contra de mi capricho, le tomo la palabra y estrecho su mano.

— Sabes que me llamaste perro ¿verdad? — Mascullo pero en realidad no es así, una leve risa brota de mis labios.

Una sonrisa ronca brota de su garganta y yo carcajeo.

— No te quejas cuando me las cobre — Coloca su mano frente a sus ojos, dobla dos dedos para luego estirarlos en mi dirección.

— No es justo, me llamaste perro, así que tengo el derecho a reclamar — Agacho mi cabeza cuando éste ya está dentro del auto. Lo veo y espero a que se justifique con algo racional.

— Yo sólo llevo el mensaje que ya fue escrito —  Sonríe tranquilo. Levanto la cara y espero que sea buena idea lo que haré, tengo miedo. Cierro los ojos y respiro hondo, asiento y me subo a su lado 

No entiendo mi reacción irracional. Me apoyo en el caucho de su asiento y hago un esfuerzo por tranquilizarme y ordenar mi estado. Muevo mi cabeza ligeramente para verlo y de nuevo, mi corazón se inclina en alborotarse perdiendo su ritmo habitual cuando aparece  su mano en mi mejilla. La soba 3 veces y un respingo asalta mi cuerpo al sentir su tacto. Si se da cuenta de mi reacción, está claro que no lo deja saber. Necesito un ventilador, o no....un aire acondicionado. Realmente me ha intimidado. Con sus grandes y largas manos, gira la llave y se pone en marcha. En hora buena, necesito alejarme de todo.

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