Capítulo 3
[ La Anaconda de Ojos Dorados.
Monstruo A+
Habilidad especial : Veneno mortal. Control de sus crias.
Recompensa por matarla : Cura Dorada. Veneno de sangre. Colmillos]
Bakugou frunció el ceño al ver el nivel de poder del monstruo. Era del tipo que, con un poco de esfuerzo, podía derrotar y las recompensas valían la pena. Pero estaba en un lugar con demasiados testigos como para hacerlo. Apenas derrotará el monstruo y llegará Yuei a hacerse cargo de la mazmorra, sería calificado como un Esper y llevado contra su voluntad a las instalaciones del gobierno, luego seguramente sería redirigido a Yuei.
Era como si en Japón y el resto del mundo se hubiera olvidado el libre albedrío de la gente.
Por lo tanto, por mucho que le gustaran las recompensas, no valían su libertad. Por lo que solo se puso a esquivar los ataques de la serpiente y le gritaba a la gente que fuera a la puerta, la distrajo por cinco minutos enteros. No uso Explosión para evitar que le vieran como alguien con poderes pero no se contuvo en usar su otra arma. Si bien las balas comunes no le harían nada a los monstruos de las mazmorras, él modifico sus balas con cristales de esos lugares, por lo que el poder sus balas...
Pues, era altamente destructivo y aterrador.
Muy aterrador ya que era como disparar un misil miniatura.
— ¡Mierda! ¡Ese chico quiere matarnos!
— ¡Corran!
— ¡La salida es por ahí!
Encima que los ayudo, ¿no pueden darme las malditas gracias? No, es más fácil creer que soy un loco.
El cenizo dejo de pensar en tonterías y cuando vio que el sector estaba vacío de gente —viva, los cadáveres abundaban por doquier— se puso a correr con la serpiente enorme detrás y unas cuantas pequeñas, el joven de antes le esperaba a la salida. Le dijo que cerrará la puerta a su señal y cuando lo hizo, salieron solamente diez serpiente, a las cuales elimino con dos disparos que destrozaron también parte del piso del aeropuerto.
Pero lo importante era que el jefe no podía salir. La maldita serpiente enorme le miro con esos ojos dorados amenazantes como si le dijera que, si volvía a entrar, estaba muerto.
— ¡Hiciste un muy buen trabajo! ¡Fue increíble! ¡Bien hecho!
El joven le había agarrado de los hombros y sacudido con fuerza, tenía una enorme sonrisa como si acabará de encontrarse con un milagro. Pero a él no le gustaban esas cosas, por lo que golpeó las manos del chico para zafarse de su agarre y chasqueo la lengua.
Aún así, maldita alegría no se le fue del rostro.
— ¡Tienes que ser un...!
No quería escuchar la maldita palabra Esper, por lo que se apresuró en frenar el entusiasmo de aquel joven.
—No. Solo sé más de las mazmorras que la gente normal —bufo el cenizo — ¿Acaso me viste usar alguna habilidad especial?
— ¡No, pero la velocidad y las armas...!
—Se llama entrenamiento e inteligencia, cuatros ojos. Y un poco de aburrimiento, le puse un cristal a una pistola vieja y salió un tremendo rayo aniquilador, por supuesto que lo llevaría siempre cerca —lo interrumpió groseramente el de ojos rojos —Tambien tuve suerte. Ni creas que me volveré a meter ahí. Qué Yuei o alguien más se haga cargo de esa jodida serpiente.
La alegría de antes de borro del rostro del chico pero parecía seguir lo bastante feliz como para darle unas palmaditas en el hombro que acepto de mala gana. Cuando el cenizo observó a su alrededor noto que la gente de antes seguía caminando hacia su sector de una manera lenta y pausa, sin correr ni agitarse.
Muy diferente de antes, todos lucían bastante tranquilos.
Tal vez él les ayudó a entrar en razón pero, ¿cómo? ¿y por qué mierda fue tan rápido? Solo un Guía de alto rango podría calmar a un montón de gente histérica y él no se siente de esa forma.
Los Guías tenían ciertas auras que los Espers podían percibir fácilmente. Les hacían sentir a gusto y relajados, lo que ayudaba a que mantuvieran la cordura después de usar una gran cantidad de sus poderes. Pero Katsuki no se sentía diferente incluso caminando al lado del chico hasta el sector donde estuvieron antes y viéndole hablar con la gente acerca de que se tenían que quedar juntos por su seguridad.
Sí, podía reconocer que había algo extraño que siendo tan joven hubiera tomando el mando de la situación y nadie se lo hubiera discutido. Además del hecho de que todos le escuchaban con atención y parecían tranquilos en su presencia. Era algo raro, pero el joven se expresaba bien, era alguien con una postura recta y daba la sensación de que se podía confiar en él. Las personas asustadas debían encontrar esas características confortables en su situación, por lo que seguirle la corriente era lo más sencillo para ellos.
Sin embargo, algo le seguía inquietando. Después de declarar de que el joven aviso que Yuei estaba enviando gente para rescatarlos, todos acordaron quedarse en ese sector juntos para defenderse y protegerse de las serpientes. Como la mazmorra no tenía un límite de tiempo, podrían estar sin hacer nada y no pasaría una penalización como ocurría en las mazmorras con tiempo limitado.
Pero una mazmorra seguía siendo una mazmorra. Un lugar que jugaba con la mente humana y quería probar todas sus capacidades de distintas maneras. La calma en el sector duro unas dos horas, el cenizo estaba sentado sobre un asiento como lo estuvo antes, esperando que se le anunciará su vuelo y viendo por las ventanas de vidrio a los aviones que despegaban, que ahora parecían congelados en el tiempo de una tarde de verano.
Cuando el anuncio apareció, tuvo el presentimiento de que ya sabía porqué nunca supo de una mazmorra en el aeropuerto.
Y era porque lo que debió pasar ahí fue demasiado cruel e inhumano.
[Misión de clase C- : Ir con la Anaconda de Ojos Dorados y ofrecerle un sacrificio.
Recompensa : La Anaconda de Ojos Dorados se volverá tu aliada y podrás salir del aeropuerto ileso.
Recompensa adicional : Veneno mortal y Cura Dorada.
Tiempo límite : 6 horas.]
La tensión en el aeropuerto se volvió pesada a tal punto que el cenizo estaba seguro que podía sentir la sed de sangre de algunas personas.
Yuei todavía no era muy reconocida. Los Espers podían tardar días en ir a alguna mazmorra, incluso semanas. La gente tampoco confiaba mucho en la organización que trajo las mazmorras al mundo, por eso, dentro de sus mentes siempre reinaba un pensamiento.
"Tengo que sobrevivir".
Las serpientes pequeñas siguieron viniendo por ellos, incluso podían escucharlas moviéndose por el piso y verlas. Que no se hubieran acercado todavía se debía que el joven de ojos azules había prendido fuego algunos lugares y las espanto. Pero seguían estando ahí, a la espera, deseando que alguien se deslizara a la oscuridad para tomarlo.
Sería cuestión de tiempo antes de que alguien eligiera ser el aliado de ese monstruo.
Bakugou lo sabía. Por eso vio con lastima al joven que hablo con tanto entusiasmo a la gente que guardaba miradas oscuras y recelosas.
—Todos, por favor, ignoren la misión que acaba de aparecer. Somos seres humanos, no vamos a sacrificarnos los unos a los otros en este momento donde debemos mantenernos unidos —declaró el joven —La gente de Yuei no debe tardar en venir. Solo es cuestión de tener paciencia.
La paciencia es un lujo que puede darse alguien que sabe cómo sobrevivir aquí, idiota. No un grupo desesperado por salir.
El cenizo soltó un suspiro y se acostó en el asiento que tenía, en lo que escuchaba los vagos rumores de la gente que parecía estar de acuerdo con las palabras del joven y se reían, inocentemente, como si lo que hubiera dicho fuera obvio. Saco las dos armas que tenía y reviso sus municiones, le quedaban como veinte. Diez para cada arma. Lo suficiente como para sobrevivir.
Al escuchar unos pasos en su dirección se giro en el asiento y actuó como si estuviera durmiendo, pero sintió una mano apretando su hombro y la voz del joven que le llamaba. Aún si quería ignorarlo, termino suspirando y moviéndose, aunque seguía acostado sobre los incómodos asientos del aeropuerto. Debía dar la impresión de ser alguien muy vago de esa forma.
— ¿Qué quieres? —le preguntó.
—Creí que te gustaría comer algo —le mostró un paquete de papas fritas y un chocolate —No encontré nada más que esto. Lo lamento, en tu estado te vendría mejor algo más nutritivo.
—...No lo necesito —se dió la vuelta el cenizo —Te lo puedes comer tú.
—Por favor acéptalo —insistió el más alto —Puedes tomarlo como una muestra de agradecimiento por haberme dejado tu arma antes.
—Lo hice para que evitarás que esas malditas serpientes llegarán hasta acá —gruño el de ojos rojos —No porque fuera buena persona. Quería mantener este lugar seguro.
Hubo un breve silencio y Katsuki estaba feliz de que el joven fuera a rendirse, pero entonces sintió que de nuevo agarraba su hombro y se lo apretaba con suavidad, eso le hizo gruñir y golpear su mano, en lo que se sentaba en los asientos del aeropuerto.
—No me gusta que me toquen, cuatro ojos.
El chico le miro con el ceño ligeramente fruncido pero después se disculpo y se sentó a su lado.
—Y no te dí el maldito permiso de...
El más alto le dejo las papas fritas y el chocolate sobre su regazo, haciendo que le fuera imposible contener el gruñido que dió su estómago.
Las personas dentro del aeropuerto ya habían encontrado comida en ese lugar, escasa y mayormente era comida chatarra o embolsada. Algunos se pelearon por la comida y otros tenían niños a su cuidado, por lo que pidieron más comida. Él no quiso formar parte de todo el alboroto, por lo que se había ido a sentar desde el principio.
No sabía si ese joven había visto esto o si solo le daba su comida por caridad. Pero como ya no podía ocultar lo hambriento que estaba, se agarró el chocolate y lo empezó a comer.
El joven sonrió satisfecho con eso. Algo que obviamente ignoro.
—Aún no me he presentado, soy Iida Tenya —dijo en un tono educado y haciendo una pequeña reverencia con su cabeza, a lo que el cenizo respondió con un asentimiento —Realmente pareces saber mucho de las mazmorras, ¿eres un sobreviviente de alguna?
Los sobrevivientes de las mazmorras eran personas que no habían hecho nada significativo para contribuir a su derrota. Pero cuya supervivencia podía dar muchos datos de las mazmorras. Ya que algunas personas quedaron encerradas en mazmorras que eran de tiempo indeterminado, lo que les dió el tiempo de explorarlas y conocerlas. Esa información valiosa era codiciada por Yuei y otros grupos que querían enfrentar a las mazmorras de la forma más óptima posible.
Anteriormente, el conocimiento de Katsuki en las mazmorras se basaba en su propia experiencia como ladrón de las mismas y de las noticias que veía, también de las historias que escuchaba de boca en boca. En la actualidad, sabía bastante más de las mazmorras por haberlas estado resolviendo en solitario y por haber explorado algunas.
Pero no podía decir eso abiertamente. Después del tercer año de que llegaron las mazmorras, se declaro que solo el personal autorizado tenía permitido entrar en ellas y se empezaron a monitorear, aparte de que llegaron las subastas por las mazmorras de bajo nivel. El gobierno se hizo un monopolio sabiendo que los grandes empresarios empezaban a tener interés en los materiales encontrados en las mazmorras y no tardarían en hacer negocios en Yuei para que les compartieran uno o dos Espers con fines puramente capitalistas.
Así que la información que supiera no solo era de alto valor sino que era información que tampoco debería saber. Porque actualmente si bien las mazmorras eran un tema de horror donde nadie querría entrar a una voluntariamente y su seguridad era muy mala, seguiría siendo extraño que un civil común supiera tanto de las mismas.
Le tuvo que dar a Tenya la única respuesta correcta que tenía.
—Sí, soy un superviviente. Estuve en una mazmorra un largo tiempo por lo que sé una o dos cosas —mintió el de ojos rojos —Como te dije antes, no es para tanto.
— ¿Fabricaste tu mismo esas armas?
El cenizo miro con cierta hostilidad al más alto en ese momento, que le observaba con sus ojos azules como si quisiera saber todos los secretos que guardaba pero él no los pensaba decir y pensaba ser muy claro al respecto.
— ¿Alguna vez has matado a alguien?
La cara de Iida cambio por completo. Como si con esa pregunta le hubiera erizado toda la piel y miro hacia las armas que tenía en su cinturón, como si fueran el símbolo de algún demonio malvado y perverso.
Ese tipo de mirada solo podía tenerla alguien que no sabía lo brutalmente horrible que podía llegar a ser una mazmorra.
Alguien que no vio a sus compañeros de clase transformarse en monstruos desconocidos y matarse entre ellos. Alguien que no sabía lo fácil que era para una persona el abandonar a otra en una situación difícil.
E incluso darle una puñalada por la espalda.
—Te daré un consejo porque pareces alguien muy denso. Las mazmorras no te obligan a hacer nada, eres siempre tú quien elige que hacer —le dijo en lo que se sentaba boca arriba en los asientos y miraba hacia el techo —Tu elección no determina quién mierda eres, sino lo que deseas más que nada. Yo deseo vivir, por ejemplo.
—...Entonces, ¿serías capaz de matar a alguien con tal de lograr eso?
La expresión del pobre chico estaba pálida.
Pero la respuesta de Bakugou no vaciló en ningún segundo.
—Sí, lo mataría. Pero no lo sacrificaría —aclaró —Y sería el último método. Ahora, vete, quiero dormir un rato.
Tenya le miro con cierta tensión pero termino parándose y yendo a otro lado, a hablar con algunas personas. Parecía que les decía cosas para que mantuvieran el ánimo o fueran optimistas. No sabia si le estaban creyendo o no y tampoco le interesaba.
Él intento dormir un rato. Debido a la incomodidad de los asientos y al hecho de que seguía con muchos extraños para su gusto, seguía estando bastante alerta. Por lo tanto, al girarse, no le sorprendió tanto ver que el más alto se había sentado en el suelo, del lado donde él tenía los pies, como si estuviera haciendo vigilancia.
Aunque no parecía estarlo vigilando a él, sino más bien a la gente que se encontraba a delante de ellos, las que estaban agrupados durmiendo una siesta, el círculo de hombres que hablara con botellas de agua en las manos y los dos niños que se abrazaban mutuamente. Debían ser entre cien personas o menos.
Para un aeropuerto que trataba con cientos de personas por día, solo significaba que la cantidad de muertos fue más de la mitad. Y eso que habían juntado a la gente que estaba en la sala del jefe con la que estaba en su sector.
Mucha gente murió, ¿eh?
Incluso si lo estaba viendo y experimentando en primera persona era difícil el explicar cómo se sentía. No quería que más gente de ese lugar muriera pero si nunca hubo noticias de esas mazmorra, quería decir que alguien acepto la misión dada y hubo una masacre.
¿Podría ser que eso no pasará ahora gracias a que intervino? ¿O pasaría de todas formas porque la persona que acepto la misión no cambio de opinión? Tampoco podía darse el lujo de matar a alguien porque sí.
Katsuki bufó y se removió en los asientos, realmente estaba muy incómodo y para colmo, noto que Tenya le miro por sus movimientos. Sus ojos azules eran muy oscuros, casi negros, pero parecían amables y tiernos. No supo porqué tuvo ese estúpido pensamiento. Quizás se debiera a que estaba realmente irritado por la incomodidad de aquellos asientos.
— ¿No vas a dormirte? —le preguntó para evitar pensar en que el joven tenía ojos que eran extrañamente curiosos para él.
—No en este momento —respondió con amabilidad —Parece que estás teniendo problemas para descansar.
—Estás sillas no son una maldita cama —indicó en lo que se sentaba.
El de lentes parecía a punto de contestarle algo cuando escucharon unos ligeros pasos, se les acercaban un hombre y su hija. La niña iba en brazos del hombre, aferrada en su cuello, mientras que él tenía una leve sonrisa en sus labios y le acariciaba el cabello.
Mierda, no.
El estómago de Bakugou se contrajo.
—Iida-san, llevaré a mi hija al baño por un momento, ¿podría cuidar mis cosas?
¿A quién mierda le importaban sus cosas en esa situación? ¡A nadie!
El cenizo casi que rogó porque Iida se negara, porque viera al hombre con sospecha o le dijera que le pidiera a una mujer del grupo que llevará a la niña. Pero el de lentes respondió que cuidaría la vieja mochila que el hombre le extendió y dijo que tuviera cuidado en su camino al baño.
El padre y la hija se fueron.
La tensión dentro del aeropuerto empezó a subir. Los que estaban despiertos miraban a la pareja de padre e hija desaparecer por el pasillo que tenía la flecha que indicaba los baños, pero que también mostraba al sector G-14.
El tiempo límite para la misión del sacrificio era, actualmente, de dos horas.
—Hey, ve por ellos —murmuró el cenizo que podía sentir los latidos de su corazón en sus oídos.
La niña tenía tres años. El hombre debía tener cuarenta y pico. Si el de lentes corría, llegaría con ellos, los detendría. No tendría que usar la violencia para conseguirlo.
—...Somos seres humanos, no monstruos —contestó el más alto, dejando la mochila a un lado suyo y mirando hacia el cenizo con honestidad —Él fue con su hija al baño. Ya volverán.
Ya entiendo qué mierda paso. Este chico también estaba aquí cuando ocurrió la mazmorra. Él tuvo que vivir esto para olvidar esa ingenuidad suya.
Tambien explicaba porqué esa mazmorra no se dió a conocer.
Las mazmorras podían tener más de una misión y por lo general, la segunda misión apelaba a los deseos de los humanos, buscaba tentarlos y volverlos los unos contra los otros. Les ofrecía algo maravilloso a cambio de algo horrible.
Que las personas supieran de algo así solo haría que se asustarán más de las mazmorras y que los Espers no quisieran entrar en ninguna por miedo a morir en manos de sus propios compañeros. La voluntad mental era muy diferente de la voluntad física. Bastaba con que una sola persona tomara una decisión para que todos murieran.
—Él no le hará nada —murmuró el de ojos azules pero aún así le escucho —Es su hija.
Creer eso era ingenuo, tonto y patético.
Pero Bakugou no pudo decir nada. Solo se quedo sentado y espero la pantalla de estado, que apareció cinco minutos después de que el padre se fuera con su hija.
[Cargando actualización de La Pesadilla del Aeropuerto.
¡La Anaconda de Ojos Dorados ha conseguido un aliado mediante un sacrificio infantil! Ahora todo el aeropuerto es su territorio y sus crias se verán multiplicadas tres veces más por la edad del sacrificio.
Misión B- : Mata al aliado de la Anaconda de Ojos Dorados.
Tiempo límite : indeterminado.
¡Buena suerte! ]
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