Mujer
Stargate SG-1 y todos sus personajes son propiedad de Brad Wright y Jonathan Glassner.
Capítulo relacionado: Linajes.
11.- Mujer
Estaba molesto, no debería de estarlo, pero lo estaba. Respetaba a Teal'c, respetaba su vínculo con su maestro, pero Bra'tac había puesto en duda la validez de su equipo, también la suya.
Una vez más alguien había infravalorado a Carter por el simple hecho de ser una mujer. Porque sí, era una mujer, pero eso no la hacía menos que nadie. Era fuerte. Era inteligente. Era brillante. Era divertida. Y sí, era una mujer, y qué mujer.
Habría deseado hablar con libertad, mandar a la mierda el encorsetado reglamento de las Fuerzas Aéreas y defenderla abiertamente, a pesar de que eso habría hecho que Carter se enfadase con él como si también la infravalorase. Sí, de acuerdo, no necesitaba que nadie la defendiese, pero le habría gustado poder hacerlo. Porque era su compañera y porque le importaba.
—¿Puedo sentarme?
—Está libre, ¿no?
Daniel asintió y se sentó delante suyo, dio unos golpecitos sobre la mesa y se echó hacia adelante.
—No he podido evitar fijarme en...
—Oh, te has fijado —le interrumpió—. Aquella cosa de la sala de la puerta no queda nada bien.
El ceño de Daniel se frunció, parpadeó sacudiendo la cabeza.
—¿Qué cosa de la sala de la puerta?
—Sí, hombre, eso que parece una mampara con cosas encima y otras cosas —soltó moviendo las manos con gestos erráticos—. ¿A qué viene eso?
—No me he fijado.
—Ah. Creía que hablabas de eso.
—No lo hacía.
—¿Seguro?
—Sí —contestó Daniel confundido—. ¿Por qué debería hablar de eso de la sala de la puerta?
Jack le miró dándose cuenta de que su estrategia para cambiar de tema no había funcionado.
—No lo sé. Porque llama la atención, quizás.
—Pues no. Hablaba de lo que ha pasado en Chulak.
—Sí bueno, pero ha acabado bien. Me alegro por Teal'c.
—Quiero decir... estás molesto, lo estaba allí, lo estás ahora.
Jack le apuntó con la cuchara vacía y la movió de arriba abajo.
—No me gusta que pongan en duda a mi equipo, nada más, no le busques tres pies al gato.
—Pero no es normal en ti.
—No te ofendas, Daniel —dijo serio—, no me conoces tanto. Soy un cascarrabias de manual, me molesta la gente que duda de la gente en la que confío y no es algo que se me pase chasqueando los dedos.
»Así que no le des más vueltas, ni busques motivos ocultos. Me gusta refunfuñar.
Daniel suspiró como si aceptase de repente la explicación que acababa de darle. Lo último que quería era que llegase a una conclusión errónea o que diese con la que él aún no se atrevía a admitir.
Fin
Notas de la autora:
¡Hola! Hoy una fuera de cámara. Estoy segura de que Daniel se da cuenta desde el principio que entre Jack y Sam hay una relación especial, aunque no quiera ver el vínculo afectivo.
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