10
—¡Realmente lo sentimos mucho! —dijo Eiji ya por quinta vez esa tarde y aunque Ash no entendía aquella manía suya de disculparse compulsivamente, decidió seguirle el juego, porque parecía algo muy importante para él. Tampoco es como si tuviera muchas opciones; cada vez que hacía una reverencia, lo arrastraba para que él también se disculpara— di que lo sientes, vamos.
—Estoy seguro de que no ofendimos a Mark —respondió Ash, pero con eso solo logró ganarse un codazo por parte del pelinegro.
—Aslan tiene razón, no hay de qué disculparse —dijo Mark, quien tampoco entendía por qué Eiji exageraba tanto, pero lo encontraba adorable de todas formas— me gusta que mis amigos pasen a verme al trabajo.
Ash estuvo tentado a decirle que ellos no eran amigos, pero una vez más, Eiji se le adelantó.
—No quisimos interrumpirte —dijo jugando con sus propias manos, a lo que Ash solo pudo rodar los ojos y resoplar. Eiji actuaba como una colegiala en frente de ese tipo.
Mark sonrió y dio media vuelta para alcanzar uno de los estantes en los que tenían expuestas distintas variedades de claveles. Trabajaba en la florería de su familia en el centro de la ciudad, la cual había crecido mucho con los años; hasta ahora, siempre lo habían visto bien arreglado, pero había algo en su aspecto actual (las manos sucias de tierra y las mangas de la camisa dobladas hasta los codos) que lo hacía ver diferente y mucho más apuesto.
Tomó una de las flores por el tallo y la sacó del macetero. Le cortó la punta con las tijeras que guardaba en el bolsillo y se giró una vez más para entregársela a Eiji.
—Siempre es un placer verte —respondió y Ash tuvo que mirar a otro lado. Estaba seguro de que vomitaría si tenía que ver el rostro del japonés sonrojado como un tomate— termino de trabajar en 10 minutos, si quieres puedes esperarme y podemos salir a alguna parte.
Eiji abría y cerraba los labios como un pez en busca de palabras o quizá en busca de aire. Le dio una mirada a Ash y otra a Mark, ambos estaban expectantes por su respuesta. Fue el primero el que tomó la delantera.
—No te preocupes por mi, voy directo a casa —Ash se guardó las manos en los bolsillos y dio media vuelta para empezar a caminar hasta la estación de metro más cercana, pero no dio ni dos pasos antes de que una mano temblorosa lo tomara por la tela de la chaqueta.
—Espera —dijo Eiji— podemos salir los tres.
—Estoy seguro de que Mark no me estaba considerando a mí en la cita —respondió más cortante de lo que pretendía, pero solo se dio cuenta del efecto que tenían sus palabras cuando vio que el pelinegro bajaba la mirada apenado. Tenía que empezar a controlarse— oye, tranquilo... está bien.
—No quiero dejarte solo —respondió con un hilo de voz.
—Estaré bien —le dijo ya más calmado— además, no estaré solo. Yut Lung está en la casa.
Aunque no le encantaba la idea de pasar toda una tarde de viernes con su quejumbroso compañero de departamento, Ash sintió que su corazón se aceleró un poco cuando Eiji alzó la cabeza y sus ojos se conectaron. Estaba apretando los labios; tal era su preocupación por no causarle problemas a nadie que ni siquiera podía tomar una decisión tan sencilla como salir en una cita improvisada o no. Por eso, Ash tomó la decisión por él.
—Diviértete con él —cuando alzó la mano para acariciarle la cabeza, el cabello liso, suave y sedoso del otro se deslizó entre sus dedos— te prepararé la cena cuando llegues.
Y antes de que pudiera protestar más, el rubio se despidió de Mark y dio media vuelta para emprender el camino a casa. Tenía muchísimas cosas en las que pensar en ese momento, como en buscar a aquel hombre de traje y lentes oscuros ahora que lo había visto por la zona, pero por alguna razón, parecía que en su mente no había espacio para otro pensamiento que no fuera Eiji y el hecho de que lo había dejado solo con un tipo al que apenas conocía.
—Él ya está bastante grande como para saber cuidarse solo —se decía una y otra vez para acallar la voz que le advertía que había hecho algo imprudente— también puede decidir con quién tiene citas...
Le había dicho que estaría bien, aunque para ese punto, no sabía si le había mentido o no.
En medio de esas cavilaciones, llegó al departamento cuando el sol comenzaba a ocultarse. El invierno no había pasado todavía y aún quedaban rastros de las frías noches; el joven podía verlo en las puntas rojas de sus dedos y en la forma en la que el vapor salía de su boca con cada respiración. Sacó la llave del bolsillo y abrió la puerta con cuidado de no hacer ruido.
Dentro, el ambiente era muy distinto al frío de las calles. Yut Lung vestía calzas deportivas y una camiseta holgada mientras se estiraba frente a la pantalla del televisor de la sala en el que una mujer daba las instrucciones de una clase de yoga.
"Recuerden respirar profundamente... el aire se queda dentro y los problemas afuera...".
Tuvo que carraspear para hacer notar su presencia y aquello fue suficiente para que Yut Lung pegara un salto y dejara todo lo que estaba haciendo.
—Ah... eres tú —le dijo; luego empezó a buscar a Eiji con la vista por todas partes sin éxito.
—Se quedó en la ciudad —respondió Ash antes de que le preguntaran— está con ese tipo de la aplicación de citas.
—¿El de la mala ortografía?
—Ese mismo —dijo acercándose al librero para tomar el segundo tomo de la saga que estaba leyendo—estaré en el cuarto de Eiji.
—¡Espera! —le gritó antes de verlo desaparecer por la puerta.
Yut Lung llevaba varios días buscando la forma de disculparse con Ash por juzgarlo tan mal la primera vez. Si bien era cierto que era un asesino, no le había hecho daño a nadie en ese departamento y no podía pasar por alto que era muy útil en la casa; eso, sin mencionar que amaba la forma en la que preparaba los panqueques, siempre le ponía la cantidad exacta de mantequilla, ni más ni menos. Siempre había sido demasiado orgulloso como para pedir disculpas, por lo que el único recurso que le quedaba era desviar su mala actitud hacia otra persona, un enemigo en común que los uniera y formara los cimientos de una nueva amistad.
—A mí tampoco me agrada ese tipo —le dijo— es muy raro.
—Sí, lo es —respondió el rubio sin poder esconder la sonrisa que comenzaba a formarse en su rostro.
—Si no tienes nada más importante que hacer —comenzó Yut Lung fingiendo desinterés— puedes venir y practicar yoga conmigo... Solo si quieres.
Estuvo a punto de negarse cuando escuchó a la mujer del video repetir.
"El aire se queda dentro y los problemas fuera". Eso era exactamente lo que necesitaba en ese momento, por lo que no tardó en buscar un pantalón de gimnasia y unirse a la clase.
Tal como le había dicho, Ash lo esperaba con la cena lista en casa cuando llegó, lo que no ocurrió hasta casi las nueve y media. Todas las luces de la casa estaban apagadas excepto la de la cocina, de donde provenía un aroma delicioso a especias picantes y una suave música. Eiji se quitó los zapatos en el recibidor y caminó de puntillas por el pasillo para que no lo descubrieran, pero no contaba con que su nuevo compañero de departamento era un experto en el arte de escapar y esconderse y que no podría burlarlo.
—Ya sé que estás ahí —le dijo desde la cocina— ven aquí.
No tenía caso fingir que no lo había escuchado, por lo que suspiró y caminó hacia la cocina mientras pensaba en lo que Ash le diría.
—No es tan tarde —fue lo primero que dijo en un intento de justificarse— solo paseamos y hablamos.
—No tienes que darme ninguna explicación —respondió Ash mientras terminaba se sazonar los ingredientes en el sartén.
—Lo sé —dijo Eiji mientras jugaba los sus manos— lo sé... es solo que no estoy acostumbrado a salir o a ver personas... o a salir con personas.
Ambos se quedaron en silencio por lo que les pareció una eternidad. Ash daba vuelta la comida y regulaba el fuego mientras Eiji se convertía poco a poco en un atado de nervios.
—¿Entonces la pasaste bien? —preguntó cuando ya no pudo contener más la curiosidad ni ese instinto masoquista que le hacía querer saber qué habían hecho.
—¡La pasé increíble! —respondió Eiji casi a gritos y procedió a cubrirse la boca con ambas manos antes de repetir ya más calmado— estuvo increíble... todo fue gracias a ti.
—Naaa, yo no hice nada —intentó bajarle el perfil al asunto, pero el abrazo que Eiji le dio a continuación lo tomó por sorpresa.
—Gracias —murmuró contra su pecho mientras restregaba la cara en un intento de retener lo más que pudiera de su aroma antes de que aquella cercanía terminara.
—No hagas eso —le dijo el rubio apartándolo con suavidad.
—¿Por qué no? Somos amigos.
—Precisamente por eso —respondió dando media vuelta para sacar los platos de la estantería— anda, vamos a comer.
Y salió de la cocina rumbo al comedor antes de que Eiji pudiera hacer más preguntas que no quería contestar.
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La pregunta del día para nada relacionada al fanfic: ¿debería ver Tokyo revengers? Voy a estar atenta a sus comentarios... la verdad es que mi única motivación para verla es para shippear a los personajes, pero si es buena sería aún más feliz :D
Espero que les haya gustado. Muchas muchas gracias por darle su apoyo a esta historia. Los leo en el siguiente capítulo <3
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