»2:52 a.m. | EL ARMARIO DE KYLE

c a p í t u l o | 04

EL ARMARIO DE KYLE


—¿Eres consciente de lo que estamos a punto de hacer?

El bote de pintura parecía tener vida propia por culpa de mis tics en la mano. Estaba nervioso otra vez. Pero claro, ¿cómo no estarlo si en menos de quince minutos iba a romper otra ley?

—Sí, vamos a ver a Kyle.

—Vamos a invadir su privacidad, Sloane —intenté razonar. A estas alturas no sabía por qué seguía intentándolo. En poco más de media noche me había demostrado que podía ser igual de testaruda que una mula y que, cuando tenía una idea metida en la cabeza, no había manera de hacerle cambiar de opinión—. Son cosas completamente distintas.

—Hablas igual que mi madre—resopló.

—¡Alguien tiene que ser el adulto razonable! —dije exasperado.

¿Es qué no había nada que quisiera hacer dentro de los parámetros civiles?

—Y estás intentando decirme que ese no soy yo, ¿verdad?

—Menos mal que eres lista.

—Oye —me golpeó con su gancho derecho en el hombro—. Gracias a mí estás viviendo aventuras. Deberías sentirte afortunado.

—Pues preferiría otro tipo de «aventuras» —Cité con los dedos.

—Ross —dijo alegremente—. Me agotas. Pensé que después de ir a casa de Mark habrías superado cualquier dilema ético que pudieras haber tenido.

—No, no le he hecho. Puedo ayudarte a incordiarlo como hemos hecho por teléfono y puedo ayudarte a vengarte de él en el instituto porque al final del día sé que son bromas —le expliqué razonablemente—, pero ir allanando casas de un lado a otro es algo que se me escapa. Ésta es la segunda en una noche, ¿no te sientes ni un poco culpable?

—Tampoco es como si fuera a hacerle daño.

—¿Y no te has parado a pensar cómo se sentiría Kyle si nos pillase husmeando por su casa?

Las facciones relajadas de Sloane cambiaron de expresión en cuestión de segundos. Tensó los hombros y un gran ceño apareció en su frente, dándole un aire letal.

—A Kyle no parecieron importarle mucho mis sentimientos cuando decidió difundir rumores sobre mí —espetó tajante.

Mis oídos tuvieron un duro trabajo intentando comprender sus palabras. ¿Kyle había hablado mal de ella?

—¿Qué tipo de rumores?

Sloane se encogió de hombros tratando de restarle importancia, pero sus ojos decían otra cosa. Se notaba a leguas que no le hacía ninguna gracia lo que le había hecho.

—Ya sabes, los típicos. Que si me he acostado con medio equipo de atletismo, que si soy un putón que sólo busca una distracción. Kyle es ese tipo de persona.

—¿Y son ciertos? —pregunté suavemente.

Esperaba por favor que no se enfadara por mi impertinencia, pero me di cuenta de que necesitaba saber si eran verdaderos para poder respirar con tranquilidad.

—Más o menos. —Volvió a encogerse de hombros, pero esta vez aprovechó para esconder su cabeza entre las rodillas que había doblado sobre el asiento de piel—. El asunto es un poco delicado.

—¿Por qué?

—¡Porque no tendrían que meterse conmigo por vivir mi vida! —Sus ojos grises y turbios como un huracán parecían esconder miles de secretos que quedaban muy lejos—. Si me acuesto con tres soy una zorra, si no lo hago con nadie soy una estirada. No hay tregua, haga lo que haga van a decidir cómo soy porque ellos son así, y no es justo. A los tíos se os aplaude por la misma razón que a nosotras se nos condena. ¿Y sabes lo peor? No hice nada para merecer ese castigo. Ni siquiera hablaba con Kyle cuando empezó a decir que su primo y yo habíamos pasado la noche juntos.

—¿La pasasteis?

—No. —Se apretó los párpados con las manos—. Bueno, sí. Pero ¿y qué? No debería pasar nada, no tendrían que hablar de mí y soltar mentiras relacionadas siempre con el mismo tema. Es agotador.

—Lo sé. Tienes razón.

No me di cuenta de que había cerrado las manos en puños. Ahora mismo tenía ganas de ir hasta Kyle y destrozarle mucho más que la habitación.

—Claro que la tengo. Hasta un ciego sería capaz de ver a lo que me refiero.

Cuando acabó de despotricar, vi como una lágrima traicionera le resbalaba por la mejilla. Ella no pareció darse cuenta y yo no me atreví a secársela.

—Venga, vamos a espiar a Kyle —le dije.

Nos encaminamos hacia su calle intentando pasar desapercibidos entre las sombras de la noche, pero las luces de emergencia encendidas a lo largo del vecindario nos dificultaron bastante el trabajo. Al estar cara a cara con la casa, supe de inmediato cual sería la ruta que Sloane tomaría.

—Sígueme —susurró mientras ojeaba las gruesas ramas del árbol que teníamos delante.

—Más árboles no —supliqué pasándole la bolsa con nuestras herramientas—. Por favor.

—No seas tan quejica. —Sloane empezó a escalar el tronco con tanta facilidad como la de un mono en el zoo—. Te prometo que este es el último árbol que escalamos en toda la noche.

—Sabes que no te creo, ¿verdad?

—Por supuesto, pero de verdad necesito que subas hasta arriba antes de que actives alguna alarma o se den cuenta de que estamos aquí.

Intenté trepar como el ninja que creía que era cuando tenía siete años, aunque la realidad no podía alejarse más de mis días de completa inocencia y felicidad. A pesar de que los Boy Scouts me prepararon bien para este tipo de situaciones, escalar el árbol de Mark fue muchísimo más fácil que este. No sé si debía a las constantes miradas de Sloane o porque mis manos parecían dos lagos llenos de sudor, pero tenía claro que había tenido el estilo y la gracia de una patata.

—Bien hecho, Spiderman. —Abrió el kit de espionaje de Franklin y sacó dos pares de prismáticos—. Toma, intenta no tirarlos.

—¿Por qué iba a hacerlo?

—Quien sabe las cosas que oculta Kyle en su guardia. Puede que te sorprenda.

—Aún así, dudo mucho que sean capaces de impresionarme. Esta noche lo estoy viendo todo.

—¿Estás seguro?

—Completamente —le aseguré con una mano en el pecho.

—Genial, entonces seguiremos el plan como estaba previsto. Serás tú el que pinte su ventana.

—Sigo sin verle la parte positiva a esto —murmuré con el bote de pintura en mis manos. Sentía que pesaba más de lo que aparentaba.

—Eso es porque todavía no has cambiado tu perspectiva. Piensa que somos como Robin Hood, pero sin la parte de robar. Estamos aquí para recopilar información que puede sernos útiles en un futuro. Lo del espray es una vendetta personal.

—¿Y no sería lógico que lo hicieras tú?

Le tendí el bote encantado, pero Sloane lo rechazó con la mano.

—No, tú tienes mejor pulso. Además, ¿nunca has querido saber qué se siente al darle su merecido a uno de los idiotas más integrales del mundo?

—La verdad es que no.

Aunque la idea tampoco me parecía mal, dentro de los parámetros ilegales que estábamos a punto de sobrepasar, claro.

—Bueno, pues hoy lo descubrirás. —Sonrió como un felino y se sentó en una de las ramas más altas del árbol—. Apunta bien.

La habitación de Kyle era visible desde mi posición y, a pesar de que él tenía las ventanas cerradas, sus cortinas no estaban corridas. Podría ver con claridad cómo se desarrollarían los hechos.

Una parte de mí temía que Kyle pudiera vernos por el cristal, pero sabía de sobras que fuera había demasiada oscuridad y que le llevábamos ventaja. Estar aquí era como ser parte de un espejo blindado, yo podía verle y él a mí no.

No era muy justo, aunque lo que le hizo a Sloane tampoco lo era.

—Ya viene —susurró emocionada.

Mientras esperaba a que entrara por completo, no pude evitar pensar lo extraña que había sido esta parada. No había estado planeada desde un principio, pero tras la llamada a Mark, Sloane estaba completamente convencida de que él no esperaría hasta mañana para preguntarle sobre Savannah y descubrir el pastel. Así que, aquí estábamos, a punto de saber cómo Kyle reaccionaría al saber toda la verdad.

—No puede ser.

La sorpresa de Sloane me trajo de vuelta a la Tierra, donde no sólo Kyle era muy probablemente ajeno a sus cuernos, sino que también estaba demasiado ocupado poniéndoselos a Savannah con otro tío.

Ahora entendía a lo que se refería Sloane con no tirar los prismáticos. Tuve que sujetarme bien al árbol para no caerme de la impresión. No me esperaba este giro de los acontecimientos, nadie lo habría visto venir. Había sido testigo de un cuadrado amoroso en una sola noche, demasiado para gente corriente como yo.

—¿Sabías esto?

—¿Yo? —Cuestionó Sloane con la boca abierta en forma de vocal—. ¡No! Ni idea.

Si ya tenía dudas sobre espiar a Kyle, esto no hacía más que recordarme el porqué. Estábamos pasando los límites de invadir su privacidad, lo habíamos llevado a otro nivel. Observar su vida privada desde un árbol era muy, muy violento.

Quería ir hasta la playa y enterrarme bajo la arena para no tener que presenciar más escenas de este calibre nunca más.

—¿Estás bien?

Sloane lo susurró tan cerca de mi oreja que disparé el espray de pintura contra la ventana de Kyle sin querer, sobresaltado, e hice que él y su amigo gritaran por la intrusión. Eso, a su vez, llevó a Sloane a gritar también.

—¡Nos vamos!

No me dio tiempo a mucho más antes de que comenzara a tirar de mí árbol-abajo.

No paramos de gritar y correr hasta que llegamos al coche y nos alejamos de ellos lo suficiente para no ser pillados. Ni siquiera me preocupaba el hecho de que pudieran habernos visto (la pintura había tapado la gran parte del cristal), más bien, daba las gracias por no haberme roto la cabeza mientras Sloane me arrastraba hacia el suelo como si nos hubiéramos criado en la jungla.

—¿Quieres saber una cosa? —le pregunté una vez fuera de peligro.

—¿Qué?

No me hizo mucho caso porque estaba ocupada comiendo el kebab que nos había sobrado de antes.

—Si el agente 007 te viera, probablemente se echaría a llorar. Eres una espía nefasta, Sloane.

—¿Por qué dices eso?

—Porque los espías tienen que ser silenciosos y pasar inadvertidos. Tú haces todo lo opuesto, siempre acabas gritando o haciendo que nos pillen.

—¿Vas a negarme que no ha sido divertido?

—Ha sido suicida —intenté explicarle.

—¿Por qué? —arqueó una de sus cejas—. ¿Por qué has saltado de un árbol o por qué tienes ganas de sentirte así de nuevo?

—¿Cómo?

—Como si fuera el último día de tu vida.

No sé si había una descripción concreta para definir lo que sentía, pero lo que había dicho Sloane se acercaba bastante. Esta noche estaba siendo excepcional, jamás había cometido tantos delitos como hoy y, aunque supiera que no estaba bien, sabía que si mañana decidía irme de aquí al menos tendría algo que recordar de esta ciudad de mala muerte.

—No te pongas filosófica conmigo, querida. Somos cómplices de dos engaños diferentes llevados a cabo por una misma pareja. ¿Por qué estás tan tranquila?

—Porque no seré yo quien sufra las consecuencias mañana.

—¿Y ahora qué?

—Ahora volvemos y los pillamos con las manos en la masa.

—¿Estás loca?

Con los ojos abiertos de par en par, me dispuse a arrancar y alejarnos todo lo posible de aquí, pero la mano de Sloane me detuvo.

—Ross, por favor. Tenemos que cerrar el círculo. Kyle y Savannah tienen que saber lo que el otro les ha hecho.

—¿Pero por qué inmiscuirnos? —repliqué—. ¿No has pensado que, quizás, todo forma parte de un acuerdo entre ellos?

—Ser traicionado no es algo que decidas por ti mismo. —Repuso con seriedad en la mirada.

—¿Entonces?

—Les hacemos una foto, juntamos ambas pruebas y dejamos que el volcán entre en erupción

—Esto se llama intromisión.

—Es adelantar lo inevitable.

—Cuando se te mete algo en la cabeza eres insufrible.

—Gracias. 

De vuelta al mismo árbol de antes, me di cuenta de que habían limpiado el espray de la ventana hasta dejarla de un color amarillento. Ahora sólo parecía que estaba sucia, pero podía verse a través.

Kyle y su amigo no estaban haciendo nada que yo considerara privado; de hecho, parecía que ya habían hecho todo lo que tenían que hacer esta noche. Ambos estaban tumbados en la cama, entrelazados, con las sábanas por la cintura y compartiendo besos sin percatarse de que los estábamos observando. Bueno, sí era privado. Claro que sí. ¿A quién quería engañar?

Cada vez me sentía peor. Mi estómago no dejaba de recordármelo; comerme ese kebab había sido la peor decisión de la noche.

—¿Preparado?

—No —gemí, temiéndome lo peor—. ¿No podemos sacarles la foto y ya?

—Por supuesto que no.

Sloane bajó del árbol con una agilidad envidiable y, tras peinarse con los dedos, enderezó los hombros antes de caminar hasta la puerta de la entrada. Llevaba su walkie talkie encendido para darme la señal. La oí llamar al timbre y cómo su respiración se aceleraba un poco.

—¿Puedo ayudarte?

La voz de una mujer se escuchó estática desde el aparato. Parecía preocupada y temerosa de encontrarse a una adolescente en el porche de su cada a las tres de la mañana. Aunque, pensándolo con detenimiento, cualquier persona con juicio lo estaría.

—Soy Savannah, la novia de su hijo.

—¿Savannah? —Hubo una pequeña pausa—. ¡Oh, Savannah! Has cambiado mucho desde la última vez que te vi. ¿Qué haces aquí a estas horas?

—Había quedado con Kyle hace un par de horas, pero no ha aparecido —confesó con la voz rota. Tenía que reconocer que hacía muy bien su papel—. ¿Puedo subir a verle?

—Descuida, yo misma iré a avisarle. —La madre de Kyle suspiró resignada—. ¿Quieres sentarte mientras esperas? No tardaré nada.

—Gracias.

Sloane entró en la casa y yo contuve la respiración.

—Va hacia arriba. Prepárate —susurró por el walkie talkie.

—Entendido —mascullé con un nudo en la garganta—. Cambio y corto.

—Deja de hacer el tonto y ten la cámara a mano.

—Sí, señora.

Puse los ojos en blanco ahora que no podía verme e hice lo que me había pedido.

Saqué el móvil y lo preparé para grabar la escena que iba a desarrollarse ante mis ojos. La puerta de Kyle se abrió de par en par para revelar a una mujer indignada, cuya expresión pasó del enfado a la sorpresa en apenas segundos al ser testigo del idilio que su hijo estaba teniendo con otro chico que no era Savannah. Los gritos no tardaron en llegar por ambas partes.

«No puedo creerme que la hayas engañado. Yo no he criado a un adúltero».

«¡Mamá, no es lo que parece. Lo juro. Es mi novio de verdad».

«¿Y por qué nunca lo has traído a cenar?».

En mitad de todo el caos, el otro chico consiguió escabullirse por la ventana con la ropa interior puesta y la camiseta en la mano.

Cuando sus pies rozaron el tejado, vi como cogía aire y miraba hacia abajo. Paralelamente, sus ojos decidieron alzarse hacia mí. Nos miramos durante unos breves segundos. Ninguno de los dos dijo nada.

Le lancé la cuerda al ver su cara de desamparo. El chico abrió la boca un par de veces, decidiéndose entre gritar o asumir que había un adolescente encaramado al árbol que daba a la ventana de su novio, pero finalmente se decantó por aceptar el obsequio y descender hacia abajo sin mediar palabra.

Mientras tanto, la cámara había captado todo el proceso y a Sloane le había dado tiempo de volver a subirse al árbol.

—¿Lo tienes? —preguntó, frotándose las manos.

—Sí.

—Vamos, mándaselo.

Mis dedos bailaban a ras de la pantalla. Teníamos en nuestro poder dos armas que podrían significar el fin de una relación. ¿Realmente íbamos a hacerlo?

—¡Ross!

Sí, claro que sí.

Desde una cuenta falsa, envié la conversación de Mark a Kyle y el vídeo de éste a Savannah. En unos minutos su pequeño oasis se vería reducido a cenizas. Aprovechamos que Kyle se había ido al baño a cambiarse para ponernos cómodos. Tan sólo nos faltaban las palomitas.

—Esto va a ponerse feo —anunció Sloane entusiasta.

Kyle reapareció en su habitación vestido con una camiseta vieja y el pelo despeinado. Frunció el ceño al ver que su amante se había esfumado. Se tumbó de nuevo en la cama, esta vez sin compañía, y se estiró para coger el móvil. Tecleó varias veces en la pantalla, no sabíamos si para llamarle a él o hablar con la verdadera Savannah.

La rama que nos sujetaba acabaría cediendo por culpa de todos los balanceos que nos provocaba la risa. Y entonces sí que no nos enteraríamos de nada.

—No te muevas —le susurré a Sloane—. O terminaremos en el suelo por tu culpa.

—¿Mi culpa? —preguntó haciéndose la ofendida. Se agarró a mi hombro para ponerse en cuclillas y tener mejor visibilidad, dejándome a mí como su único apoyo—. Como muevas un solo músculo y hagas que nos descubran no dejaré de recordártelo nunca.

—Eres peor que una niña pequeña.

—¿Y qué más dará eso ahora?

Me golpeó la mejilla con el dedo índice y me obligó a mirar hacia la ventana, donde Kyle no dejaba de gruñir obscenidades a su teléfono.

Había descubierto el pastel.

—¿Qué demonios es esto? —Aulló enfadado—. ¿Qué significa esto, Savannah? ¿Tienes para elegir y decides hacerlo con Mark? —Hubo varios minutos de silencio, donde supuse que sería el turno de Savannah para gritarle por su infidelidad con el chico misterioso—. No, lo mío con Jared es diferente, ya lo sabes. Accedimos a una relación abierta, pero eso no implicaba que pudieras acostarte con mi mejor amigo.

—¿Y por qué no? —susurró Sloane.

Yo estaba muy perdido en la conversación.

—Porque no, Sav. Mi mejor amigo no.

—Le gusta —solté de repente, sin tener la necesidad de seguir escuchando.

—¿Qué? —Sus ojos grises alternaban de la ventana a mí como un partido de pin-pon.

—Mark. A Kyle le gusta Mark.

Tras varios reproches más, Sloane terminó dándome la razón.

—Jamás lo habría dicho. Menudo rompecabezas acabamos de resolver.

Kyle se desplomó en la cama y se pasó las manos por la cara antes de recoger una foto del suelo y ponerla de nuevo en su mesa de noche. Probablemente se hubiera caído durante la huida de Jared.

Enfocándola con los prismáticos, vi que era una foto de él y Mark en una de las tantas carreras que habían corrido juntos. No una de él y Savannah, ni tampoco otra de él y Jared; era una con su mejor amigo.

—Creo que es hora de irse. 

—¿Cuál es nuestra siguiente parada?

Cerré los ojos, preparado para la siguiente locura de la noche.

—Tranquilo, Ross. Ya no visitaremos más casas.

—¿No?

—No. —Rio con la vista pegada a la ventana—. ¿Sabes ir hasta la playa?

—¿Qué hay allí?

—Una fiesta exclusiva en uno de los yates atracados en el puerto.

—Y deduzco por tu forma de hablar que no tenemos invitación para esa fiesta, ¿verdad?

—Has deducido muy bien.

—Quieres colarte.

No me hacía falta preguntárselo, la sonrisa en sus labios me lo confirmaba todo.

—¡Correcto! —exclamó—. Pero antes vamos a tener que camuflarnos.

—¿Y cómo quieres hacer eso?

Temía la respuesta tanto como a ella.

—¿Sabes si hay alguna tienda de disfraces por aquí cerca?




Madre mía, me encanta esta mujer


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top