Capítulo 1

La mañana se abrió a la par de sus ojos. Hizo la sábana a un lado para sentarse en aquella cama que le habían proporcionado hacía ya varios años, cuando fue confinado a aquel simulacro de hogar. 

Que decir. Que mentir. Había aprendido a odiar aquella casa que cuya suerte de zoológico o museo; lo convertía en un objeto para observar.

Nadie tiene la culpa de esto…nadie.

Terminó de colocarse las pantuflas y caminó con menos pereza que días anteriores para abrir las cortinas. La luz entró súbita y, del otro lado de la ventana, ya la ciudad comenzaba a bullir con algunos curiosos que de vez en cuando volteaban a verle.

“Simon, el Humano del Siglo XX” Era el letrero que se elevaba en aquella enorme vitrina en la que lo habían colocado.

Suspiró.

Un poco más tarde, la cafetera silbó. El café se vertió en una taza y Simon se sentó en el comedor mientras miraba aquel líquido negro agitarse al ritmo de los tronidos provocados por la cuchara con la cerámica. 

Una taza con café negro. 

Juraría que había visto en un pueblo cercano a un ser Taza con Café Negro dueño de una panadería. Un buen tipo que vendía, paradójicamente, un buen café. 

Sorbió de su taza y resopló un poco por el fuerte calor en su lengua; se había apresurado.

Al estilo Finn.

Sonrió. Apresurado nunca fue una palabra que lo definiera, pero ahora, con aquella milenaria herida que sentía por el amor de su vida finalmente evaporada, podía dejarse ver lo importante que era vivir, estar vivo y ser quien él era, fuese quien fuese. 

Quizá atreverse un poco a algo; como tomar un café sin esperar lo suficiente.

Tan importante como no esperar a que el café se enfríe. Tan importante como la necesidad de no buscar la muerte.

Ser quien era, era importante. Y volvió a sonreír y a quemarse la lengua.

***

¡¿Cake?! ¡¿Dónde estás?! ¡¿Cake?!

Gary, ¿Has visto a Cake? Desde ayer no la encuentro y solo me dijo que iba a dar una vuelta.

***

-En el siglo XX las personas no eran tan variadas como los son actualmente, los seres hablantes y pensantes eran todos como somos, a falta de más ejemplos, Finn y yo.

-¿Señor?- Levantó la mano una pequeña bombón de fresa. Portaba un moño de crema batida y tomaba la mano de su madre, un bombón más grande y con cara de fastidio.

Simón las miró, sabía que las clases de historia en el recorrido nunca eran bienvenidas y de igual manera sabía el tema que saldría a continuación.

– Si, dime pequeña. -

-Soy fan de sus historias de Fionna y Cake, y quisiera saber ¿Cuándo va a sacar el próximo número?

Hacía apenas unos meses, Simón se hubiera vuelto loco tratando de esquivar y desechar todo lo relacionado al Rey Helado, buscando como demente hacer entrar en razón a todo mundo y todo mundo se hubiera retirado quejándose del loco humano amargado de la calle Limón. Pero esta vez, inhaló, exhaló, y, para sorpresa de mamá bombón, contestó sonriente:

-No lo sé, pequeña. Pero estoy pensando en escribir como Fiona y Cake viajan a un mundo lejos de Oob, y conocen gente parecida a las personas del Reino, pero no iguales. Casi como si fuera…- Simón se llevó la mano a la barbilla, como pensativo.

-¡Otra dimensión!-

-¡Exacto!- Contestó animado. -Creo que tienes talento, ¿Por qué no lo escribes tú misma? Me gustaría leerlo alguna vez.

La pequeña chilló de alegría mientras abrazaba aquel libro que contenía historias escritas por un demente hacía mucho tiempo. En la alegría sincera de la pequeña golosina, Simón no pudo evitar conflictos con su antiguo yo.

Te odio tanto como el hecho de que no alcanzo a comprender tu ser, Rey Helado, que haces sonreír a una niña.

Simón le palmeó la cabeza y, como era ya más común ahora, las personas que habían presenciado le sonrieron y agradecieron la condescendencia.

****

Fiona corría entre los callejones de su ciudad esquivando contenedores de basura y buscando entre gatos sin dueño, a su compañera extraviada.

La mañana del día anterior, muy temprano, escuchó decir a Cake que iría dar una vuelta. Fiona apenas si le respondió girando entre las sábanas de su cama. Dijera lo que dijera y preguntara lo que preguntara, como cualquier felino, Cake haría su santa voluntad; mucho más que ahora que con sus características mágicas, era prácticamente invulnerable.

Eran las 11:57 de la noche del día siguiente y su amiga no aparecía. Fiona salió de un callejón y corrió por la acera de una de las calles principales. A lo lejos vio la entrada al parque y decidió volver a revisar. Si Cake no aparecía por ningún lado cabría la posibilidad de que no estuviera en ese mundo. Había pensado en Prismo pero no sabía a ciencia cierta si el ser Inter dimensional podría ayudarle ni si sabría como contactarlo con exactitud. 

Sería el último recurso ponerse a gritar como loca para ver si el tipo le respondía.

En la entrada del parque torció hacía la zona más arbustiva, respiraba por la boca debido al buen rato que llevaba corriendo, pero su cansancio no se comparaba con la sensación de susto de no tener ni una noticia o dato de su amiga desaparecida.

No llevaba mucho tiempo en el terreno de Hunter, cuando sintió que le tomaban de la cintura y la halaban. Inmediatamente sintió una mano cubriendo su boca.

****

El bullicio de aquella cafetería le devolvió por unos instantes a los tan lejanos momentos en el campus de la universidad donde había dado clases. Rodeado de libros siempre, el aroma de los patios comunes llenos de juventud y vida le eran algo ajenos. No es como si esperara ser en algún momento alguien popular. Nunca lo tuvo en realidad en mente. 

Una pregunta lo sacó de sus ensoñaciones.

-¿Y usted recuerda algo de su vida como el Rey Helado? 

Ella era una joven dama de porcelana francesa, de piel blanco lechoso y todos los bordes de su cuerpo (los que alcanzaba a ver) y vestido, sombreados por un azul suave y brillante. Toda ella era brillante. En el rígido cabello mostraba algunos bordes dorados que, a su percepción, eran síntoma de juventud ya que había visto en sus andares, otros seres porcelana de rasgos mayores y con todos sus bordes dorados.

-Son como sueños.-contestó- es decir, como sueles recordar algo que soñaste: solo algunas partes y todo muy disperso. Agradezco que sea así porque era muy bochornoso ser esa persona

La joven de porcelana se sonrojó en azul y Simon se disculpó alegando que no le había incomodado en ningún momento su pregunta y que era algo que le ocurría frecuente. Ella le miró con timidez y cerró un par de veces sus ojos dorados de pestañas largas y gruesas antes de preguntarle si de verdad no le incomodaba. Simon dijo: para nada. No haría sentir mal a la primera señorita con la que aceptaba salir a tomar un té en más de mil años.

Ella le había abordado cuando se disponía a cerrar las cortinas de su casa-museo, alegando trabajar en algún periódico. Era nueva en su trabajo y quería causar una buena impresión logrando una entrevista con “El Hombre del Siglo XX” ya que había escuchado que ahora él era más accesible y menos, pues, loco.

De primera instancia Simon, mecánicamente, iba a rechazarla, pero la última luz de la tarde en el horizonte se coló desde unos viejos edificios abandonados y lo cegó momentáneamente.

A qué me quedo a morir en este lugar.

Había aceptado, si ella le aceptaba a él, un café o té en una cafetería cercana.

Le respondió todas las preguntas que ella le lanzó, desde su relación con Finn y Marcy, hasta su obsesión con Bonibel siendo el Rey Helado. Desde la vida en el siglo XX hasta el alcance de sus antiguos poderes. Ella se interesaba cada vez más en la plática al grado de dejar de anotar, solo escuchando.

Cerca de la media noche, Simon le dejó claro que debían continuar otro día. Ella entendió y ambos salieron de la Cafetería de Waldo´s rumbo a una calle principal. La joven, a diferencia de toda la estancia en el local, iba silente y pensativa; dejando sonar el curioso ruidito que hacían sus zapatos de punta holandesa, con la acera.

Porcelana francesa que es resistente y flexible. 

Una de las cosas que siempre le sorprendían a Simon, era ver cosas que antes eran físicamente imposible, como la ropa de aquella chica, que, siendo de porcelana, tenía la densidad de la tela.

-Y dígame, Heleonor, ¿Su ropa no se rompe al contacto?

-Eso depende.

-¿Depende de que?

-De quién haga el contacto.

Al voltearla a ver a los ojos imbuido por la sorpresa de su respuesta, encontró una sonrisa traviesa infundida en una juventud de la cual él, ya no sentía una pizca.

***

-¡Qué diablos te pasa, Hunter!- Exclamó Fionna tratando de zafarse del agarre del jardinero, el cual le hizo una seña de que guardara silencio para luego señalarle un lugar, y descubrirle la boca. Escondidos entre los arbustos, se alcanzaban a visualizar a las señoritas Limonagrio, quienes discutían con alguien vía telefónica, con todo que ambas tenían auriculares.

-¡Es inaceptable!¡Nos prometiste el doble del sazón de coco de desierto de lo que nos enviaste, Hanna Abadeer!-

-¡Como es posible que tengas tan poca palabra! ¡Te entregamos al maldito animal como querías!

Siendo cerca de la media noche, era una verdadera rareza que hubiera alguien en el parque. Hunter se había sorprendido al encontrar a ambas mujeres.

-¿De qué están hablando estás locas?

-Créeme si te digo que no me guste espiar, pero algo raro sucede aquí. Primero; es demasiado inusual que haya gente en el parque a esta hora, dos, ¿Por qué están ellas aquí solas? Son ricas pudieran estar en cualquier otro lado, y tres y más raro, tienen rato hablando de cosas sospechosas que involucran a alguien a gritos, como si no les importara que les escuchen.- El chico le clavó la mirada a Fionna. Ella asintió y regresó su atención a las mujeres.

-Muy bien, Abadeer, si no cumples tu parte del trato, nosotras tampoco tenemos por qué mantener nuestras promesas. La gata va a despertar en cualquier momento y no podrás controlarla, solo nosotras la podemos mantener dormida, así que espero nuestro cargamento en una hora o tu plan se va a la mierda.

-¡¿La gata?!- Pensó Fionna y sin poder contenerse más, saltó de los arbustos espada en mano.

-¡Fionna, no!

-¡Las que se van a ir  la mierda son ustedes! 

En un santiamén Fionna estuvo frente a las Limonagrio, quienes solo veían el filo de la espada moverse cerca de sus cuellos.

-¡O me dicen donde esta Cake, o no respondo por lo que haga esta espada con ustedes!

Las chicas se miraron, y asintieron.

-La gata la tiene Hanna Abadeer en su mansión. Nos pidieron capturarla y entregársela a cambio de unos ingredientes, pero no nos cumplió. No del todo,

así que: quiere hacer unos experimentos con ella, si no te das prisa, no sabemos en qué estado la encuentres.

Tú decides, nos atrapas o salvas a tu amiga.-

Fionna gruñó de coraje y empujando a ambas, salió corriendo rumbo a la casa de Marshal.

***

La luna es maravillosa aun en estos tiempos, en estas épocas dónde todo es una locura. Desde la ventana de mi casa, puedo ver en el esplendor de la madrugada al astro plateado.

Son noches enteras las que puedo sentarme a observarla y hacerla mía. Tan mía como mi vida. Yo que he tenido pláticas incluso, con la muerte. 

Últimamente este insomnio no me deja. Que fastidio.

Miro el reloj, 3:37 am.

***

-¡Marshall! ¡¿Dónde estás?!- preguntó Fiona desde su celular sin dejar de correr.

-Estoy fuera de la ciudad, ¿Por qué gritas, Fionna? ¿Qué pasa?

-¡Tú mamá tiene a cake! ¡Dicen que quiere hacer no sé qué cosa con ella!

-¿Qué? ¿Estás segura de eso, Fionna? No entiendo que querría mi mamá con Cake.

-Pues lleva ya casi dos días desaparecida y la única pista que tengo me dirige a su casa.

-Fionna, si vas para allá te aviso, mi mamá tiene gente armada. Ni se te ocurra llegar irrumpiendo, blandiendo tu espada.

-Pues cruzada de brazos no me voy a quedar, estoy a un par de cuadras de tu casa.

-Fionna, escucha…hay…una entrada especial para mi…usa esa…

***

El paseo del carbón en la pasta de celulosa generaba un ruido curioso, casi musical. La goma no se usaba nunca. Era la vida de Simón andando sin detenerse.

Debió haber aceptado la propuesta de aquella chica de porcelana francesa. Ahora deseaba haber recorrido sus bordes y saber que se sentía hacer estremecer con un beso en un cuello que no era piel como la conoció hacía ya más de mil años. Era una chica linda interesada en él.

Una princesa.

El carbón seguía. Seguía. Seguía.

***

Fionna andaba sigilosa entre los pasillos de aquella oscura mansión. Marshall le había dicho que, si su madre tenía un rehén, seguro se encontraba en el sótano. Al no poderla hacer desistir de ir, le había dictado un mapa breve para llegar hasta ese lugar.

Fionna se asomó por el filo de una esquina y vislumbró un hombre de lentes oscuros custodiando la puerta que, según el mapa de Marshall, daba a las escaleras al sótano.

Lanzó con fuerza una estatuilla de un demonio que encontró en una repisa, llamando la atención del guardia, el cual, al cruzar el pasillo, recibió un poderoso golpe en la cabeza, quedando inconsciente.

Fionna lo esculcó rápidamente y encontró un teaser eléctrico. Posteriormente se puso de pie y con rapidez se colocó frente a la puerta, inhaló, exhaló, y de una poderosa parada con giro, la abrió.

***

Se levantó, era domingo. Caminó con flojera hacía su cafetera arrastrando los pies. Estaba pensando seriamente ir a visitar a Bonnibel para ver si podría tener entre sus inventos, algunas pastillas para conciliar el sueño. Su problema de insomnio estaba creciendo cada vez más y comenzaba a ser insoportable.

Igual y él era un hombre, por decirle así, mantenido por el gobierno al ser objeto de exhibición, así que igual podría quedarse en cama hasta medio día. Pero hacer eso iba en contra de todas sus costumbres y no quería convertirse en un ser perezoso que duerme en el día y está lúcido en las noches.

Suspiró. Había tenido un sueño un tanto raro lo poco que durmió.

Me pregunto si Heleonor aceptará otra cita conmigo.

Caminó hasta su escritorio y se sentó viendo por la ventana el día comenzar. Luego, alcanzó a ver su reflejo traslúcido en el cristal.

Pegó un grito y la taza se estrelló en el suelo.

-¡Qué diablos!- Exclamó. 

Llevaba puesta la bata azul que solía usar, cuando era el Rey Helado.

***

Fionna bajó de un salto las escaleras, arribó al sótano de la mansión Abader donde, al verla, se sorprendió de lo grande que era. 

Luego se percató de que nadie venía a por ella.

Regresó al sigilo caminando entre cajas, y estantes polvosos. Esquivó un piano y una mesa de billar. Luego, escuchó unas voces como murmullo detrás de una pila de cajas altas, se dirigió hacía el origen del sonido. Una vez lo bastante cerca, se asomó desde atrás de las cajas. Había varias personas vigilando el lugar.

-Le digo, mi bella señora, es muy sencillo lo que tiene usted que hacer. Estamos muy cerca de lograrlo. Poderes que no ha conocido, al alcance de su fina mano.

-Lo que usted dice majestad, es verdad. Ya tenemos todo. Pero, antes de iniciar algo, necesito la certeza de que no me traicionará.

-Mi señora, en verdad le digo que usted estará conmigo en el paraíso. ¿No le he dado, acaso, muestras de mi poder?

-Es por esa muestra de poder que necesito la seguridad de que no me traicionara.

Desde donde estaba, Fionna no alcanzaba a ver completamente con quien hablaba Hanna Abadeer. Sin embargo, la voz si parecía haberla escuchado antes.

-Solo tiene que recitar los versos que le di, mi Señora. Y en verdad le digo, que conocerá lo que es tener el poder en más de un mundo.

Fionna tragó saliva, y se asomó un poco más. Alcanzó a ver, por fin, en una mesa y encadenada a ella, a Cake. Estaba inconsciente y tenía un casco de metal en la cabeza que conectaba con un extraño aparato con luces rojas y verdes, que, a su vez conectaba, a través de dos cables, a un viejo y enorme libro de gruesas pastas cafés.

-Bien, lo haré. Pero tengo a 7 de mis mejores hombres apuntándote. Traicióname, y tu portal se hará trizas.

Hanna se movió y Fionna pudo ver por fin a la persona con la que hablaba.

Detrás de un gran espejo ovalado, un rostro leonino sonreía.

Rey Vampiro.

***

-¡¿Cuándo diablos me puse esta horrenda bata?! Ni siquiera debería tener una aquí. - Exclamaba Simon mientras se sacaba la prenda de encima. Debajo llevaba solo el antiguo taparrabo blanco.

Tiene que ser una broma.- Pensó retirándose furioso, para irse a darse un baño y cambiarse. 

No notó el leve brillo verde en la vieja agenda que permanecía en su escritorio. 

***

-¡Cake!- Gritó la joven y corrió hasta donde estaba su amiga. Si el rey Vampiro estaba involucrado, entonces tenía que ser muy rápida.

El monstruo en el espejo la vio y le reconoció de inmediato. Sus ojos se encendieron de furia mientras gritaba.

-¡Hanna, esa chica va a arruinar todo! ¡Haz algo, ahora!

-¡Detengan a esa mujer!- Grito la Abadeer y 3 de sus guardaespaldas apuntaron sus armas a la joven quien se guareció detrás de la mesa donde estaba Cake. Sonaron algunos disparos que la mesa de metal aguantó bastante bien.

-Hanna, si no lo haces ahora la única oportunidad de dominar más de un mundo se irá para siempre. Te quedarás encerrada en ese frasco como reina de hormigas.

-No intentes jugar con mi ego, señor vampiro. Tú eres quien mas necesita de mí. Dame el poder mientras el portal este abierto, si intentas cruzar antes, lo destruiré. Yo ya tengo un imperio aquí, el que requiere ayuda para el suyo, eres tú.

El Rey gruñó con furia, sin embargo, recuperó su aplomó.

-Como usted diga, mi lady.- Dijo haciendo una reverencia.

Hanna apretó un botón en un control que, desde que había llegado, tenía oculto en el vestido.

El Poder de los Últimos, Serán las Palabras de los Primeros.”-recitó.

Justó enfrente de Fionna, el cuerpo de Cake se sacudió y la gata pegó un grito desgarrador. Una energía amarilla cruzo los cables hacía la máquina y salió hacía el libro con un color verde.

-¡CAKE!- Gritó Fionna poniéndose de pie para tratar de ayudar a su amiga. Sin embargo, un disparo en el hombro la hizo caer.

El libro lanzó un rayo negro al espejo el cual despidió una luz tan fuerte que encegueció a todos en el lugar. Todos excepto a Hanna, ella siempre traía lentes oscuros.

-El poder, Rey.- Dijo amenazándolo con el control.

-Le dije que confíe en mí, Señora.- El Rey Vampiro abrió la boca y una esencia negra, como un vapor, salió, cruzó el espejo y se adentró en las fosas nasales de Hanna Abadeer quien de inmediato sintió su sangre arder de fuerza, sus ojos tornaron carmín, y sus colmillos comenzaron a crecer.

Es maravilloso…tanto poder…

Fiona, con dificultad se puso de pie. Su hombro sangraba.

-Cake…-  Los disparos habían cesado debido a la luz, sin embargo, Fionna había tenido los ojos cerrados por el daño del disparo y su vista no estaba afectada. Al levantarse se dio cuenta que su amiga aún se retorcía de dolor. Tomó su espada y de un solo tajo corto uno de los cables.

-¡NO!- Fue el grito del Rey en el espejo.

-Hasta nunca, lindo- Dijo con maldad Hanna el ver qué el contacto con el espejo se perdía justo cuando ella había terminado de absorber aquel poder. 

Sin embargo, se le borró la sonrisa cuando la energía de los cables, en vez de desaparecer, cambio a un color irreconocible que variaba entre el negro al azul y luego al amarillo.

Volteó a ver y se dio cuenta que la energía que antes drenaban de la gata Cake, ahora también era drenada de Fionna.

La máquina comenzó a despedir humo, luego chispas. Hanna apretó el botón para desactivar pero este no obedeció.

El espejo se reactivó y de él salió la mitad del cuerpo del Rey Vampiro quien tomó a Hanna del cuello acercándola mientras abría sus fauces leoninas. Los colmillos del ser crecieron 10 centímetros mientras el rostro de Hanna se perdía en el terror.

Los hombres de la Abadeer comenzaron a disparar de nueva cuenta pero esta vez a la entidad que traspasaba el espejo, los disparos, en vez de romper el cristal, salían del otro lado como si traspasaran agua.

Del otro lado del espejo, se comenzaron a congregar diversas figuras de larguísimos colmillos y miradas aterradoras.

La máquina conectada a Cake y ahora a Fionna comenzó a prenderse en fuego.

Luego se vino una enorme explosión que sacudió toda la mansión.

La policía, días después, diría que nadie podría haber sobrevivido a semejante estallido.

***

Un fuerte estornudo acompañado de un potente escalofrío hizo temblar a Simon bajo la regadera de su bañera. Le había agarrado un mareo súbito.

No recordaba el momento en que se había quedado dormido, ni cuando se colocó la bata. 

Quizá necesito un médico.

Salió del baño y colocó la bata en el bote de la basura. Al regresar a limpiar la taza rota y el café regado, notó un leve brillo entre las páginas de su agenda que creyó una ilusión óptica. Se talló los ojos, pero el brillo no se fué.

¿Que carajo está pasando?

De pronto se sintió muy intrigado y con una muy mala sensación. Jaló una silla, tomó asiento. Abrió la agenda y el brillo verde se disipó como pequeñas luciérnagas.

Había algo escrito que no reconocía, sin embargo, era indudablemente su letra.

En qué momento escribí esto…-pensó. 

Cerró la agenda asustado. La abrió y la cerró de nuevo.

Tenía miedo. 

Se puso de pie para barrer la taza y secar el piso. Luego fue a la cocina por otra taza y se sirvió el resto de lo que quedaba en la cafetera. Se sentó en su escritorio. Dio un gran sorbo a su café sin dejar de mirar la agenda.

La abrió, y comenzó  a leer:

“Capítulo 1

La mañana se abrió a la par de sus ojos. Hizo la sábana a un lado para sentarse en aquella cama que le habían proporcionado hacía ya varios años, cuando fue confinado a aquel simulacro de hogar…”

**********

Solo serán tres capitulos.

Espero haya romance entre los protagonistas.

Me da mucha alegría poder escribir algo.

Un saludo a todos.

GENDO URIBE

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