Capítulo 5
BARAK
Fue el último en cerrar el traro, pero eso no implicaba que tuviera dudas, todo lo contrario, Barak podía apostar que era el único de los cinco que estaba completamente convencido de aceptar el trato y todos los peligros que conllevara.
En el momento en que estrechó la mano de la Bibliotecaria de Almas, una delgada lengua de fuego surgió de la palma de la mano de la mujer y se enroscó como una serpiente en la mitad del brazo de Barak. No quemaba, aunque si producía una ligera sensación de ardor. Pocos segundos después, el fuego se desvaneció y una pequeña marca que imitaba su paso y era casi imperceptible quedó dibujada sobre la piel de Barak. El muchacho examinó la palma de su mano y descubrió una pequeña cicatriz blanca que tenía la forma de un libro abierto.
-Es solo un recurso temporal para asegurar la integridad de nuestro trato -comenzó a explicar la bibliotecaria-. La marca se borrará una vez que ambas partes hayan cumplido lo acordado. Por otra parte, si ustedes deciden que no quieren continuar con la misión, la marca también se eliminará, pero serán incapaces de ver y hablar con cualquiera de los involucrados y jamás podrán encontrar este faro otra vez. Y sin importar lo que el enemigo pueda ofrecerles, les ruego que no se atrevan a quebrantar nuestro acuerdo, eso solo les garantizará un lugar en mi biblioteca junto a Malvar Beroc.
Aunque no podía hablar por el resto de su nuevo equipo, Barak jamás se atrevería a hacer un trato con el enemigo. La sola idea de hacerlo le retorcía el estómago y hacía que su sangre hirviera.
-¿Entonces debemos arrebatarles el poder de los dioses a esas tres personas y asesinarlas? -preguntó la chica de piel oscura y cabello rizado.
-Lo ideal sería que, después de recuperar la magia sagrada con ayuda de las reliquias, ustedes traigan ante mí a los tres traidores -explicó la dueña del faro-. No obstante, comprendo que pedirles eso puede resultar en extremo complicado. Por lo tanto, si no lo consideran factible, tendrán completa libertad de asesinarlos. Tomen en cuenta que ninguno de los que buscamos dudará ni un solo segundo en acabar con ustedes.
-¿Cuándo partimos? -preguntó Barak, procurando no sonar impaciente.
-Pueden partir ahora mismo, aunque también podrían irse cuando salga el sol -respondió la bibliotecaria, conduciéndolos a la salida-. Hay habitaciones para todos en la casa.
-Yo no tengo ningún problema con irnos ahora mismo -comentó el chico de cabello marrón y rizado, con tono despreocupado.
Ni Barak ni los otros tres jóvenes dieron señales de estar en desacuerdo.
-¡Perfecto! -exclamó la dueña del faro, emocionada-. Ross debe estar esperándolos en el muelle, pero antes de ir con él, asegúrense de hablar con Sofía. Ella tiene un par de sorpresas para ustedes.
Barak supuso que Ross y Sofia debían ser el huraño hombre y la servicial mujer que los habían recibido al llegar a la mansión. Comenzaron a caminar por el largo trecho cubierto que separaba al faro de la mansión, sin embargo, Barak se detuvo al percatarse de que la Bibliotecaria se había quedado parada en el umbral de la entrada al faro. Los otros cuatro jóvenes también se percataron de esto e imitaron a Barak, esperando por una última instrucción.
-Barak Meir, Aelia Goldstein, Naomi Holm, Sky Reid y Zale Volkov -la bibliotecaria pronunció sus nombres con dulzura y las puntas de su cabello se tornaron a un cálido tono rosado-. Lo que ustedes están haciendo por mí y por Fenrai es algo muy noble. Muchos no sabrán el enorme riesgo que ustedes están corriendo, pero tengan por seguro que los dioses jamás olvidarán su ayuda. Todavía no se conocen, no obstante, deben confiar en que los escogí a cada uno de ustedes por varios motivos que los convierten a los cinco en un equipo fuerte y capaz de superar cualquier obstáculo. Les deseo mucha suerte Escuadrón Estrella.
Después, la mujer volvió al interior de la biblioteca y la puerta se cerró por si sola. Barak no perdió el tiempo y fue el primero en retomar el camino hacia la mansión.
La solaris llamada Sofia los esperaba junto a las escaleras. Las pertenencias que habían traído a la mansión estaban acomodadas sobre un largo mueble de madera, sin embargo, Barak se percató de que había unas misteriosas prendas cuidadosamente dobladas encima de su equipaje de viajero.
-La Bibliotecaria de Almas recomienda que usen estas prendas para su aventura -explicó Sofia, agarrando cuidadosamente una bolsa y varias de prendas. Después, caminó hacia la chica de piel oscura y cabello rizado-. Estás son suyas, señorita Aelia. Arriba hay un cuarto libre en dónde puede cambiarse.
La chica miró con desconfianza la nueva ropa, pero terminó aceptándolas. Mientras subía las escaleras, Sofia le entregó a la otra chica sus pertenencias y un uniforme nuevo.
-Usted también puede usar uno de los cuartos de arriba para cambiarse, señorita Naomi.
-Gracias -respondió Naomi, comprobando con el tacto la calidad de las prendas.
Cuando se aseguró de que la joven chica ya se encontraba en el piso superior. Sofia se volteó hacia los tres muchachos.
-Ustedes pueden cambiarse de ropa aquí mismo si así lo desean, claro.
-¿Puedo usar el baño? -preguntó Barak.
-Por supuesto -respondió Sofia-. Hay uno al final del pasillo, joven Barak.
Teniendo una buena razón para no cambiarse frente a extraños, Barak tomó su equipaje y el nuevo uniforme y siguió el camino indicado.
Antes de cerrar la puerta del baño, Barak vio como Sofia terminaba de entregarle la ropa de expedición al chico rubio con el arco y al chico de cabello marrón.
-Aquí tienen, joven Sky y joven Zale -escuchó a Sofia hablar.
-Muchas gracias -respondió el rubio, quien seguramente debía ser Sky.
***
Le sorprendió que aquella nueva ropa le quedara tan bien. Una túnica de tela ligera que le llegaba hasta poco debajo de la cintura, pantalones oscuros y cómodos, muñequeras de cuero, un cinturón de metal en el que podía cargar su hacha y un par de dagas. Se miró en el espejo del baño y Barak se percató de que su nuevo uniforme tenía los colores típicos ilardianos (azul, plateado y negro), y sobre la espalda estaba tejido el símbolo plateado de un círculo que era dividido por líneas que se entrelazaban hasta forma una estrella de cinco puntas.
Después de guardar su vieja ropa en la bolsa de viajero, Barak abandonó el baño y descubrió que los otros dos chicos ya estaban cambiados. Zale, el chico de cabello marrón y rizado, usaba un uniforme muy parecido al de Barak, salvo por el hecho de que no tenía mangas y en general se veía más ligero. El atuendo de Sky concordaba más con la naturaleza sigilosa de un arquero típico, y a diferencia de Zale y Barak, los colores de su uniforme recordaban a Alariel (rojo, dorado y marrón oscuro).
Al poco rato bajaron las chicas, quienes vestían los mismos colores que Sky. Aelia pasó frente a Barak, y el muchacho se percató de que en la parte trasera de su uniforme estaba el mismo símbolo de estrella de cinco puntas, salvo por el detalle de que el de ella era de color dorado.
Agarraron sus pertenencias y abandonaron el interior de la mansión. Mientras cruzaban el jardín, el lobo guardián de la propiedad se le acercó amistosamente a Naomi y comenzó a restregarse cariñosamente contra el cuerpo de la chica, algo que llamó la atención de Barak, ya que aquel mismo lobo lo había recibido con hostilidad y mostrándole su mortal dentadura.
-Hasta luego, amiguito -murmuró Naomi, sacudiendo el pelaje blanco del cuello del animal.
Eran los últimos en abandonar el jardín. Zale se apresuró a cruzar la reja antes de que la chica dejara de acariciar al animal, debido a que no quería arriesgarse a que el lobo volviera a portarse agresivo en cuanto dejara de recibir afecto.
Naomi lo alcanzó al poco rato y ambos bajaron en silencio hasta el muelle. El mar estaba tranquilo y no había ni una sola nube a la vista en el cielo nocturno. Ross los esperaba al final del muelle, fumando un apestoso habano.
-¿Quién de ustedes es Zale? -preguntó el viejo ilardiano, con voz ronca.
El muchacho más alto del grupo pasó hasta el frente. Cargaba en su espalda lo que Barak supuso que era un arma enfundada bastante larga.
-¿Sabes cómo navegar un barco grande? -interrogó Ross al muchacho castaño.
-Cuento con mucha experiencia -contestó Zale, esbozando una sonrisa confiada.
-Pues más te vale que puedas encargarte de este.
El viejo ilardiano dio media vuelta y se quedó contemplando las aguas solitarias del Océano Medio. Barak se sintió tentado de decirle al hombre que no había ningún barco a la vista, sin embargo, como si le hubiera leído el pensamiento, el hombre exclamó.
-La Constelación de la Garza vale más que cualquier insignificante tesoro que puedas conseguir en toda tu vida.
El ilardiano estiró un brazo hacia arriba y dio un sonoro chasquido con los dedos. Barakcreyó ver brevemente un resplandor en el dorso de la mano del hombre, pero nopodía estar seguro de eso. Un segundo después, una enorme embarcación se materializó frente a ellos. Algunos de los jóvenes quedaron completamente asombrados, sin embargo, Barak había vivido muchos años en Ilardya y podía distinguir con facilidad los trucos de un lunaris ilusionista. No obstante, reconocía que ocultar un barco entero en una esfera de invisibilidad era una hazaña sorprendente y casi imposible para un solo ilusionista. La única explicación que se le ocurrió era que la Bibliotecaria de Almas debió haber intervenido de alguna forma para aumentar el alcance de las ilusiones de Ross.
La embarcación era muy hermosa. No aparentaba antigüedad, y aunque Barak no conocía mucho sobre barcos, para él todo parecía estar en óptimas condiciones. Lo más destacable era el mascarón de la proa que tenía la elegante forma de una garza. También reparó en el detalle de que la vela del mástil tenía el mismo símbolo que sus uniformes.
-¿Está insinuando que dejará a mi cargo este hermoso barco? -inquirió Zale, contemplando incrédulo el navío.
-Van a necesitar un transporte eficiente para cumplir con la misión que la Bibliotecaria les ha asignado -respondió Ross, haciéndose a un lado para que los cinco pudieran subir a la escala real-. La Constelación de la Garza es la mejor embarcación que podrán encontrar en todo Fenrai. Los llevará a cualquier destino sin importar que tan peligroso sea el trayecto o el clíma.
-Un barco que puede resistir hasta la más terrible tormenta -comentó Aelia, examinado el navío-. Este es el barco con el que Malvar Beroc intentó huir, ¿verdad?
El viejo Ross soltó una inquietante risa de satisfacción. Su cabello plateado brillaba bajo la luz de la luna.
-Considérenlo una gran ayuda y un recordatorio de jamás defraudar a la bibliotecaria -contestó el hombre y comenzó a caminar por el largo muelle-. Espero que regresen con vida.
Sin encontrar divertido el comentario del hombre, los cinco jóvenes comenzaron a abordar el barco.
-Esto será casi tan bueno como el deseo -murmuró Zale, mientras subía los escalones.
Una vez que todos estuvieron abordo, Zale comenzó a dar instrucciones a nadie en específico. Barak no tenía la seguridad de que su nuevo compañero fuera capaz de dirigir esa enorme embarcación, sin embargo, tampoco tenía otra opción más que tratar de colaborar.
Afortunadamente, y después de algunos tropiezos e inconvenientes, pudieron abandonar el muelle media hora después. La suave brisa nocturna fue suficiente para poner el barco en marcha.
Ante ellos se hallaba el comienzo de una aventura riesgosa y llena de incógnitas, pero Barak no sentía ni el mas mínimo impulso de regresar. No podía mirar atrás. Había esperado mucho tiempo y superado una infinidad de obstáculos para llegar ahí, y nada ni nadie podía hacerlo retroceder.
De repente, Barak sintió un escalofrío en la espalda. Volteó hacia atrás y descubrió a una figura que estaba parada en el balcón del faro. Era la Bibliotecaria de Almas. Contemplaba a la embarcación alejarse, pero Barak tuvo la escalofriante sensación de que, a través de esa misteriosa mujer, los ojos de seres más poderosos y antiguos tenían sus miradas fijas en los cinco jóvenes que navegaban el barco.
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