🍃25🍃
Capítulo 25.
La verdad.
Narra Jacob.
Escucho las pisadas que dan por el pasillo, le digo a mi novia por llamada que me iré a fijar quien es y cuelgo, ¿Quién va a estar despierto a las cinco de la mañana? Mamá hoy tenía libre así que no era ella, agarro una de mis botas por si acaso es un ladrón y tengo que atacarlo y huir al cuarto de mis padres.
Salgo de mi habitación y veo el cuerpo de Andrew entrar a su habitación.
Miles de preguntas pasan por mi cabeza, se supone que debería estar con Samara y como conozco bien a mi mejor amiga estoy seguro que ella no se despertaría a esta hora.
Rápidamente lo sigo y lo veo, pero a lo que más le presto atención es a la maleta que está en su cama, mi rostro se contrae, sin pensarlo, camino y lo tomo del cuello de su camisa.
—¿Qué haces, imbécil?—Él intenta zafarse de mi agarre y lo logra.
—¿Qué mierdas haces tú?—Me acerque a su maleta y empecé a sacar todas sus cosas.—¿Cómo le vas a hacer esto a ella? Estás huyendo, se nota.—Afirmo.
—Es lo mejor Jacob, tú no lo entiendes.—Andrew me empujó y empezó a meter todo en su maleta de nuevo.
—¡No entiendo ni una mierda!—Grito y intento golpearlo, pero me esquiva—.Creí que la querías, creí que te quedarías, Dios los vi tan bien juntos que olvide por completo quien eras.—Susurré lo suficiente fuerte para que me escuchara.
—Y la quiero, la amo.—Andrew cerro la maleta y la puso en el suelo, yo solo lo mire, sabía que estaba muy cabreado y decepcionado, pero no creí que fuera para tanto como para que Andrew bajara la mirada al suelo y ni siquiera me miraba.
—¡¿La amas?! entonces haz algo, dile que volverás, despídete bien, ten una puta relación a distancia.—Siento un dolor en el pecho, no dejo de pensar en el dolor que sentirá Sam—.¡Si la amaras tanto pedazo de mierda te quedarías aquí y no huirías como un cobarde!—Golpee su pecho con mis puños, él me alejó un poco, cuando lo vi negar con su cabeza , no me resistí más y le enceste un puñetazo en la cara, Andrew ni siquiera se movió o intento alejarme esta vez, solo se quedo ahí, quieto, aceptando cada golpe que le di y eso todavía me dio más rabia.
—Se me hace tarde, Jacob.—Andrew saco un pedazo de papel de su pantalón y me lo dio.—Busca a Samara, ella estará ahí y hermano por favor perdóname.-Andrew intentó abrazarme, pero me aleje y camine fuera de su habitación, cuando iba por la mitad del pasillo me devolví.
—No solo acabas de perder a la chica más grandiosa en tu vida, tú Andrew ya no tienes hermano, no me vuelvas a hablar en tu puta vida.—Mamá estaba saliendo de su habitación en ese momento, ella me dio una sonrisa triste y me extendió su mano con un billete y yo rápidamente lo tome.
—Ve a buscarla cariño, yo me encargo—.Fue lo que escuche mientras bajaba las escaleras, no me importo andar solo con un buzo de dormir y una camiseta de tirantes, ni mucho menos mis pies descalzos, simplemente detuve el primer taxi que vi y le pedí que me llevara a la dirección del papel.
"¿Cómo le dices a un chico que quieres tener relaciones con él?"
Recordé la pregunta que me hizo Samara ayer, mis manos temblaron de solo pensar en que el Imbécil de Andrew se haya atrevido a tocarla, rogaba porque no lo hubiera hecho, porque sino definitivamente no era solo un Imbécil sería mas que eso, sería una basura, sería un maldito poco hombre porque a ninguna chica se le deja después de hacer algo tan valioso y todavía au'n más al saber lo importante que era para Sam ese simple acto.
Miré los árboles que nos rodeaban, era un lugar hermoso pensé mientras salía del taxi después de pagar y esperar el cambio. ¿Dónde mierdas encontraría a mi mejor amiga en este lugar tan inmenso?
Empecé a caminar apurado, mis pies me dolían y por poco me caigo en ciertas ocasiones, hasta que vi una especié de casita del árbol, era toda completamente de madera, los recuerdos llegaron a mi mente unos años atrás.
"—¿Nos vamos ya?—Le decía Sean a mi hermano.—Se hace tarde y ya quiero llegar a la casita.
—¿Tienen una casita de muñecas?—Pregunté al recordar que Sami me había dicho que siempre había querido una.
—No idiota, es una casita del árbol.—Habló Andrew desde la cocina.
—Una casita genial ¿Quieres ir un día?—Sean me sonrió mostrando todos sus dientes.
—Ni lo pienses Sean.— dijo Andrew."
—La casita del árbol.—Susurré, las hojas hacían ruido al pisarlas mientras me iba acercando, subí las escaleras y entré, la vi estaba hecha un ovillo, alzo la mirada al escucharme, sus ojos estaban rojos al igual que la punta de su nariz, mi corazón se contrajo al verla tan triste, tan destrozada.
—¡Jacob!—Dijo entre sollozos, rápidamente me acerque y la rodee con mis brazos.
—Dime que no es verdad, dime que todo es una broma.—Ella tomo entre sus manos mi rostro y me hizo mirarla a los ojos.—Dime que Andrew no me hizo esto.—Su labio inferior tembló mientras lagrimas bajaban por sus mejillas.
—No te voy a mentir, no podría hacerte eso.—Mi voz tembló cuando le hable, sentí mis ojos cristalizarse al verla bajar su mirada y soltarme.—Lo siento Sami, lo siento tanto, si yo no lo hubiera permitido nada de esto estaría pasando.—La abrace mucho más fuerte, ella solo oculto su rostro en mi pecho y así pasamos un buen rato, donde Samara lloro hasta el cansancio, mi camisa quedo empapada por sus lagrimas, el viento que entraba por todas las aberturas de la casita la hacia temblar, definitivamente el clima no estaba de nuestro lado, que cliché sonaba eso pero era la verdad.
De pronto Samara se separo de mi y empezó a reír, la miré preocupado, esto me empezaba a asustar.
—¿Dónde están tus zapatos?—Preguntó.—Y hueles muy mal, ¿No te bañaste?
—Lo siento por no ponerme guapo antes de venir y por olvidar mis zapatos, estaba más preocupado por mi mejor amiga.—Le conteste y le sonreí para después limpiar las lagrimas que quedaban en sus mejillas.—Ayer olvidé bañarme después de hacer ejercicio.
—Gracias.—Susurro y luego beso mi mejilla.—Te amo Jac.
Y—o también te amo.
()
Narra Samara.
Dos días después.
—Tú y élMierda.—Jacob se golpeó la frente con la palma de su mano.
—Sí, sí lo hicimos.—Le contesté con la mirada fija en las sabanas de mi cama.
—Es un maldito infeliz.—dijo Jacob, tiró la bolita antiestrés contra la pared.—Lo odio, lo odio.
—No puedes odiarlo, es tu hermano.
—¿Y crees que eso me importa?—Jacob se volteo y se puso de cuclillas frente a mi.—Tú eres mil veces mejor hermana que él.
—Tal vez, pero yo no soy tu hermana.—Susurré.—No lo odies, es tu hermano y él te ama.
—Tienes razón eres más que una simple hermana para mi, eres mi mejor amiga, mi compañera, mi mano derecha, mejor dicho eres mi todo, Sami.—Jacob entrelazo mis manos con las suyas sobre mis rodillas.—Y vamos a superar esto juntos, vamos a salir adelante como siempre lo hemos hecho, juntos en las buenas y las malas.
—Eres un tonto, me vas a hacer llorar de nuevo.—Intente sonreír pero lo único que salió fue una mueca.—Nunca me había sentido así antes, siento como si hubiera perdido una parte de mi. ¿Sabes? Creí que me quería, creí por un momento que él se quedaría o que al menos me daría alguna esperanza, te juro que si me decía que lo esperara yo lo haría, pero no, él simplemente se fue, se despidió en una maldita carta, no me dejo besarlo por última vez, no me dejo ver sus camanances por última vez, él simplemente se fue y rompió mi confianza, mi seguridad.
—Él no supo valorarte, él perdió lo mejor que pudo tener en su vida—Mamá entró interrumpiendo a la habitación sin tocar.
—¿Jacob puedes dejarnos solas un momento?—Mamá se sentó en un espacio de la cama, Jacob se levanto y me dio una pequeña sonrisa.
—Claro Sofía, iré a molestar a Samira.—Salió de la habitación.
—¿Qué pasa, mamá?Le pregunté.
—¿Eres mi hija?
—¿Ah?—dije confundida.
—No veo a mi Samara por ninguna parte.—Mamá suspiro.—Mi hija no se encierra en una habitación todo el día a llorar por un hombre, mi hija es fuerte,no se deja vencer por cualquier cosa, mi hija jamás permitiría que un hombre la deje caer tan fácil, y si lo hace se levanta, lucha, supera y gana, pero sobre todo cariño, mi hija no borra su sonrisa por mucho que suceda y no veo esa sonrisa en tú rostro desde hace dos días.—Mamá limpió rápidamente la lagrima que cayó por su mejilla.
—Lo siento.—dije con un nudo en la garganta, ella tenía toda la razón, mamá se acerco y me abrazo, sentí como las lagrimas bajaban por mis mejillas de nuevo, ya había perdido la cuenta de cuantas veces había llorado estos días.
—No pasa nada cariño, se que podrás superar todo esto y mucho más.—Ella beso mi frente y luego sonrió.—¿Por qué no vemos una pelis chistosas? Samira y Jacob, tú y yo. ¿Qué dices?
—Está bien.
()
¿Sufrir por un hombre vale la pena?
Esa pregunta paso por mi mente como mil veces mientras veíamos las películas, las cuales ni siquiera les prestaba atención desde hace bastante rato, reía cuando todos lo hacían para no hacerlos sentir mal, Jacob estaba a mi lado en todo momento, mamá preparaba mis comidas favoritas y me daba consejos y Samira intentaba distraerme con todo tipo de juegos y libros, lo mínimo que podía hacer por ellos era reír y sonreír aunque fuera falsamente.
Y ahora tenía una respuesta a mi pregunta, no valía la pena sufrir por hombre, valía la pena llorar, desahogarme hasta no poder más, llorar por todos los momentos que vivimos juntos y los que no se pudo, por cada beso o palabra que nos dimos, por cada caricia que nunca olvidaré, por todos esos momento en que Andrew pinto mi vida de colores también, pero de algo estaba segura, lo iba a superar. ¿Cuándo? No tenía la menor idea, pero lo haría, debía hacerlo.
—Samara.—Me hablo mi hermana con mi celular en su mano.—James te ha llamado dieciocho veces y te mando un mensaje pidiendo que te comunicaras, está preocupado.
Había olvidado por completo mi trabajo y eso me hizo sentir como una irresponsable, así que me levante del sofá y tome el celular entre mis manos, les pedí disculpas y salí al jardín trasero para poder hablar con James.
—Hola James.—Lo salude apenas contestó.
—¿Samara? Que dicha que llamaste estaba apunto de pedirle a mamá tu dirección para saber si estabas bien.
—Oh lo siento por eso, mañana mismo estaré ahí.—Le respondí.—Lamento preocuparte, todo está bien.
—¿Segura que todo está bien?
—No, pero lo estará James.—Suspiré.—Tengo que estar bien.
—Lo estarás, no te conozco muy bien, pero se nota que eres fuerte y puedes con todo, solecito.—James le grita algo a sus hermanos y luego me vuelve a hablar.— Pero de todas formas, aquí estoy yo para lo que necesites.
—Gracias.—Miré una de las plantas de mamá y aprovechando que ella no me miraba le arranque una hoja y empecé a jugar con ella.—Bueno. James nos vemos mañana, mamá me esta llamando.—Mentí y colgué antes de que me contestará.
Miré el fondo de pantalla de mi celular un buen rato hasta que de pronto de pronto se me ocurrió una idea algo masoquista, pero necesaria, tenía que llamarlo, necesitaba que me dijera que realmente no quería nada conmigo, que no me quería, quería escuchar su voz, habían pasado tan solo dos días pero sentía como si fueran meses, quizás exageraba un poco, lo busqué entre mis contactos y le marqué.
El número que usted marco no existe.
—Desgraciado.—dije, ni siquiera se atreve a dar la cara por celular.—Que poco hombree eres Andrew.—Susurré.
—¿Todo bien Sam?—Me preguntó Samira llegando de la nada a mi lado.
—Me quieres matar de un susto.—Le contesto.—Sí, todo bien.
—Dame tu celular.—Samara extendió su mano y yo la miré mal.-Vamos no voy a hacer nada malo.-Me sonrió tiernamente así que creí y se lo di.
Fue rápida entró a WhatsApp y borro mi conversación con Andrew, mi rostro se contrajo y la miré impactada pero no le quite el celular, luego ella simplemente borro el número en la lista de contactos y me no entrego.
T—e voy a decir algo y te va a doler no lo niego Sam.—Samira tomo una de mis manos y las entrelazo.—Si Andrew hubiera querido tener un futuro contigo hubiera hecho hasta lo imposible por estar contigo de alguna manera, no fuiste su prioridad y esa es la diferencia en lo que fue su relación, tú lo hiciste tu prioridad y él solo te vio como una chica que lo haría feliz un tiempo, pero no para siempre.
No respondí, solté su mano y corrí dentro de casa directo a mi habitación la cual cerré con seguro antes de que Jacob pudiera alcanzarme, se que Samira solo intentaba ayudarme, pero tenía razón, dolía, porque sí, lo di todo de mi y lo único que recibí al final fue una carta de despedida, rompió mi confianza y ahora no me sentía segura, solo quería mi estabilidad de nuevo, quería volver a ser la misma Sam de siempre.
—Sam, abre por favor.—Jacob tocó la puerta varias veces.
—Yo Necesito tiempo a solas Jac, por favor, luego hablamos.—Reprimí un sollozo aún con la espalda contra la pared.
—Está bien, entiendo, pero por favor cualquier cosa aquí estoy, no me iré.—Lo escuché decir.
Mire mi habitación, recordé los malditos besos que nos dimos justo aquí en mi cama, me acerque a mi escritorio y tome su sudadera, la que había dejado tirada en la casita del árbol, la acerque a mi rostro y pude sentir su aroma, de nuevo sentí las lagrimas rodando sobre mis mejillas, solté la camisa y la tire en alguna esquina de la habitación, miré la pared en la que tenía pegadas las fotografías, me acerque a ellas y las toque.
—Maldición.—dije y tome una de las fotografías, la arranque y así hice con todas en las que salíamos juntos, las guarde en un cajón en mi escritorio, tome profundas respiraciones hasta calmarme.—Maldito idiota. ¿Por qué me hiciste sentir tanto si luego me dejarías? No me mereces, voy a salir adelante y te voy a superar.-Susurré mientras me ponía en posición fetal en el piso y deje que las últimas lagrimas cayeran, esta sería la última vez que lloraría por esto, no valía la pena.
Porque al final Samira tenía razón, Andrew solo quería esto, él no quería ningún futuro conmigo, él no me amaba como decía en la carta porque si fuera así no se hubiera dejándome, hubiera buscado la forma de estar juntos y no lo hizo, la única que quiso algo más fui yo.
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