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Capítulo 10.
Recuerdos, discusiones y mucho pasado.

—Oh mi niña ¿Qué haces aquí?—Intentó abrazarme pero me alejé.—Que grande estás.

—Aquí trabajo.—Le contesté.

—¿Por qué trabajas?—Me miro desconcertado.—Sí es por la universidad, yo ya había hablado con tu madre, yo pagare todos los gastos.

—¿Hablaste con mamá?—Negué con la cabeza.—Yo no necesito tu dinero, no necesito nada de ti.

—Tenemos que hablar, creo que tu madre no te ha dicho varias cosas.—Papá peinó su cabello hacía atrás.—Vamos, te llevaré a algún restaurante, aún hablaremos más tranquilos. ¿Está bien? 

—Estoy trabajando, salgo dentro de dos horas.—Mire la hora en mi reloj.—Nos vemos en el café, frente a la librería.—No dije nada más y me alejé de él.

Caminé directo a la bodega, sentí que me faltaba el aire, quería llorar, sentía tanta impotencia, él tenía el descaro de hablarme de decir todas esas tonterías, cuando fue él el que nos abandonó y ni siquiera nos había llamado durante todos estos años, no le había importado dejarnos a mi, a Sami y a mamá.
¿Por qué tenía que aparecer justo ahora?
Justo cuando todo estaba bien, cuando mi pequeña familia de tres se estaba recuperando, justo cuando yo lo estaba olvidando. 
Suspiré, limpié las lagrimas que solté con la palma de mi mano, me tranquilicé y salí, tenía que trabajar, pensar en otra cosa y eso intentaría hacer.

                           (…)

—Dime lo que tengas que decir.—Me senté en una silla frente a él.

—¿No quieres algo de comer, mi niña?—Me sonrió.— Recuerdo que te gustaba el café con vainilla, pedí uno para ti.

—Ya no me gusta.—Suspire sacando mi celular, tenía una llamada perdida de Andrew, luego lo llamaría.—Es más ya no tomo café, lo odio.

—Oh, esta bien no pasa nada.

—No hablemos de tonterías, mejor dime lo que quieras decir, tengo que irme pronto.

—Supongo que tu madre no te contó que los e estado manteniendo durante todos estos años.—Lo mire sorprendida, mi madre no haría eso, ella me dijo que gracias a la herencia de su padre estábamos bien, que con eso podíamos pagar las cosas de la casa, no podía ser.—Tu madre y yo ya no podíamos estar juntos, nos estábamos hiriendo..—Lo interrumpo.

—¿Y yo? ¿Y Samira? Ella tan solo es una niña, necesitaba a su padre, su hermano murió, nuestro hermano murió.—Sentí un nudo en la garganta.—¡Era mi hermano también! A mi también me dolía. ¡Maldición!—Me levante de la silla.—Ni siquiera se que estoy haciendo aquí, si no me hubieras visto en la tienda, ni siquiera te me hubieras acercado, en todos estos años ni siquiera te atreviste a hacer una llamada, te olvidaste de nosotras, de tus hijas.

—Lo siento tanto, cariño.—Papá bajó la mirada.

—Espero no verte nunca más.—Negué con mi cabeza varias veces.—No te acerques a mi familia, no la rompas más de lo que ya está.—Le di espalda y salí de la cafetería.

Saqué mi celular de el bolsillo de mi pantalón, busqué el contacto de Andrew y le marqué. 

—¿Puedes venir a buscarme?—Reprimí un sollozo mientras hablaba.—Estoy afuera de el centro comercial.

—¿Estás bien Sam?—Me preguntó.—Voy en camino, estoy saliendo de el supermercado.

—Por favor ven rápido.—Colgué, me senté en una banca de allí a esperarlo.

Miré el suelo, tratando de pensar en otra cosa pero simplemente no podía, mordí mi labio con fuerza, trate de mantenerme fuerte, de no llorar pero fue imposible, las lagrimas ya estaban allí.

—Maldita vida me tenías que dar eh.—Mire al cielo, como si alguien me fuera a contestar.

Mire el auto de Andrew acercándose después de unos minutos, me levanté y apenas frenó frente a mi, abrí la puerta de copiloto y entré.

—Cielos.—Arrancó el auto saliendo del centro comercial.—¿Qué pasó Sam? ¿Te enojaste con Jacob? 

—Solo…—Lo mire.—Solo no me lleves a casa, déjame en un hotel o no se, por favor.

-¿Qué? ¿Estás loca? No te dejare sola y menos en ese estado.—Suspiró mirando la carretera.—Ya se donde podemos ir.

Yo solamente asentí mirando hacía la ventana, en silencio y así me mantuve todo el tiempo, Andrew llevaba como media hora manejando, ni siquiera sabía donde iríamos pero confiaba en él.
Mi celular empezó a sonar, era Samira. 

—Hola enana.—La salude apenas conteste.

—¿Dónde estas? Hace ratos deberías estar aquí.—La escuche.—Mamá llego a casa algo alterada, me trajo la cena y se encerró en su cuarto. ¿Ya vienes?

Supuse que mi padre la llamo para contarle lo sucedido, ahora sabía que mi padre no mentía, mi madre era la que mentía y eso dolía mucho más, tenía la estúpida esperanza de que él me hubiera mentido, pero no fue así, él decía la verdad.

—Estoy con Andrew, regreso mañana temprano.—Lo miré, él iba concentrado mirando la carretera.—Dile a mamá que necesito hablar con ella mañana, que no salga.

—Okay.—La podía imaginar en la sala con un libro entre sus manos.—Dile a Andrew que me leí el libro que me presto, está genial.

—Está bien, le diré. Buenas noches Sami.

—Buenas noches Sam.—Escucho un bostezo de su parte.

—Te quiero, no duermas tan tarde.—Colgué. 

-¿Le préstate un libro?-Le pregunté mientras salía de el auto, miré el lugar.
¿Esto era lo que estaba pensando?
¿Andrew me trajo a un bar?
¿Qué rayos con este hombre?

—Fue el día que se quedaron a dormir en casa.—Me contesto simplemente.—Andando, se hará tarde.—Me ínsito a caminar a su lado, poniendo un brazo alrededor de mis hombros.

—¿Qué hacemos aquí?—Lo mire desconfiada viendo todo a nuestro alrededor, el bar era algo acogedor, muy lindo y no tenía esa típica música revienta tímpanos, de hecho había muy poca gente.

—Solo espérame un momento aquí, no te muevas.—Me sonrió alejándose de mí, lo vi saludar al barman muy animadamente, se conocían, el chico un momento desvió la mirada y me miro, le sonrió a Andrew,  le entrego una botella y unas llaves.

—¡Listo!—Se acerco a mi.—Vamos, es por aquí.-Comenzó a caminar pero se detuvo al ver que no lo seguía.

—¿A dónde vamos?

—A una habitación. ¿A dónde mas?—Lo miré  sorprendida.—No pienses mal, pequeña pervertida.—Se rio.—Venga vamos. ¿Acaso no confías en mí?

—Espero no me estés tomando por tonta eh Andrew.—Lo seguí.

                             (…)

—Esta es la mejor idea que se te ha ocurrido en la vida, An.-Me reí viéndolo “bailar”, ni siquiera me había dado cuanta de cuanto llevábamos en esta habitación, lo que si sabía era que me estaba divirtiendo.

-Lo sé, soy genial.—Se detuvo y se tiro de espaldas en la cama, a mi lado.

—Si Jacob me viera justo ahora, me mataría.—Pensé en voz alta.

Con su hermano, en una habitación, solos y con mucho alcohol, si definitivamente me mataría, gracias a Dios él no tenía ningún modo de enterarse, antes de entrar le había mandado un mensaje diciéndole que todo estaba bien, luego apague el celular.

—Que se vaya a Narnia mi hermano.—Se volteo para mirarme.—¿Te he dicho ya que te ves hermosa?

—Un montón de veces ya.—Me carcajee.

—Pues lo vuelvo a decir.—Tocó mi mejilla.-¡Eres Hermosa!—Gritó.

—¡Gracias Andrew!—Le grite de vuelta.

—¡No hay de que!—Me grito.

—¡¿Por qué estamos gritando?!—Le pregunte/grite de vuelta.

—¡No lo se!—Me reí a carcajadas y él me siguió el ritmo.

Pasamos así unos minutos, riendo juntos, en la cama, como lo harían cualquier pareja enamorada, lastima que no era el caso, él, él sería un lindo novio verdadero.
Demasiado atractivo.

—Dime.—Se sentó en la cama, yo lo imite.—¿Qué paso?

Genial ya estábamos en el modo confesiones, ahorita me tendrían a moco tendido contándole mis problemas a Andrew, un Andrew borracho. Me reí.

—Vi a mi padre.—Me miro desconcertado, al parecer sabía la historia.—Hablamos, me dijo muchas cosas. ¿Y sabes que es lo peor?-Mis ojos se cristalizaron.

—¿Qué?—Me acerco a él, haciendo que recostará mi cabeza en su pecho, él mientras acariciaba mi cabello, un cabello bastante despeinado y lleno de nudos.

—Que todo es verdad, Andrew, él le esta dando dinero a mamá, Sofía es una mentirosa y él, él es un maldito que ni siquiera le importan sus hijas.—Lagrimas rodaron por mis mejillas.

—Imbécil.—Escuche a Andrew decir.

—Desde que murió Sean mi vida cambio por completo.—Sentí un nudo en mi garganta.—Papá se volvió un hombre amargado, parecía que no solo se había muerto mi hermano, sino también mi padre, estaba muerto en vida, se fue.—Recordé esa mañana, mamá lloraba y nos decía que papá se había ido, ni siquiera se despidió.—Mamá había entrado en una depresión increíble, Sami y yo tuvimos que salir adelante solas, ayudar a mamá, todo era un desastre.—Suspiro y sorbo por mi nariz.—Lo sigue siendo, aunque finjamos que todo está bien no lo esta, mi familia esta destruida y la única persona que la podía construir ya no esta.—Andrew beso mi cabeza y me acercó más a él.

—Libérate de todo ese dolor que tienes dentro, déjate caer, yo estoy aquí, te voy a cuidar, te ayudaré, siempre estaré para ti.

Y así lo hice llore hasta que no pude mas, hasta que sentí mis ojos arder, grite, incluso golpee el pecho de Andrew, él no me soltó nunca, aguanto todo y incluso me hizo sentir protegida. 

-Tú fuiste su amigo. ¿Verdad?—Me volteé para estar frente a frente, besé su mejilla sin ninguna pena, creo que aún estaba muy alcoholizada para saber lo que estaba haciendo.

—Él era y siempre será mi mejor amigo.—onrió acariciando mi mejilla con su mano.—Si estuviera aquí, puedo jurarte que me mataría a golpes.

—Pues en estos momentos no me molesta que no esté. ¿Sabes?

—¿Por qué?—Me susurro y acercó más su rostro al mío, nuestras frentes juntas, nuestras narices rosándose.  

—Porque no podría estar haciendo justo esto.—Acorte la distancia y lo besé, Andrew rápidamente me siguió el juego y me besó con más intensidad.

—Tienes razón, aunque si estuviera, me hubiera arriesgado a recibir esa paliza, por ti.—Me contestó alejándose un poco de mis labios.—Sonreí. 

—¿En serio?

—Sí esa paliza y muchas más.—Acortamos la distancia de nuevo y  nos seguimos besando.

                            (…)

Me despierto algo extrañada, siento un cuerpo muy caliente junto al mío, un brazo alrededor de mi cintura, miro a mi alrededor y empiezo a recordar varios sucesos de anoche, santo cielos, que vergüenza, miro debajo de mi y estoy en ropa interior. ¡¿Estoy en ropa interior?!

Me deshago del agarre de Andrew y salgo de la cama pegando un grito.
¡Dios mío ya no soy virgen! Y ni siquiera recuerdo esa parte de la noche, no vuelvo a tomar en mi vida, tenía razón mi profesor de sexualidad, nunca debes tomar si quieres tener relaciones sexuales con alguien.

—¿Qué rayos te sucede?—Me preguntó Andrew, se enrollo en las sabanas, se volteó dándome una muy buena vista de su espalda desnuda.

—Dime por favor que no hicimos nada de lo que estoy pensando Andrew.—Busque mi ropa en la habitación, cuando la obtuve me empecé a vestir.

—¿Si tuvimos sexo? La respuesta es no, pero fuiste bastante insiste anoche con ese tema.—Se volteo para mirarme, me estaba acomodando la blusa.—Era bastante tentativa la oferta, lo hubiéramos hecho si no hubiera olvidado los condones en el auto.  

—¡Aprovechado!—Le tire su zapato que estaba tirado en el piso, él lo tomo en el aire.—Ay mi cabeza duele.

—Ahorita solucionamos eso.—Se levanto sin ningún pudor de la cama, mostrándome unos bóxer negros, algo ajustados, Dios santo no me hagas caer en tentación, me voltee para no mirarlo más, sentí mis mejillas arder.

—¿Ya estás listo?—Le pregunté.

—Sí.—Me voltee y el camino hacia mi.—Creo que esto es tuyo.—Se quito mi pulsera de la muñeca.—Creo que se ve mejor en ti.

—Sí, gracias.—Le sonreí.—¿Nos vamos?

—Nos vamos.

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