18 Una cita
Lyra se recostó en su cama, sumida en pensamientos turbios que danzaban alrededor de su mente. La luz tenue de la lámpara apenas iluminaba la habitación, creando sombras que reflejaban la tormenta interior que Lyra estaba experimentando.
-¿Vale la pena seguir intentándolo? se preguntó en silencio. La imagen de su padre, Lincoln, se proyectaba en su mente, pero no de la manera que ella anhelaba. Cada rechazo inconsciente, eran como pequeños cortes en su corazón.
-Quizás debería rendirme, pensó Lyra con mucho pesar. El eco de sus propias palabras resonó en la habitación vacía. -Pero, ¿y si hay algo más? ¿Y si puedo encontrar la manera de llegar a él de una manera que realmente le importe?
Lyra se mordió el labio inferior, sintiendo la tensión entre sus emociones. La música, que normalmente le brindaba consuelo, ahora sonaba distante y desafinada. La realidad de su situación la golpeó con fuerza: amaba a su padre, pero la distancia emocional entre ellos parecía inalcanzable.
En el silencio de la noche, Lyra decidió reflexionar más profundamente sobre sus sentimientos y buscar una manera de superar las barreras morales que les separaban.
Al día siguiente, Lyra se despertó con una determinación renovada. El sol se filtraba por las cortinas, pintando de tonos cálidos su habitación. Aunque el peso de sus dudas seguía presente, Lyra decidió enfrentar la jornada con una actitud diferente.
Se levantó de la cama y se vistió con su característico atuendo, una mezcla de estilo propio y elegancia. Mientras revisaba su reflejo en el espejo, una voz interior le recordaba que valía la pena luchar por lo que deseaba.
Bajó las escaleras, encontrándose con el bullicio habitual de la casa. Su hermana, y Lola cada una inmersa en sus propias actividades, no notaron la tormenta interna que Lyra intentaba calmar.
En la cocina, Lincoln estaba preparando el desayuno. Al ver a Lyra, le dedicó una sonrisa cariñosa. "¡Buenos días, cariño! ¿Cómo amaneciste hoy?"
Lyra devolvió la sonrisa con un asentimiento, pero sus ojos reflejaban una seriedad que no pasó desapercibida para Lincoln. Aunque él quiso preguntar, notó la decisión en la mirada de su hija y optó por respetar su silencio.
En la escuela, mientras caminaba por los pasillos, Lyra se topó con Joseph y Joan. Joseph, el hermano menor de Joan, la saludó con entusiasmo y le dio un cálido abrazo.
-¡Lyra! ¡Cuánto tiempo sin verte! ¿Cómo has estado? expresó Joseph con una sonrisa amigable.
Lyra, aunque sorprendida por el afectuoso recibimiento, respondió con una sonrisa leve algo incomoda. -Ho...ola, Joseph. Sí, ha pasado un tiempo. Todo bien, gracias.
La amistad entre ellos se notaba, y Joan, ajena a los sentimientos de Joseph, observaba la escena con una expresión de complicidad. Joseph, con su actitud animada, parecía haber mantenido su encanto a lo largo del tiempo.
-¿Cómo va todo en la escuela, Lyra? preguntó Joan, uniéndose a la conversación.
Mientras compartían algunas anécdotas, Lyra notó que algo en su dinámica había cambiado, aunque no sabía exactamente qué. La incertidumbre persistía mientras continuaban su camino hacia las aulas.
Después de clases, Joseph se animó a invitar a Lyra a dar un paseo al parque. Sin embargo, para su desánimo, Lyra buscó hábilmente un pretexto para retirarse, mencionando otros compromisos o simplemente expresando que prefería quedarse en casa.
Observando la situación, Joan notó la insistencia de Joseph y decidió abordar el tema más tarde, cuando se encontraron camino a casa. Mientras esperaban en un semáforo, Joan le preguntó con una sonrisa forzada -Oye, Joseph, ¿no crees que estás siendo un poco... muy insistente con Lyra?
Joseph, sorprendido por la franqueza de Joan, trató de disimular. ¿Insistente? No sé a qué te refieres, solo estoy siendo amigable.
Joan, sin morderse la lengua, respondió -Amigable sí, pero tus 'pretextos' están empezando a parecer más bien intentos de conquista. Y eso es algo incómodo de ver.
La confrontación dejó un ambiente incómodo en el vehículo mientras continuaban su camino. Joan, sin embargo, estaba decidida a no permitir que los sentimientos de Joseph afectaran la amistad que compartían con Lyra.
Joseph le confeso a su hermana honestamente sus sentimientos por Lyra, y que era algo que llevaba años sintiendo.
Joan escuchó la confesión de Joseph con una mezcla de sorpresa y preocupación. La revelación de que su hermano menor estaba enamorado de Lyra la dejó en shock por un momento. Sin embargo, optó por ser franca con él, consciente de que la situación requería claridad.
-Joseph, Lyra es... algo complicada, comenzó Joan, buscando las palabras adecuadas -Ya tiene a alguien en su corazón, y no creo que sea el mejor momento para intentar conquistarla.
Joseph, sin embargo, no se rindió fácilmente. Le rogó a Joan que le ayudara, argumentando que él era mejor que el posible interés amoroso de Lyra. Joan, aunque sentía afecto por su hermano, no compartía su entusiasmo por la idea.
-No puedo ayudarte en eso, Joseph, dijo Joan, guardando sus propios sentimientos -Lyra es una chica increíble, pero tienes que entender que las cosas del corazón no siempre se pueden forzar. Además, ella ya tiene a alguien en su vida, alguien a quien aprecia mucho."
Aunque no reveló la identidad de esa persona, Joan esperaba que su hermano entendiera la gravedad de la situación y reconsiderara sus intenciones. No obstante, la confesión de Joseph dejó una sombra de complicación en la relación entre los hermanos Delacroix.
Joan y Lyra se encontraron en la escuela al día siguiente.
Joan, con una expresión entre seria y comprensiva, decidió abordar el tema. -Lyra, necesito hablarte de algo importante. Ayer Joseph me confesó que está enamorado de ti desde hace tiempo.
Lyra, sorprendida, arqueó una ceja. ¿Enamorado? ¿Él? ¿De mí? No lo hubiera imaginado.
-Lo sé, es un poco sorprendente, admitió Joan. Él me pidió ayuda, pero le dije que no podía forzar el corazón de nadie. Aunque creo que debes saberlo, aunque él quería invitarte a una cita en la feria.
Lyra asintió, procesando la información. -Gracias por decírmelo, Joan. No tenía ni idea., aunque no rechazare esa propuesta, sin embargo, es para rechazarlo con cortesía, es mi amigo, además tu hermano, y no quiero herirlo.
Joan arqueo la ceja confundida -Me sorprendió que aceptaras la cita a la feria. Él me pidió que te la propusiera en su nombre, pero no pensé que aceptarías sabiendo lo que ahora sabes.
Joan sonrió, agradecida por la comprensión de Lyra. -Solo quería que estuvieras al tanto de todo. No quiero que las cosas se compliquen más de lo necesario.
La conversación dejó a Lyra reflexionando sobre la situación. Aunque la feria se presentaba como una oportunidad para divertirse, también estaba consciente de los sentimientos de Joseph y quería abordar la situación con sensibilidad.
Llego el sábado eran las 5 de la tarde.
Lyra se arregló cuidadosamente, eligiendo atuendos que realzaran su belleza natural. Cuando salió de su habitación, su padre, Lincoln, la miró sorprendido. -¿A dónde vas tan arreglada, Lyra?
Ella le dirigió una mirada directa y con un toque de desafío. -Tengo una cita. Llegaré a las 10.
Lincoln se quedó parado, congelado por la noticia. Aunque era consciente de que esta cita probablemente no sería del agrado de su padre, Lyra sintió la necesidad de provocarle celos, incluso si era solo para sus propios sentimientos. Sin decir más, dejó a Lincoln con su sorpresa y salió de la casa, sin mirarlo directamente, preparada para afrontar lo que vendría.
Lyra tenía la intención de pasar un buen rato con Joseph y rechazarlo con amabilidad, ya que ella no sentía nada por él fuera de una amistad. Sin embargo, en el fondo, también esperaba que su padre, Lincoln, se diera cuenta de lo que estaba sucediendo y tal vez, solo tal vez, sintiera algo de celos. Aunque sabía que era un juego arriesgado, estaba decidida a seguir adelante.
Lyra y Joseph decidieron comenzar con la montaña rusa, uno de los juegos más emocionantes de la feria. Mientras esperaban su turno, compartieron risas y anécdotas divertidas. Cuando llegó el momento de subir, Lyra sintió la adrenalina correr por sus venas mientras Joseph intentaba hacer bromas para aliviar la tensión.
Después de la montaña rusa, se dirigieron a la rueda de la fortuna. Mientras disfrutaban de las vistas panorámicas, compartieron historias personales y se conocieron mejor. La conversación fluyó fácilmente entre ellos, y Lyra comenzó a darse cuenta de que Joseph no era tan infantil como pensaba.
Decidieron probar juegos de habilidad, ganando premios pequeños y riéndose de sus torpes intentos. Lyra se sorprendió al descubrir que disfrutaba de la compañía de Joseph, aunque en su mente estaba claro que solo quería que fueran amigos.
La noche continuó con paseos en las tazas locas, cada atracción proporcionando un nuevo escenario para compartir risas y momentos especiales. A medida que el tiempo pasaba, Lyra se relajó y comenzó a disfrutar de la cita, aunque aún mantenía su resolución de ser honesta con Joseph sobre sus sentimientos.
Joseph soltó un largo suspiro, manifestando su frustración. -¿Por qué, Lyra? ¿Acaso no soy lo suficientemente bueno?" La incomodidad se reflejó en el rostro de Lyra mientras respondía -No se trata de eso. Ya amo a alguien más y no puedo dejar mis sentimientos por él.
La ira se apoderó de Joseph, quien se acercó a Lyra con determinación. -Qué lástima, murmuró, rociándole un spray en la cara. En cuestión de segundos, Lyra quedó inconsciente. Joseph, con un gesto despiadado, chasqueó los dedos, y de la nada, dos hombres trajeados emergieron. -Súbanla a la furgoneta. Será lo mismo de siempre, ordenó con indiferencia.
Una hora después, Lyra abrió los ojos, encontrándose atada a una silla. Observó a su alrededor y de inmediato comprendió la gravedad de su situación.
Joseph, con malicia, se acercó y habló -Es una lástima, ambos pudimos ser perfectos juntos. Ahora te haré pagar. Lyra no pudo decir nada debido a la mordaza que le impedía hablar. Joseph retiró la mordaza y, con un grito, Lyra le dijo -¡Púdrete!.
Joseph sonrió y le propinó un puñetazo en la boca, haciendo que escupiera sangre. Molesto, le dijo -Ahora me dirás quién es tu amorcito. Lyra, a pesar de la sangre en sus encías, sonrió y desafiantemente expresó -Mátame. Joseph, al observar los ojos de Lyra, notó que hablaba en serio.
Había hecho esto en varias ocasiones, siempre conseguía información al primer golpe, pero esta vez era diferente. Era la primera vez que veía tanto odio y determinación en los ojos de alguien. Otro golpe no serviría de nada.
Joseph sin más opción pensó unos momentos y recordó a su hermana Joan, este con una señal le dijo a uno de sus hombres que la amordazaran de nuevo, y posteriormente saco su teléfono y marco un número.
Del otro lado se escucho una voz femenina, más precisamente la voz de Joan, Joseph antes de decir algo escucho algo en un tono algo burlón -¿ya te rechazo?
Joseph dio un suspiro frustrado y contestó mirando a Lyra -lamentablemente sí, y necesitó información.
Joan estaba desconcertada por el tonó delas palabras de su hermano y le preguntó -¿A qué te refieres? Joseph, con un tono sombrío, respondió -Las chicas que me rechazan nunca la pasan bien, Joan. él Quitó la mordaza de nuevo, y Lyra gritó -No le digas nada. Joseph, imperturbable, volvió a colocar la mordaza.
Él le dijo -Ahora lo sabes. Si no me dices el nombre de su 'amorcito', no sería divertido. Aunque también podría divertirme con ella ahora mismo, tú me dices si lo hago ahora o delante de su 'amorcito'. ¿Qué decides?
A Joan le temblaba la voz y sin colgar le dijo con un atisbo de valentía- No sabes en qué te estás metiendo, Joseph. Cuando el padre de Lyra se entere de esto, no vas a salir bien parado. Suelta a Lyra y quizás él perdone tu vida. Joan mantenía el tonó firme, aunque la preocupación y el miedo eran palpables.
Joseph comenzó a reír burlonamente y dijo con arrogancia -¿Qué me va a hacer su papi a mí, el hijo del dueño de la maldita ciudad? Me importa un demonio un don nadie. Luego, con un sentido del humor algo macabro, para molestar a Joan, añadió -No me digas que su amorcito es su papi. Se río aún más, pero solo recibió un silencio helado de Joan. De repente, notó la mirada aterrada de Lyra y comprendió que había dado en el blanco.
-¿Y yo soy el enfermo? Ahora estoy más molesto que antes, continuó Joseph, su tono volviéndose más sombrío. Luego, dirigió su mirada hacia Lyra y amenazó -Avísale a su papi que lo espero en los almacenes de la ciudad, bloque B37, en cuatro horas si no viene, mataré a su hija, me siento asqueado por esto, ya ni me dieron ganas de tocarla. Joan intentó interceder, pero Joseph colgó abruptamente, dejando un aire tenso y amenazante en la habitación.
Joan estaba aturdida y asustada, aunque no tenía una relación cercana con su hermano, lo que acababa de escuchar la hizo sentirse mal.
No se esperaba este lado oscuro de Joseph, sin embargo, en un momento de claridad, Joan se dio cuenta de que, si se veía obligada a elegir entre su hermano y Lyra con Lincoln, no dudaría en escoger a su amiga y su amado, ella se levanto y fue directo a la casa de Lincoln mientras pensaba como decirle la noticia a el pobre hombre, que tenia que pasar por otra situación tan estresante de nuevo.
Joan llegó apurada a la casa de su amiga entrando tan apresurada que solo abrió la puerta y entro, se encontró con el padre de su amiga apenas busco en la sala, al encontrarse con un Lincoln visiblemente deprimido, este le dijo -Crecen tan rápido, hoy mi niña tuvo su primera cita espero que se haya divertido. ¿Lo sabías? El hombre se veía muy deprimido.
La expresión de Joan cambió a una de apuro, Sintió un nudo en el estómago mientras le daba un resumen conciso pero impactante de los eventos recientes -señor Miller, mi hermano se ha vuelto peligroso, esta tarde, Lyra salió con él, pero no fue una cita normal ella rechazo su confesión y...
-Joseph la llevó a un lugar apartado y la retuvo, amenazando con hacerle daño si no descubría quién es el hombre al que ella ama.
La mirada de Lincoln se volvió intensa.
Joan, sabiendo que la siguiente parte sería aún más difícil de comunicar, le explicó con cuidado, -Joseph quiere saber quién es el objeto del afecto de Lyra porque él mismo está enamorado de ella. Pero, lo que es peor, amenazó con hacerle daño a ella y a... bueno, te pidió que tu fueras a un lugar específico en unas horas, y si no lo haces, le hará daño a Lyra."
La habitación se llenó de un tenso silencio mientras Lincoln procesaba la gravedad de la situación. Joan, con los ojos llenos de tristeza, le hizo una última petición, -Lincoln, por favor, ten piedad de mi hermano. No justifico lo que hizo, pero él no sabe la magnitud de lo que está desatando. No permitas que esta locura destruya más vidas.
Joan, titubeando un poco, explicó con rapidez, -Lo siento, Lincoln. Joseph dijo que si no revelaba quién es el ser amado de Lyra, entonces él tomaría medidas drásticas. Amenazó con hacerle daño a Lyra si no le decía quién es su ser querido, lo siento, no sabía cómo manejarlo, y estoy tan asustada por ella como tú."
Lincoln, aunque seguía mostrando una expresión fría, estaba procesando la información. -Así que Lyra ha estado en peligro debido a un tipo que no supo manejar un rechazo.
Joan asintió, "Sí, él mencionó algo sobre esperar en los almacenes de la ciudad.
Joan se apresuró a agregar, Lincoln, no es solo por ti, es porque Joseph descubrió que su ser amado eres tú, por eso todo esto, aun así, no justifica lo que está haciendo te pido piedad.
Lincoln tomo su teléfono y marco un numero mientras Joan lo miraba confundida, quien contesto fue el señor Delacroix el padre de Joan y Joseph -hey Lincoln ¿cómo estás?
Lincoln le contestó con frialdad: - Tu hijo cometió un error, uno grave, se atrevió a secuestrar a mi hija, y posiblemente le hizo daño ¿Sabes lo que va a pasar?"
El señor Delacroix se quedó en silencio por un momento, antes de responder con preocupación en su voz. -Lincoln, lamento profundamente lo que ha sucedido. Haré todo lo posible para solucionar esto Joseph ha perdido el rumbo, pero no dejaré que sus acciones afecten a nadie más, dime qué necesitas que haga.
Lincoln, sin mostrar un ápice de compasión, respondió con dureza a las súplicas del padre de Joan. - Tu hijo ha cruzado una línea que no puede deshacer. Hoy, su destino ha sido sellado no hay lugar para la piedad, y nada en este mundo evitará su muerte.
El padre de Joan, atemorizado, apenas logró articular unas palabras. - Por favor, hay que encontrar otra solución mi hijo es impulsivo, pero no merece..."
La frialdad de Lincoln persistía mientras el padre de Joan balbuceaba en busca de compasión. - No hay marcha atrás, Me asegurare de que Joseph lo entienda, este es el precio de sus acciones.
Antes de colgar, Lincoln agregó una pregunta helada al padre de Joan. - ¿Vas a intervenir o prefieres que compre más bolsas para cadáveres? Solo te aviso por cortesía, él ya está muerto
Ante el silencio del padre de Joan, Lincoln no mostró signos de ceder. - ¿Entonces, debería asumir que no intervendrás?
Después de un breve titubeo, el hombre finalmente respondió con resignación. - No... no intervendré, pero por favor, te ruego que... que al menos... su muerte sea rápida, Lincoln contestó lleno de furia -no cuentes con ello.
Joan pudo ver como Lincoln se quedo congelado unos segundos después de colgar, vio como algunas lagrimas caían de sus ojos, desde su punto de vista vio a un hombre que había sentido tanta presión que se había roto, no solo su hermana quería quitarle la custodia de su hija y debido a eso casi muere a manos de un sicario, sino también recientemente lo que le sucedió a Camila, cosa que para evitar que ella y Lyra perdieran la cabeza, decidieron ignorarlo como un sistema de defensa mental, y ahora el chico que llevo a su hija a su primera cita, secuestro a su hija, ningún ser humano podría aguantar tanto castigo y estrés.
La rubia vio como él seguía de pie pero destruido, ella ya no podía más, ella amaba tanto a ese hombre, aquel que ele dio ánimos en sus peores momentos después de que su madre falleciera en un atentado, incluso descubriendo recientemente que fue el quien la vengó, él la ayudo a ser quien es hoy en día gracias a sus sabios consejos y cariño incondicional, ella se acerco a él, se puso de puntillas y le dio un beso en los labios.
Lincoln salió de su trance sorprendido por la acción de Joan, ella lo mío con una sonrisa tras darle un beso en los labios, expresó sus sentimientos con claridad. -A pesar de todo lo que has sufrido recientemente y lo que se que sufriste en tu pasado, sigues aquí de pie, y lejos de pensar en como rendirte, piensas en una forma de solucionar las cosas, sin importar el precio.
Ella le dio otro beso, pero más profundo, el hombre debido a la desesperación que sentía, el deseo de ser consolado, y el hecho de quien le daba ese beso cargado de amor era una persona que él quería con todo su corazón lo calmaron y correspondió el beso tomándola de la cintura.
Ella se separo un poco sin dejar que el le soltara la cintura -yo estoy de tu lado, se que es mi hermano tu objetivo hoy, pero a pesar de ello, lo amo tanto señor Miller, sé que no es el momento para revelarle esto, pero sentía que debía hacerlo, a pesar de las atrocidades que le hará a mi hermano, no siento ningún tipo de rencor.
Lincoln se separo de ella le toco la mejilla con cariño y la miro con amor -gracias Joan y de verdad lo aprecio, yo...
Ella le puso dos dedos en los labios del hombre -no necesitó una respuesta aún, dejémoslo para después, si necesita ayuda se la daré.
Lincoln la miro de nuevo y le dijo -necesitare que me acerques, Lincoln reflexiono un momento y dijo resignado -te prometo que si Lyra esta intacta, solo lo dejare tetrapléjico.
El señor Delacroix, con voz temblorosa pero firme, marcó el número de su hijo Joseph.
Después de varios tonos, Joseph contestó de manera despreocupada, ajeno a la tormenta que se cernía sobre él.
-¿Papá? ¿Qué pasa? preguntó Joseph, sin sospechar la gravedad del asunto.
Su padre, con una mezcla de temor y determinación, le habló -Joseph, has cometido un error monumental has secuestrado a la hija de Lincoln, el tiburón blanco, no subestimes lo peligroso que es, ni siquiera un ejército entero podría detener a ese hombre, es considerado el asesino más temido de las últimas décadas.
Joseph río con arrogancia -Papá, por favor, tengo un grupo de hombres armados hasta los dientes y tengo su hija de rehén.
El señor Delacroix suspiró profundamente -Joseph, escucha bien, no moveré un dedo para ayudarte en esto, has cruzado una línea peligrosa, y enfrentarás las consecuencias de tus acciones, esta guerra está perdida para ti."
Joseph, por primera vez, sintió un escalofrío recorriendo su espina dorsal - ¿De qué estás hablando, papá? Eres el dueño de la ciudad, no, del estado ¿cómo puedes temerle a un cuarentón?
Su padre, con frialdad en la voz, respondió -Tu hermana te advirtió, y ahora tendrás que lidiar con las consecuencias, no me meteré en esta batalla, prepárate para lo que viene, hijo mío, te quiero.
La llamada terminó, dejando a Joseph con una sensación de desesperación mientras se enfrentaba a las repercusiones de sus acciones sin el respaldo de su propio padre.
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