C A P Í T U L O 14

Cerré la puerta detrás de mí y apoyé la espalda sobre la dura superficie mientras intentaba poner fin a los caóticos pensamientos que tenían a mi corazón acelerado por los últimos acontecimientos ocurridos.

Fijé la mirada en el techo por un instante y me pregunté qué rayos me había pasado por la cabeza en el instante en que permití que Jared invadiera mi espacio personal de esa manera.

Todo había ocurrido tan rápido que ni siquiera fui consciente del momento en que su cercanía no me provocó más que anhelo y un tipo de deseo que nunca había experimentado.

No obstante, ese deseo trajo consigo una sensación de pánico que revolvía mi estómago al punto de provocarme náuseas porque no se suponía que las cosas debieran suceder así.

La sensación de tenerle tan cerca y sentir su calor encendió lugares en mi cuerpo que no sabía que podían arder de esa manera. Pero el solo pensamiento me hacía sentir tan avergonzado que quería encerrarme en mi habitación y nunca salir.

Todavía con los sentimientos a flor de piel, atravesé la oscura sala para dirigirme a las escaleras con sumo cuidado de no hacer algún ruido que pudiese alertar a alguien.

Subí los escalones y me detuve frente a la puerta de mi habitación justo cuando la puerta de Andrew se abría y el mellizo salía al pasillo, provocándome un sobresalto por el susto.

—Maldición, Andrew, me asustaste.

El mellizo pareció impactado de verme despierto. Pero no le tomó demasiado tiempo percatarse de que acababa de llegar por la forma en la que estaba vestido.

—¿Tomando ejemplo de tu hermano mayor?

—¿Disculpa?

—¿En dónde estuviste? —preguntó con extrañeza.

Lo que era entendible, porque si alguien rompía las reglas en esta casa, no era yo.

—Salí a dar un paseo con un amigo.

Los ojos se Andrew lucieron interesados ante mi pequeña revelación. Alzó una ceja y parecía estar a punto de hacer algún tipo de broma, cuando avancé hacia mi puerta, sin darle chance a realizar ningún comentario.

—Buenas noches —dije con rapidez antes de encerrarme y pegar la espalda contra la dura madera.

Permanecí unos segundos allí, reflexionando, y luego me aparté para quitarme la ropa y doblarla mientras decidía en mi mente que lo mejor sería tomar distancia con Jared si quería que las cosas continuaran igual.

Por alguna razón, sentía que las líneas comenzaban a desdibujarse entre ambos y aun no podía decidir si eso me agradaba o no.

Negué un par de veces con la cabeza y tras colocarme el pijama, me cobijé hasta la cabeza, deseando con todas mis fuerzas no pensar en los acontecimientos de esa noche ni en todos los momentos que había vivido con Jared y comenzaban a cobrar otro significado.

Porque si eso ocurría, ya no habría vuelta atrás.

Salí del salón de clases, tras completar la última clase que tenía en el día. Alcé la muñeca para ver que eran los dos de la tarde y decidí que iría directo a casa, en vista de que no tenía algún otro compromiso y tampoco tenía muchas ganas de deambular por la universidad.

Me di la vuelta para dirigirme a la salida cuando me topé de frente con la persona que había intentado evitar en todo el día.

Cosa que había resultado bien hasta ahora.

―Hey.

Se acercó con las manos en sus bolsillos mientras observaba a las personas que acababan de salir de clases a nuestro alrededor, antes de fijar su mirada en mí.

―Jared, ¿qué tal?

Asintió como respuesta, antes de aclararse la garganta.

―No te había visto en todo el día.

«Esa era la idea», pensé con pesar.

―¿Quieres salir a algún lugar?

Bajé la mirada mientras subía y bajaba mi dedo índice por el libro de texto que tenía en mi pecho.

―Lo siento, Jared, pero estaba a punto de ir a casa ―informé―. Debo terminar un trabajo de Administración con fecha límite y no lo he comenzado.

Jared se enderezó al escuchar el nombre de la materia y me maldije internamente cuando recordé que él había estado ayudándome con ella.

―¿Necesitas una mano?

Negué un par de veces, deseando que dejase de insistir porque sentía que si seguía escuchando su voz en algún momento cedería.

―No, no te preocupes. ―dije rápidamente―. En realidad, ya comienzo a tomarle el tiro a la materia, por lo que es probable que no necesite más de tu ayuda. ―Ladeé la cabeza y le regalé una sonrisa, deseando que el nerviosismo no se notase en mis fracciones―. Gracias por todo, Miller. Sin ti no lo hubiese logrado.

Rodeé su cuerpo, sin esperar una respuesta. Avancé un par de pasos y cuando sentí que estuve lo suficientemente lejos, apreté con fuerza el libro en mi pecho buscando algún tipo de consuelo.

Porque no debí sentirme tan miserable al dejar a Jared atrás.

Pero aquello no acabó allí, porque los días siguieron pasando conmigo rechazando cada intento de Jared por encontrarnos a solas en algún lugar. Cada vez se sintió peor que la anterior, pero mi cabeza me decía que aquello era lo correcto si no quería que las cosas se complicaran hasta el punto de no retorno.

El problema fue que Jared no se rindió allí y continuó insistiendo hasta que un día cuando estaba sacando mis cosas para partir de casa, mi casillero fue cerrado con fuerza, provocando que saltase en mi lugar por el susto.

Llevé la mano a mi pecho como acto reflejo y me di la vuelta para ver a Jared frente a mí, luciendo tan serio como nunca le había visto, y con una mirada tan fría que algo en mi pecho dolió.

Porque Jared nunca me había mirado de aquella manera.

Ni siquiera cuando éramos simples desconocidos.

―Jared, ¿qué...?

―Necesitamos hablar ―demandó.

―En realidad, yo...

Golpeó una mano contra mi casillero mientras se acercaba a mi rostro y me arrinconaba contra la caja metálica.

―No quiero escuchar la maldita excusa que vayas a darme ―murmuró por lo bajo, con un tono que iba más allá del enojo―. Hablaremos y no aceptaré un no por respuesta.

Tragué grueso cuando se alejó y sujetó mi muñeca con fuerza para arrastrarme con él a través del pasillo. Intenté luchar, pero su agarre era tan fuerte que todo lo que pude hacer fue dejar de oponerme para seguirle, hasta que nos detuvo frente a un aula vacía. Miró a los lados para comprobar que nadie estuviese mirando y nos metió para luego cerrar la puerta y estamparme contra ella.

Jadeé y pegué mi cabeza a la puerta mientras observaba la forma peligrosa en que se acercaba, como si de su presa se tratase.

―¿Puedes explicarme la razón por la que has estado evitándome?

―No te he evitado.

Jared tomó mis muñecas con fuerza y las apresó contra la puerta en un agarré que comenzó a ser doloroso.

Pero algo ocurrió.

Algo que nunca me esperé sentir.

Apreté mis labios para retener el gemido que quería expulsar y en su lugar hice una mueca que Jared debió interpretar de alguna manera porque se alejó de inmediato con cara de preocupación.

Pero más que pensar en su actitud, mi mente voló a su agresivo toque y la reacción inmediata de mi cuerpo.

Reacción que no debió de haber ocurrido

―Derek, ¿estas...?

Sin darle tiempo a responder, tomé mi mochila y salí corriendo de allí, necesitando desesperadamente poner distancia entre Jared, todo lo que estaba causando en mí y yo.

Mis piernas comenzaron a quemar a mitad del recorrido, pero no hice nada por detenerme cuando todo lo que quería era escapar de los tormentosos pensamientos que comenzaban a consumirme.

Salí de la universidad sin prestar atención a mí alrededor y solo seguí corriendo, esperando ser más rápido que los miedos que comenzaban a alcanzarme.

No supe por cuanto tiempo corrí, pero cuando me detuve e incliné hasta colocar las manos en las rodillas para tomar un poco de aire y luego me erguí, noté que estaba en la cuadra de mi casa.

Solté una fuerte exhalación y coloqué la mochila en mi hombro para caminar con más calma hasta la entrada de mi casa. Atravesé la puerta y tiré la mochila en uno de los sofás mientras me dirigía a la cocina para tomar un vaso de agua.

No estaba acostumbrado a esa cantidad de ejercicio y ahora que estaba más calmado, el cansancio en mis extremidades era más notorio.

Entré a la cocina y me acerqué a la nevera para llenar un vaso de agua. Bebí todo de un solo trago, dejé el vaso en el lavavajillas y me di la vuelta para ir a mi habitación cuando noté en la encimera una canasta llena de manzanas. Tomé una y la lancé un par de veces, decidiendo que la comería, por lo que lavé la fruta de forma adecuada, busqué una tabla junto a un cuchillo para picarla en trocitos, colocarla en una tasa y así poder llevarla conmigo.

En un movimiento descuidado, rocé el cuchillo en mi dedo y por acto reflejo, lo lacé lejos para llevarme el dedo hacia el cuerpo e inspeccionar la herida. La sangre salió de manera escandalosa, pero cuando apreté la zona alrededor del corte y una sensación parecida a la que me envolvió cuando Jared me agarró con fuerza me consumió, todo lo que quise fue llorar.

Un nudo se instaló en mi garganta y antes de darme cuenta mis ojos se encontraban nublados, impidiéndome ver el desastre que había causado.

Solo sabía que todo estaba mal.

La sangre corría por mi dedo con la misma velocidad que las lágrimas en mi rostro, porque se suponía que aquel corte no tuvo que causarme más que dolor.

Caí de rodillas al suelo y abracé mi cuerpo con fuerza, sintiéndome asqueado conmigo mismo. Sollocé por un largo rato hasta que ya no quedaron más lágrimas que derramar y solo me quedé mirando algún punto en el suelo, al no saber qué otra cosa hacer.

No supe cuánto tiempo pasé de esa manera, pero un rato después unas manos en mis hombros me hicieron sobresaltar. Al alzar la mirada, me encontré a un Andrew agachado frente a mí con una expresión de preocupación que me hizo pensar que lucía realmente mal.

―Derek, ¿qué diablos?

Pasó sus pulgares por mis mejillas, probablemente notando las lágrimas secas y luego comenzó a detallarme de manera frenética hasta que sus ojos cayeron en algún punto del suelo.

―Hey, ¿qué es esa sangre en el suelo?

Inspeccionó con rapidez mi costado y tomó mis brazos para estudiarlos también hasta que sus ojos cayeron en el dedo que ahora tenía sangre seca pegada. Se levantó para mojar el trapo de la cocina y se agachó con rapidez para comenzar a limpiar la herida, suspirando luego con alivio al notar que no era más que un pequeño corte.

―Es un simple corte ―murmuró analizando mi rostro.

Se notaba que tenía intenciones de hacer alguna broma al respecto, pero pareció notar que esto iba más allá que de un simple momento de torpeza, por lo que prefirió quedarse callado, cosa que agradecí.

―Ven, déjame ayudarte.

Me sujetó de los brazos y me ayudó a ponerme de pie. Hice una mueca cuando noté el dolor en mis rodillas y lo entumecidas que estaban mis piernas por haber permanecido en la misma posición por tanto tiempo.

―¿Puedes caminar?

Asentí con lentitud y me aparté de su agarre para abrazarme cuando noté que el frio no se iba de mi cuerpo. Di un par de pasos atrás sin ser capaz de mirar a mi hermano a la cara y me di la vuelta sin mirar atrás queriendo desesperadamente estar solo.

Subí las escaleras sosteniéndome de la pared y cuando llegué a mi habitación lo primero que hice fue comenzar a quitarme la ropa y entrar a la ducha. Ajusté la llave para que saliese agua caliente y cuando me aseguré que lo hacía, me metí debajo del chorro esperando que el agua fuese capaz de limpiar la suciedad que me envolvía.

Duré unos segundos, pero cuando noté que el ardor en mi dedo comenzaba a ser agradable, cerré la llave y envolví la toalla a mí alrededor para salir de allí. Me coloqué el pijama y me lancé a la cama con la mirada fija en el techo sin saber a dónde dirigir mis pensamientos, inseguro de querer indagar más en lo que había descubierto.

Alcé mi dedo para inspeccionar el corte no más grande de un centímetro. Me senté en la cama y abrí la primera gaveta de mi mesita de noche para buscar en una pequeña caja una bandita. Cerré la gaveta y tras quitar el plástico protector, coloqué la bandita alrededor de mi dedo con sumo cuidado para luego caer de espaldas a la cama una vez más.

Cubrí mis ojos con los antebrazos y las lágrimas se deslizaron una vez más de las esquinas de mis ojos cuando otro nudo se asentó en mi garganta y otra punzada atravesó mi pecho.

¿Acaso me gustaba el dolor?

Sollocé un poco antes de soltar un pequeño quejido, incapaz de hacer más que lamentarme, porque era evidente que no podía cambiarme a mí mismo.

¿Era tan difícil ser una persona normal?

Pensé en Jared y sollocé más fuerte cuando pensé en el asco que podría producirle mi pequeño secreto. Me escondí debajo de las sábanas, deseando nunca salir de allí al saber que ahora más que nunca tendría que alejarme de él porque no había forma de que las cosas acabaran bien si descubría lo repulsivo que era. 





No tengo nada que decir al respecto, señores 

Derek está chiquito, esto es nuevo para él y parece que vienen momentos de reflexión y descubrimiento para mi bebé:(

Me duele la angustia de Derek ante tantas cosas que le están ocurriendo al mismo tiempo, pero tambien me duele en el alma Jared y lo que pueda pensar de una situación que desconoce pero le afecta 😭😭

Espero que a pesar de todo les haya gustado el capítulo y hayan sido capaces de sentir el dolor y la angustia de Derek 💔

Gracias por leer <3

Nos leemos pronto :)

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