3 · "contrabando"

—¿Sabes, Oswald? He pensado mucho sobre nuestro último encuentro en prisión.

Edward había venido con la excusa de unos negocios de contrabando, sin embargo, sólo hablaba de lo mismo. El único avance que había ocurrido ente ellos era trasladarse a una mesa y sentarse para hablar. 
Fuera de aquello, todo resultaba exageradamente monótono.

Oswald rodó los ojos.

—¿Qué tiene eso que ver con nuestros negocios?

—Muchísimo —aseguró con una seguridad arrolladora.

—Sigues diciendo lo mismo, y sin embargo, no soy capaz de entender por qué le prestas tanta atención a lo mismo, Edward —respondió con dureza—. El pasado es el pasado. La guerra entre tú y el Joker ha terminado, así que debería ocurrir lo mismo con este tema.

Edward apretó los dientes. Para él, era algo más que el pasado.

Realmente, el pingüino sabía que el acertijo nunca dejaba pasar una humillación por alto (sobre todo teniendo en cuenta el mal humor en el que se encontraba cuando eso ocurrió), pero el mismo tema de conversación tan recurrente empezaba a cansarle. Aunque también debía admitir que jugar con Nigma era ciertamente divertido; se le hacía ameno jugar a con cuánta exactitud conseguía predecir sus acciones. La mayoría del tiempo ganaba.

—Está bien, hablemos de contrabando —cedió Edward finalmente, sorprendiendo tenuemente a Oswald por su tono ahora, tan aparentemente relajado.

—¿Qué es lo que buscas?

—Explosivos.

—Mmmm —se quedó pensativo mientras encendía otro puro—, hazme una lista, y vuelves cuando esté lista.

—Te la haré ahora mismo.

—Bien.

Cobblepot le pasó un papel y un boli de tinta azul para que escribiera y se limitó personalmente a desear que el acertijo no se quedara demasiado en su oficina; tenía cosas más importantes con las que tratar (cosa que jamás le diría a él porque no necesitaba más ansias de venganza por parte de Nigma).

Se le quedó mirando mientras escribía algo que no tuvo que pararse a pensar para plasmar en la lista.

Edward era testigo de la atención que estaba recibiendo del pingüino e inevitablemente sonrió por lo bajo por eso mismo, y de manera que Oswald no pudiera vislumbrarlo. De alguna manera, sentía que estaba consiguiendo lo que quería con ese gesto tan mínimo, pero que tanta mella hacía en él.

—Ya está —dijo en un satisfactorio tono de voz para, acto seguido, pasarle la hoja ya completada.

Oswald la examinó por encima. El Acertijo le pedía un amplio surtido de explosivos, que no le resultaría complicado conseguir, pero sí que sería tremendamente caro de pagar para Nigma. Aunque, era un hombre inteligente; seguro que sabría eso. Así que decidió no comentarlo.

—Los tendrás este fin de semana. El sábado, si todo va bien.

—Perfecto —le respondió Edward con una sonrisa—. Te veo ese día, entonces.

El tono tan cercano con el que Edward se esforzó en hablar se le hizo algo desagradable a Oswald.

Le mostró un pequeño gesto para indicarle que se fuera y aquello fue exactamente lo que hizo: se volvió por donde había venido y se escabulló entre la ventana mientras la cerraba.

Edward finalmente se marchó, y Oswald sonrió detrás suya. Había estado toda la conversación reprimiendo el dulce pensamiento de que ahora poseía la valiosa información de la situación del Acertijo. 
Resultaba muy placentera, incluso si el otro no lo sabía, o directamente no le importaba.

Y además, había encontrado un nuevo cliente.

Aprovechando que había terminado de controlar los ingresos de su negocio legítimo, empezó a juntar la distinta información de contrabando para así organizarse y realizar un pedido para el siguiente día.

Fue pasando los papeles, reuniéndolos y organizándolos, y cuando se encontró con el del Acertijo, el que había escrito delante suya hace pocos minutos, esta vez lo leyó con detenimiento, llevándose una sorpresa que perfectamente podría haber esperado.

En la lista del villano no había explosivos, como había dicho que pediría, ni armas, ni ningún otro cargamento que pedirías a alguien que controla un negocio ilegítimo que crece cada día más de forma positiva (criminalmente hablando). No, nada de eso.

Porque sí, había explosivos, pero la mayoría eran la combinación de palabras conocidas y números que no llevaban a nada existente, básicamente, formaban un tipo de combinación con parecía tener una solución que resolver.

El Acertijo había escrito… Bueno, un enigma en el papel. 
Había una variedad de números y letras individuales en esquinas del margen, y parecían formar un camino junto con las palabras inexistentes.

Oswald, cansado, casi se lleva las manos a la cabeza. ¿Cómo no podría haber visto algo así?

Y lo peor era que dudaba en si debería aceptar su estúpido reto o no.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top