Epílogo

LEONE.

Han pasado cinco años desde que las trajimos de regreso a casa, Alemania, su nuevo hogar, que construimos pensando en la vida de pareja que deseábamos, una vida familiar y semi tranquila, con hijos, mascota y la reja pintada de blanco, se puede decir que lo tenemos todo justo ahora.

Sería perfecto si Gabriela viviera como la millonaria que es y dejara de empeñarse tanto en ir a trabajar, aún no comprende que es la dueña y puede faltar las veces que quiera, para eso le regalé la editorial y la mitad de todas mis posesiones, ahora es dueña del 35% de Alemania y ni aún así logro retenerla en casa.

Ni modo, me toca a mí cuidar al montón de críos que tenemos.

No necesito más, sólo amor dame tiempo... yo me sano con tu compañía, esa paz que me das en otro no la encuentro, no, por eso yo quiero de tus besos pa' que me curen el corazón...

Canté con mis niños, intentando hacerlo tan bien como Gabi, incluso aprendí a tocar el ukulele, Kai me enseña cuando vamos de vacaciones a Hawaii, él y su esposo adoran a nuestros hijos y llegué a verlos cómo parte de la familia, a ellos y el resto de nativos que tanto hicieron por las chicas.

— Papi desafinaste un poco.

Se burló Leonor, cubriéndose la boca con la mano.

— Bueno, es que no soy buen cantante, pero hago el empeño, cariño.

Sintiendo las orejas calientes, sí me da vergüenza cantar porque no lo hago bien, pero a Cassian y Gema les gusta que lo haga, se ríen, ambos se ríen de mí, no conmigo, pero eso es lo divertido de tener hijos, te hacen burla y tú sólo tienes que aguantarlos y sonreírles de regreso, así es esto de la paternidad.

Cassian ya tiene cuatro años, fue el planeado, en cambio Gema... bueno, a Gema la hicimos en un descuido en medio de nuestra salida de aniversario de bodas, se rompió el puto condón, jamás me pasó, hasta hace unos años, la pequeña ya tiene dos años, y para mi sorpresa, son todos pelirrojos, ni uno sólo salió rubio cómo yo, comienzo a pensar que deberíamos intentar una cuarta vez, a lo mejor y así me sale uno rubio.

— A mí me gusta cómo canta papá, los hombres no cantan, pero papá lo hace, feo, pero lo hace.

Me medio defendió Cassian, levantándose del césped para venir hacia mí, y rodearme el cuello con sus brazos pequeños, Gema terminó por ponerse celosa, se levantó y vino hacia mí, me quitó el ukelele y se dejó caer sobre mis piernas para que la cargara, aún usa chupón y se ve adorable con su cabello ondulado, todos mis hijos son hermosos.

— ¡Yo nací primero! ¡Me tiene que dar más amor a mí!

Se puso celosa Leonor, levantándose rápidamente para lanzarse sobre mi también, y cómo si no fuese suficiente, Lucifer, esta gata gorda y grande que se come todo lo que encuentra, se nos lanzó encima, tirándome al piso, he perdido la batalla.

De brazos extendidos en el césped, dejé que se me subieran todos encima, todos buscando un poco de atención, todos querían un trozo de su papá, y eso... me hizo sentir bien, porque a su edad yo no quería ver a mi padre, me aterraba tenerlo de frente, me asustaba tanto, que de pequeño me orinaba sólo escuchando su nombre, pero mis hijos no, mis hijos me adoran, quieren pasar tiempo conmigo, y eso me hace pensar que no lo estoy haciendo tan mal, me asustaba la paternidad al principio, no sabía si lograría estar a la altura de la situación, si sería un apoyo para Gabriela... no sabía si sería capaz, pero lo estoy logrando, y nada podría hacerme sentir más feliz justo ahora.

— Uy... amigo, estás hasta el cuello de críos.

Se burló Hans, importunando mi semi-paz, lleva a las gemelas sentadas cada una sobre un hombro, sujetándolas muy bien, le encanta hacerse el fuerte con sus hijas, Madison y Morgan, cuatro años, modelos infantiles, cómo su mamá. Idolatran a Emilia, de seguro ahora van de camino a buscarla al trabajo.

— Lo dice quién ya tuvo suficiente con dos niñas.

Suspiró y las dejó en el piso, dejándose caer en el césped.

— Es que si supieras lo que sufro — se sinceró— No puedo hacer... hacer hijos sin hacer hijos, ellas están en todas partes — señalando a sus crías, viéndolas tomar a los míos y correr hacia el patio de juegos con Lucifer a la siga— No puedo follar ni hablar cómo la gente, tengo que hablar en código para todo, es terrible.

Jalándose por los pelos.

— Bueno ¿No tenías tantas ganas de embarazarla? Ahí tienes el resultado de follar mucho sin usar protección.

Señalando a las niñas que se colgaban de cabeza, están a poco más de un metro de altura, si se caen, podrían partírsela sin problema, eso me pone ansioso.

— ¡Ey! ¡Madison! ¡Se te saldrán los sesos por las orejas si te caes!

Grité.

— ¡Cómo espagueti, tío Leone!

Respondió la muy pilla, soltando las manos, colgándose de los pies únicamente, y Hans ya estaba jalándose de los pelos otra vez.

— ¿Lo ves? No puedo quitarles los ojos de encima, tuve que dejarle otro guardaespaldas a Emilia porque yo tengo que vigilar que mis hijas no se maten solas.

Señaló.

— Ya... ¿Y vienes a mi casa, teniendo la tuya, por...?

Comenzamos a vivir por separado hace tres años, nos costó dos largos años separar a las chicas, tener tres embarazadas bajo el mismo techo fue un desafío peor que matar a Dominik, las hormonas, el llanto y los antojos nos tenían con los pelos de punta.

— Porque Emilia llegó temprano — dijo— Y tengo ganas, soy un hombre ¿Sabías? Y tengo necesidades.

Asentí, comprendiendo hacia dónde va.

— Y quieres que te las cuide.

Terminé la frase por él.

— Por favor — juntó las manos y suplicó— No follo hace dos meses ¡Dos meses! Eso es demasiado tiempo, mis pelotas...

— No, no, sin detalles, gracias — negué— Está bien, yo las cuido, pero te cobraré el favor, yo tengo tres niños y Gema todavía se nos mete en la cama cuando tiene pesadillas, así que también necesito casa sola alguna vez.

— Cuenta conmigo cuando quieras — levantándose con rapidez— Gracias, vendré por ellas cuando se duerman, muy tarde en la noche — comenzando a caminar— O mañana... no sé, pero vendré por ellas, lo prometo.

Viéndolo comenzar a trotar hasta el autito de golf en el que llegó, marchándose a todo dar para tirarse a mi hermana.

Descarado... decirme directamente que quiere follársela es una completa falta de respeto, pero lo entiendo, somos hombres, simples y básicos hombres.

— Blaz debe estar aburrido, vamos a llamarlo para que sus hijos vengan a jugar, Emma debe estar en su club.

Ese fue el regalo de bodas que Blazie le hizo a su esposa la rubia loca, Emma, además de modelo, administra su propio club parecido al pandemónium, sólo que la temática es un poco más... sexual, cuatro pisos hacia abajo, el primero, club normal para mayores de edad, el segundo, bailes sexuales, despedidas de solteros y demás, y no hay sólo strippers, también tiene vedettos y a mi hermano esa parte no le agrada mucho, tercer piso, juguetes, vibradores, masturbación pública, humillación, mucho morbo, y el cuarto piso, es sexual, sin compromiso, sin nombres, sin manera de contactarse, todo muy consensuado, privado y con máscaras, todos usan máscaras, los aires misteriosos le encantan a todos.

— Madison, niña del demonio, te dije que no te colgaras así o vas a reventarte la cabeza.

Sujetándola por el pie, levantándola mientras sujeto el móvil entre la oreja y el hombro, escuchándola carcajear.

— Tío Leone, mamá dice que no hay diversión si uno no se hace un poquitito de daño, además, las Lehmann somos inmortales, tenemos la cabeza dura y el cuerpo de goma, no pasa nada.

Mirándome al revés, con los pelos colgándole hacia abajo.

Debería tener una serie conversación con Emilia, que sus hijas piensen de esa manera es peligroso, los niños se lo creen todo y definitivamente no somos inmortales.

Suertudos, adinerados y guapos, sí, pero inmortales... No.

— Ok, ok, cómo digas, sobrina sin cerebro, vamos a peinarte primero porque pareces recién salida del loquero.

Bajándola al piso, escuchando la voz de Blaz al otro lado de la línea.

— Hermano, hola ¿Qué ocurre?

Preguntó.

— Hans me dejó a las niñas para hacer sus... hijos sin hacer hijos — mirando a los niños muy pendientes de lo que sale de mi boca— Y me preguntaba si querías venir también.

— ¿Para ayudarte a que las gemelas no se maten solas?

Sonaba divertido, le encanta que indirectamente le pida ayuda porque cinco niños son demasiado, sobre todo si dos tienen instintos suicidas.

— Sí — suspiré— Por eso, necesito más ojos.

— ¿Aunque eso signifique más niños? Porque claramente llevaré a Olivia y Charlie, eso sí, son más tranquilos que las gemelas.

Ni que lo digan, Olivia tiene cuatro años y es una niña bastante tranquila, lo sacó a su papá sin duda, tiene su cabello, es una pelinegra preciosa, pero Charlie... Charlie tiene tres años y es un torbellino como las gemelas, se potencian, es un rubio exquisito y risueño, disperso cómo su madre, pero encantador.

Debo tener problemas, adoro a los niños, creo que son lo mío y yo ni enterado, prefiero cuidar de mis hijos y darle libre a la niñera en vez de ir a trabajar, mi jefa, o sea mi esposa, va a regañarme por esto si se entera de que dejé de lado mis obligaciones... otra vez.

— Claramente vas a traerlos, más es mejor, jugarán todos juntos, se cansarán y se dormirán, las gemelas se quedan a dormir hoy porque Hans tiene necesidades de hombre y está desesperado, lo hubieses visto, parece un maniático.

Carcajeó al otro lado de la línea.

— Ya me lo imagino, ese hombre no entiende cómo es la vida de casado y con hijos, se hace cuando se puede, no cuando se quiere, hay que aprovechar todos los momentos posibles para poder follar.

Suspiré.

— Estoy totalmente de acuerdo contigo, hermano, ahora vente antes de que me cuelgue de la viga del patio, por favor.

— Voy de camino, tomaré un par de cosas de mis bestias y me voy.

— Te espero acá.

Corté la llamada y solté a Madison, viendo a Morgan parada frente a mí ahora cómo quien no quiere la cosa, entregándome una goma para el cabello.

— También quiero un moño, tío Leone.

Suspiré y asentí, tomando la goma.

— ¿Quieres una coleta o un tomate?

Viéndola darme la espalda.

— Un tomate cómo el que se hace mamá para andar por casa.

Pidió.

Un tomate entonces.

Juntando su cabello sin dejar un solo cabello fuera, resulta que se me dan bien estas cosas de peinar niñas también.

Soy bueno en todo joder.

Apenas terminé, la pequeña rubia y de ojos azules cómo su madre, se reunió con su hermana y sus primos para seguir jugando mientras Lucifer intenta seguirles el paso, corriendo a su alrededor, saltando de un lugar al otro, emocionado por la cantidad de niños que hay, es un gato feliz, grande, que no entiende que ya molesta si duerme en la cama, pero aún así Gabi lo arropa y lo besa antes de cerrar los ojos, es un gato mimado, muy mimado.

Diez minutos después, Blaz llegó montado en el carrito de golf con los niños en los asientos traseros, apenas detuvo el vehículo, estos se bajaron corriendo y se reunieron con el resto, gritos, risas y más gritos.

— Tenemos niños de todos los colores — dije a modo de saludo, dándole la mano y un abrazo— Nos falta un castaño y ya estaríamos.

— Que guardería tuvimos — resopló— Yo sólo quería uno y luego llegó Charlie, pero no me arrepiento de mi rubio sin tornillos.

Mirándolo con cariño, Blaz babea por sus hijos, todos babeamos por nuestros hijos, también Hans, aunque Hans quiere suicidarse todos los días por sus gemelas...

— ¿Quién quiere helado?

Preguntó la señora Liesel, saliendo al patio.

Dos segundos después, un torbellino de cuerpos pasó por su lado gritando ¡Yo! Con emoción.

— Me hago cargo, señor.

Dijo antes de entrar a la casa con una sonrisa, a esa mujer ninguna tarea le queda pequeña, puede con todo.

— Bueno, un respiro — dijo mi hermano— ¿Sabes algo de mi rubia loca? No me contesta las llamadas, dijo que se reuniría con Gabriela para volver juntas a casa, pero ni luces de ellas y ya deberían haber llegado.

Miré la hora en el reloj de mi muñeca, viendo que efectivamente tuvieron que haber vuelto hace una hora, pero nada.

— Intentaré llamar, dame un momento.

Tomé el móvil y marqué a mi pelirroja, pero nada, luego marqué a Luther, no emitió ni dos pitidos cuando escuché su voz al otro lado de la línea.

— Señor.

Respondiendo con respeto, como siempre, él y Marie se casaron el año pasado y decidieron vivir en la zona roja, es su territorio después de todo, uno se encarga de que las cosas anden bien, y la otra se hizo directora del orfanato, niños felices y con sus necesidades cubiertas siempre, hacen una buena dupla.

— ¿Mi esposa está allá?

Consulté.

Además de trabajolica, adora buscarse problemas, es algo que ni la edad ni su estado le quita.

— Emm... no sabría cómo responder a esa pregunta.

Fruncí el ceño, colocando el altavoz para que Blaz escuchara también.

— Es simple, sí o no. Y dime si Emma está allá también.

Se tomó su tiempo, carraspeó, parece incómodo.

— Luther ¿Están ahí o no?

Preguntó Blaz un poco más molesto por la demora.

— Sí — dijo, soltando luego un largo suspiro— Están aquí... ambas, pero me dijeron explícitamente que no dijera nada.

— ¿Y eso por qué? — fruncí el ceño— ¿Se metieron en problemas de nuevo?

— Pues sí...

— Vamos para allá, no les digas ¿Están en el edificio Lehmann?

Consulté, asintiendo en dirección a Blaz.

— Sí señor, el último piso, la oficina.

— Perfecto.

Corté la llamada y en conjunto con mi hermano, entramos a la casa mientras me pongo en contacto con las niñeras, una sola no es suficiente para tanto crío.

— Liesel, saldremos un momento, hay un par de asuntos por resolver, las niñeras vienen en camino. Te haces cargo hasta entonces.

— Vaya tranquilo señor, estarán todos vivos y enteros a su regreso.

Casi tuve la intención de reír cuando di media vuelta y salí de casa, dispuesto a subir al auto para ver en qué problema se metió mi esposa cuando me encontré de frente con Hans.

— Los planes sobre follar se fueron a la mierda — dijo— Se me escapó en lo que venía a dejar a las niñas, Gabriela y Emma la llamaron para "Divertirse" el guardaespaldas estaba amarrado de pies y manos tirado en el piso, es un incompetente, a mí eso no me lo hubiese podido hacer, ya no hay guardaespaldas cómo yo por aquí.

Hará su pataleta todo el camino porque lo dejaron sin sexo.

— No entiendo que es tan divertido, follar conmigo es más divertido.

Refunfuñó en lo que se montaba en el auto con Blaz y yo.

— Bueno, hacer cosas de hermanas, supongo — contestó mi hermano— Ahora que no viven juntas, aprovechan toda excusa para verse, lo sabes.

— Sí, pero íbamos a follar, yo también tengo necesidades y ya no me toca, se queda dormida apenas toca la cama.

Se quejó.

— Sería una ofensa para las mujeres si digo que pareces una mujer, pero por favor, llora menos, así es la vida ¿Qué le vas a hacer?

— Secuestrarla, por ejemplo, y dejarte a las niñas para que las lleves a la escuela y veinte minutos después te llame la profesora para que te diga que de nuevo se pusieron los pantalones en la cabeza y están corriendo por el patio en bragas.

Puntualizó.

Pobre hombre, debe vivir en una pesadilla constante.

— De acuerdo, haremos esto, las niñas se quedan esta noche a dormir y tú tienes tu noche romántica con Emilia ¿Qué me dices?

— Diría que eres mi cuñado favorito sin duda.

— Yo también tengo que ser tu favorito — lo empujó Blaz, ambos van sentados atrás— Me ofendes, no te cuidaré más a las hijas de satanás que parió tu esposa.

— Mi esposa es tu hermana, idiota, le diré que la ofendiste.

Se la pasaron medio discutiendo, medio riendo en la parte de atrás, mientras yo me apresuraba en llegar hasta la zona roja, tocando la bocina a todo aquel que se me cruzara para que se moviera o lo terminaría arrollando, tengo cosas importantes que hacer cómo para disminuirle a la velocidad.

Frené de golpe apenas llegué al edificio Lehmann, Blaz chocó con el asiento delantero y Hans tuvo peor suerte, pasando de largo y chocando con el vidrio delantero, dislocándose la nariz, claro que en dos movimientos se la puso en su lugar otra vez, me miró mal y bajó del auto.

El marica fue el ultimo en salir, nos retrasa.

Subí con ellos por el ascensor, repiqueteando el piso con mi zapato, apresurando el paso en cuanto las puertas se abrieron, Luther señaló la puerta con la cabeza antes de hacerse a un lado y dejarme pasar, permitiéndome ver la escena.

Gabriela estaba clavándole el tacón de punta entre las escapulas al hombre que llora en el piso, Emilia gira el cuchillo en su mano como si lo hubiese hecho toda su vida a pesar de haber aprendido de las chicas cuando vivieron juntas en Hawaii, y Emma... Emma tiene a otro de rodillas en el piso con una navaja al cuello que lo está lastimando, la sangre le empapa la camisa blanca.

— ¿Qué pasó?

Pregunté.

— Este de aquí — señaló mi esposa al que pisotea— Tiene fotos de los niños en su móvil y acaba de admitir que tramaba secuestrarlos para chantajearnos, y ese de ahí — señaló al que tenía Emma— Es su cómplice, los voy a matar, pero estaba divirtiéndome un poquito.

Levantando el pie, dejándolo caer con fuerza sobre el hombre otra vez, el tacón lo lastima, tiene puntos grandes de sangre por toda la espalda.

— ¿Con los niños? Pero qué par de cobardes de mierda — entrando al espacio, viendo que hay tres hombres más tirados en el piso— ¿Y esos qué?

— Yo los maté — dijo Emilia— Nadie me dijo que íbamos a jugar primero, estaba enojada, porque con los niños no se debe meter nadie, y los acabé de golpe.

Casi le aplaudí, ya no es una princesita que teme ensuciarse las manos y deshacerse de la mierda por su cuenta, ella libra sus propias batallas ahora.

— Bueno, acaben con esos dos ya — pidió Blaz— Tú tienes una cita por delante con el adicto al sexo por aquí — señaló a Hans— Y tú, Emma, se supone que deberías haber llegado ya a casa, los niños tenían hambre y es tradición comer todos juntos la cena. Y tú —señaló a Gabriela— Tú sobre todo deberías evitar el conflicto, estás embarazada, joder.

Miré a mi esposa y su ligera panza de cuatro meses, otro accidente, si seguimos accidentándonos voy a darme un tiro en la polla para ver si así dejamos de llenarnos de críos, el plan era tener dos, y ahora volveremos a comenzar con el tema de la crianza.

— Pero estoy bien — protestó mi mujer— No voy a dejar de divertirme por una cosita como esta.

Señalándose la panza.

— Tienes un golpe en la mejilla, uno bien feo.

Señaló Hans ya que mi mujer al parecer es ciega y no siente dolor.

— Ah, eso — tocándose la zona herida— Es que este idiota me golpeó con un tubo, pero nada, estoy bien.

— ¿Golpeaste a una embarazada? ¿A mí mujer embarazada?

Nadie me detuvo cuando llegué al hombre y lo jalé por los pelos para ponerlo de pie, le quité la navaja a Emilia y la clavé en su cuerpo una y otra vez hasta que dejó de suplicar y moverse, no perdí el tiempo y le corté el cuello al que sujeta Emma, así, problema resuelto.

— Hijos de puta, mira que caer tan bajo — limpiándome la sangre de las manos en el pañuelo que Blaz me ofreció— Vamos a casa a asearnos para la cena, es la tradición, comer juntos.

— Oye, vine a divertirme y nos quitaste la diversión, ese era mío.

Protestó Emma, señalando al degollado.

— Bueno, te conseguiré otro, siempre hay bastardos disponibles para que descargues tu frustración, vamos ya.

— Nunca me dejan divertirme.

Protestó Emilia, pateando el aire antes de comenzar a caminar.

— Diviértete con mi polla luego, las niñas se quedan con Leone y Gabriela hoy.

Le dijo Hans, rodeándole los hombros con su brazo.

— ¿Noche de sexo morboso? —preguntó Emilia— ¿Podemos sacar la artillería pesada y usar los juguetes?

— Por ti, cielo, lo que sea.

Besándola en la boca antes de salir hacia el pasillo.

Sin duda esos dos no salen de la fase de luna de miel.

— Oye, tú, roja — sujetando su mentón para que me mirara luego de que el espacio se vaciara— ¿En qué quedamos?

Nada de cosas peligrosas hasta que nazca el bebé.

Citó, rodando los ojos.

— ¿Entonces? Mira tu rostro, está hinchado y amoratado.

— Ya pasará, me divertí hoy, tú tranquilo, estoy sana y nuestro hijo también — tocándose la panza— Una embarazada feliz, es una embarazada sana, así que no te preocupes, pero... — puso rostro de mocosa— ¿Me llevas a caballito? No quiero caminar.

Negué y le besé la zona amoratada antes de acuclillarme frente a ella, dándole la espalda.

— No puedo decirte que no.

Sin mucha demora, se subió en mi espalda y comencé a caminar con ella a cuestas, los demás, nos esperaban en el ascensor para bajar y salir de la zona, mis padres ya debieron llegar a casa para la cena, desde Hawaii, comer juntos se hizo tradición, siempre, sin falta, y para no discutir, nos turnamos las casas y Liesel cocina, cómo siempre.

— ¡Ay!

Dijo mi esposa, asustándonos a todos, todos volteando para mirarla, incluso la bajé de mi espalda para analizar qué estaba mal.

— ¿Qué pasó? ¿Qué tienes? ¿Dónde te duele?

Pregunté, asustado.

— Nada, no es nada malo — sonrió, tocándose la panza— Es que se movió, no se había movido — su sonrisa se hizo más amplia— Por fin decides hacer tu gran aparición ¿Eh, bebé?

Respiré con alivio y apoyé mi mano en su panza.

Bueno... su deseo siempre fue tener una familia grande para llenar una mesa completa, risas y conversaciones sin sentido, un gato, una casa feliz, un marido, un... un hogar, un lugar propio en el que sintiera paz, un lugar propio. Un lugar en el que yo también me siento pleno, lo tengo todo, absolutamente todo.

— Vamos con los niños, rojita, vamos a contarles que su hermanito quiere saludarlos por fin.

Entrelazando mis dedos con los suyos, recibiendo el beso dulce que me dio.

— Vamos a casa, Leo, me divertí suficiente por hoy, es hora de regresar, todo lo que quiero es abrazar a mis niños.

Y sin duda es la vida que le daré, una en la que siempre pueda regresar, a salvo, junto con todos.

— Sí, yo también muero por abrazar a nuestros hijos, y les debes una canción, porque sencillamente no termino de convencerlos con mi voz.

Carcajeamos, subiendo todos al auto para volver.

— Bien, yo canto entonces y tú tocas el ukelele, somos un equipo ¿No?

— Sí, lo somos, hoy, mañana y siempre.

— Siempre... —suspiró sonriendo— Me gusta pesar en un siempre y en un juntos.

Aún así, luego de años juntos, ella sigue amándome incluso más que el primer día, y yo me siento el puto hombre más afortunado del planeta.

Dominik llegó a mi vida cómo un cáncer, y sin darse cuenta, terminó ayudándome, hizo que una mujer prohibida de pies a cabeza, con una fuerza envidiable decidiera salvar mi vida, me dio un propósito, me dio valentía, y le puse fin a todo aquello que me atormentó por años.

Ahora por fin puedo vivir.

FIN.





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BUENAS BUENAS BBCITAS!

BUENOOO

OTRA HISTORIA LLEGA A SU FIN

FUERON VARÍOS CAPÍTULOS, PERO SE PASARON VOLANDO!

INTERACTUAR POR AQUÍ CON USTEDES SIEMPRE ES UN PLACER

SUS COMENTARIOS ME ALEGRAN LOS DÍAS

SUS ESTRELLITAS ME ANIMAN A SEGUIR

SIN DUDA, SON LO MEJOR DE LA VIDA, MIS PECADORAS BELLAS

ENTRE MÁS SUCIO EL PERSONAJE, MÁS LES ENCANTA, NO SE HAGAN JAJAJAJAJA

NOS LEEMOS EN CONQUISTANDO AL DESASTRE

ENOK ES UN HIJO DE PUTA EN TODA LA EXPRESIÓN DE LA PALABRA 

ÉL NO TRAJO A MELANKA A SU CASTILLO PARA HACERLE LA VIDA FACIL, NO, LA TRAJO PARA USARLA Y DIVERTIRSE, OBLIGANDOLA A TRABAJAR EN ALGO QUE NO LE GUSTA, ESPERANDO EL MOMENTO PARA USARLA CÓMO MONEDA DE CAMBIO SIN IMPORTARLE SU DESTINO

LA COSA AQUÍ ES ¿CÓMO FLORECERÁ EL AMOR? NO LO SÉ, YA LO VEREMOS

NOS LEEMOS EN OTRA HISTORIA BELLAS, COMO SIEMPRE UN AGRADO ESTÁR CON USTEDES

BESITOS EN LA COLA

LAS AMO, USTEDES SABEN, ESTOY AQUÍ SI ME NECESITAN, SIEMPRE

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