Capítulo 35 "Reconciliación parte 1"

GABRIELA.

Los afortunados sin hijos, rápidamente se marcharon a hacer sus profundas reconciliaciones al hotel más cercano, dejándome la casa a Leone y a mí, para no tener que sacar a Leonor de su espacio seguro y se durmiera rápido luego de cansarla lo suficiente, me urge una conversación bastante profunda con el hombre que toma la mano de mi niña y juega con ella en la orilla de la playa, levantándola junto conmigo, cada quién tomando una de sus manos, alzándola cuando el agua viene, haciéndola reír.

Así es cómo me lo imaginé siempre, una reconciliación como esta, feliz.

— ¡Papá, upa!

Pidió la niña, alzando sus manos, mientras se levanta en la punta de sus pies con mucho esfuerzo, apretando y soltando sus manitas, haciendo una mueca graciosa.

No pude evitar reír al ver la confusión en el rostro de Leone, él no tiene experiencia con niños, claramente no va a entender lo que nuestra pequeña princesa quiere.

— Ella está pidiendo que la cargues, probablemente se cansó de correr tanto.

Le dije, sentada en la arena, bajo un quitasol con Leo a mi lado, la pequeña ha hecho castillos sin forma hasta cansarse, corrió y se mojó los pies en el mar, comió helado y jugó a pillarse con su padre, ambos se están conectando y eso está bien, Leo tiene que recuperar el tiempo perdido y mi princesa necesita conocer a su papá más allá de los videos que le mostré.

— ¿Quieres que me pare o me quedo sentado? — preguntó Leone— ¿Te cargo en brazos o en los hombros? ¿De frente o de espalda?

Leonor hizo un sonido de fastidio y comenzó a mover las manos con mayor insistencia, levantando un pie y luego el otro, perdiendo la paciencia.

— ¿Está por explotar? — me preguntó mi marido, mirándome con pánico— ¿Por qué está haciéndome esa cara? ¿Cómo quiere que la tome? No entiendo, Gabriela, ayuda...

Carcajeé bajo y estiré los brazos hacia la niña. Esta no dudó en tomar asiento sobre mi regazo, con las piernas a cada lado, apoyando la mejilla en mi pecho, mirando a Leone, ella estaba a punto de llorar, sus pestañas mojadas por las lagrimas que no alcanzaron a salir, está mañosa, le está dando sueño.

— Mami...

Dijo la pequeña, tomando mi mano, colocándola en su mejilla, quiere mimos nada más, así como yo también quiero mimos.

— Sí cariño, yo te la canto — acariciando su espalda, sintiendo sus bracitos acomodarse bajo su peso, cerrando los ojos— Iremos pronto a casa, la tía Emilia te hizo tu comida favorita.

— Mamá...

Insistió, quiere su canción, dudo mucho que coma ahora, está muy cansada.

Dame tiempo... que no estoy en mi mejor momento, pero yo mejoro de a poquito... hoy estoy down, pero yo sé qué mañana será más bonito, diferente, otra vibra, otro ambiente, hoy estoy en menos veinte... pero me recargo de mi gente y mientras me curó del corazón...

Cantando rítmicamente, dándole leves palmaditas en la espalda mientras muevo mi cuerpo adelante y atrás, viéndola cerrar sus ojos, sonriéndole a Leone que no deja de vernos con ternura, como si fuésemos la cosa más maravillosa de todas.

Y yo no pude evitar devolverle la mirada, viendo que no está usando esos molestos guantes de cuero negros que siempre usaba, ahora luce sus manos con orgullo, cada cicatriz cuenta una historia y él ya no se avergüenza de ninguna, va con su camisa floreada, muy hawaiana, abierta, mostrando las nuevas y las antiguas.

Leone se ha liberado, por fin dejó atrás su duro pasado.

No necesito más... sólo amor, dame tiempo, yo me sano con tu compañía —estirando mi mano para tomar la suya, acariciando el dorso con mi pulgar, sonriéndole— Esa paz que me das, en otro no la encuentro, no, por eso yo quiero de tus besos pa' que me curen el corazón, hoy salgo pa'l mar a aprovechar que hay sol, está bien no sentirse bien, es normal, no es delito, estoy viva, más na' necesito...

Estiró su cuerpo hacia el mío y plantó un pequeño beso sobre mis labios, acariciando el cabello de nuestra hija que terminó profundamente dormida gracias al sonido de las olas y mi canción, una canción que para nosotros significa tanto.

Me gusta mucho aquí, Leo, pero tú sigues siendo mi paz y mi lugar feliz, ahora sí que lo tengo todo. Te he extrañado en todo el sentido de la palabra.

Respiró profundo, tomando mi mano, besando los nudillos, cada cicatriz, esas me las hice cuando maté a mi padre, y también las porto con orgullo.

— ¿Podemos volver a casa, recostar a la princesa, y demostrarte cuanto yo te he extrañado?

Un escalofrío de anticipación me recorrió completa, asentí incapaz de emitir palabras y lo dejé cargar a la niña, usando sólo una mano para sostenerla, recargándola contra su pecho, mientras estira su otra mano y entrelaza sus dedos con los míos, besando el dorso.

— No tienes idea de cuanto soñé con esto — dijo— Te busqué tanto... por tantos lugares... llegué a pensar que algo te había pasado, mi mente ya estaba bloqueada, tenía miedo.

— Yo no pude aguantar más las ganas de buscarte, así que abrimos las redes sociales otra vez, no hace mucho — caminando por la playa tranquilamente— Y busqué noticias sobre ti, incluso me hice un perfil falso para intentar seducirte sólo para bajarle a la ansiedad, creí que ya tendrías a otra en todo este tiempo, pero me respondiste que estabas casado y me bloqueaste, ahí fue cuando nos pusimos de acuerdo para hacer esto, ya Dominik no existía y yo necesitaba verte.

Carcajeó con esa voz grabe que me eriza todos los vellos del cuerpo, mirándome.

— Eres una jodida tóxica, Gabriela, mira que probarme con un truco tan bajo cómo ese. Metete esto en tu cabeza, no hay otra para mí, eres la única que quiero y la única que me conoce en realidad, todo yo, lo bueno y lo malo. Nadie se te compararía jamás, tú me diste el valor para dejar de ocultarme, mírame — señalando su cuerpo, sus manos— Antes, hubiese estado tan cubierto como me fuera posible, ahora luzco la ropa de verano con comodidad, estas son mis primeras vacaciones en treinta y tres años, y me alegra que sean con ustedes dos.

Se me hinchó el pecho de orgullo al escucharlo hablar así, por fin, luego de tanto sufrimiento, está comenzando a vivir, por fin puede ser él.

— Eres increíble, Leo — sonriéndole amplia— Has avanzado mucho, y déjame decir que te ves exquisito tal y cómo estás. Tengo unas impresionantes ganas de lamerte de pies a cabeza.

Cambiando mi sonrisa a una coqueta, sintiendo el ligero apretón de su mano sobre la mía.

El cambio en su respiración no pasó desapercibido, está tan emocionado cómo yo.

— Más te vale cumplir tu promesa, rojita, porque estoy muy emocionado ahora, y es incorrecto teniendo a mi bebé en brazos.

Carajo...

El diablo sabe cuánto esperé oírlo hablar así.

— Ya llegamos — soltando su mano para abrir la puerta— Recostemos a Leonor y vamos a que me muestres cuanto me extrañaste.

Haciéndolo pasar primero, viéndolo cruzar la pequeña sala de tres zancadas hasta llegar a la habitación, esperó a que abriera las mantas y la recostó con cuidado, quitándole los zapatitos, arropándola bien.

— Descansa mucho, princesa de papá, para poder lamer a tu mamá de pies a cabeza.

Dijo mi esposo, besando la frente de mi pequeña.

— Descansa, mi cielo, sueña con los diablos, que los ángeles nada de bueno tienen.

Besando su mejilla.

Dos segundos después, estaba fuera del cuarto, mi espalda contra la puerta de mi propia habitación y la boca de Leo sobre la mía, su lengua no me da tregua, exige que la deje entrar, y sin oponer resistencia, la dejo tomar el control, mientras sus hábiles manos desabrochan el short y buscan su camino a mi culo, apretándolo con ahínco, empujándome hacia él para que sienta la emoción física que está por corromperme.

— Te extrañé tanto...

Susurró en mi boca antes de continuar con sus besos hambrientos que apenas y me dejan respirar, deshaciéndome bajo sus caricias, una de sus manos se aventuró por mi cadera, ascendiendo hasta la cintura, recorriendo con rapidez mi espalda hasta llegar al nudo del bikini, subiendo un poco más para soltar el que está alrededor de mi cuello, dejando caer la prenda al piso.

Sus besos no tardaron en formar un camino que va desde mi barbilla, pasa por mi cuello, asegurándose de dejar una gran marca en la zona, hasta llegar entre mis pechos, masajeando uno, mientras se mete el otro a la boca, desliza la lengua sobre mi pezón erguido y doloroso por la tensión, siendo recompensada por una serie de succiones y maltratos con sus ansiosos dientes.

— Están más grandes — lamiendo el otro, alzando la vista para encontrarse con la mía— Sigue saliendo leche.

Sujetándome por la cintura para que no me moviera, succionando en profundidad, haciendo que me temblaran las piernas de la anticipación. Cuando él lo hace se siente tan bien que podría correrme en este mismo lugar.

— Leonor sigue bebiendo leche — me las arreglé para decir— Estamos intentando hacer que lo deje, pero la de caja no parece gustarle.

— Va a tener que gustarle, porque este par de tetas son mías.

Apretando una entre sus dedos, la leche le corre por los nudillos y recorre su brazo, cayendo al piso, mientras bebe rítmicamente del otro.

— ¿Estás intentando seducirme, Lehmann?

Acariciando su cabello, arqueando la espalda, ofreciéndome.

— ¿Está funcionando, mi señora?

Mordí mi labio y gemí ante la intensidad de sus palabras y su mirada profunda, este hombre puede conmigo, derriba todas mis defensas y me lleva a mi yo más primitivo.

— Llevo casi tres años sin coger, Leone, ve a cerrar la puerta principal con llave para que no se nos escape la cría y vuelve a la cama, deja que te monte.

— Todo lo que tú me pidas, mujer, así que comienza a desvestirte, porque yo llevo la misma cantidad de tiempo sin follar y me estoy volviendo loco justo ahora.

Nos separamos casi a regañadientes, Leo cerró la puerta para que Leonor no se nos escapara, desde que aprendió a abrir la puerta, hemos tenido que estar al pendiente de ella en todo momento, porque se va a la playa corriendo, Kai, mi amigo, me ayudó a atraparla una vez, sus travesuras son de otro nivel.

Hice lo que Leo me pidió mientras él terminaba mi encargo, me quité la ropa de cintura hacia abajo y pateé el calzado, viéndolo entrar mientras guerreaba con la camisa y soltaba el botón de su pantalón, deteniéndose para admirar mi cuerpo de pies a cabeza, deteniéndose en ciertos lugares por más tiempo del necesario.

— ¿Qué pasó?

Acercandose para tocar la cicatriz en mi bajo vientre.

Decidí que iba a cubrirla con un tatuaje, pero quería esperar a que él la viera para contarle la historia, él merece conocerla.

— Es algo que te contaré después — acercándome a él, bajándole el cierre de su short— Ahora... no tengo condones y no me estoy cuidando, pero quiero sexo y quiero que me des otro hijo, mi sueño de una familia grande... quiero que sea contigo, a menos de que sientas que con Leonor ya estamos bien, sabes que no te obligaría nunca.

Puede que él no piense lo mismo si estoy masturbándolo mientras le hablo, asegurándome de recorrer su tallo con mis manos bien apretadas, acariciando su glande con mi palma, deleitándome con el sonido que reverberó en su garganta, escapando de sus labios, su pelvis se mueve a mi ritmo, buscando más de mi atención, aprieta los dientes.

Está haciendo un esfuerzo sobrehumano en dejarse hacer.

— Otro hijo. Procrear en Hawái no está mal, tendremos una historia que contar. La primera la hicimos desde el pent-house del edificio más alto de Alemania, y el segundo, en medio de nuestro reencuentro —levantando una de sus manos para tocar mi trasero otra vez, deslizando los dedos de la otra mano por la tinta de mi tatuaje— Te daré hijos hasta que te canses, todos los que quieras para que cumplas con tu deseo de una familia grande, roja.

Jalé su cabello para acercarlo a mi rostro, susurrando sobre su boca, rozándolo.

— Súbete a la cama entonces y déjame montarte, tomaremos turnos para dominar la situación. Bien sabes que dócil y tranquila jamás he sido, y necesito sentarme sobre tu pene ahora y saltar sobre él como si mi vida dependiera de ello, soldado.

Tomó un puñado de mis dedos con la suficiente fuerza para hacerme quejar, aprovechó ese momento para meterme la lengua en la boca y besarme con tanta hambre que me costó seguirle el ritmo, estoy fuera de forma por la falta de práctica, aún así, me hizo retroceder hasta que mis pantorrillas tocaron la cama, pero respetó mi petición y fue él quien tomó asiento en el colchón, guiándome hasta tomar asiento sobre su cadera, mis piernas a cada lado de las suyas, una mano en mi cabello, la otra en mi cadera, ayudándome a bajar con lentitud mientras devoro centímetro a centímetro, cuidadosa, el dolor me recibe por la abrupta dilatación, pero la humedad de mi sexo que lo empapa ayuda con la lubricación, costándome pocos segundos para estar completamente sentada sobre él, con su erección encajada hasta el fondo.

— ¿Ahora muerdes, roja? Que salvaje...

Dijo el muy maldito, lamiéndose la gota de sangre que brota de su labio inferior, se movió ligeramente para sentarse mejor en la cama, esa pequeña acción lo hizo rozarse con todas mis zonas erógenas a la vez, pude haberme corrido patéticamente rápido, me siento tan bien...

— Siempre he sido una salvaje sin domesticar ¿Por qué no cambiamos de posición e intentas domarme, soldado?

Me rindo, no quiero jugar al brinca, brinca, brinca, quiero que me posea, me muerda y me lama, que me embista tan profundo, que cuando lo saque, sienta que perdí una extremidad por lo bien encajado que lo tenía.

— ¿Segura?

Consultó apoyando ambas manos en mis caderas, fomentándome a moverme adelante y atrás, gimiendo alto y claro, apoyándome de sus hombros, estoy muy sensible, no voy a durar si sigue provocándome.

— Sí, ya sólo... basta de juegos, te necesito.

— No tienes que rogar, siempre estoy dispuesto a cumplir tus caprichos, roja.

Besando mi hombro desnudo.

— ¿Cómo me quieres?

Inclinándome hacia atrás, apoyando mis manos en sus rodillas, trazando movimientos ondulantes con las caderas, disfrutando ver cómo se le contrae el rostro de placer.

— A cuatro patas en la cama, me voy a asegurar de embarazarte, roja, todos los hijos que quieras, te los daré.

Aunque no quisiéramos hijos, no iba a detenerme por no tener un puto condón, he esperado demasiado por esto.

No dudé en salirme de encima y apoyarme cómo él me lo pidió, bajé el pecho y lo observé por encimade mi hombro tomar posición entre mis piernas, usando la rodilla para empujar mis pies para encajar bien, masturbándose sin pudor alguno, su pene brillante por mi humedad.

— No tienes idea de cuanto desee hacer esto contigo, Gabriela.

Sin previo aviso, nada de mimos ni delicadeza, sostuvo su miembro y me dio un embiste violento, impactando su pelvis con mi trasero, un ruido crudo que rebotó por las paredes, acompañado de un grito mío, esa mera acción hizo que me corriera, ya estaba demasiado ansiosa y sensible, me fue imposible aguantar más.

— Dudo mucho que los cuartos sean insonorisados, mi amor — ronroneó en mi oído, jalándome por el cabello para que levantara la cabeza— Silencio, para que nuestra preciosa hija no escuche, no quisiera arruinarle la infancia.

Asentí cubriéndome la boca, sintiéndolo retroceder y empujar con fuerza otra vez, lo está haciendo lento, pero duro, sus dedos buscaron el camino hasta mi clítoris y lo acarician sin ninguna duda, Leone se deleita por el sonido de nuestros cuerpos al chocar, se divierte al ver lo mucho que me esfuerzo por mantener la compostura.

¡Esto es lo que quería joder!

— Está bien ser cautelosos, mi señora, pero no te cubras la boca, me excita escuchar cómo te pongo, he soñado con tus gemidos y tus orgasmos incontables veces, quiero hacer realidad mis fantasías.

Con manos temblorosas, descubrí mi boca y mordí mi labio, sintiendo su profunda estocada dura rozarme por dentro otra vez, mi vagina suave y cálida lo aprisiona, mi sexo palpita, mi clítoris, hinchado y dolorido, todo el cuerpo me cosquillea, los pechos me pesan y los pezones me duelen por lo erguidos que los tengo, necesito a Leone por todas partes.

— Hagamos cómo que hoy es nuestra noche de bodas, la que no pudimos tener — dije— Recuerda que tenemos un matrimonio que consumar, así se hace en la zona roja, consumemos nuestra unión, fóllame hasta que derrames la última gota dentro y préñame otra vez.

Abrió las aletas de la nariz mientras respiraba en profundidad, apreté los dientes y me quejé por lo bajo, sintiendo su pene hincharse en mi interior, mis palabras parecieron emocionarlo.

— ¿Prometes devolverme la polla si te lo encajo como te gusta? Está tan empapada y ansiosa que dudo que se comporte conmigo.

Susurró en mi oído, moviendo mi cabello hacia un lado, repartiendo besos por mi columna, provocando una serie de escalofríos de anticipación, sus embistes cortos y suaves me están volviendo loca.

— Si sigues hablándome así de sucio, voy a correrme otra vez — admití— Estoy sensible y cachonda, te quiero por todas partes, ya no aguanto.

Deslizó dos dedos por mi clítoris, se me escapó un jadeo doloroso, girando el rostro para ver qué es lo que hace, el muy maldito sonríe con sorna mientras se mete ambos dedos a la boca y me prueba, lamiendo sus labios después, saboreando hasta la ultima gota de mi excitación.

— Tan dulce siempre... tan exquisita...

Sujetándome por las caderas, embistes cortos y lentos, aplastó mi espalda para que pegara el pecho a la cama otra vez, usando la curvatura superior de mi trasero para guiarme hacia él y embestirme más profundo, acelerando sus movimientos, penetraciones rápidas y agresivas, ambos gimiendo como dos putos obsesos, y espero por el bien de todos, que Leonor no despierte pronto, porque estoy lejos de saciarme.

Por si no estuviese tocando hasta el ultimo rincón de mi interior, la postura lo le bastó, quería someterme más, tocarme más, llegar más profundo de ser posible, enrollando sus dedos en mi nuca, provocando sonidos crudos por la colisión de nuestros cuerpos, y como si no fuese suficiente, jaló hasta tener mi espalda pegada a su pecho, me sujetó por la cintura, enrollando su brazo alrededor de mi cuello y continuó sus embistes agresivos, buscando mi boca mientras se corre en mi interior, gruesas descargas calientes y espesas deslizándose por mis mulos, el pobre estaba tan acumulado que me llenó por dentro.

— No estoy saciado ni por lejos.

Admitió saliendo de mí, empujándome a la cama hasta tenerme de espaldas y con las piernas abiertas.

— Y yo quiero que sigas llenándome — sujetando su pene, guiándolo a mi entrada— Mi cuerpo sigue en llamas, sigue cosquilleando, ansioso de que lo toques, lo beses y lo desees.

— Te amo Gabriela — hundiéndose en mi interior con lentitud, permitiéndome ver cómo se le contrae el rostro de placer— Te amo tanto, que sentí que me moría por cada día lejos de ti.

Apoyando los antebrazos a cada lado de mi rostro para no aplastarme, besándome lento, corto y delicado.

— También te amo, Leone, tanto, que jamás perdí la esperanza, siempre creí en ti. Siempre creeré en ti, digan lo que digan, confío en ti.

— Yo también confío, roja, confío ciegamente en ti.

Besándome lento mientras hacemos el amor, y este sin duda ha sido el mejor orgasmo de todos.

***

EMMA.

Cerré la puerta usando la espalda de Blaz, sujetándolo por la camisa abierta para acercarlo a mí y tener su boca a mi alcance, metiéndole la lengua adentro, sintiendo sus manos pasearse por mi trasero y mi muslo, alzando uno de estos para que lo ajustara a su cadera, tomándome por el otro hasta tenerme cómo me quería, pegando mi espalda a la puerta, repartiendo besos por mi barbilla y mi cuello, quitándome el bikini con una mano mientras me sujeta por el culo para no caer, está ansioso, le tiemblan las manos, y yo no estoy mejor, tiemblo de pies a cabeza.

— Te extrañé, Fischer — susurré en su boca, jadeante y temblorosa— Te extrañé tanto que quise devolverme muchas veces para estar contigo y procurar que nadie te dañara, pero mi lugar estaba aquí, con las chicas, no tienes idea de todo lo que vivimos, no fue todo color de rosa y lloré demasiado, quería que estuvieran aquí todos, fue duro, y mi cama, a pesar de no dormir sola nunca, no eras tú quien estaba a mi lado, yo quería dormir contigo, sentirte a ti, quería que me despertaras en la madrugada porque me deseabas, o quería despertar con un beso por las mañanas porque se te apetecen mis labios a las seis de la mañana, quería... quería tomar baños calientes contigo, tocándonos y provocándonos para luego fingir que no nos queríamos, quería hablar contigo de lo que me acomplejaba porque eres muy bueno escuchando y aconsejando, yo sólo... yo quería que estuvieras ahí, te extrañé cada maldito día.

Se aferró a mí con fuerza y caminó hasta el sofá cercano, hoy nos quedaremos en este hotel, necesitamos tiempo para nosotros y mi casa no es lo suficientemente grande para que los siete estemos.

— Te busqué cada día, Emma, de la mañana hasta la noche e incluso por la madrugada, eras insufrible y colmabas mi paciencia a diario, pero cuando no te tuve, cuando me di cuenta de que te ibas a ir y no sabía si volvería a verte, me puse muy ansioso — acariciando mi espalda, no me ha bajado de sus piernas— No quería morir sabiendo que desperdicié la oportunidad de confesarme, te quiero, Emma, te quiero tanto, que soy capaz de soportar todas tus locuras por el resto de mis días si tú me prometes jamás dejarme sólo.

— ¿Dejarte? — carcajee, acariciando su rostro— Blazie, yo no tenía nada hasta que te conocí, era un peón que seguía las ordenes de la resistencia para un bien mejor, Gabriela y Lucifer eran todo lo que tenía, Luther apenas y me veía para protegerme, yo no... no tenía nada, no conocía el amor, no sabía lo que era dormir y despertar con la misma persona sin sentir el peso de la monotonía cayéndome encima, tú eres refrescante, nuestras discusiones por deporte me divertían demasiado, me encantaba juguetear contigo, provocarnos y luego follar como dos animales sin sentir la incomodidad del después cayendo sobre nosotros, podíamos seguir como si nada después, ir de compras, compartir comidas, leer en la misma cama sin sentirnos incómodos por el silencio... me siento cómoda contigo, feliz, plena, lo tengo todo y... y quiero que te quedes conmigo siempre.

Admití con temor a asustarlo por la intensidad de mis palabras.

— Rubia, te he esperado y te he buscado por casi tres años ¿Crees que a estas alturas soy capaz de dejarte ir? — alzándome un poco para rebuscar algo en su bolsillo, sacando una pequeña caja plana— Lo tenía todo preparado para cuando te encontrara, yo no desperdicio el tiempo — abriendo la caja— Emma, no me interesa tu apellido, pero sería todo un honor para mí que te llames Emma Fischer por el resto de tus días.

Mostrándome un hermoso anillo de oro con un brillante rubí en forma de corazón en el centro, uno bastante grande, y luego de vivir humildemente estos años, ver tanto lujo me golpeó, y me golpeó más su propuesta tan él, Blaz no pierde su esencia.

— ¿Quieres que me case contigo? — sollozando— ¿Seguro que no te aburrirás de mí después? Porque no voy a firmar el divorcio, aunque me rompas todos los dedos como soborno.

— ¿Aburrirme? — alzó la mano y secó mis lágrimas, dándome un beso corto y cargado de sentimiento— Cariño, nadie quería tocarme ni con un palo por mi familia y lo que hago, me temían y se asqueaban en partes iguales, nunca toqué a una mujer sin pagarle por ello, nunca me sentí querido hasta que llegaste tú y me demostraste que merezco ser amado, me hiciste sentirme como una persona por primera vez, y quiero que tú seas mi compañera, mi esposa, para que sanemos juntos todo lo que el pasado nos hizo.

Me moví rápido, rodeándole el cuello con los brazos, llorando con fuerza, extrañé tanto a este bastardo tonto que era capaz de aceptar toda idea por más loca que fuera con tal de quedarme cerca de él, esto sin duda es mejor de lo que pensé.

— Sí quiero — asentí con el rostro encajado en su cuello— Si quiero casarme contigo, maldita sea Blaz, siempre te quedas con las mejores líneas ¿Por qué eres tan perfecto?

Carcajeó bajo, alejándome ligeramente de él, tomando mi mano izquierda para deslizar el anillo por mi dedo anular, depositando un beso sobre él después.

— Bueno, esto no es ni el 1% de lo que había planeado para proponerme, me conoces, soy detallista, quería hacer algo a lo grande, pero te vi y todo mi plan se fue a la mierda, yo sólo quería decir que no hay nada que deseé más que hacerte mi mujer.

Acuné su rostro y lo besé con ganas, gimiendo en su boca del gusto al sentir su necesidad bajo mi peso, sus manos en mi culo, sus caderas alzándose para rozarse mejor conmigo.

— Supongo que marcaremos el sofá primero.

Hablando sobre su boca, ladeando la cabeza para buscar un mejor ángulo.

— Supones bien, Rubia.

Alzándonos lo suficiente para que se sacara la ropa de cintura hacia abajo, desnudándose mientras yo tiro de los hilos de mi traje de baño y saco lo único que se interpone entre su sexo y el mío.

— Supongo que marcaremos todo el apartamento después.

— Supones mejor.

Alcé mis caderas, y con su ayuda, me dejé caer sobre su pene con delicadeza, sintiendo su extensión separar mis carnes, llegando tan profundo que terminé arqueando la espalda, clavándole las uñas en los hombros, hace tanto que no tengo sexo, que apenas y puedo respirar por lo llena que me siento.

— No me estoy cuidando — comenté antes de perder la cabeza— No tenía sentido que lo hiciera si no iba a follar con nadie.

— Ocupémonos después de eso — sujetando mis caderas, ayudándome a subir y bajar— Por ahora, quiero follarme a mi mujer en todas las superficies de este lugar.

Siempre dijeron que el sexo de reconciliación era el mejor y yo no lo entendía, nunca tuve parejas, sólo polvos espontáneos y pasajeros, ahora puedo decir que tenían toda la razón, no hay nada mejor que un polvo de reconciliación, de esos que te reinician las neuronas, la matriz, y hasta el apellido.




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BUENAS BUENAS PECADORAAAS

ESTA ES LA PRIMERA PARTE DE LA RECONCILIACIÓN 

NO SABRÍA DECIRLES QUÉ ME GUSTÓ MÁS

SI GABI Y LEO PLANEANDO UN SEGUNDO HIJO

BLAZIE PIDIENDO MATRIMONIO

O BLAZIE Y EMMA MANDANDO A LA MIERDA EL HECHO DE QUE NO SE ESTÁN CUIDANDO Y LIDIARÁN CON LAS CONSECUENCIAS DESPUÉS

ES QUE ESTUVO UUUF ESTE CAPÍTULO

NO ME SACO DE LA CABEZA LA SONRISA DE LEO MIENTRAS VE A GABI CANTARLE A LEONOR

ES QUE LOS NIÑOS PUEDEN CONMIGOOOO 

DÓNDE ESTÁ MI PAREJA CUANDO QUIERO UNA?!

YA ME CANSÉ DE LA SOLTERÍA TÍO SATÁN, MANDEME UN TÓXICO QUE SEA TÓXICO CON TODOS MENOS CONMIGO (Y QUE TENGA DINERO, PORQUE PERRA, PERO CODICIOSA)

NOS LEEMOS EN EL PROXIMO CAPÍTULO PECADORAS

BESITOS EN LA COLA



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