Capítulo 3

ADVERTENCIA. 

LENGUAJE SENSIBLE.

VIOLENCIA FÍSICA Y PSICOLÓGICA.

MALTRATO VERBAL. 

SI ERES UNA PERSONA SENSIBLE, EVITAR CONTINUAR LA LECTURA.

SI ERES DEL CLUB DE LAS PECADORAS, SABRÁS LO QUE VIENE A CONTINUACIÓN.

NOS LEEMOS EN LOS COMENTARIOS, BELLAS.


GABRIELA.

Miré a mi alrededor las paredes pulcramente blancas, una habitación de hospital sólo para mí cuando yo estoy más acostumbrada a las camillas en hilera en la sala de urgencia, un entrar y salir en un hospital barato sólo para curar las heridas más graves que Emil ha dejado en mí antes, lo de hoy... lo de hoy pudo salir mucho peor, estoy agradecida de que el abogado haya llegado a tiempo.

Giré el rostro con rapidez al escuchar la manilla moverse, mi corazón latió con violencia dentro de mi pecho hasta el punto de faltarme la respiración, pensando que quizá sea Emil, furioso por la interrupción, porque tarde o temprano va a venir a gritarme otra vez por lo que los hombres de mi nuevo jefe deben haberle hecho.

— Va a estar furioso conmigo... ¿Qué hice?

Llevando las manos a la cabeza, entrando en desesperación, viendo al doctor entrar a paso rápido, acercándose a mi cama para examinarme.

— ¿Se encuentra bien, señorita Hoffmann? ¿Le duele la cabeza? ¿Nauseas, mareos, dolor en algún otro lugar?

— Quiero vomitar...

Fue todo lo que dije antes de que me acercara un riñón desechable y vomitara bilis, digamos que no como nada desde ayer, un acto muy irresponsable de mi parte, pero no tuve tiempo de hacerlo.

— ¿Se encuentra bien? — Consultó con toda la calma, esperando a que me recuperara— La policía está fuera con su abogado listos para hacer la denuncia por agresión, usted no está sola.

Levanté la cabeza sintiendo la sangre abandonar mi rostro, mirando al doctor con pánico.

— No, no puedo hablar con la policía.

— Señorita, usted estará protegida, estas acciones deben ser reportadas para que no vuelvan a suceder.

Desechando el riñón.

— Es que usted no entiende, yo no soy nada — comenzando a llorar— Si yo digo algo, él va a venir, va a volver y yo... yo no...

— Él no se le acercará otra vez si tiene una orden de alejamiento.

Intentó convencerme.

— Es millonario — sonriendo triste, mientras las lagrimas caen por mis mejillas— El dinero lo compra todo siempre, además... él me ama, lo hizo porque estaba enojado, él... comete errores, errores grandes, pero me quiere y... se equivoca, entonces yo no...

Quizá fue la primera vez que hizo esas cosas con Erika, quizá estaba practicando para darme una sorpresa, quizá intenta practicar para mejorar en la cama, Emil es detallista cuando quiere serlo.

— Le haré una interconsulta con salud mental, usted necesita hablar sobre sus problemas, su agresor seguirá libre hasta que usted sea capaz de alzar la voz.

Personas cómo él, siempre están libres, siempre, la justicia no hará nada por alguien como yo, eso lo comprendí hace mucho tiempo.

Giré el rostro por segunda vez al escuchar pasos acercarse, el señor Lehmann y el señor Blaz ingresaron a mi habitación, ambos mirándome fijamente, este último obligando prácticamente al doctor a abandonar el lugar, cerrando la puerta en lo que Leone estira la mano para alcanzarme, todo lo que pude hacer fue encogerme y cerrar los ojos, esperando un golpe que jamás llegó, en su lugar, unos dedos cálidos sujetaron mi barbilla con delicadeza y movieron mi rostro hacia los costados.

— ¿Se puede saber quién en el mundo sería capaz de lastimar a una cosita tan insignificante y delicada?

Abrí los ojos lentamente, viendo a mi jefe de cerca inspeccionando mis heridas, frunciendo el ceño cada vez más a medida que se encontraba con una nueva magulladura.

— Él... estaba enojado, se equivocó, fue mi culpa —me excusé— Yo no contesté el teléfono, entonces...

— ¿Tú culpa? — me miró como si estuviese loca— Él tiene arrebatos de ira, se desquita contigo ¿Y es tu culpa? — me soltó— Ahora entiendo un poco más lo que sucedió esta mañana, tú aceptas las migajas que te dan y con eso te conformas, ese es tu problema.

Fruncí el ceño.

— ¿Qué quiere decir?

— Emma, tu amiga — irguiendo su postura, viéndose intimidantemente alto— Es buena contigo y todo, pero hay códigos, códigos que se respetan, aunque no se digan, la probé esta mañana, una prueba pequeñita para ver si todos en tu vida valen una mierda o sólo tu prometido. Yo te aconsejo que, si alguna vez llevas un novio nuevo a casa, no lo dejes a solas con tu amiga.

Parece tan seguro de lo que está diciendo ¿Una prueba? Él la siguió sin pensarlo para follársela en la barra dónde desayuno, les creo si Emma viviera sola, pero yo también vivo ahí y debieron respetarme un poquito... yo creo.

— Emma es mi amiga, ella jamás haría algo con la intención de dañarme.

— Sí, sobre eso, ella es Foxy hace años, firmó el contrato, te llevó al sub dos ¿Y no te advirtió del proceso legal para proteger tu integridad? Porque para eso es el contrato, para protegerte y establecer limites claros, entonces dime ¿Eres tonta o sólo dejas que te pasen a llevar porque te sientes increíblemente sola?

Me hirvió la sangre por dentro al oír sus palabras tan frívolas y directas, yo no soy tonta, tampoco dejo que me pasen a llevar a propósito, es sólo que... Emil me quiere, yo sé que lo hace, cambiará en algún momento, lo sé, estoy esperando por ello, le diré que lo vi engañándome y buscaremos una solución juntos a eso, en cuanto a Emma... es mi única amiga, si no los tuviera a ambos, estaría sola y apenas me alcanzaría para mantenerme, si viviera sola, eso significaría vivir más cerca del barrio rojo porque no me alcanzaría para nada mejor y yo no puedo volver a pisar ese lugar, no si quiero mantenerme lejos de... de él.

— ¿Siempre es así de cruel? ¿Nadie le dijo que debe tener más tacto al hablar?

Mi voz tembló un poco, pero ¿Qué más podía hacer?

— ¿Y tu prometido tuvo tacto? —preguntó con calma— No es mi intención ser cruel, pero siento que es la única manera de hablar con la gente como tú.

— ¿Gente cómo yo?

Pregunté ofendida.

— Gente que está cegada, gente solitaria que se aferra a la más mínima muestra de afecto ¿Tienes padres, Gabriela?

Apreté los labios, avergonzada y dolida por igual, razón tiene.

— Tengo.

— ¿Y dónde están? ¿Viven?

— Viven, sí, pero mi relación con ellos no es asunto suyo.

Desviando la mirada, me siento avergonzada.

— Tengo tres opciones — dijo— Padres estrictos, padres maltratadores, buenos padres que le pidieron que se alejada de la basura de su prometido, y se negó.

Sí que tiene buen tino, es una de esas tres alternativas.

— Pero yo me inclino más por la segunda — sujetando mi barbilla con delicadeza otra vez— Porque una cadena de violencia nunca se detiene hasta que la victima decide hacer algo con ello. Te golpeaban, lo normalizas, te consigues una pareja maltratadora, y para ti eso ya es normal, por lo tanto, lo soportas ¿Será que tuve razón?

Se me escapó una lagrima en medio de mi tonto esfuerzo por mantenerme firme, la sequé con rapidez quejándome al sentir el tirón de la intravenosa en mi brazo.

— ¿Me equivoco?

Dijo mi jefe, sujetándome por la barbilla con delicadeza para que lo mirara, deslizando su pulgar bajo mis ojos, sigue usando esos tontos guantes negros ¿Qué no se los quita nunca?

— Eso es invasión a mi privacidad.

— Si quieres mi protección, creo que debería saber de qué debo protegerte ¿No crees? Que tu prometido maltratador te deje en estas condiciones es molesto para mí, eres mi empleada, por lo tanto, perderás días de trabajo por esto, y yo perderé de mi tiempo al tener que buscar quién cubrirá tu puesto, quién hará horas extra por tu culpa ¿Entiendes?

Tan insensible el maldito.

— Lo que el señor Lehmann quiere decir es que está preocupado — dijo el abogado— Su forma de preocuparse es bastante... peculiar, hay que aprender a leer entre líneas o pensaremos que es un maldito gilipollas.

Mi jefe lo miró con ojos entrecerrados, luego me miró a mí, parecen llevarse bien.

— Quiero nombres, Gabriela ¿Qué hay de tu familia? ¿El plan con Emil sigue en pie? Cuídate de Emma.

Apreté los labios sin quitarle la vista de encima.

— No necesito protección.

— Sí que la necesita — dijo el abogado— Su prometido dijo que iría más tarde a verla, a mí eso me suena a que necesita protección.

El que lo mira con ojos entrecerrados ahora soy yo, es un metiche.

— ¿Y bien?

Presionó Leone, no creo poder ganar esta partida, es demasiado insistente.

— No puedo pisar el barrio rojo — dije yo— Estoy... escondiéndome de mis padres, usted tiene razón, mi padre es un alcohólico maltratador y mi mamá nunca hizo nada en su contra — es una mentira a medias, no es por ellos que no puedo volver a ese lugar— Emil... ¿Qué pasó con Emil?

Me preocupé.

— Le di una buena advertencia de lo que pasará si te pone las manos encima otra vez, mi gente no le rompió nada porque necesito que camine para esa fiesta, porque, aún sigue en pie el trato ¿No es así?

— Es que... ¿Y si era la primera vez que lo hacía? Emil dijo que me amaba —miré el anillo de compromiso en mi dedo— Él se equivocó — Leone me soltó— Se disculpará cuando nos encontremos, sólo debo dejar pasar unos días para que se calme.

— ¿Así de estúpida eres? Gabriela, pudo haberte matado a golpes, esa clase de gente...

— Usted es un matón ¿Con qué cara me dice que...?

— Soy el orgulloso líder de la mafia roja, sí, pero yo te estoy ofreciendo protección, no huesos rotos, lagrimas y sangre, yo te puse las manos encima y definitivamente no te dejé en estas condiciones ¿O sí?

Me sonrojé de la vergüenza, apretando mis labios, nerviosa.

— Si yo... lo veo engañándome otra vez, seguiré con el plan, señor.

— ¿Necesitas más pruebas? ¿Es eso? Blaz, encargade de reunir pruebas de la infidelidad de ese hijo de puta, el que lo hace una vez, lo hace dos, tres, mil veces porque sabe que seguirá teniendo dónde volver a pesar de lo que haga, ve ahora.

— Sí señor.

Dijo Blaz antes de dar media vuelta y abandonar el lugar, dejándome a solas con mi jefe.

— En cuanto a ti, jovencita — me señaló— Te quedas en observación hoy, y me encargaré de que ese idiota de Emil no te ponga las manos encima de nuevo, ten en mente que siempre tendrás a alguien de mi gente observándote.

Eso es lo que temo, que alguien en particular esté mirando.

— No quiero a su gente cerca de mí — temblé— Yo sólo quiero estar...

— ¿Tranquila? — terminando la frase por mí— Porque esta definitivamente no es la definición de alguien que vive tranquila y feliz, vives con miedo, aceptando migajas — señalándome— No te das cuenta del partido que eres, no te valoras ni como persona ni como profesional — exasperándose— Espera y verás, trabajando para mí vas a formar el carácter que necesitas para aprender a decir que no. Aprende a decir que no, maldita sea.

Dejándome a solas, cerrando con fuerza la puerta al salir, furioso.

— ¿Qué le interesa? Mi vida no tiene por qué involucrarse con la suya, si le molesto tanto puede cancelar el contrato y ya.

Recostándome en la cómoda cama, dedicándome a contar las gotas que caen del suero que tengo conectado a la mano hasta que logré dormirme, estaba tan cansada que sólo quiero cerrar los ojos y desaparecer un momento, respirar, respirar en realidad, profundo y tranquilo, no estas cortas bocanadas que apenas y me alcanzan para sobrevivir.

Sólo quiero vivir...

***

Al medio día fui dada de alta del hospital, comencé a vestirme con calma, pensando en devolverme a casa en taxi ya que no tenía auto ahora, ese era mi plan hasta que sentí la puerta abrirse con estruendo, viendo una mancha amarilla correr hacia mí y apretujarme en un abrazo mientras sus lagrimas me mojan la mejilla.

— ¡Perdón! — lloró Emma— Perdóname rojita, no pensé que caer por accidente sobre el pene de tu jefe podría traerte tantos inconvenientes, no pensé que Emil fuera a levantarte la mano en la compañía, eso no lo había hecho antes — Alejándose un poco para mirarme con lastima— Sólo mira como dejó esa hermosa carita, perdón por no haber venido ayer, o sea... vine, pero no me dejaron entrar porque no soy tu familia, ahora que fuiste dada de alta es diferente y vine a buscarte, pero... perdón Gabi, perdón...

Asentí acariciándole el brazo, no fue su culpa, no fue culpa de nadie, estas cosas suelen pasar cuando uno se equivoca, es una forma de... ¿Cómo decía papá? Ah, ya recuerdo, Aprendizaje.

Si te equivocas, tienen que corregirte para que no vuelva a pasar.

— Está bien, yo estoy bien —le resté importancia— Gracias por venir por mí, por cierto... nos quedamos sin auto — chasquee la lengua— Emil se enojó y me lo quitó, así que... hasta nuevo aviso, sólo taxi.

Entrecerró los ojos y me miró con molestia.

— Ese hijo de puta, bastardo cruel, lo que se da no se quita ¿Qué le hizo Lehmann? Porque apenas te fuiste me soltó como si fuera la peste, y me dijo "Cómo pensé, tú no eres su amiga, sólo te cuelgas de ella para sentirte superior, una amiga no hubiese follado con el idiota que su amiga se acaba de follar, hay códigos y tú no los respetas, menos la respetas a ella, agradece que conservarás tu puesto como foxy, porque si te despido, Gabriela tendría que llenarte la boca y ambos sabemos que lo hará feliz y sin quejarse por muchos problemas financieros que tenga" entonces se fue, es un maldito mal educado.

Alguien tiene que enseñarle como controlar esa boca suya, Leone ni siquiera piensa en cómo se sentirá la otra persona con sus palabras puntiagudas.

— No le hagas caso — dije yo dando un paso atrás para continuar vistiéndome— Dice muchas cosas mal educadas, no lo escuches.

— De todas maneras, yo jamás me he sentido más que tú, sólo para que quede claro... y compré tazas ya que ayer... no fue lucifer, fui yo quien las rompió por accidente, así que las repuse.

— Oh gracias — me alegré— Pensaba pasar a comprar de regreso a casa.

— No, claro que no, tonta, ahora nos iremos a casa, nos acomodaremos en el sofá con las muchas mantas que tenemos, beberemos café y comeremos basura rica en calorías ¿Qué te parece mi plan?

Sonreí.

— Me suena a un plan perfecto, es todo lo que necesito.

Con su ayuda terminé de vestirme, tomé mis cosas y fuimos directo a servicio al cliente para cancelar mi deuda, la sorpresa fue grande cuando me dijeron que todo fue cancelado ayer por Leone Lehmann, ese idiota de nuevo... está haciendo que le deba mucho dinero a propósito, no quiero deberle nada a ese hombre.

Más tarde me enteré que no sólo pagó por mis cuidados médicos, revisé mi cuenta bancaria cuando me encontré sola en mi cuarto para descansar, tenía una suma millonaria, una que jamás tuve.

El ultimo deposito venía con un mensaje "Servicios extra", dinero nada más ni nada menos que de Leone Lehmann por mis acciones como foxy y quizá también por el servicio nocturno especial.

Fui una puta, me pagaron por ello, y a pesar de que odio al hombre, no me siento culpable por lo que hice, fue un tipo de sexo... diferente al que estaba acostumbrada, estimulante, me sentí... en control, adorada, complacida, y eso me gustó.

***

Tres días después, Emil apareció en casa con un ramo de lirios blancos, siempre trae el mismo ramo cuando me agrede por error, es su forma de disculparse, y yo... las odio, no hacen más que recordarme un funeral, el funeral de mi mamá, quién se fue en medio de este mismo tipo de flores y Emil lo sabe, yo no sé si lo hace porque cree que me gustan o intenta torturarme con los recuerdos... no lo sé.

— ¿Puedo pasar?

Preguntó con voz calma, su rostro estaba imposible, amoratado y aún inflamado en ciertos lugares, el resto de su cuerpo va cubierto, por lo que no puedo ver qué más le hicieron los hombres de ese matón de Lehmann.

— Sí, adelante.

Haciéndome a un lado para dejarlo entrar, es de noche y Emma fue al Pandemónium a trabajar, mi licencia termina hoy y mañana inicio en la editorial de Leone, también regreso al trabajo nocturno, todo junto.

— Gabi... perdón por lo que hice, es que tú me sacas de mis casillas — dijo apenas nos acomodamos en el sofá y yo soltaba las flores sobre la mesa de noche— Tú sabes que no es mi intención hacerte daño, tú eres tan hermosa que verte así de magullada me duele — moviéndose con lentitud hasta acercarse y acariciar mi mejilla— Tienes que portarte bien ¿Sí? — apoyando su otra mano sobre mi muslo— Portarte bien para que yo no pierda la cabeza, tú lo sabes, tus acciones repercuten directamente en las mías, tienes que ser receptiva y obediente, es todo lo que te pido ¿Puedes hacer eso, cariño?

Deslizando su mano más arriba, y más arriba, tocando mi ropa interior, tensándose.

— Emil... puedo explicarlo.

Temiendo lo peor.

Lucifer destruyó todas las bragas que tenía gracias a Leone y su intención de librar al mundo del pecado de las bragas grandes, por lo que he estado usando las bragas que Emma aún mantenía con etiqueta, no tengo más, es todo lo que poseo ahora.

— ¿Por qué estás usando estas bragas, Gabriela?

Levantando mi camiseta para ver mejor lo que luzco, unas bragas de hilo diminutas.

— Porque... q-quería hacer un cambio.

Mentí.

— ¿Para quién? ¿Es que acaso se las muestras a alguien más? — frunció el ceño— Y este maldito tatuaje, te ofrecí dinero para borrarte, pedí la cita varias veces y sigues sin ir ¿Es que acaso te gusta que te comparen con las zorras de la zona roja?

Retrocedí ligeramente, quedándome quieta cuando sentí el jalón de la camiseta y el sonido de la tela al rasgarse.

— Estoy en casa ¿Lo ves? — temblé— No veo a nadie, no salgo con nadie, me quedo en casa como me dijiste, yo... yo no hago nada.

— Ssh... Ssh... Gabriela... tranquila... — Sujetándome por la cintura con fuerza— ¿Dónde crees que vas? Estoy intentando controlar mi temperamento ¿Por qué huirías de mí?

— No intentaba huir...

Sintiendo sus manos colarse bajo la camiseta rota con la intención de llegar a mi sexo.

— Eso creí — sonrió malicioso— Sácate la ropa, Gabriela.

Con manos temblorosas hice lo que me pidió, viéndolo desabrocharse el pantalón, masturbándose en lo que se acomoda entre mis piernas en el sofá.

— Es bueno que seas una maldita infértil — sonrió acomodándose el cabello— No traje condón, no pensaba follarte hoy porque no te lo mereces, no mereces premios, pero pareces pedir a gritos un poco de atención, como tu prometido, debo dártela ¿No crees?

Penetrándome sin cuidado alguno, sin prepararme, sin comprobar que estuviese húmeda, ganándome un golpe en el rostro por ser tan poco receptiva e insípida.

Me quedé en silencio observando las figuras irregulares en el techo mientras Emil se mueve y busca su propia liberación, al acabar, se arregló la ropa, tomó sus cosas y dejó el apartamento sin preocuparse de limpiarme o por lo menos esperar a que fuese a tomar un baño, sólo se fue dejándome en ese frío sofá.

— ¿Será que... el señor Lehmann tiene razón? ¿Seré yo la equivocada?

Me levanté cuando sentí que comenzaba a escurrir algo entre mis piernas, fui hasta la ducha, dando el agua con la intención de limpiarme, viendo la sangre mezclada con sus fluidos, nuevamente me lastimó, nuevamente se interesó únicamente en su placer y no en el mío.

Ya limpia, me dispuse a vestirme con algo limpio, no puedo pasear por ahí en toalla toda la noche, debo descansar algo, intentar dormir.

— ¿Y si... y si regresa?

Miré con temor la puerta, no lo pensé y fui rápidamente hacia esta, poniendo llave a las tres cerraduras que poseemos, bloqueando la entrada con el mueble junto a esta sólo por precaución, Emma siempre llega pasado de mi hora de ingreso al trabajo, cuando ella llegue estará todo perfecto, como si nada hubiese pasado, así no hará preguntas.

Regresé al sofá y tomé una manta, pasándola sobre mis hombros antes de abrazar mis rodillas, mirando el móvil fijamente por varios minutos, tentándome a hacer esa llamada.

— A la mierda, parece ser el único que por mucho que duela la verdad, me la dirá.

Tomé él móvil y marqué el contacto con el nombre "Señor Lehmann" apoyando el aparato contra mi oreja, esperando pacientemente, nerviosa.

— Gabriela.

Contestó en tono seco, debe seguir cabreado conmigo por lo sucedido ese día en el hospital.

— Señor Lehmann ¿Está ocupado?

Quise acomodarme, pero el leve movimiento hizo que me ardiera la entrepierna, me duele mucho.

— ¿Qué ocurre? ¿Necesitas algo?

¿Por qué estaba llorando, carajo? Apenas dije cuatro palabras y ya estoy llorando.

— No, no pasa nada sólo quería... — intenté sonreír, pero ¿Por qué sonreía? ¿Para quién? Estoy sola— Sí, sí que pasó — mis labios temblaron— Es que... Emil estuvo aquí, y yo...

— ¿Te hizo algo?

Quise responder, pero mi voz no salía, tengo un nudo atascado en la garganta.

— Gabriela, responde ¿Ese hijo de puta te hizo algo?

Intenté hablar otra vez, todo lo que logré fue soltar un lastimoso gemido que no hizo más que aumentar la frecuencia en la que caen las malditas lágrimas.

— Voy para allá.

Fue todo lo que dijo antes de cortar la llamada, dejándome sola con la nube de pensamientos que me atormenta ahora.

Quince minutos después, tocaron a la puerta, y yo me tensé.

— ¿Q-quién es?

Pregunté temerosa de que Emil haya regresado.

— Leone — respondió agitado— Soy Leone, abre la puerta.

Dejé el sofá y cojeé hasta la puerta, sintiendo la punzada de dolor cada vez que me movía mientras empujaba el mueble y quitaba la llave a la cerradura, viendo su imponente figura en ropa deportiva, jadeante, y con la punta de la nariz roja.

— ¿Estás bien? ¿Qué te hizo? ¿Te tocó?

Mis labios temblaron y entonces... exploté, lloré y gimotee como cuando tenía cinco años, sintiéndome segura cuando dos gruesos brazos cálidos me envolvieron.

Leone es el cabecilla de la mafia roja.

Leone es peligroso.

Leone maneja la zona roja, mi mayor pesadilla.

Y aún así... Leone se siente seguro, se siente como si nada pudiese tocarme si estoy del lado de él.

— ¿Qué fue lo que te hizo? ¿Dónde te duele?

Preguntó otra vez, cargándome sin dificultad, cerrando la puerta con el pie, llevándome hasta el sofá, sentándome sobre sus piernas, usando la manta para cubrir mi cuerpo, y por consecuencia de haberla jalado, la camiseta rota y las bragas que estaba usando cayeron al piso frente a él.

— ¿Tú lo querías? — preguntó— ¿Querías tener sexo con él? — no respondí por temor a lo que pudiera responder, intenté ocultar mi rostro en su pecho, pero me lo impidió, tomando mi mentón entre sus dedos, con suavidad— ¿Querías hacerlo, Gabriela?

Sollocé y negué, apretando su polo entre mis manos.

— ¿La puerta cerrada de esa manera...?

Preguntó con voz calma.

— Por si... regresaba.

Me las arreglé para decir.

— Las flores.

Señaló.

— Una tortura, las odio, odio las malditas flores... las odio tanto...

Acarició mi cabello, manteniendo la calma para mi sorpresa, mirándome.

— Si sigues así, Gabriela, un día de estos va a matarte — explicó lento— Quiero evitar que eso ocurra, por favor deja que te ayude, acepta la ayuda por una vez en la vida ¿Bien?

— No puedo escapar de él — mi labio tembló— Tiene... cosas en mi contra.

— ¿Qué cosas?

— Fotos y... videos.

— ¿Quisiste que él te grabara? ¿Aceptaste que te fotografiara?

Negué.

— Entonces deja que yo me encargue de eso también, deja todo en mis manos, Gabriela, te prometí ayudarte contra ese imbécil, el plan de la fiesta sigue en pie, pero tú tendrás que poner de tu parte y limitar tus interacciones con él al mínimo, sólo en público ¿De acuerdo? — asentí— No te puedes dejar controlar por un imbécil que no se preocupa por ti.

— Si me pide verlo... no puedo decirle que no, si lo hago enojar, entonces esos videos...

— Sé que has escuchado cosas de mí — tomó mi mano con delicadeza— Sé que sabes que no soy bueno, y sé que muy en el fondo sabes que apenas cumplas tu cometido de humillarlo en público y destruirlo ante la sociedad, yo voy a atraparlo y voy a hacer con él lo que me dé la gana, porque una escoria como él no merece vivir. Así que confíame esto, confía en mí por esta vez, deja que te proteja, que te ayude, apoyémonos mutuamente, trabajando conmigo ni el diablo podrá hacerte daño porque yo soy mucho peor, y deja que te lo demuestre, ojo por ojo, Emil tendrá un desafortunado accidente de regreso a su casa hoy, y tendrá que usar un bonito parche por el resto de su corta vida.

Sé que no debería seguir sintiéndome a salvo entre los brazos de alguien que habla sobre muerte y tortura de esta manera, pero... él no canaliza su ira hacia mí, la canaliza hacia otros y me mantiene a salvo en el proceso, Leone no me lastimaría, él me ha dado su palabra de protegerme y se ve que es alguien que cumple, entonces yo... podría hacer oídos sordos, podría fingir que no sé nada de esto...

— Haga lo que quiera, pero no me lo comente — pedí— Y yo... acepto trabajar con usted, lo que necesite, intentaré estar a la altura.

— Bien entonces, ve y haz una maleta pequeña, es obvio que no vas a poder dormir aquí sola y yo no puedo ir así a la oficina mañana — miró sus pintas— Toma a ese animal del infierno tuyo y vámonos — bostezó— Es tarde y deberías descansar.

Asentí y me levanté rápidamente, yendo hacia mi cuarto intentando cojear lo menos posible, omitiendo su voz que habla desde mi sala, dando claras instrucciones para perseguir a Emil y arrancarle un ojo sin decirle las razones tras la acción, intenta protegerme mientras me venga ¿por qué? ¿Qué es lo que gana con esto?

Metí mi atuendo para la oficina, un bonito conjunto blanco y negro, una falda porque es parte del trato, y bonitos tacones, un abrigo, porque la nieve no parece querer abandonarnos pronto, puse ropa cómoda dentro, además de lencería y productos de belleza, metí mis piernas dentro de unos pantalones de pijama y me puse las botas antes de ponerme un abrigo cómodo encima, dejando el cuarto con la maleta pequeña a la rastra.

— Lucifer, ven aquí, minino.

Mi mini bestia salió del cuarto de Emma al escuchar mi llamado, él jamás se queda cerca cuando Emil está aquí, le teme desde ese día en que intentó rasguñarlo y Emil lo lanzó con violencia lejos, mi bebé estuvo dos meses con su pata rota...

— Nos vamos por esta noche, tranquilo, está todo bien, ya se fue.

Bajando los brazos para que saltara hacia mí, atrapándolo y metiéndolo dentro de mi abrigo, abrazándolo con un brazo.

— Estoy lista.

Dije a Leone quien bajó el móvil y tomó mi maleta.

— Vamos entonces, el viaje será corto, tú sólo... relájate.

Asentí tomando mi bolso y las llaves del departamento, cerrando con llave antes de seguirlo por el pasillo para bajar por las escaleras.

— Espera un poco.

Dijo bajando el primer escalón, alzándome sin dificultad, comenzando a bajar los escalones uno a uno conmigo entre sus brazos, sin soltar mi maleta.

— Puedo bajar sola.

Me avergoncé.

— Claro que no, cojeas, y no es mi intención que te hagas más daño, sólo quédate quieta, acepta la ayuda cuando la necesitas.

Asentí intentando no sonreír demasiado amplio, viendo a Lucifer sacar la cabeza fuera del abrigo a pesar de que odia el frio, y le lamió la mejilla a Leone, este paró de bajar y miró a mi gato, entonces yo temí le peor, abrazando al minino un poco más fuerte, temiendo que reaccionara como Emil por un simple lametón.

— Si lo sé amigo, debo estar salado, estaba ejercitándome, llegaré a tomarme un baño, no me digas que apesto, por favor.

Se burló, sonriendo y comenzando a bajar otra vez.

Leone Lehmann sonrió.

Y en ese momento, yo podría decir que fue la imagen más bonita que he visto.

***

Esa noche, no me tocó de ninguna manera indecente, es más, tomó un baño como prometió y regresó a la cama dónde yo esperaba con mi gato, apagó las luces y se acomodó, permitiéndome acurrucarme con él, sintiendo la calidez de su cuerpo, que a su vez, me transmite seguridad, sé que si estoy cerca de él, Emil no va a tocarme, y gracias a ese pensamiento, pude dormir como hace noches no hacía, noches completas en vela, temiendo que Emil viniera a verme cuando Emma no estuviera, pero ahora... al menos esta noche, él no vendrá, no me atormentará y todo estará bien.

Incluso Lucifer disfrutó del trato especial, durmiendo en la almohada de mi jefe, sobre su cabeza, y para mi sorpresa, este no lo apartó, es más, lo miró, sonrió y se acostó de nuevo.

Esta noche me hizo pensar que quizá el villano no es realmente el villano, o quizá sí lo es, porque Leone Lehmann es un hombre peligroso, el 80% de Alemania está a nombre de su familia, hice mis investigaciones, puede hacer lo que desee y jamás tendrá repercusiones, pues como dije, quien tiene dinero y poder, siempre reirá último, pero quizá, sólo quizá, Leone no sea el villano de mi historia.





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BUENAS BUENAS BBCITAAAS

SUFRIERON TANTO COMO YO? 

PORQUE YO RE SUFRÍ ESCRIBIENDO ESTO

GABI SE LO ESTÁ PASANDO RE MAL

LEONE INTENTÓ POR LAS BUENAS Y LAS MALAS HACERLA ENTRAR EN RAZÓN Y NO LO LOGRÓ

PERO GABRIELA TOCÓ FONDO Y TERMINÓ LLAMANDOLO PARA PEDIRLE AYUDA

EMIL ESTÁ CADA VEZ MÁS CERCA DE TOCAR EL INFIERNO

ESE DESGRACIADO NO SE MERECE NADA

ESTA HISTORIA SÍ QUE TENDRÁ +21 BELLAS, TOCAREMOS TEMAS SENSIBLES Y ESCENAS SEXUALES MÁS EXPLICITAS 

VEAMOS QUÉ OCURRE CUANDO UNA MUJER TOCA FONDO Y ENCUENTRA LA LUZ

VEAMOS LO QUE OCURRE CUANDO UNA MUJER YA NO QUIERE SER EL SACO DE BOX Y DECIDE SER QUIEN LO GOLPEA

NOS LEEMOS EN EL SIGUIENTE CAPITULO

BESITOS EN LA COLA

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