Capítulo 29 "Guardaespaldas. Parte 2"

EMILIA.

Esta sí que era una sorpresa y de las grandes.

Pensé que yo era una pervertida de primera, Blazie siempre me lo decía por mis muchas practicas sexuales públicas y grupales, pero por más personas que me cogiera, nunca, pero nunca tuve el aspecto que tengo justo ahora, y eso me tiene muy asombrada.

Hans pidió un cuarto para hacerme notar todo lo que tiene él para ofrecer, es más, en la habitación, frente a la gran cama, un espejo enorme cubre toda la pared, de esta manera, soy perfectamente capaz de ver cómo me tiene luego de unos cuantos polvos salvajes en el sofá.

El cabello alborotado, las mejillas sonrojadas, jadeante por el cansancio, sudor perlado cubriendo mi piel, el coño brilloso por la humedad.

Parezco una modelo de revistas eróticas justo ahora, sentada en la cama, de piernas abiertas por petición de él, quien me mira de frente, sujetando su gloriosa erección con seguridad, masturbándose mientras se deleitaba con mi postura y mi figura.

Me quedó más que claro que Hans es el paraíso y el infierno en el mismo cuerpo.

Y fuma. Se ve increíblemente sexy con el cigarrillo atrapado entre sus labios, incitándome a que haga cosas indebidas mientras él mira.

— ¿Qué piensas hacer ahora, Emilia?

Detuve el movimiento involuntario de mi izquierda, que iba directo a mi entrepierna para acariciarme, es muy estimulante lo que estoy viendo justo ahora, mi escolta y ahora novio es tan alto como mis hermanos, cabellera negra y ojos tan verdes como el césped en primavera, tiene el cuerpo ligeramente tostado, pectorales de infarto a los que me encantaría pasarles la lengua, un abdomen bien trabajado, ocho abdominales en total, la V bien marcada, guiándome hacia abajo y más abajo, dónde su pene se alza con orgullo, grande y de bonito color, húmeda por haberse corrido tantas veces, más húmeda por pasearse entre las paredes de mi coño empapado, y si sigo mirando más abajo, muslos ejercitados y musculosos, al igual que sus brazos, todo en él es grande e imponente, todo en él grita por atención, nadie en su sano juicio apartaría la mirada de este espécimen perfecto.

— Quiero tocarme —Dije con voz áspera, lamiendo mis labios resecos— Las vistas son bastante... estimulantes.

— Digo lo mismo, señorita — gruñó, frotándose el glande con el pulgar, temblando— Verla abierta de piernas, húmeda por causa mía, su clítoris erguido, pidiendo a gritos que le dé atención, mientras sus paredes se hinchan y se abren, invitándome a que la penetre, es... estimulante.

Este cambio en su formalidad, más sus palabras sucias, hicieron que el dolor se instalara en mi entrepierna, mientras me arde toda la piel.

El placer puede ser doloroso cuando no es bien atendido, y por más duro que me haya dado, sigue sin ser suficiente, me privó demasiado de algo que quería con desesperación, lo necesito.

Sobre mí.

Dentro de mí.

detrás de mí.

Por todas partes...

Gemí en respuesta, llevando dos dedos a mi boca, los humedecí bien, consciente de cómo cambió su respiración y la mano que sujeta su pene apretó su agarre, mientras los lamía con descaro, depositando un buen poco de saliva antes de llevarlos a mi clítoris, acariciando en círculos, arqueando las piernas, separándolas más para darle un mejor vistazo.

Él no es el único que sabe hablar sucio aquí.

— Así es cómo me tocaba cuando no me dabas esta atención. Todas las noches, sola en mi habitación — gemí, cerrando los ojos un momento, si continúo, voy a correrme, pero ya no puedo parar, lo necesito— Sabiendo que tú estabas al otro lado de la puerta, me quitaba la ropa de cintura hacia abajo, separaba las piernas y me tocaba, fantaseando con que mis dedos eran los tuyos. Todas las noches, sin falta, pensaba en ti, soñaba contigo, te deseaba a ti, y sólo a ti.

Gruñó en respuesta, acelerando los movimientos de su mano, por el ligero temblor y la forma en la que se hinchó en su callosa mano, está a poco de correrse.

— ¿Por qué te costó elegirme entonces? ¿Qué fue más difícil, Emilia?

Lamí mis labios y me esforcé en abrir mi garganta para emitir más que sonidos obscenos, él necesita que le dé una respuesta clara.

— Tenía miedo. Es la primera vez que alguien me quiere y no sabía qué hacer. Temía que me rompieras el corazón como todos. Los Lehmann no somos felices, tampoco quienes están a nuestro alrededor, quería protegerme y protegerte.

— No necesito protección, y te aseguro que conmigo estás más que segura, yo te quiero y te querré siempre, Emilia.

Eso fue suficiente para dejarme ir en medio de un torbellino de emociones, solía ser bastante reservada en cuanto a mis momentos de placer, no es como si tuviera muchos orgasmos, los imbéciles con los que me involucré jamás fueron tan buenos en la cama, me sorprende lo mucho que me prende la mirada de este hombre, gemí su nombre fuerte y claro, contorneando las caderas para prolongar mi momento, viéndolo dar tres zancadas antes de parar frente a mí, sin perder detalle de mi boca entreabierta, soltando los sonidos más obscenos que hice en mi vida, y perdía el poco pudor que poseía para mostrarle cómo me tocaba, cómo lo hacía cuando fantaseaba con él, por él.

Maldito Hans, todo es tu culpa...

Relajé mi cuerpo al terminar, sin quitar los dedos de mi entrepierna, analizando la situación, Hans me sujetó por la nuca, acercándome a su pene, pensé que quería que se lo chupara de nuevo, por lo cual, abrí la boca, dispuesta a tragarlo completo, pero me lo impidió.

— Saca la lengua, y cuidado con los ojos, quiero correrme en tu cara, Emilia.

Apreté los muslos ante sus palabras, haciendo justo lo que me decía, apoyando las manos en la cama para tener mejor estabilidad, mientras Hans me sujetaba con seguridad por la nuca, sin dejar de bombear con su diestra, apuntando directo a mi rostro, pocos segundos después, su esencia me salpicó, gran parte cayó en mi boca, parte de esta cubrió mi mejilla derecha, y fui lo suficientemente rápida para cerrar mi ojo antes de que se metiera algo.

Sentí su semilla recorrer mi cuello, perdiéndose entre mis pechos, tragué lo que tenía en la boca y acerqué la lengua para lamer lo que quedó en la punta, sintiendo su cuerpo temblar, mientras, toma con su pulgar lo que ensució mi mejilla y me lo mete en la boca, no dudé en rodear su dedo con mis labios y succionar, procurando dejarlo muy limpio antes de soltarlo.

— Esa cara de no romper un plato logra engañar a todos — acariciando mi mentón— Pero cuando abres la boca, Emilia...

— Lo sé, lo sé, soy de lo peor y con una palabra hago que me odien o me teman, pero eso no me interesa — jalándolo hacia la cama, empujándolo hasta que su espalda tocó el colchón— Tengo a las personas correctas a mi alrededor, no necesito más.

Montándome sobre él, sentándome sobre sus muslos, masturbándolo.

— ¿Te quedarás conmigo, Hans? Porque las cosas están por ponerse muy feas.

Viendo como vuelve a endurecerse, listo para otra ronda.

Por eso me gustan los hombres poderosos y resistentes, en la cama son unas completas bestias.

— Me quedaré contigo hasta que decidas que ya no te sirvo, princesa — acariciando mi muslo con cariño— Y espero que no te aburras pronto, mi intención es protegerte siempre.

No dudé en levantar la cadera, sujetar su pene, y sin el molesto látex, dejarme caer con lentitud, saboreando cada centímetro que me dilata, abriéndose paso hasta lo más profundo de mí, llenándome tanto, que, en esta posición, me costaba algo respirar, necesito acostumbrarme.

— Sólo mis hermanos me dicen princesa — dije, acariciando su pecho— Pero suena bien si tú lo dices — alzando ligeramente las caderas, aún no estoy lista para moverme, por lo que desistí y me quedé quieta— ¿Sabes qué más suena bien?

— ¿Qué cosa, princesa?

Levantando una mano para limpiar lo que quedó de él en mi rostro, pequeñas caricias, momentos íntimos que jamás compartí con otra persona, gestos que creí que nadie tendría conmigo... los puedo sentir.

— Suena bien saber que te quedarás conmigo... tenía tanto miedo...

Se incorporó ligeramente, apoyándose en el respaldo de la cama conmigo encima, acariciándome los muslos, esperando hasta que yo estuviese lista, a que me abriera a él, no me presiona ni se apresura, no le importa sólo el sexo conmigo, y eso es lindo, me gusta cómo se siente mi corazón.

— ¿Miedo de qué?

— Pensé que me quedaría sola. Los Lehmann no somos amados, somos temidos, nadie te mira más de lo necesario, nadie se te acerca si no es obligatorio, nadie hace algo por ti si no le estás pagando para que lo haga, todas mis relaciones sexuales del pasado... todas fueron motivadas por el dinero, hacían lo que les pedía que hicieran y luego se iban. Una cama vacía era todo lo que tenía, creí que jamás encontraría a nadie que me tolerara cerca, que me viera y no me temiera, alguien que me quisiera a pesar de quién soy.

Acomodó un mechón de cabello tras mi oreja, y se inclinó hacia mí para besarme lento y pausado, con cariño, inclinándose para encajar mejor, acunando mi rostro, acariciando su lengua con la mía, sin importarle probar su propio sabor, eso me incitó a mover las caderas hacia adelante y hacia atrás, el dolor pasó a segundo plano, y todo lo que quiero es hacer que nos sintamos bien... juntos.

— No dudes nunca de lo que siento por ti, Emilia — dijo rozándome los labios— Eres importante para mí, no me aterras, conozco demasiado bien a la mujer que vengo protegiendo hace tanto tiempo, sé cuantas barreras pones entre tú y las demás personas, sé sobre tus miedos, y prometo nunca hacer que te sientas así de nuevo, me quedaré contigo, confía en que, pase lo que pase, siempre voy a estar contigo.

Sostuve su mirada y me sujeté de sus brazos para alzar la cadera y bajarla otra vez, repitiendo el movimiento con rudeza, viendo con placer como se le contrae el rostro por mis atenciones, llevando una de sus manos a mi trasero para guiar mis movimientos, enseñándome cómo montarlo, meciéndome hacia adelante y hacia atrás, sin dejar de subir y bajar, deseando que este momento jamás se detuviera, deseando poder disfrutarlo así todos los días.

Y si nos quedara poco tiempo, si mañana todo llegara a su fin, al menos me iré sabiendo que fui algo para alguien, me quisieron, me vieron como una persona.

Por primera vez, ser una Lehmann no me importo, en este momento, yo era la puta mujer más feliz de la tierra.

— ¿Puedo dejar una marca en tu cuerpo? Sólo una, lo prometo.

Parece tan ido en el placer, tan afligido por marcarme, tan necesitado...

— Puedes, claro que puedes, pero sólo una.

Sosteniéndome por sus hombros, tomando más confianza ahora que sé cómo le gusta y parece estarlo disfrutando.

Carcajee bajo al verlo clavar su rostro entre mis tetas, no pasó desapercibida la manera con la que me miraba en el set, su vista no dejaba de mirar mis pechos apretados en ese bikini, y justo entre ellos, dejó su marca, besó, succionó y lamió, dejando un chupón de tamaño importante, que afortunadamente no se verá porque mis mismas tetas lo cubrirán al ponerme algo encima.

— Elegiste sabiamente — acariciando su cabello, soltando un suspiro al sentir su lengua sobre mi pezón— Márcame cuando quieras, mientras encuentres un lugar como ese, Hans.

Abrazándome con fuerza, se prendó de mis pechos, dejando marcas pequeñas alrededor de mis pechones, bien sabe que no se verán, y aprovechó la ocasión, quiere que recuerde que soy suya cada vez que me mire desnuda al espejo.

— Si pudiera marcarte por dentro, lo haría.

Gruñó, dándose un festín, mientras yo luchaba con la creciente necesidad que me recorre la piel, el orgasmo armándose en mi vientre bajo ¿Cuántos han sido ya? ¿Cuándo había disfrutado tanto el sexo?

— Es mi primera vez pasándolo así de bien, nunca, hombre o mujer, nunca nadie me hizo sentir así de bien.

Admití en voz baja, rozándole los labios con el oído, mordisqueando el lóbulo de su oreja.

Se quedó quieto medio segundo, analizando mis palabras, antes de que me empujara contra el colchón, separara mis piernas y se encargara de darme el mejor orgasmo de la noche.

El mejor de tantos más que vendrán.

***

Regresamos a casa cerca de las seis de la mañana, prácticamente no hemos dormido nada, y yo necesitaba ropa limpia para el trabajo, Hans necesita una camisa que no esté rota, por lo tanto, tuvimos que regresar bastante temprano, antes del desayuno, a las ocho treinta debo estar en un noticiero para hablar sobre mi nueva línea de perfumes, claro que esperé de todo, menos lo que acabo de ver.

Leo tenía a la cuñada apretujada contra la pared, las mallas deportivas a medio muslo, mientras le da tan duro que comienzo a dudar de la calidad del material dónde la tiene aprisionada, se están dando un festín, y a penas son las seis de la mañana.

— Vamos por acá, en silencio.

Susurró Hans, tomándome la mano con total intención de escapar sin ser vistos, pero el sexto sentido de mi hermano me hizo parar apenas chocamos miradas.

El muy enfermo no se la sacó a la cuñada, pero sí se encargó de cubrirla con su cuerpo para que no pudiéramos ver su desnudez, Hans fue lo bastante respetuoso como para mirar en otra dirección todo el tiempo, por lo que, no se dio cuenta hasta que vio que no seguí caminando, vio el motivo y volteó el rostro otra vez.

— Ya nos íbamos.

Dije yo, sin soltarle la mano a mi novio sexy con demasiada energía.

— Sí, vayan a prepararse para desayunar, yo estoy en medio del postre.

— Me la llevo entonces, Leone, permiso.

Dijo Hans antes de dejarme hablar un poco más, me cargó como princesa y salió del espacio, dando grandes zancadas, mientras esos dos siguen en su festín personal, los gritos de mi cuñada se escuchan fuerte y claro, y por el desastre que tenían a sus pies, mi hermano no sé está cuidando, y sé de primera fuente, que la rojita tampoco.

— Bájame, bájame, bájame, el club de los cuñados tiene reunión ahora mismo.

Patalee para ser bajada, y en cuanto toqué el piso, corrí como si la vida dependiera de ello hasta el cuarto que Blaz comparte con Emma, abrí la puerta sin tocar, viendo a mi hermano con los pantalones de vestir puestos, mirando a la rubia sentada a lo indio en la cama, con su camiseta del FC Bayern Múnich, su equipo de futbol favorito, y sé a ciencia cierta que no le prestaría su camiseta a cualquiera, es más, la ve sonriente, mientras esta hace bailar al gato que tiene entre las manos y Lucifer la recompensa con un par de Miaus de lo más tiernos.

— ¡Buenos días!

Grité, tirando de Hans, que me pisaba los talones, al cuarto, cerrando la puerta tras nosotros.

— Buenos días para ustedes, estimados intrusos de habitación.

Dijo Emilia, moviendo la pata del gato, fingiendo un saludo.

— ¿Nadie les enseñó a tocar? — dijo Blaz en vez de saludar— Bueno, a Emilia, Emilia no toca. Lo lamento por ti, Hans, te tocó la loca.

— Estoy bastante complacido por mi elección, pero sí, yo hubiera tocado.

Lo golpee en el brazo por eso y caminé hacia la cama, dejándome caer sobre ella.

— Yo no haría eso, linda, menos con la boca abierta, acabo de coger justo ahí.

Dijo Emma, carcajeando.

Salté fuera de la cama en un segundo, viendo a Blaz doblarse de la risa, mientras tomaba su camisa y continuaba vistiéndose.

— Eso te pasa por intrusa, princesa.

Dijo el maldito de mi hermano, burlándose en mi cara.

— Bueno, bueno, al grano — suspiré— Leo y Gabi están follando ahí fuera.

— Dime algo que no sepa —rodó los ojos Emma— Llevan así desde las cinco de la mañana, no nos han dejado dormir, eso me prendió un poco y me lancé sobre tu hermano.

Admitió con sinceridad.

— Ok, sigan fingiendo que no se interesan en el otro, no me importa — dando un paso hacia ellos— Ellos no estaban usando preservativos, y sé a ciencia cierta que Gabi no se cuida ¿Por qué no estamos preocupados por un posible sobrino que peligra ante lo que está a punto de explotarnos en la cara?

— Gabi no puede tener hijos.

Dijo Emma... y se me encogió el estómago al oírla.

— Carajo... menos mal no le hice el comentario a la cuñada o se habría sentido horrible.

— No, no es cierto hasta que tenga un papel que lo confirme — dijo Blaz— Es más, hoy tenemos una hora en una clínica de fertilidad, no tienen idea lo que hice para conseguir esa hora, amenacé cuatro mujeres para que dejaran los cupos, parándome fuera de la clínica durante una semana completa sólo por la cuñada. Por cierto, Leo no sabe nada, Gabriela no quiere darle falsas esperanzas, aunque... no es como si Leo quisiera hijos, sabe que sería un tormento considerando su posición.

Rasqué mi nuca, pensando en lo horrible que hubiese sido hablar sobre esto en el desayuno, la cuñada debe sentirse horrible.

— Oye... ¿Te cuidas, cierto?

Preguntó Hans tras de mí, casi con miedo.

— Sí, me cuido, demasiado tarde para preguntar ¿No crees?

— Es que me emocioné y lo olvidé, lo siento.

— Perdonado — palmeando su brazo— Entonces... irán ustedes dos solos ¿Cómo van a hacer que Leo no los vea?

Pregunté, porque sé lo controlador que es mi hermano.

— Porque ahí entro yo — dijo Emma— Lo llevaré a visitar la tumba de Freya, la mamá de Gabi, Leone quiere presentar sus respetos antes de casarse mañana, Blaz y yo planeamos que los eventos se superpongan para que no se cruce la feliz pareja.

Sonreí asintiendo, ese es un bonito gesto por parte de Leo.

— El idiota se cree un monstruo, pero en realidad es blandito y muy atento cuando quiere serlo.

— Gabi quiere mucho una familia, espero que no reciba malas noticias luego de las pruebas que le harán, los resultados estarán en tres días, es decir, luego de la boda, la ansiedad se la comerá viva por dos motivos diferentes.

Dijo Blaz, acomodando la corbata ahora.

— Ya vivió demasiadas cosas malas, de seguro la vida comienza a sonreírle desde ahora — sonreí— Iremos a prepararnos para el desayuno — tomando la mano de Hans— Avisen si necesitan algo de nosotros para mañana.

— Lo haremos cuñada que no es mi cuñada.

Dijo Emma, sonriente.

— Quieres ser mi cuñada, lo huelo en el aire, y tú quieres que lo sea, idiota sin cerebro — mirando a mi hermano— Tontos, los dos son unos tontos. No tenemos idea de cuanto tiempo nos queda, no dejan de desperdiciar las oportunidades. Vámonos Hans, que no se nos pegue la estupidez.

Abriendo la puerta y abandonando el cuarto, para entrar al que nosotros estamos ocupando, cambiándonos de ropa, y luego, me senté a maquillarme mientras él se toma el tiempo de cepillar mi cabello.

Somos una gran pareja sin duda.

***

GABRIELA.

Salí de la clínica de fertilidad acompañada de Blaz, la curita aún en mi brazo gracias a los tubos de sangre que me sacaron para los estudios, casi caí en el tercer escalón por no estar al pendiente de por dónde iba, Blaz me sostuvo antes de terminar en el piso, cargándome como princesa los últimos escalones, bajándome al piso, viéndose tanto o más pálido que yo.

— Entonces... escuchamos lo mismo, no pudiste hacer la totalidad de las pruebas.

Dijo él, tomando la carpeta entre mis manos.

— Correcto. Porque había... cosas que no deberían estar ahí.

Dije yo, quitándole la carpeta, abriéndola para ver los resultados otra vez.

— Correcto, entonces... casi matamos cierto grupo de células que ya no son células y es más bien parecido a un... a una de esas cositas pequeñas que se cagan y lloran.

Quitándome la carpeta, leyendo los resultados ahora él.

— Correcto. Así que, gracias a tu increíble gestión para amenazar mujeres desesperadas, nos enteramos que yo ya no soy parte de ese grupo de mujeres desesperadas.

Parándome sobre el primer escalón, para leer sobre su hombro el resultado del examen de sangre.

EMBARAZADA (+)

— Así es, mi pequeño saltamontes, es decir, que el diablo te tiene muy en consideración y no quiso amarrarte a un bastardo como Emil para toda la vida, eso o su pene lanzaba aire.

— Así que... no soy infértil.

Dije yo, leyendo el resultado una y otra vez.

— No, de hecho, ahí nada el intruso — señaló el frijol en la ecografía— Un poquito deforme el condenado, pero mejorará con el tiempo.

— Esto quiere decir, que sí que tendré una familia.

Necesito varias confirmaciones, porque sinceramente, esto no me lo estoy creyendo.

— Sí, y mi hermano será padre, mi pequeño saltamontes —estirando su mano para darme palmadas en la cabeza— Felicidades, cuñada, por fin vas a poder cumplir tu más grande deseo, serás una estupenda mamá.

— Blazie... estoy embarazada.

Carcajee, mientras las lagrimas me nublan la vista.

— Así es, cuñada — girando el rostro, para sonreírme amplio—¿Qué me dices si nos preocupamos de una cosa a la vez? La boda es mañana, podemos ir ahora a comprar una bonita caja con cosas de bebé, te haces un test de embarazo para darle dramatismo al asunto y ponemos estas fotos y el resultado del examen de sangre dentro, entonces, me llevo a Emma, a la princesa y su novio el valiente a mi pent house para darles privacidad, y así le cuentas, seguro se pone muy feliz.

Salté emocionada hacia la vereda, cayendo sobre la nieve, sonriendo amplia.

— Y puedo preparar una cena exquisita, velas y demás.

— Te pones guapa, un vestido rojo y maquillaje, ligero.

Agregó.

— Vamos entonces, vamos, vamos — tirándolo del brazo para que camináramos hacia el auto— Ahora entiendo por qué comía tantas frambuesas — carcajee— Eran antojos, y no ni enterada.

— Todos nos enteramos, hasta Leo, pero como tu fertilidad estaba en juego, no sabíamos si llamarle antojos o podríamos ofenderte sin querer — dijo dándome su brazo para que lo rodeara con los míos— Ahora podemos decir con todas sus letras que tenías antojos, porque tú y Leo no usaron protección.

— ¿Crees que se enoje si le digo? — lo miré, apretando la carpeta contra mi pecho— No quisiera molestar, tiene muchas cosas en su cabeza.

— Dudo mucho que se enoje, tomate tu tiempo para contarle, nadie además de nosotros sabe que estamos aquí... bueno, las rubias locas y Hans saben, pero no le dirán a nadie, los escoltas deben estarnos buscando como locos, los despisté lo suficiente para que no pudieran decirle a Leo dónde estamos, así que... todo a tu tiempo, rojita, saldrá todo bien — dando palmadas a mi cabeza— Felicidades, piensa en ti y ponte contenta, es lo que tanto querías, tu mamá estaría dando brincos de la emoción por su hermosa hija.

Se me saltó una lágrima ante la mención de ella.

— ¿Crees que Leone siga allá? Me gustaría contarle a mi mamá.

— Deja que mensajee a Emma y te aviso, contémosle la buena noticia.

Mañana seré Gabriela Lehmann. Casada y felizmente embarazada.

En tu cara Emil, yo no era la infértil ¡Ese eras tú!

— Pasado mañana es tu cumpleaños — dijo Blaz— Emma me contó y ya todos te tenemos un regalo, te secuestraré si no apareces por casa para evitar la celebración.

— Voy a aparecer — rodando los ojos, viéndolo abrirme la puerta del auto, como todo un caballero— Ya no me desagrada cumplir años, no estoy sola, puedo darme el lujo de celebrarlos.

— Eso es, repítelo, rojita. Ya no estás sola ¿Cierto intruso? ¿Quién es tu tío favorito? Obvio yo.

Tocándome la panza, mientras le hablaba mimado al montón de células en mi tripa.

Pronto las cosas se pondrán feas y tendré que tomar una gran decisión, espero tener tiempo suficiente para saborear la felicidad antes de que vengan a pedir mi cabeza.




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BUENAS BUENAS BBCITAS!

TRAJE EL SEGUNDO CAPÍTULO DEL GUARDAESPALDAS

HANS TENÍA LA PURA CARA DE TRANQUILO PS

QUÉ QUIEREN QUE LES DIGA? JAJAJAJA

Y EMILIA LE CONTÓ SU TEMOR, ABRIÓ SU CORAZONCITO DE POLLO PARA ÉL

LUEGO FUERON A CASA Y SE ENCONTRARON CON GABI Y LEO EN MEDIO DEL TUKI TUKI SABROSO MAÑANERO 

ESTA SIN PENSAR FUE A CONTARLE EL CHISME A BLAZ

PERO BLAZ CREO LA PALABRA CHISME, ESE SE LAS SABE TODAS, PORQUE SU TRABAJO ES SABERLO TODO, ASÍ QUE ESTABA AL TANTO DE LO QUE PASABA Y LO QUE IBA A PASAR

EMMA SIEMPRE DE INDISCRETA JAJAJAJA 

CONTANDO LAS COSAS SIN PELOS EN LA LENGUA

CLARO QUE EL DUO DINAMICO DE LA ROJITA Y BLAZIE NO SE ESPERABAN LO QUE VIERON EN MEDIO DE LAS PRUEBAS

CASI MATAN AL BEBÉ, AFORTUNADAMENTE TODO SALIÓ BIEN

YO QUIERO VER LA CARA DE LEO CARAJO

QUIERO VER SU REACCIÓN

O MEJOR DICHO, LEER

YA BUSCARÉ UN ALGUIEN QUE LE HAGA JUSTICIA A HANS, DEJEN QUE BUSQUE SEÑORITAS, SI TIENEN A ALGUIEN EN MENTE, ME AVISAN 

250 COMENTARIOS Y REGRESAMOS

BESITOS EN LA COLA!





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