Capítulo 25

GABRIELA.

Me miré al espejo, sintiéndome como una maldita princesa, podría sujetar la falda y dar brincos de la emoción al pensar que me casaré con un vestido cómo este, es precioso, realmente precioso, jamás en la vida podría haber pagado algo como esto, de seguro, Emil tampoco habría podido, sigue impresionándome la cantidad de dinero que gastan los Lehmann, Emilia ni siquiera se arruga con el precio, no quiso decirme, lo comparó con comprar un helado de tres sabores...

Malditos ricos y sus analogías de helados.

Me miré una vez más al espejo, reparando en el corte corazón del vestido, elegimos uno estilo corsé que me hace una cintura preciosa y levanta mis pechos a la vez, sin tirantes, y ajustable, es decir, no hay cremallera, sólo un lazo increíblemente largo y entre cruzado para dar la forma deseada, y lo elegí para hacer enojar a Leone, de esta manera, se demorará más al quitarlo.

En cuanto a la falda, me explicaron sobre la gran variedad de colas que existen, estilo catedral, elegantes y formales, Watteau, que aparecen desde los hombros o espalda, de la corte, que miden poco más de un metro, y así, un sinfín de nombres y descripciones que apenas las mencionaban, las olvidaba, pero por fortuna mía, tengo una cuñada que trabaja como modelo, por lo que la moda es su punto fuerte y ella me ayudó a decidir.

Emilia eligió el tipo de cola por mí y me preguntó si estaba bien con ello, hablándome sobre la cola real, utilizada por reinas y princesas, cómo Victoria de Suecia, Diana de Gales, la reina Letizia, y así, ella es una experta, por lo que me explicó que este tipo de cola mide más de tres metros, está hecha para que la gente voltee a ver a la despampanante novia sin quitarle los ojos de encima, ya que, este tipo de cola abarcará todo el pasillo de la catedral o salón que se utilizará, por lo tanto, sólo puede utilizarse bajo dos condiciones, una boda al nivel del vestido de la novia, es decir, costosa, y con la ayuda de damas de honor que ayuden a llevar el vestido para que su majestuosidad no se vea afectada por las arrugas o tener la mala suerte de que se atrape en algún lugar, y ya que cambiaré mi apellido a Lehmann, y será un evento televisado, con un gran número de participantes, dije que sí a la idea, debo estar a la altura de la situación.

Pero esto no fue todo, además del corsé que me hace cintura y pechos de infarto, de una falda pomposa y de varias capas de encaje, de la cola impresionantemente larga, Emilia quiso agregarle toques extra para demostrar una vez más la cantidad dinero que posee la familia.

Incrustaciones de diamantes, yendo de más a menos.

Desde la parte superior del corsé, trazando flores con las piedras preciosas, hasta la falda, con bonitos puntos de luz, sumando dos brazaletes que se acomodarán en la parte superior de mis brazos, repletos de diamantes.

Para finalizar, un velo tan largo como el vestido, cinco metros en total, una capa de tul suave, con apliques de encaje en forma de flor, pequeños destellos brillan en el delicado material, diamantes chiquitos y hermosos.

Los zapatos no se quedaron atrás en cuanto a lujo, fueron mis favoritos, blancos, con tacón de diez centímetros en punta, una cadena de oro blanco para sujetar alrededor de mi tobillo, y dos delicados caminos de flores a los costados del calzado, con bonitas terminaciones de diamantes, sin duda, una obra de arte.

— Parece una modelo, señorita — dijo la modista— Su cabello luce precioso entre tanto blanco, es el contraste perfecto.

— Coincido — dijo Emilia— Te verás increíblemente hermosa — aplaudió poniéndose de pie— Serás la novia más hermosa de Alemania, nadie será capaz de quitarte los ojos de encima.

Acercándose a mí para darle un suave apretón a mis manos, contagiándome su alegría, riendo de los nervios, con la sonrisa más amplia que he tenido en mi vida.

— Mientras tu hermano no sea capaz de quitarme los ojos, yo seré feliz. Este es sin duda el vestido, me encanta, es perfecto.

Tres toques en la puerta nos hicieron entrar en alerta, si es Leo, no podemos dejarlo pasar, es de mala suerte que vea el vestido antes de tiempo.

— ¡Soy yo! — dijo Emma— ¡Traje los vestidos de las damas de honor! La señora Grace me llamó y pasamos juntas a buscarlos antes de venir aquí.

Grace, una mujer increíble que ha estado presente en todas las visitas al salón, me ayudó con el catering, ya que no soy muy buena organizando eventos grandes, tendremos más de mil invitados, por lo que, todo tipo de organización por mi parte hubiese salido horrible, porque, en cuanto Leone y yo hicimos la lista de las personas que asistirán al evento, hiperventilé, ni siquiera sabía qué tan grande tenía que ser el pastel de bodas, o cuanta comida encargar, cómo disponer el lugar, no sabía nada, y sin la ayuda de Grace, no habría podido hacerlo.

— ¡Esperen un momento! ¡Ya voy!

Dijo Emilia, soltando mis manos, trotando hacia la puerta, sacó el seguro, para evitar que cualquier tonto curioso quisiera entrar, como por ejemplo, Blaz, Leo y Hans, que están muy concentrados viendo un partido de futbol, mientras beben cerveza, lo cual es perfecto para que no nos molesten.

Sonreí a las mujeres que entraron y me miraron como si fuese la octava maravilla del mundo, mirándome de pies a cabeza con total aprobación, soltando las bolsas, acercándose para apreciar los detalles.

— Ese es sin duda el vestido de tus sueños, rojita — dijo Emilia— Te ves increíblemente hermosa.

— Es tu vestido, es cierto — coincidió Grace— Te ves como toda una princesa —tomando mi mano— Sé que mi hijo sabrá hacerte feliz, gracias otra vez por elegirlo, Leo merece una segunda oportunidad de una vida mejor.

Le di un ligero apretón a su madre, esforzándome por no llorar, estoy a dos semanas de ser la mujer de Leone Lehmann y es... uno de los sucesos más importantes de mi vida, dejaré atrás un pasado escabroso y miraré hacia el futuro con optimismo.

— Gracias a ambas, me siento muy guapa con este vestido, me gusta lo que veo, me siento cómoda, y lo mejor, es que puedo quitarle la cola para el primer baile con mi esposo, lujo y comodidad en uno — sonriéndoles— Estoy muy emocionada por casarme, creo que nunca me permití desear algo así, es que Leone me hace realmente feliz.

Secándome las lagrimas que no fui capaz de contener, riendo en el proceso, deben pensar que estoy loca.

— Lo siento — secándome las lagrimas que no dejan de caer— Es que estoy emocionada, yo pensé que me deparaba una vida de miseria con Emil, iba a sacrificarme por un bien mayor, pero entonces llegó Leo con sus sonrisas especiales, sus palabras suaves, su consuelo, su apoyo, sus demostraciones de afecto, su atención, su cariño y... no quise continuar con ese plan tonto y lo elegí a él, Leo es lo mejor que me ha pasado.

Aún subida a la plataforma, afortunadamente descalza, Grace y sus impresionantes tacones, fueron capaces de alcanzarme y abrazarme con delicadeza para no soltar los alfileres, acariciando mi cabello, dejándome llorarle encima, no recuerdo haber estado en unos brazos tan cálidos desde mi mamá.

— Estás en todo tu derecho de expresar lo que sientes, cariño. Yo debo agradecerte a ti por elegirlo, yo sé que Leo es especial y no tuvo las mejores intenciones contigo al principio, pero sin querer, rompiste todas sus barreras y tocaste su corazón, Leo es... es un hombre especial, él cree que no sabe amar, pero ama más que todos nosotros juntos, se sacrificó por mantener a sus hermanos sanos y salvos, se sacrificó por mí y eso... es algo que como madre me pesa mucho, no lo protegí cuando debí hacerlo, y lamentablemente ya es tarde para intentar hacer algo, es un hombre hecho y derecho, pero me quedo tranquila sabiendo que tiene una mujer estupenda a su lado, una mujer fuerte y valiente que ama tanto como él. Sé que encontrarán el camino a la felicidad, protegiéndose y amándose el uno al otro, les deseo todo lo mejor.

Sus palabras no hacen más que aumentar mi llanto, si esto fuese una telenovela, Grace haría hasta lo imposible para evitar que una chica pobre y de malos modales se case con su hijo el heredero, pero esta mujer es todo lo contrario a alguien malvado, es buena, atenta, y siempre sabe qué decir, me siento cómoda entre sus brazos.

— Ya sabes lo que dicen, rojita — dijo Emma, acariciando mi brazo— No hay paz sin guerra, vamos a dar la pelea, y entonces el cuñado y tú podrán pisotear a toda la zona roja a su gusto, pisando mucho más a Dominik y Emil, por supuesto, perros malditos.

Haciendo una mueca.

— Leo es un gran jefe — dijo Emilia— Ya verás que sale todo bien, preocúpate de tu gran día nada más, dos semanas se pasan en un abrir y cerrar de ojos.

Las tres me animaron y me hicieron olvidar el llanto, probándose sus vestidos de dama de honor en color conchevino, el color de la mafia roja, haciendo honor a la sangre que corre por sus venas, no podemos olvidar nuestros orígenes, mi cabello es prueba de eso, toda yo grita zona roja por dónde me vean, y no puedo sentirme más orgullosa de eso.

Dos horas después, revisando los últimos detalles, entregando el modelo del ramo de novia, y la liga que utilizaré para el gran show en el que Leo tendrá que quitármelo con los dientes, entregamos los vestidos a la diseñadora, y esta se fue con su equipo para terminar los pedidos, prometiendo que la próxima semana estarán aquí a primera hora de la mañana.

— Ahora sí eres tú, Gabi la pordiosera.

Se burló Emma, mirando mis pintas, llevo puesta una camiseta de Leone, y un short deportivo pequeño para evitar que se me vean las bragas si me descuido un poco con la ropa, usando unos cómodos calcetines largos y negros hasta la rodilla.

— Agradece que llevo brasier — enseñándole el dedo medio— Últimamente, el roce con la ropa hace que me duelan los pezones.

— ¿Cómo no? Si leo los usa de chupete — se burló Emilia, quien escuchó la conversación a pesar de que hablamos en volumen bajo por respeto a Grace— Los escucho, sucia, hay días en los que ni siquiera llegan al cuarto y perturban mi sueño renovador, han follado como animales.

Me subieron los colores al rostro de la vergüenza, mirando a Grace, esperando alguna cara de desaprobación, en su lugar, recibí una larga carcajada, golpeando mi espalda.

— Hay niña, quita la cara de espanto, los adultos tenemos mucho sexo, es parte del ciclo de la vida, me alegra que disfruten su tiempo juntos, vamos abajo, quiero comer algo, muero de hambre, se me antoja algo dulce, la señora Liesel dijo que preparaste una tarta de frambuesa con tus propias manos, muero por probarla.

Rodeándome por los hombros, prácticamente arrastrándome a la salida del cuarto, con Emma y Emilia siguiéndonos de cerca, carcajeando por la diferencia de tamaños, la señora Grace simplemente nunca se quita sus enormes tacones, siempre va impecable, es una modelo preciosa.

Bajamos las escaleras, llegando a la sala, viendo que Marcel se unió al grupo de hombres adictos a la cerveza y las patatas fritas, viendo con fascinación a un puñado corriendo tras una pelota.

Sinceramente, no le veo sentido al futbol, quizá me faltó una figura masculina que me enseñara a amar los deportes, en su lugar obtuve amor por el arte, el canto, el baile, la música y el diseño, pero no me estoy quejando, cada quién con lo suyo.

Nosotras cruzamos directo a la cocina, y sin perder el tiempo, nos sentamos alrededor de la isla, y compartimos un trozo de tarta y un té cada una, hablando sobre la increíble primera noche que iba a tener.

Grace es un poco mala para guardar secretos, y por lo que me contó, Leo está preparándome una sorpresa. No puedo esperar para el grandioso día y ver qué organizó.

***

Ocho de la noche, Grace y Marcel se marcharon luego de la cena, desafortunadamente, sus hijos no los siguieron y siguen aquí, como chupasangres invadiendo nuestra casa, y luego tienen el descaro de quejarse por nuestras actividades sexuales en áreas comunes, ellos son los culpables de nunca irse, y además, son unos sinvergüenzas y mentirosos, se engañan a ellos mismos.

Emilia dijo explícitamente que le gusta quedarse aquí porque Hans se mete a su cama, y si se va a casa, él dormirá en el piso como suele hacer, fuera de la habitación "Por respeto a sus padres". Por lo que le conviene quedarse a dormir aquí en lo que admite que realmente le gusta el guardaespaldas.

En cuanto a Blaz y Emma... joder con esos dos.

Blaz reta a Emma con estupideces cómo "Te reto a dormir toda la noche conmigo sin quejarte, por un millón" o "Te reto a sentarte sobre mis piernas durante toda la duración de la película, por dos millones" perdiendo dinero de una forma ridícula sólo para mantener a la rubia cerca por más tiempo.

En cuanto a Emma, esta simplemente no se quiere ir a casa porque le apesta vivir sola, el barrio no es muy bueno, y debe admitirlo, le encanta discutir con Blaz, discuten tanto que luego ambos se largan a reír por la cantidad de estupideces que salen de su boca.

Disfrutan el tiempo juntos, y no lo admiten. Todos son unos tontos que pierden el tiempo por orgullo.

En cuanto a mí, me cambié y me puse algo de ropa deportiva, entrando en el gimnasio de Leone para gastar un poco de energía, alejándome de las parejas que no son pareja en lo que llega mi futuro marido de la zona roja, tuvo unos asuntos que atender, se fue hace más de dos horas y no quiso llevarme, como si fuese a espantarme, que tonto.

— Sería bueno para mí ir, así podría evaluar a su maldito padre, las mujeres somos buenas leyendo a las personas — golpeando el saco de box— Maldito Dominik, viejo hijo de puta.

Imaginándolo en el saco de arena, golpeándolo cada vez más duro, sintiendo protestar mis nudillos protegidos por la venda, quiero tener las manos bonitas para la boda, por lo que he intentado no provocarme heridas de gratis, y ser precavida al momento de entrenar.

— Yo también quiero divertirme — golpeando otra vez— ¡Tengo derecho a torturar gente tanto como él!

Y quizá me encuentre a Emil, podría estrangularlo hasta la muerte sin siquiera pestañear, pero no, don soldadito hot, alias "Quítame los guantes con los dientes" no quiere exponerme a escenarios potencialmente peligrosos.

— ¿Cómo le digo que crecí en un ambiente realmente peligroso? Ah cierto. Ya se lo dije. Tonto, tonto Leone.

Golpeando el saco en una combinación 2:1:1.

— ¿A quién maldices tanto, roja?

Volteé a toda velocidad, golpeándolo directo en el abdomen, quitándole el aire por unos segundos, de la sorpresa, ni lo pensé y ataqué.

— ¡Ay, carajo!

Llevando mis manos a la cabeza, viendo a Leone llevarse las manos al abdomen, soltando un quejido.

— No me dolió.

Dijo con la voz medio estrangulada.

Intenté con todas mis fuerzas no reír para evitar que se molestara, en su lugar, me acerqué y le acaricié la espalda, mordiendo mi labio inferior para evitar las inminentes carcajadas.

— ¿Estás bien? Me sorprendiste, Leo, deberías hacer más ruido al caminar.

— Una mujer cómo tú debería estar siempre atenta a los peligros que puedan acecharla ¿No?

Incorporándose, haciendo uso de toda esa anatomía absurdamente alta que se gasta, haciéndome sombra, mirándome hacia abajo.

— Estaba pensando.

— En lo tonto que soy ¿No?

Curvando sus labios en una media sonrisa, inclinándose hacia mí.

— Pues sí, yo quería ir contigo.

— No puedo llevarte a una junta de emergencia, dos semanas más ¿De acuerdo? La ley de la mafia roja no acepta esa clase de visitas ya que son potenciales fugas de información, te joderían hasta el cansancio, podrían seguirte y lastimarte para asegurarse de que no abrirás la boca, te tengo un montón de escoltas observándote, pero prefiero evitar accidentes, y quiero evitarte el mal rato, pero casada conmigo, ni el diablo podrá oponerse a ti, dos semanas y podrás pasearte por la zona roja como la dueña y señora que serás.

Fruncí el ceño y me crucé de brazos, suena convincente, pero de todas maneras yo quería ir a pavonearme como la Gabriela real y no la temerosa que tembló al empuñar un arma.

— Emma me dijo que querías estar sola para golpear un par de cosas, dijo que estabas molesta ¿Es así?

Fruncí el ceño, maldiciendo a la rubia por hablar de más.

— Yo no dije que estaba molesta, sólo dije que quería golpear cosas —puntualicé— Era mejor eso a ver a esas parejitas que no admiten que se gustan, coquetean frente a mí y yo no tenía un muñequito sexy para besar o toquetear.

Se cruzó de brazos como yo, ampliando esa sonrisa.

— Entonces por eso estás molesta, querías un muñequito para besar y toquetear.

— Pues sí, eso y el hecho de que he estado demasiado tranquila estos días, necesito acción, apenas y e ido con la resistencia, no soy una mujer que se caracterice por quedarse tranquila.

— ¿Apuñalar un par de cosas te serviría?

Consultó, estirándose para tomar mi diestra, besando la palma, enviando una serie de corrientes eléctricas a través de mi cuerpo, repercutiendo directo en mi sexo, irguiendo mis doloridos pechos.

— Sí, puede ser que eso me calme ¿Qué me tienes?

Metió la mano en su bolsillo, sacando una navaja increíblemente brillante, liberando el filo.

— A mí.

Quité mi mano de entre sus dedos, dando un paso atrás, frunciendo el ceño, viendo como el rubio frente a mí mueve la navaja entre sus dedos con una calma impresionante.

¿Estará probándome? ¿Es así de tonto?

— No estoy de humor para tus chistes, tengo unos cólicos horribles y me duelen las tetas, así que mejor intenta con otro objetivo, sabes que yo no sería capaz de lastimarte.

— Es que vas a tener que ser capaz — sujetando mi mano antes de poder evitar que me tocara— Blaz y yo lo hemos estado pensando, colocándonos en el peor escenario, ya sabes, que él me supere en número.

Acomodó la navaja en mi mano, la hoja señalando su estómago, está demasiado cerca y me asusta lo que sea capaz de hacer, se ve demasiado calmado, quizá está molesto, debió pasar algo en la zona roja, algo que lo perturbó lo suficiente para hacer una locura como esta.

— Eso no va a pasar, la resistencia está de tu lado, de suceder algo, una llamada y los tendré a todos para protegerte.

— Exacto, te necesito ahí en todo momento, siendo mi compañera, mi pilar, mi mano derecha — abriéndose la chaqueta, dando un paso más cerca, la punta de la navaja tocando la camisa blanca e inmaculada, justo sobre el flanco izquierdo del abdomen— Y si llega a haber una situación como esa en la que yo esté en desventaja, tendrás que hacer algo por mí.

Intenté apartarme, pero su monstruosa fuerza evitó que pudiese retroceder, ni siquiera muevo su macizo cuerpo mientras forcejeo para soltar la navaja, es más, empujó ligeramente, la punta de la navaja tocando su piel, manchando la tela blanca de su camisa con el color de su sangre.

— ¿Qué mierda estás haciendo? ¿Qué es lo que quieres hacer? ¿Me estás probando?

Negó lentamente, clavándose un poco más de la navaja sin hacer ni una mueca, mientras la camisa se tiñe un poco más y un poco más con el líquido carmesí.

— Quiero que hagas justo esto. Hay que pensar en lo peor, te estoy confiando a ti la parte más importante del plan, si llego a caer, necesito que sobrevivas, fingirás traicionarme y me apuñalarás justo en el lugar que lo estás haciendo ahora — empujando un poco más adentro— No va a matarme, estaré bien, pero debes ser lo suficientemente convincente, y asegurarte de hacerlo frente a mi padre para que te deje vivir. Porque si yo no soy capaz de protegerte, la fascinación que tiene él por ti sí lo hará y te dará el tiempo suficiente para correr lejos y no mirar atrás — empujando un poco más, su sangre me ensucia la mano, recorre mi brazo y cae por mi codo hasta el piso, una considerable poza a sus pies— Necesito que me jures que vas a hacerlo, te lo pido como pago del favor que me debes.

El olor metálico de la sangre se mezcla con el aroma de su aliento, Whisky, ha estado bebiendo, y eso no es todo, su cuello... una mancha de labial, rojo, eso no se lo hizo en la zona segura, ninguna tonta niña de este lado de Alemania usaría ese color si no quiere ser confundida con una chica del otro lado, una puta fácil y descarrilada.

La rabia me dio el valor suficiente para no paralizarme, levanté mi mano libre y golpeé su mejilla con todas mis fuerzas, viéndolo con ojos vidriosos, imaginando lo peor, estuve a punto de gritarle que me diera una puta explicación cuando lo vi.

Además del labial rojo en su cuello, había marcas de cuerdas recientes que quemaron su piel, se ve que lo apretaron lo suficiente como para que la zona comenzara a amoratarse, su rostro afligido, el olor a alcohol, los ojos rojos... inspiré más profundo, percibiendo el marcado olor a hierva provenir de él ¿Cómo es posible que no me percatase de que va con la camisa fuera del pantalón? Él, que siempre va pulcro y ordenado todo el tiempo.

— Suéltame ahora o me veré en la obligación de hacer algo que no te gustará.

Amenacé.

— No hasta que llegues al final —apretando el agarre en mi mano para que no soltara la navaja— Tienes que jurarme que lo harás si es necesario ¿Quieres que confíe en ti? Pues pruébame que puedo hacerlo, dime que vas a preferir tu vida antes que la mía y pararé con esto.

Dando un paso hacia mí, clavándose media navaja en el abdomen, esta vez sí que hizo una mueca, su sangre empapa mi mano, recorre mi brazo y salpica mis piernas antes de caer al suelo, no está en sus cinco sentidos.

— Dijiste que no perdías la cabeza cuando fumabas hierba — me tembló la voz— Me estás asustando, dijiste que no eras Emil.

Intenté sonar firme y mantener mis amenazas, pero no mentí cuando le mencioné que el olor de la hierba me trae malos recuerdos, Emil se ponía especialmente violento cuando fumaba, y por más entrenamiento que yo tuviera, si me atrapaba y me inmovilizaba, poco podía hacer contra él, no podía revelarme o el plan se iría a la mierda, tenía que dejarme hacer, y eso me marcó.

— No quiero hacer esto...

Pedí.

Intenté forcejear, pero nuevamente... nada, ni siquiera lo moví.

— Dime que te preferirás a ti antes que a mí y pararé, Gabriela, no intento lastimarte, sólo quiero abrirte los ojos, no me romantices, date cuenta con la clase de persona con la que estás, esto — señalando la navaja clavada en su abdomen— Es una salida fácil, he soportado cosas mucho peores.

— ¿Qué fue lo que pasó allá? ¿Por qué regresaste así? Este no es el Leone que conozco ¿Qué te hicieron?

La marca de labial, las marcas de cuerda, sus pintas, el exceso de sustancias, todo apunta a Dominik.

— Eso no importa ahora, tú sólo tienes que...

— ¡Claro que importa, maldita sea! — exploté— ¡Mírate! ¡Eres un completo desastre! ¿Quién fue? ¿Quién te puso las manos encima?

— Yo no toqué a nadie.

Admitió intentando tocarme con su mano libre, eso hizo que la manga de su camisa se recogiera y me mostrara su muñeca, las mismas marcas que su cuello, quemaduras de cuerda y zonas amoratadas.

— Suéltame ahora, Leone.

— Si te suelto, te vas a ir.

Sujetando mi brazo con delicadeza, está temblando ligeramente.

— ¡Suéltame ya! No hagas que me arrepienta de lo que pueda decir, para con esto, me asustas, no quiero hacerte daño, joder, de todas las personas... ¿Por qué yo querría hacerte daño?

El alboroto hizo que los chicos llegaran al pequeño gimnasio, Blaz cubrió a las chicas y miró la escena con preocupación, probablemente piense que intento lastimar a su hermano, volverá a decir todas esas cosas duras y dolorosas, volverá a no confiar en mí.

— ¿Qué demonios está pasando aquí?

Preguntó Emilia, empujando a Blaz para caminar hacia nosotros, mirando con horror la escena.

— Leone se volvió loco, algo pasó en la zona roja, no quiere soltarme, insiste en que lo lastime, algo de un tonto plan en caso de...

— En caso de que las cosas salgan mal — dijo Blaz, suspirando, acercándose— Quedamos en que se lo preguntarías, no que la forzarías, estúpido animal.

Miré con indignación al pelinegro ¿Cómo pudo estar de acuerdo en un disparate así?

— Suéltame ahora, Leone.

Demandé.

— Si te suelto...

— Suéltame y averiguarás que va a pasar cuando lo hagas.

Amenacé.

— Suéltala ya, esto no es divertido, la estás lastimando.

Dijo Emilia, señalando los lugares dónde me sujeta, efectivamente sus dedos se están marcando en mi piel, y no es que me esté apretando fuerte, ni siquiera me provoca dolor, pero mi piel es demasiado blanca y sensible, no tomo sol, cualquier tipo de exposición hace que mi piel se ponga dolorosamente roja, por lo tanto, lo evito todo lo posible.

Ese llamado de atención pareció aclararle la mente, provocando que me soltara de golpe, Emilia le quitó la navaja del abdomen y la tiró al piso, usando esa misma mano estirada para darle una fuerte cachetada.

— Despierta ya, animal ¿Qué crees que estás haciendo? ¿Qué te hicieron para que llegues a casa en este estado, asustándola así?

Señalándome.

Leone no abrió la boca, se quedó en silencio, mirando a cualquier lugar antes que a nosotros.

— Veamos qué hay por aquí.

Dije tomando su camiseta, tirando con fuerza, reventando los botones que cayeron ruidosamente al piso, permitiéndome ver el claro trazado de las cuerdas lastimando su piel, pero eso no fue todo, tiene un enorme moretón en la boca del estómago, dónde yo lo golpee sin querer, por eso debió dolerle tanto un golpe mío, está lastimado, alguien lo lastimó.

— ¿Quién fue?

Pregunté.

— Ya lo solucioné, no te preocupes.

— No solucionaste ni una mierda — viendo las marcas de besos por aquí y por allá— ¡No solucionaste ni una maldita mierda!

Pasando por su lado, empujando a Hans cuando intentó pararme, trotando a paso veloz a la habitación del tonto que me hizo herirlo, moviendo los muebles dentro del guardarropa para liberar el espacio de las armas, tomando todo lo que pensé que podría serme útil, saliendo sin limpiarme la sangre de encima, escuchándolos a todos discutir todavía en el gimnasio mientras Emma me pisa los talones, viéndome con horror.

— No hagas una locura.

Pidió.

— Me importa una mierda todo ahora, ese viejo me va a escuchar.

Atándome el cabello con dificultad, la sangre se está secando y hace que se enrede con las hebras cada vez que intento ordenarlo.

— Es Dominik, Gabriela ¿Qué demonios? ¿Te quieres morir? No dejaré que vayas.

Cortándome el paso, extendiendo los brazos.

— Sin ofender, pero no eres capaz de detenerme, Emma, lo aprecio, pero no voy a dejar que ese viejo toque lo que me pertenece, me lo entregue en esas deplorables condiciones y todos esperen que me quede de brazos cruzados, esa mierda no va a pasar.

El ascensor pitó en señal de que ha llegado al piso, y las puertas se abrieron, tomé el brazo de Emma y con el dolor de mi corazón, la lancé sobre mi cabeza, dejándola aturdida y recostada en el piso.

— Lo siento, rubia, ambas sabemos que no quería hacer esto.

Metiéndome al ascensor.

— ¡Blaz! — gritó Emma con fuerza— ¡Blaz! ¡Va a hacer una locura! ¡Va con Dominik!

Demasiado tarde.

Para cuando las puertas comenzaron a acercarse, Blaz estaba a unos cinco metros de distancia, no va a alcanzarme, este ascensor es la única entrada o salida del pent-house, para cuando vuelva a subir, yo ya habré montado un auto y estaré de camino al edificio Lehmann en la zona roja.

Tomé el bonito Ferrari rojo y dejé el estacionamiento, conduciendo a todo dar, saltándome las señales de alto y los semáforos en rojo, tocando la bocina a todo idiota que tuvo la intención de cruzar la calle y entorpecer mi camino, estoy furiosa y no estoy pensando con claridad, podría arrepentirme, pero también es una buena manera de enviar un mensaje, Leone no está solo ahora, me tiene a mí, y cómo él me protege, yo lo protejo, así funciona esta mierda.

— Mira que apuñalarlo y correr como las cobardes — apretando el manubrio— Esas pendejadas no son para mí, yo no huyo.

Veinte minutos después estaba estacionando fuera del edificio, tomé mis armas y sin importarme el frío o la nieve que me mastica los pies dentro de mis zapatillas, entré al edificio sin molestarme en para y hablar con los idiotas que tienen como guardias, siempre juegan a las cartas, son unos inservibles buenos para nada.

— No puedes pasar, el jefe está ocupado arriba.

Dijo uno de ellos, sujetándome del brazo.

— El jefe ya se fue, el que queda es el bastardo del padre nada más, suéltame ahora que no estoy de humor.

Levantó un arma y señaló a mi cabeza, cargando.

— Tengo ordenes estrictas de no dejar subir a nadie, señorita, sea usted la prometida del jefe, no tiene autorización para dar ordenes aquí.

Levanté un arma y cargué, disparándole a la cabeza sin titubear.

— Las armas no son para amenazar, imbécil — viendo su cuerpo caer inerte al piso— Son para matar.

Disparando a los otros tres sujetos que hicieron el ademán de levantarse, no quería más interrupciones, me importa una mierda sus vidas, tengo asuntos importantes aquí.

No dudé en entrar al ascensor y presionar el piso de la ultima vez, recorrí el pasillo y seguí el sonido de las risas y las maldiciones, los gemidos y las suplicas por más, de seguro ese es mi destino, ahí debo ir.

Entré al despacho de la ultima vez, analizando la situación, Luther estaba de pie en un rincón, intentando no mirar la escena, parece asqueado, pero al verme, palideció, negó sutilmente, un pobre intento de hacer que me fuera, lastima que hoy no estoy de humor.

En el centro de la habitación había una silla y un montón de cuerdas repartidas por el piso, cuerdas cortadas, en el suelo, un martillo lo suficientemente grueso como para reventarme la cabeza si logra darme, pero eso no fue todo, junto a la silla, está la gran mesa que al parecer se utilizan para reuniones, Dominik mantiene presionada a una mujer contra esta, alzando su pierna y apoyándola sobre la superficie para poder penetrarla mejor, hay otras esperando sus atenciones, parecen... ansiosas.

Lentamente entré en la habitación, aprovechando que todos están muy ocupados en sus actividades, y cerré las puertas con seguro para que no se me escapara nadie, tomé mi arma y solté los tres disparos que me quedaban, llamando la atención de los asistentes.

— Vaya, vaya, vaya ¿A qué se debe la presencia de tan distinguida dama? — dijo Dominik sin dejar de mover las caderas. Asqueroso— ¿Vienes a unirte a la fiesta?

— Vine por explicaciones — tirando los cartuchos vacíos al piso, cargando otra vez— Mi prometido llegó en deplorables condiciones a casa y así a mí no me sirve.

Cargué el arma y disparé a la puta que intentó escabullirse y escapar.

— Vamos, no me arruines la diversión.

Bufó al ver que la chica que se estaba cogiendo estaba más preocupada de escapar que de lo que le estaba haciendo, decidió soltarla y arreglarse la ropa mientras esa chica busca su ropa y la apoya contra su cuerpo para cubrirse, apretujándose junto a sus compañeras, desafortunadamente para ella, es la única que lleva labial rojo, las demás usan tonos rosados, y yo no estoy para conceder perdón a nadie, no soy partidaria de ello, yo creo en dar lo que cada quién merece nada más.

No dudé en levantar el arma y darle en los muslos, acerté a la femoral por lo visto, está sangrando demasiado, sufrirá y morirá, es justo lo que quiero ahora.

— Respuestas — dije sin más— Soy una mujer muy paciente y servicial, señor, pero no me gusta que toquen mis cosas, Leone es mío, y yo veo que tanto lo marco, dónde, cuando o por qué.

Sonrió ladino, mirándome de pies a cabeza, sacándose un cigarrillo del bolsillo, Luther se acercó con rapidez para encender la punta, su mirada sigue suplicándome que salga de aquí.

— Bueno, lo entretuve bastante, el bastardo se hace el duro últimamente y eso no me gusta, los hijos deben obedecer a sus padres sin excepción— narró— Así que puse un par de pastillas en el whisky que tanto le gusta beber, perdió fuerza, la capacidad de hablar, y la de defenderse, por supuesto — sonriendo malicioso— Lo obligué a beberse toda la botella, y para evitar accidentes, lo até, por si te lo preguntas, no, a esas alturas, el bastardo no se movía, no podía — girando a mi alrededor con lentitud, su mirada lasciva me enferma— Lo golpee con ese martillo de ahí —señalando el maso— Porque esa bestia asquerosa no se lastima tan fácil, y le pedí a las señoritas presentes que le hicieran un par de cosas para que pasara el dolor ¿Qué clase de padre sería si no lo educo con la técnica de la zanahoria y el palo?

Sacó su propia arma y mató a la chica que antes se estaba follando, un disparo limpio en la cabeza que calló por fin sus molestos gritos de dolor por los disparos en las piernas que yo le di.

— ¿Drogaste a tu hijo sólo porque no te hace caso? Pero ¿Qué mierda tienes en la cabeza? Eres un maldito enfermo.

Levanté el arma y disparé a las tres que quedaban, tocaron a mi hombre y vivas no van a salir de aquí, ni siquiera tuvieron oportunidad de acercarse a la puerta cuando cayeron muertas al piso.

— Cubierta de sangre y con esa diminuta ropa te ves aún más exquisita — deteniéndose a mirar mis pechos— ¿Qué pasaría si a ti te diera esas pastillas con alcohol? Descubrí que, si inhalas el humo del bong, el efecto de las drogas que le di a Leone se intensifica, se sentía tan mal esa mierda patética — carcajeó— ¿Qué te pasaría a ti, rojita? Tan pequeñita y flacucha.

Intenté con todas mis fuerzas no demostrar el miedo que me recorrió el espinazo en ese momento, si Emil le dijo algo, este hombre me va a perseguir hasta obtener lo que quiere.

— Algo me dice que tendré que dispararte para que me dejes probar, mataste a mis putas, lo justo es que tomes su lugar.

Apuntando el arma hacia mí, no me quedé atrás, levanté mi arma, estaba muy dispuesta a tirar cuando la puerta se abrió con estruendo, trozos de madera saltando hacia el frente, y Blaz, jadeante, entrando al despacho, mirando la situación.

— ¿Qué mierda haces tú aquí, mestizo?

Preguntó Dominik, apuntando a Blaz ahora.

— Eh, eh, que estás discutiendo conmigo — tomando el cañón de su arma, apuntando directo a mi pecho— Blaz ya se va ¿No es así?

Este tonto...

Dominik sí que va a matarlo si se queda, ya está furioso, su presencia no hará más que provocarlo.

— Me iré, sí, pero contigo, eres la inversión de la zona roja, se espera que la mujer del jefe viva para dominar la zona roja, así que déjate de juegos y vámonos a casa.

— ¿El patético de mi hijo te mandó a ti, mestizo? ¿Así de cobarde es?

Leone no hubiese dejado que Blaz viniera solo, algo debió de pasar.

— Última advertencia —Dije— Vuelve a intentar algo en contra de tu jefe, porque Leone no es sólo tu hijo, saco de mierda — pateándole las bolas con fuerza, aprovechando que su interés está más en mi escote, quitándole el arma para evitar accidentes— Y vas a ver lo bonita que puedo llegar a ser, no toques lo que es mío.

Di media vuelta dispuesta a marcharme, las ganas me ganaron y di media vuelta para dispararle, Luther fue más rápido y me sacó sobre su hombro, metiéndose al ascensor con rapidez, Blaz pisándonos los talones, presionando el primer piso.

— No seas tonta, carajo, acabo de enterarme de algo grande — dijo Luther, bajándome— Jefa, si matan a Dominik ahora, pondrán una recompensa por tu cabeza, está prohibido matar a un Lehmann, la condena no sólo te afectaría a ti, sino que a tu descendencia y tus familiares.

— Yo no tengo familia ni hijos.

— Te vas a casar, jefa, Leone y los suyos son tu familia, por lo tanto, se irán en contra de todos ustedes, son demasiados, los doce del consejo están de acuerdo en pedir la cabeza del jefe Leone a excepción de los infiltrados, hay un edificio Lehmann en cada potencia mundial, se está corriendo la voz, y pronto, van a venir aquí, Dominik le dijo a Leone mientras lo torturaba que tenía que elegir si salvar su cargo o a su bonita pelirroja deudora, lo sabe, Emil le dijo todo sobre ti, aún no descubro dónde esconde a ese bastardo, así que por favor, cuídate la espalda y no seas impulsiva —metiéndose la mano al bolsillo, entregándome unos papeles arrugados— Son dos boletos de avión, toma a Emma y vete de aquí, un país pequeño que no llame la atención, sólo salgan de aquí antes de que sea demasiado tarde.

Suspiré negando, estoy jodida hasta el cuello.

— Ya es demasiado tarde, Luther, pero me haré cargo, Emma sí que se va a ir, la mantendré a salvo, te lo prometí.

Asintió y me dejó partir con Blaz, quién se mantuvo en silencio todo el camino hasta mi auto, pidiéndome las llaves.

— Vine con los escoltas. Dame las llaves del auto, yo conduzco mientras tú escuchas el sermón que te va a caer ¿Qué demonios estabas pensando?

Le entregué las llaves y subí al auto, ignorando el molesto sonido de su voz, tengo que pensar, necesito pensar en cómo voy a salir de esta mierda... y viva. 





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BUENAS BUENAS BBCITAS

YO DIJE QUE HOY PASABAN COSAS

PASAMOS DE ESTAR MUY FELICES A INCREIBLEMENTE PREOCUPADAS 

REGRESAMOS A LOS 250 COMENTARIOS, SE MANTIENE LA METAA

GRACE SE VA GANANDO MI CORAZÓN POCO A POCO 

LA ROJITA ESTABA TAN FELIZ JODER

LUEGO LLEGA LEONE CON SU ACTITUD EXTRAÑA 

Y PUES YA ENTENDIMOS POR QUÉ, SI EL POBRE ESTABA TODO DROGADO 

SU PADRE LE AMENAZÓ A SU ROJITA

Y MATAR A DOMINIK ES QUE LE CAIGA LA MUERTE SEGURA ENCIMA, O SEA, MUERE SÍ O SÍ 

QUÉ MÁS QUIERES DE ELLOS VIDA?! DEJALOS SER FELICES!! 

TENGO MIEDO, GENTE, DOMINIK YA SABE DE LA ROJITA

RECENLE AL TÍO SATÁN 

NOS LEEMOS EL PROXIMO CAPÍTULO

BESITOS EN LAS NALGAS


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