Capítulo 17

GABRIELA.

Sentada en urgencias, esperé pacientemente a que cocieran mi mano por ambos lados, gozando del privilegio de la lidocaína, de esa manera cada pinchazo se sentía como un leve piquete, yo le dije al maldito doctor que no necesitaba ningún tipo de anestesia porque quería que me doliera, me siento mal por el mal rato que le hice pasar a Leone, pensé que si sufría un poco me sentiría mejor, pero Blaz amenazó al doctor para que no hiciera caso a mis locuras a pesar de que no estaba tanto más feliz que yo por quitarme el dolor.

Maldito.

Vi con aburrimiento como terminan de vendarme la mano y me dan un par de analgésicos para el dolor junto con la receta, al salir, boté ambas cosas a la basura, regresando dentro, ignorando las preguntas del pelinegro que me pisaba los talones, molestamente cerca, acercándome al mesón.

— Dónde está Emil Braun.

Pregunté a la recepcionista.

— ¿Es familiar?

— Sí, su prima, su familia murió y se siente devastado, soy todo lo que tiene.

Hablando con fingida lastima, consiguiendo el piso y el número de habitación, sonreí agradecida y fui sin perder el tiempo hasta el ascensor, metiéndome dentro, resoplando al ver que Blaz me siguió hasta aquí.

— ¿No tienes nada mejor qué hacer?

Consulté viendo su ropa tan manchada de sangre como la mía, a diferencia de que yo ya estaba curada y él tendría que llegar a verse eso por su cuenta.

— ¿Por qué no aceptaste los analgésicos? ¿Eres estúpida?

Cruzándose de brazos, apoyando la espalda en la pared.

— Me merezco esto — alzando la mano herida— Y merezco sentirlo, así que no voy a tomar nada para el dolor —encogiéndome de hombros— Eso es todo.

— Te creí tan frágil — chasqueando la lengua— Inclusive te acompañé al hospital a ver a tu puto prometido la vez anterior porque temía que te hiciera algo, cuando es más probable que tú le hagas algo a él por cómo van las cosas, mentirosa, todas las mujeres son unas mentirosas.

Está herido, ni siquiera me mira a la cara, debe estar furioso conmigo, que lastima, el cuñado divertido y con sus comentarios irónicos quizá no vuelva a aparecer.

Bajé del ascensor pasando por su lado, no respondería a eso porque no tenía nada que decir, tiene razón en estar molesto, pero mentiría una y mil veces si con eso Leone sigue vivo, no me interesa si él y toda su familia me odia en el proceso, no me importa nada, yo me hice así única y exclusivamente para pagar mi deuda de sangre, a estas alturas debería estar más que asumida, pero estas ultimas semanas me confundieron, antepuse mis emociones a la misión, estar con Leone, casarme con él, hubiesen sido una buena manera de cerrar un ciclo lleno de violencia, vivir tranquila, amada y protegida me hubiese gustado, pero jamás lo conseguiría si Dominik le quita el poder y lo mata en el proceso.

Leone es de aquellos que daría sangre y huesos si sus seres queridos lo necesitaran, hoy vi que no daría ni siquiera una gota de su sangre por mí, Blaz tiene razón, no me ama, y ahora que desconfía de mí, jamás va a amarme, no contabilicé al abogado en mis planes y lo echó todo a perder.

Entré a la habitación de Emil en medio de un suspiro melancólico debido al rumbo de mis pensamientos, dejando la puerta entreabierta sabiendo que Blaz querrá escuchar la conversación, es quién más desconfía de mí ahora y planeo no darle más motivos para que me señale y me juzgue, mi paciencia no es eterna y no querría herirlo.

— Vaya, vaya ¿Te golpeó el karma, mi amor?

Colocando la careta de la ironía en mi rostro, no dejaría que nadie viera lo devastada que me sentía, mostrar debilidad ahora que mostré mi verdadera cara no es una posibilidad, ya no puedo volver atrás a la Gabriela débil y llorona.

Al percatarse de mi presencia, escuchar mi voz y verme plantada ahí como si nada, vistiendo prendas ensangrentadas, el sujeto palideció, arrastrándose lo más lejos posible de mí que su cama le permitió, por el rabillo del ojo vi al abogado mirar con mucha atención lo que estaba pasando, se lo dirá a Leone de seguro.

— ¿Qué haces aquí? —preguntó con horror— ¿No te bastó con lo que tu prometido me hizo? ¿Lo sedujiste también? ¿O cayó como yo y quedó atado a tus redes? Eres una maldita víbora ¡Maldita perra!

Hizo el intento de escupirme el muy mal agradecido, metí dos dedos en su boca, el dedo medio y el anular, empujándolo hacia la cama, sujetándolo por el pelo con mi mano herida, empapando las vendas de sangre, las arcadas lo dominaron, el miedo predominó en sus ojos, y eso me quitó un poquito de pesar del pecho, el miedo siempre me hizo sentir poderosa, y el poder, me regocija.

— No olvides gracias a quién vives todavía — hablando en tono bajo y amenazador— ¿Recuerdas la promesa que te hice hace un tiempo? —metiendo mis dedos más adentro, escuchando sus arcadas, sujetándolo mientras patalea en la cama intentando ser soltado— ¿Recuerdas o no?

Insistí, viéndolo asentir ligeramente.

— Bien, entonces espera mi visita, dejaste de serme útil, conseguí lo que quería, la atención del rey —claro que ahora me odia, pero eso no tiene por qué saberlo este— Gracias por ser un imbécil que resuelve todo a los golpes, tus ataques de ira me fueron de mucha utilidad, duerme con un ojo abierto desde ahora, bebé.

Mofándome del ridículo apodo con el que se refería a mí, besándole la frente antes de soltarlo y tomar un par de hojas de papel suave para limpiarme las manos y salir de la salita, escuchando su llanto incesante mientras Blaz cierra la puerta y me sigue en silencio otra vez, entrando en el ascensor.

— ¿De qué promesa hablabas?

Consultó, rompiendo el silencio.

— Le prometí que yo iba a matarlo, por eso le pedí a Leone que no lo hiciera, quería deleitarme yo misma con la sangre caliente de ese hijo de puta goteándome hasta los codos. Quiero mi venganza.

Escuché un suspiro sonoro, pero no dijo nada más, abandonando el hospital, metiéndonos al auto en completo silencio, y así nos mantuvimos, sin siquiera encender el radio hasta el pequeño departamento al que llamé hogar.

Departamento estratégicamente ubicado cerca de la zona roja para que Emma y Luther tuvieran mejor comunicación, nada fue al azar nunca, yo planee todo hasta hoy, que se me salió la situación de las manos.

Saludé al portero y escalón por escalón, llegué a mi dichoso hogar, golpeando la puerta tres veces, segundos después Emma abrió la puerta con una amplia sonrisa que se borró en cuanto vio mis pintas, el horror cubrió sus facciones, estaba preocupada.

— ¿Qué...? ¿Qué pasó? — mirándome por todas partes— ¿Dónde estás herida? ¿Dónde te duele? ¿Quién fue?

Tragué grueso para bajar el nudo de emociones que se me atoró en la garganta, llorar frente a Blaz sería motivo de burla por su parte, se reiría de mí por siempre, me llamaría mentirosa, pensaría que es otro de mis engaños para verme vulnerable, se burlará.

— Ya sabes dónde están los documentos — le dije a él, ignorando la preocupación de la rubia— Tengo que hablar con Emma.

Estaba por caminar cuando sujetó mi brazo y me impidió avanzar, mirándome.

— Dónde mis ojos te vean y mis oídos te escuchen, mujer.

Fueron todas las palabras que cruzó conmigo antes de entrar sin una invitación a la casa, invadiendo mi cuarto, tirando del cajón sin delicadeza contra la pared, haciéndolo mil pedazos para encontrar el sobre amarillo con los documentos dentro, sentándose en el piso, comenzando a leer.

— Oye ¿Qué pasó?

Susurró Emma, apoyando sus manos en mis hombros, la preocupación tiñe su voz.

— Lo saben todo — susurré, haciendo un esfuerzo sobre humano para que no me temblaran los hombros— Me interrogaron a la mala — señalando mis pintas— Blaz me odia y Leone ya no confía en mí, temo que voy a perderlo... estábamos tan bien y yo... la cagué.

Estiró su brazo, rodeando mi cuello con él para que me apoyara en su hombro, de esa manera, su cuerpo cubre el mío y Blaz no podrá verme llorar, no quería verme patética frente a él, no después de que me apuñalara, me apuntara con un arma y dijera todas esas cosas sin saber lo que he pasado estos cuatro años, he tenido días difíciles, muy difíciles, al igual que él, yo haría lo que fuera por Leone.

— Tranquila, ya verás que lo comprenderá, leí tu mensaje, lo que él hizo fue peor que lo que tú hiciste.

— ¿Peor cómo? Sólo mira este desastre.

Señalándome sin dejar de apoyarme en ella.

— él te manipuló para matarte, tú lo manipulaste para salvarlo, si lo ponemos en una balanza, lo suyo fue peor.

Por eso me agrada Emma, siempre busca el lado positivo para mí, siempre encuentra la salida a mis dilemas, es una de esas personas luminosas que se encargan de espantar las pesadillas que se empeñan en cernirse sobre el cuerpo de uno.

— Todo el mundo lo traiciona siempre, Leo no sabe lo que es el cariño, porque de sus hermanos recibe sólo lealtad pura, y... y yo pensé que me amaba, pero ahora...

— Cuéntame todo lo que pasó, dame los detalles y te ayudaré a resolverlo, déjame esto a mí, espera.

Se separó ligeramente de mí, secándome los ojos, dedicándome una sonrisa tranquilizadora antes de dar media vuelta, tomar algo del mesón de la cocina e ir directo hacia mí habitación.

— Oye, emo — dirigiéndose a Blaz— Se cambiará de ropa, no puede ir por ahí cubierta de sangre y claramente no se va a cambiar frente a ti, danos diez minutos.

Pidió siendo amable... por ahora.

— No. Diez minutos son más que suficientes para conspirar y...

Cayó de culo con las piernas separadas, mirando el cuchillo que reluce muy cerca de sus partes nobles, Emma se ve inofensiva, pero entrenó tan duro como yo, Luther nos enseñó bastante bien, procurando que ambas supiéramos cómo defendernos llegado el momento.

— Diez minutos, dije.

Demandó la rubia.

— Diez minutos, no más — accedió Blaz, mirando el cuchillo— Malditas locas.

Gruñó en respuesta sin perder de vista a mi amiga, una nueva amenaza acaba de entrar en su radar.

— Una mujer puede matar mejor que un hombre porque somos creativas y rencorosas, la venganza es un afrodisiaco para nosotras, nos motiva ¿Escuchaste alguna vez que las mujeres provenimos de las brujas, y estas de las diosas? La muerte y la venganza vienen incorporados en nuestro ADN, así que juega bien tus cartas, torpe, lento e inútil abogado.

Dándole la espalda muy confiada de que el pelinegro no resulta una amenaza considerable para ella, caminando hasta mí para tomarme la mano y cerrar la puerta principal antes de meternos a ambas en su cuarto, suspirando con alivio, poniendo el seguro, mirándome de pies a cabeza.

— Diez minutos, nena, llora todo lo que quieras, cuéntame los detalles y lo solucionaremos juntas, sabes que estoy contigo a muerte.

Sentándose conmigo en la cama, abrazándome con fuerza, dejándome llorar mientras le contaba entre sollozos los últimos acontecimientos y ella intentaba darle solución a mis dilemas, en los últimos dos minutos me cambié de ropa por algo suyo, arregló mi maquillaje y salí de la habitación manteniendo la mascara neutral, encontrando a Blaz junto a la puerta, listo para salir de ahí.

— Dormiré aquí esta noche.

Le dije a Emma a modo de despedida.

— Por supuesto, compartiremos cama como en los viejos tiempos, estaré esperándote, guapa.

Besando mi mejilla, dejándome en la puerta, viéndome parar junto a mi muy querido cuñado que me declaró silenciosamente la guerra.

— No vas a quedarte aquí, no confío en lo que puedan hacer, Emma demostró no ser sólo una zorra, es tan mentirosa cómo tú.

Dijo señalándome, procurando clavar su dedo con fuerza en mi pecho para marcar su punto, no está nada feliz con mi presencia y no le gustan mis métodos, luego echó a andar, bajando las escaleras demasiado rápido a pesar de la nieve.

Apreté las manos formando puños, sintiendo el dolor en ambas palmas, siguiéndolo, olvidé que las tenía heridas por clavarme las uñas con tanta fuerza, mi mano derecha punza del dolor por la puñalada y los puntos, la lidocaína perdió efecto por fin y con alegría recibo el dolor, me distraerá a la hora de querer arrancarle la cabeza a Blaz.

— No puedes obligarme a quedarme en el pent-house.

Medio grité en un intento de alcanzarlo, va demasiado rápido y yo no tengo deseos de partirme la cabeza por correr tras él.

— Sí que puedo ¿Le tienes amor a tu gato o también eso era falso? Podría librarte de las molestias de tener que cuidarlo.

Miré a Blaz con odio en lo que llegábamos a la primera planta, enseñándole el dedo medio.

— Vete a la mierda, me tienes agotada.

Caminando hacia la derecha, abrazando mi cuerpo para protegerme del frío, justo ahora tenía que soplar una ventisca tan fría que se me pega la nieve en las pestañas, perfecto, y yo luzco un maldito vestido corto cubriéndome con un abrigo nada más, con la esperanza de que a Leone se le pase la rabia si ve la tinta en mi muslo.

— ¡Ven aquí, Gabriela! ¡No hemos terminado!

Gritó sin moverse ni un paso, debe seguir pegado a su auto.

— ¡Yo sí que terminé contigo, vete a la mierda!

Le grité de regreso, haciendo parar al primer taxi que divisé, subiendo a toda velocidad, ignorando por completo los gritos del pelinegro para que subiera a su auto y dejara el escándalo, no quería volver a compartir espacios cerrados con él, ya era suficientemente incómodo tener que verle la cara todos los días.

— Usted es la señorita Gabriela ¿No es así? su rostro aparece en diarios, revistas y noticieros, es de lo que todos han hablado hoy.

Dijo el chofer del taxi, quizá no fue buena idea subir, ahora que se hizo público el compromiso, todo el mundo conoce mi nombre y mi cara.

— Sí, soy su prometida, sólo lléveme a la dirección que le pedí y en silencio, tengo jaqueca.

— Por supuesto, señorita, por supuesto.

Y por supuesto que no se calló en todo el viaje, preguntando tonterías que no le corresponde saber, y claro que no recibió ninguna respuesta por mi parte, pagué lo que tenía que pagar y bajé entrando a la compañía para hacer como si nada hubiese pasado y avanzar en el trabajo.

Por curiosidad fui al último piso dos horas posterior a mi llegada para ver si Blaz tenía razón, y la tuvo, el despacho estaba destruido por completo, estaban sacando los muebles hechos pedazos trozo por trozo para sustituirlos, libros partidos a la mitad, un montón de hojas repartidas por el piso, la puerta de cristal estaba echa pedazos en el piso, había un montón de colillas de cigarro por el piso, la silla estaba llena de agujeros, la pantalla de la computadora tenía un gran agujero en el centro, todo estaba... inutilizable.

Y gracias a las vistas... sonreí, este hecho me hizo sentir ligeramente mejor, después de todo, parece que sí le importo a Leone lo suficiente para hacer una pataleta por desconfiar de mí y dañarme en el proceso.

Pasé la tarde dedicándome a terminar las portadas que debía avanzar, las chicas intentaron sacarme información sobre mi relación que ya no sé si sigue ahí y no fui capaz de prestarles atención, porque por cada hora que avanza en el reloj, se me contrae más el estómago por los nervios, mi único consuelo fue ver el anillo de compromiso en su posición, y para más remate, se adelantó mi maldito periodo, incluso busqué si este desorden hormonal que me mantiene melancólica y llorona tenía algo que ver con eso, y según Google, pues sí, porque cuando uno menstrua, los niveles de serotonina y endorfinas disminuyen, lo que aumenta mi sensación de dolor y melancolía.

Perfecto.

Es un día perfecto.

Estaba por tomar un taxi cuando mis escoltas me interceptaron, pidiéndome que fuera con ellos, supongo que era molesto tener que ir alerta si me subo a autos de desconocidos cada vez que salgo, y desafortunadamente salí con Leone de casa esta mañana, tendré que ser más inteligente desde ahora y robarle unas llaves, volvería con Emma, es lo más sano para los dos si es que mi presencia lo hace sentir amenazado.

Con un suspiro tomé mi móvil y le marqué desde el vestíbulo del edificio, no tengo la combinación del ascensor y mucho menos la llave que abre el pent-house, sigo siendo una ajena en su vida, y para mi suerte, contestó casi de inmediato.

— Leone, estoy abajo.

— ¿Y qué haces abajo? Sube ya, tenemos que hablar.

— No tengo cómo subir, no tengo la digitación ni la tarjeta, así que no te preocupes, no entraré en medio de la noche a matarte.

Un sonoro suspiro se escuchó al otro lado de la línea antes de que me cortara, cinco minutos después, salió del ascensor usando uno de sus impecables trajes, saludando al conserje antes de apoyar su mano en mi espalda baja y guiarme de regreso al ascensor, presionando los números en el teclado sin cubrirlas ni nada, lo hace para que mire.

— 2019. El año en que te conocí, la misma clave que mi tarjeta ¿Lo recuerdas?

Me sorprendió la información que acaba de compartir conmigo, más me sorprendió cuando me entregó la tarjeta de acceso para entrar a su pent-house, acompañado de una tarjeta negra con su nombre, una tarjeta con la que podría comprar el mundo si se me apetece.

— Mandarán a hacer la tuya en cuanto nos casemos, no me has dicho si quieres conservar tu apellido o quieres llevar el mío, las mujeres pueden elegir ahora cual quieren llevar por el resto de sus días... o lo que dure el matrimonio en nuestro caso.

El mal sabor que me dejó en la boca sus palabras no pasó desapercibido para él, pero no me reconfortó, quitó la mano de mi espalda y tomó distancia, cruzándose de brazos para mirarme.

— Necesito que me digas qué es verdad entre nosotros, no he podido rendir en el trabajo por culpa del lío que tenemos ahora — suspiró— Tengo Pistantrofobia — admitió— Me han traicionado tantas veces en la vida, me han dado la espalda tantas veces, que me es imposible confiar en los demás, incluso en mis hermanos, los amo, pero no confío en nadie más que en mí mismo, soy el único que velará por mi propia seguridad, siempre ha sido así, siempre he estado solo.

Parte de la información que acaba de entregarme hace que duela menos su desconfianza hacia mí, creí que podría romper ciertas barreras entre nosotros, creí que lo había conseguido, pero estaba tan equivocada...

— Nada de lo que te diga sonará a verdad para ti entonces ¿Qué caso tiene que lo hablemos ahora?

El ascensor paró, y Leone señaló el panel con la cabeza, acerqué la tarjeta y entonces las puertas se abrieron, dejándome entrar al lugar que comenzaba a pensar como mi hogar, acuclillándome para cargar a Lucifer, quién vino a saludarme, por eso me gustan los gatos, huelen cuando uno necesita apoyo emocional.

— Gabriela, realmente necesito que hablemos justo ahora, no te escapes, por favor — acuclillándose frente a mí, acariciando la cabeza de Lucifer, quien cierra los ojos y disfruta de los mimos— Blaz me contó lo que pasó hoy, cada detalle, lamento que haya sido así de tenso, era un castigo para él y saliste afectada.

Estirando su mano hacia mí, mientras se pone de pie, quiere que lo siga, y como si estuviese hipnotizada, sujeté a mi gato con una mano, sintiendo sus patas apoyarse en mis hombros, mientras me levantaba sujeta a la mano del rubio frente a mí, siguiéndolo por la sala, viendo a la señora Liesel salir a toda prisa con una bandeja entre las manos, acaba de poner dos sándwiches sobre la mesa y dos copas de vino a medio llenar, la botella dentro de una cubeta de hielo, todo bien acomodado en la mesa ratona.

— Blaz no te quitó el ojo hoy, dijo que ni siquiera almorzaste, hiciste horas extra a la salida, y tampoco cenaste, pensé que podríamos comer algo simple aquí, no quisiera una cena que nos retrasara y nos hiciera sentarnos tan separados, el sofá servirá ¿No crees?

Asentí lentamente, tomando asiento a la vez que él, Lucifer sobre mis piernas en caso de que las amenazas del pelinegro sean ciertas y mi gato corra peligro, jamás dejaría que lo lastimaran, Lucifer ha sido mi fiel compañero por años, no podría vivir sabiendo que lo hirieron por estupideces como la desconfianza que siente el abogado hacia mí.

— Estás demasiado cautelosa y tensa ¿Qué pasa?

Preguntó, ofreciéndome una copa de vino la cual recibí, removiendo el liquido con quietud, oliéndolo, buscando indicios de que le hubieran puesto algo, debo ser observadora, debo... desconfiar.

— Blaz me amenazó un par de veces, y cuando le dije que me quedaría con Emma, dijo que Lucifer sigue en calidad de secuestrado, y dijo expresamente que podría librarme de las molestias de tener que cuidarlo, así que discúlpame si temo por la vida de mi mascota.

Abrazando al minino con un poco más de aprensión, y como si supiera, ni siquiera se quejó, sólo se quedó ahí, dejando que calmara mi ansiedad.

— Blaz no va a hacerle nada, te doy mi palabra — robando mi copa, bebiendo él primero, regresándomela— No tiene nada, no tienes que preocuparte, prometí no hacerte daño y yo cumplo mi palabra siempre.

Aseguró en un intento de tranquilizarme.

— Sí, la cumpliste hoy, porque le ordenabas a Blaz que me dañara en tu lugar, te quedaste de brazos cruzados, esperando a que me mataran, lo hubieras dejado.

Y ahí estaba de nuevo ese nudo de emociones en mi garganta, y los ojos ardiéndome por las lagrimas que lucho por contener, no sé siquiera si podré comer con todo lo que estoy sintiendo para fingir que va todo bien y que no me afecta, tampoco podría beber, por lo que me estiré y dejé la copa en la mesa ratona frente a nosotros, no tenía ganas de estar aquí, quería ir a casa con Emma y llorar hasta que me cansara, ocho minutos no fue suficiente.

— Lo siento... estaba demasiado conmocionado, te conozco hace poco, y te confesé lo que quería hacer contigo, cómo quería matarte, lo que iba a hacer cuando te volví a ver, te conté todo mi horrible plan ¿Por qué no ibas a querer venganza? Era lo más lógico, y si tuviste tiempo para hablar fue porque dudé, hubieses sido una cualquiera y yo mismo jalaba del gatillo sin darte tiempo a explicarte.

— ¿Gracias entonces? ¿Eso es lo que esperas de esta conversación? — sintiéndome furiosa conmigo misma por no ser capaz de contener las lagrimas que me rodaban por las mejillas— ¿Por qué yo tengo que ser condenada y tú nada? Yo te manipulé para salvarte, tú me manipulaste porque querías matarme ¿Por qué lo mío es peor? ¿Por qué yo tengo que ser señalada y dañada? No es justo.

Estallando en llanto, guardé y acumulé demasiado por un día, estaba más que claro que no iba a poder contenerme frente a él. Yo estaba estupendo trabajando desde las sombras, pero la codicia me dijo que no era suficiente y quise acercarme, pasó lo que temía, me acerqué demasiado al sol y estoy quemándome.

— Gabriela, yo...

Relamió sus labios resecos y se acercó un poco más a mí, pero no me tocó, ni siquiera fue capaz de terminar de decir lo que comenzó.

— El consuelo no es lo tuyo ¿No? Hasta un animal sabe dar contención mejor que tú.

Dejando que Lucifer lamiera las lagrimas y se las llevara, deleitándome con la expresión de dolor que le cruzó en el rostro al rubio frente a mí, si se me cayó la mascara de la indiferencia y me rompí, no dejaría que sólo mis pedazos se desperdigaran por el piso.

— Estoy intentando remediar mi actitud de la mañana, no seas tan dura, por favor, nunca antes hice esto, no entiendo este tipo de emociones, no sé cómo alguna palabra o acción mía podría hacer que alguna emoción tuya se calmara, tú eres la única capaz de poner orden con lo que pasa dentro de ti.

Negué lento, cerrando los ojos, decepcionada, es como hablar con una pared, nadie le enseñó sobre la contención o la compasión, nadie le enseñó sobre el amor, es cosa de escuchar lo que su madre le ha pedido hacer por años, preocupándose de su seguridad y la de los hermanos menores, dejando que Leone cargue con todo el peso de la responsabilidad, con todo el dolor.

En parte lo entiendo, y en parte lo odio por ser así de frío, me odio a mí también por ser tan estúpida y pedir algo que jamás podrá darme.

— ¿Qué no sea dura? — abrí los ojos, riendo sin gracia— Dejaste que tu hermano me apuñalara y le ordenaste que me hiciera más daño para que hablara, me apuntaste con un arma hoy ¿Y yo soy la dura? No me jodas.

Dejó la copa de vino en la mesa ratona y se acercó otro poco a mí, tanto, que nuestras rodillas se tocaron, al parecer, ninguno de los dos beberá hoy.

— Perdón, yo sé que me equivoqué, en cuanto terminaste de hablar, el arrepentimiento me abordó, pero ya era demasiado tarde, el daño estaba hecho, te dañé, rompí mi promesa ¿Cómo se supone que voy a mirarte a la cara desde ahora? Te fallé, y sí, tienes razón, lo que yo te hice fue peor, mil veces peor, y tienes todo el derecho del mundo a enfadarte, así que... grítame, golpéame, apuñálame si es lo que quieres para estar a mano — estirándose para tomar un cuchillo del plato, colocándolo sobre mi palma dañada y las vendas repletas de sangre seca— Has lo que quieras, pero no te vayas, yo no... no quiero que te vayas, no me dejes.

No sé cual de los dos está más enfermo, si él, que a pesar de saber que todo lo que sabe de mí es un invento mío que me esforcé mucho en hilar para que se lo creyera, o yo, que podría morir por su mano cualquier día de estos.

— Una cicatriz no se compara a todas las que yo te hice indirectamente — botando el cuchillo al piso— Mi dolor no debe de compararse al que tú sentiste, estoy bien.

— Si estás bien, entonces ¿Por qué sigues llorando?

Quitándose los guantes por fin, usando sus pulgares para barrer las lagrimas bajo mis ojos, sintiendo las callosidades y el tejido irregular con mucha claridad.

— Lloro porque estoy triste y decepcionada de que no puedas confiar ni un poquito en mí, Blaz dijo que me quieres, sí, pero que jamás llegarás a amarme, menos ahora.

— Blaz tiene una boca demasiado grande, al parecer, te llenó la cabeza de mierda, no fue buena idea enviarte con él — jalando de mí hasta acomodarme sobre su regazo— Lucifer, permiso, estoy intentando ser un animal de apoyo emocional mejor que tú.

Le dijo a mi minino, a quien no le pareció bien que lo sacaran de mi regazo, lo arañó y se posicionó sobre mí otra vez, y ahí se quedó, mirándolo fijamente, sin perderse el movimiento de sus manos.

— Vaya... creo que también está molesto conmigo.

Dijo observándose el arañazo y el rastro de sangre.

— Hablas y hablas, pero no niegas nada de lo que él dice, sólo me lo confirmas de formas más sutiles.

Suspiró aplastando mi cabeza contra su pecho, acariciándome la espalda, estoy más que cómoda sentándome de lado sobre sus muslos juntos, el frío que me acechó durante todo el día por fin se derrite, el calor de Leone me reconforta.

— Él no tiene por qué hablar sobre si te amo o no ¿Qué te dije a ti, Gabriela?

— Pero él te conoce mejor, Blaz dijo que...

— ¿Qué te dije a ti? — repitiendo su pregunta, interrumpiéndome— A la mierda con mi hermanastro ahora.

Apoyando su mentón en mi coronilla sin detener sus caricias.

— Dijiste que... estabas enamorado — lloré un poco más fuerte, ahogándome entre palabra y palabra— Eso dijiste, pero hoy te quedaste de pie viendo como ardía y no hiciste nada, entonces ¿Me amas en realidad? La próxima vez que algo parezca estar en mi contra ¿Me interrogarás de la misma manera?

Enseñándole mi mano vendada sólo para hacerle daño, sintiendo su corazón golpetear con fuerza dentro de su pecho, al menos sé que algo le afecta nuestra conversación.

— Estoy jodidamente asustado de lo que me haces sentir, Gabriela, porque cada vez que estás cerca, no tengo el control, tú eres todo lo que me mueve y lo que me motiva, pierdo el rumbo de mis objetivos porque complacerte a ti es más importante en estos momentos, entonces, hoy por la mañana, cuando Blaz te acusó de esa manera, mi cabeza se llenó de pensamientos intrusivos, todo en lo que pensé es que jamás me amaste, decidiste casarte para vengarte de mí porque me odias por todo lo que te he hecho, y no hacías más que confirmar mis sospechas cuando te quitaste el anillo, cuando me pedías que te matara porque ya no tenías nada más que hacer ¿Quedarte a mi lado no es motivo suficiente? ¿No puedes sólo... quedarte conmigo?

Levanté la mirada sólo para confirmar lo que mi corazón necesitaba con desesperación, Leone estaba devastado, los acontecimientos del día le pesaron tanto como a mí.

— No es que no confíe en ti, es que no puedo confiar en nadie — dijo al ver que yo no le respondía, no podía, no me salía la voz— Tengo un problema... bueno, tengo varios problemas, estoy demasiado roto como para serte de utilidad ahora, y no te estoy pidiendo que me reconstruyas, jamás te pediría un trabajo como ese, me corresponde a mí juntar los pedazos, así que por favor... espérame mientras busco como poder hacerte feliz, no quiero que te vayas, no sabía lo fría que era una cama hasta que tu lado estuvo vacío. Ayer cuando fui a tu cuarto... no fui sólo por ti, fui también por mí, compartir la cama contigo, compartir todo contigo es todo lo que quiero. Gabi, por favor...

Suplicó con la mirada brillante, llena de esperanza... y de dolor.

— Tengo muchas cosas que contarte, será una noche larga.

Dije por fin, viendo como asiente emocionado, acomodándose en el sofá sin soltarme, soltarnos mejor dicho, porque Lucifer no se va a mover, dispuesto a darme toda su atención.

Y entonces comencé a contarle mi verdadera historia, no más secretos. 





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BUENAS BUENAS BBCITAS! 

GRACIAS POR EL GRAN NÚMERO DE COMENTARIOS! YO CUMPLO! 200 Y REGRESAMOS 

CUANTAS ODIARON A BLAZ HOY? PORQUE DEBO ADMITIR QUE ME CAYÓ GORDO 

SU LEALTAD HACIA LEONE NO TIENE NADA QUE VER CON QUE TRATARA A GABRIELA ASÍ HOY

SI LEONE LE CREE Y CONFÍA EN SUS INTENCIONES, DEBERÍA SER MÁS QUE SUFICIENTE

O ESTOY MUY EQUIVOCADA?

EMMA NO ES MALA AMIGA DESPUÉS DE TODO, NOS ENGAÑÓ A TODAS, INCLUIDOS A LEONE Y BLAZ, QUIENES BUSCARON INCLUSO PRUEBAS EN SU CONTRA PORQUE NO LA QUERÍAN CERCA DE GABRIELA

Y RESULTA QUE EMMA HARÍA LO QUE FUERA POR SU PELIRROJA

EMIL TUVO QUE HABER QUEDADO DE UNA PIEZA CUANDO GABRIELA LO AMENAZÓ JAJAJAJA

BLAZ VIO A LA VERDADERA GABRIELA EN ACCIÓN

Y EN EL PROXIMO CAPÍTULO CONOCEREMOS LA HISTORIA DE GABI, LA VERDADERA HISTORIA

ESPERO SUS TEORÍAS, SON LA PARTE FAVORITA DE ESCRIBIR JUNTO CON LOS COMENTARIOS

BESITOS EN LA COLA, SE LES QUIEREE 

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